TITULO: La Hora Musa - David Otero: «Con El Canto del Loco tocaba en estadios y ahora lucho por llenar una sala» ,. Martes - 6 - Agosto ,.
'La Hora Musa', presentado por Maika Makovski ,a las 22:55 horas, en La 2 martes - 6 - Agosto , foto,.
David Otero: «Con El Canto del Loco tocaba en estadios y ahora lucho por llenar una sala»,.
El músico habla de su nuevo disco, que saldrá en septiembre, y de cómo ha cambiado su vida desde el fin del grupo que le dio fama,.
Desde que hace ya 14 años El Canto del Loco echara el cierre, la vida de David Otero (Madrid, 1980) ha sido un rocanrol constante, un no parar: «Mi actual estatus artístico me obliga a funcionar y a tener todo tipo de formatos –explica–. Tengo mogollón de conciertos este verano. Muchos los hago acústicos, participo en festivales, hago bolos de pueblo, conciertos a taquilla, de todo». El título de su nuevo disco, «Inteligencia natural», que saldrá en septiembre, aunque ya hay un par de canciones disponibles en plataformas digitales, suena a grito de rebeldía. A un volvamos a la esencia, a la piel, en estos tiempos de dictadura digital. Asiente: «Tengo una utopía, y es que dentro de poco vengan una especie de veganos de la tecnología, unos neohippies, que nos den en la cara y nos digan “basta ya, dejadnos de tanta mierda. Vamos a mirar al sol y a conectar con la tierra y a plantar berenjenas”. Yo soy nativo digital. Mis primeros recuerdos son con una videoconsola, y soy “gamer”. Lo que más he hecho en mi vida es jugar a videojuegos, mucho más que hacer deporte. Y de la inteligencia artificial me quedo, de momento, con la parte buena. Que no quita que sea como el fuego, que puede hacer arder una casa o calentarte en una cueva. Es una herramienta que tiene sus peligros y sus ventajas. Pero más que la IA –advierte–, lo que me preocupa es la forma de comunicarnos hoy día, y no sólo la de los pequeños. Es acojonante la cantidad de gente muy mayor que está enganchada a las redes sociales. Han sido igual de vulnerables que los jóvenes».
El músico madrileño tiene publicados dos discos bajo El Pescao y cinco como David Otero. ¿Son siete discos o hablamos de dos artistas distintos? «Me encanta poder transformarme de un momento a otro. Del mismo modo que te digo que el paso de El Canto del Loco a mi etapa en solitario fue muy duro, porque es muy difícil adaptar tu vida a otra cosa completamente distinta. Hay muchas cosas que ya no vienen dadas en tu día a día: la venta de entradas, la cantidad de gente que te escucha, la que te ofrece una entrevista, los medios de comunicación… Es un cambio radical. Con El Canto tocaba en estadios y ahora lucho por llenar una sala. Como todo en la vida hay un desgarro y un trauma, por supuesto. Esas son palabras que he usado en terapia para entenderlo. Hay un drama, sí, pero es bonito si se resuelve. La época de ECDL –prosigue– ha sido una superenseñanza, pero la ruptura y la nueva etapa muchísimo más. Ahí es donde de verdad he madurado. Me he puesto a currar y a tratar de entender lo que pasaba, por qué me sentía así, por qué me enfadaba a veces y otras me alegraba... Esos sentimientos que hay dentro de uno hay que trabajarlos». Su naturaleza ha jugado a su favor: «He tenido los pies en el suelo toda mi vida. A nivel social, económico y de comportamiento. Nunca he hecho una tontería. Nunca me he pegado una fiesta ni he acabado borracho y he aparecido haciendo el tonto. Nunca me han pillado en una chorrada ni he tratado mal a nadie, y eso tiene que ver con mis padres. Pero si luego tú no pones en práctica una forma de vivir y te dejas arrastrar… Cuando en el Canto acabábamos una gira, me iba a Perú con una mochila en vez de irme a Miami a una discoteca con una botella de champán. Yo me reía de un artista (sin nombre, no me estoy refiriendo a nadie) que acababa una gira y se iba en una limusina. A mí me apetecían otras cosas. Mis amigos y yo siempre solíamos ir a sitios donde el mundo era real y había gente que no tenía la misma suerte que nosotros. Eso –reflexiona– me ha enriquecido como persona muchísimo, y donde más lo puedo volcar es en mis hijos y en mi mujer. Valorar que estás calentito en tu cama y eres un privilegiado, que tienes dinero en el banco y puedes afrontar una dificultad, más que, por ejemplo, comprarme un Porsche».
Dos miembros de ECDL ya no forman parte de la escena musical; David es un músico indie y Dani es una megaestrella. ¿Para él es un justo desenlace? ¿Era lo previsible, lo esperado? «Es justo. A Dani le doy todo el mérito del mundo. No tenemos relación, lo sabe todo el mundo, no estoy descubriendo América, pero siento admiración por su forma de hacer las cosas y por sus ganas de seguir ahí. Es brutal. Ha sacrificado mucha parte de su vida por llegar donde está, y es que no hay otra manera. Él quería eso y sabía que tenía que sacrificar momentos de su vida, a veces relaciones, a veces cosas que eran importantes para él. Sólo tengo buenas palabras hacia mi primo y buenos recuerdos, y, a pesar de que no tenemos relación, le deseo lo mejor. Tiene un talento increíble». ¿Ve imposible la vuelta de El Canto del Loco? «Sí, creo que es imposible que El Canto vuelva. Y lo ha dicho Dani, además. Hizo una campaña de publicidad diciendo que no volvemos. Cuando alguien pone las cosas tan claras sobre la mesa y lo explica tanto… Pero creo que no hace falta que volvamos, porque las canciones están ahí y la gente las disfruta. ¿Qué me quedo de ECDL? –se toma unos segundos–. Muchas cosas. Mirarnos en el escenario y conectar con una química especial era una parte muy importante de todo lo que pasaba. Las tres noches en Las Ventas, llenar con Hombres G el Calderón… Es como una peli. Lo veo y digo “ostras, ¿eso lo hice yo?”. Pero no soy nostálgico. Estoy en otra época de mi vida y ahora mismo me mueve el corazón. Los llenazos también me lo movían, ojo, pero aún más estar en el estudio creando las canciones. Me pasaba infinitas horas con Nigel [Walker, productor musical] elucubrando sobre cómo iba a sonar nuestro disco, y la fuerza del directo la tenía más Dani».
Tu honda se llamaba Telecaster
Javier Menéndez Flores
Sabes que lo imposible se puede lograr, tú eso ya lo viviste. Hundir la mano en un río, los ojos cerrados, y agarrar un pez. O volar sin otra ayuda que la de una guitarra amplificada, un locurón. Pero qué bueno que esto que llamamos vida no sea algo estático, como una fotografía o una montaña o el adiós definitivo, y que en la noria inagotable de los días quepan el rocanrol de una tormenta y el vals de su reverso. Y entre esos dos extremos, David, resulta que hemos devorado veinticinco años con todos sus días y cada gramo de sus noches, y tú, como cualquiera, lo has hecho lo mejor que has podido, sin empujar ni pisar ni levantar la voz. Tres veces bravo.
Después del ruido y la furia, de ese Big Bang contra toda lógica que fue aquel bramido generacional, se hizo necesaria una coraza con la que enfrentar un mundo nuevo. El Pescao, un traje hecho a la medida de las circunstancias, era un anfibio que iba a su aire y que no tuvo más compañía que la de sus obsesiones. Hacía frío de pronto, David, una rasca que congelaba las ideas. Pero nada que no se resuelva caminando sin detenerse un segundo, trabajando durísimo, porque la inteligencia natural consiste en saltar de las brasas al hielo sin perder el equilibrio ni el norte, con el miedo a cuestas, vale, pero también la determinación del que se ha propuesto encontrar acomodo en el filo.
Y qué vamos a hacer sin Kurt, David, dime, que después de desenchufarse se desenchufó por siempre jamás. Y sé que si te leo unos versos de «Poeta en Nueva York» te puedo romper, porque la Kryptonita aparece en los lugares más insospechados. Menos mal que estaban ahí Rage Against the Machine y ese Tom Morello que ejerció de maestro total sin él saberlo, y hasta la última coma de su predicamento puede apreciarse en la música que creaste con Dani y con la que sentasteis cátedra.
Se pregunta Perales, dolorosamente, ¿y cómo es él?, y tienes que detener el coche en la cuneta porque te ha nacido una mano dentro del pecho que te remueve la vida entera. Y en otro coche anterior en el tiempo nunca dejó de estar el cuerpo superlativo de Cerati, pero no con su canción animal y su té para tres sino con su crimen y su lago en el cielo (ahí vamos, Gustavo, ahí vamos). Y ya otro día, si te renta, hablamos de Silvio y de cuando, recién estrenada la mayoría de edad, el amor era ir a la contra y le daba un toque intelectual a un muchacho que pudo haber sido picapleitos o controlador aéreo y acabó sumergido en ese universo de hippies y contempladores extremos que es la música, el arte.
Tuviste un primo que era un hermano y un grupo que se veía tan pintón como un yate, pero ahora eres el dueño de la barca de madera más segura del mundo. Y en altamar, en las tripas de un velero llamado libertad, aún es posible vivir en off.
Lo hiciste, David. La vida era un gigante temible y te plantaste ante él con aquella honda de seis cuerdas de nombre Fender Telecaster. Y venciste porque la piedra que lanzasteis acertó de lleno en el corazón de miles de muchachas y muchachos que querían entrar en los garitos con zapatillas y pedían besos a cualquier hora. Mayte y Carlos aún alumbran ese sendero de estrellas y fantasmas. Nada lógico, solamente canciones.
TITULO: Cachitos
de hierro y cromo - Coque Malla: "Los más tontos se han adueñado del debate moral" ,. Martes - 6 - Agosto ,.
El martes - 6 - Agosto a las 22:30 horas por La 2, fotos,.
Coque Malla: "Los más tontos se han adueñado del debate moral",.
El intérprete mira de frente a la muerte y al paso del tiempo en su nuevo disco y se solivianta con los moralistas que censuran canciones: «Juzgar el arte con normas morales es medieval»
Era menor de edad cuando formó Los Ronaldos, uno de los grupos que definieron la actitud del rock madrileño de los 90: Los Ronaldos eran calle y urgencia y también el inicio que cualquiera soñaría para una carrera musical. Aunque después se dedicó a otros escenarios, Coque Malla retomó su carrera musical en solitario con una impecable serie de trabajos que incluyen éxitos como «Termonuclear» (2008) y cumbres como «El último hombre en la tierra» (2016). Ahora, mira de frente al paso del tiempo, a la carne mortal y se marca un memento mori en «Aunque estemos muertos».
Es un disco complejo y profundo, misterioso.
Esos términos me encantan y lo describen. La muerte, el tiempo, las cosas que terminan, la sombra de la tragedia... todo eso está en el disco y se definen con esas palabras. Paradójicamente, creo que no es un trabajo fúnebre, sino que tiene una vitalidad que procede de momentos oscuros.
Invita a tomar conciencia.
Empiezo a entender lo que hago cuando contesto preguntas y pasan las semanas. Uno toma conciencia de que las cosas se acaban, de la muerte y del paso del tiempo y, en principio, es algo doloroso y traumático. O bien te deprimes y te tiras por la ventana o hay una reacción instintiva animal que libera energía y ganas de vivir. Son las reacciones humanas. Pero no me interesa la idea del fin solo como muerte, sino como el fin de la amistad, de las relaciones, de la niñez de tus hijos... cosas que se acaban. Muchas cosas se van acabando.
"No acepto la muerte. Juego con la idea de bailar con ella porque espero lograrlo algún día"
¿Por qué se produce este clic en su vida?
Una razón es la edad, un límite difuso que unos tienen en los 40 o 45 o 50, que despierta cosas. Otra fue la pandemia, que me puso la muerte muy delante y nos ha transmitido un sentimiento de fragilidad como especie de la que no éramos conscientes. Y cuestiones más personales, como la desaparición de mis padres por un lado y la paternidad por otro. Esas dos cosas a la vez te colocan en otra casilla del tablero existencial. Y paradójicamente una vida idílica. Macarena, mi mujer, y yo, lo hablamos. Nos descubrimos preocupados por una serie de cosas precisamente por la vida tan maravillosa que tenemos. Y eso te genera miedo a que algo pase, a perderla.
Cosas del primer mundo...
En África no tienen problemas existenciales porque su problema es sobrevivir ese día, pero nosotros, que somos unos pijos, pues, «ay, la muerte, ay, el tiempo...». Son problemas existenciales, no materiales.
"Cada vez soy más consciente de que la felicidad es más estar tranquilo que de subidón"
¿Está en paz con la muerte?
En el disco fantaseo con la idea de aceptar la muerte, lo que pasa es que yo no la acepto (ríe). Me refiero a aceptarla como parte del camino, de que es lo que hay y hay que comprenderlo. Por eso, juego con la idea de dejar que se acerquen los muertos para asumirlo. Pero es muy difícil de hacer. Espero que esta paranoia sea parte del proceso de esta etapa de mi vida y que pasará. Y que con la edad lo vas aceptando.
Dice que el misticismo no sirve.
No, porque una de las soluciones para aceptar la muerte es crer en que hay algo más allá y yo no creo en eso. Por eso no me vale como flotador o consuelo.
«Ya no hablo de comerme el mundo, solo quiero descansar un rato».
Tiene que ver con la edad, creo. Que se coma el mundo otro, yo quiero estar tranquilo. Cada vez soy más consciente de que la felicidad tiene que ver con eso más que con el subidón de felicidad, de enamorarse a tope, de llenar el WiZink... cada vez la felicidad es más cuando estoy zen.
Hace 20 años...
Imposible, porque nunca estaba zen. Ahora cuando estoy en la playita, con mi mujer y los hijos, cocinando... eso es la felicidad.
"Hay que tener cuidado con la censura y los recortes a la libertad de expresión"
La paternidad qué le ha enseñado.
No lo sé. Estoy procesando todavía. Me ha colocado en otro sitio, pero todavía es pronto, creo. Estoy procesando.
¿Cuántos años tienen sus hijos?
La mayor, 11, y 6 el pequeño (ríe).Pero es que es como un torrente que te viene encima y que va a más, nunca a menos.
A nivel artístico, ¿se da por satisfecho?
El mayor aprendizaje de mi carrera ha sido darme cuenta, tomando riesgos artísticos y viajando con mi guitarra a lugares que no conocía, que el arte y la creatividad es infinita. Que si tienes la decisión de arriesgarte a viajar creativamente, es maravilloso, porque es la fuente de la eterna juventud. Me quedan muchas cosas por hacer. Las posibilidades lo demuestran grupos como Bowie, Dylan o los Stones, que con 80 años sacan un disco demoledor. Si estás dispuesto a comprometerte con el arte, no se acaba nunca.
En «bla, bla, bla», canta acerca de esta cháchara infinita que no deja descansar ni de día ni de noche. ¿Mira las noticias y las redes?
Cada vez menos. Antes era activo en redes sociales y escribía cosas conflictivas, me metía en charcos y aprendí la lección. He tomado muchísima distancia. Porque me aturdía, me agotaba y me veía como un gilipollas pensando en los tarados y taradas moralistas ofendidos. Generalmente gente muy tonta. La gente inteligente no escribe ni mete ruido en internet. Pero los más tontos, los que se creen en posesión de la verdad hacen mucho ruido y se han adueñado del debate moral social. Y van ganando terreno. Hay que tener cuidado con la censura y los recortes a la libertad de expresión, sobre todo en el arte. Yo soy defensor de la libertad de expresión pero entiendo que hay ámbitos con unos límites: un profesor de universidad no puede decir en clase lo que le dé la gana, igual que un diputado o un juez. Pero en el arte, en la ficción, debe ser absoluta y sin condiciones ni límites. Es terreno salvaje. Porque es ficción, porque es mentira, porque es humor. Sale del subconsciente, porque el arte es abstracto. Y entrar ahí con normas morales es la cosa más medieval que se puede hacer.
"Los censores de hoy son paletos disfrazados de intelectualidad y de progresismo"
Tuvo un problema con un tema de Los Ronaldos, «Sí, sí».
Son anécdotas, pero hay gente que está en la cárcel o con el juez encima. ¿Qué hacemos? ¿Creamos un comité moral por el que pasen las canciones de lo que se puede decir o lo que no? ¿Queremos eso? No creo que los que dicen sus barbaridades en redes sociales se hayan planteado que ese sería el camino.
Los moralistas tienen problemas de comprensión entre lo que es ficción y realidad.
Al actor de JR en «Dallas» le pillaron en un centro comercial de Estados Unidos unos paletos y le empezaron a pegar porque era su personaje y era muy malo y había dejado embarazara a Sue Ellen u otra cosa, yo qué sé, no me acuerdo cómo de malo era. Pues eso mismo les pasa, solo que disfrazada de cierta intelectualidad y de cierto progresismo a los que censuran una canción, o las que censuran una película o un libro. Lo mismo que al paleto americano. El arte y la ficción, por favor, dejémoslo en paz.
La películas representan, no defienden.
¿Por qué no va a querer un autor de teatro hacer un monólogo sobre Hitler? Y que el protagonista sea él y divague de sus movidas y que sea muy incómodo para nosotros, porque no estamos de acuerdo con él. ¿Por qué no va a querer un artista poner en esa tesitura al espectador? Hay que combatir a quienes lo censuren.
TITULO: Locos por las motos - La presión puede con Martín,.
La presión puede con Martín,.
Las caídas de Jerez y Sachsenring, cuando lideraba, suponen un golpe duro al Mundial que el español ha tenido que ceder a Bagnaia antes del parón de verano.
foto / La consistencia sigue siendo la mayor apuesta para ganar un Mundial. Y en una temporada tan ajustada como la que se está viviendo en MotoGP, los errores se están pagando muy caros. Demasiado, si le preguntan a Jorge Martín. No se puede decir que la primera parte de la temporada haya sido mala para el español, de hecho, todo lo contrario, porque salvo en cinco ocasiones (contando los sprints de los sábados), el piloto del Pramac Ducati ha estado siempre en el podio. Tan solo falló con un cuarto puesto en Austin y otro cuarto en la sprint de Barcelona, porque las otras tres ocasiones acabaron con caídas que, a las puertas del parón veraniego, han supuesto un revés en la clasificación que deja un sabor muy amargo en el madrileño.
En Alemania, Martín volvió a sufrir las consecuencias de la presión. Esta vez ya nada relacionado con su futuro, si no por un Pecco Bagnaia que venía recortando distancia para luchar por ganar la última carrera de esta mitad de temporada. El madrileño lo sabía y, buscando el límite para mantener su liderazgo a salvo, acabó de la peor manera. Tras una victoria en la sprint del sábado y 27 vueltas liderando la cita, el del Pramac acabó en el suelo. Al igual que en Jerez. El mismo tipo de caída. Y lo peor de todo: el italiano ocuparía lo más alto del cajón y se pondría líder del Mundial para las vacaciones de verano, con diez puntos de ventaja. “Será difícil de aceptar, pero no queda otra”, aseguraba Jorge ese mismo domingo en Sachsenring, consciente de un error muy doloroso del que “hay que levantarse”. Pero, sobre todo, de entender los motivos que le hacen llegar a estas situaciones.
“Es un momento importante en mi carrera para entender por qué me pasa esto, porque ya van dos carreras este año que me caigo cuando estoy liderando y en una situación muy similar y bueno, hay algo ahí que no sé si es a nivel mental o de conducción, pero no me queda otra que levantarme y seguir peleando”, apuntaba el español, que también resaltaba su fallo en el GP de España, cuando también se fue al suelo liderando. En aquella ocasión, el español sí asumió haber cedido a la presión al tratarse de su carrera en casa, sintiéndose un poco en la obligación de dar al público su mejor espectáculo. O la caída del esprint de Mugello, provocada por la presión de lo mucho que se estaba hablando de su futuro desde el jueves del GP de Italia. También lo sufrió en la carrera larga, cuando Bastianini le ganó la posición en la última curva para ser segundo. Fue entonces cuando Martín lanzó su propio órdago: quería cerrar su futuro inmediatamente y, así, no condicionar su temporada.
Dicho y hecho. Exactamente, 24 horas después, Jorge decía adiós a Ducati y Aprilia daba la mayor sorpresa de todas al anunciar el fichaje del español con un contrato multianual. Márquez había ganado la partida para ocupar el box oficial de los italianos y el madrileño se buscó la vida. Ahora ya solo hay que centrarse en lo que sucede en pista y buscar la razón de esas tres caídas que, él mismo, califica como “idénticas”. “Sin estos errores, a los demás les costará mucho ganarme”, y no le falta razón al del Prima Pramac, porque suma cuatro victorias en las esprint y dos los domingos en lo que va de curso. Pero esa renta podría haber sido mayor y frenar la racha de cuatro triunfos consecutivos de Bagnaia: de no caerse en Jerez, Alemania o el esprint de Mugello, Martín habría sumado 67 puntos más que la habrían dejado como líder indiscutible de la categoría reina del Mundial a las puertas de las vacaciones de verano. Una vez más, al igual que pasó en 2023 con la caída del GP de Indonesia, a Jorge Martín le volverá a tocar recomponerse y resurgir para plantar cara al máximo líder de los italianos.