“Estos resultados representan una victoria”, insistió la líder del RN en el discurso en el que reconoció su derrota, la segunda consecutiva, en el objetivo de convertirse en la próxima presidenta de Francia. Sus palabras llegaron apenas 12 minutos después de conocerse los primeros resultados a las 20.00. “Millones de nuestros compatriotas han elegido el campo nacional”, afirmó la candidata de la ultraderecha. “Estamos más determinados que nunca. Esta derrota no puede suponer sino una esperanza, una señal a los dirigentes franceses y europeos de que hay un gran desafío del pueblo francés, que no pueden ignorar”. “La partida no se ha acabado”, advirtió y llamó a dar la batalla frente al “proyecto destructivo” de Macron en las elecciones legislativas que se celebrarán dentro de unas semanas.
Fabienne Daumas aplaudió a rabiar, como los otros 500 seguidores invitados reunidos en el Pavillion de Armenonville, un pabellón de caza del siglo XVIII reconvertido en restaurante en el bosque de Boulogne, junto a Neully-sur-Seine, una de las zonas más ricas de París (y donde Macron ganó desde la primera vuelta) reservado por el RN para la noche electoral. Aun así, esta trabajadora de la industria química que vino desde el departamento de Val d’Oise hasta la fiesta del RN, no podía ocultar su disgusto.
“Claro que estoy decepcionada, el país ya estaba en un estado catastrófico, Macron es un presidente que no soporta a los franceses, no nos quiere, escupe sobre Francia, sobre su historia y sobre la cultura, nos desprecia”, repetía mientras Le Pen hablaba y prometía que la batalla continuará.
Junto a una amiga que la acompañó a lo que esperaba iba a ser, por fin, una celebración de victoria, Daumas apuró la copa de champán embotellado especialmente para la ocasión —Champagne Marine présidente 2022, rezaba la etiqueta— que los camareros abrían sin parar desde antes de las 20.00. El último trago, reconocía, le supo ya amargo. Otros ya habían dejado la copa sin acabar y empezaban a salir de la sala.
Según la prensa francesa, la líder de extrema derecha había previsto, en caso de victoria, desfilar con un cortejo de autobuses venidos de toda Francia, por varios lugares “simbólicos del vínculo entre el pueblo y el Estado”, como había filtrado un asesor de Le Pen, que citó el Arco del Triunfo —a apenas unos minutos del pabellón—, la plaza de la Concordia o la de la República. No salió ningún vehículo más que la caravana que un rato más tarde se llevó a Le Pen y su equipo, dejando en el pabellón a los pocos seguidores que trataban de digerir la nueva derrota y mirar, decían, con ganas hacia las legislativas de junio como una forma de revancha.
Así lo veía también uno de los hombres más cercanos de Le Pen, David Rachline, alcalde de RN en la localidad sureña de Fréjus. “Hemos progresado de manera bastante espectacular en comparación con 2017, tenemos que continuar ese trabajo. En unas semanas habrá legislativas y si todos los que se han movilizado para esta segunda vuelta presidencial van a votar a las legislativas, los franceses podrán beneficiarse de legisladores que lucharán contra la política de Macron”, aseguró a los periodistas. Rachline acusó al equipo de Macron de haber intentado “diabolizar y caricaturizar” a la líder de extrema derecha, hasta el punto de “haber dado miedo a algunos franceses”.
La Marine Le Pen de 2022 no es la misma Le Pen que en 2017. Ha culminado el proceso de desdiabolización que inició al tomar las riendas del partido hace 11 años y que ha acelerado en el último quinquenio tras su derrota de 2017, en el que muchos la calificaron de cadáver político. En vez de ello, ha sabido seguir puliendo su imagen y la de su partido, que presenta un programa con los extremos limados, aunque el fondo siga siendo muy duro. Nada de salir de la zona euro, como proclamaba hace cinco años —y que, según muchos expertos, fue una de las claves de su derrota— y tampoco hablar abiertamente de abandonar la Unión Europea, aunque su propuesta de una Europa de naciones signifique de facto cuestionar los fundamentos del bloque de los Veintisiete. Mano dura contra los migrantes, sí, y mucha, pero por la vía de un referéndum para consultarlo con el “pueblo”. Ese “pueblo” ha sido fundamental en la campaña. Le Pen supo identificar rápidamente el poder adquisitivo como uno de los temas clave de este proceso electoral y lo ha explotado a fondo, presentándose como la candidata que defenderá a los ciudadanos olvidados y que no llegan a fin de mes de la “casta” y la “oligarquía”.
Dulcificar la imagen
Para Joao y Monique Da Costa, una pareja de la región parisina de origen portugués (ella nació en Francia de padres migrantes, él llegó a los 18 años) y militantes del RN desde hace años, ha sido la estrategia adecuada. “Marine ha cambiado su imagen, se ha quitado el Le Pen, que era su padre, y ahora tiene otras ideas. Creo que se está modernizando con la gente nueva que llega” al partido, valoraron. Están convencidos de que ese cambio de imagen está dando sus frutos, aunque no haya redundado aún en la victoria.
Para empezar, cuentan, ellos ya no ocultan su filiación política. “La situación ha cambiado. Hasta nosotros, que somos FN desde hace años, es verdad que antes no podíamos hablar abiertamente; ahora nos atrevemos más a hacerlo y vemos que es una gran fuerza política y que hace falta que convenzamos a más gente”, dicen. Al fin y al cabo, señalan, el RN es hoy “la segunda fuerza política en Francia”, aunque ese poder de votos no se haya trasladado aún al poder real: apenas hay un puñado de diputados del RN en la Asamblea Nacional y el partido solo gobierna en una ciudad de más de 100.000 habitantes, Perpiñán.
“Ha dulcificado su imagen, es menos virulenta y es una buena estrategia para ella y para su partido”, coincidía Denise Cornet. Esta jubilada de París es una militante entregada. El jueves pasado, se desplazó hasta Arras para el último mitin de Marine Le Pen. Lleva 30 años militando en el FN y ha conocido todas las alegrías, que no han sido muchas, y también la amargura de las derrotas, mucho más numerosas. Igual que esta noche, también estuvo en la celebración de la noche electoral de 2002, cuando el padre de Marine, Jean-Marie Le Pen, al que dice “venerar”, logró pasar a la segunda vuelta. Le Pen padre sufrió una devastadora derrota: solo 18% de los votos, mientras su rival, Jacques Chirac, obtuvo el 82%.
Frente a ese resultado, el 41,46% de este domingo no le sonaba tan mal. “Llegar tan lejos ya es una victoria, incluso aunque no esté en el poder, ha hecho lo que ha podido”, aseveraba. Desde el estrado, Le Pen prometió que no tirará la toalla, pese a que acumula una tercera derrota presidencial. Cornet asentía, aunque tampoco le preocupaba, decía, que en un futuro no haya un Le Pen al frente del que ha sido su partido casi la mitad de su vida. ¿Votaría si estuviera alguien distinto, por ejemplo el joven presidente del RN, Jordan Bardella? “¿Por qué no? Son sobre todo las ideas lo que defiendo. Y el fondo sigue siendo el mismo”.
TITULO: Cartas en el Cajon - Bruselas ve en la victoria de Macron un respaldo a la integración europea,.
Bruselas ve en la victoria de Macron un respaldo a la integración europea,.
“Necesitamos una Europa sólida y una Francia totalmente comprometida con una Unión Europea más soberana y más estratégica”, afirma el presidente del club comunitario, Charles Michel,.
foto / La reelección de Emmanuel Macron como presidente de la república francesa da un balón de oxígeno a los partidarios de nuevos avances en la integración europea y facilitará que la UE mantenga su unidad frente a la guerra del presidente ruso, Vladímir Putin, contra Ucrania. Bruselas, no obstante, esperará hasta las legislativas francesas de junio para calibrar el impulso político que puede esperar de París. La fragmentación del electorado en la primera vuelta de las presidenciales francesas, con más del 50% apoyando opciones que cuestionan el modelo de la UE, y el ascenso de la líder euroescéptica Marine Le Pen hasta el mejor resultado de la extrema derecha en segunda vuelta, hace temer que Macron disponga en su segundo mandato de menos margen para llevar a cabo su agenda europeísta.
Bruselas ha seguido las dos rondas de votación (el 10 de abril y el 24 de abril) sin la angustia que vivió en 2017, cuando las elecciones francesas coincidieron con una oleada populista que se impuso en el referéndum del Brexit en Reino Unido y en las presidenciales de EE UU con la victoria de Donald Trump. Macron surgió entonces de la nada con un movimiento y un discurso abiertamente europeísta y logró arrasar con un 66% de los votos frente a una Le Pen que se quedó con menos de la mitad de votos que su rival.
En esta ocasión, ni los mercados europeos (más pendientes de la inflación y de la alza de tipos) ni las instituciones comunitarias han mostrado el más mínimo nerviosismo en las horas previas a los comicios, dado que todos sondeos apuntaban a una clara victoria del presidente saliente.
Aun así, la victoria de Macron ha sido acogida por las fuerzas proeuropeas con entusiasmo y alivio, entre otras cosas, porque Le Pen es vista como una potencial aliada de Putin. La propia candidata había indicado su intención de forjar una nueva alianza con Moscú cuando acabe la guerra en Ucrania. Y con romper todos los lazos de defensa con Alemania para volcarse en una entente militar con Reino Unido, país que abandonó la UE tras la victoria del Brexit.
“Un caluroso bravo por Macron”, ha proclamado el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, de la misma familia liberal que el presidente francés. Michel ha celebrado: “Podemos contar con Francia otros cinco años más”. Y ha subrayado, haciéndose eco del término más frecuente en el discurso europeo de Macron, la soberanía estratégica: “En este periodo tormentoso, necesitamos una Europa sólida y una Francia totalmente comprometida con una Unión Europea más soberana y más estratégica”.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también se apresuró a felicitar a Macron tan pronto como las estimaciones de las televisiones francesas le otorgaron el 58,8% de los votos nada más cerrarse los colegios electorales a las 20.00. “Me alegra poder continuar con nuestra excelente cooperación”, señaló Von der Leyen. “Juntos haremos avanzar a Francia y a Europa”, prosiguió.
Tanto el liberal Michel como la popular Von der Leyen o la presidenta del BCE, Christine Lagarde, llegaron a sus cargos en 2019 gracias, en gran parte, al apoyo y la habilidad negociadora de Macron. El entendimiento del francés con la entonces canciller alemana, Angela Merkel, allanó numerosos acuerdos en Bruselas, desde los citados nombramientos hasta la aprobación en 2020 del fondo de recuperación para la pandemia, un hito en la historia de integración presupuestaria y fiscal de la UE.
Motor de la UE
Macron ha sido durante los cinco años de su primer mandato una de las fuerzas motrices del club comunitario, aunque en cumbres europeas, algunas delegaciones le han acusado de defender intereses franceses camuflados bajo la bandera europea. El francés ha perdido en el Elíseo el lirismo europeísta de sus primeros discursos, cuando abogaba por catapultar hacia adelante la integración comunitaria. Por el camino también se quedaron sus proyectos para completar la unión bancaria, bloqueada por Berlín, o para lanzar un presupuesto propio de la zona euro.
Pero su pragmatismo le ha consolidado como un apoyo esencial para la agenda de la Comisión Europea de Von der Leyen, un aliado útil para Merkel y para su sucesor, el socialista Olaf Scholz, y un representante esencial de Europa en la escena global.
La agenda europea de Macron durante el segundo mandato parece llamada a estar marcada por el desenlace de la invasión rusa en Ucrania. Francia, la mayor potencia militar de la UE y el único socio comunitario con armamento nuclear y derecho de veto en el Consejo de seguridad de la ONU, será clave para establecer un nuevo marco de seguridad en el Viejo Continente, después de que Putin haya hecho añicos el anterior.
Macron también intentará una transformación del marco económico de la UE y, en particular, de la zona euro, para adaptarlo a la realidad que han dejado la pandemia, con una deuda pública disparada en casi todos los socios, y la guerra de Putin, con una crisis energética que obliga a buscar alternativas al petróleo y al gas ruso. La presencia de Macron en el Elíseo también reforzará a los países partidarios de prolongar o ampliar el fondo de recuperación de la pandemia (dotado con 800.000 millones de euros) para hacer frente a los nuevos embates económicos.
El presidente francés intentó en la recta final de su primer mandato impulsar la reforma del Pacto de Estabilidad, para flexibilizar su aplicación y dar más holgura a la inversión pública. Pero la falta de sintonía en esa área con Berlín obligó a aplazar el proyecto y, previsiblemente, no se retomará hasta que Francia complete en junio su ciclo electoral (con las dos vueltas de las legislativas) y se compruebe el respaldo que la opción europeísta de Macron tiene en la Asamblea Nacional.
TITULO : REVISTA TENIS -Nadal es eterno: 14 títulos en París, 22 de Grand Slam,.
Nadal es eterno: 14 títulos en París, 22 de Grand Slam,.
El balear vence a Ruud para recuperar el trono de Roland Garros con su 14º trofeo y suma dos más que Federer y Djokovic en majors.
Una vez más, y van 14, los astros se alinearon en Roland Garros para que ( foto ) Rafa Nadal triunfara en un lugar donde no fue querido al principio y del que ahora es amo y señor. Al balear le rodea una mística en París, un halo mágico que hace que prácticamente casi siempre las cosas le vayan bien. Este domingo se esperaba tormenta en la capital francesa a la hora de la final, pero la lluvia no apareció y el sol, poco a poco, empujó hasta que las nubes se abrieron completamente, dejando libre justo el espacio que ocupa la pista Philippe Chatrier. Allí, Nadal, con el pie izquierdo anestesiado, ganó a Casper Ruud por 6-3, 6-3 y 6-0 en dos horas y 18 minutos para recuperar el trono y levantar su 14ª Copa de los Mosqueteros (nadie ha ganado tanto en un mismo evento), 17 años justos después de morder la primera el 5 de junio de 2005. Así sumó el 22º título de Grand Slam, dos más que sus perseguidores del Big Three, Djokovic y Federer (el suizo estaba en la ciudad). Sin muchos aspavientos, con respeto hacia su oponente y amigo al que abrazó, Rafa dejó caer su raqueta, se tapó la cara con las manos antes de agacharse y erguirse después con los brazos en alto y lágrimas en los ojos. Aunque uno lo haya visto en tantas ocasiones, siempre emociona.
Nadal logra por fin ganar en Melbourne y Roland Garros en un mismo curso, y con su ranking de entrada más bajo, el número cinco (el lunes será el cuatro). Y es el cuarto tenista que vence a cuatro top-10 seguidos (Auger-Aliassime (9º), Djokovic (1º), Zverev (3º) y Ruud (8º)) camino del título de un major tras Mats Wilander en París (1982) y Federer en Melbourne (2017). Con 36 años y dos días, también es el campeón más mayor del torneo, honor en el que sucede a otro español, Andrés Gimeno, que lo fue con 34 años y 10 meses en 1972. "No sé lo que me espera en el futuro, pero voy a seguir luchado para continuar", dijo en la entrega de trofeos.
on su hábil narrativa, Rafa, consumado experto en manejar situaciones delicadas en los torneos más importantes, se colocó en un papel secundario, por debajo de otro candidatos como el propio Djokovic e incluso Carlos Alcaraz. Venía con dudas reales por culpa de su dichoso pie, el que casi le hizo retirarse en Roma cuando jugaba contra Shapovalov. Semanas antes, una lesión en las costillas había frenado su impecable trayectoria con los títulos de Melbourne, el Open de Australia y Acapulco. Cabalgaba con 20 victorias consecutivas hasta que le sobrevino ese problema costal en la final de Indian Wells ante Fritz. Ya había logrado lo imposible antes, en la antípodas con aquella remontada increíble frente a Medvedev. Y en Roland Garros, entre rumores de retirada generados por sus propias palabras, repite éxito, sin tanta épica, pero con idéntico mérito. Lo consumó el último día, aunque, con todos los respetos para Zverev y Ruud, Nadal ya había ganado la noche en la que derribó a Djokovic, justo después de que fuera eliminado Alcaraz, que hubiera sido su siguiente rival.
De menos a más
El mejor jugador sobre tierra batida desde 2020, con 66 triunfos, nueve finales y siete entorchados, se sintió sobrecogido ante la presencia de su ídolo y mentor en la Academia de Manacor, donde progresa desde 2018. Era el peor escenario posible ante el rival más complicado, al que además nunca se había enfrentado, aunque le conozca bien por los entrenamientos compartidos, para estrenarse en una gran final, y eso fue demasiado para él. Sin recurrir a su mejor tenis, Nadal minó la resistencia de Casper en el primer set, remontó tras un mal inicio en el segundo y le pasó por encima en el tercero cuando la luz solar y el calor impulsaron su estilo de juego, con la pelota menos hinchada y más viva para coger las revoluciones y los efectos que maneja con maestría el manacorí.
La final quedó un tanto deslucida, no nos engañemos, lo que no quita importancia ni virtud a la gesta de Rafa, un gigante que convive con el dolor desde el inicio de su carrera, y aun así ha logrado prevalecer como el mejor tenista de todos los tiempos. Seguro que él recordará este título como uno de los más especiales por todo lo sufrido antes y durante. Jugando fenomenal, bien, regular e incluso mal, es capaz de ser el más grande en casi cualquier circunstancia, por esa mentalidad inquebrantable que tantos admiran y que algunos envidian. La que le ha convertido en leyenda, por los siglos de los siglos. El deporte, y sobre todo la gente a la que hace tan feliz, le desean una larga vida.