José Luis García Muñoz, más conocido como foto--José Luis Garci ,nacido en Madrid el 20 de enero de 1944 (69 años), es un productor, crítico, presentador de televisión, autor literario, guionista y director de cine español. En 1982 ganó el primer Óscar para una producción española a la mejor película de habla no inglesa por Volver a empezar. Ha sido nominado para esta misma distinción otras tres veces, más que ningún otro director de cine español, por las películas: Sesión continua (1984), Asignatura aprobada (1987) y El abuelo (1998). Es miembro de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood.
Biografía
Primeros años
Nació en 1944 en Madrid en el seno de una humilde familia de ascendencia asturiana. Su comienzo en el cine fue a los cinco años cuando tuvo que entrar en una sala porque su madre se había dejado el bolso y vio la película Lo que el viento se llevó.1 A partir de entonces asistió a los cines de programa doble que había en su barrio para poder pasar el tiempo de una manera entretenida,2 y poder evadirse a la infancia que vivió durante la Posguerra española. Estas asistencias al cine hicieron que se convirtiera en un cinéfilo con gustos que se decantaban por John Ford y Howard Hawks, y hacia otros medios como al músico Cole Porter y el escritor Rudyard Kipling.3Cuando acabó los estudios de bachillerato y el preuniversitario (en el instituto Cervantes, de Madrid) comenzó a trabajar en una entidad bancaria, lo que le permitió ampliar sus conocimientos de cine, escribir artículos no publicados y asistir a los más importantes festivales cinematográficos.2 En el banco trabajó para la familia Fierro donde entró por recomendación ya que su padre conocía a Ignacio Fierro Viña trabajando como auxiliar administrativo. Estaría trabajando allí durante 10 años.4
Carrera profesional
1963-1976
Garci comenzó con 19 años su labor como crítico de cine,4 entre ellas Signo, Cinestudio, la revista SP y Reseña.2 Sus primeras críticas eran copias de Cahiers du Cinéma, pero más adelante comenzó a tener idea propia y pudo escribir lo que realmente pensaba.4 Al mismo tiempo escribió sus primeros relatos literarios que le hicieron ganar el premio Puerta de Oro y el premio «a la mejor labor literaria» del Círculo de Escritores Cinematográficos.3 4Tras recibir los consejos de Antonio Mercero y José María González Sinde,2 en 1969, a la edad de 25 años, comenzó su carrera como guionista de cine.4 En ese año escribe el de El Cronicón de Antonio Giménez Rico, dos años después realizaría también el de La casa de las chivas de León Klimovsky.2 Pero sería en 1972 cuando escribiría junto a Mercero el guion del mediometraje La cabina, que sería galardonado con un premio Emmy.3 Tras el éxito de dicha obra comenzó a realizar trabajos para el productor José Luis Dibildos realizando los guiones de No es bueno que el hombre esté solo de Pedro Olea y Una gota de sangre para morir amando de Eloy de la Iglesia y Los nuevos españoles y Vida conyugal sana de Roberto Bodegas. Estas dos últimas serían impulsoras del cine de la "Tercera vía" caracterizado por ser un cine comercial de gran interés.2
Su amigo José María González Sinde le propone que sea el director de varios cortometrajes en 1975: su decepcionante ¡Al fútbol! (que fue duramente criticado, recibiendo una valoración de 0 puntos por parte del Ministerio de Cultura de España y en el que mostró el primer entrenamiento de Luis Aragonés como entrenador,5 6 ), Mi Marilyn (2 que le haría llevarse un premio del Círculo de Escritores Cinematográficos al mejor cortometraje,4 ) y, un año después Tiempo de gente acobardada.2
Paralelamente a sus trabajos cinematográficos, escribió y publicó relatos de ciencia ficción en diversas revistas, como Drácula.7 Como ensayista publica una decena de libros entre los que destaca Ray Bradbury, humanista del futuro, Adam Blake y un monográfico sobre el cine de ciencia ficción en la Enciclopedia Buru-Lan,4 por los cuales recibiría premios tales como el Nueva Dimensión o el González-Ruano de Periodismo.2
1977-1993
Tras haber realizado sus cortometrajes consiguió la suficiente soltura para realizar largometrajes centrándose en la temática por el cine de la «Tercera vía». El primero de ellos fue Asignatura pendiente protagonizada por José Sacristán y Fiorella Faltoyano en donde quiso mostrar cómo sería la realidad española del año 1976 tras la muerte de Francisco Franco,4 esta película resultó interesante para el público español que deseaba recuperar un tiempo que no habían vivido y sus experiencias frustradas mientras añoraban la libertad,2 un año después estrenó Solos en la madrugada con los mismos protagonistas,3 en donde narraba la vida de un locutor de radio simpatizante de izquierdas.2 La trilogía finalizó con Las verdes praderas con María Casanova y Alfredo Landa en donde narra la historia de un matrimonio que pasaba sus fines de semana en un chalé a las afueras de Madrid para aislarse del ruido de las ciudad,8 con la pretendió mostrar a la nueva clase acomodada que por la rutina acaba perdiendo los valores aunque parezca que vayan progresando.2En 1980 escribe, produce y actúa en la película Viva la clase media que dirigió José María González Sinde, en donde se narraba la historia de un cúpula comunista que nació en España en los últimos años de la dictadura franquista. Garci interpretó a Antonio, el más radical del grupo.9 En ese mismo año realizó el cortometraje documental Alfonso Sánchez sobre el crítico homónimo a quien calificó como un maestro.10
Tras fundar en 1980 junto a José Esteban Alenda la productora Nickel Odeón comienza la producción de El crack que se estrenaría un año después.2 La película era un homenaje al cine negro y, en particular, a Dashiell Hammett, cuyo nombre colocó al inicio de la película como homenaje.11 Al año siguiente estrenó Volver a empezar, que fue duramente criticada por la crítica española del momento por su dramatismo facilón,3 aunque se convirtió en la primera película española galardonada con el Óscar de Hollywood a la mejor película de habla no inglesa. En 1983 estrena El crack II cuyo homenaje esta vez iría dirigido a Raymond Chandler,11 aunque la crítica la valoró de manera más negativa que a la primera parte.2
Tras el éxito de su oscarizada película comienza a realizar un cine nostálgico con matices cinematográficos que serían Sesión continua en 1984;2 en donde mostraba su mirada al cine clásico y que, a pesar de ser un desastre en taquilla, fue candidata al Óscar a la mejor película de habla no inglesa;3 tres años después estrenaría Asignatura aprobada con la que Garci consigue el Goya de la Academia española al mejor director en la segunda edición de los premios.4 En 1988 comienza la producción de su primera incursión en la televisión como realizador con la serie Historias del otro lado que comenzó a emitirse en 1991 su primera temporada.12 Uno de los episodios, Mnemos que dirigió el propio Garci fue presentado a los premios Emmy y que se emitió en 1988,13 pero no consiguió el galardón. También intentó realizar El crack 3, pero no consiguió financiación al ser un tema complicado al estar relacionado con el terrorismo.14
1994-2012
Comenzó su nueva etapa con una trilogía de melodramas.15 Esta trilogía comenzó 1992 cuando se le ocurre la idea de adaptar la obra de teatro Canción de cuna (obra de teatro) de Gregorio Martínez Sierra con la película homónima que estrenó en 1994 con la que inicia su segunda etapa marcada por las adaptaciones.16 3 La película fue bien recibida tanto por el público como por la crítica,4 y con los años Garci la valoró como la mejor ha hecho.5 Tres años después estrenó una fallida adaptación de la obra de teatro La herida luminosa y, en 1998, estrenó la adaptación de la novela El abuelo de Benito Pérez Galdós. Con esta última tuvo problemas debido a que fue presentada a los premios Oscar como representante española y se le acusó de compra de votos por Pedro Costa porque se habían enviado cartas anónimas donde se decía: «los mensajeros de José Luis Garci le anunciamos nuestra próxima visita, en la que recogeremos una vez más las papeletas y les desearemos personalmente un feliz año nuevo». Posteriormente se demostró la inocencia del director, pero el director se enfadó porque mandaron su rectificación tras los premios Goya y decidió abandonar la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España.3 En vano también intentó adaptar las obras La malquerida, San Juan y Hoy es fiesta, que no pudieron salir adelante por motivos económicos.16En 1995 comenzó la emisión de su programa de cine ¡Qué grande es el cine! de TVE que comenzaba con la sintonía de Moon River de Henry Mancini,17 posteriormente se hacía una presentación de los invitados que había en el programa y, tras la emisión de la película, realizaba una tertulia con otros críticos sobre la película que se había emitido dicho día.18 También tuvo brevemente ¡Qué grande es el cine español! pero, debido a sus bajas audiencias duró poco tiempo.17 También realizó por estos años su trilogía literaria formada por Morir de cine, Beber de cine y Latir de cine.15
También comienza con la revista trimestral Nickel Odeon creada con el equipo de su programa de cine que llevaba haciendo desde que lo vio en Hollywood, pero el déficit económico que sufrió la revista hizo que desapareciese.19 En 2000 inicia su díptico sobre el ficticio pueblo asturiano de Cerralbos del Sella.15 Estas dos películas serían dos dramas intimistas,3 la primera sería You're the One (una historia de entonces) (rodada en blanco y negro) y la segunda, Historia de un beso.3 También intentó realizar una tercera parte titulada Al otro lado del río que no salió adelante.5
Sus últimos trabajos no consiguen la aceptación ni de la crítica. El primero es la película coral Tiovivo c. 1950,3 en donde quiso mostrar sus vivencias en el banco de la familia Fierro,4 . Le siguió la fallida adaptación de dos novelas cómicas de Miguel Mihura (Ninette y un señor de Murcia y Ninette, modas de París) titulada Ninette, sobre una joven y sexy parisina de Galerías Lafayette interpretada por Elsa Pataky18 3 . El siguiente filme fue Luz de domingo, un drama sobre la violación múltiple de una joven interpretada por Paula Echevarría como demostración de poder en donde muestra una crítica al caciquismo,18 que recuerda a un western,3 . La polémica producción Sangre de mayo,3 es una adaptación libre de los Episodios nacionales de Benito Pérez Galdós La corte de Carlos IV y El 19 de marzo y el 2 de mayo, filmada con financiación de la Comunidad de Madrid a petición de su presidente, Esperanza Aguirre, con motivo del segundo centenario del levantamiento del 2 de mayo.18
En 2009 Garci estrenó el programa Cine en blanco y negro de estructura similar a ¡Qué grande es el cine! en Telemadrid,20 aunque como sintonía usó la de la película El tercer hombre de Antón Karas,17 al igual que comenzó el programa Cowboys de medianoche junto a Luis Herrero y a Eduardo Torres-Dulce.5
Tras el desastre de la película no consiguió sacar adelante sus proyectos de El crack 3, Los últimos del Filipinas sobre el sitio de Baler,5 o las adaptaciones en 3D de La Regenta y Tigre Juan.21 Sin embargo sí conseguiría comenzar a rodar el 7 de noviembre de 2011 la película Holmes. Madrid Suite 1890 protagonizada por Gary Piquer y José Luis García Pérez
El 13 de Octubre de 2012 se inicia en Telemadrid la emisión de "Querer de Cine", una "continuación" de "Cine en Blanco y Negro", esta vez con la emisión también de películas en color
Vida privada
José Luis Garci mantuvo durante mucho tiempo una relación sentimental con Ana Rosa Quintana y,3 durante el rodaje de El abuelo, se enamoró de Cayetana Guillén Cuervo con la que comenzó a salir.22 En la actualidad está casado con la actriz argentina Andrea Tenuta, desde el 10 de junio de 2004.23José Luis Garci también fue fumador, consumiendo una media de 15 cigarrillos diarios,14 aunque tenía fama de fumar más debido al gran uso que hacía del cigarro en su programa de cine, ha sido la última persona en fumar en directo en TVE; fue en ¡Qué grande es el cine!, en diciembre de 2005, y se emitió en abierto para todo el país a través del canal La 2.17 A nivel político no es seguidor de ningún partido y se declara independiente y dice que nunca ha servido para tener opiniones de grupo, de partido.24
Estilo
A la hora de escribir los guiones Garci lo hace a mano o, si le falta tiempo, los hace con una máquina de escribir de la marca Olympia.25 Los guiones los ha realizado siempre en colaboración, primero con José María González-Sinde, en sus tres primeras películas,26 y con Horacio Valcárcel, desde El crack hasta Sangre de mayo,25 a excepción de Volver a empezar que lo hizo con Ángel Llorente.27 A la hora de redactar el guion en colaboración, uno de los dos comenzaban a hacer la idea como quisiera realizarla y el otro después hacía los retoques a la historia y lo comentaba con el otro para llegar al resultado final.28A la hora de elegir a los actores no realiza ningún casting y suele rodar como máximo durante seis horas al día destacando su preferencias por el plano y la secuencia.25 El profesor de la Universidad de Cantabria, Javier Ayesta, mostró que los personajes de sus películas son en su mayoría fumadores y que a los exfumadores los muestra como personas desgraciadas y con gran sufrimiento.29 En su filmografía se observa dos etapas, en la primera que va hasta Asignatura aprobada y la segunda desde Canción de cuna las primeras se caracterizan por ser casi documentales ejerciendo como un notario de los cambios sociales y políticos que habían en ese momento,30 mientras que en la segunda se muestra una mirada al pasado para poder comprender el presente actual es necesario irse al pasado y leer con objetividad a los pensadores del pasado.14
Valoración
En 1992 fue galardonado con el Premio Nacional de Cinematografía y en 1997 con la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes.25 También goza de 4 calles con su nombre en España.31 al igual que tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Madrid.32 El público valora su carrera cinematográfica de manera mixta.Garci afirmó que nunca había hecho una buena película,33 ya que cuando se encuentra haciéndola no sabe cuál es el resultado final,34 y, al observarla tiempo después con detenimiento, observa los numerosos fallos que tiene.35 Para el director sus mejores obras son su cortometraje Alfonso Sánchez y el largometraje Volver a empezar.36 También afirma que la única parte de todas ellas que le gusta es la conversación entre el personaje que interpreta Antonio Ferrandis y el que incorpora José Bódalo, pero él afirma que no la puede ver porque se apena al haber fallecido ambos actores, ya que habían sido grandes amigos y compañeros en clases de interpretación.37
El filósofo Agapito Maestre realiza un minucioso estudio a una parte importante de la filmografía de José Luis Garci en el libro Del sentimiento. Notorious Ediciones. ISBN 978-84-15606-12-3
Filmografía
- 1977 — Asignatura pendiente.
- 1978 — Solos en la madrugada.
- 1979 — Las verdes praderas.
- 1981 — El crack.
- 1982 — Volver a empezar.
- 1983 — El crack II.
- 1984 — Sesión continua.
- 1987 — Asignatura aprobada.
- 1988 — Mnemos.
- 1994 — Canción de cuna.
- 1997 — La herida luminosa.
- 1998 — El abuelo.
- 2000 — You're the one (una historia de entonces).
- 2002 — Historia de un beso.
- 2004 — Tiovivo c. 1950.
- 2005 — Ninette.
- 2007 — Luz de domingo.
- 2008 — Sangre de mayo.
- 2012 — Holmes & Watson. Madrid Days.
Bibliografía
- Ray Bradbury. Humanista del futuro. Helios Editorial. Madrid 1971. ISBN 9788473310161
- 1972 — El cine (Buru Lan Ediciones), colectiva.38
- Miller, Frederic P.; Vandome, Agnes F.; McBrewster, John (en inglés). Jose Luis Garci. Betascript Publishing. ISBN 10: 6134101230 / 13: 9786134101233.
- Gutiérrez, Marisa (junio de 2010). Garci. Entrevistas. Notorious Ediciones. pp. 287. ISBN 9788493714895. «Entrevistas realizadas a José Luis Garci entre 1978 y 2010, además de una autoentrevista en forma de epílogo»
- Morir de cine. Nickel Odeón. Madrid 1990. ISBN 8488370083
- Beber de cine. Nickel Odeón. Madrid 1996. ISBN 848837013X
- Latir de cine. Nickel Odeón. Madrid 1998. ISBN 8488370148
- Querer de cine. Nickel Odeón. Madrid 2003. ISBN 8488370202
Juan
Carlos y yo nos conocíamos desde hacía ya muchos años,
pero nos llevábamos a matar.
Mientras estábamos en público tratábamos
de guardar las apariencias, pero a nadie se le escapaban nuestras
diferencias. De hecho, lo único que teníamos en común
era el haber estudiado en la misma Universidad y el estar trabajando
en la misma empresa, una editorial venida a menos que subsiste con
las publicaciones periódicas de una serie de coleccionables
y libros para niños. Sin embargo es un trabajo que me gusta
y me doy por satisfecha por eso, aunque gano más bien poco,
la verdad. Ahora estamos enfrascados en un proyecto… concretamente
soy la redactora jefe de una de las colecciones de fascículos.
Juan Carlos es el fotógrafo de la plantilla
de nuestro departamento.
El caso es que hace unos días coincidimos
en el ascensor del edificio y la máquina se quedó atrancada
y nosotros dentro, encerrados, y lo que allí pasó…
bueno, somos adultos y estas cosas pasan. Aunque sea con tu enemigo
más acérrimo. O precisamente por eso.
Lo cierto es que estoy un poco trastornada desde
entonces, y creo que escribiendo sobre lo que ocurrió dentro
de aquel dichoso ascensor me libraré de esta sensación
de culpabilidad. Si se lo contara a alguien mi imagen pública
de mujer fría y calculadora que tanto trabajo me costó
forjar se estrellaría contra las baldosas del suelo. Esa imagen
- que en mi vida íntima no es tal -, me resulta muy útil
en mi trabajo.
Me va a costar, y tal no pueda acabar estas páginas.
Pero tengo que hacerlo. Quiero hacerlo. Aunque él me dijera
que esto jamás hubo pasado, que nos olvidáramos y a
pesar de que yo estuviera totalmente de acuerdo… en apariencia:
por dentro me llevaban los demonios ante su indiferencia.
¿Que qué ocurrió…?
Cómo decirlo… no me tachen de cursi,
pero si la condición de la felicidad exige vivir lo que antes
se ha soñado, yo nunca fui feliz hasta aquella noche, atrapada
con Juan Carlos en el ascensor del edificio de la editorial. Como
nunca fui más desgraciada al salir del mismo.
Todo ocurrió el lunes pasado. Ese día
yo estaba desbordada de trabajo, así que me pasé todo
el santo día en el editorial, invirtiendo el tiempo en recibir
a redactores, traductores, correctores e incluso a ilustradores, pero
como hubo un aspirante que faltó a nuestra cita a eso de las
8, 30 de la tarde, pues aproveché el hueco de aquella entrevista
fallida para salir a la calle a tomarme un café y tomar un
poco el aire.
No llegué.
Donde sí llegué de puro milagro fue
al ascensor, que se estaba cerrando cuando me colé dentro.
Para mí mala suerte, Juan Carlos y su amigo inseparable, Torcuato,
al que las chicas del Servicio de Maquetación llaman "Pato
Cuato" por ignotas razones de la costumbre, porque ya le llamaban
así cuando yo llegué y creo que nadie a estas alturas
lo sabe a ciencia cierta (tal vez él mismo sí lo sepa,
pero tampoco es plan de saciar la curiosidad por tal etimología
con el propio afectado).
Estaban hablando animadamente hasta que entré
yo al habitáculo, y desde luego, pocas cosas me sientan peor
que eso. Pero me puse digna, le solté un "Hola" seco
e impersonal y me encaré a la puerta del ascensor. No se oyó
ni a una mosca hasta que llegamos a dos plantas más abajo,
donde Cuando se despidió con varias palmaditas en la espalda
y – creí intuir – cierta mirada de ánimo
para con Juan Carlos, que yo preferí ignorar.
Nos quedamos solos.
Solos en un habitáculo que no llegaba ni a
2 m2. Juan Carlos y yo SOLOS… ¡¡La Hecatombe!!
Presioné el botón de Planta Baja y
el aparato comentó a moverse, pero a una velocidad sospechosamente
pastosa… hasta que comenzó a renquear y se paró
finalmente.
- ¡¡¡Muy bien, Doña Perfecta!!!¡Premio!
¿Y ahora qué has hecho?
Me planté frente a él.
- Primero: a mi no me hables en ese tono. Segundo:
Lo de premio, estando contigo…como que no. Y tercero: si el
ascensor se ha estropeado probablemente habrá sido por que
vas tú en él... ¿Entendido?
-¡¡Sí, mi general!!... Joder,
tía, de verdad que tienes un sentido del humor que es para
que te aguanten.
-… ´ta la mierda.
-Simpática.
-Simpática.
Fue algo así. Prometo que no suelo hablar
de ese modo, pero es que ese hombre es…
Estuvimos trasteando los botones, pero aquel cacharro,
que no llegaba ni a lata de sardinas, ni subía ni bajaba. Así
que optamos por pegar cuatro gritos, para ver si alguien desde fuera
nos oía, pero que si quieres arroz… Nadie pareció
escucharnos. En ese momento no lo sabíamos, pero nos habíamos
quedado entre plantas y por eso la acústica era más
bien pobre, tirando a semi-nula. Tiene delito la cosa, vaya. Un ascensor
del año de ven acá que te peino en un edificio que pretendía
ser del siglo XXI. En fin. Creo que nos tiramos una media hora aporreando
el frío metal de la puerta y gritando como locos. Entonces
Juan Carlos paró de repente y me dijo que mejor nos tranquilizáramos
un poco porque, de seguir así, agotaríamos todo el oxigeno.
Me aparté de la puerta con gesto cansino y
apoyé la espalda en el panel contrario a la puerta. Admití
que tenía razón.
- Bueno, y como eres tan listo… ¿se
te ocurre algo para salir de aquí?
-¿Con vida?
-¿Pero qué dices…?
- Perdona, pero es que estoy cansado y justamente estar atrapado en este bunker, contigo, no es el sueño de mi vida, chica.
- Mira, Juan, no empecemos. Tenemos que pensar algo.
-¿Llevas el móvil?
- Sí, pero la cobertura…
- Joder, es verdad… Yo que sé. Tú eres la Doña Perfecta. Piensa un poco que no es tan difícil.
-¿Con vida?
-¿Pero qué dices…?
- Perdona, pero es que estoy cansado y justamente estar atrapado en este bunker, contigo, no es el sueño de mi vida, chica.
- Mira, Juan, no empecemos. Tenemos que pensar algo.
-¿Llevas el móvil?
- Sí, pero la cobertura…
- Joder, es verdad… Yo que sé. Tú eres la Doña Perfecta. Piensa un poco que no es tan difícil.
No me lancé hacia él porque Dios no
quiso… parecíamos dos preescolares. Recordé eso
que suelen decir los niños… "Los que se pelean se
desean"… ¿Era así? ¿Y por qué
demonios…?
"Solo los borrachos y los niños dicen la verdad".
"Solo los borrachos y los niños dicen la verdad".
Me estremecí.
Inconscientemente le miré la entrepierna.
Tenía un bulto bastante considerable y...
-¿Qué miras?
-¿Y a ti que te importa?
-Bueno, si se trata de una parte de mi anatomía, me importa.
-¿Y a ti que te importa?
-Bueno, si se trata de una parte de mi anatomía, me importa.
No me molesté en responderle, pero la verdad
es que aquello me humilló. Fui deslizándome poco a poco
hacia abajo, hasta quedar sentada, y me acomodé la falda. Él
ni me miró. Se quedó de pie, apoyado en la pared de
la derecha según se entraba al ascensor, cabizbajo y con las
manos hundidas en los bolsillos. Pasaron algunos minutos.
-No le encuentro la salida, Azu.
Azu. Nadie me llamaba así desde el instituto.
Es el diminutivo de Azucena.
-Juan, déjalo, relájate. Mira, se tienen
que dar cuenta de que este trasto no funciona.
-Ya, pero es tarde. La gente se va pronto en verano.
-Ya, pero es tarde. La gente se va pronto en verano.
Traté de hacerle pensar en otra cosa y fui
desviando el tema hasta los años de la Universidad. No lo hice
por él, lo hice por mí, para no tener que aguantarle
sus aires de superioridad obstaculizados por el encierro. Y hablando,
y hablando… descubrí que no era tan gilipollas como pensaba.
Incluso me estaba pareciendo muy atractivo, demasiado atractivo. Supongo
que me obcequé, o tal vez fue por culpa del aire enrarecido
de la cabina, pero para cuando quise darme cuenta, él ya estaba
sentado a mi lado hablándome de una de sus primeras borracheras,
y yo teniendo la extraña conciencia de estar poniéndole
ojitos tiernos… Era un hombre tan satisfecho de sí mismo.
Parecía estar acostumbrado a tenerlo todo bajo control, y tal
vez por eso nos lleváramos tan mal, porque yo tenía
ese pequeño defecto también, si es que se puede calificar
como tal.
Durante una media hora lo único que hice fue
mirar a Juan Carlos, observarle, estudiarle, leer en el relajamiento
de sus hombros, en la descuidada precisión de su postura, en
tratar de vislumbrar la picardía en sus miradas, hasta que
no dudé de mi capacidad para llegar a donde me proponía.
Porque yo lo había pensado casi una hora antes… porque
allí, en aquel limitado espacio lejos de los ojos comunes,
ser la chica más lista de la clase no me compensaba más
que esperar la ocasión de echar un polvo estupendo con Juan
Carlos.
Lo dicho, yo estaba obcecada. Y aún lo estoy,
y eso es lo peor, porque estoy enamorada… y eso es lo peor que
podría pasar. No sé en qué tramo de la caída
perdí pie.
La verdad es que no sé cómo llegó
a besarme. En ese momento me pilló desprevenida. Estábamos
muy cerca uno del otro, pero fue tan repentino que apenas pude disfrutar
del beso, tanta fue la impresión que me dio. Lo triste del
asunto es que yo aún no sabía que estaba enamorada.
Nos buscábamos con manos torpes, él supongo que por
desconocer mi orografía y yo por la apabullante timidez que
me entró por el cuerpo. Me rompió un botón de
la blusa y recuerdo que yo misma me tuve que desprender la ajustaba
falda de mis tobillos, porque la habilidad de sus manos se extinguió
más allá de mis rodillas. Después todo lo que
ocurrió fue mucho más sencillo y mucho más difícil
de explicar, supongo que porque apenas hablamos, si no era para susurrarnos
lo fantástico de nuestras mutuas anatomías. Yo estaba
en una postura un poco incómoda, con el cuello demasiado inclinado
hacia delante, pero es que aquel sitio no daba para más.
Recuerdo perfectamente el peso de su cuerpo, el flequillo
que le caía sobre su cara que a ratos me impedía ver
sus ojos, la suavidad de su piel erizada, su olor, sus manos sujetándome
la cara por el mentón, sus manos sobre mis pechos, en mis caderas,
en mi sexo. Se subió sobre mí y yo le rodeé la
cintura con mis piernas. Me penetró casi con urgencia, pero
no me desagradó… sentirle dentro de mí, sus movimientos
tan dolorosamente lentos y profundos, con sus ojos clavados en los
míos… recuerdo su risa cuando me corrí y el calor
que me invadió después, mezclado con la tibieza de su
semen regando el interior de mi sexo. Cuando salió de mí,
me eché a llorar y Juan Carlos me abrazó, pensando que
me había hecho daño. Apoyé la cabeza sobre su
pecho, pero no conseguí dormir, necesitaba captar cada segundo
para luego recordarlo, pero… es tan difícil transmitir
al frío papel lo que sentí en esos momentos. Y yo no
soy poeta, yo solo trabajo en una editorial. Mi trabajo es valorar
lo ajeno, no lo propio.
El se durmió enseguida, como un niño,
sin importarle nada más, ajeno a la realidad de más
allá de sus párpados.
Y durante su sueño yo fui la mujer más
triste del mundo.
Cuando poco más tarde nos sacaron de aquella madriguera de metal, lo celebramos yéndonos a cenar a un restaurante. Estuvimos hablando de cotilleos de la editorial, de a quien contrataban, quien iba, quien venía… entonces me lo dijo:
- Azucena, creo que deberíamos olvidar lo
que ha ocurrido hoy. Me lo he pasado genial, y creo que tu también,
pero creo que…
-Déjalo, Juan, está olvidado.
-No, espera, es que… verás, hay una chica… es la editora gráfica de la enciclopedia de novelas de ciencia-ficción…
-Marta Aguirre.
-Si… no quiero que se vaya a pique. ¿Lo entiendes?... Azucena, no sé lo que me pasó ahí dentro, pero no me pude reprimir, me gustas mucho, de verdad.
-Déjalo, Juan, está olvidado.
-No, espera, es que… verás, hay una chica… es la editora gráfica de la enciclopedia de novelas de ciencia-ficción…
-Marta Aguirre.
-Si… no quiero que se vaya a pique. ¿Lo entiendes?... Azucena, no sé lo que me pasó ahí dentro, pero no me pude reprimir, me gustas mucho, de verdad.
Me detuve a respirar y solo entonces me atreví
a volver a mirarle a los ojos.
-Juan Carlos, déjalo. A mí tampoco
me interesa que se sepa. No te preocupes, ¿vale?
La mujer más triste del mundo…
Después, cuando llegamos a los postres, supe
exactamente qué tipo de postre pedir.
-Yo tomaré un helado de vainilla con nueces
y sirope de chocolate caliente por encima, por favor.
-¿La bola del helado, grande o pequeña?
-¡La más grande que haya!
-¿Y con nata por encima?
- Mucha.
-¿La bola del helado, grande o pequeña?
-¡La más grande que haya!
-¿Y con nata por encima?
- Mucha.
Me lo comí entero. Me fumé un cigarrillo
hasta el filtro, y luego otro, y luego rebusqué en el bolso
hasta dar con una caja de caramelos sin azúcar y me metí
uno en la boca, y lo empujé con la lengua contra el paladar
hasta que quedó reducido a menos de la mitad, y entonces mi
cerebro volvió a funcionar y pensé qué hacer
a continuación. Él no paraba da hablar de cosas que
para mí ya no tenían sentido. Le dije que era tarde.
No me acompañó a casa, porque había
quedado con Marta.
La mujer más triste del mundo…
Ahora, mientras escribo estas líneas, comprendo
que Juan Carlos no me conquistó, ni me poseyó, ni me
sedujo, porque los ejércitos no conquistan las ciudades que
les esperan con los puentes levadizos bajados sobre los fosos y con
las puertas abiertas.
Porque nadie toma posesión de lo que ya le pertenece…
Porque nadie toma posesión de lo que ya le pertenece…