El pueblo disfrutó este fin de semana de su certamen del cerdo, foto,.
En Barcarrota, la gente es práctica y cuando el maestro de cata pregunta a qué huele el vino, el público responde sin complicarse la vida: «Pues a vino, a qué va a oler si no». El especialista sonríe y explica que huele a torrefacto, y a madera, y a tostado, y a frutas del bosque, pero los barcarroteños vuelven a repetir las operaciones pertinentes de la fase olfativa: aspiración, agitación, otra aspiración y repiten que aquello huele a vino, buen vino, pero vino al fin y al cabo.Estamos en una fiesta gastronómica popular y divertida. En Barcarrota. Y es sábado, hace sol y por allí están Alfonso, el alcalde, y los vecinos: un sinfín de barcarroteños, que llenan las mesas dispuestas bajo una carpa para asistir a una jornada del X Certamen del Cerdo Ibérico.
Pasan unas chicas con platos llenos de perrunillas, recién salidas del horno y con la gracia de que las han preparado los niños de Barcarrota. Y comemos perrunillas. Amables señoras llegan a las mesas con platos llenos de queso, salchichón, chorizo y pan. Los platos se reponen en cuanto se acaban. Y comemos chacina, queso y pan.
Mientras, en el escenario, un speaker chauvinista y dicharachero explica los secretos del jamón y elimina de un plumazo tres denominaciones de origen de jamón ibérico y parte de la D.O. Dehesa de Extremadura. Asegura que el único jamón de bellota de verdad es el que se elabora en Barcarrota y en un radio de 100 kilómetros alrededor. No solo convierte el pueblo en capital del pernil ibérico auténtico, sino que se carga la D.O. Jamón de Guijuelo, la de Los Pedroches, parte de la de Jamón de Huelva y media provincia de Cáceres, Montánchez incluido.
Pero lo cierto es que el hombre es un chauvinista con gracia y además, ¡qué caramba!, nadie ha venido a esta carpa a discutir sobre denominaciones de origen. De lo que se trata es de entretenerse mientras le damos al diente y saboreamos buenos vinos de la tierra como el Tribel de Mirabel y el Rivera Ardila 2012, que Jesús Sanguino, el maestro de cata, degusta y explica desde el estrado en un espectáculo total: él habla, detalla, aclara y ensalza mientras varios camareros escancian vino gratis en centenares de copas.
Ya conocíamos las gracias del Tribel, creación extremeña del gran danés Anders Vinding, pero nos sorprende muy gratamente el bouquet del Rivera Ardila 2012, que elaboran en la cooperativa San Isidro de Valencia del Ventoso. Jesús Sanguino, de Vino y Arte, informa que en la cooperativa están aconsejados por Paco Mari Moreno y entonces empezamos a entender la calidad de este tinto roble. ¡Qué alegría se lleva uno cada vez que encuentra una cooperativa extremeña capaz de arriesgar para hacer bien las cosas!
El speaker sigue con su alegato patriótico y anuncia que de este pueblo sale cada año el mejor cortador de jamón del mundo. «El que gana el certamen de cortadores de Barcarrota, gana luego el del mundo. Llevamos tres años así», informa. Y en ese punto no exagera.
A su lado, Ramón Jaime, un cortador de categoría, convierte un magnífico jamón ibérico en lonchas perfectas, casi transparentes. Se muestra al público un escudo de Barcarrota hecho con jamón y uno se da cuenta de que este pueblo es mucho pueblo.
En el escenario, entre el catador y el cortador, una chica cocina y explica sus recetas. Se llama Raquel Contador y sí, lo han adivinado, es prima hermana del mejor ciclista del mundo, que también es de Barcarrota, al menos Paco y Paqui, sus padres. Raquel tiene un blog de gastronomía, 'Sinestesia Gastronómica'. Prepara ante sus paisanos unos chips de manzana con crema de ibérico y unos tacos de cabezada de lomo con pimentesa (mayonesa y pimentón de la Vera).
Se acaba la fiesta y lo hace a lo grande con el anuncio del speaker: «Ahora nos vamos a comer un jamón de un cochino de Barcarrota, criado en Barcarrota, curado en Barcarrota, cortado por Ramón de Barcarrota y nos lo comemos en Barcarrota». ¡Toma ya!,.
TÍTULO : UN PAIS PARA COMERSELO, El Café-Bar Las Teresas, Sevilla,.
El Café-Bar Las Teresas, Sevilla,. foto
No es un bar turístico sino que conserva un sabor sevillano muy castizo y se nota el su magnífica barra y en la decoración con azulejos de las paredes.
En el siglo XIX fue una tienda de alimentación que con el tiempo evolucionó a bodega y más tarde se convirtió allá por el año 1971 en el Café-Bar que hoy conocemos.
La gastronomía que se ofrece es de calidad y destaca el jamón ibérico de Jabugo (Huelva), así como sus variadas tapas y raciones donde las espinacas con garbanzos tiene fama en la ciudad. También su bodega es apreciada por sus buenos caldos tanto tintos como blancos.
Tiene mesas en el exterior acondicionadas con un sistema para crear un ambiente fresco en los meses estivales.
Os recomiendo que lo visitéis, comáis lo que comáis y bebáis lo que bebáis no os defraudará y os atenderán con gran amabilidad.
Recomendado al 100% y con garantía de que saldréis satisfechos. Ya me contaréis..