-fotos-Patrícia Soley-Beltran: "Quise ser Barbie y princesa, pero acabé sintiéndome vieja a los 25"
Nací en Barcelona y fui modelo hasta
los 25 años. Luego me doctoré en Sociología. He publicado '¡Divinas!
Modelos, poder y mentiras', donde arremeto contra el mundo de las top.
Nací en Barcelona y fui modelo hasta los 25 años. Luego me
doctoré en Sociología. He publicado '¡Divinas! Modelos, poder y
mentiras', donde arremeto contra el mundo de las top.
XLSemanal. Tras leer su libro, ya no miraré a una modelo con envidia...
Patrícia Soley-Beltran. ¡He cumplido entonces mi objetivo! Quería cambiar el modo de verlas y, de rebote, el modo de verse una misma.
XL. Al principio eran elegantes, frías, altivas y autómatas; luego, más atrevidas, hasta posaron para Playboy.
P.S.-B. Yves Saint-Laurent lo dijo en los setenta: «Las mujeres ya no quieren ser elegantes, sino seducir». Ha cambiado el modelo de mujer madura, dueña de sí misma, por una joven de un erotismo casi ingenuo, de juventud eterna y también de consumo eterno.
XL. El modista Poiret dijo: «Son tontas como ocas, pero bellas como pavos reales». Y recomendó a un periodista: «No hable con ellas, no existen».
P.S.-B. Hay un desprecio terrible porque no las consideran personas. Y son mudas; habla su imagen, no ellas.XL. Mujer, ¡no!P.S.-B. Es así... y, si hablan, dicen poco.
XL. Cuenta que las primeras modelos querían, a través del matrimonio, convertirse en princesas.
P.S.-B. Era la narrativa clásica de Cenicienta: la mujer que, con belleza y virtud, consigue la ascensión social. Pero muy pocas lo lograban.
XL. Después dejaron de buscar maridos por dinero e independencia...
P.S.-B. Se han adecuado a los tiempos. Es la ascensión a través del alquiler de la imagen y del trabajo corporal, sí.
XL. Usted no quería ser modelo, actriz o azafata. Al final fue las tres cosas...
P.S.-B. Me vi atrapada y tuve que elegir entre intelectualidad, asociada a la masculinidad, y belleza, asociada a la feminidad. Quise ser Barbie y princesa; y me sentí vieja a los 25.
XL. ¿Quiso ser princesa? ¡Pero si triunfó con un esmoquin blanco y una imagen andrógina cien por cien!
P.S.-B. Por eso digo que fue uno de mis fracasos más interesantes.
XL. Atrapadas en su imagen, también han sido utilizadas como símbolos nacionales...
P.S.-B. Tener top models con caché internacional habla de la potencia económica de un Estado. Es como una versión más consumista de las misses.
XL. ¿Nos sentimos más seguras pesando 55 kilos y midiendo 1,70?
P.S.-B. ¡O no! En el mundo académico, cierto aspecto físico resta credibilidad intelectual. A mí me dicen: «No des tu tarjeta, que pone que eres doctora, y así no ligas». Está en nuestras manos exigir otro tipo de trato.
Desayuno,.
Trifásico: «Me levanto a las 5:30 y tomo agua y algo de fruta. Espero un rato y sigo con tostadas de arroz con aguacate y gomasio. El remate es un café con leche de soja».
Cena -- Un huevo frito con patatas fritas, beber agua, pan, lechuga - tomate, salchichas, queso, postre una manzana,.
TÍTULO: TRAZOS - EMPACHO,.
foto
Mira que me gusta comer. Mira que me encanta la cocina y ensayar platos nuevos, pero hasta el jopo estoy de la gastromanía. Los dedos se me hacen huéspedes al contar todos los programas de televisión, radio e Internet que hay sobre el tema. Que si Pesadilla en la cocina, que si Cocineros al volante o Un país para comérselo, que si Robin Food, que si Al punto y, por supuesto, MasterChef, Top Chef, Todos contra el chef, y no sigo porque se me quita para siempre el apetito.
Como un tema guste, lo ordeñan hasta la náusea con pequeñas variantes y acaba uno viendo siempre el mismo programa. Igual que en esos concursos a lo Gran Hermano en los que se eliminan candidatos hasta que queda un ganador. Previamente, los aspirantes han de superar no sé cuántas pruebas y pasar por las horcas caudinas de los chefs-presentadores, cuyo cometido es ser lo más bordes y humillantes posible para que los concursantes acaben discutiendo entre sí (tres puntos de share asegurados) haciendo el memo y/o abrazándose en la desdicha y, por supuesto, llorando a moco tendido sobre los fogones (cuatro puntos de share). O más puntos aún si se reúnen todos estos contingentes y acaba uno convertido en trending topic como el inventor de «león come-gamba», plato que ya se ha incorporado al recetario patrio.
Tan elevada es la fiebre gastronómica que ahora, cuando un hijo dice en casa que quiere ser cocinero, a sus padres se les plantan dos lagrimones de orgullo, igualito que cuando antaño proclamaba su intención de hacerse físico nuclear. Y me parece muy bien, el mercado manda, como también me parece de perlas que los chefs se hayan convertido en estrellas y sean referentes sociales. Aplaudo que hagan anuncios, den conferencias, clases magistrales y sean personajes de culto. Son artistas (bueno, unos más que otros) y se lo merecen.
En realidad, lo único que les reprocho son dos cosas. La primera, sus platos. No me refiero a las recetas, muchas de ellas extraordinarias, sino al continente, al plato en sí. Me encantaría que uno de estos dioses de la cocina me explicara por qué es mejor para el paladar servir sus creaciones en un trozo de pizarra, por ejemplo. Una lasca muy estrecha y plana, sin borde ni elevación alguna sobre el mantel, de modo que casi siempre se desparrama algo. O, si no, en un plato hondísimo, incluso cuando lo que se come deba despacharse con cuchillo y tenedor. Cuchillo y tenedor imposibles de soltar en ningún momento para hacer una pausa en la comida, porque a ver cómo hacerlo sin que se zambullan en la salsa y toda la operación acabe en enchastre. Sí, ahora todo se come en lascas como los Picapiedra o en plato hondo, salvo el helado, que, por un insondable misterio gastronómico, se come en plato llano. Y allá que se las ve uno tratando de atacar una bola de sorbete que se escurre como una anguila. Como el plato en cuestión es rectangular y también plano planísimo, casi siempre acaba el mantel hecho un Cristo. Una pasta deben de gastar los dueños del restaurante en Vanish Oxi Action, pero es un justo castigo a su perversidad.
Y ahora voy con mi segunda cuita, que tiene que ver con el lenguaje. Yo puedo perdonar a los devotos de la gastronomía que monopolicen la tele, que tengan más predicamento que intelectuales y científicos, e incluso que me llenen de manchas, pero no les perdono la 'cursilización' que hacen del lenguaje. ¿Se han fijado? En gastronomía todo acaba en 'ito' o, peor aún, en 'ititito'. Un pescado es un 'pescadito', unas verduras, 'verduritas'. Y un 'vinito' y una 'mayonesita' y unas 'cigalitas', un 'jamoncito', un 'cochinillito', mientras que lo refrito es refritito o hasta 'refrititito'. Ay, los diminutivos. Eso sí que me produce un empacho -o 'empachitito'- insuperable.
TÍTULO: DOMINGO - LUNES - CINE - LA MUJER DEL PREDICADOR,.
XLSemanal. Tras leer su libro, ya no miraré a una modelo con envidia...
Patrícia Soley-Beltran. ¡He cumplido entonces mi objetivo! Quería cambiar el modo de verlas y, de rebote, el modo de verse una misma.
XL. Al principio eran elegantes, frías, altivas y autómatas; luego, más atrevidas, hasta posaron para Playboy.
P.S.-B. Yves Saint-Laurent lo dijo en los setenta: «Las mujeres ya no quieren ser elegantes, sino seducir». Ha cambiado el modelo de mujer madura, dueña de sí misma, por una joven de un erotismo casi ingenuo, de juventud eterna y también de consumo eterno.
XL. El modista Poiret dijo: «Son tontas como ocas, pero bellas como pavos reales». Y recomendó a un periodista: «No hable con ellas, no existen».
P.S.-B. Hay un desprecio terrible porque no las consideran personas. Y son mudas; habla su imagen, no ellas.XL. Mujer, ¡no!P.S.-B. Es así... y, si hablan, dicen poco.
XL. Cuenta que las primeras modelos querían, a través del matrimonio, convertirse en princesas.
P.S.-B. Era la narrativa clásica de Cenicienta: la mujer que, con belleza y virtud, consigue la ascensión social. Pero muy pocas lo lograban.
XL. Después dejaron de buscar maridos por dinero e independencia...
P.S.-B. Se han adecuado a los tiempos. Es la ascensión a través del alquiler de la imagen y del trabajo corporal, sí.
XL. Usted no quería ser modelo, actriz o azafata. Al final fue las tres cosas...
P.S.-B. Me vi atrapada y tuve que elegir entre intelectualidad, asociada a la masculinidad, y belleza, asociada a la feminidad. Quise ser Barbie y princesa; y me sentí vieja a los 25.
XL. ¿Quiso ser princesa? ¡Pero si triunfó con un esmoquin blanco y una imagen andrógina cien por cien!
P.S.-B. Por eso digo que fue uno de mis fracasos más interesantes.
XL. Atrapadas en su imagen, también han sido utilizadas como símbolos nacionales...
P.S.-B. Tener top models con caché internacional habla de la potencia económica de un Estado. Es como una versión más consumista de las misses.
XL. ¿Nos sentimos más seguras pesando 55 kilos y midiendo 1,70?
P.S.-B. ¡O no! En el mundo académico, cierto aspecto físico resta credibilidad intelectual. A mí me dicen: «No des tu tarjeta, que pone que eres doctora, y así no ligas». Está en nuestras manos exigir otro tipo de trato.
Desayuno,.
Trifásico: «Me levanto a las 5:30 y tomo agua y algo de fruta. Espero un rato y sigo con tostadas de arroz con aguacate y gomasio. El remate es un café con leche de soja».
Cena -- Un huevo frito con patatas fritas, beber agua, pan, lechuga - tomate, salchichas, queso, postre una manzana,.
TÍTULO: TRAZOS - EMPACHO,.
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Mira que me gusta comer. Mira que me encanta la cocina y ensayar platos nuevos, pero hasta el jopo estoy de la gastromanía. Los dedos se me hacen huéspedes al contar todos los programas de televisión, radio e Internet que hay sobre el tema. Que si Pesadilla en la cocina, que si Cocineros al volante o Un país para comérselo, que si Robin Food, que si Al punto y, por supuesto, MasterChef, Top Chef, Todos contra el chef, y no sigo porque se me quita para siempre el apetito.
Como un tema guste, lo ordeñan hasta la náusea con pequeñas variantes y acaba uno viendo siempre el mismo programa. Igual que en esos concursos a lo Gran Hermano en los que se eliminan candidatos hasta que queda un ganador. Previamente, los aspirantes han de superar no sé cuántas pruebas y pasar por las horcas caudinas de los chefs-presentadores, cuyo cometido es ser lo más bordes y humillantes posible para que los concursantes acaben discutiendo entre sí (tres puntos de share asegurados) haciendo el memo y/o abrazándose en la desdicha y, por supuesto, llorando a moco tendido sobre los fogones (cuatro puntos de share). O más puntos aún si se reúnen todos estos contingentes y acaba uno convertido en trending topic como el inventor de «león come-gamba», plato que ya se ha incorporado al recetario patrio.
Tan elevada es la fiebre gastronómica que ahora, cuando un hijo dice en casa que quiere ser cocinero, a sus padres se les plantan dos lagrimones de orgullo, igualito que cuando antaño proclamaba su intención de hacerse físico nuclear. Y me parece muy bien, el mercado manda, como también me parece de perlas que los chefs se hayan convertido en estrellas y sean referentes sociales. Aplaudo que hagan anuncios, den conferencias, clases magistrales y sean personajes de culto. Son artistas (bueno, unos más que otros) y se lo merecen.
En realidad, lo único que les reprocho son dos cosas. La primera, sus platos. No me refiero a las recetas, muchas de ellas extraordinarias, sino al continente, al plato en sí. Me encantaría que uno de estos dioses de la cocina me explicara por qué es mejor para el paladar servir sus creaciones en un trozo de pizarra, por ejemplo. Una lasca muy estrecha y plana, sin borde ni elevación alguna sobre el mantel, de modo que casi siempre se desparrama algo. O, si no, en un plato hondísimo, incluso cuando lo que se come deba despacharse con cuchillo y tenedor. Cuchillo y tenedor imposibles de soltar en ningún momento para hacer una pausa en la comida, porque a ver cómo hacerlo sin que se zambullan en la salsa y toda la operación acabe en enchastre. Sí, ahora todo se come en lascas como los Picapiedra o en plato hondo, salvo el helado, que, por un insondable misterio gastronómico, se come en plato llano. Y allá que se las ve uno tratando de atacar una bola de sorbete que se escurre como una anguila. Como el plato en cuestión es rectangular y también plano planísimo, casi siempre acaba el mantel hecho un Cristo. Una pasta deben de gastar los dueños del restaurante en Vanish Oxi Action, pero es un justo castigo a su perversidad.
Y ahora voy con mi segunda cuita, que tiene que ver con el lenguaje. Yo puedo perdonar a los devotos de la gastronomía que monopolicen la tele, que tengan más predicamento que intelectuales y científicos, e incluso que me llenen de manchas, pero no les perdono la 'cursilización' que hacen del lenguaje. ¿Se han fijado? En gastronomía todo acaba en 'ito' o, peor aún, en 'ititito'. Un pescado es un 'pescadito', unas verduras, 'verduritas'. Y un 'vinito' y una 'mayonesita' y unas 'cigalitas', un 'jamoncito', un 'cochinillito', mientras que lo refrito es refritito o hasta 'refrititito'. Ay, los diminutivos. Eso sí que me produce un empacho -o 'empachitito'- insuperable.
TÍTULO: DOMINGO - LUNES - CINE - LA MUJER DEL PREDICADOR,.
- Reparto
- Denzel Washington, Whitney Houston, Courtney B. Vance, Gregory Hines, Lionel Richie, Jenifer Lewis, Loretta Devine, Justin Pierre Edmund, Paul Bates, Taral Hicks, Shari Headley,.
- El bondadoso reverendo Henry Biggs se da cuenta de que su matrimonio con Julia está en peligro debido a que dedica demasiado tiempo a resolver los asuntos de sus feligreses. Por si esto fuera poco, su iglesia se ve amenazada por un promotor inmobiliario. Desesperado, ruega a Dios que le ayude, y la respuesta es un ángel llamado Dudley, que traerá, al principio, más complicaciones que soluciones.
- TÍTULO: COCINA DEL DOMINGO - Plato principal:Raya a la mantequilla negra,.
Plato principal:Raya a la mantequilla negra / fotos
Tiempo de preparación: 25 minutos Ingredientes para: 4 personas
Elaboración: se salpimientan los pedazos de raya.En una sartén antiadherente hermosa se funden 50 g de mantequilla.Se coloca el pescado y se soasa por las dos caras durante unos minutos, regándolo con la grasa continuamente.Mientras, se pica el perejil sobre la tabla y se desliza la raya a una bandeja.Presentación y acabado: se añade el resto de la mantequilla a la sartén para darle el punto 'avellana', que es ese en el cual la mantequilla adquiere color, pero sin que llegue a quemarse. Se agrega el zumo de limón y se pasa la mezcla por un fino con papel, con el fin de eliminar impurezas. Se incorporan entonces las alcaparras y el perejil y se rocía la salsa sobre el pescado.
Paso a paso
1. Se funde la mantequilla en una sartén antiadherente, se coloca la raya y se soasa por las dos caras unos minutos.
2. Se riega el pescado con la grasa, mientras está en la sartén, y una vez soasado se desliza en una bandeja.
3. Se añade el resto de la mantequilla en la sartén hasta que llegue a ese punto en que adquiere color sin quemarse.
4. Se rocía sobre el pescado la salsa, a la que hemos añadido el zumo de limón, las alcaparras y el perejil.
Mis trucos
Es importante que las alcaparras sean de un color verde oscuro y, cuanto más pequeñas, más sabrosas y tiernas son. Además, apenas contienen grasas, por lo que no aportan calorías y son un buen aliado en los regímenes.
El vino
Alejairén 2012. Con el uso exclusivo de airén cepa blanca por antonomasia de La Mancha hoy un tanto relegada, Alejandro Fernández, que tras sus éxitos con Pesquera ha logrado excelentes resultados con su bodega manchega El Vínculo, elabora este vino muy especial criado 24 meses en barricas de roble americano. De color limpio y brillante, despliega aromas florales con notas de vainilla y resulta denso y untuoso en boca, a la vez que muestra notas de cereza y bayas oscuras. Sírvase a unos 12 ºC, para acompañar platos de la cocina mediterránea, arroces, aves, pastas... Larga vida por delante si se conserva adecuadamente. 12 euros. J.L.Recio
Reinos de humo por Carlos Maribona
Comer con los ojos
Gastronomía' y 'salud' son términos que no siempre van de la mano, pese a que tener una alimentación sana, comer de manera equilibrada y agradable, no está reñido en absoluto con el placer. A este respecto, el doctor Valentín Fuster, en su libro La cocina de la salud, que escribió junto con Ferran Adrià, asegura que no hay mejor garantía de mantener una alimentación saludable que disfrutar con ella. No estoy del todo seguro de que sea así, porque muchas veces el disfrute en la mesa suele llevar a abusos poco recomendables. Lo que sí es cierto es que, a pesar del empeño de muchos especialistas, nunca habíamos tenido a nuestro alcance tanta información sobre los alimentos y nunca antes habíamos comido tan mal. Dicen los expertos que a la hora de decidir lo que comemos y cuánto comemos, las emociones influyen más que las razones. La cantidad de comida que ingiere una persona no s0lo depende del hambre que tiene, de lo ansiosa que está o de cuánto le gusta la comida. Hay factores a los que no se suele prestar atención como el tamaño de los platos. Está comprobado que, cuando se pone la misma cantidad de comida en dos platos de dimensiones distintas, los comensales creen que hay más comida en el más pequeño. Por eso, la gente acaba sirviéndose más comida en un plato grande que en uno mediano o pequeño. Una simple percepción visual.