TITULO: La Sexta columna - viernes -27- julio -Plasencia rehabilita al fiscal que acusó a Primo de Rivera ,.
La Sexta columna - viernes -27- julio ,.
La Sexta columna (estilizado
laSexta columna) es un
programa de televisión presentado por
Antonio García Ferreras, dirigido por Álvaro Rivas y locutado anteriormente en voz en off por el periodista
Javier Gómez, emitido en
La Sexta desde el
27 de enero de
2012,
que se centra en el análisis de la actualidad (normalmente política).
Aunque sus emisiones comenzaron siendo ocasionales, más tarde pasó a
emitirse semanalmente, concretamente los
viernes a las 21:30 horas., etc.
Plasencia rehabilita al fiscal que acusó a Primo de Rivera,.
( foto - Plasencia, 1879) fue uno de los cientos de miles de
refugiados españoles que cruzaron la frontera de Francia en condiciones
inhumanas en los primeros meses de 1939 huyendo del avance de las
tropas franquistas. Murió el 19 de febrero de ese año, al poco tiempo de
instalarse en el campo de internamiento de Argelès-sur-Mer. No se sabe
si llegó a enterarse de que, tan solo nueve días antes, la comisión
gestora que gobernaba el Ayuntamiento de su ciudad natal había emitido
un decreto en el que le repudiaba y le despojaba de la ciudadanía
placentina. El motivo: Gil Tirado fue el fiscal en el proceso que llevó a
la ejecución de José Antonio Primo de Rivera en Alicante el 20 de
noviembre de 1936. El Consistorio placentino, a petición de la
Asociación Cultural Pedro de Trejo, va a proceder ahora, casi 80 años
después, a revocar ese edicto de repudio y rehabilitar la memoria de un
jurista que ostentó algunos de los cargos más importantes del sistema
judicial durante la República.
Vidal Gil Tirado es el único placentino del que se tiene constancia
que haya sido desnaturalizado, un castigo de carácter simbólico que ni
siquiera aparece, ni aparecía en 1939, en las ordenanzas, pero que fue
adoptado por los regidores municipales de entonces con el objeto de
cubrir de oprobio la figura del fiscal, que a sus ojos fue uno de los
responsables directos de la muerte de José Antonio Primo de Rivera,
fundador de Falange Española. Queda patente ese deseo de vilipendiar al
hombre en la redacción del edicto de repudio, recogido por el profesor e
investigador Fernando Flores del Manzano en el libro que ha publicado
recientemente sobre la represión franquista en el norte de Extremadura.
El edicto, que se ordenó fijar «en todas las carteleras de la
población», decía así: «La Comisión Gestora de este Excelentísimo
Ayuntamiento, en sesión celebrada el día tres del pasado mes de enero,
con vista de documento que confirma plenamente de una manera oficial la
participación del nacido en esta localidad Vidal Gil Tirado en el
asesinato del fundador de Falange José Antonio Primo de Rivera, acordó
por unanimidad en nombre de la Ciudad de Plasencia, hacer una solemne
repudiación de la conducta de indignidad y traición del citado Vidal Gil
Tirado, y borrar su nombre de entre los de sus hijos para siempre, en
la forma pública que sea procedente». El repudio público de Gil Tirado
se llevó a cabo a petición expresa del entonces jefe local de Falange,
Fernando de la Cámara Cailhau, mediante un escrito dirigido a la
comisión gestora del Ayuntamiento con fecha de 9 de octubre de 1938, en
el que, al tiempo que exaltaba la figura de Primo de Rivera como
«persona augusta, profeta y alma de nuestro glorioso movimiento», se
refería al fiscal placentino con expresiones como «vil sujeto»,
«siniestra y odiosa figura», «hez de la incultura y la inmoralidad» o
«baldón, oprobio y vergüenza de la Historia de España».
Le acusaba de «indignidad y traición», y aseguraba que desempeñó su
papel de fiscal en Alicante «con un ensañamiento y una delectación que
levantará clamores de indignación hasta el último rincón de la España de
Franco».
Informe militar
La comisión gestora ordenó comprobar la certeza de los hechos
manifestados por el jefe de Falange, para lo cual solicitó al Gobierno
Civil que pidiera un informe al respecto al Servicio de Información y
Policía Militar. Ese informe llegó el 31 de enero de 1939 y en él se
confirmaba que Gil Tirado participó «de una manera clara y resuelta» en
la acusación contra Primo de Rivera. Se apuntaba además que «después de
asesinado José Antonio, Vidal Gil Tirado manifestó a un amigo suyo que
no podía vivir tranquilo por los remordimientos de su conciencia». La
comisión gestora ni siquiera esperó a recibir esos documentos para
llevar a cabo la declaración de repudio, que apareció en un acta del 3
de enero, aunque fue con los informes ya en su poder cuando, el 10 de
febrero, publicó «en todas las carteleras de la población» el edicto de
desnaturalización del fiscal.
La historia del repudio de Gil Tirado apenas era conocida hasta la
fecha por un puñado de placentinos. De hecho, en la ciudad casi nadie
sabe quién fue. El primero en hacerla pública fue el investigador José
María Sánchez y Torreño, quien la mencionó en su libro de 2009
‘Plasencia 1936-1939. La vida municipal a través de las actas de
sesiones’. Más recientemente, el también investigador Fernando Flores
del Manzano ha recogido los documentos en su libro ‘Guerra Civil y
represión en el norte de Extremadura’, publicado en marzo de este año.
Fue en la presentación de ese libro cuando la Asociación Cultural
Pedro de Trejo, presidida por Francisco Valverde, hizo pública su
intención de solicitar al Ayuntamiento la rehabilitación del nombre de
Gil Tirado y devolverle la condición de placentino, un acto, al igual
que el de repudio, sin efectos prácticos pero con una gran carga
simbólica.
La solicitud fue presentada en el registro municipal a principios de
julio. De manera casi inmediata el alcalde, el popular Fernando Pizarro,
encargó un informe histórico sobre el personaje al Archivo Municipal y
otro jurídico al secretario para determinar la forma legal en la que
debe resolverse la restitución del nombre de Gil Tirado, que será
aprobada oficialmente en el pleno municipal de este mes de julio.
En ese informe, el secretario indica que la rehabilitación de la
persona y nombre del jurista placentino resulta procedente a la luz de
la Ley de Memoria Histórica, la cual establece en su primer apartado que
«como expresión del derecho de todos los ciudadanos a la reparación
moral y la recuperación de su memoria personal, se reconoce y declara el
carácter radicalmente injusto de todas las condenas, sanciones y
cualesquiera formas de violencia personal producidas por razones
políticas, ideológicas o de creencia religiosa, durante la Guerra Civil,
así como las sufridas por las mismas causas durante la Dictadura». La
misma ley reconoce «el derecho a obtener una declaración de reparación y
reconocimiento personal a quienes durante la Guerra Civil y la
Dictadura padecieron los efectos de las resoluciones» antes mencionadas.
Revocación
El secretario concluye que «es evidente» que Vidal Gil Tirado fue
objeto de una resolución municipal en la que «se le denigra», dentro de
un procedimiento administrativo en el que además se ensalza «casi hasta
el paroxismo» la figura de Primo de Rivera, por lo que a su juicio el
caso «entra de lleno» en el mandato de la Ley de Memoria Histórica.
Sobre la forma jurídica que debe tomar la reparación, el secretario
indica que «bastaría la simple revocación del acuerdo de la comisión
gestora», acompañada por «un nuevo acuerdo plenario por el que se
acordara la rehabilitación de la memoria y nombre del Sr. Vidal Gil
Tirado».
El papel que jugó el jurista placentino en el juicio a Primo de
Rivera por rebelión militar y su posterior ejecución ha sido objeto de
controversia entre los historiadores e investigadores que, a veces con
un evidente sesgo ideológico, han escrito sobre lo que ocurrió en la
prisión de Alicante entre el 16 y el 20 de noviembre de 1936. Los
artículos y publicaciones aparecidos durante el franquismo van todos en
la misma dirección: que fue un procedimiento amañado desde el principio
con el único fin darle una apariencia de legalidad a un asesinato
decidido de antemano, para lo cual las autoridades republicanas contaron
con la colaboración entusiasta tanto del tribunal como del fiscal
placentino, designados a conveniencia, como de los 14 miembros de
jurado. La prueba sería que tanto el juez especial del proceso, Federico
Enjuto, como el propio Gil Tirado fueron recompensados nombrándoles al
poco tiempo magistrados del Tribunal Supremo. Esta versión ha sido
defendida también de manera más reciente por autores modernos, como el
periodista José María Zavala en su libro de 2015 ‘Las últimas horas de
José Antonio’.
Otras versiones
Fue tras la Transición cuando algunos estudios comenzaron a ofrecer
versiones alternativas. Aparecieron defensores de que los juristas del
tribunal actuaron con toda la profesionalidad que era posible bajo esas
circunstancias, aunque la mayor parte admite que, tanto de la lectura de
la transcripción que se conserva del juicio como de diversos
testimonios directos de la época, se deduce que el proceso no contó ni
mucho menos con las garantías de imparcialidad deseables, algo por otra
parte casi imposible en un contexto de Guerra Civil y brutal represión
como el de esos días.
El fundador de la Falange había sido arrestado en Madrid el 14 de
marzo de 1936 acusado de posesión de armas. El 5 de junio, apenas 40
días antes del levantamiento militar, fue trasladado a la prisión de
Alicante, donde permaneció recluido hasta el comienzo del juicio, el 16
de noviembre, contra él, su hermano Miguel, su cuñada Margarita Larios y
varios carceleros, todos ellos acusados de rebelión militar.
Por esas fechas Vidal Gil Tirado ocupaba el cargo de fiscal jefe de
la Audiencia de Alicante, que había alcanzado tras ejercer como teniente
fiscal, y también como gobernador civil en varias provincias españolas,
entre ellas la de Badajoz. Inicialmente había sido designado para el
juicio de Primo de Rivera el fiscal jefe de Valencia, Juan Serna
Navarro. Investigadores como Ruiz-Funes han apuntado que este pensaba
pedir una pena de pocos años para el fundador de Falange, lo cual habría
sido la causa de que, por recomendación del juez especial del caso,
Federico Enjuto, se le sustituyera en el último momento por Gil Tirado.
Jeroni Miquel Mas Rigo afirma en su artículo ‘Manuel Azaña y el
proceso de José Antonio en Alicante’ que al fiscal placentino «los
nacionales le habían fusilado un hijo en Badajoz», y que ya había
demostrado su «dureza» como presidente del Tribunal Popular de Alicante,
que entre el 1 de septiembre de 1936 y finales de ese año dictó un
total de 125 sentencias de muerte, según cifras aportadas por el
historiador Francisco Moreno Sáez.
Esa «dureza» habría sido determinante para su nombramiento como
acusador público en un proceso que iba a ser centro de atención tanto
nacional como internacional, y que en apenas cuatro días culminó con la
condena a muerte y el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera en el
patio de la enfermería de la prisión de Alicante al amanecer del 20 de
noviembre de 1936. Su hermano Miguel fue condenado a cadena perpetua y
Margarita Larios a seis años y un día. Los tres carceleros acusados de
complicidad fueron absueltos.
El interrogatorio al que Vidal Gil Tirado sometió a Primo de Rivera
el 16 de noviembre fue publicado íntegro por José María Mancisidor en su
libro ‘Frente a frente’. Ese diálogo ha sido objeto de análisis por
parte de José María Sánchez y Torreño, vocal de la Asociación Cultural
Placentina Pedro de Trejo, en un libro que está ultimando sobre la
figura de Gil Tirado y que verá la luz en los próximos meses.
Sánchez y Torreño fue quien anunció en marzo que esta asociación
solicitaría que se redimiera oficialmente la memoria del jurista
placentino. «La figura de Gil Tirado fue distorsionada por el franquismo
y repararla es una cuestió de justicia», asegura. De la misma opinión
es Fernando Flores del Manzano, quien señala que Gil Tirado «se limitó a
cumplir con su obligación como funcionario de justicia de un régimen
legítimamente constituido, como lo era la República». Considera por lo
tanto que «merece la reparación de su nombre».
Memoria Histórica
El alcalde de Plasencia, Fernando Pizarro, ya tenía tomada la
decisión de aceptar la solicitud de la Asociación Pedro de Trejo, aunque
ha encargado el informe jurídico al secretario para que no queden dudas
de la legalidad de la medida. «Hemos hecho con esto lo mismo que con
todos los asuntos de la Memoria Histórica, que es actuar con la mayor
rapidez posible y para cumplir lo que dice la ley», afirma. Además, en
este caso en concreto considera «especialmente denigrante» el edicto
emitido contra Gil Tirado, usando una herramienta, la retirada de la
ciudadanía, que ni siquiera existe en la normativa placentina y que
buscaba únicamente el agravio personal del jurista.
El ascenso en la carrera profesional de Vidal Gil Tirado tras el
proceso de Alicante fue meteórico. Al poco se le designó magistrado del
Tribunal Supremo, y el 4 de julio de 1937 fue nombrado primer presidente
del Tribunal Central de Espionaje y Alta Traición por el ministro
Manuel de Irujo. Cesó en el cargo en marzo de 1938 para regresar al
Tribunal Supremo, donde permaneció hasta que a comienzos de 1939 el
avance de las tropas franquistas le obligó a abandonar España por
Cataluña en dirección a Francia. De sus últimos días poco se sabe, tan
solo que logró cruzar la frontera y fue uno de los primeros ocupantes
del campo de refugiados de Argelès-sur-Mer, donde falleció a los pocos
días de llegar. Una muerte que pasó prácticamente inadvertida entre las
miles de tragedias humanas de aquellos meses finales de la Guerra Civil
española.
TITULO: Equipo de Investigacion - viernes -27- julio - El hijo aplicado de un jornalero que llegó al Tribunal Supremo,.
Equipo de Investigacion - viernes -27- julio,.
Equipo de investigación es un programa de televisión
español en el que se dan a conocer detalles sobre casos de actualidad.
Presentador
Glòria Serra,
Viernes -27- julio a las 22.30h , por La Sexta, etc.
El hijo aplicado de un jornalero que llegó al Tribunal Supremo,.
Vidal
Facundo Gil Tirado nació el 28 de abril de 1879 en el seno de una
familia que, según apunta el investigador José María Sánchez y Torreño
en un libro de próxima aparición, contaba con «ocho apellidos
placentinos». Se crió en las calles San Martín y Coria hasta que marchó a
estudiar Derecho a Madrid, algo que nunca hubiera podido hacer sin la
ayuda económica que le prestó el Ayuntamiento de Plasencia por su
extraordinariamente brillante currículum de Bachillerato.
Se conservan en el Archivo Municipal las solicitudes presentadas
por su padre, Pedro Gil Berrocoso, «jornalero de oficio», la primera de
ellas una instancia de septiembre de 1891 para que se le concediera a su
hijo «una de las seis plazas para otros tantos jóvenes pobres» en el
instituto de secundaria de Plasencia. El Ayuntamiento se la otorgó
atendiendo a la «notoria pobreza del recurrente» y a las notas de
«meritísimus» obtenidas por el joven Vidal en el Seminario.
Beca para Madrid
En julio de 1896 Pedro Gil vuelve a presentar una instancia,
esta vez para pedir una subvención que permita a su hijo irse a Madrid a
estudiar Derecho. El padre se compromete a cambio a «tener en perfecto
estado de conservación las bombas para sofocar incendios» del municipio.
El Ayuntamiento no duda en conceder la beca por el «buen comportamiento
y probada aptitud en los estudios» de Vidal, y renuncia al ofrecimiento
de mantener las bombas porque de eso ya se encarga «el maestro
fontanero».
Se sabe que en la primera década del siglo XX el ya entonces
abogado Vidal Gil Tirado se encuentra en Plasencia, pues aparece en el
padrón de 1910 domiciliado en la calle Monroy (actual calle Coria) junto
con su esposa, Victoria Sánchez, natural de Guadalajara, y sus dos
hijos Elena y Pedro.
Fue en 1914 cuando Gil Tirado inició su carrera en la judicatura y
el ministerio fiscal. Algunos de sus destinos como teniente fiscal y
juez de instrucción fueron Boltaña (Huesca), Hervás (Cáceres), Castuera
(Badajoz), Tarragona o Melilla. Su afinidad a la II República le llevó a
ser nombrado en los años treinta gobernador civil de Badajoz y Santa
Cruz de Tenerife. En 1935 fue enviado como teniente fiscal a Alicante,
donde ascendió a fiscal jefe de la Audiencia Provincial en enero de
1936. A partir del 1 de septiembre de ese mismo año presidió junto a dos
jueces el Tribunal Popular de Alicante.
De fiscal a magistrado
Su designación como fiscal en el proceso contra Primo de Rivera,
desarrollado del 16 al 20 de noviembre de 1936, marcó a Vidal Gil
Tirado para el resto de sus días. Poco después fue elegido magistrado de
la sala segunda del Tribunal Supremo, y el 4 de julio de 1937 se
publicó en el BOE su nombramiento como primer presidente del Tribunal
Central de Espionaje y Alta Traición, creado durante la guerra
expresamente «para la exigencia y efectividad de las responsabilidades
civiles derivadas de los delitos de rebelión, sedición, contra la
seguridad del Estado, traición y espionaje, y para la de aquellas otras
en que hayan podido incurrir los que hubieran participado en el
movimiento rebelde».
Gil Tirado permaneció en ese cargo hasta marzo de 1938, cuando
regresó a la sala segunda del Supremo. Según apunta José María Sánchez y
Torreño en el borrador de su próximo libro, tras la salida de Valencia
del gobierno republicano recaló en Barcelona, desde donde marchó al
exilio en el sur de Francia a principios de 1939, al igual que otros
cientos de miles de españoles que huían de la inminente victoria
franquista. Acabó como refugiado en el recién construido campo de
Argelès-sur-Mer, bajo unas condiciones de vida terribles, donde murió el
19 de febrero a la edad de 59 años.
Unos días antes, el mismo 10 de febrero de 1939 en que la
comisión gestora del Ayuntamiento de Plasencia emitía el edicto de
repudio de Gil Tirado como hijo de la ciudad, el gobierno de Franco
publicó la orden de su retirada del servicio activo del cuerpo de
fiscales. Fue la última vez que el nombre de Vidal Gil Tirado apareció
en un documento oficial. Hasta ahora.