El éxito literario tiene una cara A y una cara B. La primera es la de los premios, los agasajos,
el encuentro con lectores entusiasmados y la difusión de la obra en otras lenguas y países.
La segunda la forman los continuos viajes de promoción, la falta de
tiempo para volver a escribir y el cansancio acumulado. Lo explica
Fernando Aramburu: hace dos años publicó 'Patria' y desde entonces no ha parado. En el otro lado de la balanza están los premios literarios más importantes en Euskadi, España y otros países europeos, los
más de 700.000 ejemplares vendidos solo en la versión en castellano,
las cuatro ediciones ya logradas en Alemania, el primer puesto en las
listas de Holanda y los tres galardones que acumula en Italia. Es el
resultado provisional de un libro que, a la par de su valor literario,
fue desde su aparición un fenómeno social. Este jueves estuvo en Bilbao
para participar en la jornada sobre
'El autor en el mundo de la edición', organizada por la Asociación de Escritores de Euskadi.
–
Ha venido a hablar de la relación entre autor y editor. ¿Cuál era la
expectativa de su editor en Tusquets cuando le presentó el manuscrito de
'Patria'?
– Soy un autor de la casa, que es un concepto
que me gusta mucho. Acabé el libro, lo envié y el editor mostró cierto
entusiasmo. Me dijo que la tirada inicial sería de 20.000 ejemplares y,
con la experiencia de ventas de mis títulos anteriores, me parecio
monstruoso. Ya antes de su llegada a las librerías empezaron a pasar
cosas y no solo en el ámbito estrictamente literario: se hablaba del
libro en la radio, el editor de un suplemento fue a Alemania a verme...
Eso daba pistas de que el libro podía funcionar muy bien.
– ¿Qué acogida ha tenido fuera de España, en países donde el terrorismo de ETA es un fenómeno lejano?
–
Hay contratos para una veintena de países y de momento ha aparecido en
cinco. En cada uno de ellos la novela se ha interpretado de manera
diferente. Leen sin prejuicios porque la inmensa mayoría de los lectores
no conocen al autor, pero la repercusión de los episodios de terror en
los individuos es algo universal. En todos los países, con diferentes
condiciones y en distintas etapas, ha habido historias similares.
Un libro que interpela
– ¿Ha podido hablar con lectores de esos países?
–
Sí, y he observado que, más allá de su opinión sobre la calidad
literaria del texto, muchos lectores se emocionan y sienten que el libro
los interpela.
– Después de un éxito semejante, ¿se escribe igual que antes?¿Se tienen las mismas expectativas?
–
Mi siguiente libro fue una serie de apuntes autobiográficos y el
próximo será una serie de reflexiones sobre poemas, surgidas a raíz de
una serie que publiqué en 'Territorios', aquí, en EL CORREO. Me resigno a
ser juzgado como el autor de 'Patria', pero tengo que seguir jugando
mis cartas literarias. Tengo otra novela ya escrita, pero no quería
publicarla de inmediato. No podía hacerlo, ni aunque la trama fuera de
vikingos. No tengo prisa. No escribo con un criterio de oportunidad, así
que ya se publicará.
– ¿Se ha dirigido a usted gente de la izquierda abertzale para hablarle de la novela?
–
En privado, sí. Desde determinados rincones ideológicos solo lo hacen
así y es una pena. A algunos les ha gustado. A otros, no, pero me lo han
dicho sin enconamiento. Asumo todas las críticas, incluso las
ideológicas. Sé que no puedo gustar a todos.
– ¿Ha mejorado su relación con algunos colegas tras ciertas polémicas anteriores y posteriores a 'Patria'?
–
Yo nunca he criticado a un escritor perseguido, ni lo haré. Lo que haya
comentado que quizá ha podido molestar lo he dicho con sentido crítico y
siempre he dejado claro que hablo exclusivamente en mi nombre. No
milito en nada ni represento a nadie.
Humanidad y humor
–
Hay quien le ha acusado de haber humanizado a los militantes de ETA al
mostrar sus dudas y sus debilidades, y su propio padecimiento y el de
sus familias.
– Nadie deja de ser humano, nadie es malo
las 24 horas del día. Una persona puede besar tiernamente a sus hijos
por la mañana, matar a alguien por la tarde y salir a pasear al perro
por la noche. Una novela tiene que mostrar esa realidad compleja.
– ¿Cuánto tiempo debe pasar para que se pueda abordar el terrorismo de ETA en clave de humor?
–
No sé cuánto, pero llegará. En el carnaval desfilan brujas, piratas y
romanos, que representan guerras, inquisiciones y otros males que cuando
estuvieron vigentes ocasionaron muchas víctimas. Llegará ese momento.
De todas formas, creo que algunos episodios de 'Vaya semanita' fueron
estupendos mostrando el flanco ridículo de todo aquello. No descarto
abordarlo yo mismo desde ese ángulo del humor, en algún momento.
–
Cuando salió la novela dijo en una entrevista concedida a este
periódico que el silencio respecto de ETA había gozado de muy buena
prensa. ¿Cree que las cosas han cambiado en estos dos últimos años?
–
Desde luego, están apareciendo más libros que tratan el tema, en
general escritos por autores que por razones de edad no vivieron los
años de plomo y no se vieron afectados emocionalmente por todo
aquello;autores que, por ejemplo, no perdieron amigos en atentados
terroristas. Yo me refería más bien a quienes se mantuvieron en silencio
en los años en que
ETA estuvo más activa. Y creo que nadie cuestiona ese silencio. Otra cosa es que tras él hay razones distintas.
– ¿Cómo cuáles?
–
Siempre las hay. Existe un silencio cómplice, el de quien solo pretende
sobrevivir o el de quien está desinformado sobre lo que pasa. Aunque,
por supuesto, no todo el mundo se mantuvo en silencio.