Los primeros signos de la pubertad se adelantan. De forma paulatina, sin grandes sobresaltos, pero la edad de inicio de esta etapa es cada vez más temprana: las niñas de hoy empiezan a desarrollar el pecho —la telarquia o aparición del botón mamario, primer signo puberal— un año antes de lo que lo hacían sus madres, según un estudio internacional publicado en la revista Jama Pediatrics. Los investigadores encontraron que la telarquia se adelanta una media de tres meses por década desde finales de los setenta del pasado siglo y apuntan a la obesidad y a los disruptores endocrinos externos como los causantes de este fenómeno. La menstruación, señal de culminación de la pubertad, también presenta un adelanto paulatino, pero mucho menos significativo, valoran las voces consultadas. Los expertos alertan de los riesgos para la salud a largo plazo si sigue avanzándose la edad de inicio de la pubertad.
Esa etapa de tránsito entre la infancia y la edad adulta comienza, según el consenso científico, con la aparición de los primeros signos puberales, como la telarquia en las niñas o el crecimiento testicular en los niños. Ellos suelen comenzar a partir de los 10 años y ellas, con el botón mamario, acostumbran a arrancar la pubertad a partir de los nueve años, explica Raquel Corripio, portavoz de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica: “Entre los nueve y los 13 años, el 99% de las niñas presentan algún cambio puberal. Tan normal es hacerlo a los nueve, como a los 10 o a los 11″. Eso sí, por debajo de los ocho (de los nueve si son niños), se considera una pubertad precoz y requiere de un estudio médico para decidir si precisa tratamiento o no.
Pero cuando la comunidad científica habla de un adelanto en el inicio de esta etapa vital, no se refieren a la entidad clínica de la pubertad precoz como tal, sino a que el tránsito de la infancia a la fase adulta, si bien sigue dentro de los cánones de normalidad, se inicia cada vez de forma más temprana, matiza Manuel Tena, jefe de grupo del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER) de Obesidad y Nutrición: “No son casos de pubertad precoz. Es un problema epidemiológico: aquí hablamos de que, desde el punto de vista poblacional, se adelanta la edad de inicio del desarrollo mamario en las niñas”.
Anders Juul, autor del estudio publicado en Jama Pediatrics y jefe del Departamento de Crecimiento y Reproducción del Rigshospitalet de Copenhague, recuerda que ya en un artículo en 2009 vieron esta tendencia: “En Copenhague descubrimos que la edad promedio de desarrollo de los senos había bajado de 11 años en 1991 a 9,9 años en 2006″. Una nueva revisión científica, tras analizar una treintena de estudios, calcula que la edad de la telarquia disminuye a razón de tres meses por década. En la menstruación, por su parte, si bien “hay una tendencia hacia una edad más temprana”, explica Juul, este adelanto “es menos marcado en comparación con la tendencia del desarrollo del pecho”.
Según Manuel Tena, se está observando “una disociación entre el inicio de la pubertad y la finalización de la misma”. Hay una especie de “distorsión” en la progresión natural de esta etapa de transición, que solía comenzar con la telarquia en las niñas —a veces, también se suma la aparición de vello púbico y axilar, pero no siempre— y finalizaba, alrededor de dos años después, con la aparición de la primera regla. “Ahora las niñas entran en la pubertad antes, pero no menstrúan antes. Se amplía el espacio de la pubertad, hay un ensanchamiento del período de actuación puberal”.
En los niños hay más controversia. También se ve un adelanto del inicio de la pubertad, pero está menos estudiado, admite Corripio: “Parecería que en los varones está apareciendo de forma más avanzada el inicio de la pubertad. Pero está menos estudiado y evidenciado porque hay menos casos y es más difícil de medir el indicador del crecimiento testicular”. Se considera que los niños arrancan la pubertad cuando el tamaño testicular es superior a los cuatro mililitros. Tena concuerda con que puede haber un infradiagnóstico “porque el aumento del tamaño testicular es difícil de ver” y también una mayor exposición a factores estrogénicos puede tener un efecto mayor en los niños.
Factores de riesgo
En las niñas, los expertos consultados apuntan a varios factores como causantes de este fenómeno. No hay certezas absolutas, pero todos coinciden en que la obesidad es un elemento clave: hay una correlación entre las chicas con un índice de masa corporal (IMC) más alto y un inicio más temprano de la menarquia (primera regla) y la telarquia.
Basta un aumento de peso súbito, matiza Lourdes Ibáñez, coordinadora de investigación clínica de Endocrinología del Hospital infantil Sant Joan de Déu de Barcelona, para detonar el inicio temprano de la pubertad. Un aumento del IMC que suponga un cambio en el percentil del que venía desde el nacimiento ya puede generar una respuesta: “No hablamos de estar obeso. Un cambio de peso de tres kilos en un mes ya puede ser suficiente”, expone Ibáñez.
Tena coincide y alerta de que “un cambio de peso rápido cerca de la pubertad puede ser tan determinante como un sobrepeso sostenido”. Una de las claves puede ser la leptina, una hormona que se produce en el tejido adiposo y actúa como una señal al cerebro de que hay suficientes reservas energéticas para el comienzo de la edad reproductora. “En la ganancia de peso, hay una elevación de los niveles de leptina que indican al cerebro que hay una masa grasa crítica para empezar la pubertad. Por eso en niñas muy delgadas, la leptina es muy baja y se retrasa esta etapa”.
Juul sostiene, con todo, que si bien las chicas con más sobrepeso maduran antes, “es probable que estén involucradas otras causas”. Y señala a los disruptores endocrinos, sustancias químicas que están en el medio ambiente e imitan las hormonas dentro del cuerpo. “Se encontró altos niveles de ftalatos asociados a un inicio temprano de la pubertad, pero no se pueden sacar conclusiones generales firmes de los estudios en humanos”, matiza. La revisión publicada en Jama también recuerda que algunos químicos, como DDT (diclorodifenil-tricloroetano) y el DDE (diclorodifenildicloroetileno), también se han asociado con una pubertad más temprana.
Los expertos también apuntan un tercer factor que puede influir en el adelanto del inicio de la pubertad: la salud mental. Ibáñez alerta de que el hipotálamo —la parte del cerebro que segrega la hormona liberadora de gonadotropinas, clave para el desarrollo de la pubertad— “es muy sensible al estrés y esto puede favorecer el inicio de la pubertad o inhibir la ovulación”. Corripio señala, por ejemplo, que la adopción —no así el ser migrante— es un factor de riesgo para tener la pubertad antes de tiempo. Otro estudio estadounidense también encontró una asociación entre la exposición al abuso sexual infantil y el inicio puberal más temprano.
Tena advierte de que el impacto de la salud mental “no está tan bien caracterizado como el papel de la leptina”, por ejemplo, pero sí señala que también se ha visto que “en niñas de familias monoparentales, la activación puberal se acelera”. Coincide Juul: “Los factores socioeconómicos son importantes. El estrés durante la infancia puede desempeñar un papel: la ausencia de un padre está asociada con la pubertad temprana en el niño”. En hijas de padres divorciados, un estudio también encontró que la menstruación aparece antes, y otra investigación con niñas de la ciudad de Srebrenica, donde se produjo una matanza durante la guerra de Bosnia en los años noventa, encontró que la edad de inicio de la menarquia era más alta que en el grupo de control, que vivía en zonas pacíficas no ocupadas de Bosnia: los investigadores concluyeron que “los traumas psicológicos, las lesiones físicas y el bajo nivel socioeconómico, provocados por los acontecimientos de la guerra, retrasan la edad de la menarquia”.
También hay diferencias étnicas, apunta Juul, como que en Estados Unidos, las niñas negras entran en la pubertad antes que las hispanas y las blancas.
Impacto en la salud
El adelanto de la edad de inicio de la pubertad, en cualquier caso, tiene un impacto para la salud. Juul sostiene que “puede causar angustia psicosocial y aislamiento”. “Los efectos a largo plazo de la pubertad temprana incluyen un mayor riesgo de síndrome metabólico y cáncer de mama”, apunta. Un estudio publicado en la revista Breast Cancer Research concluyó que “el desarrollo de los conductos mamarios puede ser un momento de mayor susceptibilidad al riesgo de carcinogénesis, y se debe prestar mayor atención a la relación del riesgo de cáncer de mama con las diferentes etapas de la pubertad”.
Tena agrega otros riesgos, como talla baja, más dolencias cardiovasculares y metabólicas o problemas ginecológicos. También más trastornos psicológicos o psiquiátricos “por la disociación entre la maduración física y la psicológica”.
Pese a los eventuales efectos en la salud, los expertos consideran que este fenómeno no requiere intervención médica. No, al menos, como si se tratase de una pubertad precoz, para la que hay un tratamiento intramuscular para inhibir las hormonas que ponen en marcha la pubertad. “¿Cómo se solventa? Evitando todos los factores que exponen a esto, como la obesidad”, zanja Tena.