Tras la tragedia de Coria, buscamos culpables para vernos inocentes,. foto,.
En 2001, me vine de Galicia a Extremadura y pasé de escribir
artículos en una región donde los toros se veían como una fiesta
tremenda y salvaje a otra donde lo taurino se entendía como un tesoro
cultural, una tradición acrisolada y un puntal de la economía. Entendí
ese cambio el día que se me ocurrió ir a los toros de Coria y contar lo
que vi. Al poco, las cartas se amontonaban sobre la mesa del director de
mi periódico recomendándome que no apareciera nunca más por Coria. Eran
exageraciones, evidentemente. Después he ido decenas de veces por Coria
y me han recibido con un cariño que en ningún otro lugar he encontrado.
Pero también es cierto que no he vuelto a contar nada de los Sanjuanes.
También me percaté de que con los toros había topado el día que se me ocurrió describir lo que sucedía en la plaza de Cáceres durante sus corridas de rejones, cuando, tras la muerte de cada toro, se sacaba el animal a la calle, se colgaba de un gancho en la misma puerta de mulillas, se abría en canal ante el público, que curioseaba fuera del coso, se preparaba allí mismo para ser despiezado por el carnicero, la sangre corría por la calle y descendía por la avenida de Hernán Cortés, los caballos de los rejoneadores relinchaban aterrorizados al tener que entrar al ruedo por aquella puerta, esquivando como podían el cuerpo colgante del toro, y el animal, finalmente, era introducido en la furgoneta de una carnicería, que arrancaba dejando por el asfalto durante kilómetros un reguero de sangre. Aquella crónica, también basada en hechos sin opiniones, volvió a llenar la mesa del director de cartas llamándome de todo menos bonito y yo aprendí definitivamente que, en cuestión de toros, lo mejor era mantenerse calladito y decir amén, o mejor, olé.
Al poco, descubrí la faceta política de lo taurino. Resultó que el alcalde de Aliseda, a la sazón militante del PP, había eliminado los encierros del programa de fiestas por considerarlos muy caros y el pueblo se había levantado contra la medida. Fui a entrevistar a aquel alcalde, conocí de cerca la indignación aliseña por quedarse sin vaquillas y, al poco, aquel regidor era barrido por la socialista Claudia Moreno, que desde entonces gana las elecciones en Aliseda estrepitosamente: 8 a 1. Caso contrario se ha dado en el municipio de Cilleros, donde Victoria Eugenia, la alcaldesa socialista, acaba de perder frente al PP y dicen los analistas que la clave electoral ha sido su negativa a gastarse dinero en toros. Supongo que en estos resultados electorales influyen más aspectos además del taurino, pero que los toros fueron el detonante político está fuera de duda.
En este contexto de sagrada fiesta nacional, se produjo la semana pasada la muerte de un ciudadano por asta de toro en las fiestas de San Juan de Coria. A raíz de esta desgracia, he asistido estupefacto a un indignante proceso popular de búsqueda de culpables cuya única intención parecía ser eliminar cualquier sospecha de que los culpables fuéramos todos por sacralizar una fiesta tremenda. En los comentarios populares, nunca desde instancias oficiales, se justificaba la cogida del ciudadano aduciendo que no sabía correr los toros o empleando como argumento, sin rigor y sin vergüenza, sus circunstancias personales. También se ha culpabilizado al toro y se ha denunciado su ejecución pública, casi ejemplar, como si fuera un criminal.
A nadie se le ha ocurrido, aunque solo fuera por mera decencia intelectual, barajar la posibilidad de que los culpables seamos todos. Pero eso es impensable en una región donde los niños de Badajoz acudirán este verano al I Campamento Taurino y los escolares de Cáceres van a la plaza de toros en masa, llevados por sus profesores, para recibir lecciones colectivas de tauromaquia. Cuando suceden estas tragedias, lo mejor es que no busquemos culpables para sentirnos inocentes o, en todo caso, que culpemos al destino y a que somos así, tan tradicionales, tan 'different'. Quizás lo mejor sea permanecer calladitos y decir olé, o mejor, amén.
TÍTULO: EL TIEMPO, LAS TEMPERATURAS MÁXIMAS BAJARAN MAÑANA HASTA DIEZ GRADOS RESPECTO A LOS DE AYER,.
También me percaté de que con los toros había topado el día que se me ocurrió describir lo que sucedía en la plaza de Cáceres durante sus corridas de rejones, cuando, tras la muerte de cada toro, se sacaba el animal a la calle, se colgaba de un gancho en la misma puerta de mulillas, se abría en canal ante el público, que curioseaba fuera del coso, se preparaba allí mismo para ser despiezado por el carnicero, la sangre corría por la calle y descendía por la avenida de Hernán Cortés, los caballos de los rejoneadores relinchaban aterrorizados al tener que entrar al ruedo por aquella puerta, esquivando como podían el cuerpo colgante del toro, y el animal, finalmente, era introducido en la furgoneta de una carnicería, que arrancaba dejando por el asfalto durante kilómetros un reguero de sangre. Aquella crónica, también basada en hechos sin opiniones, volvió a llenar la mesa del director de cartas llamándome de todo menos bonito y yo aprendí definitivamente que, en cuestión de toros, lo mejor era mantenerse calladito y decir amén, o mejor, olé.
Al poco, descubrí la faceta política de lo taurino. Resultó que el alcalde de Aliseda, a la sazón militante del PP, había eliminado los encierros del programa de fiestas por considerarlos muy caros y el pueblo se había levantado contra la medida. Fui a entrevistar a aquel alcalde, conocí de cerca la indignación aliseña por quedarse sin vaquillas y, al poco, aquel regidor era barrido por la socialista Claudia Moreno, que desde entonces gana las elecciones en Aliseda estrepitosamente: 8 a 1. Caso contrario se ha dado en el municipio de Cilleros, donde Victoria Eugenia, la alcaldesa socialista, acaba de perder frente al PP y dicen los analistas que la clave electoral ha sido su negativa a gastarse dinero en toros. Supongo que en estos resultados electorales influyen más aspectos además del taurino, pero que los toros fueron el detonante político está fuera de duda.
En este contexto de sagrada fiesta nacional, se produjo la semana pasada la muerte de un ciudadano por asta de toro en las fiestas de San Juan de Coria. A raíz de esta desgracia, he asistido estupefacto a un indignante proceso popular de búsqueda de culpables cuya única intención parecía ser eliminar cualquier sospecha de que los culpables fuéramos todos por sacralizar una fiesta tremenda. En los comentarios populares, nunca desde instancias oficiales, se justificaba la cogida del ciudadano aduciendo que no sabía correr los toros o empleando como argumento, sin rigor y sin vergüenza, sus circunstancias personales. También se ha culpabilizado al toro y se ha denunciado su ejecución pública, casi ejemplar, como si fuera un criminal.
A nadie se le ha ocurrido, aunque solo fuera por mera decencia intelectual, barajar la posibilidad de que los culpables seamos todos. Pero eso es impensable en una región donde los niños de Badajoz acudirán este verano al I Campamento Taurino y los escolares de Cáceres van a la plaza de toros en masa, llevados por sus profesores, para recibir lecciones colectivas de tauromaquia. Cuando suceden estas tragedias, lo mejor es que no busquemos culpables para sentirnos inocentes o, en todo caso, que culpemos al destino y a que somos así, tan tradicionales, tan 'different'. Quizás lo mejor sea permanecer calladitos y decir olé, o mejor, amén.
TÍTULO: EL TIEMPO, LAS TEMPERATURAS MÁXIMAS BAJARAN MAÑANA HASTA DIEZ GRADOS RESPECTO A LOS DE AYER,.
Las temperaturas máximas bajarán mañana hasta diez grados respecto a las de ayer,.
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Coria, con 42,7 grados, fue el municipio extremeño donde hizo más calor, seguido de Don Benito (42,2), Mérida y Navalmoral, (ambos 41,9) foto,.
El calor abrasador da una tregua hoy y sobre todo mañana. Las temperaturas máximas descienden tras tres días de termómetros muy elevados. Ayer, aunque se había anunciado que se llegaría a los 43 grados, ningún municipio extremeño tuvo ese registro, aunque Coria, con 42,7, se quedó próximo. A partir de este miércoles y hasta el viernes, la Aemet confirma que como manda la estación en la que estamos hará calor aunque será mucho más soportable. De hecho, es posible que entre las máximas del domingo y las que sucedan mañana haya una diferencia de casi diez grados menos. O dicho de otra forma: si en Mérida anteayer se llegó a los 42,8 grados, mañana no superará la barrera de los 32. Eso sí, para el próximo fin de semana la región tendrá otra vez máximas de 40.
En Extremadura siguió apretando el sol, sí, pero ayer no se ha alcanzaron los 43 anunciados y, de forma general, el termómetro fue un poco más benévolo que ayer en cuanto a máximas. Los datos oficiales de la Agencia Estatal de Meteorología indican que el municipio más caluroso fue Coria. La localidad del Valle del Alagón registró 42,7 grados. El segundo puesto en esta estadística calurosa fue para Don Benito, con 42,2 grados y el tercero para Mérida. La capital extremeña, que el domingo se quedó en 42,8 grados (la más alta en junio desde 2003), ayer contabilizó 41,9 grados, lo mismo que Navalmoral de la Mata. Aliseda y Monterhermoso (41,6) y Herrera del Duque, con 41,4 grados, fueron otros puntos sofocantes.
En Badajoz aeropuerto el mercurio se quedó en 41,2 grados y en Jerez (42,1 grados el domingo, el junio más caluroso desde 1981) ayer tuvo 40,4 grados. En Cáceres, 40,5 grados y en Plasencia, 40,3.
A partir de mañana, las temperaturas bajan. Aunque para hoy se mantiene un nivel de aviso, el amarillo (ayer era naranja), que implica máximas de 38 grados, a partir de mañana descienden de manera más acusada, y no se superarán los 35 grados de máximas en la región.
Con todo, para el fin de semana volverá a hacer más calor en nuestra comunidad y se llegará de nuevo a la barrera de los 40 grados. «No son temperaturas anormales para este comienzo del verano», aclara Marcelino Núñez, delegado territorial de la Aemet en Extremadura.