TITULO: REVISTA XL SEMANAL PORTADA - ¿ POR QUE ENGORDO SI VIVO A DIETA?,.
¿Por qué estoy engordando si estoy haciendo dieta?,. foto
Existen muchas razones por las que engordamos a pesar de estar
haciendo dieta. Generalmente, tienen que ver con errores que cometemos a
lo largo del día, que consideramos inofensivos, tal como explico
en este artículo, pero que a la larga, se traducen en más calorías que van transformándose en grasa. El resultado son kilos de más.
El
desequilibrio entre la ingesta calórica (aporte de alimentos) y el
gasto energético (ejercicio) del organismo –actual o pasado- es la causa
principal por la que engordamos.
Esta ganancia no tiene porqué traducirse en un exceso de peso inmediato. De hecho, la mayoría de las personas obesas han ganado peso lentamente, a lo largo de muchos años.
Aún
así, hay otros motivos que nos cuesta más controlar y que pueden estar
detrás del aumento de peso. En las mujeres, estos factores tienen que
ver con
cambios hormonales que suelen darse en etapas de la vida como la menopausia. También hay otros problemas, relacionados con el aparato reproductor, que pueden hacernos engordar.
Por último, el estrés, la ansiedad o la depresión también son causas que pueden hacernos engordar, como podrás
leer en este artículo.
A continuación, te mostramos los factores más comunes que pueden
estar detrás del aumento de peso. Pero te recomiendo que acudas a un
médico si estás haciendo una
dieta controlada por un nutricionista y aún así no consigues adelgazar.
¿POR QUÉ ENGORDAMOS HOMBRES Y MUJERES?
Susceptibilidad genética
Una de las causas que pueden producir obesidad es la susceptibilidad genética, es decir, tener una predisposición.
Recientes investigaciones han visto que algunas personas con una variante determinada del
gen FTO aumentan hasta en un 70 por ciento la predisposición a la obesidad. Un estudio, publicado en la revista médica
The Journal of Clinical Investigation,
ha indicado que esta alteración provoca un aumento de los niveles de la
hormona del hambre, la ghrelina, y hace que las comidas de alto
contenido graso sean más apetecibles.
Efecto rebote
Tras haber realizado una
dieta de restricción calórica sin control médico muchas personas experimentan un aumento de peso conocido como efecto yo-yo o de rebote. Se pensaba que sólo ocurría si se había seguido alguna
dieta rápida de las denominadas ‘milagro’.
Sin embargo, estudios recientes han señalado que
puede ocurrir incluso si ha habido un control médico y que las
responsables son dos hormonas, la leptina y la ghrelina.
El estudio, llevado a cabo por el
Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn),
observó que podía determinarse previamente si un plan de régimen iba a
tener éxito o no y si los pacientes recuperarían rápidamente el peso
perdido tras la dieta.
La leptina (producida en el tejido adiposo)
está implicada en la sensación de saciedad y le dice al organismo
cuándo tiene que dejar de comer, mientras que la ghrelina (una proteína
sintetizada por el duodeno y el estómago) despierta la sensación de
apetito. Los pacientes sometidos al estudio, siguieron una dieta
hipocalórica durante ocho semanas. Al cabo de seis meses, los mismos
pacientes fueron reclutados de nuevo y se dividieron en recuperadores de
peso y no recuperadores. Se realizó un análisis de sangre a todos y se
observó que los que habían ganado peso de nuevo mostraban
ratios dos veces más altos en el momento basal que los que no lo padecieron.
¿Y POR QUÉ ENGORDAN LAS MUJERES?
Enfermedades o causas metabólicas
Algunas enfermedades como las
cardiovasculares o del riñón pueden producir una incremento de la retención de líquidos con lo que pueden existir un aumento de peso aunque se esté a dieta.
Por otro lado, otros trastornos hormonales como el
síndrome de ovario políquístico
o el hipotiroidismo pueden ser los responsables de este incremento. El
control ginecológico anual puede determinar mediante una ecografía si
existe ovario poliquístico. Los problemas en la glándula tiroidea se
diagnostican mediante una análisis de sangre.
Por otro lado,
el síndrome premenstrual, habitual entre las mujeres en edad fértil, también puede provocar un ligero incremento de peso.
Éste se debe a la retención de líquidos y viene acompañado además de
tensión mamaria, pesadez en las piernas u otros síntomas como dolores de
cabeza o irritabilidad. Suele aumentarse entre 1.5kg (3.3lb) a 3kg
(6lb) según la cantidad de estrógenos y progesterona. Por ejemplo, si
hay un exceso de estrógeno debido al estrés o el nerviosismo y una menor
cantidad de progesterona por las mismas causas, el aumento de peso
puede ser mayor.
Menopausia
Algunas
personas aseguran que durante esta etapa de la vida no se engorda, sino
que son las mujeres y el consumo de calorías o de alimentos ricos en
grasas los responsables del aumento de peso. No es cierto.
Durante la menopausia sí existe una ganancia de kilos ya que se producen muchos cambios fisiológicos en el cuerpo de una mujer. Ademas, presentan más tendencia a acumular
grasa abdominal con lo que aumenta el riesgo vascular.
Durante la
menopausia
la pérdida de peso es más difícil y el descenso de hormonas femeninas
provoca que aumente el apetito, se consuma más y se engorde ya que el
gasto energético también es menor.
Según una investigación realizada por expertos de la
Universidad de Pittsburg, en Estados Unidos, y publicado en el
Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics,
para combatir la obesidad a partir de los 50 no bastan los métodos
tradicionales sino que hay que introducir cambios en los hábitos
alimenticios.
Por ejemplo, se debe aumentar el consumo de frutas y
verduras, cambiar la carne y el queso por pescados, tomar más cereales y
no consumir fritos. Asimismo, el ejercicio debe ser regular y diario
(se considera una actividad óptima 45 minutos de paseo a buen ritmo. Aún
así, la natación es un excelente ejercicio ya que no produce lesiones a
nivel articular).
Por otro lado, algunas mujeres experimentan
estados de ansiedad, irritabilidad y depresión que pueden dar paso a una mayor ingesta de alimentos, mayor sedentarismo o consumo de medicamentos como antidepresivos que pueden ser los responsables de este aumento. La terapia hormonal sustitutoria también favorece el exceso de peso.
Embarazo
El aumento de peso durante el embarazo es necesario e inevitable. Según se explica en el artículo
La dieta en el embarazo, los responsables son los órganos uterino y de la mujer. Se incrementan unos
12'5
kilogramos totales a causa de: el crecimiento del bebé, el aumento del
pecho, a la palacenta, el líquido amniótico, líquidos maternales, o
reservas de grasa. Ésta, depositada en el abdomen, la espalda,
los muslos y los brazos, se debe a una alteración del metabolismo de los
hidratos de carbono. Pero debería desaparecer en la lactancia.
La razón de un aumento de peso mayor durante el embarazo es que algunas mujeres confunden comer para dos por comer
por dos y
superan las cantidades para
satisfacer las necesidades nutricionales del embarazo. Y se produce un
incremento de peso superior al normal que puede poner en riesgo la salud
del bebé y de la madre.
Depresión
Al igual que las personas que padecen estrés, los individuos que sufren depresión, una enfermedad que
se da más en mujeres, tienen más riesgo de adoptar
hábitos de vida poco saludables, incrementar la ingesta de alimentos y no realizar ninguna actividad física que ayude a compensar el
consumo con el gasto, norma básica para poder gozar de un peso corporal óptimo y frenar la obesidad.
Pero además, algunos estudios han señalado que existe una
conexión genética entre depresión y obesidad. Un estudio publicado en la revista
Molecular Psychiatry señaló que en los pacientes con depresión recurrente existía una relación entre el
gen FTO y
su IMC (Índice de Masa Corporal). En concreto, los investigadores de la
Universidad de Granada observaron que los pacientes con depresión tenía
un IMC más alto y lo atribuyeron a este gen.
TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - ASPE DEL ARROZ DE VICENTE AL PANETTONE DE JUANFRAN,.
En nombre del panettone
(a partir de ahora con una sola 't' por aquello de la ley del mínimo
esfuerzo), se han cometido numerosos crímenes. La pereza que causa una
magdalena (a partir de ahora sin 'g', versión admitida por la RAE, por
la misma razón) de ese tamaño y consistencia va pareja con las
experiencias vividas con este tipo de bollo de origen italiano que, al
parecer, creó un aprendiz para complacer a la hija del maestro pastelero
y obtener así sus favores. Cosa que no sabemos si consiguió. Sabemos
que era de Milán, como los protagonistas de leyendas semejantes a las
que también se atribuye la invención del engrudo.
Esas cosas que dan por ahí y que llaman panetone
son, por regla general, malos bizcochos. Mucha mantequilla y mucha
fruta empalagosa. Para que algunos sean digeribles hay que bañarlos en
un manteo de chocolate muy caliente que camufle el artilugio.
Soy viejo admirador de la finura de la buena madalena y del buen brioche. (¡Ay, aquellos de mi infancia catalana! Granja Caralt en Mataró, Miracle otrosí, Farga
en Salmerón esquina Menéndez Pidal en Barcelona). Cualquier cosa que
cupiera en el interior de los blandos y sabrosos brioches de entonces,
sobrasada por ejemplo, hacía de aquel bocado algo insuperable. Nada que
ver con eso que llaman mediasnoches, que no pasa de ser una imitación
basta y mucho menos gustosa.
Mis grandes amigos del restaurante Ya de Aspe,
Alicante (de las mejores cosas que visitar en el Mediterráneo),
acostumbran a caerse por Sanlúcar todos los veranos a echar un par de
días entre arroces y vasos. Vicente Botella, el maestro
arrocero, trae hasta el sarmiento. Y, por supuesto, el agua. Y
productos de la tierra, que son imbatibles: mojama, morcillas y
capellanes. La pericana (o pipes i carasses) es una excelencia que
confeccionan en esas tierras y que consiste en un capellán (bacaladilla)
seco, mezclado con aceite, pimiento seco y ajo que depositar en una
tostada de pan. Sabor que no deja lugar al olvido. Vicente confecciona
un arroz de factura perfecta: conejo, caracoles, cuatro garbanzos,
romero y perejil, todo tan típico de la comarca del Medio Vinalopó. Y
alguna cosa que igual no cuenta, pero que yo no he pillado en los muchos
años que lleva bajando al calor de la desembocadura del Guadalquivir o
que yo he subido hasta la magnífica Aspe a verle trabajar. Son tipos de
una bonhomía y generosidad demoledoras; tanto que este verano me
enseñaron esa joya deliciosa que es la isla de Tabarca en la que dimos
unas dentelladas inolvidables a tres o cuatro cosas que rozaban la
excelencia. Cosas de comer, se entiende.
Pero se da la circunstancia de que hace
tres o cuatro años se sumó a la expedición el pastelero del pueblo.
Apareció por allí un grandullón sonriente y feliz de nombre Juanfran Asencio que tenía fama de hacer un inimitable panetone.
Juanfran es pastelero desde 1777. Supongo que él no, porque no tiene
aspecto de momia, pero por lo visto su familia sí. De generación en
generación han ido perfeccionando las más diversas técnicas y vive Dios
que les ha cundido. Efectivamente abrió el panetone primorosamente presentado y empaquetado… y se hizo el silencio. Nunca nadie habrá probado nada igual. Jamás. Imposible.
No sé siquiera cómo describirlo:
esponjoso, aromático, de profundo y finísimo sabor. Se come a pellizcos.
Inconmensurable. Es, posiblemente (mejor dicho: probablemente), el
mejor panetone del mundo. El resto de sus especialidades está a
la altura. Ha creado incluso una red de distribución a través de la
Red: lo pides hoy y te llega pasado mañana a cualquier punto de España.
Así que es hora de ir a Aspe. Al arroz del Ya, a por la pastelería entera de Juanfran,
a por la uva de mesa embolsada del Vinalopó, a pasear por el casco
antiguo, a la fiesta de La Jira, a Moros y Cristianos, a curiosear la
comarca. A conocer a gente de primera. Y a no querer probar ninguna
excrecencia más en forma de panetone.
- foto--Carlos Herrera, Juanfran Asencio y el "panettone"