TITULO: CIUDADES DE DESTINO - OURENSE,.
Orense - foto,.
Orense4 (en
gallego y oficialmente
Ourense)
5 es una ciudad y municipio
español, capital de la
provincia de Orense (
Galicia). Es el tercer municipio gallego por población después de
Vigo y
La Coruña, y el más poblado del interior de Galicia, con 105 893 habitantes según datos del
INE para
2016.
6 Está situada en el sureste de
Galicia y es atravesada por el
río Miño.
Historia
Prehistoria y antigüedad
El
valle del Miño en la zona de Orense ya estaba habitado en la época
castreña como prueban los asentamientos del Castro de Oira, San Tomé y
Valdegola así como el asentamiento originario en las proximidades de As
Burgas, las fuentes de agua termal en torno a las cuales se conformó la
ciudad romana.
El origen de la ciudad es romano, aunque existen dudas sobre la
etimología del topónimo Orense. La primera teoría señala que fue
bautizada por los romanos posiblemente como «La ciudad del
oro» (
Auriense) por su enorme abundancia de este metal, lo que la convirtió en una importante ciudad de la provincia romana de
Hispania
hasta que se agotaron sus reservas del apreciado metal dorado, que se
podía encontrar en el curso del propio río Miño. Otra teoría postula que
el nombre de la ciudad proviniera del latín
aquae urente («aguas abrasadoras»), o del germánico
warmsee («lago caliente»), por sus conocidas fuentes de aguas termales, conocidas como
Burgas (nombre derivado del
bajo latín burca, que significa pila).
No obstante esta discusión lo cierto es que durante la época
romana se construyó un puente sobre el Miño, protegido por una pequeña
guarnición, que formaba parte de un ramal de la Vía XVIII que unía
Brácara Augusta y
Asturica Augusta y que el núcleo de población se hallaba en el entorno de la actual plaza Mayor.
Edad Media
Después
de la dominación romana, Orense siguió siendo una ciudad importante
debido al puente sobre el río Miño, cuyos pilares todavía son romanos y
que ha sido reconstruido múltiples veces a los largo de la historia.
Esta situación estratégica hicieron de la ciudad un importante núcleo
comercial desde la
Edad Media.
Durante la época sueva se supone que la ciudad llegó ser corte real durante el reinado de
Karriarico y
Teodomiro, que ordenó la edificación de la primera iglesia en honor de
san Martín de Tours,
patrón de la ciudad, agradecido por la curación de uno de sus hijos.
Una vez unido el reino suevo al visigodo se produce un vacío documental.
En la
Hispania visigoda fue
sede episcopal de la
Iglesia católica, sufragánea de la
archidiócesis de Braga que comprendía la antigua provincia romana de
Gallaecia en la
diócesis de Hispania.
Se supone que sufrió las incursiones de árabes y normandos en el
siglo X y
XI, tras el cual, se inicia una lenta recuperación.
Detalle del pórtico del Paraíso, en la catedral
En
1084,
el obispo Ederonio restaura la entonces catedral, hoy iglesia de Santa
María Madre sobre las ruinas de la antigua, consagrándose poco después
la actual dedicada a San Martín de Tours.
Singular importancia tuvieron los obispos don Diego Velasco que consiguió de Doña Teresa de
Portugal la jurisdicción de la ciudad para el obispo y a sus sucesores en
1122,
que ostentarían hasta 1628. Es en esta época cuando aparece la primera
mención al Concejo, la historia medieval orensana está marcada por los
diferentes obispos entre los que destacan Pedro Seguín y obispo don
Lorenzo que realizó importantes obras de consolidación del puente romano
que amenazaba ruina.
Y a finales del siglo XII los obispos de Orense ordenaron edificar la fortaleza de
Castelo Ramiro,
que está situada sobre un monte desde el que se domina la ciudad y
desde donde podían controlar la entrada y salida de personas y
mercancías en Orense, aunque dicha fortaleza fue derribada por orden de
los
Reyes Católicos en 1486.
Acontecimientos importantes en la vida de la ciudad en el medievo
fueron la ocupación del duque de Lancaster, que se proclamó en Orense
rey de Castilla; la segunda revuelta irmandiña (1468) y ya en 1501 la
entrevista que sostuvieron
Felipe el Hermoso y
doña Juana con el
cardenal Cisneros.
Edades moderna y contemporánea
Durante
los siglos XVII y XVIII la ciudad vive un apacible letargo solo roto
por la Iglesia que realiza diversas obras unas a instancias de los
obispos y otras por órdenes religiosas como los jesuitas que se instalan
en la ciudad a mediados del siglo XVII.
A principios del siglo XIX, Orense es una pequeña ciudad poblada
principalmente por hidalgos, artesanos y religiosos destacando la figura
del Cardenal Quevedo que forma parte de las
Cortes de Cádiz.
La designación como capital provincial impulsa la aparición de una
nueva clase funcionarial hasta que la llegada del ferrocarril desde
Vigo
de un definitivo empujón a la ciudad que verá la consolidación de una
nueva clase: la burguesa formada principalmente por emigrantes
castellanos como los De las Cuevas, Pérez, Romero, Villanueva que
dominarán el panorama político y económico de la ciudad hasta bien
entrado el siglo XX., etc.
TITULO: Caminando bajo el sol,.
foto ,. Bajo el sol del mediodía, un senderillo de
angosta figura se abrazó al posesivo calor retenido en el aire. A unos
pocos metros de distancia, recorría unos surcos húmedos, un turbio canal
de regadío; alimento insaciable de los viejos sauces. La maleza
dormitaba al son del susurro esparcido por la brisa y unas manos de
labores y grietas, se entrelazaron y se cortejaron bajo la presión
sudorosa.
De pronto la quietud del campo estalló.
- ¿Quiénes son ustedes? Preguntó de un salto, el hombre asustado.
- ¡ Levántense y pongan sus nalgas perezosas a caminar! - Respondió una voz áspera y ronca.
-
¡Juan!, susurro la mujer, ¡mejor es hacer lo que ellos dicen! Y se
fueron a prisa, presionados por unas varillas que el hombre les
enterraba en sus espaldas. Los matorrales apretados que cubrían el
sendero, iban a la par tatuando las curtidas piernas descubiertas. Así
fueron conducidos hasta un establo abandonado.
- ¡Entren! Les gritó
un hombre gordo, de bigotes delgados y de un empujón los mandó a
aterrizar sobre el heno esparcido en la tierra. Cercano a la puerta se
encontraba un banquillo y sobre él, se vislumbraba una empolvada lámpara
de aceite, con su mecha blanca y el interior vacío.
- ¡Acuéstate!
Levantó la voz una mujer de aspecto desgarbado, al ver que Juan,
comenzaba a reincorporarse de su inevitable caída. En ese instante, el
hombre de bigotes, dio un salto inesperado y se abalanzó sobre él,
propinándole un certero golpe que lo dejó sin sentido. El sujeto
aprovechó ese instante para abrirle la boca con sus dedos macizos. En
seguida puso sus labios sobre los de Juan y aspiró su aliento, hasta el
punto en que Juan perdió el color que contiene la vida.
- ¿Qué le hacen a mi Juancho? Gimió la mujer aterrada, mientras el miedo recorrió sus ojos atónitos.
- ¡Cállate! Sentenció la voz cortante, que estaba junto al agresor. Y le clavó una mirada amenazante.
La mujer lloró y se desvaneció.
Juan se había quedado dormido a los segundos, los minutos, a la vida.
El
hombre de bigotes se puso entonces de pie y acercándose con cuidado a
la lámpara de aceite, la tomó entre sus manos insidiosas y puso sus
labios sobre la boca de la botella para insuflar en su interior, el
aliento extraído. A medida que lo iba depositando dentro de la vasija,
esta se fue llenando de un líquido aceitoso color ocre. Seguido, su
compañera sacó del bolsillo de su pantalón, una caja de cerillos y
prendió la mecha. Ambos contemplaron satisfechos el resplandor de la
luz.
Después de un rato, salieron del viejo establo y se fueron caminando bajo sol por el campo hacia los cerros.
La
mujer abandonada, le lloró al establo, le lloró a la tierra confundida
con el heno y al cuerpo tan amado de Juancho, que tantas veces le había
cantado coplas, bajo las sombras de los viejos sauces.
Mientras la mecha permaneciera encendida, Juan aún estaría de alguna manera junto a ella.