A ESTUDIAR - Elena Campos: «La región es también granero de científicos»,.
A ESTUDIAR - Elena Campos: «La región es también granero de científicos», fotos.
Aquí
ven, junto a estas líneas, a Elena Campos Sánchez (Serradilla, 1987)
ante su microscopio y sus probetas. Esa imagen tomada por el fotógrafo
Lorenzo Cordero dice la verdad sobre ella porque es una científica
brillante que trabaja en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa,
del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), es decir,
trabaja en uno de los organismos más reputados de la institución que es
la joya de la corona de la investigación española. Elena logró entrar en
el Severo Ochoa, además, antes de licenciarse en Biotecnología al ganar
una beca, y allí ha hecho su doctorado y su carrera profesional. Nadie
le ha regalado nada: ha estudiado con beca desde siempre (su padre es
albañil y su madre ama de casa) y siempre en centros públicos, primero
en el colegio Santísimo Cristo de la Victoria, en Serradilla; después en
el instituto Gabriel y Galán de Plasencia y más tarde en la Universidad
de Salamanca. Elena Campos investiga si existen mecanismos
alternativos, además de los que se conocen, que tengan una función en la
inmunidad de algunas personas frente a infecciones. Descubrir ese
mecanismo sería decisivo para mejorar el sistema de vacunas.
Pero esta imagen de Elena Campos
investigadora, aunque verdadera, no dice toda la verdad sobre ella.
Porque su compromiso con el microscopio, con el trabajo diario, es sólo
una parte de su posición social como científica. Consciente de que
también en el campo de la ciencia ha irrumpido con fuerza la información
falsa, se ha convertido en una de las voces científicas españolas más
enérgicas contra la superchería y preside la Asociación para Proteger al
Enfermo de Terapias Pseudocientíficas, un colectivo que está plantando
cara a los engaños que pretenden hacer creer, entre otras cosas, que las
vacunas matan más que previenen de enfermedades que pueden matarnos o
que el cáncer es un asunto psicológico que puede ser vencido por
tratamientos milagrosos. Pseudoterapias que lo único que suponen, en el
mejor de los casos, es quebranto económico; y en el peor, la pérdida de
la salud y, a veces, de la propia vida de quienes las padecen, de lo
cual hay cada vez más testimonios.
Pero Elena Campos es, además de
todo esto, una mujer extremeña que ama a su tierra y que, aunque
viviendo en Madrid, siempre tiene tiempo para colaborar en difundirla y
hacerla más grande desde la Casa de Extremadura en Coslada, con la que
colabora desde hace años, o llevando el CSIC al colegio de su pueblo
para que si hay alguna vocación científica entre los alumnos no deje,
como en su caso, de tener la oportunidad de que despierte. Esta
entrevista , de acuerdo con el día en que estamos, gira en torno a la
relación de esta científica con Extremadura.
-¿Qué es para usted Extremadura?
-Además
de lo obvio, es de ser la tierra en que nací, es el sitio donde aprendí
la significación de las cosas que más importan: el significado de la
familia; de la amistad, del esfuerzo. Y es también el sitio donde
necesito volver con frecuencia. No quiero que suene a tópico pero para
mí Extremadura es mi refugio. Yo soy una ciudadana del mundo. Me gusta
viajar y lo necesito, pero en Serradilla, y con mi familia y con mis
paisanos, encuentro el sitio ideal tanto para cuando te sientes sola
como cuando tienes alegrías que compartir.
-Dice que necesita venir a Serradilla con frecuencia. ¿Con cuánta frecuencia?
-Siempre
que podemos. Y hablo en plural porque también viene mi pareja, que
aunque no es extremeño es como si lo fuera. Yo también voy a su pueblo.
Ese 'siempre que podemos' de que le hablo tiene dos condicionantes: el
trabajo de cada uno y las condiciones en que tenemos que hacer el viaje.
El tren sería una opción muy buena para llegar a Serradilla desde
Madrid, pero hacer ese viaje supone seis horas, que es una locura. Y
aprovecho para decir que es una imperiosa necesidad que Extremadura esté
mejor comunicada. Está muy bien que en Extremadura guardemos las
esencias, pero es una tragedia que muchas veces sea porque estamos
impedidos para darlas a conocer. Yo tardo menos en llegar a Canarias que
a mi pueblo.
-Usted estudió siempre en centros públicos. Antes
de estudiar Biotecnología en la Universidad de Salamanca estudió en el
colegio de su pueblo y en el instituto Gabriel y Galán de Plasencia.
¿Qué opinión le merece la enseñanza pública en Extremadura?
-No
tendría inconveniente en calificarla, pero creo mejor hacerlo por mis
resultados académicos. Viniendo de Extremadura accedí a Biotecnología en
Salamanca, que es la carrera que exige la mayor nota de Selectividad de
todas; viniendo de Extremadura no bajé de sobresaliente en toda la
carrera; el doctorado lo terminé con una nota de 'cum laude' y con
sobresaliente los tres másteres que he hecho. Menciono esto porque no
podría tener ni la menor queja de la enseñanza pública que recibí en
Extremadura. Si tuviera hijos, mis planes es que mis hijos fueran a
colegios públicos, que serían los de Extremadura si viviera allí. Me
parece una incongruencia exigir al Gobierno la mejor educación pública y
después llevar a nuestros hijos a un centro concertado o privado porque
creemos que son mejores que los públicos.
-Usted trabaja en un centro puntero, el Severo Ochoa de Biología Molecular. ¿Desde esa atalaya se ve ciencia en Extremadura?
-En
este mismo centro hay varias científicas extremeñas y también conozco a
otros científicos de nuestra región, pero he de reconocer que casi
todos están fuera. Lo que quiero decir es que conozco más científicos
extremeños que ciencia desde Extremadura, aunque tengamos centros de
excelencia como el de Cirugía de Mínima Invasión de Cáceres. Puede que
falte financiación de proyectos y que también en ciencia Extremadura es
una región olvidada y la industria, en lugar de situar allí sus
proyectos lo hace en otras regiones, de manera que Extremadura es
también un granero de científicos que se van fuera. No veo una masa
crítica que destaque por encima de otras autonomías.
-Usted es la
presidenta de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias
Pseudocientíficas. Su asociación está pendiente de la difusión en
cualquier lugar de España y en cursos, talleres, conferencias..., de
contenidos que son engaños aunque aparenten ser científicos. En muchas
ocasiones los medios informativos recibimos desde su asociación alertas
de estas actividades fraudulentas. ¿Son frecuentes en Extremadura?
-Extremadura
es una de las regiones desde las que nos llegan menos denuncias de este
tipo de actividades. Esto es positivo. Además, he visto que en los
centros de salud, el SES avisa a los usuarios del fraude de la compra de
medicamentos por internet, lo cual es también otro elemento
esperanzador. Y siempre que hemos tenido noticia y hemos hablado con los
organizadores de esas actividades se nos ha recibido bien, han sido
conscientes de que estaban cometiendo un error por desconocimiento y se
ha solucionado a tiempo, con lo cual también puedo decir que Extremadura
no es un nicho de falsas terapias y falsa ciencia. No es, desde luego,
una zona que destaque por este tipo de fraudes.
-¿Ejerce de extremeña en Madrid?
-Por
supuesto. Yo digo que soy extremeña siempre que puedo y me enorgullezco
de ser de Extremadura a la más mínima ocasión. Y siempre estoy
disponible para aportar mi grano de arena en ese objetivo. Llevo
colaborando con la Casa de Extremadura en Coslada desde hace años, en el
programa de actividades que organiza para la Semana de la Ciencia de la
Comunidad de Madrid y en la que también participa el departamento de
Cultura Científica del Severo Ochoa, cuyo director, José Antonio López
Guerrero, también es extremeño, de Esparragalejo, aunque naciera en
Alemania porque su familia emigró. José Antonio López es uno de los
grandes divulgadores científicos españoles a través de sus programas en
Radio Nacional, en los que a veces participo.
- Por lo que dice interpreto que también le gusta divulgar la ciencia.
-Me
encanta. Además de lo que hago en la Casa de Extremadura en Coslada, he
llevado durante tres años talleres del CSIC al colegio de Serradilla.
Expertos del Consejo en diferentes materias fueron al colegio donde yo
recibí las primeras letras y en el que hay pocas oportunidades para que
los alumnos contacten con científicos en activo. Hicimos cosas que les
resultaran atractivas y sorprendentes a los niños, como extraer ADN de
la saliva o como explicarles la manera en que incide la química en
nuestras vidas o cómo se investigan los virus. Yo les expliqué cómo se
trabaja en un laboratorio, con los microscopios y el animalario... Todo
ello para despertarles la curiosidad. Quién sabe si de esas charlas
surge una vocación científica. La última vez que estuvimos una chica se
acercó al final de la charla y nos dijo que tenía dudas sobre qué
estudiar, pero que la habíamos entusiasmado y que quería hacer
investigación. Me llenó de alegría porque me vi un poco en ella. Yo
siempre quise ser investigadora y qué quiere que le diga, para mí sería
un orgullo si en mi pueblo surge una científica porque investigadores
del CISC dieron unas conferencias divulgativas que yo contribuí a que se
celebrasen.
-¿Si tuviera una posibilidad de trabajar en su campo
en Extremadura lo haría? ¿Sería decisivo para usted poder volver a su
tierra?
-No. Si tuviera que trasladarme de mi trabajo actual no
sería decisivo el lugar de destino, sino las condiciones profesionales.
Si en Extremadura hubiera grupos de investigación punteros o centros
punteros con buena financiación que implicase estabilidad profesional,
me trasladaría sin duda. A mí me gustaría mucho volver a Extremadura,
pero necesito un sueldo para vivir. Si Extremadura fuera una región
inversora en investigación y que asegurase estabilidad, no le quepa duda
de que estaría ahí.
-¿Si tuviera hijos le gustaría que fueran extremeños?
-Tengo
una idea romántica de eso, condicionada porque mi infancia la pasé en
un pueblo. Eso es importante. Vivir una infancia en un pueblo como el
mío es un privilegio. Yo iba con mis abuelos, con sus ovejas, sus
cabras. Cuidaba los conejos, le daba de comer a las gallinas. He dado
biberones a jabalíes... Me gustaría que mis hijos vivieran esas
experiencias, no sólo porque son inolvidables y que ponen los pies en el
suelo, sino porque le hacen ver a uno la realidad del campo, del mundo
rural, que es muy distinta que la que nos quieren vender los hipócritas
falsos rurales que nos quieren hacer creer que un huerto urbano puede
sustituir a un huerto o que la leche cruda es más sana que la hervida,
pasteurizada y pasada por Sanidad. El campo es insustituible. El
silencio de Serradilla, que es una de las cosas que más echo de menos,
no se puede sustituir por nada en Madrid.
-No sé si es una
apreciación mía errónea, pero a lo largo de esta entrevista y por la
manera en que habla he llegado a la conclusión de que para usted
Extremadura es, sobre todo, emoción: el sitio donde ha sido, y es,
feliz.
-Efectivamente. Pero no solo por mis vivencias personales
que han sido siempre muy dichosas, sino por el carácter de la gente. A
mí me emociona la humildad de mis paisanos, el respeto por los demás.
Ese trato cercano, cálido, que dan a todo el mundo y que no se aprecia
en tanta gente ni en tantas zonas. Lo echo mucho de menos cuando estoy
lejos de mi pueblo.
-¿Sin embargo, no cree que la humildad de la
que habla, ese carácter cálido de los extremeños, se nos ha vuelto en
contra cuando han llegado momentos en que lo que tocaba era exigir?
-
También es cierto esto que dice. Siempre nos hemos callado y aguantado
con todo. Y necesitamos hacernos visibles. Necesitamos reunir fuerzas
para romper la invisibilidad. Quizás el tópico de que fuimos
conquistadores, de que tuvimos fuerzas para cruzar el Océano y
enfrentarnos a una tierra desconocida, podría servirnos de referencia
para juntarnos más, para mostrar nuestro orgullo y nuestro empuje, sin
ningún tipo de nacionalismo sino con la firme voluntad de compartir.
TITULO: Tío Pepe. Un icono de más de 80 años,.
Tío Pepe. Un icono de más de 80 años,fotos.
El nombre de Luis Pérez Solero, posiblemente, resultará
desconocido para muchos. Este burgalés nació hace más de un siglo, en
1892, y a él se debe el diseño de uno de los iconos gràficos que más se
ha exportado fuera de España: Tío Pepe.
Cuando
se habla de los pioneros españoles en el ámbito de la publicidad y la
relaciones públicas, la figura de Luis Pérez Solero encabeza la lista
(también su hermano Ricardo). Dibujante, músico y poeta, fundó en San
Sebastián en el año 1929 Impera SL, posiblemente una de las Agencias de
Publicidad más antiguas de España. Cinco años más tarde fue contratado
por la empresa jerezana González Byass para dirigir la publicidad de la
marca hasta 1964.
Muchos
de los eslóganes de González Byass se hicieron populares entonces:
«Para excelencia González Byass» o «Un vino de Jerez, cualquiera; pero
si es de González Byass, mucho mejor todavía» son dos ejemplos; pero si
algo le hizo famoso fue la ‘humanización’ que hizo en el año 1935 de la
botella del Tío Pepe, a la que puso traje y sombrero cordobés de color
rojo acompañado de una guitarra y la dotó del eslogan «Sol de Andalucía
embotellado». El encargo tuvo motivo por el centenario de la fundación
de la bodega González Byass que fue fundada en 1835. Con su particular
facilidad para la pluma y el verso, Pérez Solero describió así su
creación:
«Veréis con qué sencillez me dieron forma en Jerez:
Embotellaron el sol de Andalucía, primero;
me pusieron una chupa, la guitarra y un sombrero;
¡y así nació el Tío Pepe, lleno de gracia y salero!
¡¡Ya veis con qué sencillez,/ se viste un vino en Jerez!!»
Desde
1935 y hasta 2011, el gran luminoso de Tío Pepe se ha podido ver en la
Puerta del Sol de Madrid, en el ático del desaparecido Hotel Paris en la
esquina entre la calle de Alcalá y la carrera de San Jerónimo. Este ha
sido el único anuncio que ha permanecido en la misma ubicación por
decisión del Ayuntamiento de Madrid, como patrimonio de la ciudad,
evitando la ordenanza de contaminación lumínica. Así, el 12 de mayo de
2010, el luminoso era indultado por Alberto Ruiz-Gallardón, por entonces
alcalde de Madrid. Sin embargo, el anuncio fue retirado en abril de
2011 tras la compra del edificio por Apple y el inicio de las reformas
del edificio. Ahora, este 2013 el Tío Pepe vuelve a alumbrar en Puerta
del Sol, pero su ubicación será otra distinta, en el tejado del número
11 de la plaza.
Luis Pérez Solero murió en 1968. Sus dos hijos,
Ricardo y José Luis, continuaron en la actividad publicitaria a través
de la Agencia de Publicidad Rasgo, fundada en 1947 y que posteriormente
se asociaría a la multinacional americana Grey hasta finales de los años
70. Muchos de sus nietos y bisnietos siguen ligados al mundo de la
publicidad.