TITULO: Metrópolis - Licencia para matar ,.
El lunes -20- Junio , los lunes a partir de las 00:30, en La2, fotos,.
Licencia para matar,.
foto / Este título hará recordar la película británica del famoso agente 007. Pero no es precisamente ficción el tema que hoy nos ocupa. Resulta que así como si tal cosa se acaba de aprobar en el Congreso un proyecto de ley de reproducción asistida que, en el fondo, es un lobo con piel de corderito. Se nos quiere vender el engañoso concepto de "preembrión" sabiendo que científicamente se trata de una persona humana con todas las de la ley. Aunque es otra ley bien diferente la que se nos propone: una ley que da licencia para matar vidas humanas en gestación con el maquillaje de pretendidos fines terapéuticos.
Extraña comprensión de lo terapéutico si para vestir un santo tenemos que desvestir a otro. Mucho me temo que el mal llamado "preembrión" no daría permiso (si pudiera hablar) para curar la enfermedad de alguien a costa de ser liquidado una vez que se ha extraído de él la pieza de recambio que necesitaba. No nos engañemos, en definitiva se trata de eso: "producir" vidas humanas de "usar y tirar". Y ya sé que este no es el lenguaje políticamente correcto con el que nuestros mandatarios tratan de justificar el mencionado proyecto de ley. Si ya era preocupante que no falte quien se dedique a la ciencia sin conciencia, más lo es ahora el ver que buena parte de nuestros políticos no sean tampoco un gremio mucho más honesto a la hora de velar por los límites necesarios en la intervención sobre el ser humano. Considero que un uso positivo de la ciencia y la técnica al servicio del hombre no significa que los ciudadanos demos carta blanca a biólogos y políticos para que actúen a sus anchas.
Hace unos días nuestro paisano y escritor, Juan Manuel de Prada, ponía el dedo en la llaga al advertir "que esta concepción puramente utilitarista de la vida nos pasará, a la larga, factura. Al negar los conceptos más elementales sobre los que se sustenta la dignidad humana, estamos inflingiéndonos un daño sin reparación posible". Y añade: "podemos alegar coartadas pretendidamente altruistas para justificar ese ataque a la dignidad humana; pero las acciones moralmente erróneas aunque puedan parecer útiles en un principio, acaban arrastrándonos inexorablemente a la ruina" (ABC, 19-II-2006).
Quizá no estaría de más, me atrevo a proponer desde aquí, que el Club-La Opinión de Zamora invitase de nuevo al prestigioso profesor de bioética, José Román Flecha, para quitarnos la venda de los ojos en este asunto. Sabemos, quienes hemos sido sus alumnos en Salamanca y otros muchos zamoranos que le conocéis, que él sabrá hacerlo con la calidad y calidez de sus palabras.
TITULO: DIAS DE TOROS - José María Garzón presenta en Gijón la feria de Santander como “una reivindicación de la libertad” ,.
foto / Dávila Miura se vestirá de luces para celebrar el 25 aniversario de su alternativa, y Ginés Marín se encerrará con seis toros de distintas ganaderías,.
“Este es un acto de reivindicación de la libertad en la fiesta de los toros; estamos aquí para demostrar nuestro compromiso por la tauromaquia y apoyar a los aficionados y aficionadas de Gijón y decirles que la plaza de Santander y su Feria de Santiago también es su feria. Los ataques que sufre la fiesta en esta ciudad no es un ataque al mundo del toro, sino un ataque también a la libertad individual de las personas”.
Así se expresó el empresario taurino José María Garzón en el reciente acto de presentación de la próxima Feria de Santiago de Santander, que se celebrará del 23 al 29 de julio y contará con cinco corridas de toros, un espectáculo de rejoneo y una novillada.
La presentación de los carteles se celebró en el palacio de congresos Luis Adaro de Gijón, y contó con la asistencia de la alcaldesa de Santander, Gema Igual, el diestro Dávila Miura, que reaparecerá por un día en la feria para celebrar el 25 aniversario de su alternativa, y numerosos aficionados, según un comunicado de Lances de Futuro, la empresa que dirige Garzón y gestiona la plaza santanderina.
Por su parte, la alcaldesa también se unió a la defensa de la fiesta de los toros “por su tradición, por su arraigo, por su cultura y por el impacto económico que tienen en la ciudad de Santander durante su feria, y, sobre todo, por ley que configura a la tauromaquia como un patrimonio cultural digno de protección en todo el territorio nacional”.
José María Garzón anunció, finalmente, que pondrá a disposición de los aficionados de Gijón autobuses gratis para acudir a los toros a Santander.
Las combinaciones de los carteles son las siguientes:
Sábado, 23 de julio. Alejandro Talavante, Pablo Aguado y la alternativa de Manuel Diosleguarde (toros de Torrealta).
Domingo, 24. Novillada. Víctor Hernández, Isaac Fonseca y Marcos Linares (reses del hierro de Núñez de Tarifa).
Lunes, 25. Morante de la Puebla, Diego Urdiales y Juan Ortega (toros de Juan Pedro Domecq).
Martes, 26. Ginés Marín, en solitario (toros de las ganaderías de Juan Pedro Domecq, Pallarés, Antonio Bañuelos, Vegahermosa, Domingo Hernández y El Parralejo).
Miércoles, 27. Reaparición de Dávila Miura, que vuelve por un día para conmemorar su 25 aniversario como matador de toros. Compartirá el paseíllo con El Juli y Roca Rey en un encierro de El Puerto de San Lorenzo.
Jueves, 28. Espectáculo de rejoneo. Sergio Galán, Leonardo Hernández y Guillermo Hermoso de Mendoza (toros de Los Espartales).
Viernes, 29. Antonio Ferrera, Miguel Ángel Perera y José Garrido (toros de La Quinta).
TITULO: Retratos con alma - La libertad del periodismo,.
La periodista Isabel Gemio regresa a la televisión para presentar 'Retratos con alma', el nuevo programa producido por RTVE en colaboración,.
Lunes-20- Junio - a las 22:40 horas en La 1 / foto.
La libertad del periodismo,.
El próximo tres de mayo se conmemora el día de la libertad de prensa. Una jornada que debe servir para proclamar que la información es un bien de todos y absolutamente necesaria en nuestras democracias. Pero también para plantearnos cuestiones claves: ¿Actualmente contamos con la libertad de prensa que necesitamos? ¿Disponemos del periodismo capaz de potenciar la legibilidad de la sociedad y de fortalecer nuestra convivencia democrática? ¿O estamos debilitando la fuerza liberadora que debería tener el periodismo en nuestras democracias?
En 1991, cuando la UNESCO consagró esta conmemoración, las perspectivas sobre la prensa eran optimistas. Se percibía una expansión democrática mundial. Había terminado el apartheid de Sudáfrica, y la caída del muro de Berlín y el nacimiento de la Web daban alas a la esperanza. Sin embargo, treinta años después, tras múltiples guerras, la explosión del terrorismo internacional, la crisis de 2008 y, sobre todo, con el actual ambiente pandémico que reina en la esfera pública, cunde el pesimismo y el escepticismo ante el periodismo es general.
Baste leer los últimos informes internacionales de Reporteros sin Fronteras, los de la UE sobre el pluralismo mediático o la preocupación que expresa la Comisión Europea ante el resurgimiento de los bulos y el lenguaje del odio. La nueva economía digital y la superabundancia informativa que prometía tanta libertad parece, sin embargo, que ha sido responsable de la ruina de muchas empresas periodísticas y del creciente descrédito del periodismo en muchos países.
Muchas de las mejores empresas periodísticas que habían crecido durante décadas ofrecen ahora signos inequívocos de perder fuelle. Con menos ingresos publicitarios y suscripciones, pierden recursos, despiden periodistas, zigzaguean en sus líneas editoriales, hacen enormes concesiones a las redes sociales y su influencia social languidece mientras sobreviven agónicamente. Es como si el nuevo mundo digital les hubiera desconectado del flujo vital que mantenían con sus audiencias y les hubiese dejado completamente a la intemperie.
Como consecuencia de ello, el periodismo se debilita. Los y las periodistas se resienten cada vez más de la endémica precariedad laboral a la que se les somete. Luchan en una batalla casi imposible por conseguir la atención de un público cada vez más volátil y se encuentran en situación de debilidad palpable frente a las grandes plataformas digitales. En general, no logran encontrar el sosiego público y la profundidad que suelen acompañar al periodismo crítico y de calidad.
Por si fuera poco, en 2020 la pandemia ha empeorado casi todo. El último informe de RSF indica que la pérdida de libertades en el periodismo ha sido generalizada. El confinamiento y la distancia social impuesta aleja a los reporteros del terreno de los hechos y da alas a la censura fáctica de los diversos poderes. Además, ha aumentado el miedo de la ciudadanía y de buena parte de los periodistas ante la esfera pública. No solo miedo en sentido físico -porque son acosados de hecho en cualquier lugar- sino en sentido moral: cuando el acoso proviene de las redes sociales.
Y, como se sabe, no hay peor obstáculo hacia la libertad de pensamiento y expresión que el miedo.
Sumemos a todo esto la creciente fragilidad con que los y las periodistas viven su profesión. Como la ONU y muchas ONGs vienen denunciando desde hace años, su riesgo físico aumenta y cada vez son más víctimas de asesinatos perpetrados por señores de la guerra, el narcotráfico, las mafias organizadas, etc. Pero lo más preocupante es que esto no sucede ya solo en países de escaso desarrollo democrático, sino que empieza a suceder también en aquellos otros en los que la democracia parecía haberse consolidado.
Porque la polarización social y política tiende a colocar a los y las periodistas en la diana del linchamiento. Son muchos los líderes políticos que usando su posición privilegiada han iniciado una encarnizada batalla contra ellos y contra los medios. Trump, sin duda, ha sido el paradigma pero no el único. Su método, conocido, consistía en acusar y señalar a periodistas y medios concretos para alentar su posterior acoso en las redes. Con ello, no solo amedrentaba a las personas concretas, sino que organizaba persecuciones ejemplarizantes que aumentaban el descrédito del periodismo y de todo lo público.
En este contexto, los caminos para sostener la libertad de prensa no son muchos y todos ellos pasan por empoderar a los periodistas y a la ciudadanía, desde la base.
En primer lugar, se trata de preservar la libertad, algo fundamental para proteger la iniciativa de los periodistas que ejercen su trabajo sobre el terreno. Importan aquí su seguridad física tanto como su dignidad moral y profesional. Hay que protegerlos contra las amenazas físicas que padecen (y acabar con la impunidad de quienes las alimentan) pero también poner fin a los múltiples atentados contra su dignidad profesional (lo que incluye luchar contra la precariedad laboral), contra su honor y su intimidad.
En segundo lugar, se trata de fortalecer la independencia de los medios, especialmente la de los públicos, cuyas obligaciones de servicio son más exigentes y amplias que la de los privados. En esto los poderes políticos tienen mucho que hacer garantizando el pluralismo, la diversidad y el respeto proactivo hacia a la libertad de expresión.
Finalmente es preciso empoderar a la ciudadanía aumentando su conciencia crítica. Y hacerlo desde la familia y desde la escuela (y constantemente) promoviendo lo que ha venido en llamarse alfabetización mediática.
En esencia se trata de asentar en la conciencia de todos la idea de que no podemos abandonar nunca la búsqueda de la verdad -por difícil y compleja que resulte- so pena de destruir la democracia y la idea de que el periodismo (y el periodismo de calidad) es una de las vías -y decisiva- para buscar esa verdad.