Los delfines 'conversan', se comunican
entre sí de una forma más sofisticada que la mayoría de los animales.
¿Pero qué se dicen? El ser humano lleva 60 años intentando traducir su
complejo lenguaje. Nuevas investigaciones apuntan a que podríamos llegar
a entendernos con estos cetáceos.
La historia de la biología puede estar cambiando en la isla de Roatán (Honduras). Dos delfines,
bautizados Hector y Han, hacen algo que tiene pasmados a los científicos del Instituto de Ciencias Marinas.
Los
delfines en cuestión han aprendido decenas de maniobras, las típicas
que se enseñan en los delfinarios para entretener a los turistas y que
implican saltos, equilibrios, inmersiones, juegos con pelotas... Pero lo
asombroso viene cuando
su entrenador les hace una seña que significa «improvisad». O dicho de otro modo, de todas las acrobacias que sabéis, elegid una, la que os venga en gana.
Los
delfines se toman entonces su tiempo debajo del agua. Parecen
conversar. Un psicólogo comparativo, con equipo submarino de grabación,
registra lo que están parloteando.
De repente, emergen y ambos realizan al unísono la misma pirueta, que es diferente en cada sesión. ¿Se
ponen de acuerdo? Si es así, sería la prueba de que estos cetáceos
hablan un lenguaje complejo. Un idioma que los seres humanos llevan 60
años intentando traducir.
Descifrando el 'delfinés'
El
debate científico sobre cuáles deben ser nuestras expectativas a la
hora de abordar el estudio de la inteligencia de los delfines se ha
polarizado en los últimos años. Una corriente es optimista. Stan Kuczaj,
el psicólogo que trabaja con Hector y Han, cree que
estamos a punto de dar un paso de gigante en nuestra comunicación con estos mamíferos marinos.
Para Kuczaj, estaríamos en la víspera de un momento tan decisivo como
el que supuso la traducción de la piedra de Rosetta para la arqueología o
el descifrado de la máquina Enigma para la criptografía. Y basa su
optimismo en el perfeccionamiento de dos herramientas novedosas. La
tecnología de grabación de sonidos de alta frecuencia, que solo tiene
una década. Y la minería de datos para filtrar esos resultados y
analizarlos, que apenas tiene dos años.
Incluso los chicos de
Google se han involucrado, según desvela National Geographic. Thad
Starner, responsable de las Google Glass, colabora con la bióloga Denise
Herzing en un prototipo de traducción simultánea del 'delfinés'.
Herzing, conocida como la Jane Goodall de los mares, aporta miles de
horas de grabaciones submarinas de 'conversaciones' entre delfines. Y
Starner, experto en computación,
el algoritmo de búsqueda capaz de hallar significados en una base de datos tan opaca y sin pistas para relacionar elementos.
Aunque aseguran que ya han traducido un silbido emitido por un delfín y
que significaría 'sargazo' (un alga), la comunidad científica se tomó
el anuncio con cautela.
Otra corriente es más escéptica. «Sí,
tienen vidas sociales complejas. Su ritmo cardíaco se incrementa cuando
se percatan de que un miembro de su familia está sufriendo. Dan la
alarma en caso de amenaza. Y los experimentos han demostrado que pueden
anticipar eventos futuros explica el zoólogo Justin Gregg. Pero todo eso
también lo hacen los pollos».
Inteligencia alienígena
La
bióloga Liz Hawkings discrepa: «Son animales salvajes y, en general,
los animales salvajes solo emiten sonidos o transmiten información que
es esencial para su supervivencia. Pero en el caso de los delfines, esta
comunicación es mucho más sofisticada de lo que se creía». Por eso
sostiene Hawkings, resulta tan difícil de traducir.
A la
sofisticación se añade otra dificultad. La inteligencia de los delfines
no está emparentada con la humana. No son primates. Evolutivamente, no
somos de la familia. Según el escritor científico Joshua Foer,
un
delfín es lo más parecido a un extraterrestre, a una inteligencia
alienígena. Los delfines 'ven' con el oído, con un sónar biológico tan
efectivo como los rayos X, capaz de penetrar a través de los
objetos. Su sistema de ecolocación es más sofisticado que el de los
submarinos nucleares. Solo duermen con la mitad del cerebro y pueden
estar despiertos y alerta durante quince días seguidos...
Pero una de las cualidades que tenemos en común delfines y humanos es que nos encanta charlar. Su vocabulario es muy rico.
Silban,
chasquean, gorjean, percuten, emiten paquetes sonoros, ráfagas,
chirridos, clics y también pulsos vibratorios con el orificio que tienen
en la cabeza, 'golpes' auditivos que sirven para disciplinar a
los jóvenes y alejar a los tiburones. Su espectro es mucho más amplio
que el de los humanos. Y los científicos intentan aislar alguna
'palabra' en esa verborrea. Una unidad lingüística fundamental. El
primer ladrillo con el que edificar un diccionario 'delfinés'-humano.
La primera pieza del Puzle
Hay
pruebas de que existe, al menos, un vocablo que sí hemos identificado.
Cada delfín utiliza un silbido personal como firma acústica. Puede
decirse que cada delfín se inventa un nombre para sí cuando es un
alevín, combinando varios sonidos diferentes que ha aprendido de su
madre, y lo conserva toda su vida. Intercala ese nombre en sus
chapurreos para identificarse.
Otros delfines lo aprenden, memorizan y pronuncian. Y se saludan entre ellos.
Ninguna otra especie hace algo así. «Estos silbidos son nombres
abstractos, lo cual es inaudito en el reino animal, a excepción de los
humanos», explica Randall Wells, coautor de la investigación. Quizá para
que los humanos entendamos a los delfines debemos empezar por ahí, por
saludarlos en su propio idioma; por aprender, en el caso de Hector y
Han, sus verdaderos nombres, los que ellos se dieron a sí mismos. Una
cuestión de cortesía.
Delfines y humanos. Mamíferos con distinto recorrido
Mar y tierra
Delfines y humanos
han recorrido caminos evolutivos muy diferentes. Los cetáceos se
independizaron del resto de los mamíferos hace 55 millones de años.
Monos y hombres se 'divorciaron' hace 6 millones de años.
El cerebro de los delfines es
muy grande. Su cociente de encefalización (relación entre el tamaño del
cerebro y la masa corporal) es de 5,6, solo superado por el ser humano
(7,4), pero por delante de los primeros homínidos (entre 3 y 4,7),
chimpancés (2,5) y perros (1,2). Necesitan un cerebro grande y, por
tanto, 'caro' de mantener (en cuanto a calor y alimento) por dos
razones: la ecolocación (su sistema para orientarse, muy amenazado por
el ruido submarino que genera el sónar de los barcos) y la cooperación.
Los ancestros de los delfines se parecían a lobos y tenían grandes
colmillos. Cazaban en charcas. Los océanos se enfriaron y los delfines
dejaron de ser cazadores solitarios para especializarse en la pesca
colectiva de grandes bancos de pequeños peces. Sus dientes menguaron,
pero su cerebro aumentó.
Los delfines y los monos se conectan de
modo muy distinto con los de su propia especie, pero el cerebro de los
cetáceos guarda semejanzas con el de los primates, sobre todo en el
sistema paralímbico, que procesa emociones. Contiene un gran número de
neuronas Von Economo, especializadas en la empatía, la intuición, la
comunicación y la autoconciencia. Son seres sociales y afectivos. Cuando
un delfín está en apuros, el resto del grupo lo acompaña, lo que
provoca varamientos masivos. Detectan el estado de ánimo de otros
delfines... y el de los humanos. Se 'solidarizan' con las embarazadas y
los niños enfermos.
Sus Habilidades
Se alían. Los
delfines son amistosos, pero también interesados. Los machos forman
'pandillas' para cortejar a las hembras y robárselas a otros grupos. Dos
pandillas se pueden aliar incluso contra una tercera.
Usan herramientas. Pueden
colocarse esponjas en la boca, a modo de mascarilla de cirujano, para
protegerse al rastrear el fondo en busca de peces escondidos. O usar a
otros peces como 'cucharas' para escarbar.
Son 'cosmopolitas'.
Están en todos los mares y se adaptan a todos los ecosistemas. En aguas
poco profundas cazan nadando en rápidos círculos que van estrechando.
Los peces atrapados deben saltar para salir del cerco, pero los esperan
otros delfines con las bocas abiertas...
Saben su nombre. En
cautividad, pueden aprender el significado de unas 80 señales de sus
entrenadores y de unas 2000 combinaciones de señales. Entienden que el
orden de la secuencia cambia el significado.
Cuando los océanos se enfriaron, los delfines dejaron de ser cazadores solitarios para especializarse en la pesca colectiva
Diferencia de cerebros
Nervio Auditivo: En los delfines es dos veces mayor que en los humanos.
Centro de la visión: Los delfines tienen el centro de la visión al lado del córtex auditivo, convirtiendo así sonidos en imagen, y viceversa.
Cuerpo calloso: Conecta
los hemisferios cerebrales y es mayor en los humanos. Los hemisferios
del delfín pueden dormir y estar alerta, simultáneamente
Córtexcerebral: El córtex de un delfín tiene una estructura de pliegues más compleja y acentuada y requiere mucha más irrigación sanguínea.
¿Se suicidan? ¿Nos sanan?
Numerosos mitos rodean a los delfines, como sus presuntas cualidades sanadoras y espirituales, o que algunos se suicidan.
Es verdad que solo respiran voluntariamente (no es un acto automático),
pero de ahí a afirmar que cuando consideran que les ha llegado la hora
ya no emergen para tomar aire va un trecho... El responsable de esta
visión distorsionada es un controvertido neurofisiólogo, John Lilly, un
investigador cuyos métodos de los años cincuenta y sesenta resultan hoy
chocantes, como administrarles LSD para 'expandir' sus conciencias o
darles clases de inglés. Sin embargo, los delfines también tienen muchas
habilidades asombrosas, aunque cueste creer algunas.
Su genoma
contiene unas 230 mutaciones que han perfeccionado la especie; entre
ellas, un interruptor bioquímico que bloquea la progresión de la
diabetes. Son muy resistentes a las infecciones y pueden
sobrevivir a hemorragias masivas. Michael Zasloff, un dermatólogo, ha
estudiado la milagrosa regeneración de sus tejidos. Un 'mordisco' del
tamaño de una pelota de fútbol cicatriza sin dejar rastro. Y segregan
una morfina natural que los 'anestesia'.