-fotos--Garbiñe Muguruza: "El tenis femenino es muy solitario. En el vestuario ni nos hablamos"
Nacida en Venezuela y con raíces
vascas, la mejor tenista española del momento y octava en el 'ranking'
mundial ha conseguido que nuestro tenis femenino recupere los días de
gloria de los tiempos de Arantxa Sánchez Vicario. ¿El siguiente
objetivo?: mantenerse entre las ocho mejores para disputar el Torneo de
Maestras de Singapur. Comienzan las apuestas.
Garbiñe llega cargada con su propia mochila llena de zapatos. Encontrar calzado femenino del 42 no es fácil y la tenista está encantada de colaborar con el estilismo para las fotos. A punto de cumplir 22 años y con 1,83 metros de altura,
la tenista disfruta como una niña eligiendo la ropa y quitándole
importancia a la presión que ha vivido desde que jugó la final de
Wimbledon contra Serena Williams. «Ojalá siempre tuviera que cargar con
una responsabilidad como esta», asegura entre risas. Aquel partido lo
perdió, pero consiguió que el tenis femenino volviera a estar en boca de todos desde que Arantxa y Conchita colgaran sus raquetas.
Ahora, y tras una racha complicada, perdiendo y recuperando puestos en
el ranking, todo apunta a que Muguruza podría mantenerse entre las ocho
mejores raquetas para disputar el WTA Finals, que se disputará a finales
de octubre en Singapur.
XLSemanal. Desde aquel partido contra Serena no ha ido todo lo bien que se esperaba... ¿Qué ha pasado?
Garbiñe Muguruza. Un poco de todo. Después de llegar a la cima, viene el barranco. Es necesario asimilarlo y lidiar con las expectativas que se generan a tu alrededor. Parece que ya no puedes perder un partido, que no debes. Ahora hay que empezar de cero.
XL. ¿Cómo se prepara un deportista para afrontar estos altibajos?
G.M. Si no te ha pasado nunca antes, tampoco sabes cómo lidiarlo. Nadie te puede enseñar. Recuerdo que cuando terminó el torneo contra Serena sentí que ya no podía más. Es como si te vaciaras. Necesito tiempo.
XL. Y los deportistas de élite ¿luego lloran cuando llegan a casa?
G.M. En mi caso, sí. Que se acabara aquel partido fue un alivio. No hay más presión, no hay más tensión.
XL. ¿Puede más la presión física, la mental o la mediática?
G.M. Es más mental. El cuerpo se recupera enseguida. Lo que la gente ve en la televisión son solo esas dos horas de juego, pero lo que realmente cansa es todo lo que ocurre entre partidos: la tensión, lo que piensas cuando te vas a dormir, los nervios...
XL. Otro que debe de estar contestando preguntas parecidas puede ser Rafa Nadal. ¿Usted apuesta por que volverá a ser el mismo?
G.M. Yo creo que va evolucionando. Nunca podrá ser el mismo que fue entonces porque es diferente jugador, pero todavía tiene bastante para dar. Es grandísimo y volverá. Está pasando por una racha en la que no está como nos tiene acostumbrados. Obviamente eso tiene que pasar en algún momento, pero volverá.
XL. Y, ahora, una nueva presión para usted: afianzarse entre las ocho primeras para jugar la WTA Finals...
G.M. Ese es el objetivo, sí, pero es muy complicado. Todas las del top ten son grandes jugadoras y están muy apalancadas ahí arriba. Pero al menos tienes que creer que puedes. Ánimo no falta. Hombre, haber llegado al puesto número ocho ya está bastante arriba, pero la gente quiere más. La meta siempre está en no conformarse.
XL. Tanto que ha conseguido usted que el tenis femenino vuelva a generar interés...
G.M. Sí, porque el de los chicos estaba en un nivel altísimo. Hubo una época en la que llegaron a estar tres españoles en el top ten. Por eso las chicas no destacábamos tanto, era imposible igualarlo, pero parece que ahora han saltado algunas alarmas y la gente se vuelve a fijar en nosotras.
XL. ¿Y cómo lleva la comparación con Arantxa Sánchez y Conchita Martínez?
G.M. Es que yo creo que todavía estoy muy lejos. Se busca llenar ese hueco que dejaron y está bien que me vean como una posible sucesora, pero tampoco le doy más vueltas.
XL. ¿Cómo ve ahora a Conchita como capitana del equipo español?
G.M. Yo tengo una relación fantástica con ella, así que lo veo fenomenal. Imagino que estará muy liada, pero el otro día hablé con ella y estaba muy ilusionada. Además, es una persona con la que todos los jugadores estamos cómodos porque nos entiende.
XL. ¿Qué le pareció el cambio con Gala León y que acusaran a los tenistas de machistas?
G.M. Hubo demasiado lío con que si no querían que fuese una chica, con que luego ella se sentía mal... Creo que se confundió todo, pero tampoco se hicieron las cosas como se debía porque, si no, no hubiera generado tanta polémica. Ahora está todo más tranquilo.
XL. ¿Cree que hay algo de machismo en el tenis?
G.M. Puede ser que lo haya habido, sí, pero ha mejorado muchísimo: la gente se interesa más por el tenis femenino, se dan más partidos por televisión... Posiblemente, en el tenis está incluso más equilibrado que en otros deportes.
XL. ¿Y lo de la faldita? ¿No estaría más a gusto con pantalón?
G.M. En absoluto. Lo más cómodo de usar es, sin duda, el vestido. El tenis es muy femenino y te permite ser coqueta. Mira los conjuntos de tenis, que cada día son más fashion [se ríe]. Sobre todo, la línea que llevo yo, que es la de Adidas de Stella McCartney. Mezcla de todo: flores, detalles brillantes...
XL. ¿Y cuando sale de la pista?
G.M. Casi siempre llevo ropa deportiva, pero también me gusta tener mi momento fashion. ¡Ah, y me encantan los tacones! Debo tener cuidado con lo que me pueda pasar en el pie, pero, si voy a una fiesta, es lo primero que me pongo. Aunque me miren desde abajo, es mi momento [se ríe].
XL. ¿Qué hace que le tiemblen las piernas fuera de la pista?
G.M. Uy, ¡si es que en la vida normal todo me parece tranquilísimo! [se ríe]. No hay la tensión de gano o pierdo, no hay 8000 ojos mirándote... Quizá lo que más me apasiona es la música, sobre todo la latina.
XL. ¿Herencia de su madre y de su origen venezolano?
G.M. Claro, mi madre está todo el día poniéndola. ¡Cómo no me va a gustar!
XL. ¿Y qué ha heredado de su padre?
G.M. Pues quizá el carácter fuerte de los vascos. Y también la pasión por cocinar, aunque yo soy más de postres.
XL. ¿Cumple usted con el tópico sobre lo difícil que es ligar con una vasca?
G.M. ¡No! Bueno, bien pensado, carácter sí que tengo... y lo mismo hasta un poco difícil [se ríe].
XL. ¿Hacen pandilla entre los tenistas?
G.M. Cero. Y entre las mujeres incluso algunas se llevan a matar [se ríe]. Es totalmente imposible que salgamos juntos por ahí. El tenis es muy solitario. Puede haber un vestuario lleno de chicas y ninguna se habla con la otra.
XL. ¿Así que no se ve compartiendo su futuro con alguien de la profesión?
G.M. A eso nunca se puede decir que no. Cuando te llega, no hay nada que hacer [se ríe].
CAZADORA, de Loewe; SUÉTER, de Stella McCartney; y FALDA, de BCBG Max Azria.
VESTIDO, de Alexander Wang para Santa Eulalia.
TÍTULO: NATURALEZA - Fauna Delfines: Sí, sí, le estamos hablando a usted,.
Fauna
XLSemanal. Desde aquel partido contra Serena no ha ido todo lo bien que se esperaba... ¿Qué ha pasado?
Garbiñe Muguruza. Un poco de todo. Después de llegar a la cima, viene el barranco. Es necesario asimilarlo y lidiar con las expectativas que se generan a tu alrededor. Parece que ya no puedes perder un partido, que no debes. Ahora hay que empezar de cero.
XL. ¿Cómo se prepara un deportista para afrontar estos altibajos?
G.M. Si no te ha pasado nunca antes, tampoco sabes cómo lidiarlo. Nadie te puede enseñar. Recuerdo que cuando terminó el torneo contra Serena sentí que ya no podía más. Es como si te vaciaras. Necesito tiempo.
XL. Y los deportistas de élite ¿luego lloran cuando llegan a casa?
G.M. En mi caso, sí. Que se acabara aquel partido fue un alivio. No hay más presión, no hay más tensión.
XL. ¿Puede más la presión física, la mental o la mediática?
G.M. Es más mental. El cuerpo se recupera enseguida. Lo que la gente ve en la televisión son solo esas dos horas de juego, pero lo que realmente cansa es todo lo que ocurre entre partidos: la tensión, lo que piensas cuando te vas a dormir, los nervios...
XL. Otro que debe de estar contestando preguntas parecidas puede ser Rafa Nadal. ¿Usted apuesta por que volverá a ser el mismo?
G.M. Yo creo que va evolucionando. Nunca podrá ser el mismo que fue entonces porque es diferente jugador, pero todavía tiene bastante para dar. Es grandísimo y volverá. Está pasando por una racha en la que no está como nos tiene acostumbrados. Obviamente eso tiene que pasar en algún momento, pero volverá.
XL. Y, ahora, una nueva presión para usted: afianzarse entre las ocho primeras para jugar la WTA Finals...
G.M. Ese es el objetivo, sí, pero es muy complicado. Todas las del top ten son grandes jugadoras y están muy apalancadas ahí arriba. Pero al menos tienes que creer que puedes. Ánimo no falta. Hombre, haber llegado al puesto número ocho ya está bastante arriba, pero la gente quiere más. La meta siempre está en no conformarse.
XL. Tanto que ha conseguido usted que el tenis femenino vuelva a generar interés...
G.M. Sí, porque el de los chicos estaba en un nivel altísimo. Hubo una época en la que llegaron a estar tres españoles en el top ten. Por eso las chicas no destacábamos tanto, era imposible igualarlo, pero parece que ahora han saltado algunas alarmas y la gente se vuelve a fijar en nosotras.
XL. ¿Y cómo lleva la comparación con Arantxa Sánchez y Conchita Martínez?
G.M. Es que yo creo que todavía estoy muy lejos. Se busca llenar ese hueco que dejaron y está bien que me vean como una posible sucesora, pero tampoco le doy más vueltas.
XL. ¿Cómo ve ahora a Conchita como capitana del equipo español?
G.M. Yo tengo una relación fantástica con ella, así que lo veo fenomenal. Imagino que estará muy liada, pero el otro día hablé con ella y estaba muy ilusionada. Además, es una persona con la que todos los jugadores estamos cómodos porque nos entiende.
XL. ¿Qué le pareció el cambio con Gala León y que acusaran a los tenistas de machistas?
G.M. Hubo demasiado lío con que si no querían que fuese una chica, con que luego ella se sentía mal... Creo que se confundió todo, pero tampoco se hicieron las cosas como se debía porque, si no, no hubiera generado tanta polémica. Ahora está todo más tranquilo.
XL. ¿Cree que hay algo de machismo en el tenis?
G.M. Puede ser que lo haya habido, sí, pero ha mejorado muchísimo: la gente se interesa más por el tenis femenino, se dan más partidos por televisión... Posiblemente, en el tenis está incluso más equilibrado que en otros deportes.
XL. ¿Y lo de la faldita? ¿No estaría más a gusto con pantalón?
G.M. En absoluto. Lo más cómodo de usar es, sin duda, el vestido. El tenis es muy femenino y te permite ser coqueta. Mira los conjuntos de tenis, que cada día son más fashion [se ríe]. Sobre todo, la línea que llevo yo, que es la de Adidas de Stella McCartney. Mezcla de todo: flores, detalles brillantes...
XL. ¿Y cuando sale de la pista?
G.M. Casi siempre llevo ropa deportiva, pero también me gusta tener mi momento fashion. ¡Ah, y me encantan los tacones! Debo tener cuidado con lo que me pueda pasar en el pie, pero, si voy a una fiesta, es lo primero que me pongo. Aunque me miren desde abajo, es mi momento [se ríe].
XL. ¿Qué hace que le tiemblen las piernas fuera de la pista?
G.M. Uy, ¡si es que en la vida normal todo me parece tranquilísimo! [se ríe]. No hay la tensión de gano o pierdo, no hay 8000 ojos mirándote... Quizá lo que más me apasiona es la música, sobre todo la latina.
XL. ¿Herencia de su madre y de su origen venezolano?
G.M. Claro, mi madre está todo el día poniéndola. ¡Cómo no me va a gustar!
XL. ¿Y qué ha heredado de su padre?
G.M. Pues quizá el carácter fuerte de los vascos. Y también la pasión por cocinar, aunque yo soy más de postres.
XL. ¿Cumple usted con el tópico sobre lo difícil que es ligar con una vasca?
G.M. ¡No! Bueno, bien pensado, carácter sí que tengo... y lo mismo hasta un poco difícil [se ríe].
XL. ¿Hacen pandilla entre los tenistas?
G.M. Cero. Y entre las mujeres incluso algunas se llevan a matar [se ríe]. Es totalmente imposible que salgamos juntos por ahí. El tenis es muy solitario. Puede haber un vestuario lleno de chicas y ninguna se habla con la otra.
XL. ¿Así que no se ve compartiendo su futuro con alguien de la profesión?
G.M. A eso nunca se puede decir que no. Cuando te llega, no hay nada que hacer [se ríe].
CAZADORA, de Loewe; SUÉTER, de Stella McCartney; y FALDA, de BCBG Max Azria.
VESTIDO, de Alexander Wang para Santa Eulalia.
TÍTULO: NATURALEZA - Fauna Delfines: Sí, sí, le estamos hablando a usted,.
Delfines: Sí, sí, le estamos hablando a usted - fotos
Los delfines 'conversan', se comunican
entre sí de una forma más sofisticada que la mayoría de los animales.
¿Pero qué se dicen? El ser humano lleva 60 años intentando traducir su
complejo lenguaje. Nuevas investigaciones apuntan a que podríamos llegar
a entendernos con estos cetáceos.
La historia de la biología puede estar cambiando en la isla de Roatán (Honduras). Dos delfines, bautizados Hector y Han, hacen algo que tiene pasmados a los científicos del Instituto de Ciencias Marinas.
Los delfines en cuestión han aprendido decenas de maniobras, las típicas que se enseñan en los delfinarios para entretener a los turistas y que implican saltos, equilibrios, inmersiones, juegos con pelotas... Pero lo asombroso viene cuando su entrenador les hace una seña que significa «improvisad». O dicho de otro modo, de todas las acrobacias que sabéis, elegid una, la que os venga en gana.
Los delfines se toman entonces su tiempo debajo del agua. Parecen conversar. Un psicólogo comparativo, con equipo submarino de grabación, registra lo que están parloteando. De repente, emergen y ambos realizan al unísono la misma pirueta, que es diferente en cada sesión. ¿Se ponen de acuerdo? Si es así, sería la prueba de que estos cetáceos hablan un lenguaje complejo. Un idioma que los seres humanos llevan 60 años intentando traducir.
Descifrando el 'delfinés'
El debate científico sobre cuáles deben ser nuestras expectativas a la hora de abordar el estudio de la inteligencia de los delfines se ha polarizado en los últimos años. Una corriente es optimista. Stan Kuczaj, el psicólogo que trabaja con Hector y Han, cree que estamos a punto de dar un paso de gigante en nuestra comunicación con estos mamíferos marinos. Para Kuczaj, estaríamos en la víspera de un momento tan decisivo como el que supuso la traducción de la piedra de Rosetta para la arqueología o el descifrado de la máquina Enigma para la criptografía. Y basa su optimismo en el perfeccionamiento de dos herramientas novedosas. La tecnología de grabación de sonidos de alta frecuencia, que solo tiene una década. Y la minería de datos para filtrar esos resultados y analizarlos, que apenas tiene dos años.
Incluso los chicos de Google se han involucrado, según desvela National Geographic. Thad Starner, responsable de las Google Glass, colabora con la bióloga Denise Herzing en un prototipo de traducción simultánea del 'delfinés'. Herzing, conocida como la Jane Goodall de los mares, aporta miles de horas de grabaciones submarinas de 'conversaciones' entre delfines. Y Starner, experto en computación, el algoritmo de búsqueda capaz de hallar significados en una base de datos tan opaca y sin pistas para relacionar elementos. Aunque aseguran que ya han traducido un silbido emitido por un delfín y que significaría 'sargazo' (un alga), la comunidad científica se tomó el anuncio con cautela.
Otra corriente es más escéptica. «Sí, tienen vidas sociales complejas. Su ritmo cardíaco se incrementa cuando se percatan de que un miembro de su familia está sufriendo. Dan la alarma en caso de amenaza. Y los experimentos han demostrado que pueden anticipar eventos futuros explica el zoólogo Justin Gregg. Pero todo eso también lo hacen los pollos».
Inteligencia alienígena
La bióloga Liz Hawkings discrepa: «Son animales salvajes y, en general, los animales salvajes solo emiten sonidos o transmiten información que es esencial para su supervivencia. Pero en el caso de los delfines, esta comunicación es mucho más sofisticada de lo que se creía». Por eso sostiene Hawkings, resulta tan difícil de traducir.
A la sofisticación se añade otra dificultad. La inteligencia de los delfines no está emparentada con la humana. No son primates. Evolutivamente, no somos de la familia. Según el escritor científico Joshua Foer, un delfín es lo más parecido a un extraterrestre, a una inteligencia alienígena. Los delfines 'ven' con el oído, con un sónar biológico tan efectivo como los rayos X, capaz de penetrar a través de los objetos. Su sistema de ecolocación es más sofisticado que el de los submarinos nucleares. Solo duermen con la mitad del cerebro y pueden estar despiertos y alerta durante quince días seguidos...
Pero una de las cualidades que tenemos en común delfines y humanos es que nos encanta charlar. Su vocabulario es muy rico. Silban, chasquean, gorjean, percuten, emiten paquetes sonoros, ráfagas, chirridos, clics y también pulsos vibratorios con el orificio que tienen en la cabeza, 'golpes' auditivos que sirven para disciplinar a los jóvenes y alejar a los tiburones. Su espectro es mucho más amplio que el de los humanos. Y los científicos intentan aislar alguna 'palabra' en esa verborrea. Una unidad lingüística fundamental. El primer ladrillo con el que edificar un diccionario 'delfinés'-humano.
La primera pieza del Puzle
Hay pruebas de que existe, al menos, un vocablo que sí hemos identificado. Cada delfín utiliza un silbido personal como firma acústica. Puede decirse que cada delfín se inventa un nombre para sí cuando es un alevín, combinando varios sonidos diferentes que ha aprendido de su madre, y lo conserva toda su vida. Intercala ese nombre en sus chapurreos para identificarse. Otros delfines lo aprenden, memorizan y pronuncian. Y se saludan entre ellos. Ninguna otra especie hace algo así. «Estos silbidos son nombres abstractos, lo cual es inaudito en el reino animal, a excepción de los humanos», explica Randall Wells, coautor de la investigación. Quizá para que los humanos entendamos a los delfines debemos empezar por ahí, por saludarlos en su propio idioma; por aprender, en el caso de Hector y Han, sus verdaderos nombres, los que ellos se dieron a sí mismos. Una cuestión de cortesía.
Delfines y humanos. Mamíferos con distinto recorrido
Mar y tierra
Delfines y humanos han recorrido caminos evolutivos muy diferentes. Los cetáceos se independizaron del resto de los mamíferos hace 55 millones de años. Monos y hombres se 'divorciaron' hace 6 millones de años.
El cerebro de los delfines es muy grande. Su cociente de encefalización (relación entre el tamaño del cerebro y la masa corporal) es de 5,6, solo superado por el ser humano (7,4), pero por delante de los primeros homínidos (entre 3 y 4,7), chimpancés (2,5) y perros (1,2). Necesitan un cerebro grande y, por tanto, 'caro' de mantener (en cuanto a calor y alimento) por dos razones: la ecolocación (su sistema para orientarse, muy amenazado por el ruido submarino que genera el sónar de los barcos) y la cooperación. Los ancestros de los delfines se parecían a lobos y tenían grandes colmillos. Cazaban en charcas. Los océanos se enfriaron y los delfines dejaron de ser cazadores solitarios para especializarse en la pesca colectiva de grandes bancos de pequeños peces. Sus dientes menguaron, pero su cerebro aumentó.
Los delfines y los monos se conectan de modo muy distinto con los de su propia especie, pero el cerebro de los cetáceos guarda semejanzas con el de los primates, sobre todo en el sistema paralímbico, que procesa emociones. Contiene un gran número de neuronas Von Economo, especializadas en la empatía, la intuición, la comunicación y la autoconciencia. Son seres sociales y afectivos. Cuando un delfín está en apuros, el resto del grupo lo acompaña, lo que provoca varamientos masivos. Detectan el estado de ánimo de otros delfines... y el de los humanos. Se 'solidarizan' con las embarazadas y los niños enfermos.
Sus Habilidades
Se alían. Los delfines son amistosos, pero también interesados. Los machos forman 'pandillas' para cortejar a las hembras y robárselas a otros grupos. Dos pandillas se pueden aliar incluso contra una tercera.
Usan herramientas. Pueden colocarse esponjas en la boca, a modo de mascarilla de cirujano, para protegerse al rastrear el fondo en busca de peces escondidos. O usar a otros peces como 'cucharas' para escarbar.
Son 'cosmopolitas'. Están en todos los mares y se adaptan a todos los ecosistemas. En aguas poco profundas cazan nadando en rápidos círculos que van estrechando. Los peces atrapados deben saltar para salir del cerco, pero los esperan otros delfines con las bocas abiertas...
Saben su nombre. En cautividad, pueden aprender el significado de unas 80 señales de sus entrenadores y de unas 2000 combinaciones de señales. Entienden que el orden de la secuencia cambia el significado.
Cuando los océanos se enfriaron, los delfines dejaron de ser cazadores solitarios para especializarse en la pesca colectiva
Diferencia de cerebros
Nervio Auditivo: En los delfines es dos veces mayor que en los humanos.
Centro de la visión: Los delfines tienen el centro de la visión al lado del córtex auditivo, convirtiendo así sonidos en imagen, y viceversa.
Cuerpo calloso: Conecta los hemisferios cerebrales y es mayor en los humanos. Los hemisferios del delfín pueden dormir y estar alerta, simultáneamente
Córtexcerebral: El córtex de un delfín tiene una estructura de pliegues más compleja y acentuada y requiere mucha más irrigación sanguínea.
¿Se suicidan? ¿Nos sanan?
Numerosos mitos rodean a los delfines, como sus presuntas cualidades sanadoras y espirituales, o que algunos se suicidan. Es verdad que solo respiran voluntariamente (no es un acto automático), pero de ahí a afirmar que cuando consideran que les ha llegado la hora ya no emergen para tomar aire va un trecho... El responsable de esta visión distorsionada es un controvertido neurofisiólogo, John Lilly, un investigador cuyos métodos de los años cincuenta y sesenta resultan hoy chocantes, como administrarles LSD para 'expandir' sus conciencias o darles clases de inglés. Sin embargo, los delfines también tienen muchas habilidades asombrosas, aunque cueste creer algunas. Su genoma contiene unas 230 mutaciones que han perfeccionado la especie; entre ellas, un interruptor bioquímico que bloquea la progresión de la diabetes. Son muy resistentes a las infecciones y pueden sobrevivir a hemorragias masivas. Michael Zasloff, un dermatólogo, ha estudiado la milagrosa regeneración de sus tejidos. Un 'mordisco' del tamaño de una pelota de fútbol cicatriza sin dejar rastro. Y segregan una morfina natural que los 'anestesia'.
Los delfines en cuestión han aprendido decenas de maniobras, las típicas que se enseñan en los delfinarios para entretener a los turistas y que implican saltos, equilibrios, inmersiones, juegos con pelotas... Pero lo asombroso viene cuando su entrenador les hace una seña que significa «improvisad». O dicho de otro modo, de todas las acrobacias que sabéis, elegid una, la que os venga en gana.
Los delfines se toman entonces su tiempo debajo del agua. Parecen conversar. Un psicólogo comparativo, con equipo submarino de grabación, registra lo que están parloteando. De repente, emergen y ambos realizan al unísono la misma pirueta, que es diferente en cada sesión. ¿Se ponen de acuerdo? Si es así, sería la prueba de que estos cetáceos hablan un lenguaje complejo. Un idioma que los seres humanos llevan 60 años intentando traducir.
Descifrando el 'delfinés'
El debate científico sobre cuáles deben ser nuestras expectativas a la hora de abordar el estudio de la inteligencia de los delfines se ha polarizado en los últimos años. Una corriente es optimista. Stan Kuczaj, el psicólogo que trabaja con Hector y Han, cree que estamos a punto de dar un paso de gigante en nuestra comunicación con estos mamíferos marinos. Para Kuczaj, estaríamos en la víspera de un momento tan decisivo como el que supuso la traducción de la piedra de Rosetta para la arqueología o el descifrado de la máquina Enigma para la criptografía. Y basa su optimismo en el perfeccionamiento de dos herramientas novedosas. La tecnología de grabación de sonidos de alta frecuencia, que solo tiene una década. Y la minería de datos para filtrar esos resultados y analizarlos, que apenas tiene dos años.
Incluso los chicos de Google se han involucrado, según desvela National Geographic. Thad Starner, responsable de las Google Glass, colabora con la bióloga Denise Herzing en un prototipo de traducción simultánea del 'delfinés'. Herzing, conocida como la Jane Goodall de los mares, aporta miles de horas de grabaciones submarinas de 'conversaciones' entre delfines. Y Starner, experto en computación, el algoritmo de búsqueda capaz de hallar significados en una base de datos tan opaca y sin pistas para relacionar elementos. Aunque aseguran que ya han traducido un silbido emitido por un delfín y que significaría 'sargazo' (un alga), la comunidad científica se tomó el anuncio con cautela.
Otra corriente es más escéptica. «Sí, tienen vidas sociales complejas. Su ritmo cardíaco se incrementa cuando se percatan de que un miembro de su familia está sufriendo. Dan la alarma en caso de amenaza. Y los experimentos han demostrado que pueden anticipar eventos futuros explica el zoólogo Justin Gregg. Pero todo eso también lo hacen los pollos».
Inteligencia alienígena
La bióloga Liz Hawkings discrepa: «Son animales salvajes y, en general, los animales salvajes solo emiten sonidos o transmiten información que es esencial para su supervivencia. Pero en el caso de los delfines, esta comunicación es mucho más sofisticada de lo que se creía». Por eso sostiene Hawkings, resulta tan difícil de traducir.
A la sofisticación se añade otra dificultad. La inteligencia de los delfines no está emparentada con la humana. No son primates. Evolutivamente, no somos de la familia. Según el escritor científico Joshua Foer, un delfín es lo más parecido a un extraterrestre, a una inteligencia alienígena. Los delfines 'ven' con el oído, con un sónar biológico tan efectivo como los rayos X, capaz de penetrar a través de los objetos. Su sistema de ecolocación es más sofisticado que el de los submarinos nucleares. Solo duermen con la mitad del cerebro y pueden estar despiertos y alerta durante quince días seguidos...
Pero una de las cualidades que tenemos en común delfines y humanos es que nos encanta charlar. Su vocabulario es muy rico. Silban, chasquean, gorjean, percuten, emiten paquetes sonoros, ráfagas, chirridos, clics y también pulsos vibratorios con el orificio que tienen en la cabeza, 'golpes' auditivos que sirven para disciplinar a los jóvenes y alejar a los tiburones. Su espectro es mucho más amplio que el de los humanos. Y los científicos intentan aislar alguna 'palabra' en esa verborrea. Una unidad lingüística fundamental. El primer ladrillo con el que edificar un diccionario 'delfinés'-humano.
La primera pieza del Puzle
Hay pruebas de que existe, al menos, un vocablo que sí hemos identificado. Cada delfín utiliza un silbido personal como firma acústica. Puede decirse que cada delfín se inventa un nombre para sí cuando es un alevín, combinando varios sonidos diferentes que ha aprendido de su madre, y lo conserva toda su vida. Intercala ese nombre en sus chapurreos para identificarse. Otros delfines lo aprenden, memorizan y pronuncian. Y se saludan entre ellos. Ninguna otra especie hace algo así. «Estos silbidos son nombres abstractos, lo cual es inaudito en el reino animal, a excepción de los humanos», explica Randall Wells, coautor de la investigación. Quizá para que los humanos entendamos a los delfines debemos empezar por ahí, por saludarlos en su propio idioma; por aprender, en el caso de Hector y Han, sus verdaderos nombres, los que ellos se dieron a sí mismos. Una cuestión de cortesía.
Delfines y humanos. Mamíferos con distinto recorrido
Mar y tierra
Delfines y humanos han recorrido caminos evolutivos muy diferentes. Los cetáceos se independizaron del resto de los mamíferos hace 55 millones de años. Monos y hombres se 'divorciaron' hace 6 millones de años.
El cerebro de los delfines es muy grande. Su cociente de encefalización (relación entre el tamaño del cerebro y la masa corporal) es de 5,6, solo superado por el ser humano (7,4), pero por delante de los primeros homínidos (entre 3 y 4,7), chimpancés (2,5) y perros (1,2). Necesitan un cerebro grande y, por tanto, 'caro' de mantener (en cuanto a calor y alimento) por dos razones: la ecolocación (su sistema para orientarse, muy amenazado por el ruido submarino que genera el sónar de los barcos) y la cooperación. Los ancestros de los delfines se parecían a lobos y tenían grandes colmillos. Cazaban en charcas. Los océanos se enfriaron y los delfines dejaron de ser cazadores solitarios para especializarse en la pesca colectiva de grandes bancos de pequeños peces. Sus dientes menguaron, pero su cerebro aumentó.
Los delfines y los monos se conectan de modo muy distinto con los de su propia especie, pero el cerebro de los cetáceos guarda semejanzas con el de los primates, sobre todo en el sistema paralímbico, que procesa emociones. Contiene un gran número de neuronas Von Economo, especializadas en la empatía, la intuición, la comunicación y la autoconciencia. Son seres sociales y afectivos. Cuando un delfín está en apuros, el resto del grupo lo acompaña, lo que provoca varamientos masivos. Detectan el estado de ánimo de otros delfines... y el de los humanos. Se 'solidarizan' con las embarazadas y los niños enfermos.
Sus Habilidades
Se alían. Los delfines son amistosos, pero también interesados. Los machos forman 'pandillas' para cortejar a las hembras y robárselas a otros grupos. Dos pandillas se pueden aliar incluso contra una tercera.
Usan herramientas. Pueden colocarse esponjas en la boca, a modo de mascarilla de cirujano, para protegerse al rastrear el fondo en busca de peces escondidos. O usar a otros peces como 'cucharas' para escarbar.
Son 'cosmopolitas'. Están en todos los mares y se adaptan a todos los ecosistemas. En aguas poco profundas cazan nadando en rápidos círculos que van estrechando. Los peces atrapados deben saltar para salir del cerco, pero los esperan otros delfines con las bocas abiertas...
Saben su nombre. En cautividad, pueden aprender el significado de unas 80 señales de sus entrenadores y de unas 2000 combinaciones de señales. Entienden que el orden de la secuencia cambia el significado.
Cuando los océanos se enfriaron, los delfines dejaron de ser cazadores solitarios para especializarse en la pesca colectiva
Diferencia de cerebros
Nervio Auditivo: En los delfines es dos veces mayor que en los humanos.
Centro de la visión: Los delfines tienen el centro de la visión al lado del córtex auditivo, convirtiendo así sonidos en imagen, y viceversa.
Cuerpo calloso: Conecta los hemisferios cerebrales y es mayor en los humanos. Los hemisferios del delfín pueden dormir y estar alerta, simultáneamente
Córtexcerebral: El córtex de un delfín tiene una estructura de pliegues más compleja y acentuada y requiere mucha más irrigación sanguínea.
¿Se suicidan? ¿Nos sanan?
Numerosos mitos rodean a los delfines, como sus presuntas cualidades sanadoras y espirituales, o que algunos se suicidan. Es verdad que solo respiran voluntariamente (no es un acto automático), pero de ahí a afirmar que cuando consideran que les ha llegado la hora ya no emergen para tomar aire va un trecho... El responsable de esta visión distorsionada es un controvertido neurofisiólogo, John Lilly, un investigador cuyos métodos de los años cincuenta y sesenta resultan hoy chocantes, como administrarles LSD para 'expandir' sus conciencias o darles clases de inglés. Sin embargo, los delfines también tienen muchas habilidades asombrosas, aunque cueste creer algunas. Su genoma contiene unas 230 mutaciones que han perfeccionado la especie; entre ellas, un interruptor bioquímico que bloquea la progresión de la diabetes. Son muy resistentes a las infecciones y pueden sobrevivir a hemorragias masivas. Michael Zasloff, un dermatólogo, ha estudiado la milagrosa regeneración de sus tejidos. Un 'mordisco' del tamaño de una pelota de fútbol cicatriza sin dejar rastro. Y segregan una morfina natural que los 'anestesia'.
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