miércoles, 7 de diciembre de 2016

ME RESBALA - ROLEX RELOJ - UNA CANASTA, UN SALCHICHON,./ EL DECIMO LOTERIA NAVIDAD - CORRER CON UNA SONRISA,.

TITULO: ME RESBALA - ROLEX RELOJ - UNA CANASTA, UN SALCHICHON,.

ME RESBALA - ROLEX RELOJ - UNA CANASTA, UN SALCHICHON, fotos.

La GNR portuguesa y la policía española, el sábado en el partido Cáceres-Barça. :: Jorge ReyUna canasta, un salchichón,.

La GNR portuguesa y la policía española, el sábado en el partido Cáceres-Barça. 
  • En los partidos de baloncesto del Cáceres se regalan embutidos,.

    Resultat d'imatges de me resbala fotoEn los partidos de baloncesto del Cáceres C. B., si metes un tiro libre en el descanso, te regalan un salchichón. ¿Hay algún pabellón o estadio en el mundo donde regalen salchichones? Estoy seguro de que en ningún sitio puedes conseguir tan suculento premio. Además, no ganas el embutido con la suerte, sino con tu propio esfuerzo: un salchichón o un chorizo es el premio si encestas un tiro libre; un lomo ibérico te entregan si metes un triple y un jamón de bellota si aciertas desde el medio del campo. Si metes los tres tiros, tienes merienda para todo el año.
    Rolex reloj analógico "Submariner Date"En algunos estadios rifan cestas de Navidad, viajes al Caribe y hasta automóviles, pero tienes que comprar una papeleta y eso no es espectacular: te toca y ya está. Hay campos de fútbol en los que en vez de vender papeletas, venden un cuadradito de césped numerado y el espectáculo lo pone la vaca cagona que, azuzada por los recogepelotas, deambula por el césped hasta que deposita su caca en un cuadrado. Si es el tuyo, ganas una cena para dos en el mejor restaurante del pueblo.
    En el estadio Príncipe Felipe rifan a veces un jamón. Pero el proceso es aburrido: en el descanso sacan un número y si te toca, puedes pasar a por el pernil. Al menos eso dicen, porque durante varias temporadas fui compañero de asiento de un socio al que le había tocado el jamón en 2008 y era 2011 y aún lo seguía reclamando. En cuanto veía a un directivo por la grada, reclamaba su premio: «Ramón, mi jamón, quiero mi jamón», gritaba indignado el fiel hincha. El buen hombre aún no ha recibido su pata negra y siempre lo recuerda en el intermedio, aunque ya nadie le hace ni caso. Si hubiera ido al baloncesto, no padecería el molesto trauma del socio frustrado. Allí no hay queja: si la metes, tienes salchichón seguro. Pero eso sí, hay que meterla, nada de rifas ni de vacas cagonas.
    Alguna vez les he contado que yo voy a ver partidos por el espectáculo completo. Es decir, me interesa el deporte y me gusta que ganen los equipos de Cáceres, pero lo que de verdad me motiva es el show que se monta: la música, los aficionados, el ambiente, los entretenimientos en el intermedio.
    Esto resulta un tanto heterodoxo pues me lleva a disfrutar más que con los goles del Cacereño, con el padre de un jugador del Pueblonuevo que viene con un cencerro y vacila a toda la grada local él solo.
    Lo malo de esta manía es que la convierto en trascendente y me animo o me deprimo dependiendo de lo que vea en el estadio o el pabellón. Por ejemplo, del Príncipe Felipe salgo siempre apagado porque el ambiente tiene algo de funeral: poco público y muy callado. Y en el Multiusos, durante los partidos de baloncesto, lo del salchichón me provoca sensaciones encontradas. Es cierto que no me voy al bar en el descanso y me quedo a ver si el participante encesta y gana el embutido, pero lo del salchichón tiene un aire tan bizarro y tan racial que temo subir a la ACB por el cachondeo que montaría La Demencia cuando viniera con el Estudiantes.
    Como tengo deformación profesional, en todo intento distinguir la categoría y soy capaz de universalizar hasta un salchichón. Así, en ese juego de canasta y embutido me parece ver la esencia del ser extremeño: por un lado, presumimos de chacina y por otro, nos da no sé qué. Sería por eso que el viernes pasado jugamos contra el Barça y en el descanso, en vez de salchichones, actuó un artista de la bici muy cosmopolita y muy chic. Aquello parecía el Palau Blaugrana, cambiando los mossos d'esquadra por la GNR portuguesa, que vigilaron al partido con la poli nacional, pero yo creo que hubiera sido el día ideal para presumir de ser el único pabellón del mundo donde se regalan salchichones.

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     EL DECIMO LOTERIA NAVIDAD - CORRER CON UNA SONRISA, fotos.

    Correr con una sonrisa,.

    Raúl Gómez, en una de las carreras de 'Maraton Man'.
    Raúl Gómez, en una de las carreras de 'Maraton Man'.
  • Raúl Gómez se ha empeñado en hacer de 'Maraton Man' (domingos en #0) un original espacio de 'running', «pero también un programa de vida»,.

    Resultat d'imatges de EL DECIMO LOTERIA NAVIDADRaúl Gómez (Santa Coloma de Gramenet, 34 años) ha dado con una receta de éxito en la pequeña pantalla: la mezcla de 'running' y humor. Ese equilibrio entre el sacrificio del deporte y su eterna sonrisa es una constante que aplica a su vida. Así se ha convertido en 'Maraton Man' (en el canal de Movistar #0 los domingos por la noche), que ya es un icono televisivo y de las redes sociales. El programa no es solo deporte y risas, también es descubrir otros países, otras culturas e historias de superación. Entretiene, divierte y emociona. Así, zancada a zancada, ha llegado a su segunda temporada. En esta nueva entrega de nueve episodios, 'Raulito', como le gusta escribir en su dorsal junto a caras sonrientes, participa en nueve carreras en ocho países de Europa, Asia y América.
    - ¿Cómo nació la idea?
    - Jesús Calleja y María Ruiz, de la productora Zanskar, tenían en la cabeza la idea de hacer un programa de 'running'. Nos juntamos y surgió 'Maraton Man', que es un regalo. Estamos muy contentos con el resultado y por el vínculo tan chulo con la gente. En cuatro meses hemos hecho cuatro maratones y cinco medias maratones por el mundo.
    - Acabó la primera temporada tocado, ¿ha vuelto a tener problemas físicos?
    - Acabé muy cansado y con problemas de rodilla. No ha sido fácil pero he terminado la segunda temporada sin lesiones, que es un grandísimo avance. Disfruto mucho corriendo y creo que eso se transmite. Tener la posibilidad de viajar, conocer gente y correr los maratones más espectaculares del mundo es increíble.
    - ¿Con qué se emociona en los rodajes?
    - Con la gente. Hay personas increíbles que pudiendo quedarse en casa lamiéndose las heridas por una enfermedad, por un accidente. se superan a sí mismas, se ponen objetivos y vuelven a cogerle muchas ganas a la vida. El 'running' les ha ayudado a ser felices. Gente como la que conocí en el primer episodio en México: Héctor, que se quedó ciego a los 34 años, o Fernando, que perdió una pierna en un accidente y siguió corriendo. Te das cuenta de que la vida mola y de que hay que aprovecharla porque solo tenemos una. Me llevaría a toda esa gente a casa, voy a hacer un día una reunión con todos.
    - ¿Es complicado correr y grabarse al mismo tiempo?
    - Es un hándicap. A lo mejor si tardo cuatro horas en correr un maratón estoy una hora con el brazo levantado hablando a la cámara. Es cansado pero también me está dando una gran capacidad aeróbica porque puedo hablar, correr y sonreír a la vez.
    - ¿Cómo consigue combinar un maratón con el humor?
    - Es verdad que un maratón es sacrificio, constancia, salir a entrenar días que no te apetece nada. pero a todo eso hay que sumarle una sonrisa. En toda mi vida intento siempre buscar el lado bueno, aunque a veces es complicado, pero esa es la actitud que queremos reflejar. 'Maraton Man' es un programa de 'running', pero también un programa de vida.
    - ¿Y la respuesta del público?
    - Hemos estado cuatro meses grabando por India, México, Italia, Francia, Jordania. y te das cuenta por Twitter, Facebook e Instagram del cariño de la gente por sus palabras de agradecimiento, te cuentan que les has motivado para salir a correr. Esos pequeños comentarios me hacen el hombre más feliz del mundo.
    - ¿Ha pensado en abandonar?
    - He tenido momentos de decir: no puedo más. Pero segundos después me digo: estoy aquí porque esto es la caña. Sí, he sufrido, pero he echado un par. Cambio rápidamente la cabeza y sigo, nunca llevando el cuerpo al límite por encima de mis posibilidades, no quiero dar ese ejemplo.

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