miércoles, 7 de agosto de 2024

CAMPO ESTRELLAS BARCELONA - Fútbol - Pau Víctor conquista el Clásico ,. / Mi casa es la tuya - Álvaro Martín y María Pérez ,. Viernes - 23 - Agosto ,. / Parlamento - Hitos del Parlamentarismo ,. / La Historia del Fútbol en Castuera - Fútbol - Victoria del Castuera por 1-4 en el primer test de pretemporada ,./ Saber Vivir - ¿Existen realmente los cortes de digestión? ,. / Días de cine - Cine - Homenajea a Alfred Hitchcock ,. - Viernes - 23 - Agosto ., / UN BUEN PLAN ES IR AL CINE - Adiós pequeña, adiós ,.

 

TITULOCAMPO ESTRELLAS BARCELONA - Fútbol - Pau Víctor conquista el Clásico,.

 Fútbol - Pau Víctor conquista el Clásico,.

Resultado Final - Real Madrid -1-2 - Barcelona, foto ,.

 Barça - Real Madrid: Clásico culer para seguir como una MOTO en Liga (2-1)

Pau Víctor conquista el Clásico,.

El Barcelona vuelve a llevarse el Clásico de pretemporada en Estados Unidos. Esta vez, disputado en el MetLife Stadium de Nueva Jersey. Eso sí, pasado por agua, con tormentas eléctricas que tuvieron el partido suspendido más de una hora tras su inicio. El MVP, sin duda, un Pau Víctor que está siendo la sensación azulgrana en los de Hansi Flick. El joven atacante suma tres goles en dos partidos, coronándose esta noche con un doblete al Real Madrid. Los de Carlo Ancelotti lograron meterse en el partido con el tanto de Nico Paz, pero no fue suficiente.

 

TITULO : Mi casa es la tuya -  Álvaro Martín y María Pérez ,. Viernes - 23 - Agosto,.

Mi casa es la tuya,.


Este viernes   -  23 - Agosto a las 22.00, Telecinco emite una nueva entrega de 'Mi casa es la tuya', con Bertín Osborne charlando con  -  Álvaro Martín y María Pérez, foto,.

  Álvaro Martín y María Pérez,.

Álvaro Martín y María Pérez: un plan, mucho talento, vómitos y la recuperación para ganar el oro olímpico en el relevo mixto de marcha en los Juegos de París,.

Con su metal en París completan la triple corona: oro en el Europeo, el Mundial y los Juegos. La granadina tuvo vómitos e hipotermia pero se recompuso para marchar hacia la gloria,.

Este es el dinero que llevan María Pérez y Álvaro Martín por su oro en marcha

  Álvaro Martín y María Pérez,.

Antes del éxito, de la enorme alegría, tan grande como el oro conseguido por María Pérez y Álvaro Martín en el relevo mixto de marcha, hubo un momento de incertidumbre. La brava granadina, de Orce, perdió un poco de fuelle en el tramo final de su primera posta. Los focos en ese momento se fueron a los chicos, pero la preocupación estaba donde no había actividad. María temblaba y vomitó. Tenía síntomas incluso de hipotermia y trataron de darle calor con mantas, mientras seguía con la rutina marcada para ese momento de parón tan largo: la hidratación, la recuperación, la activación posterior para volver a salir. "No sé cómo os habéis enterado porque se lo he intentado ocultar a todo el mundo, para que Álvaro no me viera", reconocía al acabar la prueba. "He sufrido un proceso vírico de tres virus hace un mes y medio que me ha irritado la garganta. Tengo mucha mucosidad, ahora lo terminaré de ver con médicos, pero decía: ‘Yo salgo, que yo salgo, no os preocupéis’. Y como soy cabezona, pues he salido", añadía. Su entrenador, Jacinto Garzón, apuntó la frase concreta que les dijo: "Tranquilos, que aunque me muera aquí lo doy todo". Y eso hizo, para cabalgar hasta la gloria de la marcha española.

Triple corona

Porque menuda pareja forman Álvaro y María. Los dos deportistas han hecho su historia prácticamente de la mano. En 2018, en Berlín, ambos se proclamaron campeones de Europa (él repitió en 2022). En 2023, los dos ganaron dos medallas de oro en el Mundial de Budapest, en 20 kilómetros y en 35. Hace una semana, el extremeño fue bronce en 20 kilómetros marcha en los Juegos y la granadina, plata. "La verdad es que esto parece ya un matrimonio, aunque nadie se pone celoso aquí", bromeaba María. Todo eso habían logrado separados, pero, de alguna manera, juntos, compartiendo sus alegrías y dándose aliento, como el resto de la marcha española, que es una familia. En París tenían la posibilidad de estar juntos, juntos, en el relevo mixto (una maratón en cuatro partes, con un hombre y una mujer), y el resultado parecía escrito, aunque había que pelearlo, un último esfuerzo que mereció la pena. Si cada uno por sí mismo son extraordinarios en su deporte, el conjunto todavía fue mejor. Ya pueden presumir de tener la triple corona. "Hemos cerrado el círculo que empezó en Berlín", comentaba Pérez.

El plan establecido se siguió con meticulosidad. "La idea era que yo hiciera el trabajo sucio en la segunda posta para intentar dejárselo lo más claro posible a ella, que es la buena de la pareja, es la que tiene más calidad", explicaba Álvaro. Él entregó el testigo por primera vez en un grupo con Brasil (Bonfim y Lyra), Ecuador (Pintado, el campeón olímpico; y Glenda Morejón), Italia (Stano y Palmisano) y China (Zhang y Jiayu Yang). Los asiáticos no tardaron en desaparecer de la ecuación por las sanciones, el otro factor a tener en cuenta en esta prueba: son tres, pero se acumulan entre el dúo.

El grupo creció en los primeros diez kilómetros de las chicas, que fueron aumentando la velocidad. En la última vuelta María cedió un poco antes de pasar el testigo en una mañana fresca y con lluvia en París. Y mientras ella peleaba contra los temblores y contra su cuerpo, y mientras tranquilizaba a todo el mundo por la situación, Álvaro y Brian Pintado, el ecuatoriano, el triunfador hace apenas una semana, se escapaban de todos e hicieron la mayor parte de su último relevo juntos, uno pegado al otro. Cuando les quedaba poco, parecía que el español cedía, pero no. "Sí, sí", decía Martín con la cabeza. "Él ya ganó el jueves y me dije: ‘‘Unas narices me va a ganar esta vez”. Y le he arreado. Es verdad que me he desfondado porque no podía más, pero tenía que entregar el relevo con la mayor distancia posible", desvelaba el campeón del mundo. Fueron apenas tres segundos de ventaja, "pero después María ha sacado mucho más a Glenda". Tanto como 51 segundos.

La gloria

Todo se puso a favor. Salió el sol y la atleta española entró en calor y se recuperó o sacó fuerza extra de donde no había. Además, Ecuador tenía ya dos tarjetas y estaba amenazada con una parada de tres minutos si veía otra, después de que Álvaro llevara a Pintado al límite. No podían arriesgar. Bajo la Torre Eiffel, la granadina caminó hacia el oro cada vez más en solitario y esta vez sí tuvo tiempo de poder celebrarlo. "Ya está, tranquila, María", le gritaba Álvaro para darle ánimos. "Pero yo decía: ‘‘Mentira’’. Sólo quería llegar y verlo", admitía ella. Faltaban tres kilómetros y ya sonreía. En el último, se quitó las gafas e incluso pudo ir dando la mano a algunos aficionados. "María, María", se escuchaba.

Champán por todo París

Sólo al superar la meta dejó de apretar la guerrera de Orce. Álvaro la estaba esperando con los brazos abiertos, pero esta vez el abrazo tuvo que retrasarse un poco. Pero llegó, por fin. "La botella de champán era mía, pero el colega me ha hecho sacarla y la ha tirado por todo París. Esta noche le tocará pagar", se reía la atleta. Los siguientes en recibirlos fueron el resto de marchadores españoles que han acudido a París. "Esto también es vuestro", les reconocía Álvaro. Y Paul McGrath, el más joven del grupo, se hacía un selfie con ellos y les repetía: "Habéis hecho historia". Así de claro.

La reivindicación de la marcha

El relevo mixto fue una invención para los Juegos de París, después de que desaparecieran los 50 km marcha y que no convencieran los 35 por ser parecidos a los 20. Cuando faltaba un año, los atletas no sabían todavía exactamente cómo iba a ser la competición y cómo preparase, por ejemplo, para el parón de 40 minutos entre un relevo y otro. Ha sido una disciplina maltratada, incluso temieron que fuera a desaparecer del programa olímpico. Los campeones aprovecharon el momento para reivindicar lo suyo. "Si en España no se lucha por la marcha se van a perder medallas. Ya no es sólo por nosotros, es por las nuevas generaciones que vienen y por los grandes entrenadores que ahí", decía María. "No es que nos pareciera mal el formato del relevo, nos parecieron mal las formas. Lo que reivindicamos es una prueba larga como eran los 50 y otra más corta como puede ser el 20. Hay que empujar a nivel nacional, Europeo o Internacional", afirma Álvaro. Muchos deportistas españoles especialistas en 50 se han quedado ahora en tierra de nadie.

TITULO:  Parlamento - Hitos del Parlamentarismo ,.

Hitos del Parlamentarismo ,.

 Hitos del Parlamentarismo

foto / Hay que dar un salto de 200 años hasta encontrar la primera reunión del parlamento británico, aunque ese parlamento tenía poco de democrático. No fue hasta 4 siglos después cuando la cámara reemplazó al rey como el poder principal en Inglaterra...y esa victoria de los parlamentarios ocupa uno de los capítulos de un libro que ha editado el Congreso con los momentos más estelares del parlamentarismo. 

TITULO: La Historia del Fútbol en Castuera -  Fútbol - Victoria del Castuera por 1-4 en el primer test de pretemporada ,.

 Fútbol -Victoria del Castuera por 1-4 en el primer test de pretemporada,.

 Imagen del partido jugado en el municipal de Navalvillar de Pela.

Victoria del Castuera por 1-4 en el primer test de pretemporada,.

El partido disputado ante el Olympic Peleño en Navalvillar de Pela sirvió para que se viesen los primeros detalles del equipo de Manu Agudo. Marcaron Javi Blanco, Giorgi, en dos ocasiones y Enrique.

foto / Imagen del partido jugado en el municipal de Navalvillar de Pela,.

El CD Castuera-Subastacar tuvo este pasado domingo su primera toma de contacto con la competición dentro su pretemporada, y la saldo con victoria por 1- 4. Un buen cierre para la primera semana de preparación para el equipo de Manu Agudo, que tuvo lugar en el campo del Olympic Peleño CF de la 1ª División Extremeña.

Clásico partido de pretemporada, en el que el Castuera presentó un once en cada tiempo. En la primera parte jugaron: Canito, Ángel, Vera, Duvan, Guille, Neil, Piti, Barra, Loren, Josito y Jorge; y en la segunda: Luis, Peña, Neiva, Chavero, Alex Gil, Guinda, Pepe, Javi, Louis, Alex H. y Enrique.

Los primeros 45 minutos, en los que los Manu Agudo acusaron el fuerte calor, finalizaron el marcador favorable a los locales por uno a cero, ya en la segunda, con un Castuera más acertado, los goles Javi Blanco, Giorgi, en dos ocasiones y Enrique, fueron la sentencia para un partido que se ajustó al clásico guion de los encuentros de pretemporada, con dos equipos en rodaje y con muchas pruebas por parte de los entrenadores.

El entrenador del Castuera, Manu Agudo, hacia una valoración de este primer choque que, si bien es pronto para sacar conclusiones del este nuevo CD Castuera, el técnico consideró que, «la primera parte estuvo condicionada por el fuerte calor que hizo que los nuestros se vieran lastrados y no pudieran desplegar el fútbol que esperamos», aun así, añade Agudo, «se vio un equipo con muchas ganas de querer crecer como grupo y pusieron todo de su parte, controlando el juego y creando ocasiones donde pudimos ver buenas individualidades de gran nivel técnico».

Respecto a la segunda, con un equipo distinto al de la primera, Agudo apunta que, «tuvimos el control total, con un Castuera que realizó un juego combinativo muy atractivo para el público, creando muchas ocasiones de gol y se pudieron ver jugadas de mucho nivel».

Al margen de lo deportivo, la directiva del CD Castuera ha querido agradecer públicamente al Club de Navalvillar de Pela, «el exquisito trato recibido, aparte del avituallamiento de fruta y bebida».

Pretemporada

El siguiente partido de preparación de cara a la próxima temporada será este miércoles, día 7 de agosto, día en el que el CD Castuera jugará un triangular en Valdivia con Villanovense y Valdivia.

Las siguientes citas serán el domingo 11 de agosto en Cabeza del Buey; el sábado 17, jugará en el campo de fútbol «Pozo Siso» de Valle de La Serena el partido de cuartos final del Trofeo Mancomunidad ante el Athletic Valle; el domingo 18 jugará en Azuaga el partido de la primera eliminatoria de la Copa Federación, anteriormente citado; y para el jueves 22 hay programado otro amistoso en Quintana de La Serena.

TITULO: Saber Vivir -¿Existen realmente los cortes de digestión?,.

 

 ¿Existen realmente los cortes de digestión?,.

 ¿Existen realmente los cortes de digestión?

foto / No se llaman así, el estómago no tiene la culpa y no hay que esperar dos horas para bañarse,.

Ha sido la causa de innumerables berrinches veraniegos a pie de playa o al borde de las piscinas de todos los rincones del país. El momento en que los pequeños de la familia terminaban de comer y querían meterse al agua para seguir jugueteando. Sin embargo, recibían un 'no' rotundo como respuesta, normalmente por parte de las precavidas madres, que obligaban a esperar una, dos o incluso tres horas para un nuevo chapuzón. El culpable, el corte de digestión. ¿Existe o no deja de ser un mito, una leyenda urbana? ¿Es realmente peligroso zambullirse después de comer? ¿Tiene sentido esperar tanto tiempo antes de volver al agua?

Lo que dice la ciencia es que no es que no exista el corte de digestión –este proceso, en efecto, puede verse interrumpido–, pero poco o nada tiene que ver con lo que normalmente se ha pensado. «El término no es exacto, ya que no es un problema de la digestión. El término preciso es hidrocución», explica David Avellanal, médico de la unidad de Medicina Interna del Hospital Vithas de Vitoria.

Con este término los médicos se refieren a una reacción exagerada del cuerpo al sufrir un cambio brusco de temperatura como el que se puede producir cuando hacemos deporte o tomamos el sol en un día muy caluroso y nos introducimos de forma súbita en el agua. «Lo que ocurre cuando te metes a un agua muy fría con el cuerpo a una elevada temperatura es que la sangre procura ir a los órganos más importantes, al cerebro, para asegurarse de que no fallezcamos», describe Avellanal.

Ante ese cambio brusco de temperatura, «el organismo también reacciona constriñendo los vasos sanguíneos, lo que hace bajar la tensión arterial». Es esta la que explica buena parte de los síntomas que caracterizan a los mal llamados cortes de digestión: mareos, visión nublada, inestabilidad, palidez –«justamente por que la sangre va desde la piel hacia el cerebro»–, tiritonas…

El riesgo de ahogamiento

¿Y qué tiene que ver todo esto con la digestión? «Es verdad que si se tiene en ese momento alimentos en el estómago y se esta haciendo la digestión, este órgano necesita sangre para llevar a cabo esta. Si en ese momento nos metemos al agua y esta está muy fría, la sangre, como hemos dicho, se redistribuye y va hacia el cerebro, lo que puede provocar síntomas como vómitos o náuseas». El problema aquí es que esta situación se mantenga en el tiempo. Es entonces cuando puede llegar «el desmayo, que estando en el agua puede provocar el ahogamiento», describe el experto.

Los datos al respecto son claros: según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ahogamiento es una de las 5 primeras causas de mortalidad entre 1 y 14 años de edad en el mundo. Y en España, la Asociación Española de Pediatría lo sitúa como segunda causa de muerte accidental en la infancia. En ciertas situaciones, puede incluso ocurrir fuera del agua. «En casos extremadamente graves o en personas con problemas cardiacos, pueden sufrir un 'shock' y un fallo cardiaco». Pero estos casos extremos son «muy muy raros».

Cómo actuar

Como queda dicho entonces, el problema no es haber comido antes –una comida muy copiosa tampoco ayuda, claro–, sino el contraste térmico. Es más peligroso el meterse al agua tras hacer ejercicio o tras haber tomado el sol en un día tórrido. ¿Qué hacer para evitar la hidrocución? «Algunas actuaciones son de perogrullo y nos las decían nuestras madres», como mojarnos la nuca y el estómago antes del baño. «Fundamentalmente se trata de adecuar la temperatura del cuerpo a la del agua. Lo básico sería ducharnos en el caso de la piscina o ir mojando varias partes del cuerpo en la playa para que éste vaya rebajando esos grados que tiene de más».

Si pese a todo se produce la hidrocución, el experto ofrece unos consejos sencillos para saber desenvolvernos. Lo primero, claro, salir del agua para evitar que ésta entre en los pulmones e impida respirar. Una vez fuera, hay que evitar que el cuerpo se enfríe en exceso. «Se puede utilizar una manta o una chamarra para cubrir a la persona afectada». El siguiente paso sería levantar las piernas de la víctima: «Como toda la sangre está en el cerebro, hay que hacerlo para que la sangre se distribuya por y vuelva en sí». En estas situaciones habría que evitar también el alcohol, hidratarse bien y no volver a hacer ejercicio físico el resto del día. «En realidad, lo que sucede en esos casos no deja de ser una lipotimia», resume Avellanal. Si después de todas estas maniobras no hay mejoría, habría que llamar a los servicios de urgencia.

Al final resulta que los berrinches de los niños tenían su razón de ser. El mal llamado corte de digestión tiene que poco que ver con la digestión y «no hay ninguna evidencia de que haya que esperar un determinado tiempo antes de meterse al agua, ni de que debamos tener miedo por ello».

Las claves

  • Salir del agua Es fundamental para evitar ahogamientos, la segunda causa de muerte accidental en la infancia en España.

  • Evitar un enfriamiento excesivo Cubrir a la persona afectada con una manta –vale una chaqueta– para paliar el choque térmico que ha provocado la hidrocución.

  • Levantar las piernas El objetivo es que la sangre vuelva a todas las partes del cuerpo tras haberse concentrado en el cerebro. Si no se aprecia mejoría, llamar a urgencias. 

     

    TITULO:  Días de cine -  Cine - Homenajea a Alfred Hitchcock ,. - Viernes - 23 - Agosto ., 

     
    Viernes  - 23 - Agosto a las 20:35 horas por La 2 / foto,.
     
     Homenajea a Alfred Hitchcock,.
     
     Días de Cine' recuerda a Alfred Hitchcock
     
     Comienza el mes de agosto y con él, ‘Días de Cine’ tendrá una duración de media hora, además de un horario diferente al habitual por la programación dedicada a los Juegos Olímpicos. Esta semana, el programa homenajea a Alfred Hitchcock, de quien el próximo 13 de agosto se cumplirán 125 años de su nacimiento. 
     

    TITULO: UN BUEN PLAN ES IR AL CINE -  Adiós pequeña, adiós ,.

     Adiós pequeña, adiós

     Reparto .,Casey Affleck, Morgan Freeman, Ed Harris ;
     
     A dos detectives privados de Boston, Patrick Kenzie (Casey Affleck) y Angela Gennaro (Michelle Monaghan), los contrata una familia para que encuentren a una niña de cuatro años, hija de una drogadicta (Amy Ryan), que ha sido secuestrada en uno de los barrios más sórdidos de la ciudad. Adaptación de un best-seller del autor de "Mystic River".

MAS VALE TARDE LA SEXTA - BICICLETA - La lotería - Cruz Roja - La loteria jueves - LA NOCHE ABIERTA - Ciclismo - femenino - La valentía de Mavi García le da un diploma olímpico ,. / Hora Punta, el programa de TVE de Javier Cárdenas - Alba Muñoz: «No hace falta estar en paz con alguien para quererlo»,.

 

 TITULO:  MAS VALE TARDE LA SEXTA - BICICLETA - La lotería - Cruz Roja - La loteria jueves   -   LA NOCHE ABIERTA  - Ciclismo -  femenino - La valentía de Mavi García le da un diploma olímpico,.

MAS VALE TARDE LA SEXTA - BICICLETA - La lotería - Cruz Roja - La loteria jueves - LA NOCHE ABIERTA -   Ciclismo -  femenino - La valentía de Mavi García le da un diploma olímpico  ,. fotos,.

 LA NOCHE ABIERTA ,.

Resultat d'imatges de la noche abierta 

Progroma presentado por Pedro Ruiz, entrevistas por La 2 los martes a las 22:30, un gran espacio de música, foto etc.

 

 Ciclismo - femenino - La valentía de Mavi García le da un diploma olímpico,.

 

 La valentía de Mavi García le da un diploma olímpico

  Mavi García,.

La balear, a sus 40 años, se mide cara a cara a las grandes especialistas en ciclismo en ruta, donde gana la estadounidense Faulkner,.

Nunca es tarde para soñar, se puede decir de Mavi García. En 2017, con 33 años, la balear se proclamó subcampeona mundial de duatlón en Penticton (Canadá). Parecía su destino como deportista, ser una de las grandes de esta especialidad,.

 

Mavi García, cinco veces campeona de España en ruta y cuatro contrarreloj, pudo celebrar en Trocadero la consecución de un sexto puesto en los Juegos de París que le proporcionará un recuerdo imborrable, el diploma olímpico, premio a la valentía.

 

"Estoy muy contenta, creo que hoy tenía piernas para cualquier cosa pero estoy feliz con el sexto puesto y el diploma. Sabía que venía en buena forma, el circuito no era muy bueno para mi, pero he sido valiente y al final he tenido recompensa", señaló en meta la corredora balear.

Mavi se filtró en la escapada definitiva por las medallas entre las mejores corredoras del World Tour, entre ellas la campeona del mundo Lotte Kopecky y la neerlandesa Marianne Vos, triple maillot arcoíris y campeona olímpica en 2012.

Incluso la española, quien contó con la inestimable ayuda de Mireia Benito, encontró fuerzas para atacar en el segundo ascenso a Montmarte. En el tercero fue cuando perdió contacto con cabeza de carrera.

"He tirado mucho y salí a muchos ataques, pero sabia que entre las que íbamos en mi grupo tenía el diploma asegurado y no quería dejar pasar la oportunidad, me faltó un pelín de fuerza, pero estoy contenta con el resultado", explicó.

Aunque Mavi trató de enlazar con las 4 corredoras que se marcharon por delante, finalmente quien sorprendió a todas fue la estadounidense Kristen Faulkner, campeona olímpica.

"Hemos llegado cerca de ellas, me quedé con la británica Georgi, pero tampoco hubiera tenido opciones al esprint. Tenia piernas, pero no llegamos", concluyó la ciclista de Marratxí.

TITULO: Hora Punta, el programa de TVE de Javier Cárdenas - Alba Muñoz: «No hace falta estar en paz con alguien para quererlo»,. 

Alba Muñoz: «No hace falta estar en paz con alguien para quererlo»,. 

 



fotos - Alba Muñoz (Barcelona, 1985) ha sido reportera en varias zonas del mundo, como los Balcanes, Oriente Medio y el Sudeste Asiático, y tiene una amplia trayectoria periodística en numerosos medios de comunicación. Ha publicado en Alfaguara Polilla, una historia real en la que se entremezclan un deseo sexual desaforado, una investigación sobre la trata de mujeres en Bosnia y una conflictiva relación entre padre e hija.

Este libro tiene su origen en 2008, cuando estás acabando tus estudios de periodismo y tienes que tomar una decisión sobre tu futuro. Dices: «La universidad era un sinsentido, una estafa: perdimos cuatro años de lecturas y viajes». ¿Hay algún periodista en España que hable bien de la carrera de periodismo?

—Pues la verdad es que no he oído muchos halagos a esta carrera. Como sabes, es una profesión en la que hay muchísimo intrusismo, porque evidentemente puedes ser periodista sin tener la carrera de periodismo, y yo estudié en unos años en los que la carrera tenía muchísimo éxito y las aulas estaban masificadas. Había una idealización de la profesión en un momento en el que ya empezaba a caer en picado su prestigio y los medios, poco a poco, dejaban de invertir en periodismo de investigación. Ya se ensalzaba mucho este periodismo político y esta guerra editorial entre grupos mediáticos. Era una situación curiosa porque muchos jóvenes querían ejercer una profesión que estaba dejando de existir y, además, era el tiempo del plan Bolonia, de una modificación profunda, de una mercantilización clara de los estudios y del inicio de los másteres. Esta es una profesión en la que se supone que lo básico es saber observar la realidad, saber sacar información y conectar con lo que sucede ahí fuera, y el “ahí fuera” no estaba en ningún lado. No se hablaba de salir a la calle, nadie nos proponía nada. Todo el mundo nos pedía hacer PowerPoints y esquemas. Había una pérdida de la esencia, que yo por otro lado nunca viví. Es una de estas nostalgias no vividas, totalmente románticas e idealizadoras de una joven periodista. Sentí que era un sinsentido y además una tomadura de pelo, porque ya inmediatamente se nos decía: “Oye, con la licenciatura no es suficiente, tendréis que estudiar varios másteres”. Y yo decía: “¿Esto qué es?”.

Más adelante dices: «Ha tenido que pasar mucho tiempo, y confirmarse el abandono casi completo de mi profesión, para darme cuenta de su naturaleza mágica: el periodismo es un teatro de sombras, una miniatura de la conciencia humana. […] Es la forma más elegante de ser protagonista».

"Me parecía interesante esa dimensión emocional íntima, un poco vergonzosa y un poco impropia del periodista"

—Sí, en el libro he querido hacer también un pequeño ensayo sobre el periodismo, porque es la profesión de conectar con el afuera y de hablar con los otros, pero una cosa que me he encontrado y por la que creo que inconscientemente me atraía mucho también esta profesión es porque es una manera de conocerse a una misma. Es decir, el periodismo te ofrece ese contacto catártico constante con la realidad del otro, que de forma automática, y aunque no lo quieras, te hace pensar sobre tu propia suerte y sobre tu propia identidad. Y luego es un teatro de sombras, porque para ser buen periodista tienes que difuminar tu presencia. Tú no eres lo importante, eres un mero transmisor. Pero por debajo hay un juego de egos clarísimo y sutilmente perverso, porque el periodista tiene una imagen de sí mismo de “yo no soy aquí el importante”, pero cuando publicas un reportaje que te ha salido muy bien sobre una desgracia que ha ocurrido a miles de kilómetros, las medallas y las palmaditas te las llevas tú. Me parecía interesante esa dimensión emocional íntima, un poco vergonzosa y un poco impropia del periodista que está ahí constantemente.

Terminas entonces los estudios y decides irte a Bosnia en un viaje organizado para universitarios de varias carreras. Y escribes: «Mi teoría es que detrás de mi obsesión juvenil por los países del Este se ocultaba el deseo de encontrar un orgullo sobre mis orígenes. […] Europa del Este me recuerda a mi barrio». ¿Por qué te recuerda a tu barrio?

—Por varios motivos. Yo soy de Montcada i Reixac, que está en la periferia de Barcelona. Es una ciudad dormitorio eminentemente obrera, un lugar que está justo después de la frontera del lugar importante, que es la gran ciudad, pero todo el tiempo en relación con ella. Y los Balcanes son esa frontera entre Oriente y Occidente, esa especie de bambalinas de Europa con las que nos identificamos más o menos. Por eso afectó tanto la guerra de Bosnia en Europa: porque está en el continente europeo y porque veíamos en televisión a personas con las que físicamente nos identificábamos. Hay una cercanía y al mismo tiempo una lejanía. En Bosnia, que es un país eminentemente rural, puedes encontrar lugares que te parecen aldeas gallegas. En vez de una pequeña ermita o una iglesia tienen una mezquita, pero todo el resto es igual. Para mí la conexión era, por un lado, esa localización en el lugar no importante, pero siempre en relación con el mismo, eso que hay justo después de la muralla. Y luego esa identidad difusa de medio-medio, de sí pero no, que en mi barrio también se da, porque en todo el área metropolitana de Barcelona fueron a vivir muchas familias de Andalucía en los años 60 y ahora hay también muchas personas migrantes. Hay una hibridación que me recordaba a veces a ese enfrentamiento étnico que hay en Bosnia. Evidentemente, en mi barrio no hay esa partición del territorio, pero sí que hay una normalidad en esa hibridación, no nos parece extraña. Y después tienes ese sentimiento de estar en un lugar que sabes que no es importante, que no tiene demasiado valor, que nadie está mirando, que a los medios no les importa, y ahí hay una relación de amor odio, porque como joven no tienes ningún tipo de oferta cultural, y además la ciudad está muy cerca y te vas constantemente allá. Pero con el paso de los años sí que he ido encontrando en Montcada, en esta ciudad dormitorio donde no hay nada, una libertad extraña que ahora he dejado de sentir en Barcelona con toda la invasión turística.

¿Una libertad extraña en qué sentido?

"En una ciudad masificada y con cámaras en todos lados, encuentras una presión y una falta de libertad de movimiento que ahora echo de menos de aquellos no-lugares tan aburridos"

—En el sentido de que cuando estás en estas ciudades, y esto también es un punto en común con los Balcanes, hay pequeñas aberraciones urbanísticas, polígonos vacíos, calles que terminan no se sabe muy bien cómo ni por qué, combinaciones de estilos arquitectónicos no demasiado estéticos. Cuando paseas por allí sabes perfectamente que a nadie le importa lo que hagas ahí, que si le das una patada a una papelera no va a pasar nada, que nadie te observa. En estos lugares que tú no valoras tanto lo importante eres tú, y eso te da mucha libertad porque es como un lienzo en blanco. En una ciudad masificada y con cámaras en todos lados encuentras una presión y una falta de libertad de movimiento que ahora echo de menos de aquellos no-lugares tan aburridos en los que podía estar haciendo lo que me placiera.

Te vas a Bosnia y, el último día del viaje, conoces a Darko, un chico bosnio con el que inicias una relación. En las primeras páginas del libro apareces encerrada en su habitación, cuya llave guarda él, y os pasáis tres días practicando sexo. ¿Por qué decidiste abrir el libro con esta escena?

—Es una escena que me parece muy metafórica y, cuando volví a Bosnia en 2017, que fue la última vez que visité el país, entendí que era la que me daba la clave para el libro, porque yo estoy encerrada en una habitación y objetivamente mi libertad está coartada. Además, no hay ninguna explicación demasiado convincente para ese encierro. Es una cosa que no he vivido nunca y, sin embargo, en ese encierro, en esa pequeña prisión de sábanas blancas y de colchón, yo me sentí más libre que nunca. Y esa paradoja, ese contraste, me parecía que resumía muy bien una de las principales tesis del libro.

Dices: «Le digo a mi madre que ya sé que Darko es un mierda. Racionalmente lo sé, pero estoy intoxicada. Fuera de la cama nada me une a él, lo detesto. Sin embargo, todas las células de mi cuerpo me gritan que no hay otro y me empujan a sus brazos». Y más adelante escribes: «Me gusta en lo que me convierte, o en lo que yo creo que me convierte cuando estoy con él. Me gusta el mecanismo del sexo, la sencillez atávica». ¿Es el sexo más poderoso que el amor?

—(Risas) Dicen que las chicas confundimos mucho la atracción sexual con el amor y que, cuando nos sentimos atraídas por alguien, enseguida empezamos a proyectar. Darko, efectivamente, era un chico con el que yo, más allá de esta química sexual, no compartía nada. Tendría que haber sido un rollete de verano, pero mi edad, mis aspiraciones laborales, mis ganas de aventura, mis deseos de llamar la atención de mi padre, mis deseos de vengarme de él también, todo eso era un montón de ingredientes en un caldero que hacía que ese sexo satisfactorio me llevara a fantasear. Es como si las chicas tuviéramos más presencia del cerebro en el acto sexual de lo que quizás los hombres pueden tener, y enseguida nos montamos el Belén. Yo ya me imaginaba viviendo con Darko, teniendo hijos con él, siendo corresponsal en los Balcanes, y me pregunté por qué sucede esto, por qué las chicas, a diferencia de los chicos, parece ser, empezamos a fantasear con todo esto simplemente a partir de un sexo satisfactorio. Yo creo que el hecho de romantizar enseguida, y romantizar en el fondo es idealizar lo que está pasando, es una manera que tenemos las chicas jóvenes de tener aventuras, de tener libertad mental, de vivir historias con las que podemos tener emociones fuertes o ponernos a prueba o sentir los extremos de la vida, aunque sea una completa fantasía. Decía Audre Lorde que “no se puede desmontar la casa del amo con las herramientas del amo”. Pues yo lo pongo en duda, en el sentido de que las casas propias o de amos distintos tardan mucho en edificarse y en abrir sus puertas. Hacemos muchas cosas con las herramientas del amo, con aquellas que tenemos a nuestro alcance: armamos una mesita que cojea pero que nos hace imaginar un gran banquete, o un taburete que cruje y promete venirse abajo en cualquier momento, pero que mientras nos sostiene, nos permite verlo todo desde un poco más arriba y notar una brisa nueva. Para algunas, esperar esa casa neutra o ideal supone la muerte del espíritu o una represión castradora. Vivimos en una sociedad patriarcal, y muchas veces el romanticismo, la idealización de una relación tóxica o del sexo, nos da herramientas para soñar, para llevarnos a nosotras mismas a unos abismos, a unos límites que queremos palpar, pero que no tenemos cómo hacerlo en la realidad. En comparación conmigo, mi hermano no fue tan coartado por mi padre a la hora de salir o de entrar a la hora. No había ninguna pregunta para él, ni ninguna advertencia sobre los riesgos. Entonces él, como muchos chicos, pudo ir con su pandilla, pudo hacer pequeñas travesuras aquí y allá, pudo ponerse con el coche a toda velocidad por las carreteras. Pudo de algún modo aprender a través de la experiencia vivida, de realmente sentir la adrenalina. Pero a muchas chicas nuestras familias, sin darse cuenta y sin mala voluntad, nos imponen una fragilidad que no a todas nos encaja. Y muchas veces nos encontramos que esos amores turbulentos son el único mecanismo que tenemos para vivir esas emociones fuertes que necesitamos. El amor romántico, esa idealización a partir de un buen sexo, es nuestra velocidad, todo lo que tenemos para ser libres.

Hay un momento en que dices: «A ti lo que te pasa es que te gustan los malotes. Es lo que siempre me han dicho. A la gente le gusta decírmelo porque creen que han descubierto mi punto débil, mi gran contradicción». ¿A ti por qué te gustan los malotes?

"Yo reivindico que la masculinidad no es exclusiva de los hombres, que las mujeres también tenemos una parte masculina"

—Este capítulo es un poco experimental. Es una especie de ensayo, de carta a mi padre, escrito de forma muy visceral. Utilicé también algunas notas escritas con esa edad, con veintiún años. Yo me preguntaba siempre eso: si de forma racional yo sé que soy mucho mejor que estos tipos en muchas cuestiones y que no me llegan a la suela del zapato en muchas cosas, ¿por qué me siguen atrayendo? ¿Es solo una cuestión sexual? ¿Es una cuestión de atractivo físico? ¿Qué es? Y al final creo que también tiene que ver con una identidad híbrida que muchas mujeres tenemos, en el sentido de que yo, por ejemplo, siempre he sentido que tengo una parte masculina dentro de mí. Al principio pensaba si esto no sería un poco de misoginia interiorizada por tantos motivos, y creo que no, que lo que pasa es que tengo una parte masculina dentro de mí. Yo reivindico que la masculinidad no es exclusiva de los hombres, que las mujeres también tenemos una parte masculina. Imagínate la escena final de un western en la que un cowboy besa a la dama. Yo muchas veces sentía que podía ser tanto el cowboy como la dama. Me sentía identificada con las dos partes, sin dejar yo de identificarme nunca como una mujer, porque mi identidad de género la tengo clarísima. Entonces empecé a entender que quizá más allá de la atracción sexual por los hombres masculinos, o viriles, había algo en ellos que es esta libertad radical, porque los malotes, tal como yo los entiendo y como los he conocido en mi vida, en mi barrio, al final son chicos muy antisistema. Son chicos que no son activistas de nada, pero en realidad viven al margen del sistema. No tienen aspiraciones, y eso me parecía extrañísimo porque yo era la buena estudiante, la que tiene una vocación muy clara, la que tiene un refuerzo familiar académico constante. Eran lo opuesto a mí y los veía andar por el mundo con esa pillería y esa burla hacia la organización social y la necesidad de reconocimiento. Es una libertad radical que me atraía. Y creo que en el fondo, cuando me sentía atraída por estos chicos, cuando los besaba y cuando hacía el amor con ellos, estaba queriendo abrazar y besar a alguien que es más yo que yo misma, que tiene algo que yo siento que tengo dentro y que quiero experimentar, pero que por varios motivos no puedo exteriorizar o aplicar en mi vida.

A raíz de tu viaje a Bosnia inicias una investigación sobre la trata de mujeres en ese país, y aquí señalas que la causa de ese tráfico son los soldados y los funcionarios internacionales que supuestamente están en el país para asegurar la paz. Dices: «Las violaciones de mujeres empezaron durante la guerra, pero el negocio como tal se construyó para los extranjeros, para las tropas de paz. Los bosnios, aunque quisieran, no podían pagar chicas».

—Esta cuestión es una de las cosas que más me voló la cabeza cuando la descubrí. En realidad son dos cosas que se relacionan. Por un lado, en la guerra interétnica fratricida entre las distintas facciones, como sucedió también en Congo, que fue una guerra que vino justo después, hubo violencia sexual contra las mujeres en clave bélica, es decir, las violaciones de mujeres entre distintas etnias y sus embarazos eran utilizados no como un botín de guerra, como ha sucedido siempre, sino como arma de guerra. Se buscaba embarazar a las mujeres como una colonización de sus cuerpos muy clara. Y eso coincidió con el auge de los nacionalismos que dio lugar a la guerra. Se venía de una sociedad comunista yugoslava donde la mujer, por cuestiones ideológicas, tenía una presencia en el discurso público. Pero en la etapa del auge de los nacionalismos, la mujer se convierte en un símbolo de la patria, en un elemento más bien estático, en algo que los hombres tienen que defender, como la bandera o la tierra. A ese caldo de cultivo se añade una presencia internacional abrumadora de tropas y observadores de muchos países. Eso generó muchos sueldos muy elevados en un territorio muy pequeño con una economía completamente destruida, además de que siempre hay un aumento de la demanda de prostitución cuando hay tanta presencia militar. Se desarrolló un negocio por esta presencia internacional y no solo eso, sino que Kathryn Bolkovac, una periodista que se enfrentó a la policía internacional para la que trabajaba, descubrió varios casos de militares internacionales de fuerzas de paz que contribuyeron a ese negocio y que formaban parte de tramas de tráfico de mujeres en Bosnia. Yo también descubrí otros casos. Era muy paradójico, porque el discurso occidental era: “Hemos parado la guerra, os traemos la democracia y la paz”. Pero para las mujeres esa paz occidental capitalista, con el Banco Central Europeo, el FMI y todas las grandes empresas desembarcando allí y con todo ese aparato protegiendo ese desembarco, no significó una muy buena noticia.

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El capítulo más extenso del libro y el más turbador es el de la historia de Nikolina, que es una chica que está refugiada en una casa para mujeres que han escapado de las redes de explotación sexual, pero que al mismo tiempo no acaba de reconocer del todo su condición de víctima. Te cuenta que Ante, el que era su novio, la vendió a un proxeneta, pero al final te dice: «Aunque Ante siempre será el primero […]. Nunca perdonaré lo que me hizo, pero si cierro los ojos sueño con él».

"De pronto, el hecho de que un hombre, después de hacer el amor, hablara en la cama con ella era algo que le parecía maravilloso"

—Esta contradicción me sorprendió muchísimo. Primero sentí un enfado muy grande, pero luego me dio mucho que pensar, ahora que hablamos tanto de las ambigüedades del deseo, de cómo podemos desear cosas que van en nuestra contra y que son incluso insultantes y autodestructivas. El deseo es una cosa mágica, un poco incontrolable, y habla mucho de cómo somos los humanos. En el caso de Nikolina ella vivió una historia terrible y pensé: “Esta chica sigue queriendo a alguien que no solo la trató mal, sino que la vendió y la lanzó a una hoguera de desgracia, de explotación sexual y de violencia. ¿Cómo su mente, o su cuerpo, puede separar estas cosas?” Ella estaba enfadada con él, pero en su fantasía seguía deseándolo. Esto me generó un efecto espejo con lo que yo estaba viviendo con Darko, sin comparar su historia y la mía, porque evidentemente no tenía nada que ver el nivel de violencia, pero pensé: “Yo estoy deseando a un chico que objetivamente no me trata muy bien”. Pero luego hubo otra frase que ella me dijo que me impactó mucho más y que creo que es muy explicativa. Me habla de su nuevo novio, que es un chico que no tiene ni idea de su pasado, y me dice: “Me gusta mucho este chico porque después de follar hablamos”. Eso me dio a entender que para Nikolina, que era una chica listísima y fuertísima que lo que quería era estudiar, quizá lo más doloroso es cómo todo este viaje de violencia y maltrato redujo para ella el amor a una cosa muy pequeñita, a un mínimo respeto interpersonal. De pronto, el hecho de que un hombre, después de hacer el amor, hablara en la cama con ella era algo que le parecía maravilloso. Que ella valorase como un atributo impresionante en un hombre algo ridículamente pequeño, y cómo su idea del amor se había reducido al mínimo, me hizo pensar mucho también.

¿Fue algo que a ti te faltó con Darko: hablar después de follar?

—No hablábamos nada. Yo hablaba conmigo misma y además tenía una idealización rebelde porque pensaba: “Darko es un chico incorrecto, nadie quiere nuestro amor porque no lo entienden, nunca lo aprobarán y esto es lo que me gusta. Por eso yo quiero defender esta relación y que no se venga abajo. Quiero demostrar que tenemos una forma distinta de amarnos y que no soy esa chica perfecta que todo el mundo se cree que soy, que puedo vivir de un modo más duro e inestable”. En el fondo, la otra cara de esa idealización tan tóxica era una forma desesperada de querer tomar las riendas de mi propia vida y de poder decidir. Necesitaba demostrarme cosas a mí misma y vivir todo lo que quizá no había vivido durante mi juventud o mi adolescencia: esa autonomía, esa soledad, ese hacer cosas un poco peligrosas y zafarse y a ver qué pasa, ese aprendizaje. Lo necesitaba muchísimo. Con Darko no hablaba y además llegó un punto en que pensé: “Mejor que no hable, porque se carga el personaje”. Él me importaba muy poco. Era simplemente el personaje de una película de la cual yo era la directora y la protagonista, y él cuanto menos hablara mejor porque así yo podía montar ese personaje de hombre manitas, de pocas palabras, rudo. Me encajaba y no quería que destruyera esa fantasía en la que yo me sentía rebelde y libre.

—Cuentas que siempre que te sentías desalentada en tu investigación y necesitabas recuperar fuerzas, contemplabas una foto de Margaret Moth. ¿Por qué la admirabas y por qué te motivaba tanto?

"Para mí Margaret Moth era un ejemplo de fortaleza serena y absolutamente de vuelta de todo, de ese desinterés en la opinión de los demás que me parecía de lo más deseable"

—La encontré por casualidad buscando vídeos sobre Bosnia. Me di cuenta de que era la primera camarógrafa de Nueva Zelanda y una de las primeras mujeres cámara de los medios internacionales. Cubrió muchos conflictos además de la guerra de Bosnia. Era una mujer muy guapa y que desprendía una seguridad que a mí me parecía muy lejana porque, como chica joven, yo tenía esa sensación de estar siempre a la contra, enfadada, y en ella veía una serenidad de persona que está por encima de todo eso. Su fotografía me transmitía que vivió su vida de una forma muy propia, poniéndose en riesgo, jugando con los límites, sin dejar que los juicios de los demás ni las experiencias traumáticas la afectaran. Tuvo la suerte de sobrevivir a un ataque que le reventó la cara y la tía seguía tomándoselo a coña y haciendo bromas con ello. Para mí era un ejemplo de fortaleza serena y absolutamente de vuelta de todo, de ese desinterés en la opinión de los demás que me parecía de lo más deseable.

Dices: «Entonces recordé mi episodio favorito de ella. Cuando tenía la edad que yo tenía entonces, Margaret quiso deshacerse de su apellido paterno. Nunca supe el motivo, porque prefería no saberlo». Aquí asoma la tercera pata de esta historia, que es la relación conflictiva que mantienes con tu padre. ¿Por qué incluiste en el libro este tercer elemento?

—Fue una inclusión tardía con la que no contaba. De primeras, lo que intenté fue armar un libro que combinara la investigación periodística y mi relación amorosa con Darko. Luego empecé a ver lo descomunal de mi objetivo. Primero, porque tenía mucho material periodístico, y segundo, porque tenía que saber exactamente qué era lo que quería contar de mi relación con Darko y elegir muy bien las escenas. Eso me llevó a pensar cómo estaba viviendo yo esos días en Bosnia, qué sentía, por dónde me movía, qué pensaba, qué anotaba en mi cuaderno, y me di cuenta de que mi padre estaba ahí todo el tiempo. No estaba físicamente, pero estaba en mis pensamientos, y estaba en realidad mucho más presente durante esos viajes que cuando yo estaba en Barcelona y nos veíamos de higos a peras. Yo siempre había luchado desde niña para captar su atención y por eso también empecé a escribir de forma prematura. Él también era periodista y descubrí muy pequeña que, escribiendo cuentos, mi padre dejaba lo que estuviera haciendo y podía atenderme, pero llevaba varios años con una relación muy pobre con él. No nos comunicábamos y sentía que a él no le interesaba nada de lo que yo hiciera. Y de pronto, mientras estaba allí, mi padre me escribía emails cada día y me enviaba links. Estaba preocupado por mí y tenía su atención. Eso me enfadó muchísimo, porque además empezó a usar el apodo de Polilla, que es el que da título al libro y que me sigue haciendo sentir muchas cosas porque es un apodo con el que yo me sentía muy querida y muy entendida por mi padre. Es como si al pronunciarlo él entendiera mi alma, mi esencia. Había algo en la sonoridad de la palabra misma, que, como explico en el libro, a mí al principio me hacía pensar en Campanilla, pero luego resulta que era el insecto. Me fui dando cuenta de que mi padre estaba muy presente en esos viajes y que de hecho estaba presente en las motivaciones que hacían bullir mi amor por Darko. Había una sed de venganza contra él por ese miedo que él tenía hacia los hombres por lo que pudieran hacerle a su hija. Que de pronto su hija se convirtiera en eso que él no habría querido nunca, en solo un cuerpo, era un acto que se podría entender como de sumisión o de devaluación, pero que para mí era un acto de libertad absoluta y de poder ante él.

Bosnia.

Bosnia.

Escribes: «Es difícil parecerse mucho a alguien a quien odias. Es difícil odiar todos los maltratos y decisiones absurdas de tu padre y, al mismo tiempo, sentir una comprensión de carne». Sin embargo, la dedicatoria de este libro es: «A mi padre». ¿Por qué le dedicas el libro alguien a quien dices que odias?

—Porque siempre lo quise y siempre lo querré, porque me pasé la vida intentando conocerlo más, llamar su atención y que me quisiera bien. No lo logré. Yo sabía que me quería, pero no me quiso bien y eso me dejó una herida, aunque ahora de mayor entiendo que simplemente no sabía querer porque no lo habían querido y había tenido una infancia traumática. Pero es duro cuando no te quieren bien. Mi padre tenía muchas explosiones de ira en casa, muchas actitudes injustas, dictatoriales, autoritarias, y yo lo odiaba a muerte desde pequeña y me enfrentaba a él. A mi madre y mi hermano les daba más miedo mi padre, pero a mí no. Yo tengo el mismo carácter que él y eso generaba una dinámica extraña, que era que él se enfadaba mucho conmigo porque yo le plantaba cara, pero al mismo tiempo se enorgullecía como diciendo: “Mírala, qué tía, como yo”. Se generaba una dinámica de odio y al mismo tiempo de identificación y amor porque al final yo seguía siendo una niña o una jovencita que quería su atención y su amor, que él no me podía dar. Eso me generó un sufrimiento muy lacerante. Mi hermano sí que pudo ver a mi padre como un hombre herido, como una víctima, y verlo con lástima mucho antes que yo. Pero yo no podía y creo que no podré nunca dejar de estar enfadada con él porque es mi naturaleza. Y esa naturaleza la heredé de él. Todo eso genera una espiral de odio, que es como: “Ostras, tengo mucho de esta persona. Y esto es lo que me hace odiarla, pero también quererla de este modo”. Y lo que he entendido es que no hace falta estar en paz con alguien para quererlo.

Hay una escena que me ha hecho mucha gracia de tu padre, cuando dices: «Además de trabajar en una importante escuela de idiomas, daba clases particulares a algunos famosos y hombres de negocios, sobre todo japoneses. A veces los invitaba a casa a comer paella y yo tenía que ponerme un vestido de flamenca y estar contenta». ¿Tu padre les hacía un Bienvenido, Mister Marshall a los japoneses?

"Me ponía el vestido y él hacía la paella marinera, al estilo catalán, y ponía flamenco. Les hacía una especie de escenificación de la españolidad más turística"

—Totalmente. Además, yo no sabía bailar sevillanas. Me ponía el vestido y él hacía la paella marinera, al estilo catalán, y ponía flamenco. Les hacía una especie de escenificación de la españolidad más turística. Evidentemente, a ellos les encantaba porque les parecía todo aquello muy auténtico, aunque de auténtico tuviera poco. Sí es cierto que mi padre todos los domingos hacía paella, que era uno de los pocos platos que cocinaba. Para mí aquello era una especie de juego extraño y me entretenía con los obsequios que traían estas personas, que me parecían curiosísimos.

Has mencionado antes que desde niña siempre luchaste por llamar la atención de tu padre y que eso te llevó a escribir. Dices en el libro: «Hubo una vez en que me escuchó con toda su atención, y que recordaré siempre: el día que leyó mi diario. […] ¿De verdad piensas eso de mí?, preguntó con la boca estirada, con una sonrisa llena de pena. Se refería a un párrafo en el que le llamaba GI-LI-PO-LLAS por no haberme dejado ir a la feria con mis amigos». ¿Escribir este libro es también una forma de volver a aquel diario para decirle a tu padre todo lo que siempre quisiste decirle, aunque él ya no pueda leerlo porque falleció?

—Sí, pero con una diferencia. Este libro, como bien dices, son unas cosas que yo quería decirle a mi padre. Pero a diferencia de mi diario, que yo no quería que lo leyera ni imaginaba que pudiera leerlo, este libro me gustaría que lo hubiera leído. Me gustaría que lo que he escrito de algún modo le llegara porque es un mensaje de crítica, es un ajuste de cuentas, pero también es un mensaje de amor. En el libro no abundo en ello, pero él fue una persona difícil y nos hizo sufrir a mi madre, a mi hermano y a mí, y en su lecho de muerte sabía muchas cosas, pero simplemente, como les ocurre a tantos hombres, no podía hablar de esas cosas porque, al hacerlo, el andamiaje que había construido para mantener su vida más o menos en pie, para ser una persona funcional, se venía abajo. En el fondo, ese hombre tan fuerte, tan poderoso y tan carismático, era en realidad muy frágil. Y este libro es una manera de ajustar cuentas y de decirle: “Esto es lo que me hiciste y esto es lo que yo hice aquellos años contra ti”, y al mismo tiempo decirle que lo sigo queriendo y que acepto que siempre me pareceré a él mucho. Y que eso no me genera después de todo tanto conficto.