PERRO REX - EL LABERINTO DE SOMBRAS DEL CASO LUCIA,.
Casi
dos meses después de la muerte de la pequeña Lucía Vivar, el caso sigue rodeado de
tantas certezas como incógnitas.
A estas alturas, los hechos probados serían los siguientes: que la niña
de tres años desapareció del lado de sus padres la noche del miércoles
26 de julio mientras cenaban en el bar de la estación de tren de
Pizarra, un municipio de 9.000 habitantes a 35 kilómetros de Málaga
capital; que recorrió sola los últimos metros del andén, primero
corriendo y después andando; y que fue hallada muerta a 4.200 metros de
ese punto, entre los raíles, con un traumatismo craneal severo provocado
por un mecanismo «de alta energía», según la autopsia.
A partir de ahí, el caso entra en el terreno de las hipótesis. Para la familia,
un laberinto de sombras que deja más preguntas que respuestas.
La versión oficial, que la Guardia Civil ya planteó en su informe
preliminar apenas una hora después del hallazgo del cadáver, y que sigue
manteniendo aún con más contundencia a día de hoy, dice que Lucía se
desorientó al apartarse de sus padres y que, a partir de ahí, caminó
toda la noche sola siguiendo la guía de los raíles, sin salirse de
ellos, hasta que, agotada, se acurrucó entre las vías y se durmió. Y
ahí, según la principal línea de investigación de la Benemérita, fue
golpeada por un saliente de la estructura del primer tren de la mañana,
que sin embargo no llegó a arrollarla.
Siete horas antes, Antonio
Vivar y Almudena Hildalgo, los padres de Lucía, cenaban tranquilamente
con los abuelos y los tíos paternos de la niña en el bar La Estación.
Celebraban el santo de la abuela Ana. Llegaron hasta allí por un
capricho del destino tras encontrarse cerrado el primer restaurante al
que acudieron y abarrotado el segundo, el Rincón del Mohíno, un local de
comidas que está pegado a las vías, a unos 300 metros de la estación, y
junto al que su hija debió de pasar tras perderse, siempre según la
hipótesis de la Guardia Civil. Esa noche, la valla que separa el bar de
las vías estaba llena de gente esperando mesa, tal y como confirman
varios testigos. Pero nadie vio ni escuchó nada.
Lucía, de 3 años, se perdió cuando sus padres cenaban en el bar de la estación de Pizarra (Málaga)
La voz de alarma la dio la abuela al volver
de la barra tras pagar la cuenta. «¡La niña, la niña!», gritó al echar
en falta a Lucía, que hasta ese momento había estado jugando con sus
primos. Antonio estaba de pie despidiéndose del camarero, al que le
estaba contando que a la mañana siguiente debía madrugar para trabajar.
Eran aproximadamente las 23.30 horas.
La última imagen de la menor
con vida la grabó una de las tres cámaras que Adif tiene repartidas por
la estación. La secuencia dura exactamente 12 segundos. En ella se
observa a la pequeña yendo hacia las vías. Al principio va corriendo,
pero después se frena y continúa andando en la misma dirección, hacia el
vecino municipio de Álora. Su silueta desaparece tras la caseta de
electricidad que pone fin al andén. El reloj del vídeo marca las 23.35.
Apenas
dos minutos después, las cámaras captan a varias personas tratando de
localizar a la niña. La mayoría se da la vuelta muy pronto por la
dificultad para caminar sobre balastos en la oscuridad -había una
visibilidad lunar del 8,4%-; en las imágenes se aprecia cómo iluminan su
camino con las linternas de sus teléfonos móviles. La búsqueda, en esos
momentos, es caótica y desorganizada, ya que nadie sabía qué le había
sucedido a la pequeña. Los gritos desesperados con el nombre de Lucía
resuenan en el silencio de la noche.
Inicialmente, el padre de
Lucía recorrió el primer tramo de las vías en el sentido contrario al
que supuestamente cogió la niña para después volver sobre sus pasos y
adentrarse, en dirección Álora. La videovigilancia de la estación grabó
su incursión -se distingue del resto por su altura, ya que mide casi dos
metros- a las 23.40 horas. Según su relato, anduvo unos 500 metros,
pero acabó dándose la vuelta porque pensó que la cría no podía haber
llegado tan lejos. Su hermano Paco lo siguió. Primero lo hizo a pie y
una hora después cogió su coche para desplazarse hasta el polígono que
está a la salida del pueblo y así cortarle el paso a la niña, si es que
había tomado esa dirección. Ninguno de los dos la vio.
No se separaba de su chupete
La
primera patrulla de la Guardia Civil llegó a las 23.55 horas. Los
agentes organizaron una batida a la que se fueron sumando vecinos y
amigos de la familia a medida que se iban enterando de lo sucedido. Al
cabo de la noche había más de 600 personas peinando los alrededores de
la estación, de la que se iban alejando a medida que pasaban las horas y
avanzaba la búsqueda. Sólo se encontró su chupete, del que nunca se
separaba, en un banco metálico de la estación situado entre dos máquinas
expendedoras de billetes que, curiosamente, están en la dirección
opuesta a la que, según la hipótesis principal de la investigación,
habría tomado la niña.
A las 6.03 horas, el primer tren del
servicio de Cercanías entre Málaga y Álora salió de la estación Alameda
de la capital. El maquinista declaró a la Guardia Civil que, sobre las
06.35 horas, recibió un aviso de su centro de control indicándole que
circulara «marcha a la vista» -extremando la precaución- por «posible
presencia de personas cerca de las vías». La orden se limitaba solo a la
estación de Pizarra, aunque, según el conductor, redujo la velocidad en
todo el recorrido. Se enteró de la desaparición de la niña por un
vigilante de Renfe que se subió en su tren en Pizarra.
Unos
minutos después, de camino a Álora, advirtió la presencia en las vías de
un «bulto» inmóvil que no supo identificar, ya que aún era «noche
cerrada». Al regresar, el maquinista se fijo con atención. Eran las 6.53
y ya había empezado a clarear el día. Al aproximarse al kilómetro
158.5, vio que el bulto tenía ropa y accionó de inmediato los frenos de
emergencia. Bloqueó las puertas, se dirigió al vagón de cola -el tren,
con la inercia, volvió a pasar por encima del cuerpo- y descendió a las
vías. Allí comprobó que era la niña a la que buscaban.
Lucía yacía
entre los raíles, tumbada de lado y con las manos entrelazadas.
Presentaba un fortísimo traumatismo en la parte posterior de la cabeza,
pero no había sido arrollada por el tren. El propio maquinista mostró su
extrañeza. Declaró a los agentes que, cuando ha atropellado a algún
animal, se oye «un ruido sostenido» y después el sonido de las piedras
al moverse. Esta vez, no escuchó nada.
Para la investigación, hay
dos teorías que explicarían que el tren la golpeara con algún saliente y
no llegara a arrollarla. La primera, el efecto Venturi, esto es, que la
pequeña hubiera sido succionada por la diferencia de presión. Pero esta
hipótesis parece poco viable teniendo en cuenta que el conductor había
reducido la velocidad y circulaba a 75 u 80 kilómetros por hora. La
segunda, que la menor despertara por el ruido del ferrocarril y alzara
levemente la cabeza, manteniendo su centro de gravedad lo
suficientemente bajo como para que el convoy no la arrollara por
completo.
En la sala de autopsias, los forenses confirmaron que
ese traumatismo severo en la cabeza «de alta energía» -expresión del
informe que apunta claramente al tren- fue la causa de la muerte y, por
la vitalidad de la herida, se produjo en el mismo lugar donde fue
encontrada, lo que, para los investigadores, desmontaba de plano la
hipótesis de que la hubieran matado en otra parte y hubieran dejado allí
su cuerpo para que el tren enmascarara una supuesta agresión. Para
despejar esta incógnita, solo queda por confirmar que los cabellos
hallados en la inspección de los bajos del tren -no se encontraron
restos de sangre- pertenezcan a Lucía.
Los cinco forenses que
participaron en el examen del cadáver -la autopsia, extremadamente
minuciosa, se prolongó seis horas- detectaron pequeñas erosiones o
hematomas en las piernas de Lucía. La morfología de las heridas es
compatible con las aristas de los balastos, lo que indicaría que la
menor anduvo y se cayó en la vías, pero para la familia no demuestra que
recorriera 4.200 metros entre los raíles, en chanclas, y sin apenas
visibilidad, ya que aunque había manchas de grasa en su vestido de
Minnie Mouse, no se apreciaron heridas en sus manos producidas por las
reiteradas caídas que debió de sufrir. Tampoco había lesiones ni
suciedad en su rostro, «que debería haber quedado lleno de churretes del
sudor y el llanto», opina la abogada Ana Belén Ordóñez, del despacho
Ley 57, que representa a la familia.
La incierta hora de la muerte
Los
forenses calcularon la data de la muerte entre las 5.00 y las 7.00
horas. El dato es esencial para la investigación, porque de ser anterior
a las 6.45 -hora a la que el maquinista pasó por ese punto- podría
indicar la participación de terceras personas. Sin embargo, esta
horquilla horaria ha sido puesta en entredicho por un informe privado de
los criminólogos Duque-Wittmaack, ya que la data de los forenses está
basada en estimaciones porque no se tomó la temperatura corporal ni
ambiental en el lugar de los hechos, sino en la sala de autopsias. Y se
calculó en 22 grados la media en Pizarra.
La familia alberga más
dudas. «¿Por qué los perros de rastreo de la Guardia Civil -traídos
desde Sevilla a la mañana siguiente- perdieron la pista de la niña en la
estación?», se plantea el abuelo materno, Francisco Hidalgo, que
endurece el gesto al hacerse una pregunta que le atormenta día y noche:
«¿Por qué salió el primer tren de la mañana si mi nieta seguía
desaparecida?».
Él, igual que los padres y los tíos de Lucía,
están convencidos de que alguien se la llevó y han pedido más pruebas,
que la jueza ha admitido. Creen que alguien la secuestró en la estación y
la dejó allí, en el kilómetro 158.4. Casualmente, en el único punto
donde la carretera A-7077, paralela a la red ferroviaria, se comunica
con las vías por una vereda. Pero su teoría es otro rompecabezas al que
le faltan muchas piezas. Los estudios complementarios a la autopsia han
revelado que no presentaba signos de agresión sexual ni se halló ADN
masculino en su cuerpo. Tampoco indicios de haber sido atada, amordazada
o drogada, según los informes del Instituto Nacional de Toxicología. No
hay móvil ni indicios de rapto, pero la versión oficial, la de que
caminó cuatro kilómetros a oscuras por las vías, sigue teniendo lagunas.
Casi dos meses después, la pregunta sigue siendo la misma. ¿Qué le
sucedió a la pequeña Lucía?,.
TITULO: AQUEMARROPA - QUE TIEMPO TAN FELIZ - MAS QUE COCHES - COCHE SEAT 600 - MCLAREN Y TORO ROSSO CAMBIAN MOTORES,.
AQUEMARROPA - QUE TIEMPO TAN FELIZ - MAS QUE COCHES - COCHE SEAT 600 - MCLAREN Y TORO ROSSO CAMBIAN MOTORES, fotos.
MCLAREN Y TORO ROSSO CAMBIAN MOTORES,.
AUTOMOVILISMO FÓRMULA UNO,.
McLaren cambia Honda por Renault en 2018, y Toro Rosso utilizará motor Honda,.
La
escudería inglesa de Fórmula Uno McLaren ha anunciado que termina su
relación con el fabricante japonés de motores Honda y que a partir de la
próxima temporada utilizará motores de la francesa Renault; mientras
que la escudería Toro Rosso se une a Honda a partir de 2018.
McLaren,
la escudería para la que pilota el bicampeón del mundo español Fernando
Alonso, confirmó la ruptura con Honda y el acuerdo con Renault para
tres temporadas en dos comunicados sucesivos; mientras que Toro Rosso,
donde compite el también español Carlos Sainz hasta el final de esta
temporada cuando pasará a Renault, confirmó el acuerdo con Honda de
forma prácticamente simultánea.
La escudería de Woking (Reino
Unido) anunció primero el final del acuerdo de asociación con Honda, que
concluía así tres años de relación, desde 2015, a partir del final de
la presente temporada.
"Honda es una gran compañía que, como
McLaren, está en la Fórmula Uno para ganar. Aunque nuestra asociación no
ha producido el éxito esperado, eso no disminuye la gran historia que
nuestras dos compañías han vivido juntas. En este momento, lo mejor para
ambas compañías es que continuemos con nuestras ambiciones deportivas
por separado", indicó en el texto el director ejecutivo del Grupo
McLaren, el jeque Mohamed bin Essa Al Khalifa.
El presidente de
Honda, Takahiro Hachigo, reconoció que es "desafortunado" que tengan que
separar su camino con McLaren "antes de cumplir nuestras ambiciones",
pero aseguró que la decisión se ha tomado "con la convicción de que es
la mejor línea de acción para el futuro de ambos".
"Honda
continuará la lucha junto a McLaren hasta el final de la temporada
2017", confirmó el presidente de la marca japonesa, dando el cierre a
una relación que aspiraba a retomar los éxitos obtenidos entre 1987 y
1991, con cinco campeonatos de pilotos consecutivos (uno del brasileño
Nelson Piquet, tres de su compatriota Ayrton Senna y uno del francés
Alain Prost) y otros tantos de constructores.
A ese comunicado le
sucedió, en segundos, el que anunciaba el acuerdo entre McLaren y
Renault para las tres próximas temporadas, hasta 2020, la primera vez en
la historia en que ambas firmas colaborarán en la Fórmula Uno.
El
texto enfatiza la "demostrada capacidad" de Renault para producir
"motores campeones" tanto para su propio equipo como para otros, algo
que destacaban también los ejecutivos de McLaren.
"El anuncio de
hoy nos da la estabilidad que necesitamos para avanzar el desarrollo de
nuestro chasis y la técnica para 2018 sin ningún tipo de dudas (...)
Estamos convencidos de que podemos dar valor a Renault ayudando a
convertir su motor en un ganador de carreras habitual", argumentó el
director del grupo tecnológico de la escudería, Zak Brown.
El
propio Brown comparecía minutos después a través de un vídeo colgado por
McLaren en Twitter, en el que explicó que los empleados de la escudería
trabajan "muy duro" para poner sus coches al frente de las carreras y
aseguró que seguirían trabajando "muy duro con Honda" para las siete
carreras restantes de la temporada. "Gracias y seguid apoyando a
McLaren", finalizó.
De forma simultánea, la escudería Toro Rosso,
hasta ahora usuaria de motores Renault, confirmó que la japonesa Honda
será su suministradora de motores a partir de la próxima temporada, sin
especificar la duración del acuerdo.
El responsable del equipo,
Franz Tost, enumeró en el comunicado los títulos obtenidos por Honda en
su historia en la Fórmula Uno y aseguraba que esos éxitos les hacían
tener "total confianza" en la capacidad de la marca japonesa.
"Este
legado, junto con la total confianza que tenemos en las capacidades de
Honda para llegar al éxito, me hace creer que tendremos un futuro juntos
que dará mucho fruto", indicó Tost.
Por su parte, el presidente
de Honda, Takahiro Hachigo, destacaba la "juvenil energía" de Toro Rosso
y su papel en los últimos años "criando a las estrellas del futuro",
como el hoy tetracampeón mundial alemán Sebastian Vettel, el australiano
Daniel Ricciardo o el holandés Max Verstappen.
"Todo el mundo en
Honda está expectante por trabajar con Toro Rosso y entusiasmado por
comenzar este nuevo capítulo en nuestro viaje en la Fórmula Uno", indicó
el ejecutivo nipón, que también dejó patente la colaboración en el
acuerdo de la empresa propietaria de la competición, la estadounidense
Liberty Media, a quien incluyó en los agradecimientos del acuerdo.
En
unos minutos frenéticos de noticias, uno de los pilotos de Toro Rosso,
el español Carlos Sainz, anunció que la próxima temporada no pilotará
para la escudería con sede en Faenza (Italia), sino que lo hará para la
francesa Renault, en una operación planificada por Red Bull, responsable
de la estructura que incluye a Toro Rosso, que le envía a la escudería
gala a préstamo por un año.
TITULO: LUNES -2- OCTUBRE - HISTORIA DE NUESTRO CINE - CINE - Nadie quiere la noche ,.
- Reparto
-
Juliette Binoche,
Rinko Kikuchi,
Gabriel Byrne,
Matt Salinger,
Velizar Binev,
Ciro Miró,
Reed Brody,
Alberto Jo Lee,.
-
- Groenlandia, año 1908. Josephine Peary (Juliette Binoche), una mujer
rica y culta, inicia una expedición al Polo Norte para reunirse con su
marido, el explorador Robert Peary. Durante el viaje se encuentra con
una humilde mujer esquimal, Allaka (Rinko Kikuchi). Pese a sus numerosas
diferencias culturales y personales, ambas tendrán que unirse para
poder sobrevivir a las duras condiciones climáticas de la tundra en el
Ártico.