viernes, 25 de septiembre de 2015

UN PAIS PARA COMERSELO Y TABAS Y BARRAS - LA CARNE VEGETAL DE JULIANA,./ AQUEMARROPA -¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - ¿ HASTA DONDE NOS CONOCE LA TECNOLOGIA ?,.

TÍTULO: UN PAIS PARA COMERSELO Y TABAS Y BARRAS - LA CARNE VEGETAL DE JULIANA,.
Juliana Corbacho muestra artesanía boliviana. :: E.R.
UN PAIS PARA COMERSELO Y TABAS Y BARRAS - LA CARNE VEGETAL DE JULIANA, fotos.

LA CARNE VEGETAL DE JULIANA,

    Resultat d'imatges de UN PAIS PARA COMERSELO
  • Se jubiló, le diagnosticaron un cáncer de mama y su vida cambió,.

     Yo vivía tranquila con mi trabajo. Soy óptica, tenía una tienda en Trujillo, 'Óptica Corbacho', comía platos sencillos, pero me jubilé y todo cambió», cuenta Juliana Corbacho, una mujer de 67 años a la que, en 2013, nada más jubilarse, le diagnosticaron un cáncer de mama. «La primera impresión fue de impotencia, después llegó la fase del miedo y a continuación, la de entregarme totalmente a la medicina convencional para solucionar el problema. Pero me operé, empecé a informarme en temas de medicina alternativa y acabé sintiéndome más protagonista de mi propia vida y haciendo cosas que me interesaban», confiesa.

    A Juliana, el cáncer superado ha llenado de sentido su jubilación. «Yo soy autodidacta. He aprendido por mi cuenta mucho sobre la alimentación saludable porque un 35% de los cánceres vienen por la alimentación. Además, tengo una necesidad muy fuerte de transmitir lo aprendido», dice.
    Juliana dedica su tiempo libre de jubilada a enseñar lo que sabe. Imparte talleres en asociaciones oncológicas, sobre alimentación anticáncer, y también los da en asociaciones de vecinos y de amas de casa y en herbolarios, aunque en estos casos, varía el nombre y el tema de su charla, que versa sobre 'Cocina saludable consciente'.
    Resultat d'imatges de TAPAS Y BARRAS -En la mañana de sábado que nos encontramos con ella, impartía su charla en el Herbolario de Rocío, abierto por una joven pareja hace tres meses en el barrio cacereño de Cabezarrubia. En la tienda, una docena de espectadores ocupan sus sillas y Juliana comienza a hablar. Explica, en resumen, que no se debe abusar de la carne animal, sobre todo de la roja. Para sustituirla, Juliana ha inventado un producto muy interesante.
    «Elaboro y vosotros también podéis elaborar un compuesto proteico que tiene las mismas proteínas que la carne animal, pero sin hormonas, antibióticos ni grasas saturadas. Lo hago en mi casa con legumbres, cereales, condimentos y algas y vosotros también lo podéis hacer en la vuestra», propone a su auditorio.
    Juliana imparte talleres los domingos para enseñar a preparar su carne vegetal. Se celebran en su cocina, que no es muy grande, por eso solo pueden asistir cuatro alumnos. «Al acabar, compartimos la comida y entablamos relaciones sociales», apunta.
    Tras la charla, Juliana saca unos pinchitos de carne vegetal para que sus alumnos la prueben. Cada uno paga dos euros por la tapa, que van íntegramente a la ONG Tiluchi. También destina a esta organización una parte de lo que cobra por impartir sus cursos de preparación de carne vegetal.
    Tiluchi es la segunda preocupación de Juliana, el otro desvelo de su jubilación. «Esta ONG está funcionando en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, desde hace 20 años. Su objetivo es rescatar niños de la calle y darles formación, alimentación y cuidados. A los niños los rescatan siendo muy pequeñitos. Se escapan de sus casas y los padres no se preocupan porque son una boca menos. A las niñas no las recogemos hasta que no se emancipan a los 16 años y se van de casa. Si se escapan antes, los padres denuncian su desaparición a la Policía, que las buscan y las devuelven, porque ayudan en casa y son necesarias», relata Juliana el drama que intenta paliar Tiluchi.
    Jubilación fructífera
    Para colaborar con esta ONG, Juliana ha montado en la puerta del herbolario un mercadillo de artesanía boliviana. «Son objetos que trae un amigo piloto gratis desde Bolivia. Yo voy con el puesto al Womad, a los mercadillos ecológicos y agrícolas o a mis conferencias. También los ofrezco a quienes vienen a casa a tomar café por si tienen necesidad de hacer un regalito y así colaboran a salvar de la calle a los niños bolivianos», explica. Tras superar el cáncer, Juliana asegura ser una jubilada feliz con sus charlas, su carne vegetal y su ONG: «Antes no me gustaba la cocina, pero ahora elaboro platos, me gusta la relación con la gente y tengo una jubilación fructífera. Me lo paso bien».

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    :: fotolia¿Hasta dónde nos conoce la tecnología?

  • Los algoritmos de Facebook o Spotify tratan de acceder a más información personal para mejorar la eficacia de sus servicios / foto,.

    madrid. Si usted tiene un teléfono móvil que funcione con una de las últimas versiones de Android es probable que, por arte de magia, le haya aparecido una tarjeta que le indica el tiempo que le queda desde el trabajo hasta casa. Y eso cuando no le recuerde el vuelo que tiene a Berlín dentro de cuatro días, aderezando el aviso con una multitud de sugerencias sobre qué ver y comer en la capital teutona. Eso es producto de Google Now, una plataforma que trata de convertirse en el perfecto acompañante anticipándose a las necesidades de los usuarios.
    El caso de Now es otro más que certifica la llegada de los servicios predictivos. Apple cuenta con Siri, Microsoft con Cortana, Baidu -el Google chino- ya trabaja en una de estas herramientas, al igual que Yahoo o Facebook, que en los próximos meses pondrá en juego M, su asistente virtual. «Puede comprar cosas, entregar regalos a tus seres queridos, hacer reservas en restaurantes, preparativos de viajes y mucho más», asegura David Marcus, vicepresidente de productos de mensajería. Eso sí, M combinará inteligencia artificial con inteligencia humana para «completar las acciones que un sistema informático no puede completar».
    Pero, ¿hasta dónde nos conoce la tecnología? Lo cierto es que la creación de algoritmos y las inmensas bases de datos de las grandes compañías de internet nos han permitido descubrir nuevos artistas en base a la música que escuchamos o sugerencias de amistad en base a nuestra actividad y nuestros contactos. Sin embargo, estas fórmulas distan mucho de ser infalibles. Para reducir el registro de errores, estos sistemas necesitan y requieren acceder a más y más datos de aquellos que hacen uso de sus aplicaciones. Y eso hay veces que choca con la privacidad e intereses de millones de personas.
    Spotify es el último que tuvo que enfrentarse la sensibilidad de sus usuarios. Gran parte de la parroquia del mayor servicio de streaming musical del mundo se irritó mucho con sus responsables después de que entrase en vigor en Estados Unidos sus nuevas condiciones de uso.
    El acceso a las fotos, los contactos o la posición geográfica, entre otras cosas, eran algunos de los peajes para poder hacer uso del servicio. Todo por tratar de conseguir mayor precisión a la hora de definir su público objetivo. La rebelión de la comunidad hizo que el fundador de Spotify, Daniel Ek, saliese días después a la palestra a pedir perdón. En el punto de mira 'Running', una funcionalidad que hace uso del GPS y el acelerómetro del teléfono para adaptar la música al ritmo de carrera; y 'Discover Weekly', que crea listas en función a los gustos.
    Mientras este fuego parece ya bajo control, Facebook ha lanzado sus enormes tentáculos para hacerse con información más allá de sus dominios. Como es sabido, la red social creada por Mark Zuckberg sabe muchísimas cosas de los cientos de millones de personas que la utilizan en todo el mundo. Sin embargo, ahora quiere conocer también lo que se hace en otras páginas web y no estás revisando tu muro.
    La empresa ha reconocido que en las próximas semanas empezará a recopilar los registros de botones sociales como los 'Me gusta' o 'Compartir' que hay en otras páginas web y usar esa información para ayudar a sus anunciantes, ayudándoles a aumentar la efectividad de la publicidad. «Esperamos que con este nuevo control, será más fácil mostrar anuncios que la gente realmente quiere», escribe Stehen Deadman, uno de los responsables de la privacidad en la plataforma, en uno de los blogs corporativos.
    Ahora la red social quiere usar también más de su gran conocimiento de lo que haces cuando no estás realmente en Facebook.
    El internet de las emociones
    Muchos creen que la proliferación de estas iniciativas abrirá la puerta a un internet de las emociones, un escenario donde las máquinas respondan a nuestro estado de ánimo. Así HTC y Spotify han creado un programa que con un 'selfie' analiza la expresión de tu cara y te sugiere una serie de canciones. Ingenieros de Telefónica I+D han creado una aplicación que, en base a tus patrones de comportamiento, es capaz de acabar sabiendo si te estás aburriendo y te envía un contenido para entretenerte.
    Los 'wearables' quieren reforzar esta realidad. Microsoft ha creado un pañuelo capaz de, gracias a los sensores que equipa, saber si estás de mala leche y comunicarlo a los que te rodean mediante bluetooth. Una 'start-up' estadounidense ha creado una pieza que se puede adherir a una camiseta o un sujetador y conocer el nivel de estrés y medir el ritmo cardiaco. Estos terminales, combinados con el llamado big data, pueden acabar consiguiendo que las máquinas 'empaticen' con los humanos.

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