sábado, 29 de octubre de 2016

REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - LA CAFETERA DE MI SUEGRA,./ CALLEJEROS - AL RINCON DE PENSAR -MARTES -1 - NOVIEMBRE - PANADERO O NOVELISTA,.

TITULO: REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - LA CAFETERA DE MI SUEGRA,.

REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - LA CAFETERA DE MI SUEGRA, fotos.

Cafetera tradicional de los hogares españoles. :: HOYLa cafetera de mi suegra,.

  • Que levanten la mano los varones que opinan en casa y les hacen caso,.

    Quizás pinte algo en Extremadura por aquello de escribir todos los días en el diario de referencia, pero en mi casa no pinto nada. Y no es broma. Y me duele. Vean, si no, y me dicen.
    Resultat d'imatges de fotos tapas y barrasAyer, justo antes de comer, mientras yo calentaba la sopa, entró mi suegra en casa. Ella tiene llave y entra y sale como suegra por su casa. Traía en la mano una cafetera. Uno de esas de acero con dos cuerpos a las que, genéricamente, llamamos cafetera magefesa como llamamos danones a los yogures o papel albal al de aluminio. El caso es que la cafetera estaba rota: el asa se había quebrado al hacer palanca para abrirla. Evidentemente, la cafetera se había convertido en un zarrio inútil pues ya es imposible cogerla sin quemarse.
    Resultat d'imatges de fotos un pais para comerseloAsí se lo hice saber a mi suegra, al tiempo que le recomendaba que la tirara. Ella me escuchó respetuosa, pero en cuanto acabé de hablar, zanjó la cuestión: «Bueno, está muy bien eso que dices, pero que la vean tu hijo y tu mujer, a ver qué dicen ellos y lo que decidan, eso haré».
    Así son las cosas en casa. Soy víctima de un triunvirato de la misma sangre: abuela, hija, nieto. Ellos deciden, yo solo hago gracia, una especie de bufoncillo simpático que cuenta ocurrencias en el diario, pero que no tiene voz ni voto tan siquiera para decidir qué hacer con una cafetera rota, imposible de abrir y presta a quemar las manos a quien la recoja del fuego. Y si solo fuera eso. Ya se está moviendo en casa el asunto de las cenas y comidas navideñas. Ya saben, ese frenesí de compras, encargos y decisiones peliagudas: Navidad aquí, Nocebuena allí. Tú los entremeses, yo la carne. Langostinos o gambas. Torta del Casar o de la Serena. Tinto de Cañamero o de Matanegra. Turrón de Castuera o pastelón de Los Santos. Una tremenda locura.
    Sé que algunos de ustedes siguen esta página porque a veces les hablo de restaurantes o de vinos curiosos. Es más, por muchos artículos sesudos y documentados que escriba, para la mayoría soy ese friki que se pasa la vida comiendo bacalao en 'casas de pasto' portuguesas y tragando vinos de bodega en bodega.
    Esta semana, me han llamado para que hable de vino y jazz en Badajoz. La pasada, me invitaron a impartir un curso de gastronomía rayana y a formar parte de un concurso de panes. He sido jurado de la torta del Casar, he presentado un tratado sobre aceites y he escrito un libro sobre Alimentos de Extremadura.
    Digo yo que todo eso, aunque a veces sea un poco forzado, me acredita para opinar sobre las cenas y las comidas de Navidad. Pues no, ni caso, nada de nada.
    Seguro que creen ustedes que estoy haciéndome el gracioso, pero les aseguro que no me hace ninguna gracia. Al revés, me frustra enormemente ver que me hacen caso en todos los sitios menos en casa.
    En cuanto abro la boca para sugerir un vino, un queso o una novedad gastronómica, me cortan la palabra y el triunvirato, tras dejarme hablar unos 20 segundos de cortesía, sigue a lo suyo, o sea, el sopicaldino, los langostinos tigre y los pistachos. ¿Pero cómo se pueden poner pistachos en la cena de Nochebuena? ¿Verdad que no? Pues vengan ustedes a mi casa a ver si convencen al triunvirato de sangre. Yo, desde luego, me he dado por vencido y trago lo que me echen.
    Hay taxistas de Badajoz que me piden consejo por Facebook para sus viajes gastronómicos de fin de semana, profesores universitarios que me escriben pidiendo que les recomiende restaurantes románticos, señoras que quieren darle una sorpresa a su marido en su aniversario de boda y me solicitan consejo gastronómico. Y yo procuro no fallarles. Pero en casa, chitón. Estoy seguro de que muchos de ustedes se solidarizarán conmigo porque les pasa lo mismo. Son perfumistas y no les dejan opinar sobre colonias, son informáticos y no les dejan opinar sobre ordenadores, son camareros y nos les dejan opinar sobre cafeteras. Como a mí.

    TITULO: CALLEJEROS - AL RINCON DE PENSAR  -  MARTES -1 - NOVIEMBRE  - PANADERO O NOVELISTA,.

     AL RINCON DE PENSAR,-MARTES -1 - NOVIEMBRE  -.

     Al rincón, anteriormente conocido como Al rincón de pensar, fue un programa de televisión español en el que cada semana dos personajes de plena actualidad (Cantantes, políticos, actores, deportistas) se someterán a las preguntas Risto Mejide en su particular rincón. Se emitio los martes a las 00:00 horas en Antena 3.,etc.

    CALLEJEROS - PANADERO O NOVELISTA,.

    Panadero o novelistaPanadero o novelista, foto.

  • Luis Brenia cambia dos millones de kilos de harina por 5.000 páginas,.

    Entre el Tajo y el Almonte, Hinojal: 400 habitantes, hoy; 3.000, en los años 60. Con otros tres pueblos (Santiago del Campo, 320 habitantes, Monroy, 1.100, y Talaván, 900) forma lo que llaman 'Us Cuatro Lugaris'. A Hinojal la llaman la pequeña Barcelona porque su trazado urbano es tan racional y cuadriculado como el del Eixample, con la iglesia en el extrarradio y la plaza mayor en un extremo.
    Hasta los años 50, en Hinojal no había tahonas, sino hornos públicos, adonde iban los vecinos a cocer su masa. En 1949, el padre de Luis Brenia y un socio abrieron una fábrica electro-harinera, que trajo al pueblo la luz. En 1957, se añadió la panadería. Después llegó Iberdrola, los Brenia se quedaron con la panadería y el socio, con la fábrica de harina. Cuando, hace 30 años, el padre de Luis se jubiló, el hijo se hizo cargo de la panadería.
    ¿Y quién es Luis Brenia (Hinojal, 1963)? Pues uno de los personajes más curiosos que he conocido viajando por Extremadura. Como presentación, baste un dato: a finales de 2009, tras llevar sobre sus espaldas y entre sus manos más de dos millones de kilos de harina trabajada artesanalmente, decidió tomar una decisión tan drástica como valiente: «En las antepenúltimas le dije a Dios: No hay otra: o panadero o escritor, y los astros se me cuadraron». Y se dedicó únicamente a escribir.
    Luis vendió la panadería a sus tres empleados a finales de 2009 y hoy, lo que él llama su continente literario son 5.000 páginas de literatura. «Soy hijo de quien todavía es cuantitativamente la persona que conozco que más ha leído. Yo seguía mis inclinaciones por las letras, ya había catado qué era escribir y cuánto me realizaba. A los 33 años, había escrito una novela íntima de 500 páginas harto trabajada y elaborada, tenía abiertos mis trabajos y me constaba, además, que quien hace un cesto, hace ciento; y si tiene mimbre y tiempo, un cuento», detalla.
    Conocí a Luis en mayo de 2008, unos meses antes de que tomara la decisión de venderlo todo y dedicarse a la literatura. me fascinó su tahona, donde, a las tres de la madrugada, olía a pan y sonaba Beethoven. Había dos hornos: en uno, moderno, se cocían las libras candeales de masa dura con la leña dándole un sabor especial; en otro horno, moruno, circular, antiguo y apagado, Luis Brenia escribía de diez de la noche a tres de la madrugada mientras escuchaba la obertura de 'Coriolano'. A partir de las tres, dejaba la literatura y se dedicaba a las chapatas, las vienas y las barras.
    Tras centrarse exclusivamente en su obra literaria y apartarse del obrador, Luis se dedicó durante los años 2014 y 2015 a procesar y autoeditar sus textos. «Escogí Amazon y Createspace por sus facilidades y a fin de asegurarme la publicación de mis obras a la carta, pero apenas me he preocupado de divulgarlo y casi nadie me conoce ni me ha leído», reconoce antes de confesar que no está en las redes sociales. «Tampoco he tratado con editoriales, instituciones ni medios ni apenas he procurado rentabilizar mi cosecha literaria en forma alguna ni gozo de mecenas ni tengo ambiciones de éxito, reconocimiento o renombre, ganas de perder el tiempo ni leches», aclara.
    Aparte de atender a su madre (su padre está en la residencia geriátrica de Garrovillas) y a Ringo, su precioso perro lobo, su prioridad personal es escribir. «En este pueblo dispongo de condiciones; también a él llega el siglo XXI; de hecho, se filtra mejor», expone. Desde Hinojal, el panadero escritor ha publicado en formato electrónico, en Amazon, y en papel, en su filial CreateSpace, dos libros de cuentos, un cómic sin viñetas, nueve novelas y un tratado: un catálogo literario con mucha miga.

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