jueves, 8 de julio de 2021

Cartas Olvidadas -Annual (1921-2021): la guerra, el horror y los testimonios ,. / Cartas en el Cajon - Miedo al 'me gusta' ,./ REVISTA TENIS - Kerber renace en Wimbledon,.

 

TITULO: Cartas Olvidadas -Annual (1921-2021): la guerra, el horror y los testimonios,.

 -Annual (1921-2021): la guerra, el horror y los testimonios ,.

foto / Leo a los alumnos algunos testimonios de los que fueron sus protagonistas. Los que estuvieron en primera fila en Annual. Son relatos que revuelven las entrañas y abofetean las conciencias. Uno de los más conmovedores es el de Arturo Barea,.

Ocurrió hace ahora un siglo, en el verano de 1921. A tan solo cuatro generaciones de distancia, la de los bisabuelos. Fue un hecho que removió a la España de su momento.

Durante la lectura en clase de 14, la ingeniosa obra de Jean Echenoz sobre la Primera Guerra Mundial, se sorprendía Víctor de que la gente celebrase el comienzo de una guerra,.La guerra la perdimos todos». Lo repitió como un mantra Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) al presentar ayer su nueva novela 'Línea de fuego' (Alfaguara), su coral e imaginaria reconstrucción de la sangrienta batalla del Ebro. Con sus casi 700 páginas, el escritor y académico quiere «devolver la parte humana al discurso de la guerra». Un relato «simplificado hasta decir que todo es blanco y negro», y que utilizan hoy de forma maniquea e interesada «unos políticos sin argumentos intelectuales que han reabierto la herida que cerraron quienes hicieron la guerra». «En el frente no había ideología», repite también el autor, que narra desde el frente aquel horror.

Cuenta Pérez-Reverte de manera cinematográfica diez días de la inmisericorde batalla del Ebro, la más cruenta de la contienda, que se inició la noche del 24 al 25 de julio de 1938 y segó 20.000 vidas. «Quiero que el lector esté allí, que sienta y que huela. Que resbale sobre los casquillos empapados en sangre y el barro; que perciba el siseo de las balas y el fragor de las explosiones. La sed, el calor y el miedo», describe. «Quiero pasearle por el frente como el reportero que fui», agrega el excorresponsal de guerra que cubrió siete conflictos civiles y que imagina ahora un recodo en el río desde donde la XI Brigada Mixta del ejército republicano debe afianzar una cabeza de puente en la también ficticia localidad de Castellets del Segre.

Tras 35 años de andadura literaria, se atreve con una obra sobre la Guerra Civil convencido de que «la aproximación a la parte humana de la guerra es lo único que nos salva de los discursos partidistas, miserables, irresponsables y disparatados que se empeñan en colocarnos los 'hunos', y los 'hotros', con hache como decía Unamuno».

Feliz si el libro molesta

Sabe que su relato levantará ampollas y lo asume. «No pretendo limar asperezas y no tengo una misión ideológica. Contar historias es mi único compromiso», afirma. «Sé que no gustará a los 'hunos' ni a los 'hotros', insisto en la hache, y que por los extremos voy a tener críticas, y eso me produce un cierto retorcido placer», reconoce irónico. «Sería muy triste que no suscitara malestar en irresponsables que utilizan la Guerra Civil como arrojadiza arma ideológica. Si les molesta, me hará extremadamente feliz».

Más de ochenta años después del final del la contienda, lamenta Pérez-Reverte que se reabra una herida ya suturada. «Los políticos actuales han reabierto una herida que quisieron cerrar quienes hicieron la guerra. Políticos como Pasionaria, Carrillo y Fraga la cerraron, quizá en falso, pero la cerraron. Estaba resuelto, era historia», arguye. «Cuando no hay una base ideológica cimentada en argumentos, cuando no hay solvencia intelectual, en la política surge esa tendencia bastarda a simplificar, a recurrir al blanco el negro, a lo fácil, lo simplón y lo elemental», denuncia.

Carga Pérez-Reverte contra unos políticos «que carecen de aplomo y solvencia intelectual» y que «recurren a argumentos fáciles, maniqueos y elementales para suplir las carencias de sus paupérrimos discursos ideológicos». Unas tesis «falsas y manipuladas», insiste, que asumen «los más jóvenes, que carecen de lucidez crítica para defenderse de los mensajes emitidos por ignorantes e irresponsables que los usan de manera claramente política».

«Sin testimonios directos, la ideología y la historia son manejables», lamenta Pérez-Reverte, cuya intención es «devolver la conexión con el testimonio humano y desideologizado». «No quiero historiar, pero tengo el derecho a utilizar el material histórico como quiera para hacer la novela que deseo», comenta acerca de un relato que llega a las librerías con una tirada inicial de 150.000 ejemplares en España y 50.000 para Latinoamérica.

¿Por qué el Ebro y no Brunete o el Jarama? «El Ebro resume todas las demás. Fue la batalla más sangrienta, con 20.000 muertos, y la que mejor representaba el choque de carneros y el empecinamiento sangriento que fue una guerra muy española, que perdieron los jóvenes de los dos bandos, que se mataban en su mismo idioma», asegura.

Mujeres sometidas

Incorpora a la batalla a las mujeres a través de la Unidad de Transmisiones. «La mujer fue otra gran perdedora de la guerra, y vio esfumarse en tres años lo que había ganado en un siglo, para volver a ser la esclava sumisa, sometida por confesores, maridos y biempensantes». Y añade: «Necesitaba mujeres en esta historia, no como las libertarias folclóricas de Vicente Aranda, sino mejor formadas y disciplinadas».

El escritor alude en su ficción el maniqueísmo que tanto critica buscando «que a las cien páginas al lector le de igual el bando del personaje, ya sea requeté, miliciano comunista o falangista. Que no le importe la ideología y sí lo que está pasando en el frente». «Esta novela es nuestra historia, es sobre nosotros, que estamos aquí porque nuestros padres o abuelos sobrevivieron; es nuestra propia memoria, y acercándonos a ella podemos entendernos mejor».

«La guerra la ganó Franco, los militares de su entorno y la gente que estaba con él, pero la perdieron unos jóvenes que, con independencia del lado en el que estuvieran, luchaban por cosas muy inmediatas», insiste el académico. «Jamás he visto a nadie morir por la patria, por Dios, por la bandera y sí por cosas nimias: por un cigarrillo, por rencor, por estar asustado o por vengar a alguien cercano», apostilla el creador de las sagas del Capitán Alatriste y el espía Falcó. 

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 Miedo al 'me gusta' ,.

 Miedo al 'me gusta'

foto / El umbral del dolor puede ser diferente en cada persona. El del miedo, también. Ahí está el valiente de Alexéi Navalni tocando las narices a Putin. Volviendo a Rusia después de su envenenamiento. Publicando fotos de su supuesto palacio. Detenido, le dejan cinco minutos con su abogado. Y ahí anda el tío, en lugar de poner mucha estepa de por medio. Está muy bien que Roosevelt dijera aquello de que sólo había que tener miedo al propio miedo. Me gusta más Pedro Muñoz Seca frente al pelotón de fusilamiento en Paracuellos: «Podéis quitarme mi hacienda, mi patria, mi fortuna e incluso, como estáis a punto de hacer, mi vida. Pero hay una cosa que no podéis quitarme: el miedo que tengo ahora mismo».

Malala, que sólo me interesa cuando es convocada en 'Superempollonas', decía ser más fuerte que el miedo. No lo son los que han decidido que el instituto francés que se iba a llamar Samuel Paty no lo haga. Paty es el profesor decapitado por haber enseñado en clase caricaturas de Mahoma. Al alcalde de Ollioules le había parecido buena idea cambiar el nombre Les Eucalyptus por el del profesor asesinado por la barbarie. Pero no contaba con los profesores, los padres de los alumnos y hasta los alumnos. En contra, el 100% de los primeros, el 89% de los segundos y el 69% de los terceros. Porque, han dicho, les convertiría en objetivo. Porque es un riesgo que puede ser evitado.

Es muy fácil criticar cuando no vamos a estar en ese instituto. Pero es desolador. Es como cuando alguna monja ogro nos decía que no quería que le tuviéramos miedo, sino respeto. Nunca dejamos de tenerle miedo. Respeto, ninguno. Los niños tienen miedo a la oscuridad. Los adultos tienen miedo a la oscuridad del fanatismo.

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Kerber renace en Wimbledon,.

La alemana firma su regreso a semifinales en el cuadro femenino, que completan Barty, Pliskova y Sabalenka,.

foto / Angelique Kerber firmó este martes su regreso triunfal a semifinales de Wimbledon, donde la campeona de 2018 llega acompañada de tres novatas en esas alturas del torneo londinense: la N.1 del mundo, Ashleigh Barty, la veterana Karolina Pliskova y la ambiciosa Aryna Sabalenka.

La jornada de este martes permitió asimismo el pase a cuartos del polaco Hubert Hurkacz (18º del mundo) tras su victoria ante el ruso Daniil Medvedev (2º) en un duelo de octavos que no pudo concluir la víspera. Ahora le espera Roger Federer por un puesto en semifinales.

A sus 33 años, Kerber parece renacida en Wimbledon, donde conquistó en 2018 su tercer título de Grand Slam (tras el Abierto de Australia y el US Open de 2016). Eliminada en segunda ronda en 2019, la alemana derrotó este martes a la checa Karolina Muchova (22ª) 6-2, 6-3.

Su regreso entre la élite mundial choca aún más por cuanto había caído en primera ronda en el Abierto de Australia en febrero y de nuevo en Roland Garros en junio. «Lo que marca la diferencia es la hierba... y vosotros el público», lanzó hacia los espectadores de la Pista N.1. «Pasé por momentos muy complicados, no jugué bien los últimos meses. Y ahora gano: la semana pasada en casa (Bad Hombourg) y ahora vuelvo a jugar bien aquí», confesó.

Pero para llegar más lejos deberá superar a una Barty que también adora el césped y que llega con hambre tras haberse despedido de Roland Garros en segunda ronda por abandono a causa de un dolor en la cadera. Este martes barrió a su compatriota Ajla Tomljanovic (75ª) 6-1, 6-3 y accedió así a su primera semifinal en el All England Lawn Tennis Club. «Es un sueño... Valoro cada minuto que paso aquí», dijo Barty.

Barty, de 25 años, quedó eliminada en octavos en Wimbledon en 2019, unas semanas después de su título en Roland Garros, el único Grand Slam en su vitrina por el momento.

Karolina Pliskova, antigua N.1 del mundo y hoy 13ª, y Aryna Sabalenka, 4ª, navegan entre la élite del tenis mundial pero aún persiguen su primer título de Grand Slam. Pliskova jugó la final del US Open 2016 y semifinales en Australia y en Roland Garros, pero la checa de 29 años nunca había superado los octavos de Wimbledon.

La centroeuropea (13ª del mundo) venció con autoridad a la suiza Viktorija Golubic (66ª) 6-2, 6-2. «Estoy super feliz de alcanzar mi primera semifinal en Wimbledon. Mejoro en cada partido. Hoy me sentía bien y todo ha funcionado bien», declaró la vencedora. Pliskova, antigua número 1 del mundo, había en caído en octavos en sus dos últimas presencias sobre la hierba de Wimbledon.

Y Sabalenka encadena buenas actuaciones en el circuito desde hace meses (títulos en Doha, Ostrava y Linz en 2020, Abu Dabi, Stuttgart y Madrid en 2021), pero nunca había superado los octavos de Grand Slam ni la segunda ronda de Wimbledon. Este martes derrotó a la tunecina Ons Jabeur (24ª) 6-4, 6-3. «Estoy muy feliz con esta victoria», dijo Sabalenka al término del partido. «Siempre es difícil contra Ons, es una jugadora y una persona increíble», elogió a su rival de este martes. «Estoy contenta porque parece que todo me funciona. (El pasto) se adapta a mi juego y estoy disfrutando verdaderamente mi tiempo en la pista». La bielorrusa anticipó una dura batalla el jueves contra la checa. «Pliskova es una gran jugadora y está sirviendo bien. Su juego se adapta muy bien al pasto y voy a hacer todo lo posible para disfrutar este partido».

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