- O Pelicano es un hotel de habitaciones a 40 euros que se encuentra en la carretera de Vilar Formoso a Sabugal. O Pelicano tiene piscina, ...foto,.En verano, miles de 'franceses' acaban con el encanto portugués,.
O Pelicano es un hotel de habitaciones a 40 euros que se encuentra en la carretera de Vilar Formoso a Sabugal. O Pelicano tiene piscina, un prado con árboles y hamacas y un cartel en las habitaciones donde el dueño anuncia que se comportará con los clientes como los pelícanos con sus crías, dándoles hasta su sangre si la necesitan para alimentarse. Pero no hace falta llegar a tales extremos porque el jefe de O Pelicano ofrece un menú cerrado de 15 euros que incluye un self service de sopa, entrantes, postres y quesos, más el café, el pan, la bebida, los petiscos de aperitivo y dos platos principales de carne y pescado que te sirven los camareros cuantas veces quieras.
En este restaurante de la Raya se habla portugués en invierno y francés en verano. A pesar de dejar claro que somos españoles y entendemos el portugués, la carne es «viande», allí es «lá bas» y beber agua es «boire de l'eau». El aparcamiento de O Pelicano, en agosto, parece el salón del automóvil de París. Hasta mi Opel Corsa se acompleja al aparcar entre un Porsche Carrera y un Porsche Cayenne. Los coches son todos de matrícula francesa, todos de marcas alemanas: BMW, Audi, Porsche o Mercedes con el añadido sueco de algún Volvo.
Así es la Raya desde el otro lado de Valverde del Fresno hasta el otro lado de Xinzo de Limia, o lo que es lo mismo: entre Sabugal y Montalegre. Miles y miles de portugueses emigrados a Francia regresan a sus pueblos y arrasan con todo: aparcan donde quieren, conducen como quieren y hablan el idioma que quieren, es decir, francés, hasta con sus bisabuelos de Bragança.
Este complejo de superioridad, que tiene su base en un poderoso complejo de inferioridad, los convierte en unos personajes despóticos e ineducados, que cambian la fisonomía de la parte norte de la Raya hispano-lusa convirtiéndola en un lugar inhóspito. No saludan ni aunque les chilles un buenos días en varios idiomas: «Bom dia, bonjour, buenos días, good morning...». No hay manera, ni se inmutan, ni un leve arqueo de cejas.
Estos 'franceses' dan gritos en las piscinas, en los bares y en los pasillos de los hoteles como si fueran españoles de excursión. Se suben los cuellos de sus polos y sus camisas buscando una elegancia casual y desenfadada que no acaba de llegar y, sobre todo, parecen haber perdido las virtudes que adornan al portugués común: la educación, el silencio, el saber estar, la discreción y el orgullo de ser portugués.
Las chicas que trabajan en O Pelicano miran a los franceses con una mezcla de sorna, escepticismo y mala leche. «Ah, los franceses y las francesas, solo presumen y nos quitan los novios», ironizan.
La Raya, en agosto, pierde parte de sus encantos y todo gira alrededor de estos visitantes que presumen de coche y de dinero y reniegan de su idioma y de sus costumbres. También de las verbenas de toda la vida. Esta noche, a medio kilómetro de O Pelicano, se celebra una grandiosa verbena con la actuación de una de las mejores orquestas de Portugal: Republika. Son de Viseu, llegan en un trailer y una furgoneta y tocan en un escenario con efectos casi galácticos. Seis músicos, dos bailarinas, cuatro cantantes y una pasarela gigante, que desciende de las alturas, conforman un espectáculo total con el añadido castizo de un olivo centenario situado delante del escenario: entorpece la visión, aunque da autenticidad.
Pero a los franceses les da lo mismo. Ellos, a lo suyo. Los paisanos bailan una sí y otra no (la música verbenera portuguesa obliga a danzar tan deprisa que agota y obliga a descansar). Los franceses miran con displicencia, fotografían con superioridad de antropólogo postizo, beben whisky escocés, comentan riendo, en francés, los caracoleos bailones de las nativas y, a la primera de cambio, montan en sus berlinas alemanas y se marchan a presumir de coche alquilado, de idioma prestado, de vida inventada. En septiembre, todo ha vuelto a ser real: en la Raya y en Francia.
Javier Ruiz estrena esta medianoche en Cuatro 'La otra red', el nuevo espacio de análisis político: «No pretendemos ni buscamos el grito»
Ayer por la mañana Javier Ruiz (Valencia, 1973) recibió un mensaje en
Twitter: «A Cuatro le sale rana el estreno de Ruiz Noticias». Sería
algún tuitero despistado porque 'La otra red', el nuevo programa
informativo de la cadena, se estrena hoy a medianoche, justo después del
baloncesto. «Es alucinante, ya hay gente deseando que nos vaya mal y no
hemos empezado todavía», lamenta.
- Quieren que los demás hablen de ustedes.
- Ese es el objetivo de todos, que te cite la competencia. Vamos a destapar, a dar exclusivas...
- Diada y Pujol. Vaya estreno.
- Es que va a ser un año de traca continua. Diada, Pujol, Podemos,
crisis... Es un curso por todo lo alto. Soy de los que creen en la
filosofía del periodismo caliente. Hay que contar las cosas cuando están
pasando y donde están pasando. Por eso nos fuimos a Cataluña y pusimos
diez equipos de cámaras a grabar.
- Empiezan a las doce de la noche, cuando ya se sabe todo. ¿No es un hándicap?
- Es un pequeño problema, sí. Pero tiene una pequeña ventaja, llegas
con cierta calma. La audiencia está reposada y quiere saber. No pretendo
el grito, sino el análisis, añadir información y otra visión. La
medianoche es una buena hora para el periodismo.
- Para conciliar la vida laboral y familiar es una hora fatal.
- Eso para los que se permitan el lujo de tener vida familiar. Este
verano no he tenido vacaciones, ahora vamos a intentar destrozar todos
los fines de semana (risas). ¡Y estoy encantado! Prefiero esto a una
juerga en un pub.
- Hombre, una juerga de vez en cuando... Por cambiar.
- A ver si hay algún viernes festivo o un puente...
- Ha dicho Ana Rosa: 'Le hemos tenido que poner un programa para él solo'. ¿Es ambicioso?
- No, yo no he buscado nada, a veces la vida te encuentra.
- Otro espacio de análisis político. ¿Qué añaden a lo que ya hay?
- No va a ser una tertulia sobre lo que han publicado los demás. Vamos a aportar información.- Quieren que los demás hablen de ustedes.
- Ese es el objetivo de todos, que te cite la competencia. Vamos a destapar, a dar exclusivas...
- ¿Estamos abusando un poco de la etiqueta 'exclusiva'?
- Sí. Se está abusando flagrantemente. Las exclusivas son a veces tan
pequeñas que no merece la pena llamarlas así. En eso creo haber sido
honrado. Hay que ser respetuoso con el autobombo. Hay gente encantada de
conocerse, pero ése no es nuestro pecado.
- Enfrente va a tener a Gloria Serra y sus investigaciones.
- Todo el mundo piensa en la competencia, pero es una palabra que
está desgastada. En el contenido no vamos a competir, esto no es un
programa de cámaras ocultas.
- Olvídense de los espectadores de 'Sálvame'. Ya es mala suerte competir en la misma hora, ¿no?
- El que busca 'Sálvame' no nos va a buscar a nosotros, pero la tele
debiera ser suficientemente amplia para que entremos todos. No es mala
suerte coincidir en la hora, es buscado, porque nos dirigimos a otro
segmento.
- ¿Qué hacía hasta ahora los viernes por la noche?
- Lamentablemente es de perdedor total. Pero leía la prensa y me iba a dormir.
- ¿Por cuánto ha firmado?
- Doy mi palabra que no hemos firmado ni un papel. Hemos corrido
tanto para hacer el primer programa que aún no hemos concretado nada de
eso.
- ¿Qué cifra le piden y con qué cifra se da por satisfecho?
- Apostar por una cifra es la fórmula perfecta para que te digan que
has fracasado. Cuando hice el informativo de Cuatro estuve tres meses
sin mirar las audiencias, que es casi un pecado, aunque veía sonrisitas e
intuía que mal no nos iba. No quiero obsesionarme.
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