DESAYUNO - CENA - JUEVES - VIERNES - SABADO - TRAS DOÑA LETIZIA YO, fotos.
Tras doña Letizia, yo,.
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El IES García Téllez inauguró el curso 2016-17 el pasado miércoles,.
El pasado miércoles viví una experiencia singular: me invitaron a inaugurar el curso en el IES García Téllez de Cáceres justo un año después de que la reina de España hiciera lo propio. Ni que decir tiene que había cambios sustanciales en la escenografía y en los asistentes. El año pasado, el equipo de protocolo trajo sillas elegantes para alumnos, profesores y autoridades, decoró el estrado con estilo palaciego y, como es normal, aquello estaba lleno de cámaras de televisión y de periodistas de toda España.
Mi caso fue diferente. Solo estaba el fotógrafo de HOY, las sillas eran las clásicas de un instituto, esas de color verde que uno asocia siempre con los deberes y las chuletas. El escenario era el clásico del Téllez de toda la vida, muy digno, eso sí, y con un atril muy propio, incluso para una reina.
Entre el público, varios profesores escuchando y trabajando, o sea, cuidando de que los alumnos no hicieran ruido ni hablaran, que los pobres, sin doña Letizia mediante, pues se sentían allí un poco presos. Normal.
Yo dudaba si hacer un discurso de sucedidos, contándoles anécdotas de mi vida de colaborador de periódicos: cuando entrevisté a Manolo Escobar mientras se comía un bocadillo de mortadela, cuando dije ser camarero para que me dejaran asaltar a Alejandro Sanz, que, completamente ido, me acarició mucho la cara (en ese punto, siempre consigo que algún suspiro de envidia sobrevuele la sala de conferencias), cuando entrevisté a una 'striper' mientras con unas pinzas se depilaba su sexo, reflejado en un espejo de cornucopia que sostenía entre sus rodillas, o cuando quise reflejar el ambiente del barrio chino de Santiago de Compostela y titulé '3.000 si muerdes' porque ese era el precio que cobraban las chicas según me especificó una de ellas (2.500 si no mordías).
Con estas y otras anécdotas, el triunfo en un instituto es seguro, pero me pareció indecoroso y tramposo bajar tanto el nivel para triunfar después del discurso de una reina, así que me atuve a la sensatez y titulé la conferencia inaugural: 'Extremadura, un país que nunca se acaba'. Además, para no dejarme llevar por la tendencia a lo resultón, escribí el discurso y lo leí, para así conseguir más efecto de seriedad y mantener el nivel 'real'.
Me parecía, además, que debía huir de lo fácil y que no estaba de más intentar hablarles de la región, de sus claves, de nuestra falta de orgullo, de nuestro desprecio de los nacionalismos, a pesar de tener los mimbres necesarios para haber creado y basado nuestra historia y nuestro presente en una fuente identidad regional.
No sé si los convencí ni si les interesé. Desde luego, fueron tan educados y atentos como si les estuviera hablando una reina y me fui del García Téllez feliz y contento de haber estado en mi ambiente por un rato, en Secundaria, entre muchachos, escuchando voces y risas y disfrutando de una tremenda ovación cuando correspondía: al anunciarles que se acababan las clases y se podían ir a casa. Y un remate inteligente: en vez de regalarme una placa, me regalaron dos botellas de vino extremeño de las bodegas Dehesavieja. Me sentí como un rey.
TITULO: LOS TOROS LA SER - UNA BELLA CORRIDA DE LA QUINTA,.
LOS TOROS LA SER ,.
- Lunes de 2:30 a 4:00,.
Los toros es un programa radiofónico que dirige el periodista especializado Manuel Molés en la Cadena SER. Desde abril de 2015 se emite los lunes de madrugada tras ser sustituido de su horario habitual de emisión de los domingos por el programa Contigo dentro. Contó con la colaboración de Antonio Chenel Antoñete, fallecido en Madrid el 22 de octubre de 2011, siendo uno de los espacios más antiguos del panorama radiofónico nacional ya que continúa emitiéndose de manera ininterrumpida desde 1982.,etc.
UNA BELLA CORRIDA DE LA QUINTA,.
Una bella corrida de La Quinta,.
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Toros astifinos de variado remate y de conducta encastada y noble en la segunda corrida del Pilar. Una tanda de Rafaelillo, torería de Ricardo Torres, firmeza de Alberto Álvarez,.
Dos toros de la hermosa corrida de La Quinta, primero y tercero, llevaba el mismo nombre: Buenasnoches, todo junto. Serían de la misma reata. El primero, cinqueño, a menos de un mes de cumplir los seis años, fue de trapío sobresaliente. Por hondo y astifino. La hondura en Santa Coloma se traduce en una estampa temible. Fue el toro de más peso de la corrida. 562 kilos en báscula. El de más peso y el más difícil de los seis. La edad se tradujo en listeza. El toro se enteró enseguida, escarbó, se escupió del primer puyazo, se blandeó y cabeceó en el segundo pero sin salirse suelto, apretó en banderillas y al cabo de seis buenos muletazos de tanteo de Rafaelillo se puso pegajoso. En tablas y en el tercio, en cualquier terreno sembraba emoción. No por incierto sino por listo. La listeza de frenarse y regatear con viveza, de no pasar más allá de las zapatillas. No fue toro avieso ni artero, pero sí bélico. Oficio de Rafaelillo para sujetarse y esgrimir sin ahogarse. Marcó territorio el toro. Rafael también. Una estocada tendida y trasera, cuatro descabellos.
El segundo Buenasnoches fue el más liviano de todos y, dentro de una corrida tan bella, uno de los dos de mejor remate y uno de los tres de mejor nota. Cárdeno claro, calcetero, gargantillo y rabicano, bragado tan corrido que casi berrendo. Tan astifino como los demás. Briosa salida, y la sorpresa de ver a Alberto Álvarez, el torero de Ejea de los Caballeros, plantarse de hinojos en tablas para librar dos airosas largas cambiadas, y seguir entre rayas luego con lances templados y revolados, capote de buen tamaño pero bien domado. Toro bravo en el caballo, pronto en banderillas y en los cites a distancia, algo alta la cara en los cites en corto, serio y noble. Firme y entonado Alberto, que abrió en el platillo en cite de aliento, las zapatillas metidas dentro de la montera vuelta en el piso. Una faena de buena resolución. Muletazos templados, al aire del toro y sin violentarlo. Conjunción armoniosa. Tandas de cuatro y dos de broche. Una serie de manoletinas antes de la igualada. Por primera vez se arrancó la banda, que llevaba muy ensayado un repertorio de solo piezas del maestro Abel Moreno. 'Jabugo' sonó entonces. Un pinchazo, estocada trasera, tres descabellos.
Entre los dos galanes homónimos se jugó un toro Bailaor negro entrepelado, degollado y sacudido, goterón de Saltillo. Elástico, ágil, más peleón que entregado en el caballo de Rafael Sauco -excelente jinete-, el toro tomó con ganas el capote de Alberto Aguilar en un logrado quite por crinolinas, tan raras de ver. Ricardo Torres brindó al público. Lo vería claro. Se arrepentiría al cuarto muletazo. Muy a su aire, se metió el toro dos veces y desistió el torero zaragozano. La espada sin más dilación. Una estocada.
Los tres buenosSalieron buenos los tres toros de la segunda parte. Negros cuarto y sexto, muy bien hechos. Cárdeno lucero el quinto, veleto y astifino, un cromo. En las tres faenas volvió a sonar la música de Abel Moreno: 'Encinasola', 'Paco Ojeda' y, naturalmente, 'Dávila Miura'. En el intermedio, 'Zalamea la Real'. Un concierto, muy afinada la orquesta. Al cuarto toro no bastaba con tocarlo, sino que había que traerlo enganchado. Cuando lo enganchó, Rafaelillo cuajó una tanda excelente con la izquierda. La joya de la tarde. Pero solo una tanda. Humilló el toro, pero se rebrincó también. Pedía trato suave. Un metisaca.
Tuvo su carga emotiva ver a Ricardo Torres torear de capa al quinto de salida con cuatro verónicas clásicas, de buenos brazos y rico compás, y media de remate. Y más emoción verlo arriesgar y componer con naturalidad en una faena calmosa con su carga de torería. Faena sin mayor vuelo, de torero de vuelta que ha toreado muy poquito, pero de carga sentimental: la forma de citar y reunirse, el ajuste propio, engaño pequeño, jugando entre la media altura y la mano baja. Hasta que dio el toro en soltarse y distraerse como buen santacoloma cuando la faena gana metraje pero no fondo. Un cabezazo, un desarme, una estupenda estocada. La dignidad.
Al sexto lo volvió a saludar Alberto Álvarez de rodillas en tablas con larga cambiada. Prueba de seguridad y no tanto un alarde. Un galleo por chicuelinas, cierta autoridad. Torero con sitio. Brindis a Simón Casas y Nacho Lloret, empresario y gestor de la plaza. Para agradecer tal vez el detalle de haber recurrido a un torero del país, como él. Palabra empeñada y cumplida. Aunque noble, embestidas encarriladitas, casi golosas, el toro se distraía con el vuelo de una mosca -la gente que se mueve en los tendidos iluminados por los focos, puntas de capote, una voz del callejón- y, sin dejar de estar vivo, se fue apagando. Firme Alberto, un punto plana, larga y a menos la faena. No entró la espada, marró el puntillero, se acabó levantando dos veces el toro, que salió de tablas hasta casi la raya en larga agonía. La casta.
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