¡ ATENCION Y OBRAS ! CINE ,.
¡Atención y obras! es un programa semanal que, en
La 2, aborda la cultura en su sentido más amplio, con especial atención a las artes escénicas, la música, los viernes a las 20:00 presentado por Cayetana Guillén Cuervo, etc, foto,.
DESAYUNO - CENA - SABADO - ENREDATE - ¡ QUE HAY DE NUEVO ! - Techo de cristal si que mola,.
DESAYUNO - CENA - SABADO - ENREDATE - ¡ QUE HAY DE NUEVO ! - Techo de cristal si que mola , fotos.
Techo de cristal si que mola,.
Mujeres ante el techo de cristal,.
Dos hombres y dos mujeres con trayectorias vitales paralelas comprueban que los caminos que han recorrido son los mismos, pero los obstáculos no.
La maternidad llega a veces como un cataclismo que abre una brecha en
la vida profesional de las mujeres. No se trata solo de la brecha
salarial, también de la otra, que les impide progresar en el trabajo.
Los tiempos de la vida personal y laboral se cruzaron en las biografías
de Almudena Alonso Herreros y Raquel López Abellán, una astrofísica y
una abogada que hoy echan la vista atrás y cuentan qué peso tuvo en sus
brillantes carreras ser mujeres. Junto a ellas, dos hombres con los que
han compartido profesionalmente estos años: el científico David Barrado
Navascues y el letrado Román Morales. El camino que han recorrido es el
mismo, pero los obstáculos que se han encontrado, no.
Los años de formación
Las trayectorias de Almudena y David forman dos perfectas líneas paralelas desde principios de los noventa. Misma facultad, mismos estudios y mismos intereses. En aquellos primeros años en la Complutense, ella nunca pensó en que ser mujer tendría peso en su proyección. Y, sin embargo, a sus 48 años, Almudena recapacita y se replantea algunas cosas: “Mirando hacia atrás, a veces no lo puedes asegurar cien por cien, pero te das cuenta de que en algunas situaciones ser mujer haya sido una desventaja, de que has tenido muchas trabas, que ha habido comportamientos machistas”.Almudena se doctoró en la Complutense y en la Universidad de Oxford en 1995, hizo su trabajo posdoctoral en el extranjero y en el año 2003, al mismo tiempo que David, regresó a España con una beca Ramón y Cajal. Hoy los dos trabajan en el Centro de Astrobiología del CSIC-INTA en Villanueva de la Cañada. Y aunque el de la ciencia es un mundo donde los méritos no se miden por escalas subjetivas, también hay resquicios para el prejuicio. Basta con mirar los escalafones más altos de personal investigador: muchos hombres y pocas mujeres. Almudena es una excepción.
Raquel también es una excepción en la abogacía. A los 33 años es socia de su propio despacho. Todo empezó hace quince años, en la facultad de Derecho de Murcia. Con un expediente impecable, entró en prácticas en el despacho donde conocerá a Román. Estaba arrancando en su profesión y ni siquiera se planteaba la maternidad.
Prejuicios permanentes
Demostrar es un verbo que han conjugado históricamente las mujeres en su vida profesional. También Almudena y Raquel. “Hablamos de la maternidad, pero antes he tenido que pasar otros filtros más difíciles. Situaciones en las que se asume que por ser mujer vas a tener hijos o gente que cree que no somos capaces hacer lo mismo. Se sigue viendo en las tareas de evaluación: hay una discriminación contra la mujer”. David asiente: “Hay un estudio en Estados Unidos de hace unos años, y desgraciadamente es de nuestro campo, de la astrofísica, sobre el número de publicaciones. Y le cuesta más publicar a una mujer”. Tanto es así, que muchas investigadoras prefieren firmar sus trabajos con su inicial y no con su nombre completo para que su género no juegue en su contra. No es el caso de Almudena, “no tengo que estar ocultando mi condición de mujer”.
Muchas investigadoras prefieren firmar sus trabajos solo con su inicial para no revelar que son mujeres.
Cuando llega la maternidad
Raquel estaba en el momento de mayor efervescencia en su carrera cuando en 2013 vino al mundo su primer hijo, Raúl. Tenía 28 años, había abierto su propio despacho junto a una compañera y se había estrenado como profesora en la universidad. “Cuando fui madre me encontré con un impacto muy grande vital y emocional. Porque yo era muy vocacional, tenía muchas expectativas, soy ambiciosa. Y al nacer mi hijo me di cuenta de lo difícil que me resultaba continuar mi vida como yo pensaba que iba a seguir”. Era tal carga de trabajo que tuvo que dejar de dar clases. Pero salió adelante como pudo, sin libro de instrucciones y sin más armas que innumerables renuncias, un esfuerzo sin posibilidad de rendición y mucha organización.
“Algún cliente me preguntaba por el jefe del asunto y el jefe era yo”
En 2011, cuando su hijo tenía apenas cinco años, Almudena entró en el programa internacional de atracción de talento de la Universidad de Cantabria. Pero en la ecuación de la conciliación, la distancia con la familia es directamente proporcional al incremento de los problemas. “He tenido que venir a Madrid, dejar mi hijo con mi madre, irme a la reunión que fuese, volver, recogerlo y llevármelo de nuevo”, cuenta Almudena en una enumeración de ir y venir que parece no tener fin.
El sesgo y la presión
“Ya no se pone en duda tu profesionalidad, pero sí tu capacidad de liderazgo, de saber llevar algo, de compromiso”
Román sabe que el compromiso profesional se da por supuesto en el caso de ellos, pero no les sucede lo mismo a ellas. “A nuestro nivel ya no se pone en duda tu profesionalidad –o eso espero”, explica Almudena, “pero pueden poner en duda tu capacidad de liderazgo, de saber llevar algo, de compromiso…” David le da la razón: “Los compañeros, a veces de manera consciente o inconsciente, añaden obstáculos adicionales”.
“Y las compañeras”, exclama Almudena.
“Y las compañeras. Tuve una amiga que había estado en una gran institución europea muy conocida, no voy a decir cuál y decidió tener un hijo”, cuenta David, “su jefa era una mujer mucho mayor que había decidido no tener familia. Y le llegó a decir que estaba loca, que estaba sacrificando su futuro como científica. Ella siguió adelante y al cabo de los años se volvieron a cruzar. Su jefa estaba ya a punto de jubilarse y en un momento de sinceridad, al ver al niño, se echó prácticamente a llorar, se dio cuenta de la renuncia personal que había hecho. Y sin embargo había presionado a su investigadora para que no tuviera hijos. Eso ocurre mucho”.
“Y no tiene por qué ser una presión directa, puede ser una presión sutil”, interviene Almudena.
“Ya no cuento contigo para este proyecto. No te invito a esta investigación”, dice David y Almudena apenas añade un lacónico pero revelador, “eso es así”.
Romper el techo de cristal
“Siempre estamos reivindicando hacia unas estructuras de poder que están básicamente vertebradas por hombres y parece que no va con ellos”, se queja Raquel que comenta con su compañero Román la muy masculina imagen de la apertura del año judicial. Aquella escena se convirtió en la prueba gráfica del llamado techo de cristal. “Las abogadas a nivel inicial, medio, están bien representadas. Pero a la hora de llegar a un nivel superior con una mayor retribución no se las promociona”, reconoce Román. Un reciente estudio de la consultora Iberian Lawyer revela que en los veinte despachos más importantes de España el porcentaje de socias se reduce a un 16%.Para acabar con tantos prejuicios unas y otros proponen educación. Por eso Raquel, después de ser madre por primera vez, puso en marcha un blog, Entre togas y chupetes. Por esa misma razón, para hacer visibles a tantas mujeres que son invisibles, Almudena da charlas en colegios y en institutos. Sabe que para acabar con la desigualdad también hay que demostrar que el talento no tiene género. Y aparece otra vez la palabra: demostrar. Ese verbo que Almudena y Raquel llevan años conjugando para superar obstáculos y romper el techo de cristal.
TITULO: REVISTA MUJER HOY DE CERCA PORTADA - VIAJANDO
CON CHESTER -
Ana Mª Hierro gana el concurso de coplas 'Festival del Guadiana',.Viajando con Chester es un programa de televisión español, de género periodístico, presentado por Pepa Bueno, en la cuatro los domingos las 21:30, foto, etc.
REVISTA MUJER HOY DE CERCA PORTADA -Ana Mª Hierro gana el concurso de coplas 'Festival del Guadiana',.
Ana Mª Hierro gana el concurso de coplas 'Festival del Guadiana',.
Puebla de la Calzada,.
Se celebró en el teatro de Puebla de la Calzada en la noche del sábado y se dirimió entre seis artistas andaluces que habían llegado a la final,.
Este fue el palmarés de un concurso que se caracterizó por la calidad de los seis intérpretes que llegaron a la final, cuyo escenario fue el teatro de la casa de la cultura poblanchina, que presentaba un aspecto inmejorable, lleno de público que no dejó de disfrutar toda la noche con la calidad de los artistas sobre el escenario.
Los seis finalistas fueron andaluces. Se trata de una circunstancia que da idea de las dimensiones que está tomando este festival. Se trata de los cordobeses Joaquín Sáez, Abraham Ruiz y Pepi Mantas; Macarena Soto, de Torremolinos; Tamara Beardo, de Cádiz; y la ganadora, Eva María Hierro, de la localidad gaditana del Puerto de Santa María.
Todos ellos habían llegado a la final despuiés de que el jurado los hubiera seleccionado tras la audición de las maquetas que habían presentado. Cada uno de ellos interpretaron tres canciones, dos de las cuales eran puntuables y una tercera de exibición.
Potencia y calidad de voz
No lo tuvo fácil el jurado habida cuenta de la calidad de cada uno de los participantes. Los integrantes del mismo fueron Fermín García, Juan Sanguino, Alberto Arroyo, Ismael Barroso, Sofía Durán, Teodoro García, Pepe Palma y Gema Olmos, que se inclinaron finalmente por otorgar el primer premio a Ana María Hierro, que emocionó por la potencia y calidad de su voz.El festival ha estado organizado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Puebla de la Calzada, con la colaboración de la Diputación. Estuvo presentado por el actor pacense Simón Ferrero.
Catedrales de papel,.
foto / Las memorias de editores son libros con un mercado muy estrecho, compuesto sobre todo por editores y periodistas culturales. Desafiando esa hipótesis, la editorial Trama lanzó hace algunos años una colección exclusiva con libros acerca de Einaudi o Jerome Lindon y la pequeña obra maestra de Diana Athill, Stet. El pasado mes de junio, mientras se hacía oficial la fusión de Random House y Penguin que creaba el mayor grupo editorial del mundo, salía a la calle Llamémosla Random House, las memorias de Bennet Cerf, fundador de esa famosa editorial, publicadas póstumamente en 1977 pero hasta ahora inéditas en castellano.
Cerf (1898-1971), nacido en una familia judía neoyorquina, heredó una suma considerable de su abuelo materno y tras graduarse en Columbia y hacer unos pinitos en Wall Street, siguió su vocación y en 1923 entró en el mundo editorial de la mano de Horace Liveright. Al cabo de un par de años decidió que era la hora de lanzarse por su cuenta y, con el apoyo de su viejo amigo Donald Klopfer, compró a su mentor (ahogado por las deudas) el sello Modern Library, que se dedicaba a publicar grandes obras en ediciones especiales, una especie de protobolsillo. Pronto, como es inevitable, les entró el gusanillo de publicar originales, sin una línea fija, o sea at random, y de ahí sacaron el nombre, Random House, que vio la luz en febrero de 1927.
El bienhumorado libro de Cerf está lleno de nombres y de anécdotas. La lacónica frase de Liveright (“No olvides que todo autor es un hijo de puta”) cuando tras lograr un suculento contrato en Hollywood para una obra de Theodore Dreiser le recuerda que en virtud de un acuerdo previo le corresponde un porcentaje y este, en presencia de Cerf, le tira una taza de café hirviendo a la cara. O el ataque de celos de Sinclair Lewis, que se despertó de madrugada para comprobar que Cerf le había dejado durmiendo para tomar una copa con Faulkner. O el texto de contraportada de un libro de Gertrude Stein en el que admite no haber entendido nada del libro, ni siquiera el título. También hay reflexiones tan válidas hoy que resultan frustrantes. Tras la muerte de Liveright, en 1933, Cerf describe en el Publishers Weekly los motivos que llevaron a la ruina a su antiguo jefe: “la intensificación de la competencia […] y, sobre todo, la disminución de puntos de venta y los más estrechos márgenes de beneficio”. La justificación de por qué publicó la última obra de Sinclair Lewis pese a ser bastante mala: “cualquiera que sepa algo sobre el mundo literario debe recordar que si se rechaza un manuscrito de un autor muy reputado, siempre habrá otros dispuestos a publicarlo, por lo que solo conseguiríamos destruir la relación con el autor”.
Pero, en general, la historia de Cerf es una historia de éxito. El gran equipo que componía con Klopfer, su talento para los negocios y la publicidad, la confianza puesta en editores como Saxe Commins, Jason Epstein o Robert Loomis (una lección que aprendió de Liveright fue la de fiarse siempre de sus editores a la hora de contratar libros) le permitieron seguir creciendo. En 1960 compró a su amigo Alfred Knopf el sello homónimo, y al año siguiente Pantheon Books. En 1965, vendió lo que ya era un importante grupo editorial a la corporación RCA por casi cuarenta millones de dólares. Había pagado 215.000 dólares por Modern Library cuarenta años antes. Su muerte le impidió ver cómo en 1980 RCA vendió el grupo a la familia Newhouse, propietaria de un importante grupo de revistas, por setenta millones de dólares. Los Newhouse, a su vez, tras comprobar cuán difícil era conseguir sinergias entre las revistas y las editoriales, optaron por vender en 1998, esta vez al gigante alemán Bertelsmann, que ya era propietario de varias editoriales estadounidenses. Fueron 1.400 millones de dólares y una consecuencia multiplicadora: Bertelsmann decidió agrupar a todas sus empresas editoriales (en EEUU, Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, España, América Latina y brevemente Corea del Sur y Japón) bajo el nombre Random House (donde trabajo). El último paso ha sido la mencionada fusión con Penguin.
Una historia muy distinta es la que cuenta Manuel Aguilar (no relation) en Una experiencia editorial (Aguilar, 1964), un libro maravilloso. En los sesenta Aguilar, Salvat y Espasa eran las tres catedrales que dominaban la edición española. El coloso que creó Aguilar llegó a tal envergadura que, en un ejemplo asombroso de integración vertical, tenía hasta rebaños de cabras y tenerías para asegurarse el suministro de cuero con que encuadernar sus libros. Todo desde un origen muy humilde. Hijo de un maestro de pueblo en Valencia, con apenas doce años se colocó de mozo en la blascoibañesca Editorial Sempere. Tras una juventud plena de vicisitudes acabó exiliado en el París de los años diez, y se empleó como traductor para editoriales francesas y españolas que publicaban para el mercado latinoamericano (traducciones “libres”: “Me atuve a las condiciones de que la traducción no rebasara las ciento cincuenta páginas habituales […]. Quedaba al arbitrio del traductor sintetizar o mutilar el texto original”). Pronto pasó a ser el representante de los principales editores franceses en Buenos Aires y de ahí a ser contratado por Hachette, en 1914, para establecer una distribuidora de libros y revistas en España (donde creó la red de librerías de las estaciones) y luego en Argentina, la SGEL.
Pero Aguilar desde el principio insistía en la necesidad de que Hachette apostara también por la edición de libros. Tras casi diez años de negativas, decidió finalmente hacerlo por su cuenta y en 1923 creó la editorial Aguilar, que pronto prosperó con la publicación sobre todo de obras de ensayo. La publicación de la primera edición íntegra de El capital le permitió comprarse un Chrysler imperial, que en la Guerra Civil fue incautado por los comunistas: “Carlos Marx me lo dio y Carlos Marx me lo quitó”, explica en las memorias. La guerra, que pasó en Madrid, supuso un golpe durísimo, pero a su fin supo aprovechar las oportunidades que le concedían su catálogo y algunas particularidades (por ejemplo el uso del papel biblia que no estaba sujeto a cupos). Además, la apertura de varias librerías en Madrid y la expansión en América contribuyeron al éxito.
Una experiencia editorial provoca menos sonrisas que las memorias de Cerf, en parte por el alambicado estilo de su autor, pero hay algunas joyas: “Entre los libros que el editor debe leer con frecuencia, han de figurar los de su propia contabilidad”. O cuando, al describir en 1963 el Barrio Chino barcelonés de 1905, dice “En aquel tiempo no se falsificaban atmósferas para dar al turista el escalofrío de codearse con el hampa.” O al hablar de la prensa: “Autores, editores y libreros hemos suspirado, antes de 1936 y en tiempo posterior, por alcanzar la centésima parte del espacio otorgado a ciertos deportes, a las corridas de reses bravas y a su mundo especial, al cinematógrafo y a la reseña de conciertos musicales y de obras teatrales de cualquier género.”
Quizá lo más triste es comprobar cómo los planes sucesorios tan bien trazados por Manuel Aguilar no aguantaron la prueba del tiempo. A su muerte en 1965, su sobrino tomó las riendas, pero no pudo evitar un declive que culminó con la quiebra en 1982, propiciada en gran parte por los problemas en América, donde tenía una cifra de negocio asombrosa para la época de 1.500 millones de pesetas (nueve millones de euros). En 1986 fue adquirida por Jesús de Polanco, y desde entonces es un sello del grupo Santillana, junto a Alfaguara o Taurus.
La lectura de las dos memorias arroja una conclusión y una duda. En el debate entre cambio y continuidad, en el núcleo del mundo editorial hay mucho más de lo segundo que de lo primero. El adanismo ambiental es tan presuntuoso como ignorante. La duda es por qué comparativamente son tan endebles las empresas culturales españolas. Pero quizá sea una pregunta mal planteada. Si los rumores acerca de la compra de las editoriales generalistas de Santillana por parte de Random House se confirman, las criaturas de Bennett Cerf y de Manuel Aguilar acabarán bajo el mismo paraguas. Aunque el nombre elegido al azar por Cerf sea el que impere, ¿sobrevive más su espíritu? Probablemente no, porque no sobrevive el de ninguno de los dos. Quizá haya que juzgar a las editoriales por lo que son y no por lo que han sido, por lo que publican y no por la personalidad más o menos pintoresca y atractiva de sus fundadores. Para eso están sus memorias.
TITULO: Me voy a comer el mundo - Ya sabes cómo es tu padre,.
Ya sabes cómo es tu padre,.
Las complicidades madre-hijo son terreno vedado para el resto,.
Mi caso no es único. Todas las madres con todos los hijos tejen a lo largo de los años un tapiz de secretos y sonrisas que los padres jamás descifraremos. No es que ellos nos rehúyan, tampoco nos excluyen. Si nos acercamos a su mundo secreto y pretendemos participar de sus conversaciones codificadas, nos aceptan y siguen hablando de lo mismo, pero enseguida notas que ha cambiado el registro: ya no son madre e hijo a tumba abierta abriéndose rincones del alma el uno al otro, sino conversaciones sin misterios, abiertas para que el padre participe, pero cuidadosas para no entrar en un mundo privado que se ha ido amasando, esculpiendo, moldeando desde niños o, mejor, ya desde el vientre donde empezaron a conocerse.
La madre y el hijo nos tratan con cariño, nos miran con ternura, pero sonríen. No es que se rían de nosotros, pero sí que nos tratan con ironía, como si los padres estuviéramos un poco pirados, enredados en nuestras manías y nuestros delirios. Ella toma un café con leche, él bebe un té negro. Conversan, enlazan frases, ideas, ocurrencias... Ríen, bromean, gesticulan... Y llegas tú... Sí, claro, te admiten, de hecho, te quieren. Te ponen un café o te sirven un té, te sacan un dulce, te invitan sin decírtelo a que te unas a la charla, pero se acaba con tu llegada la complicidad suelta y desbocada.
Ahora hay autocontrol, es el padre, amado y respetado, pero no está en el ajo, es ajeno a los secretos de la madre y el hijo. Y apuras el café, y paladeas el dulce apresurado, y finges una ocupación para salir de aquel coto familiar en el que eres bienvenido, pero estorbas.
Discretamente, procurando no molestar ni herir, te apartas y dejas fluir la sedosa catarata confidencial de la sobremesa. A veces, cometes el error de querer ser gracioso y resultas pesado: el resultado te recuerda a los yerros de adolescencia, al tiempo en que eras inseguro y temeroso del ridículo. La diferencia es que ahora te quieren, pero no fuerces, sé consciente de tu limitación. Eres el padre, ni menos ni más... Sobre todo ni más...
El chiste, la broma y la risa fingida, a destiempo, como si te dijeran que los avises cuando tienen que reírse porque no lo captan. En realidad, quien no capta eres tú, que no entiendes tu sitio, no te has conformado con tu zona de confort, una reserva para todos los padres del mundo donde habita la armonía, siempre que no fuerces las reglas no escritas de ese entendimiento madre-hijo a base de miradas, gestos nimios y expresiones entrecortadas... No, si ya... Claro, claro... Es que si no... Ya te digo... Menuda... Bueno... Vaya... Ya, ya, ya...
Códigos indescifrables, creados naturalmente y perfeccionados en muchas sobremesas de madre con hijo, de hijo con madre... Y esa sensación agradable de que ellos conocen tus preocupaciones y las disculpan, que saben que te puede la hipocondria, te desazona la neurastenia, te abruma el agobio y sonríen cuando te ven así, en estado puro de padre desarbolado, pero al instante, reaccionan y, desde la extrema unión de intereses madre-hijo, dan con la tecla que te devuelve al estado razonable de bienestar.
Y así, a sabiendas de que en toda familia hay un fortín inexpugnable al que no debes intentar acceder, van pasando los días y va creciendo el poder de ese amor, que no precisa de gestos ni palabras para soportar la estructura de aquella historia que tú fraguaste con ella, pero que ahora manejan ellos, aguantando para que nada te desarbole, vigilantes, mimando, conduciendo, dirigiendo con firmeza, sabiendo que los necesitas. Ya sabes cómo es tu padre. Y tú sabes cómo son ellos: madre e hijo.
TITULO: LIGA FUTBOL - TERCERA GRUPO 14 - JEREZ -4- CASTUERA -1-,.
Resultado Final - JEREZ -4- CASTUERA -1-,.