domingo, 12 de febrero de 2017

EN PRIMER PLANO - A FONDO - ¡Buenos días, Javi y Mar!, CADENA 100 - Jane Goodall,./ REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - ¡ ATENCIÓN Y OBRAS ! - CINE - Carlos III,.

TITULO: EN PRIMER PLANO - A FONDO -¡Buenos días, Javi y Mar!, CADENA 100 - Jane Goodall,.

  ¡Buenos días, Javi y Mar!, CADENA 100

Lo mejor del programa ¡Buenos días, Javi y Mar! que se emite cada mañana en CADENA 100 de 06:00 a 11:00 y que presentan Javi Nieves y Mar Amate.



EN PRIMER PLANO - A FONDO - Jane Goodall,.

jane goodall, xlsemanalfotos, Jane Goodall: "Los humanos, como especie, vamos hacia atrás",.

Esta mujer revolucionó nuestras ideas sobre los primates hace seis décadas. Hoy, a sus 82 años, Jane Goodall vive entregada a una causa cada vez más urgente: salvar el planeta. Sabe que no lo tiene nada fácil.

Es su voz, su mirada, esa paz interior, esa calma profunda; también sus manos, su cuerpo aparentemente frágil, pero aún dispuesto, a sus casi 83 años, para encadenar viajes por el mundo sin apenas descanso. Jane Goodall hipnotiza a su audiencia. Y lo sabe, aprovecha ese don -así lo llama ella- para reclutar millonarios por la defensa de la naturaleza y educar a niños y jóvenes en el cuidado urgente del planeta. Esta primatóloga británica, conservacionista y Mensajera de la Paz de Naciones Unidas, cuyas andanzas entre chimpancés, allá por 1960, la convirtieron en un icono mundial, representa como nadie la defensa de la biodiversidad. Aprovechando su breve paso por Madrid, donde recogió el Premio a la Personalidad Ambiental del Año, entregado por Ecovidrio, compartió recuerdos e inquietudes con XLSemanal.
XLSemanal. Dice usted que hemos fallado como especie…
Jane Goodall. Sí. Más que evolucionar, vamos hacia atrás. ¿Cómo es posible que la criatura más inteligente que ha pisado este planeta esté destruyendo su propio hogar?
XL. Quizá no seamos tan inteligentes…
J.G. [Se ríe]. Desde luego, en eso no lo demostramos. Sufrimos una desconexión entre el cerebro y el corazón.
XL. La Historia de la humanidad no muestra esa conexión de la que habla. Es más un relato de crueldad y luchas de poder…
J.G. Cierto, pero siempre, en todas las épocas, hay personas excepcionales que han ido definiendo eso que llamamos humanidad. Mandela, Ghandi…
Jane Goodall

En 1960, Goodall se convirtió en la primera persona en ser aceptada por un grupo de chimpancés
XL. O usted…
J.G. ¿Yo? [Se ríe]. Mi trabajo, si acaso, es formar, a través de la educación, a más gente como ellos. Al nacer, recibí dos dones: un cuerpo resistente que con casi 83 me permite seguir luchando, y el otro es la comunicación. Siempre he sido muy tímida…
XL. Nadie lo diría…
J.G. Pues es así. Ahora bien, cuando subo a un estrado para hablar ante una gran audiencia, es diferente. Entonces surge la magia y la otra Jane acude en mi ayuda [se ríe].
XL. ¿Y cuándo nació esa otra Jane? ¿Entre chimpancés quizá allá por 1960?
J.G. Algo nuevo nació entonces, eso seguro. No pasas por una experiencia como esa y sigues igual…

El mundo se está convirtiendo en un lugar que da mucho miedo. Necesitamos que la gente se movilice

XL. A usted la envió a estudiar a los chimpancés Louis Leakey. El científico que situó en África el origen del ser humano confió en usted, una joven sin experiencia ni títulos. ¿Así de sencillo?
J.G. Pues sí. Ni siquiera me dio consejos. Simplemente: «Ve allí, Jane, y aprende todo lo que puedas» [sonríe]. Y eso hice. Yo no tenía método científico. Tenía, eso sí, cuadernos de notas, unos binoculares y mi fascinación por la vida salvaje [ríe].
XL. Años después, Leakey envió a Dian Fossey con los gorilas a Ruanda [la película Gorilas en la niebla cuenta su historia] y a Birutè Galdikas con los orangutanes a Borneo. Tres mujeres…
Jane GoodallJ.G. Él creía que las mujeres somos mejores observadores. Para ser una buena madre hay ciertas cualidades fundamentales: paciencia, empatía, observación y habilidad para mantener unida a la familia. Pues bien, todas esas cualidades ayudan a observar a un grupo de animales. Principalmente, la paciencia.
En 1964 se casó con el barón holandés Hugo van Lawick, un fotógrafo de vida silvestre con quien tuvo su único hijo, Hugo
XL. Usted tiene un hijo. ¿Observar a las chimpancés, su modo de ser madres, fue una influencia en ese aspecto?
J.G. ¡Oh, sí, muchísimo! Las madres chimpancés son pacientes y protectoras, pero sin llegar a la sobreprotección. Son tolerantes, pero saben imponer disciplina. Son cariñosas, juegan con sus pequeños. Y lo más importante. los apoyan en todo momento. Si, por ejemplo, se pelean con otro ejemplar, aunque sea un individuo de mayor rango o edad, no dudan en intervenir a favor de su hijo. Cuando yo fui madre, digamos que fui del tipo de las que cogían a su hijo en brazos cuando lloraba [se ríe].
XL. Repasando la cronología de sus observaciones, paciencia a usted, desde luego, no le faltó…
J.G. Pues sí, porque llegué el 4 de julio a Gombe [en Tanzania] y hasta el 30 de octubre no observé el primer gran hallazgo, cuando los vi comer carne, desmontando la idea de que los chimpancés eran vegetarianos. Fueron días muy excitantes. cinco días después vi a dos de ellos fabricar herramientas para extraer termitas de sus nidos. Aquello echaba abajo la idea de que solo los humanos somos capaces de crear herramientas.

En 1977 creó el Instituto Jane Goodall, entidad conservacionista presente en cien países

XL. Usted es la única persona que ha sido aceptada por un grupo de chimpancés…
J.G. ¡Casi me costó más que me aceptaran los científicos! [Se ríe]. Cuando fui a Cambridge -para sacarme un doctorado en etología-, me recibieron con un. «¡Lo que usted ha hecho no es ciencia! No puede ponerles nombres a los chimpancés. Debe numerarlos. Tampoco puede hablar sobre la personalidad de cada uno ni afirmar que posean un pensamiento racional. Y, desde luego, no diga que sienten emociones. Todo eso es exclusivo de los humanos. ¿Lo ha entendido?».
jane goodall, xlsemanal
XL. Pero usted no lo entendió…
J.G. ¿Sabes qué? En el fondo sabían que tenía razón, pero, claro, tenían que decir: «No podemos probarlo. Por lo tanto, no existe».

“¡Me costó más que me aceptaran los científicos que los chimpancés! Me decían que yo no hacía ciencia”

XL. Hoy suena extraño que se nieguen emociones a un simio o a un perro…
J.G. Sí, ya nadie se lo cuestiona. Hay científicos que estudian la inteligencia en aves, pulpos y en todo tipo de criaturas, pero las cosas eran muy distintas entonces… La gente joven no puede imaginar cuánto.
XL. ¿Cree que, en aquel entonces, carecer de conocimientos y método científico la ayudó en su investigación?
J.G. Lo hizo todo más intuitivo. Mi gran influencia, un profesor muy especial que tuve en mi infancia, fue mi perro Rusty. Me enseñó que los animales tienen emociones y que aquellos científicos estaban equivocados. Esa convicción me dio el coraje para acercarme a los chimpancés y verlos de un modo más humano.
Jane Goodall
Tras conocerlos de cerca, Goodall decidió entregar su vida a los chimpancés y otras especies en peligro
XL. Los científicos suelen hacerse más preguntas sobre la naturaleza que el resto de los mortales. ¿Recuerda cuál fue la primera para usted?
J.G. ¿De dónde salen los huevos de las gallinas? Con cuatro años. Pasé cuatro horas escondida dentro del gallinero esperando a que una pusiera un huevo. Mi madre estuvo a punto de llamar a la Policía, claro [se ríe]. Por suerte tuve una madre maravillosa y comprensiva que, en vez de echarme la bronca, cuando aparecí, se sentó a escuchar mi fascinante historia sobre lo que acababa de presenciar.

Al nacer, recibí dos dones: un cuerpo resistente y la capacidad de comunicar

XL. Habla de su madre con devoción…
J.G. ¿Tú te imaginas a una chica diciéndole a su madre en los años cuarenta o cincuenta. «Mamá, quiero vivir en África para observar y escribir sobre animales»? Pues mi madre, lejos de quitármelo de la cabeza, me animó. «Jane -me dijo-, si realmente deseas algo, trabajas duro, aprovechas las oportunidades y nunca te rindes, encontrarás tu camino para alcanzar tus sueños».
XL. De niña le regalaron un chimpancé de peluche, otra influencia en su vida. ¿Lo conserva?
J.G. Oh, sí, pero no sale de casa. Está ya muy viejito. Recuerdo que, cuando me lo regalaron, algunos amigos de mis padres fueron muy críticos; decían que me iba a asustar y me provocaría pesadillas. Imagínate [se ríe].
XL. En abril cumple 83 años. He leído que está de viaje 300 días al año y lleva así ya… Cuál es su secreto?
J.G. [Se ríe]. La voluntad de seguir adelante, supongo. No me gusta viajar, pero no me queda más remedio. De todos modos, me reservo tres semanas en agosto para ir a Bournemouth, mi hogar. Y descanso siete días entre viajes.

Recibió en Madrid el Premio Personalidad Ambiental del Año, de Ecovidrio

XL. ¿Tiene nietos?
J.G. Tres. Uno en Inglaterra, así que lo veo allí. Los otros dos y mi hijo, en Tanzania, donde voy dos veces al año.
XL. ¿Tras seis décadas de activismo medioambiental. En qué cree que hemos avanzado?
J.G. Bueno, cada vez más gente entiende que hay que cuidar el planeta, pero…
XL. ¿Pero…?
J.G. El problema es que hoy las amenazas son más graves y se requiere un cambio urgente de nuestros hábitos. La gente, además, está perdiendo la esperanza de que eso sea posible, y sin esperanza la gente no actúa: ¿para qué? Por eso trabajamos tan duro con nuestro programa para jóvenes. Si las nuevas generaciones no cuidan de la biodiversidad, no tiene sentido luchar.
XL. ¿Cómo lo arreglamos?
J.G. Mire, los grandes problemas del mundo, en mi opinión, son. esta sociedad codiciosa y materialista, el crecimiento de la población, la pobreza y la falta de educación. Las personas no entienden el efecto acumulativo de las decisiones que toman cada día.
XL. Pero reconocerá que las decisiones de algunos influyen más que otras…
J.G. Ah, sí. Hay individuos, empresarios, gobernantes… que pueden marcar una gran diferencia. Hay que llegar a ellos. El otro día, en Holanda, conocí a un señor muy rico que adora los coches deportivos. Estaba a punto de comprarse uno nuevo y, tras escuchar mi conferencia, se dio cuenta de que no lo necesitaba. ¿Sabe lo que hizo? Donó ese dinero a nuestros proyectos en África. Estas cosas hacen una gran diferencia.

“Mi gran profesor fue el perro Rusty. Él me enseñó que los animales tienen sentimientos”

XL. ¿Cómo ve el mundo después del brexit, la victoria de Donald Trump, la crisis migratoria y el ascenso de la extrema derecha en Europa?
J.G. El mundo se está convirtiendo en un lugar que da mucho miedo. El brexit y la victoria de Trump tienen la misma raíz. Una amplia mayoría de la población está indignada. Sienten que han sido excluidos y desean cambios. Desde mi perspectiva, esto solo significa que son tiempos duros y debemos luchar más fuerte. Necesitamos que la gente conozca los problemas, se movilice y llame la atención de los medios. Hay muchas mentiras y desinformación. Mucha gente cree que Internet es como un Dios y se creen todo lo que ven ahí. Piense en Trump; utiliza Twitter como principal plataforma de comunicación.
XL. Trump niega el cambio climático…
J.G. Sí, y es muy peligroso. Pero, como siempre, debemos mirar el lado positivo; es el único modo de continuar. China, por ejemplo, acaba de anunciar que a finales de año prohibirá la venta de marfil. Es el mayor importador del mundo, así que esa es una señal positiva. ¿Conoce el documental The Ivory Game, producido por Leonardo DiCaprio? Muestra el comercio mundial de marfil y hubiese merecido ganar un Oscar. Estados Unidos es el segundo mayor importador y nadie lo sabe.
XL. Una crisis económica como la que vivimos no parece terreno propicio para su mensaje, con gente necesitada de empleos y demás…
J.G. Es cierto. Se espera que la gente consuma más para salir de la crisis, pero eso acabará destruyendo el planeta. He hablado sobre ello con muchos economistas. Les digo. «Urge encontrar otro modelo económico. ¿No se dan cuenta?». Muchos, después de escucharme, me dicen: «Jane, la próxima vez que tome una decisión o asesore a otros me aseguraré de pensar con mi corazón tanto como con mi cabeza». Debemos traer el corazón de vuelta.

TITULO: REVISTA XL SEMANAL - PORTADA  ENTREVISTA -  ¡ ATENCIÓN Y OBRAS ! - CINE - Carlos III,.

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  ¡ATENCIÓN Y OBRAS ! - CINE,.
 
 ¡Atención y obras! es un programa semanal que, en La 2, aborda la cultura en su sentido más amplio, con especial atención a las artes escénicas, la música, los viernes a las 20:00 presentado por Cayetana Guillén Cuervo, etc, foto,.
 



REVISTA XL SEMANAL - PORTADA  ENTREVISTA - Carlos III,.

fotos -Carlos III, el rey más aburrido de Europa,.

 

Rutinario, discreto, austero… Carlos III hizo de la corte española la más aburrida de Europa. Pero también equilibró las arcas, favoreció a las clases populares y construyó edificios como el Museo del Prado. El escritor Juan Eslava Galán repasa la figura del ‘rey tranquilo’. Fotos: Cordon

Su Católica Majestad es consciente de que la armadura de acero con que el pintor lo retrata desentona notablemente. Carlos III nunca vistió armadura alguna ni tuvo más contacto con las armas que el propio de su afición a la caza, que practicó hasta con exceso.
Conviene recordar que Carlos III, que vino al mundo en Madrid el 20 de enero de 1716, era hijo de Isabel de Farnesio, la segunda esposa de Felipe V, nuestro primer Borbón. Lo precedían en la línea dinástica sus hermanastros Luis y Fernando (habidos de María Luisa Gabriela de Saboya, primera esposa del rey), por lo que parecía improbable que algún día pudiera reinar en España.
Carlos III, el rey aburrido, xlsemanal (2)
Isabel de Farnesio fue la segunda esposa de Felipe V y madre de Carlos III. Maniobró hasta que su hijo logró la corona, tras la muerte de su hermanastro Fernando VI
Consciente de ello, la ambiciosa y dominante Isabel de Farnesio orientó la política exterior española para colocar a sus hijos en Italia y le consiguió al joven Carlos el ducado de Parma y posteriormente los reinos de Nápoles y Sicilia. Hijo devoto y obediente, Carlos contrajo matrimonio con la esposa escogida por su madre, que fue María Amalia de Sajonia, con la que vivió un matrimonio sin sobresaltos. Tuvieron trece hijos (de los que sobrevivieron siete). El día en que ella murió, pudo declarar: «Este es el primer disgusto que me da». Viudo a los 44 años, se desentendió del sexo y no volvió a conocer mujer.
Goya retrató a Carlos III en hábito de caza, su gran pasión. La practicaba diariamente, en parte porque creía que el ejercicio físico evitaría que tuviese los problemas mentales
Carlos III, el rey aburrido, xlsemanal (2)En el cuarto de siglo que gobernó Nápoles, Carlos se rodeó de funcionarios eficaces que, sin lesionar los intereses de la nobleza dominante, favorecieron a las clases populares con un gobierno eficaz que desarrolló notablemente la agricultura, la industria y el comercio.

Su esposa no le dio dobresaltos. El día que murió dijó: “Es el primer disgusto que me da”

Carlos se hizo querer por el pueblo. Cuando heredó el trono español, tras el fallecimiento de su hermanastro Fernando VI, los napolitanos lo despidieron con muestras de pesar y aceptaron de muy buena gana el traspaso de la corona a su hijo Fernando.

Sanear las arcas

El reinado de Carlos en España fue tan benéfico como en Nápoles. También es cierto que encontró un país bien encaminado por los excelentes ministros del reinado anterior, a muchos de los cuales confirmó en sus cargos. Después de dos siglos de guerras continuas, España había vivido un periodo de paz de trece años que lo ayudó a recuperar los pulsos y sanear la maltrecha economía. Era la primera vez, en siglos, que la monarquía salía de los números rojos.
Carlos III, el rey aburrido, xlsemanal (2)
María Amalia de Sajonia con 14 años contrajo matrimonio con Carlos, entonces rey de Nápoles y Sicilia. En 1760, dos años después de su llegada a España, murió de tuberculosis
En lo personal, Carlos III fue un burgués de vida reglada y morigerados hábitos, amante de la buena administración, del sosiego y de las apacibles rutinas. Durante su reinado, la corte española mantuvo una acreditada fama de ser la más aburrida de Europa. Pasaban los decenios y, del mismo modo que su sastre no tenía que alterar las medidas de sus casacas, su mayordomo tampoco tenía que salirse de la rutina establecida: el rey se levantaba temprano, oía misa, desayunaba una jícara de chocolate y se ocupaba el resto de la mañana en labores de oficina y en recibir los informes de sus competentes ministros. Llegada la hora del almuerzo, comía en la misma vajilla y usando los mismos cubiertos. El cocinero se atenía a la media docena de platos que agradaban al rey. Tras el almuerzo, Carlos sesteaba (solo en verano) y después pasaba la tarde cazando por los montes del Pardo, su gran y casi única pasión. A lo que parece la afición cinegética del rey, con el ejercicio físico que comporta, encerraba algo de terapia, pues Carlos temía que una vida menos ordenada y deportiva reprodujera en él las taras genéticas de la familia: su padre, Felipe V, había sido un depresivo que desarrolló un trastorno bipolar; su hermano, Fernando VI, padeció demencia progresiva; y su propio hijo Felipe Antonio era deficiente mental. En días de lluvia pasaba el resto del día dedicado a algún ejercicio manual. Al parecer, encontraba muy entretenido tornear palos de sillas.
Hemos de advertir que para la nobleza española cualquier trabajo manual era una deshonra. Carlos III se esforzaba en dar ejemplo de lo contrario. Incluso emitió un real decreto, en 1783, en el que declaró que el trabajo manual no deshonra. Trabajo baldío: a la postre no consiguió que trabajaran ni los nobles ni los mendigos, las dos clases más improductivas y numerosas del reino. También fracasó en su proyecto de arrestar a todos los gitanos del reino y ponerlos a trabajar en labores del Estado.

Un hombre de orden

Monarca ilustrado y reformista («todo por el pueblo, pero sin el pueblo»), Carlos III se fijó dos objetivos. orden y buena administración, nada de dispendios inútiles, y paciente eliminación de los estorbos y antiguallas que atoraban las acequias del progreso, especialmente los privilegios medievales de la Iglesia y de la nobleza absentista (las llamadas ‘manos muertas’).

Carlos III se quedó pensativo al escuchar a su hijo y dijo: “¡Qué tonto eres, qué tonto!”

El benéfico monarca protegió la agricultura recortando los abusivos privilegios de la Mesta, la omnipotente sociedad ovejera, e instituyendo el libre comercio de granos. Además, impulsó la investigación de cultivos experimentales en las huertas reales de Aranjuez. En cuanto a las industrias, fundó una serie de manufacturas nacionales que suministraran al Estado y a la sociedad los productos necesarios para su defensa y desarrollo (cañones, armas, herramientas, pólvora, porcelana, cristal, tapices…). Finalmente impulsó el comercio colonial mediante la formación de grandes compañías y liberalizó el comercio con América.
Uno de los mayores problemas de España, que se venía arrastrando desde hacía un siglo, era su pobreza demográfica. Carlos III impulsó la natalidad y trasplantó colonos extranjeros a las regiones despobladas, especialmente Sierra Morena, donde el bandolerismo dificultaba las vitales comunicaciones entre Madrid, la capital, y Cádiz, el puerto más importante del comercio americano. Finalmente protegió las artes y las ciencias con su apoyo a las Sociedades Económicas de Amigos del País.
En la política exterior, el reinado de Carlos fue menos afortunado. Au nque era amante de la paz, se vio implicado muy contra su voluntad en la guerra familiar de los Borbones franceses contra la rapaz Inglaterra, a la que tuvo que ceder la Florida, pero luego la recuperó tras auxiliar a las Trece Colonias (germen de los Estados Unidos) en su guerra de la Independencia contra los británicos.
Carlos reinó en España veinticuatro años. A su muerte mereció el título de «padre de sus pueblos», que le da el solitario vítor dedicado a su memoria en la sierra de Otíñar, Jaén. Lo sucedió su hijo Carlos IV, que desde su nacimiento había dado muestras de no ser algo acomodaticio y mentecato. Para muestra, un botón: en una tertulia cortesana se hablaba sobre esposas adúlteras, de las que, al parecer, había muchas en la corte. El príncipe, futuro Carlos IV, dejó caer:
-Nosotros los reyes, en este caso, tenemos más suerte que el común de los mortales. -¿Por qué? -le preguntó el padre, escamado. -Porque nuestras mujeres no pueden encontrar a ningún hombre de categoría superior con quien engañarnos. Carlos III se quedó pensativo. Luego sacudió la cabeza y murmuró con tristeza. -¡Qué tonto eres, hijo mío, qué tonto!
En su más famoso retrato, el del Museo del Prado, Mengs lo reproduce sin misericordia alguna. feo, ojos ahuevados, enorme nariz borbónica, estatura media, enteco, tez apergaminada y algo cargado de espaldas. Y una media sonrisa burlona como si nos dijera. «Ya veis a lo que me obliga el cargo».

EL CREADOR DE LA BANDERA ACTUAL

Carlos III, el rey aburrido, xlsemanal (2)Hasta el reinado de Carlos III, la bandera española había sido la de la Casa de Borbón, completamente blanca, pero en 1785, siendo rey de Nápoles, Carlos decretó que sus navíos de guerra usaran una nueva bandera roja y gualda para evitar que los ingleses los cañonearan si los confundían con los de otros estados borbónicos enemigos de Albión.
Opciones de bandera que se presentaron a Carlos III
Carlos III, el rey aburrido, xlsemanal (2)Carlos III trajo consigo esa bandera que desde 1843 sería la oficial de España y lo ha seguido siendo hasta nuestros días, excepto durante los años de la Segunda República, en los que se sustituyó por otra con la franja inferior morada, erróneo recordatorio de la supuesta bandera de los comuneros castellanos que se alzaron contra Carlos V. En realidad, el pendón castellano del que tomaron la idea era rojo, pero con el tiempo se había descolorido hasta parecer morado.

UNA SUCESIÓN ‘TOP SECRET’

Carlos III, el rey aburrido, xlsemanal (2)Carlos IV, el hijo y sucesor de Carlos III, lo casaron con su prima María Luisa de Parma (de quien recibió el nombre la hierbaluisa), seguramente la reina menos agraciada que ha tenido España, quizá hasta Europa. Esta señora fue tan promiscua que no sabemos a ciencia cierta la parte que cupo al monarca en los catorce hijos (y diez abortos) que tuvo. En el lecho de muerte confesó a su director espiritual, el fraile agustino Juan de Almaraz, que ninguno de sus hijos lo era de su augusto esposo. Fernando VII, el heredero de la corona, lo supo y para evitar que se divulgara la noticia confinó a Almaraz de por vida en un lóbrego calabozo de la fortaleza de Peñíscola. Ignoraba que el fraile, viéndolas venir, había confiado su terrible secreto a un documento que guardó bajo el epígrafe ‘reservadísimo’. El memorial ha llegado a nuestros días y actualmente se custodia en el archivo del Ministerio de Justicia.

CONSTRUIR UNA CAPITAL

En realidad, el rey nunca vestía armadura ni tuvo más contacto con las armas que por su afición a la caza. Sin embargo, consciente de que el prestigio de la monarquía requería una capital adornada con bellos edificios públicos, se ocupó de embellecer Madrid con monumentos tan característicos como la Puerta de Alcalá, el Museo del Prado, las fuentes de Cibeles y Neptuno, el Jardín Botánico y el Palacio Real. Por eso se lo ha llamado «el rey albañil».

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