lunes, 21 de agosto de 2017

¡ ATENCION Y OBRAS ! CINE - Megan Montaner - No soy esclava de la moda,./ VIAJANDO CON CHESTER - Llegué un día tarde a mi trabajo por el retraso de un tren extremeño .

TITULO:  ¡ ATENCION Y OBRAS ! CINE  - Megan Montaner - No soy esclava de la moda,.

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 ¡Atención y obras! es un programa semanal que, en La 2, aborda la cultura en su sentido más amplio, con especial atención a las artes escénicas, la música, los viernes a las 20:00 presentado por Cayetana Guillén Cuervo, etc, foto,.



 Megan Montaner - No soy esclava de la moda,.

No soy esclava de la moda,.

foto, Megan Montaner interpreta a Elena, uno de los nuevos rostros de 'Velvet Colección', la nueva etapa de la serie de Antena 3 en Movistar +. «Llego con miedo y nervios», confiesa,.


Las galerías de 'Velvet Colección' volverán a abrir sus puertas, esta vez en Movistar+, que compró la serie a Antena 3 y la estrenará el próximo 22 de septiembre en su canal #0. Entre los nuevos rostros de la ficción está Megan Montaner (Huesca, 1987), que interpreta a Elena, una diseñadora que quiere implantar el bikini en nuestro país a principios de los años setenta.
- ¿Cómo es Elena, su personaje?
- Ella llega a 'Velvet' a revolucionar el cotarro. Es muy enérgica, trae muchas ideas a la empresa, sobre todo la de implantar el bikini, que está triunfando fuera. Al mismo tiempo, viene a sacarse una pequeña espina que tiene clavada: al personaje de Fernando Guallar le dejó tirado en el altar y ahora quiere intentar reconquistarle.
- ¿Son los nuevos Ana y Alberto?
- Está claro que es otra historia de amor, pero quiero pensar por mi bien como actriz que no va a ser lo mismo. Me gustaría hacer otra cosa después de esta temporada.
- La otra en el triángulo amoroso es Clara, el personaje de Marta Hazas.
- Creo que es algo interesante, que se vea un forcejeo entre dos leonas está muy bien. Pero el personaje de Elena no entra a la trama siendo mala, incluso tiene admiración por Clara.
- ¿Cómo fue la llegada para usted?
- Muy bien, ha sido como volver con la familia porque a muchos de ellos les conozco de antes, pero, a la vez, con miedo y nervios. Esta serie lleva mucho tiempo triunfando y los espectadores han empatizado con muchos de los personajes, ¡a ver si de repente llegamos los novatos y les vamos a hundir el barco!
- Están rodando durante el verano, ¿cómo se va a organizar?
- Saliendo a la una de la tarde a recoger a mi chiquitín, como puedo y como me dejan.
- ¿Cómo ha sido la experiencia?
- Llevo dos meses y medio siendo mamá y es increíble. Por mucho que la gente te diga que es una pasada, hasta que no lo eres no lo entiendes, te cambian hasta las prioridades. Afortunadamente, ahora se pueden ceder las bajas maternales y me puedo organizar con mi pareja.
- ¿Cree que le han hecho este personaje a medida?
- Me imagino que han pensado en mí, aunque no lo tengo muy claro. No seguía la serie antes y ahora es cuando estoy haciendo los deberes. Llego a mi casa y me pongo a ver 'Velvet'.
- ¿Qué le parece la moda de la época?
- Hemos pasado por muchas pruebas y ha sido un caos, pero es una época muy femenina para la moda, muy colorida, y ahora me veo estupenda.

«Lo que pedimos todos»

- ¿Se ve reflejada en fotos de su madre?
- Claro, sobre todo en los pendientes grandotes. Me recuerdan especialmente a mi abuela, esa mezcla entre dolor por la sujeción de la pinza cuando me los ponía y lo bonitos que eran.
- ¿Es seguidora de las tendencias de moda?
- Bueno, al final consumes lo que la sociedad te está dando en ese momento. Pero no soy una esclava de la moda, visto lo que me apetece vestir.
- ¿Echa de menos ser la protagonista absoluta de una serie?
- Cuando estás de protagonista es muy bonito todo, pero no compensa en calidad de vida por el trabajo, sobre todo ahora, con el niño. No sé si me hubiera podido permitir un papel así con la cantidad de trabajo que eso supone.
- ¿Se nota el cambio a Movistar?
- De momento no lo estoy notando, sé que quieren reducir a cincuenta minutos la serie, pero todavía no sé cómo lo van a conseguir. Así será más fácil venderla internacionalmente, porque ese es el formato de ficción que se lleva fuera de España.
- ¿Qué le apetecería hacer después?
- Me encantaría poder organizarme para tener algunas vacaciones y disfrutar de mi vida y mi ambiente. Y luego, lo que pedimos todos: un buen guion, un buen personaje y un buen director para el siguiente proyecto.




   TITULO:  VIAJANDO CON CHESTER -Llegué un día tarde a mi trabajo por el retraso de un tren extremeño .
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 VIAJANDO CON CHESTER

Viajando con Chester es un programa de televisión español, de género periodístico, presentado por Pepa Bueno, en la cuatro los domingos las 21:30, foto, etc.





 Llegué un día tarde a mi trabajo por el retraso de un tren extremeño .

Llegué un día tarde a mi trabajo por el retraso de un tren extremeño,.

Imagen de archivo de un tren extremeño.
Imagen de archivo de un tren extremeño, foto.

Javier, de Montijo, cogió un tren a las 9 de la mañana, y no pudo llegar a Bilbao hasta el día siguiente por la noche. Su historia es una más entre las de cientos de perjudicados por las continuas averías y retrasos del ferrocarril extremeño,.

¿Qué cara pones cuando llegas un día tarde al trabajo? Javier, un joven de Montijo, tuvo que improvisar sobre la marcha al llegar tarde, un día después, a la cita laboral que tenía en Bilbao. Y todo por culpa de una avería, una más de las ocurridas durante este verano negro para los viajeros del ferrocarril por Extremadura.
Javier tenía que estar en Bilbao el domingo por la mañana temprano. Con bastante tiempo de antelación, cogió el tren en Montijo a las 9.04 del sábado, 12 de agosto. Su destino era Madrid, donde estaba previsto que llegara a las 13.53 horas. Su plan era coger allí otro enlace, a las 16 horas, hacia Bilbao. Tenía tiempo de sobra para picar algo y quizás terminar esa novela que tanto le estaba gustando.
Sin embargo, el tren en el que viajaba se detuvo a la altura de Talavera de la Reina, por una avería de otro convoy que pasaba por Plasencia, Cáceres, Mérida y Zafra, que estaba bloqueando la única vía. Hasta que éste no fuera arreglado o retirado, no podían pasar. Finalmente, tras cundir los nervios entre los pasajeros, Javier llegó a Madrid dos horas y media después, a las 16.25, perdiendo así el tren con destino a Bilbao, que era el último de ese día.
Enfadado y dispuesto a reclamar, se dirigió a la ventanilla de atención al cliente para pedir información y ya de paso, una posible solución. La compañía ferroviaria no le ofreció ninguna alternativa que le permitiera llegar a Bilbao aquel mismo día, y tampoco compensación económica para afrontar los gastos de comida y alojamiento en Madrid hasta que hubiera otro tren para llegar su destino.
«¿Dónde paso la noche?» preguntó Javier al trabajador de la ventanilla de Renfe. «Eso es problema suyo», fue la cordial respuesta que recibió. Renfe sólo paga el importe total del billete cuando la demora es superior a 90 minutos. Pero no se hace cargo de nada más.
En plenas Fiestas de la Paloma en Madrid, encontrar un hotel libre se hacía una tarea harto complicada. Pero Javier, un millennial de pro, cogió su teléfono inteligente, rastreó la la web, y consiguió alojamiento.
«He puesto una reclamación, no solo por el importe económico y los gastos que tuve que afrontar, sino también por el trastorno laboral que me causó el retraso del tren», explica Javier. Aún así, critica que el sector ferroviario tiene poco regulada la defensa de los afectados por retrasos y otras incidencias, «y al final, los perjudicados somos nosotros».
Su viaje en tren, que comenzó a las 9 de la mañana del sábado, no terminó hasta las 9 de la noche del domingo siguiente. Un día y medio para llegar de Montijo a Bilbao; un total de 772 kilómetros pasando por la capital de España.

Otros pasajeros sin recursos

Javier no fue la única víctima del retraso del convoy, sino que fue testigo de la tragedia que vivió a su lado un matrimonio de ancianos que había perdido su tren hasta Orense por la demora del ferrocarril que procedía de Extremadura.
Renfe tampoco ofreció ninguna solución a la pareja afectada, y su propuesta fue que esperasen toda la noche en la estación hasta el día siguiente, pues en ese momento estaban todos los billetes vendidos hasta las siete de la tarde de la siguiente jornada. Dormir en los bancos a cualquier edad no parece un buen plan, pero menos cuando los huesos ya empiezan a doler. Los ancianos carecían de teléfono con Internet y no sabían cómo buscar desde la estación un hotel.
Con sus hijos a más de 300 kilómetros y sin nadie con un poquito de humanidad que les ayudase a buscar alojamiento, perdieron los nervios. Lloraban, increpaban a los revisores, que poco podían hacer, y se volvían frágiles en una ciudad donde cada uno tiene sus cosas rumiándole en la cabeza. Son sólo un par de horas de retraso, pero perdieron la ilusión momentáneamente de pasar unos días con sus nietos en Orense.

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