martes, 1 de agosto de 2017

LUNES -7- AGOSTO - Imprescindibles - Poli Díaz - exboxeador español./ ESPAÑOLES POR EL MUNDO - LA VERA, NO SABEMOS LO QUE TENEMOS,.

TITULO: LUNES -7- AGOSTO - Imprescindibles - Poli Díaz - exboxeador español.

LUNES -7- AGOSTO - Imprescindibles :

Imprescindibles, serie de documentales sobre los personajes más destacados de la cultura española del siglo XX cada semana en La 2, el lunes -7- agosto a las 21:00, etc.

Poli Díaz - exboxeador español.

Poli Díaz, foto.

Poli Díaz
Poli Diaz.jpg
Datos personales
Nombre completo Policarpo Díaz Arévalo
Apodo(s) El potro de Vallecas
Nacimiento Palomeras, Vallecas, Madrid,
Flag of Spain.svg España
21 de noviembre de 1967 (49 años)
Nacionalidad(es) Español
Peso Peso ligero
Carrera
Deporte Boxeo
Estilo Ortodoxo

Combates
Totales 47
Victorias 44
Nocaut: 28
Decisión: 
Derrotas 3
Nocaut
Decisión: 

Policarpo Díaz Arévalo (Madrid, 21 de noviembre de 1967), más conocido como Poli Díaz, es un exboxeador español. Fue siete veces campeón de España en peso ligero y ocho veces campeón de Europa.
Apodado «el potro de Vallecas», empezó a entrenar en un gimnasio local cuando tenía 14 años. Su debut como profesional llegó el 5 de julio de 1986. Desde entonces, mantuvo un récord de imbatibilidad durante cinco años, se granjeó una fama de luchador arriesgado y carismático, y fue una de las últimas figuras mediáticas del boxeo español. El 27 de julio de 1991 disputó el título mundial del peso ligero (WBC, WBA e IBF) contra Pernell Whitaker, perdiendo el combate a los puntos. En total ha tenido 44 victorias (28 por nocaut) y 3 derrotas.

Biografía

Inicios en el boxeo

Hijo de Nicolás Díaz López (1 de agosto, 1935-) y Antonia Arévalo Díaz (1937-). Policarpo Díaz nació en Palomeras, un barrio humilde del Puente de Vallecas (Madrid). Aunque durante dos años vivió en Galdácano (País Vasco), sus padres regresaron a la capital cuando cumplió los siete. Tuvo una infancia muy complicada al ser el penúltimo de siete hermanos,1​ hijo de familia numerosa con pocos recursos, en un entorno azotado por la delincuencia.2​ Dejó pronto los estudios para ponerse a trabajar, y en esa época descubrió que tenía cualidades para el deporte.2
A los 14 años descubrió el boxeo, al pasar por un gimnasio vallecano de la avenida de la Albufera, donde también entrenaba el profesional Alfredo Evangelista. Más tarde, comenzó a entrenar bajo las órdenes de Ricardo Sánchez Atocha. Durante el tiempo que fue amateur, e incluso en sus primeros combates de profesional, tuvo que compaginar los entrenamientos con oficios puntuales como albañil.3
En 1984 estuvo preseleccionado para representar a España en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, pero se negó a ir por desencuentros con la Federación Española de Boxeo, ya que consideraba que había trato de favor a otros púgiles.3​ La mala relación con este organismo fue una constante en su carrera.3
Díaz fue campeón de España amateur de peso pluma en 1985. Cuando cumplió 18 años decidió pasarse al profesionalismo. El primer combate senior que disputó fue el 15 de marzo de 1986 contra Miguel Ángel Rodríguez, con victoria a los puntos. Al poco tiempo conoció a Elio Guzmán, quien se convirtió en su promotor. En entrevistas posteriores, Díaz ha citado a Guzmán como una de las personas de las que más ha aprendido en el mundo del boxeo.4
El 5 de julio de 1986 logró la victoria en el campeonato de España del peso ligero frente a José Antonio Hernando, por nocaut en el noveno asalto. Durante esos años mantuvo el récord de imbatibilidad, llegó a ser siete veces campeón nacional hasta noviembre de 1987 y se convirtió en una figura del deporte español. Sus mayores virtudes eran un estilo arriesgado, su físico (pese a sus 1,66 metros de estatura) y la estrategia durante los combates.25​ Además tenía carisma y daba juego con declaraciones llamativas, granjeándose la simpatía de muchos aficionados.1

Campeonatos europeos e internacionales

A finales de 1987 conoció al empresario Enrique Sarasola Lerchundi, quien acabó siendo su nuevo promotor y patrocinador. Con el objetivo de lograr títulos en el extranjero, se instaló en una finca de El Espinar (Segovia), propiedad de Sarasola, al tiempo que Atocha siguió entrenándole. Su récord seguía imbatido para cuando se convirtió en aspirante al campeonato de Europa, con 15 victorias por nocaut y 8 a los puntos en 23 combates oficiales.
El 30 de noviembre de 1988, una semana después de cumplir los 22 años, Díaz se proclamó campeón de peso ligero de la Unión Europea de Boxeo frente al italiano Luca De Lorenzi. A pesar de que el combate tuvo que disputarse en Chiavali, el español se mostró muy superior y sorprendió a todos con un noqueo en el quinto asalto, gracias a un gancho de izquierda.
Poli Díaz sumó en toda su carrera ocho campeonatos europeos desde 1988 hasta septiembre de 1990, ante contrincantes con más experiencia como Gert Bo Jacobsen, Alain Simoës y Carlos Miguel Rodríguez.
Tras unas duras negociaciones, logró aspirar a un cinturón intercontinental. Se confirmó que lucharía el 27 de julio de 1991 contra el campeón estadounidense Pernell Whitaker por el título mundial de los pesos ligeros en WBC, WBA e IBF.6​ El escenario fue el Scope Arena de Norfolk, Virginia. El madrileño no llegó bien preparado para el combate: aterrizó en Estados Unidos con solo diez días de antelación, no pudo entrenar como había planificado y necesitaba rebajar siete kilos para el pesaje, por lo que incluso dejó de comer. Díaz terminó perdiendo el combate a los puntos tras aguantar los doce asaltos con fracturas en una costilla y la muñeca.7​ Si bien es cierto que Whitaker fue muy superior y venció por decisión unánime,7​ el español tuvo una oportunidad en el último round de noquearle, evitándolo en última instancia el árbitro local al separarlos.7​ Esa fue su primera derrota como profesional.
A finales de verano Sarasola dejó de ser su promotor. La relación entre ambos se había enfriado en los meses previos al enfrentamiento por el título mundial, en los que empezó a perder concentración por su fama.3​ Según cuenta en su biografía, Díaz recibió después una oferta de Duva Boxing (la agencia de Whitaker) para seis combates en Estados Unidos, pero terminó rechazándola.

Declive profesional

La carrera de Poli Díaz se quedó estancada después de julio de 1991.6​ Durante un tiempo continuó entrenando, pero estuvo dos años sin combatir. Entonces prefirió gastar su dinero en fiestas y artículos de lujo, al tiempo que empezó a consumir drogas.3​ No obstante, siguió siendo una estrella mediática ya que esos problemas aún no eran públicos. Incluso el 21 de noviembre de 1992, con motivo de una velada organizada por Telecinco en Oviedo, coincidió una semana con el actor y boxeador Mickey Rourke.8
Sus apariciones en el ring se redujeron: en 1993 retomó su carrera con tres combates frente a rivales de menor entidad, y regresó de nuevo en 1995. Dos derrotas consecutivas por abandono, producidas por lesiones, le hicieron dejarlo en 1997.3
En todo ese tiempo, empezó a acumular problemas legales y personales. En abril de 1992 fue detenido por conducción temeraria y la policía le acusó de agresión a un agente, algo que él siempre ha negado. Al tiempo que dilapidó toda su fortuna, también desarrolló una adicción a la cocaína y a la heroína que le llevó a la peor etapa de su vida.9​ En 1998, completamente enganchado y sin dinero, se fue a vivir al poblado de La Rosilla, uno de los focos de venta de droga en la capital.10​ Cuando su caso apareció en televisión, se marchó de allí e intentó dejar las drogas por distintos medios, entre ellos el deporte.
Poli Díaz regresó al boxeo en 1999, gracias a una promotora que le ofreció trabajo y un piso en Hospitalet de Llobregat (Cataluña). Ese año ganó un título menor en peso welter y meses después logró bajar al ligero. En total disputó cinco combates, entre ellos el de la retirada. El 16 de marzo de 2001 tuvo su última pelea contra Luis Cardozo «Robocop» en el pabellón municipal de Ripollet y ganó por nocaut técnico en el quinto asalto.
El récord final de Poli Díaz fue de 44 victorias (28 por KO), tres derrotas y ningún empate.

Después de la retirada

Tras retirarse, Díaz concentró todos sus esfuerzos en dejar las drogas. Para ello ha contado con el apoyo de su pareja actual, con la que se marchó a vivir primero en Navacerrada y después en Vallecas. Durante un tiempo formó parte de varios programas del Centro de Ayuda a Drogodependientes y recibió tratamiento con metadona.31011​ A pesar de varias recaídas, el programa de reinserción laboral le dio un empleo de jardinero y luego recaló en la construcción.10
En 2003 fue condenado por agresión. Mientras caminaba por su barrio, presenció cómo un delincuente trataba de atracar a un anciano.11​ El exboxeador salió en su defensa y, ante las amenazas del ladrón, cogió un pico de una obra cercana para golpearle repetidas veces con él.11​ El agredido terminó denunciándole y, al no poder pagar la fianza, Díaz fue condenado a cuatro meses de arresto cada fin de semana, incomunicado del resto de presos, en un Centro de Inserción Social.11
Sus apariciones en prensa han estado relacionadas con distintos sucesos. En 2012 fue apuñalado dos veces por una banda, luego de haber recibido amenazas.12​ Y en agosto de 2014 volvió a ser detenido por intentar agredir a unos agentes de policía cuando intervenían en una operación contra el robo de vehículos.13
Pese a estos contratiempos, Díaz asegura estar rehabilitado y ha pedido ayuda para rehacer su vida.14​ Además de trabajar, se ofrece a impartir cursos y seminarios de boxeo, algo que ya ha hecho en distintos gimnasios de todo el país., etc.

TITULO: ESPAÑOLES POR EL MUNDO - LA VERA, NO SABEMOS LO QUE TENEMOS,.

foto - LA VERA, NO SABEMOS LO QUE TENEMOS,.

Resultat d'imatges de LA VERA, NO SABEMOS LO QUE TENEMOS,.La Vera: no sabemos lo que tenemos,.

Antología de los lugares más atractivos de esta comarca cacereña, donde, entre Gargüera y Madrigal, la belleza surge insperada en cada recodo del camino,.

Lo peor (y lo mejor) que le puede suceder a un cronista es sentarse a escribir y manejar tantos datos, atesorar tantas impresiones y asimilar tantas emociones que le pueda el agobio y no sepa por dónde empezar. Esa variante del síndrome de Stendhal la padecemos en este momento, tras viajar por la carretera Ex-203, desde Gargüera hasta Madrigal.
Hemos recorrido La Vera: un territorio situado entre la sierra y el llano: 80 kilómetros de largo y 18 de ancho, 19 pueblos y 10 gargantas descendiendo desde las montañas de Gredos hasta los llanos del Campo Arañuelo. Un viaje distinto a todos, entre robles, cerezos y groselleros, salpicado de conjuntos histórico artísticos, de iglesias con tesoros formidables, ya sea un retablo, ya sea un órgano barroco, de restaurantes preciosos donde cocinan con esmero y conformando, en fin, un conjunto que ha hecho de La Vera un retiro anhelado por emperadores, artistas y viajeros con criterio.
Quiero empezar a contarles el viaje en su momento culminante. Son las doce de la mañana y nos encontramos en la plaza mayor de Garganta la Olla, debajo de la casa consistorial. Estamos sentados en una terraza, a la sombra. Cuentan las App del móvil que, en ese momento, Badajoz ronda los 38 grados y Cáceres llega a los 37. En esta plaza tenemos 29. Ante nosotros, un vino de pitarra fresquito hecho en el pueblo y una tapa de empanadilla casera recién frita.
En la calle que desemboca en la plaza, señoras vendiendo grosellas y cerezas, casas que anuncian vino de pitarra y comercios de miel, mermelada y kirsch. En un rincón, el museo de la Inquisición; en una calleja, el comienzo de un bello barrio judío de casas con fachadas entramadas; a un paso, la iglesia renacentista con su órgano barroco y su torre de 30 metros con una cruz que, se cree, fue erigida en memoria de las víctimas de la Serrana de la Vera.
Se está bien en esta plaza y el paseo que nos espera promete mucho. A la vuelta, en la oficina de Turismo, Mari Carmen nos ha señalado las joyas de Garganta: la piscina natural, el mirador de La Serrana y diferentes casas singulares, que en tiempos fueron posadas, hospitales o casas de lenocinio como la Casa de las Muñecas, de color añil, y la Casa de Mozas de Fortuna, restos de aquel tiempo en que Garganta la Olla era pueblo principal de la comarca.
Hoy, es la perla turística de La Vera y eso se nota en la cantidad de restaurantes y tiendas de productos regionales y en las oleadas de visitantes, que, a partir del mediodía, llegan a la plaza por la calle principal y se admiran ante la estética sencilla y sin alardes de este pueblo donde al mediodía de un sábado de julio supimos que habíamos encontrado la piedra filosofal del turismo.
Pero antes del clímax, habíamos disfrutado de experiencias con las que confeccionar un florilegio de sensaciones, paisajes y paseos veratos. La iglesia de Gargüera, cuyo bello nombre anterior era Villaflor de la Vera, el pueblecito menos poblado y más tranquilo de la comarca; la torre exenta de la iglesia de Arroyomolinos y su mirador de la plaza de la Atalaya: la blancura de Tejada de Tiétar: dehesas, praderas y una iglesia del XVI declarada monumento histórico-artístico con un magnífico retablo renacentista.
Viniendo desde Plasencia, llegamos al primer pueblo declarado conjunto histórico-artístico. Se trata de Pasarón de la Vera y en este punto debemos detenernos. Si en este viaje tan intenso hemos de hacer una antología de imprescindibles, no tenemos más remedio que hacer caso a las declaraciones oficiales porque en ese punto no hay fallo: los cinco conjuntos histórico-artísticos de La Vera son garantía de acierto seguro.
Si quieren alcanzar el trance enojoso, pero placentero, de quedarse boquiabiertos, deténganse en Pasarón para disfrutar de la belleza de su iglesia, su palacio de los condes de Osorno y sus balcones y galerías; lleguen hasta Villanueva de la Vera para admirar su ayuntamiento, su plaza y su iglesia de los siglos XVI-XVII, declarada monumento histórico-artístico; retrocedan hasta Valverde para pasear por sus calles, entre casas de arquitectura popular y regueros de agua, con los vestigios de su castillo, la prestancia de su iglesia y el poderío de su picota.
Aunque lo que importa de estos cinco pueblos es el todo, ya lo dice la declaración oficial: conjunto histórico artístico. Pasarón, Villanueva, Valverde… Nos faltan dos: Garganta, cuya experiencia ya hemos relatado, y Cuacos de Yuste, que merece una parada demorada y diletante, un café en la plaza porticada, escuchando conversaciones divertidas que sabes cómo empiezan, pero no cómo acaban.
Un caballero cuenta que, en una ocasión, recién llegado del extranjero, paró a comer y refrescarse en un bar llamado El Gallo, cerca de Navalmoral, y resultó ser un restaurante-club de alterne, donde tardaron hora y media en servirle la comida y se largó. Al punto, otro caballero recuerda que en Cuacos hubo un gallo que valió 7.000 duros y la conversación se anima porque el suceso aún no se ha olvidado y consistió en una gamberrada gastronómica con gallo robado y asado por siete vecinos jóvenes, posterior denuncia y multa y, lo más importante, la incorporación de El Gallo de Cuacos al acervo legendario del pueblo.
Así se escribe la intrahistoria de esta comarca, marcada por la estancia histórica del emperador Carlos en Yuste, pero rica en sucedidos, recuerdos y realidades que perduran desde entonces: ya sea una tradición cervecera que se muestra en las tiendas de la zona, ya sea esa vertiente libertina de las casas de muñecas (o los gallos), ya sea la Ruta del Emperador, la Academia de Yuste, el órgano flamenco de la imponente iglesia de Cuacos, ya sea, en fin, la calle que nos lleva desde la plaza mayor hasta esa iglesia, jalonada de mansiones, fuentes, rincones singulares y esplendores pretéritos.
Aunque el monasterio de Yuste haya sido tan descrito y tan contado ya, un viaje por La Vera no puede dejar de lado esa subida por un paseo de dos kilómetros hasta el lugar, con parada obligada en el cementerio alemán y visita a este Real Monasterio, que pertenece al Patrimonio Nacional como el palacio Real de Madrid, El Escorial, el Valle de los Caídos o las Huelgas de Burgos. Se puede pasear gratis por el jardín. El estanque se encuentra en obras y en el interior se pueden fotografiar los claustros, pero no las habitaciones, donde están las estrellas de la visita: sillón para la imperial pierna enferma y lecho de muerte imperial dispuesto para ver el altar mayor. Ante cama y silla, los turistas, en cuanto los vigilantes se distraen, se hacen un selfie poniendo cara… imperial, naturalmente.
La carretera Ex-203, es decir, la que lleva hasta Madrigal de la Vera, avisa al viajero enseguida de que se está adentrando en un paraíso natural. A dos kilómetros de Plasencia, empezaron los bosques de robles. Después, aparecieron los cerezos y enseguida, los castaños, las higueras, las praderas... Es otra de las rutas extremeñas del «no sabemos lo que tenemos». Sí, esos recorridos por comarcas verdes y frondosas, salpicadas de piscinas naturales y pueblos hermosos, donde los extremeños nos asombramos de nosotros mismos y de la riqueza de nuestra tierra y resumimos nuestra emoción con esa frase ta manida como resignada y desesperada: «No sabemos lo que tenemos».
Pues no, no sabemos mucho en torno a la gracia del pueblo verato de Torremenga, con su iglesia de de Santiago, levantada hace 400 años, y su paseo de dos kilómetros uniendo el pueblo con Jaraíz, donde late el trasiego natural de las capitales comarcales, llenas de servicios y oficinas, pero también repleta de atractivos como la plaza Mayor y las iglesias de Santa Maria de Gracia (monumento histórico-artístico) y de San Miguel, con su Cristo de la escuela de Gregorio Fernández. Y al sur de Jaraíz, Collado, cuya garganta de Pedro Chate convierte el pueblo en un paraíso fluvial.

Recorrido por las gargantas

Gargantas de la Vera: la de Collado y la de San Gregorio en Aldeanueva, nuestra siguiente visita, un pueblo famoso por su fuente de ocho caños, su plaza de toros y el retablo de su iglesia de San Pedro. Más gargantas: Mayor en Garganta la Olla y Jaranda en Jarandilla de la Vera, uno de los pueblos emblemáticos de la comarca por su parador de Turismo, antiguo palacio de los Condes de Oropesa, donde el emperador Carlos aguardó a que se adecentara el monasterio para acogerlo. Jarandilla es capital gastronómica de la comarca con su plaza del Ayuntamiento, al pie de la iglesia fortaleza de Nuestra Señora de la Torre, donde las terrazas de La Botica, La Bola y El Patio de la Posada están llenas al anochecer. Y en la carretera, camino de Losar, pero sin salir del pueblo, las tapas elaboradas de K’Leti.
Gargantas de Cuartos y de Vadillo en Losar de la Vera, el pueblo de los setos animados en la carretera, con tres perlas: la plaza del ayuntamiento, la iglesia y la calle del Agua. Más gargantas en Viandar (Meñas, Moros y Covacha), además del retablo de la iglesia y la picota; el paseo reposado por un pueblo bonito y sencillo: Robledillo; en Talaveruela, el más formidable entorno natural y la bóveda mudéjar de la iglesia; y tras los ya mentados Valverde y Villanueva, con su garganta Minchones, llegamos al final de la comarca: Madrigal de la Vera, en el límite con Ávila, donde la garganta Alardos, una de las más bellas de Extremadura por su espacio de baños, su naturaleza y su puente romano, despide al viajero.
Antes de cerrar esta crónica con vocación de antología, subiremos al pueblo más alto de La Vera, a Guijo de Santa Bárbara: 876 metros de altitud, garganta agradable con chiringuito encantador, plaza de toros, dos miradores espectaculares, tiendas populares por sus licores y sus mermeladas, panaderías famosas y un centro de interpretación de la Reserva Natural de Caza, donde Fuencis explica el entorno con gracia y conocimiento. Para comer: Trabuquete, El Bastón del Abuelo y El Refugio. En este último, con vistas formidables a la sierra, dejamos que la vista se pierda, el entendimiento se confunda y una frase nos asalte de manera refleja al repasar nuestro viaje por La Vera: «No sabemos lo que tenemos».

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