jueves, 18 de abril de 2019

El Objetivo La Sexta - SALVADOS LA SEXTA - El PSOE,./ LA VIDA DEL CERDO - Logran restaurar funciones cerebrales en un cerdo horas después de muerto,.

TITULO: El Objetivo La Sexta - SALVADOS LA SEXTA -El PSOE,.

 El PSOE,.
 
Los datos hablan,.

El "mito" de la participación: el PSOE se beneficia, casi siempre, de una mayor afluencia a las urnas / foto,.

  • La participación por encima del 70% suele favorecer al PSOE y provoca grandes cambios de Gobierno en España
  • Descubre más historias en 'Los datos hablan': un especial en el que analizamos la evolución del voto,.
Votar o no votar: historia de la participación en España
Pese a la tendencia decreciente de la participación en las elecciones generales, los datos revelan que, cuando los españoles deciden acudir mayoritariamente a las urnas, se producen cambios importantes en la Presidencia del Gobierno cultivados, según los expertos, en el “descontento y la insatisfacción”. Una situación que, al primer golpe de vista, hace pensar que los partidos de izquierda salen beneficiados si esta cifra supera el 70%. Sin embargo, como todo dato es relativo, la participación en bruto a veces contradice a lo que ocurre en las circunscripciones.
La participación presenta una evolución decreciente a lo largo de las 13 veces que los españoles han acudido a las urnas, registrando en junio de 2016 su dato más bajo de la historia, un 66,48%.
A pesar de esta tendencia, es posible observar cómo, en líneas generales, la participación crece en los momentos en los que hubo cambios de presidentes del Gobierno. En concreto, 1982 registró la mayor participación de la historia de la democracia, 79,97%, justo en el momento en el que el socialista Felipe González sustituyó a Leopoldo Calvo-Sotelo (UCD).
Algo parecido ocurrió cuando se produjo el relevo del PSOE por el PP en las elecciones de 1996. Tras dos citas electorales que volvieron a dar la victoria a los socialistas -en 1986 y 1989-, la participación registró un incremento de 6,8 puntos en 1993 respecto a los anteriores comicios, coincidiendo con el primer intento de llegada a La Moncloa de José María Aznar al frente del PP, y alcanzó el 77,38%, la tercera más alta de la democracia, con su victoria en 1996.
Esto mismo, con una variación al alza de 6,95 puntos respecto a las elecciones de 2000, ocurrió en 2004 con la victoria del PSOE y llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al Gobierno.

"Tendemos a ir más a las urnas cuando la disputa parece reñida"

Normalmente estos cambios son indicativos “de un nivel alto de descontento e insatisfacción o de que se están movilizando sectores o votantes que antes no lo hacían”, explica a RTVE.es el politólogo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid Pablo Simón. Los estudios contrastan que “hay un incremento de la participación en aquellas circunstancias en las que parece que va a haber cambio en el Gobierno”.
Ahora bien, continúa Simón, “hay un segundo elemento que también es importante a la hora de anticipar la evolución de la participación electoral: la competitividad percibida”. Los ciudadanos, explica, “tendemos a ir más a las urnas cuando tenemos la impresión de que hay una disputa electoral reñida” como ocurrió en 2008. En aquellas elecciones, un 73,85% de los electores fue a votar dando la victoria al PSOE y “hubo un nivel de concentración bipartidista récord”.
La tendencia, sin embargo, tiene su excepción y se rompe con la victoria del expresidente Mariano Rajoy en 2011. Entonces la participación pasó del 73,85% en 2008, al 68,94% en 2011 (4,9 puntos menos). Ahora bien, si se observa la reducción de la participación en las últimas citas electorales, puede interpretarse como un hito de cambio más y no como una excepción.

Muchas elecciones seguidas pueden "agotar al votante"

Por otra parte, los segundos comicios después de los de 2016 con una participación más baja fueron los de 1979 (68,04%). Simón conecta ambas citas con el fenómeno del agotamiento del votante. “Muchas elecciones seguidas hacen que, progresivamente, los ciudadanos se cansen de votar”, explica el experto, que recuerda que, a finales de los años 70, los españoles acudieron a las urnas cuatro veces en cinco años.
“Los españoles venían de votar en 1976 la ley de la reforma política, en 1977 las primeras elecciones, la Constitución en 1978 y luego otras elecciones en 1979”, recuerda Simón. Algo que, en sus palabras, da “cierto sentido” a pensar que “las elecciones, en un contexto como aquel, en el cual tampoco se anticipaba un cambio muy importante, se tradujera en una participación baja”.

A mayor participación, mejores resultados de la izquierda

Teniendo en cuenta la participación y los resultados de los principales partidos que han participado a lo largo de la historia en las elecciones generales, su análisis apunta que, en general, una participación elevada beneficia a los partidos de izquierda.
Esto le ha ocurrido al PSOE en los momentos en los que la participación ha estado por encima del 70% en citas electorales como la de 1977, cuando logró 118 escaños con una participación del 78,83%; en el ya mencionado 1982, en el que un 79,97% de los electores acudió a las urnas y González entró en el Congreso con una mayoría absoluta de 202 diputados; en 1993, cuando el PSOE logró 159 escaños y la participación fue del 76,44%; y en las dos legislaturas de Zapatero que alcanzó los 164 diputados en 2004 y los 169 en 2008 con participaciones del 75,66% y el 73,85%, respectivamente.
Por el contrario, los datos de abstención parecen beneficiar a la derecha. El mejor resultado del PP, el de los 186 diputados de Mariano Rajoy frente a Zapatero en 2011, se produjo con una abstención del 31%, al que han seguido resultados algo más modestos, 123 escaños en 2015 y 137 en 2016, con una ausencias de votantes en las urnas del 30,33%, en el primer caso, y de 31,29%, en el segundo. Lo mismo le ocurrió a Aznar en el 2000. Logró una mayoría absoluta de 183 escaños con una concurrencia inferior al 70% (68,71%).

Algunas notables excepciones

Ahora bien, Pablo Simón advierte contra la “mitología” en torno a esta teoría. “Depende del contexto y de si son elecciones de cambio o no”, afirma al recordar que Felipe González tuvo mayorías absolutas en 1989 con niveles de participación “bajísimos” del 69,74%. También le ocurrió esto al PSOE en las anteriores elecciones en 1986 y al PP en 1996, cuando, con una participación alta del 77,38%, ganó las elecciones con 156 escaños.
“La participación en bruto no nos dice nada”, insiste Simón, “hay varios efectos que se mezclan”. Por un lado está “la movilización relativa de los diferentes sectores” y, por otro, los datos “por circunscripciones y por provincias”, explica. Lo ilustra con el ejemplo de Valencia en 2008, donde la participación (77,68%) estuvo 3,8 puntos por encima de la media, pero también subieron los votos al PP (51,62%), que logró nueve de los 16 escaños que se reparten en la provincia.
Así las cosas, explica Simón, pese a que las previsiones del CIS hacen prever un aumento de la participación rozando o superando el 70%; “no está tan claro que necesariamente vaya a ser en una dirección o en otra”. “Lo lógico, de acuerdo a las estimaciones que está sacando el CIS, es que estas elecciones se parezcan más a las de 2015 que a las de 2016”, concluye.


TITULO: LA VIDA DEL CERDO - Logran restaurar funciones cerebrales en un cerdo horas después de muerto,.

  • El descubrimiento podría contribuir al tratamiento de enfermedades cerebrales
  • El equipo investigador ha manizado que clínicamente, no es un cerebro vivo, pero es un cerebro celularmente activo

 Logran restaurar funciones cerebrales en un cerdo horas después de muerto
Logran restaurar funciones cerebrales en un cerdo horas después de muerto IStock
Un grupo de científicos ha logrado restaurar actividad celular y circulatoria en el cerebro de un cerdo que llevaba cuatro horas muerto, un hallazgo que podría contribuir al tratamiento de enfermedades cerebrales, según un estudio publicado este miércoles en Nature.
Los expertos de la Universidad de Yale (EE.UU.) utilizaron el cerebro de un cerdo muerto extraído de una fábrica de envasado de carnes y observaron cómo al aislarlo y emplear una solución química específica, detectaban muchas funciones celulares básicas.
Previamente se creía que esas actividades terminaban segundos o minutos después de cesar el flujo sanguíneo y de oxígeno.
"El cerebro intacto de un mamífero grande retiene una capacidad -previamente no apreciada- de restauración de la circulación y ciertas actividades moleculares y celulares, múltiples horas después de la parada circulatoria", ha destacado Nenad Sestan, profesor de Neurociencia, Medicina Comparativa, Genética y Psiquiatría.
Si embargo, en la investigación se detectó también que el cerebro analizado carecía de cualquier señal eléctrica global reconocible asociada a la función cerebral normal.
"En ningún momento observamos el tipo de actividad eléctrica organizada, asociada a la percepción o consciencia", ha apuntado Avonimir Vrselja, experto en neurociencia.

Cerebro celularmente activo

Vrselja ha matizado que "clínicamente, esto no es un cerebro vivo, pero es un cerebro celularmente activo".
Normalmente, la muerte celular dentro del cerebro se considera un proceso irreversible, pues al ser privada de oxígeno y suministro sanguíneo la actividad eléctrica cerebral y las señales de consciencia desaparecen en cuestión de segundos, mientras que las reservas energéticas se agotan en cuestión de minutos.
Sin embargo, los expertos del laboratorio de Sestan, que se centran en investigación del desarrollo y evolución cerebral, observaron aquí que muestras de pequeños tejidos con los que trabajaban de manera rutinaria sí reflejaron señales de viabilidad celular, incluso cuando el tejido llevaba varias horas muerto.

Restauración de funcionalidades

En el órgano del cerdo sometido a análisis que llevaba cuatro horas muerto, este equipo científico halló preservada integridad celular neural y restauró cierta funcionalidad de las células vasculares y neuronales.
Los expertos creen que este hallazgo podría resolver un problema complejo: la incapacidad para aplicar ciertas técnicas al estudio de la estructura y función del cerebro intacto de un mamífero grande.
"Previamente, solo hemos podido estudiar células en cerebros de grandes mamíferos bajo condiciones estáticas o mayoritariamente bidimensionales, empleando pequeñas muestras de tejido fuera de su entorno nativo", ha indicado el científico Stefano G. Daniele, que formó parte de este estudio.
Daniele ha agregado que ahora, por primera vez, se puede "investigar el cerebro grande en tres dimensiones, lo que incrementa la "capacidad de estudiar interacciones celulares complejas y su conectividad".
Si bien este avance no tendrá una aplicación clínica inmediata, sí representa una nueva plataforma que podría, en el futuro, ayudar a los médicos a encontrar maneras con las que rescatar funciones cerebrales en pacientes de apoplejías, o probar la eficacia de nuevas terapias,.

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