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DESAYUNO CENA FIN DOMINGO - REVISTA BLANCO Y NEGRO - Veremos si hubiera acabado,.
DESAYUNO CENA FIN DOMINGO - REVISTA BLANCO Y NEGRO - Veremos si hubiera acabado ,. , fotos,.
Veremos si hubiera acabado,.
La entrevista - Julián Casanova (Historiador),.
Cuidado. La historia nos enseña, advierte Casanova, que «el odio solo germina cuando tiene a muchos apoyando su crecimiento. Después, cuando se cosecha, ya no hay vuelta atrás». Le preocupa que la discordia surgida de la pandemia dañe los grandes logros del Estado del bienestar,.
Trabajo y respeto», ese fue el consejo que le debe a sus padres y con el que afirma intentar guiarse por la vida Julián Casanova (Valdealgorfa, Teruel, 1956), catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza y autor de 'Una violencia indómita: El siglo XX europeo', editado por Cátedra y cuya llegada a las librerías ha retrasado la pandemia del Covid-19. Enérgico, meticuloso y enamorado todavía del saber como lo estaba el entusiasta y curioso joven que fue, se propone no caer jamás en el desprecio y ser honrado.
- ¿A qué dice usted 'no'?
- Al desprecio
- ¿Qué virtud prefiere?
- La honradez
- ¿Y cuál cultiva?
- La misma; o eso quiero creer.
- ¿Cuántas certezas se le han tambaleado con los últimos y sorprendentes acontecimientos?
-John K. Galbraith escribió en 1977 que las 'viejas certezas' se perdieron con la Primera Guerra Mundial y allí comenzó 'la era de la incertidumbre'» que condujo a la Segunda Guerra Mundial. Fue todo un viejo orden el que se quebró en 1918, el de los imperios multinacionales/centrales y la Rusia de los Romanov. Para perder las certezas, las buenas que teníamos -y tenemos- sobre la democracia, los Estados del bienestar, la fortaleza de la sociedad civil… haría falta la combinación de muchas
quiebras, y más graves, que las que estamos presenciando. Y necesitamos perspectiva, algo que da el tiempo y el estudio. Más que pérdida de certezas, por ahora ha habido miles de víctimas mortales y millones más que van a empobrecer, a perder acceso a bienes básicos, materiales y culturales. Va a crecer la desigualdad, la democracia está bajo acoso, aunque algunos ya llevaban empujando hace tiempo para introducir grietas.
- ¿Cómo lo ha llevado usted?
- En primer lugar, confinado. Como muchos ciudadanos, comprendí desde el principio que era una situación extraordinaria, que requería compromiso -en el trabajo, en la sociedad-, y respeto hacia quienes estaban tomando las principales decisiones. Y he trabajado mucho más que nunca, en mi campo, en la enseñanza y en la investigación. Pero las primeras semanas fueron terribles, para los sanitarios, para quienes enfermaban y veían morir a sus familiares, para quienes tenían la responsabilidad de afrontar una situación que llegó como un terremoto, y no anunciado, por mucho que los profetas hayan crecido desde mediados de marzo.
- ¿Algún contratiempo?
- Yo tenía varios viajes a diferentes países que anulé -me los anularon--, porque cuando saqué los billetes y acepté el trabajo no lo sabía. Tenía que haber salido mi nuevo libro el 27 de abril, que iba a entrar en imprenta a mediados de marzo. Tenía clases presenciales que inicié a comienzos de febrero, con esperanza y dedicación, sin saber que todo iba a cambiar en unas semanas. Y yo no tenía que tomar decisiones importantes. Me imagino a quienes estaban en ayuntamientos, gobiernos autonómicos, diputaciones, en el Gobierno. El discurso frente a todo y contra quienes no son los míos es muy fácil, está muy visto en la historia y normalmente no aporta nada positivo para quienes más sufren.
- ¿Qué le ha resultado más sorprendente?
- Que otros no lo entendieran así, que atizaran el fuego, que aprovecharan el océano de desgracias que nos inundó para insultar, desear lo peor a quienes gobernaban, sembrar discordia y odio. Me ha sorprendido que, en ocasiones, a la cabeza de todo eso, dando un paso más que el resto, se hayan colocado gente que tiene micrófonos, medios de comunicación a su disposición, el privilegio de vivir bien. La gente tenía tiempo, o eso parecía, para hablar mucho, opinar de todo, acudir a las redes sociales a contaminar la atmósfera que demasiado cargada estaba ya. Y me ha sorprendido también lo poco que se ha hablado de la educación, excepto para indagar si se volvía o no a las clases. En realidad, se ha demostrado, una vez más que para mucha gente las escuelas y los centros de enseñanza son guarderías y no lugares de formación y conocimiento.
- ¿Y lo más aleccionador?
- El trabajo y la solidaridad de mucha gente. El ejemplo de miles de personas que han tenido que honrar a sus muertos en silencio. La relevancia y proyección social que han adquirido algunos científicos, que rara vez eran noticia. La conciencia, veremos si pasajera, de que la sanidad y los servicios públicos son imprescindibles para que la sociedad funcione. La disciplina, en medio del ruido político y mediático, de millones de ciudadanos aceptando el confinamiento.
- Como historiador, ¿a qué ha estado más atento?
- Cuando todo comenzó había acabado mi libro 'Una violencia indómita. El siglo XX europeo', y tenía en mi cabeza una interpretación comparada de las manifestaciones más extremas de atrocidad moral y quiebra de valores. He estado atento al mundo, a cómo han afrontado la crisis desde Estados Unidos a China, pasando por Alemania, España o el Reino Unido. Examinando también la responsabilidad, o irresponsabilidad, de quienes más poder tienen. Para el historiador, el análisis de esta crisis multipolar actual es fascinante. Y nos lleva de nuevo a la importancia del conocimiento y de la investigación por encima de la opinión y la escuela de Wikipedia.
Sociedades complejas
- ¿Qué seguimos sin haber aprendido?
- No creo que haya enseñanzas para toda la humanidad, así, en general, porque las sociedades son muy complejas, con clases, razas, religiones y género. En Estados Unidos llevaban ya más de 100.000 muertos y de repente el cruel asesinato, grabado, de un negro, hace estallar de nuevo el odio y el conflicto. Como muchas veces en esa sociedad. ¿Pero es lo mismo que pase con un presidente como Trump? Las enseñanzas solo sirven si quienes tienen responsabilidad, y no solo política, saben asumirlas y canalizarlas. Si no es así, quiebran hasta las más firmes.
- ¿Qué nos enseña la historia que podamos aplicar a este momento?
- Que es mejor no poner armas donde hay solo política, aunque sea ácida. Que el odio se siembra y que solo germina cuando tiene a muchos apoyando su crecimiento. Después, cuando se cosecha, ya no hay vuelta atrás y aparece la exclusión, el autoritarismo, la violencia legitimada en leyes, los criminales y aprendices de criminales. Esto, por ahora, es solo historia.
- ¿Qué hacer con los violentos de todo tipo? ¿Cómo defendernos de ellos?
- Se podría llevarlos a una isla, pero no cabrían. Educación, ley y democracia son las recetas.
-¿Cree usted que se puede hablar de un punto de inflexión a raíz de esta pandemia?
- Sí, lo va a ser para el reparto inmediato y futuro del mundo; para las democracias que van a sufrir acosos autoritarios y populistas. En América Latina creo que es donde más los vamos a ver. Lo va a ser para el capitalismo de corto plazo, de llenar aviones, inundar el mundo de mercancías baratas producidas por mano de obra en ínfimas condiciones. Lo que no sabemos es si todo eso va a crear una ética nueva, del trabajo y del reparto de la riqueza, o solo un descanso para emprender de nuevo la ruta salvaje.
- ¿Cómo está España?
- Si se trata de España, en conjunto, la respuesta está llena de matices. Hay discordia y acritud en la política, ya desde hace tiempo. La salud de la democracia ha sido dañada por el Covid-19, cuando lo normal es que la enfermedad hubiera unido a los políticos. Pero hay signos de fortaleza, que los han dado sectores amplios de la sociedad civil, trabajadores de todas clases.
-¿ A qué principales peligros se enfrenta?
- A que esa discordia, exclusión del que no es como yo y negación de la democracia se extienda, dañe los grandes logros del Estado de bienestar, de la tolerancia y de la libertad que hemos conseguido con trabajo, lucha y dedicación de muchos. Detrás está la amenaza del autoritarismo, la intolerancia y las políticas del odio.
-¿ Cómo nos ve a los ciudadanos?
- Menos divididos de lo que reflejan la política y las numerosas tertulias. Pero preocupados, porque la desigualdad económica y cultural aumenta, hay mucha gente sin recursos para vivir en libertad, que es también poder compartir una vida digna, y la generación joven no ve muchos caminos de trabajo, ni esperanza en superar lo que la generación anterior le hemos legado.
- ¿Qué pasará con la inmigración?
- Estará allí como problema para quienes la quieran usar como fuente de división y racismo, y como preocupación para las instituciones públicas, pero Europa no va a existir sin inmigrantes o gente que escapa de conflictos y de la violencia en países que viven mucho peor que nosotros. España fue durante casi todo el siglo XX un país de emigrantes y de exiliados. Debería servir para seguir siendo un ejemplo de integración, que lo hemos sido, frente a otros países supuestamente muy avanzados, durante los años finales del siglo XX y comienzos del XXI, cuando nos convertimos en un país de inmigrantes.
- ¿Entiende algo de lo ocurrido con Trump en EE UU?
- Entiendo bastante. Llegó al poder en medio de mentiras, que creyeron muchos, destruyendo algunas de las bases tradicionales del republicanismo e incitando al odio en un país que había tenido por primera vez un presidente negro; y se aprovechó del sistema electoral, que le permitió ser presidente incluso perdiendo por mucho el voto popular, y de las dudas que planteaba Hillary Clinton como candidata. Y, una vez en el poder, con ayuda de una base social amplia ultrarreaccionaria y blanca, empezó a desacreditar a la democracia y a importantes instituciones, apelando al 'América primero' y a los logros económicos. Es una sociedad escindida, con grietas profundas, como en muchos otros sitios, pero es la primera potencia del mucho y al frente tiene a un líder autoritario. El presente es preocupante, el futuro más.
- ¿Qué defiende y contra qué combate usted?
- La educación, el respeto, la libertad con el mayor grado de igualdad. Y no me gustan la intolerancia, ni la burricie de quienes teniendo muchos privilegios no han sabido salir de ella.
Rodeado de cosas buenas
- ¿Dónde encuentra usted fortaleza, esperanza, y consuelo cuando lo necesita?
- En mi familia, sobre todo en mi mujer y en mi hijo; en mis hermanos, en las amistades sinceras, en la docencia y en la investigación, en la escritura de la historia, en la difusión del conocimiento. Como ve, estoy rodeado de cosas buenas.
- ¿Qué recomendaría a nuestra clase política?
- Educación, respeto, defensa de la democracia. Y después, si quieren, que busquen las lecciones y los ecos de la historia.
- ¿Teme por el futuro de la Universidad?
- No, si quienes tienen, tenemos, que cuidarla, lo hacemos. No, si convencemos a la gente que sin educación, cultura, ciencia e investigación las sociedades funcionan peor y somos menos libres.
- ¿Tiene usted algún reino?
- No tengo reinos, ni en los cielos ni en la tierra. Pero sí, además de certezas, valores y compromiso.
- ¿Qué lecturas nos recomienda en este tiempo de extrañezas?
-'Los vencidos. Por qué la Primera Guerra Mundial no concluyó del todo, 1917-1923', de Robert Gerwarth; 'Descenso a los infiernos. Europa 1914-1949', de Ian Kershaw; y 'Los amnésicos', de Géraldine Schwarz.
- Personalmente, ¿qué enseñanza principal ha extraído de la historia?
- Que nunca es una calle de una sola dirección y que el historiador tiene que transitar por carreteras secundarias y buscar las fuentes que iluminan sobre las partes más oscuras y ocultas del pasado.
- ¿Queda hoy algo del espíritu de la Transición?
- Lo importante es que quede mucho de la democracia que una generación de ciudadanos comenzó a construir tras cuatro décadas de dictadura. El 'espíritu' fue una buena invención de esa historia.
- ¿Miedo a qué tiene?
- A la violencia.
TITULO: Las rutas Capone -Enamorados hay en la ciudad ,.
Enamorados hay en la ciudad,.
El director del Instituto Cervantes se encarga de gestionar los 86 centros de la entidad. Roba tiempo al sueño para leer y pulir algún verso. Depuso todos sus prejuicios al descubrir Nueva York,.
foto / Luis García Montero anda preocupado estos días por la salud de los trabajadores de los centros del Instituto Cervantes, que se reparten por 45 países. Algunas sedes, como la de Nueva Delhi, han dado albergue a españoles que se habían quedado atrás y carecían de billete de avión para regresar en plena pandemia. Lee y relee y nunca se sacia. García Montero detesta la cursilería y procura que se le entienda. No quiere que le pase lo que a Rubén Darío cuando escribió: «Que púberes canéforas te ofrenden el acanto», ante lo que Lorca exclamó: «Coño, lo único que he entendido es el 'que'».
Lunes
18.00 horas. Disfruto mucho encontrando un hueco para leer al lado de un whisky a media tarde. Para la comida soy muy tradicional. Una vez Rafael Alberti nos invitó a cenar en uno de los mejores restaurantes chinos de su barrio. Cuando llegó el camarero y me preguntó, le dije: «a mí póngame lo menos chino que tenga». Rafael se llevaba las manos a la cabeza, pero es que a mí lo que me gusta son las tortillas de patatas, los filetes y los huevos rotos. Eso sí, soy goloso, lo confieso. En el confinamiento debo tener mucho cuidado porque cuando me descuido me pongo a pensar en una onza de chocolate o en alguna galletita que haya en la despensa.
20.00 horas. Salimos a aplaudir todos los días a los trabajadores sanitarios. Participar en este tipo de actividades colectivas es importante. Yo salgo por una ventana y Almudena (Grandes), mi mujer, por otra y le digo: «¿Qué, hacemos empanadillas esta noche?». Nos gastamos bromas así. Me gustaría que una de las lecciones que aprendiéramos por el coronavirus fuera valorar la importancia de la sanidad pública.
21.00 horas. A veces necesito no mirar el Whatsapp familiar porque, aunque me llevo bastante bien con mi familia, ponen muchas barbaridades. Resulta que yo soy el raro de la familia. No es que sean de derechas, es que en ocasiones son de extremísima derecha. Mi padre fue militar, un coronel que dirigió los cuarteles de Loyola en San Sebastián. Somos seis hermanos. Uno de ellos es del PP y yo le definiría como conservador, pero después hay tres que son mucho más reaccionarios que él. Prefiero no entrar en discusiones porque sigo esa dinámica que consiguió mi padre de poder reunirnos y celebrar la Navidad juntos.
Martes
6.00 horas. Me despierto muy pronto y me paso hasta las ocho leyendo en la cama. Me levanto, me hago un zumo de naranja, unas tostadas con tomate, aceite y sal o un poco de mantequilla, y enciendo el televisor para ver las primeras noticias. Con el café con leche me tomo una pastillita contra la hipertensión y otra para la próstata, que la tengo más grande de lo conveniente. El año pasado me hicieron una biopsia. No es nada cancerígeno.
13.00 horas. Recuerdo a menudo un verso de Jaime Gil de Biedma: «A quien del mundo huye, raras veces la vida le perdona». Prefiero acordarme de los momentos gratos. He sido muy feliz en Granada y Madrid, tengo una relación muy especial con la bahía de Cádiz. En Rota tenemos una casita donde hemos pasado momentos memorables. Buenos Aires y Bogotá son fascinantes. Y guardo muy buenos recuerdos de Nueva York. A mediados de los ochenta viajé a la ciudad y me pareció una obra de arte del siglo XX. Una de las mayores experiencias estéticas que uno puede tener es ver atardecer en Manhattan desde el puente de Brooklyn.
21.30 horas. Si no salgo con amigos, no me gustan las cenas copiosas. Me tomo un vaso de leche y unas galletas. Si trasnocho, un whisky. Mi maestro Francisco Ayala, un granadino con muy mala follá, tenía la costumbre de tomarse una manzana y una copa de whisky para cenar. «Cuando me encuentro mal», decía, «prescindo de la manzana». Yo, si tengo que dejar algo, me olvido de las galletas.
Miércoles
11.00 horas. Preparo el año de Galdós. Queremos que el escritor sea traducido a otras lenguas. De momento ya hemos firmado un convenio con la editorial francesa Gallimard. En otoño celebraremos un congreso junto al Ministerio de Cultura. Me gusta cómo Galdós ridiculiza a los poetas cursis y a esos que les da por el melodrama romántico. Debajo de una persona cursi siempre suele haber una mala persona o un estafador.
19.00 horas. Como decía Galeano, el fútbol es lo más importante de las cosas sin importancia. Pese a no haber competiciones, carezco del síndrome de abstinencia. Con todo, veo la reposición de algún partido de esos que llaman históricos, como el España-Malta de 1983. Me sorprende la diferencia entre los comentaristas deportivos de antes y los de ahora. Lo que se lleva en la actualidad es la polémica y la crispación, que prime el espectáculo.
Jueves
10.00 horas. Pronto se celebrará el Día del Libro y para festejarlo vamos a hacer una campaña a partir de un verso del último Premio Cervantes, Joan Margarit: «La libertad es una librería». Diferentes personalidades de la cultura grabarán un vídeo en su defensa.
17.00 horas. Escucho el 'Adiós a la vida' de la ópera 'Tosca', de Puccini, que siempre logra emocionarme. Algo que también consigue una canción que se ha puesto de moda, tanto que quizá pueda cansar. Hablo de 'Resistiré', del Dúo Dinámico, que se cantaba mucho en la parroquia de San Carlos Borromeo, en el barrio madrileño de Entrevías de Madrid, que lleva un cura amigo mío, Javier Baeza. Ha hecho una gran labor atendiendo a marginados.
Viernes
15.30 horas. Me gusta tumbarme a leer después de comer. Apoyo el libro en el pecho, se me cierran los ojos y duermo 10 o 15 minutos.
22.30 horas. Ponemos alguna serie de televisión, casi siempre policiaca, cosa que normalmente nunca hago. Ahora me apetece ver dramones amorosos blandengues y comedias románticas. Estoy tentado de volver a ver 'Sonrisas y lágrimas'.
TITULO: Un país mágico - Viaje entre cerezos y pachinkos,.
El sabado -17- Julio a las 18:30 por La 2, foto,.
Viaje entre cerezos y pachinkos,.
Reyes Monforte planta cara a la vida en 'El milagro de la lavanda', su séptima novela | La escritora y viuda del actor Pepe Sancho presenta su libro en los escenarios alcarreños en los que transcurre,.
«Morí un tres de mayo. Ese día dejé de respirar, de sentir, de escuchar, de pensar, de reír. Lo mejor que te puede pasar en la vida es amar y ser amado. Y perder esa sensación es mucho más doloroso que no tenerla nunca». Así lo siente Lena, protagonista de 'La memoria de la lavanda' (Plaza & Janés), la nueva novela de Reyes Monforte (Madrid, 1973) que plantea un emotivo viaje del duelo a la esperanza y una huida de la tristeza. Es un canto a la vida y al arrojo para plantarle cara. El relato «más íntimo y personal, triste pero lleno de amor», que su autora presentó el sábado en los escenarios alcarreños en los que transcurre. «En lo personal es una oportunidad para rebatirle a la vida algunas de sus decisiones y refutarle muchos de sus argumentos», dice Monfore, viuda del actor Pepe Sancho, periodista y narradora catapultada al éxito con 'Un burka por amor', novela convertida en serie de televisión.
Monforte presentó su sentida y personal historia «sobre el duelo, el amor y la esperanza» en los Campos del Centenario, el portentoso y aromático cultivo de lavanda que rodea a Brihuega (Guadalajara), pueblo que celebra cada año su Festival de la Lavanda en el momento de máxima floración previo a la cosecha. «Este escenario es un personaje más de la novela, no sólo una localización plena de belleza en la temporada en la que se desarrolla la mayor parte de la novela», aclara Monforte sobre «el mundo azul», como lo denomina la protagonista, y que tiene entidad propia. «Es un universo con sus propias reglas, su historia y su identidad», plantea Monforte que parte de su dura experiencia personal para armar una conmovedora ficción trasladando el dolor «aún no superado» por la pérdida de su marido a Lena, fotógrafa casada con Jonas, un cardiólogo de prestigio, con quien vive una relación plena y feliz.
Como le ocurrió a la escritora hace cinco años el destino le juega una mala pasada y el marido de Lena muere a causa de una cáncer fulminante. Desolada, dos meses después de la pérdida se arma de valor para afrontar el duelo y cumplir el último deseo de su esposo: esparcir sus cenizas sobre los campos de lavanda de su pueblo natal.
Lena viaja hasta Tármino, en la Alcarria, trasunto de Brihuega y cuyos campos rivalizan en belleza con los de la Provenza. En pleno festival floral se reencuentra con viejos amigos de su marido, como Daniel, sacerdote y primo hermano de su esposo y a quien se sentirá muy cercana. Pero no todo es dulzura. Se topa también con Marco, «un cuñado envidioso y mezquino», que tratará de boicotear su duelo. En unos días intensos Lena descubrirá secretos familiares sepultados durante tres décadas, recordará su vida con Jonas, la intensidad de su amor y su trágico final. Se ha demorado Monforte «más que con ninguna otra novela» para escribirla «con autenticidad, naturalidad y la verdad que requería». «Pero salió con una facilidad que no me esperaba», confiesa la escritora. «Fue como abrir un tarro de cerezas y ver cómo iban saliendo, tirando unas de las otras, cada una con un pensamiento y una explicación de cada recuerdo que permitía entender el siguiente», explica la escritora comparando la escritura con la memoria de Lena «y cómo irrumpen los recuerdos».
«No hay nada mejor que amar y ser amado. Es lo mejor de la vida, como dice Lena en la novela, pero hasta que no vives la pérdida en carne propia, no te das cuenta. No eres consciente de su importancia, de su grandeza, de su valor», enumera Monforte que huye de la tristeza.
«Siempre es mejor echar de menos algo muy grande que sentiste que no haberlo sentido nunca»,.
Vapuleada por el dolor ante la pérdida y en pleno duelo, se pregunta Lena si habría sido mejor no haber amado con tanta intensidad. Duda si vivir tanto amor recompensa el dolor de perderlo. «La perspectiva del tiempo y de la realidad, de la que carece cuando sufre el zarpazo de la muerte, le hará entender que al menos tuvo la suerte de vivir el gran amor de su vida, y que hay personas que no lo consiguen nunca», apunta la autora. «Siempre es mejor echar de menos algo muy grande que sentiste, que no haberlo sentido nunca», apostilla.
Periodista y escritora, la radio marcó la trayectoria de Monforte, que dirigió y presentó programas en Onda Cero y Punto Radio durante años y colaboró con Hermida y Luis del Olmo. Vendió millón y medio de ejemplares de 'Un burka por amor', un 'bestseller' que generó una exitosa serie televisiva. 'Amor cruel', 'La rosa escondida', 'La infiel', 'Besos de arena' y 'Una pasión rusa' que le dio los premios de novela histórica Alfonso X El Sabio y Ciudad de Cartagena. Mediaset prepara la adaptación para la tele de 'La infiel'.
TITULO:
Diario de un nómada - Las huellas de Gengis Khan - «Santiago me inspira sosiego y paz» ,.
El domingo-18- Julio a las 19:00 por La 2 , fotos,.
«Santiago me inspira sosiego y paz»,.
Por último, 7 pistas - Juan Carlos Ortega
Al humorista y locutor la música de los Beatles le recuerda a la de Bach, le gusta el cine en blanco y negro, y le fascinan la capital gallega y libros profundos como los de Albert Cohen,.
Canción
'For no one' de los Beatles (1966). En el álbum 'Revolver'. Lennon/McCartney
«'For no one' es una obra maestra de la música y me recuerda en su estructura a la música de Bach, que es quien más me gusta»
Libro
'Bella del Señor'. Albert Cohen (1968). Edit: Anagrama
Película
'Breve encuentro' de David Lean (1945). Con Celia Johnson y Trevor Howard
«¡Ostras, hay tantas! 'Breve encuentro' lo tiene todo. Es una obra maestra, una historia de amor preciosa. El arte más bestial posible»
Humorista
Miguel Gila (1919-2001). Humorista, actor y dibujante madrileño.
«¿Un humorista? Miguel Gila. Era un genio. Fue el hombre que consiguió hacer,.
fotos , Un trío en la cocina - Cómo cocinar una papa,.
Cómo cocinar una papa,.
Un país con hambre es insostenible. La falta de libertad puede aguantarse. Pero hambre y represión es una combinación intolerable. En 'Cómo alimentar a un dictador' (Oberon), Witold Szablowski recuerda a Nitza Villapol, que no alimentaba a Castro pero enseñaba a los cubanos como cocinar. Su programa de televisión 'Cocina al minuto' estuvo en la televisión de 1948 a 1993. Cuando empezó no tenía ni
idea de cocina, pretendía hacer un programa sobre el hogar. Pero cocinó en la tele de Cuba antes que Julia Child en la americana. Tenía al lado a su auxiliar Margot Bacallao (sí, la he nombrado por el apellido). Se ajustó a la revolución, sabía lo que estaba asumiendo. Ayudaba a superar tiempos difíciles. Hacía flanes con un solo huevo.
Igual que Mary Frances Kennedy Fischer en tiempos de guerra, que escribía para una clase media que tenía hambre, practicaba la gastronomía de la escasez. Si MFK Fischer enseñaba 'Cómo cocinar un lobo' (una cosa metafórica), Villapol sustituía la carne por fruta y hacía bistecs de toronja. O ropa vieja con cáscaras de plátano. Cada vez con menos convencimiento. Las recetas no tenían que ver con la tradición cubana sino con la situación económica y el contexto político. Cuando en 1991 cayó la URSS y llegó el «periodo especial» (bonita manera de llamar a no tener nada), la cosa fue insostenible y el programa desapareció en 1993. Los últimos años la gente miraba con curiosidad el programa, no porque esperaran que les enseñara algo nuevo sino por ver qué demonios inventaba. ¿Piedras al ajillo?
No sé en qué acabarán las protestas de Cuba. ¿Cuánto tiempo más podría Nitza continuar inventando recetas de papas? ¿Cuánto tiempo podrá el régimen inventar un país?,.
TITULO: Documentos TV - Cuando los árabes danzaban ,.
Documentos TV,.
Martes -13- Julio a las 00:00 horas en La 2, foto,.
Documentos TV - Cuando los árabes danzaban,.
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