La hora de los Fósforos - La Cope - CARLOS HERRERA - Pensar que somos superiores a las plantas es un gran error» ,. fotos.
Pensar que somos superiores a las plantas es un gran error» ,.
Santiago Beruete,.
El filósofo explora la relación entre los seres humanos y la naturaleza en el libro 'Verdolatría',.
«Las flores han manipulado a los hombres con sus colores, sus aromas, han conseguido que las tratemos de maravilla. Ha sido su estrategia de supervivencia, igual que alimentarse por sí mismas, en contraposición a los mamíferos, que preferimos huir cuando llega el peligro», cuenta el escritor en su segunda incursión en la 'filosofía vegetal' después de 'Jardinosofía'. «En alguna parte de nuestro cerebro, añoramos el bosque».
En 'Verdolatría', Beruete pasea por lugares de ensueño, como el jardín de Versalles, que considera «una gran máquina de intimidar». «Allí llevaba Luis XIV a los embajadores extranjeros para infundirles temor. Los extranjeros se iban con la impresión de que si el rey era capaz de dominar así la naturaleza, qué no haría con sus países». Una 'diplomacia verde' que, sorprendentemente, también funciona ahora. «En Corea del Norte, cada querido líder ha tenido su planta. La orquidea híbrida de color púrpura, la planta nacional, se llama 'kimilsungía', como el fundador de la dictadura comunista, Kim Il-sung. Han conseguido incluso que florezca coincidiendo con el cumpleaños del Jefe del Estado», subraya el autor, que invita a observar cómo, en los desfiles militares norcoreanos, destacan primero los misiles y después, las plantas. «Son una imagen para reforzar la autoridad», apunta. «A los jardines se les pone nacionales etiquetas, inglés, francés, y eso no es inocente».
Los vegetales sirven, además, para expresar estados de ánimo: el jardín zen, en busca de la tranquilidad; la rosa roja, amor y pasión; los crisantemos, la muerte. Y también muestran los pecados capitales, con la avaricia a la cabeza. La primera gran crisis global de la historia fue la provocada por los tulipanes de Holanda y ahora, en el mismo país, el Flora Holland es un gigante mercado de flores, «más grande y menos humanizado que la Bolsa de Londres», donde se mercadea con las plantas. «Una orquidea puede salir de Colombia, llegar a Holanda y viajar a Madrid en cuestión de horas. El ramo de flores con el que queremos enamorar a una mujer o las rosas que mandamos para ganarnos el favor de nuestra suegra forman parte de una compleja industria que no llegamos a conocer», apunta Beruete.
'High Line' de Nueva York y el jardín de los Mowglys
En el libro se habla de experiencias que han florecido en todo el globo y que tienen en común haber hecho del mundo un lugar mejor. Así, los jardines de los Mowglys, una actividad con jóvenes conflictivos que los acercó a la disciplina. O el 'High Line' de Nueva York, un jardín urbano sobre una antigua línea de ferrocarril de la ciudad que se ha convertido en uno de los pulmones de la ciudad, aunque ahora también se esté viendo acosado por la gentrificación. Sostiene Beruete que lo natural debe ser de verdad natural y que cuando comienzan a triunfar palabras como 'ecoeficiente', 'bioclimático' o 'sostenible', «aquello se convierte en un objeto de lujo y traiciona los ideales que dice defender».En el alocado siglo XXI, la naturaleza aparece como el último refugio físico y mental. «Uno de los placeres más genuinos es ver crecer las plantas, igual que ver crecer a los seres humanos. Quien es capaz de llevar con éxito una huerta también es capaz de criar a un hijo», dice Beruete, usando una de las analogías de las que está lleno el libro. «Los urbanitas vuelven a la naturaleza para recuperar sus ritmos vitales porque sienten que se están perdiendo algo. El tiempo en la naturaleza es otro y reconecta con nuestros ritmos vitales», añade.
«El jardinero va a la fiesta de la naturaleza vestido de mendigo», apunta el autor, que opina que la naturaleza enseña mucho también sobre la futilidad de las fronteras. «En los bosques no hay límites, hay codependencias, allí se crean mallas de conexión que a la vez hacen brotar música del subsuelo», asevera.
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Valdelacalzada cumple 70 años,.
Mañana se celebra un acto de homenaje y reconocimiento a los primeros pobladores
Antes de que vinieran, nació en la mente de quienes decidieron la puesta en marcha, la transformación de tierras improductivas en lugar de producción y sustento de vida para las familias como elemento de desarrollo de una provincia y como vehículo permanente de modernización y progreso. El denominado, más tarde, Plan Badajoz. Para hacer realidad esta decisión, se pusieron otros a trabajar, ingenieros y arquitectos fundamentalmente. Las construcciones, la tierra, las personas constituyen nuestro pueblo. Ni todo se hizo de una vez, ni todos llegaron al mismo tiempo. Pero entre todos fueron dando forma e identidad a un pueblo.
- (*) Emilia Ramos Silvaes cronista oficial de Valdelacalzada.
Ya en el mes de febrero, hubo una jornadas sobre Valdelacalzada y el Plan Badajoz a cargo de Artemio Baigorri Agoíz y Ángel Jacinto Traver Vera. Durante todo marzo se pudo visitar en el Museo de la Floración la exposición fotográfica 'Lugares, espacios y elementos emblemáticos de Valdelacalzada'. También se han proyectado dos películas: 'Valdelacalzada, la perla del Plan Badajoz', realizada en 2010 por el Ayuntamiento y protagonizada por los vecinos del pueblo, y también 'Y mañana. un día cualquiera', película realizada en 1971 por el INC en la que se recoge la vida cotidiana de un pueblo de colonización, grabada en gran parte en el pueblo.
A finales de junio, la escritora Isabel María Péreza presentó en un emotivo acto el libro 'Aquel octubre del 48', de la cronista oficial de Valdelacalzada, Emilia Ramos Silva, en el que recoge el testimonio de las primeras familias que llegaron a Valdelacalzada en aquel año de desarraigo y sacrificio.
Otra exposición fotográfica, 'Imágenes para el recuerdo. Un paseo por la memoria. Valdelacalzada, años 50 y 60' se ha podido visitar en el Museo de la Floración durante agosto. En este mes también se celebró la actividad 'Nos vemos en la plaza, reencuentros', donde se dieron cita valvienses residentes en la localidad y otros que emigraron y que con este motivo volvieron a su pueblo.
Celebra Valdelacalzada los 70 años de la llegada de los primeros pobladores con alegría, pues mereció la pena tanto sacrificio. Por eso, con ellos y para ellos hay mañana domingo un acto de reconocimiento y homenaje a los primeros pobladores, dedicado a mayores y a todos los que han contribuido al nacimiento del pueblo. Estarán presente en este acto los alcaldes de los pueblos de donde vinieron, representantes de la provincia y el presidente de la Junta de Extremadura.
Todo es poco para poner de relieve que, con metas, esperanza, trabajo, abnegación y constancia, se puede levantar un pueblo.