TITULO: Cartas en el tiempo - Carta a Pepe Domingo Castaño, hasta siempre amigo ,.
Cartas en el tiempo ,.
Miércoles - 25 - Septiembre a las 20:00 en La 2 / foto,.
Carta a Pepe Domingo Castaño, hasta siempre amigo,.
Pepe Domingo Castaño con su libro,.
Querido Pepe Domingo Castaño te escribo ahora que ha pasado un tiempo desde tu despedida y que no hay marcha atrás a esa adiós tan inesperado como doloroso. Me niego a creerlo, y decirte adiós, porque soy de los que piensan que los recuerdos son aquellos que mantienen vivos a los que tanto queremos y admiramos. Por ello, hoy tomo, con tu permiso, tu relevo para escribir esa carta con la que despedías el Larguero y con la que demostrabas que la radio y el deporte están impregnados siempre de lo más importante de la vida: el sentimiento…
Ese sentimiento que esta en desuso en los tiempos que corren y que tú siempre supiste mantener muy vivo para hacer de la magia de la radio ese sitio increíble capaz, pese a la distancia, de entrar en muchas casas a la hora del desayuno, el almuerzo, la cena, y convertirnos en uno más de la familia. Te vas para quedarte eternamente, con tu voz inconfundible, esa que los años tocaron pero nunca hundieron.
Porque tú eres la radio deportiva, esa que hacías de forma distinta, con una sonrisa, de la única forma que la entendías, un medio de entretenimiento y diversión para todos. Te marchas pero que paradoja: Te quedas para siempre, inundando las redes sociales y regalando a nuestras mentes, tu voz cálida y entrañable que está grabada en nuestros corazones.
Marcaste estilo, supiste hacer de la inmediatez la noticia, de la radio un mundo de colores donde la imaginación nos hizo agrandar esa creatividad que marca diferencias en esta jungla llamada vida. Llenaste de luz nuestras vidas convirtiendo tu «Hola Hola» una de nuestras bandas sonoras preferidas, ese «Hola hola» que espero y deseo siempre esté presente en Carrusel como homenaje a quien tanto bien hizo en este mundo del periodismo tan ‘tocado’.
Como relatabas en una de tus últimas cartas y reflexiones: «Se acercan los 80 y noto que se acerca un poco más el horizonte. Se me escapa del alma un suspiro tan largo como el tiempo, los besos que me dieron ya no vuelven. He aprendido a mirar el calendario con ojos más cansados y más lentos»…
Siempre has sido el gran animador de la radio, esa que sin ti pierde al periodista del sentimiento, el de la sonrisa eterna, el que hacía que la magia siempre estuviera presente, la magia de la radio, esa que tanto adorabas y que sin ti… pierde color. Muchos son los que desde distintos frentes (periodismo, deporte, sociedad, política, oyentes…) se han despedido de ti, yo prefiero quedarme con esos golpes de locura que tanto te gustaban, los que nos has regalado a lo largo de los años, tanto a los que tuvimos la fortuna de conocerte como a esos oyentes a los que tanto respetabas.
La radio no suena igual, mientras que unos te despiden, otros seguimos atentos para escuchar ese inconfundible… «Hola hola, comienza Carrusel , el de los goles, el de la emoción, el del espectáculo, el de siempre, el único, el veterano, el del sonido inconfundible»…
La vida es aquello que se muere. Las personas como tú, Pepe Domingo Castaño, las que se quedan eternamente. Hasta siempre amigo,.
TITULO: Las rutas de Ambrosio - La Carthaginensis murciana ,.
El sabado - 28 - Septiembre , a las 19:10 por La 2, foto,.
La Carthaginensis murciana,.
El chef Gonzalo D'Ambrosio llega a Murcia para conocer la huella que los romanos dejaron en esta antigua provincia romana. Pescado, alcachofa, chato murciano y café serán los protagonistas gastronómicos de esta ruta. Gonzalo conocerá a los productores antes de cocinarlos y catarlos.
TITULO: LAS
RUTAS DE VERONICA - Ruta Verde Hervás-Baños de Montemayor ,.
El sabado - 28 - Septiembre , a las 18:10 por La 2, foto,.
Ruta Verde Hervás-Baños de Montemayor,.
Este tramo de la Vía Verde de la Plata, comprendido entre las localidades cacereñas de Baños de Montemayor y Hervás, es uno de los más visitados de la vía verde. Tiene su inicio en el Puente de Hierro de Hervás y continúa rodeando las laderas del Valle del Ambrós, un camino que permite disfrutar de las mejores vistas de todo el valle y de las montañas de más de 1.500 metros de altura que lo rodean.
En medio del valle se ve Hervás y cuando los días están despejados se pueden ver todos los pueblos de la comarca, llegando incluso a divisarse la Sierra de las Batuecas, Sierra de Gata y las Hurdes.
La vía continúa atravesando este entorno natural hasta llegar a Baños de Montemayor.
Los tramos de Hervás a Baños de Montemayor son los más bonitos de esta ruta, pudiendo contemplar los verdes prados, las pequeñas parcelas con vacas y los bosques de castaños con un paisaje que recuerda en algunos puntos al del norte de España.
TITULO:
¡ Qué grande es el cine ! - ME RESBALA - AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO
TAN FELIZ ! - EL HORMIGUERO VIERNES - 27 - Septiembre - Santos Sanz Villanueva - Acoso y derribo ,.
¡Qué grande es el cine! fue un programa de cine dirigido por José Luis Garci y emitido por Televisión Española por su cadena La 2.
El
programa comenzaba con una presentacLa actriz Juana Acostaión de la
película que se emitía esa noche, posteriormente esta película se emitía
y acababa con una tertulia entre Garci y los invitados del día sobre
ella.1 El programa comenzó a llevarse a cabo en enero de 1995 y comenzó sus emisiones el 13 de febrero del mismo año., etc.
¡Qué grande es el cine! fue un programa de cine dirigido por José Luis Garci y emitido por Televisión Española por su cadena La 2.
El
programa comenzaba con una presentacLa actriz Juana Acostaión de la
película que se emitía esa noche, posteriormente esta película se emitía
y acababa con una tertulia entre Garci y los invitados del día sobre
ella.1 El programa comenzó a llevarse a cabo en enero de 1995 y comenzó sus emisiones el 13 de febrero del mismo año., etc.
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Qué grande es el cine ! - ME RESBALA - AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO TAN
FELIZ ! - EL HORMIGUERO VIERNES - 27 - Septiembre - Santos Sanz Villanueva - Acoso y derribo , fotos ,.
Santos Sanz Villanueva - Acoso y derribo,.
Santos Sanz Villanueva,.
La victoria franquista en la Guerra Civil sumió al país en una implacable dictadura cuyos tentáculos agarrotaron la realidad nacional al completo. Del pensamiento a la economía, todo quedó sometido a su férula. Los vencedores se encontraban como pez en el agua en aquel ambiente asfixiante. Los vencidos que no habían podido tomar el camino forzado del destierro sobrevivían su exilio interior en atemorizado silencio o disimulo. Poco a poco, sin embargo, se fueron viendo manifestaciones de distanciamiento o disidencia. Estas actitudes procedieron, aparte los restos militantes clandestinos implacablemente perseguidos, en su mayor medida de los hijos de los vencedores, los niños de la guerra que por su edad no habían intervenido en la contienda, la habían vivido como una experiencia a veces incluso lúdica en su infancia o primera adolescencia —así lo reflejaron en algunos textos narrativos— y habían recibido una herencia yacente paterna que les disgustaba. Se sentían herederos forzosos de una realidad hostil. Este fue un sentimiento muy vivo y punzante entre un sector de los jóvenes españoles de finales de los años cuarenta y de los cincuenta. Aquellos muchachos tenían una acuciante necesidad de renegar de quienes habían establecido un sistema político y un orden de valores de los que no se sentían partícipes. Lo repudiaban al punto de llegar al enfrentamiento. Lo explica la aclaración que recoge Laureano Bonet de boca de Esteban Pinilla de las Heras en su estudio y antología de Laye. Le comenta el reputado sociólogo que los colaboradores de esta revista barcelonesa que encauzó un movimiento universitario de disidencia con el franquismo solían firmar los artículos con el apellido materno para hacer ostensible la ruptura con el progenitor.
Uno de aquellos muchachos, el futuro ministro socialista Fernando Morán, nacido en 1926, sentía de forma tan lacerante el desencuentro con sus mayores que dedicó a dicha vivencia su primera novela, También se muere el mar, escrita mientras ejercía sus iniciales labores diplomáticas y publicada en Buenos Aires en 1958. En ella desarrollaba un auténtico alegato generacional sobre la necesidad de esa promoción suya de ocupar un lugar propio en el mundo, con personalidad distinta, y opuesta, a la de los mayores. Formuló con un feliz acierto expresivo la gravosa rémora de su hornada vital: se había quedado «huérfana de niñez».
Un sector pequeño de clase acomodada de aquella oleada biológica del medio siglo llegó a la Universidad a mediados de los años cincuenta. La Universidad española de la época se nutría de una clientela de origen acomodado apática y conformista nada más preocupada por obtener un título que le permitiera ocupar puestos privilegiados en la sociedad. Pero entre ella había también un núcleo minoritario de estudiantes discordantes con la falta de sentido crítico y con la hegemonía política de la Falange a través del SEU, el sindicato universitario de afiliación obligatoria. De modo que fueron protagonizando episodios de disconformidad y rebeldía, no tanto, en principio, por motivaciones ideológicas claras como por una difusa y vehemente contestación juvenil.
Estos mozos inquietos fueron estableciendo relaciones personales sin más criterio, al comienzo, que el derivado de las afinidades electivas, sobre todo, en un grupo bastante activo, su afición por la literatura y el deseo de hacerse un lugar en la sociedad literaria. Llevaron a cabo algunos actos de protesta. En Madrid, en 1955, unos «jóvenes pirandellianos», según los tildaba ABC (16/3/1955), a cuyo frente iba el bullicioso Fernando Sánchez Dragó, armaron un alboroto en un teatro cuando la sala cambió la representación programada de una obra del italiano por una pieza convencional y lo interpretaron como un desdén a la modernidad. El caso acabó, con leves consecuencias, en comisaría. En la misma fecha, en Barcelona, José María Castellet soportó el primer interrogatorio de la policía con motivo de haber capitaneado a un grupo de conocidos que pateó un gran éxito de los escenarios, La muralla, comedia dramática de polémica carga ideológica de Joaquín Calvo Sotelo.
El sector universitario descontento supo también aprovechar el margen que ofrecían algunas revistas dependientes del SEU y de obediencia gubernamental donde se movía un falangismo crítico. Laye en Barcelona y La Hora en Madrid son publicaciones generacionales que acogen la efervescencia juvenil y buscan nuevos horizontes culturales coloreados de desafección, todavía no confrontación clara, con la política y la cultura del Movimiento. La revista madrileña Acento Cultural, de azarosa y breve vida por las injerencias políticas que trataron de amordazarla, hacía propuestas favorables a la literatura, el arte o el pensamiento comprometidos y debatía y estaba a favor de un testimonio en los límites de la denuncia clara.
En el segundo lustro de los años cincuenta se fue ahormando la idea de que la literatura debía manifestar una nítida conciencia social y adquirir una dimensión utilitaria para sacar al país de la miseria provocada por la autarquía económica, además de inducir un cambio político e incluso ilusoriamente la derrota del Régimen. En el decenio anterior, ya se había producido en la poesía un movimiento rehumanizador («desarraigado», en la etiqueta de Dámaso Alonso) que alcanzó, en la revista Espadaña, niveles de alegato político. Se trataba de una reacción contra la poética oficial, contra la propaganda ideológica, la evasión y el formalismo garcilasista dominantes. Esa inclinación seguía uno de los impulsores de la publicación leonesa, el poeta Eugenio García de Nora, militante entonces del PCE, quien dio a luz en el temprano 1946 un revulsivo libro clandestino («obra de un poeta sin nombre», dice el colofón) que inauguró las ediciones de la proscrita FUE (Federación Universitaria Escolar), Pueblo cautivo, en una línea de testimonio y denuncia que abonarían otros poetas de su generación, la primera de posguerra, Gabriel Celaya, Blas de Otero o, en parte y en menor grado, José Hierro.
Sin mucho tardar, más allá de vagas apelaciones a lo social, la literatura crítica utilitaria y de denuncia tuvo formulaciones programáticas. En 1958, el militante comunista Alfonso Sastre presentó en Acento Cultural el subversivo manifiesto «Arte como construcción». El dramaturgo y activista asentaba que «lo social es una categoría superior a lo artístico». Aseguraba que «Preferiríamos vivir en un mundo justamente organizado y en el que no hubiera obras de arte, a vivir en otro injusto y florecido de excelentes obras artísticas». Y sostenía que «precisamente, la principal misión del arte, en el mundo injusto en que vivimos, consiste en transformarlo».
Al natural criticismo juvenil, se le sumaron pronto, además, influencias políticas o se vio impelido por la intervención del grupo político más activo y mejor organizado de la oposición, el PCE. El tenaz agitador Enrique Múgica había entrado en contacto con el Partido tras entablar relación con Gabriel Celaya en San Sebastián en 1952 y, estudiante de Derecho en la Central, maquinó una actividad literaria que juzgaba útil como caballo de Troya político. Poca documentación valiosa queda de aquel significativo episodio, pero podemos reconstruirlo a partir de los libros memorialísticos de algunos de sus personajes, los del propio Múgica y de Fernando Sánchez Dragó, a pesar de las imprecisiones de sus recuerdos. La convención literaria se denominó «Encuentros de la Poesía con la Universidad», se celebró en la primavera de 1954 en la Facultad de Derecho —no en el marco más lógico de Filosofía y Letras porque allí era donde estaba matriculado el futuro ministro socialista de Justicia—, contó con el apoyo del rector madrileño, Pedro Laín Entralgo, y se logró gracias a los buenos oficios de Dionisio Ridruejo, condimento de todas las salsas juveniles críticas o disidentes. Los Encuentros tuvieron dimensión política, pues, según las averiguaciones de Pablo Lizcano, su propósito era llevar a las aulas «distintos poetas de marcado carácter social, con el fin de que, tras una lectura de sus poemas, pudiera abrirse un coloquio» que habría de suscitar debates críticos y comprometedores. Enrique Tierno Galván dice en sus Cabos sueltos algo que debía de resultar subversivo; asegura —si bien su evocación de los rifirrafes universitarios de aquel momento contiene gruesos errores— que en los coloquios incluso se defendieron «paladinamente criterios democráticos».
El instigador de los Encuentros, Múgica, matiza en Itinerario hacia la libertad los objetivos señalados por Lizcano y precisa el claro «propósito» que guio la selección de participantes: «llevar a las aulas importantes poetas vinculados a la generación del 36 que habían estado en el lado de los vencedores, como Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero, Luis Rosales, y a los hombres de la poesía social». Con ello perseguía «establecer un coloquio entre el poeta y el público a través del cual, pensábamos, como efectivamente sucedió, se expresarían actitudes críticas derivadamente políticas». Sin completo equilibrio, el plan se cumplió. Intervino el consagrado del 27 Gerardo Diego. La siguiente promoción tuvo una representación flexible. Poetas cómplices del Movimiento: Rosales, Vivanco y Panero. El ya políticamente distanciado del Régimen Ridruejo. El algo más cercano a la nueva estética testimonial José Hierro. Y el sí partidario de la denuncia Eugenio de Nora. La militancia en el compromiso de la nueva generación estuvo representada por Jesús López Pacheco, nombre luego emblemático tanto de la poesía como de la novela social.
La presencia de Múgica al frente de los «Encuentros» apunta una astuta intencionalidad de agitación al servicio de su militancia comunista de entonces. Múgica manipulaba las sesiones poéticas «sutilmente», según denuncia el intransigente semanario fascista El Español, para extender sus relaciones fuera y dentro del ámbito universitario y suponen ya un patente aprovechamiento de la literatura al servicio de una causa política. De ello era bien consciente el empecinado agitador guipuzcoano porque, como él mismo refiere en las citadas memorias, aquel foco, de escasa importancia en una situación normal, tenía, al estar organizado por primera vez al margen del SEU, «connotaciones de réplica y contestatarias muy fuertes». Por informaciones dispersas sabemos que, en las sesiones poéticas, también leyeron poemas o estuvieron presentes con los propósitos imaginables el poco más que adolescente Fernando Sánchez Dragó, infatigable revoltoso pero todavía no militante en el Partido, el futuro cineasta pecero Julio Diamante o el sociólogo y politólogo Ignacio Sotelo, más tarde en la órbita del PSOE. Y otros muchos anónimos. Así, los encuentros sirvieron para que se fuese ampliando el círculo de estudiantes disidentes. De los recuerdos de Múgica se desprende que a él la literatura no le interesaba nada. Todo era un subterfugio para la acción política.
Conviene que hagamos ahora un espacioso paréntesis para dar mínima cuenta de unos festejos literarios, tres Congresos de Poesía, encadenados en años sucesivos desde 1952 y reunidos en Segovia, Salamanca y Santiago de Compostela, que manifiestan con claridad las interferencias y dependencias de política y cultura. Bajo los congresos subyacía el propósito de propiciar el encuentro de poetas peninsulares de diversas lenguas para favorecer el diálogo y romper las barreras elevadas por el franquismo más intransigente. Esa intención se aprecia en la primera convocatoria, se tomó un descanso en la segunda y tomó cuerpo en la última. Tal meta, del particular interés de su inductor en la sombra, Dionisio Ridruejo, en especial la aproximación entre catalanes y españoles, rebasaba el marco estrictamente literario y se inscribía en un plan político a largo plazo de cauteloso corte dialogante. Un ensayista no sospechoso de querencias franquistas, Albert Manent, hijo de uno de los congresistas, Marià Manent, ha dado en Tres escritores catalanes una visión sobremanera positiva y fructífera de aquellos encuentros. La presencia de los poetas catalanes fue «el acontecimiento más importante de los Congresos», escribe. La conferencia de Carles Riba en Segovia, añade, «fue un clamor sincero y enérgico que replanteaba una cuestión encubierta y no resuelta». Riba, que «representaba su papel de gran conciencia catalana», descubrió a los castellanos la cultura milenaria de Cataluña, facilitó que se estableciera el diálogo, y de este «nació la admiración, la amistad y el trabajo en común». La conclusión de Albert Manent no puede ser más rotunda: tales Congresos fueron «el inicio de una acción de apertura —dentro de la posguerra cerrada y prácticamente monocolor— para que en la polémica, tan viva entonces, entre “compresivos y excluyentes” ganaran los primeros». La prensa, explica también, no dejó de señalar el color político de los actos.
La operación política tenía, sin embargo, un trasfondo vidrioso, pues no todo consistía en la franca apuesta aperturista apreciada por Manent con no poca exageración. O, en todo caso, estaba muy matizada y no ocultaba una acción menos altruista, la de lavar la cara del Régimen desde ciertas instancias del propio Movimiento. Como quiera valorarse, Joaquín Pérez Villanueva, director general de Enseñanza Universitaria, persona de confianza del ministro de Educación, Joaquín Ruiz Jiménez, puso en marcha el I Congreso de la Poesía. No se pierda de vista con qué trazos caracterizaba por esas fechas el vespertino de los sindicatos verticales, Pueblo (25/5/1952), a Pérez Villanueva al aplaudir a modo de balance la iniciativa segoviana: lo define como «un auténtico falangista» y la atribuye a que «él sabe, al igual que José Antonio, que son los poetas los que mueven el mundo».
La empresa mostró, desde su arranque, notable envergadura. Contó ya en esta ocasión con un cuadernillo anónimo que daba cuenta del programa y propuestas. Se acompañó de un catálogo, de una cincuentena de páginas, Medio siglo de publicaciones de poesía en España. Madrid-Segovia, 1952, pionero del interés por las revistas poéticas. Y la Delegación Nacional de Educación del Movimiento, a través de la dirección general que ostentaba Pérez Villanueva, dispuso un buen sostén económico, cuantioso a la vista de la larga nómina de participantes y de las abundantes y costosas actividades lúdicas, turísticas y gastronómicas que englobó.
La primera singladura del Congreso se celebró con gran parafernalia oficial dentro de los Cursos de Verano de Segovia, de los que Pérez Villanueva era asimismo director. Desempeñó la secretaría alguien cercano a él, el crítico de arte y poeta represaliado por los franquistas en la inmediata posguerra Rafael Santos Torroella. Papel fundamental tuvo, como se ha indicado, Dionisio Ridruejo, quien alentó la convocatoria —no sería temerario atribuirle su paternidad absoluta— y fue muy activo colaborador y participante.
El espíritu del primer Congreso de hacer convivir sensibilidades distintas estuvo siempre bajo control oficial y constituye, a pesar de ese propósito, una palmaria manifestación del nacional-catolicismo cultural: Iglesia y poder político del brazo. Claro quedó este extremo en los actos inaugurales. El encuentro lo abrió, la mañana del día 17, una misa en la iglesia de la Trinidad presidida por las autoridades y oficiada por Federico Sopeña, quien, en su plática, lo puso bajo la protección del Espíritu Santo. Los congresistas se dirigieron luego a la recepción en la Diputación Provincial, donde los acogió su presidente, que representaba al gobernador civil, ausente de la ciudad. En el desplazamiento de la iglesia a la Diputación, la comitiva hizo «un alto en la plaza de los Caídos, donde visitaron el monumento erigido a su memoria». En el acto protocolario, el anciano poeta Adriano del Valle, muy próximo a Falange, dio las gracias en nombre de los congresistas y acabó su parlamento «brindando por S. E. el Jefe del Estado, que con su obra de reconstrucción y de paz ha hecho posible esta reunión» de poetas cobijados por la bandera española. Como un dato significativo lo llevaba a titulares una de las informaciones de El Adelantado de Segovia (17/6/52): «Brindis en honor del jefe del Estado». Cariz más politizado no podía tener el encuentro.
Hubo una copiosa participación, medio centenar de invitados, con muchos nombres relevantes del momento. Aunque la lista resulte cansina, conviene detallarla porque indica la dimensión del empeño. Abarcaban la lírica de preguerra y la de la alta posguerra: Aleixandre, Adriano del Valle, José Luis Cano, Cela, José García Nieto, Ildefonso Manuel Gil, Leopoldo de Luis, José María Luelmo, Rafael Morales, Joaquín Romero Marube, Eugenio Montes, Alfonso Moreno, Luis Rosales, Ridruejo, José Suárez Carreño y Francisco Vighi. Junto con estos consagrados o veteranos, tuvo un hueco la joven generación que entonces tan solo despuntaba: José Manuel Caballero Bonald, Fernando Quiñones y Carlos Edmundo de Ory. Los catalanes aludidos fueron J. V. Foix, Manent y Riba. Asistieron los diplomáticos hispanoamericanos Eduardo Carranza y Eduardo Cote, ambos muy vinculados entonces con las letras españolas y frecuentadores de los colegios mayores madrileños donde en buena medida se fraguaba la contestación literaria. Figuraron en la lista varios foráneos: Aubert, Busuioceanu, Serpa, Vandercammen y Roy Campbell. Hablaron, en su condición ensayística, profesoral y crítica, los rectores Laín Entralgo y Tovar, Eugenio d’Ors y Ricardo Gullón. El músico Joaquín Rodrigo compartió una conferencia-concierto con el padre Sopeña.
La dimensión política señalada es lo verdaderamente importante del Congreso y lo que merece, en general, la mayor atención desde un punto de vista histórico. Pero debe resaltarse otro aspecto para los intereses de estas páginas. Me refiero a que la cuestión poética emergente y de moda se fijó como lema genérico del encuentro, «Validez general, y vigencia social del poeta en nuestro tiempo». Por si fuera poco, un subtema del programa se interesaba por la «Proyección del poeta en la vida social».
Sin embargo, a la vista de la separata anónima que dio cuenta del «convivio», no llegó a plantearse la pugna entre compromiso y creación. Ni se explayaron las interferencias entre política y literatura. Todo fue amable y descomprometido. Se eludieron las tensiones posibles entre participantes suficientemente diferentes en sus posiciones artísticas o ideológicas. Hubo un conato de conflicto. Se propuso enviar un mensaje de gratitud a Franco. Lo contrapesaría otro a Juan Ramón Jiménez, en su exilio puertorriqueño. Se resolvió salomónicamente: no se mandó ninguna misiva. Las diversas fuentes disponibles —dicho folleto, las crónicas de Eugenia Serrano, el amplio espacio dedicado en un par de números de Correo Literario y la puntual información del modestísimo El Adelantado de Segovia— indican que el Congreso anduvo por otros derroteros. Una vez más se aprovechó a Antonio Machado con una visita al domicilio donde vivió en tiempos, ahora proyectado como casa-museo por iniciativa del ubicuo Pérez Villanueva, donde se leyeron sus poemas «en homenaje emocionado». Hubo una vertiente mendicante del encuentro con diversas propuestas. Santos Torroella, Leopoldo de Luis y Cano instaron la creación de la «Casa de la Poesía». Fernando Quiñones imploró en su comunicación que las autoridades y centros oficiales echaran una mano económica a las revistas poéticas. Ildefonso Manuel Gil rogó con prosa administrativa nada lírica que en los pedidos trimestrales de las bibliotecas se incluyeran «obligatoriamente libros de poesía en proporción de un tanto por ciento (a determinar del pedido total) de cada biblioteca». Alfonso Moreno quería cátedras en los centros de enseñanza para la formación poética de la juventud.
El tema social estaba en programa, pero se olvidó por completo. Ni una sola referencia se hizo en las doce conclusiones. Muy lejos de esa inquietud andaría también —pues desconozco el texto— la intervención de Laín, nada menos que sobre «Acción sosegadora de la palabra poética». Y la única referencia concreta a lo social que he encontrado, en noticia de Eugenia Serrano, va en dirección bien alejada: Dionisio Ridruejo «definió al poeta socialmente como ser libre y creador». Que es lo mismo que no decir nada.
Al año siguiente, Pérez Villanueva llevó el II Congreso a un terreno que le resultaba familiar, a Salamanca, cuyo rectorado ocupaba Antonio Tovar, patrocinado del ministro Ruiz Jiménez y amigo cómplice de Ridruejo. De la importancia que se le concedió da cuenta el que se arropó con una Antología del II Congreso de Poesía, cuya estampación por las Publicaciones de la Diputación Provincial remarca su carácter oficialista. El generoso muestrario recoge cuarenta y siete presuntos participantes, aunque no todos estuvieron presentes en el encuentro. La selección abarca portavoces de todas la generaciones en activo, desde la del 27 y hasta la oleada más reciente. De aquella figuran Carmen Conde, Gerardo Diego o Antonio Oliver Belmás, junto al algo mayor José Antonio Muñoz Rojas. De la primera promoción de posguerra fueron seleccionados-invitados, entre otros, Ildefonso Manuel Gil —quien, elegido por sus colegas, ostentó un puesto en la presidencia del congreso—, Leopoldo de Luis, Rafael Morales, Blas de Otero, José María Valverde o Luis Felipe Vivanco. De los jóvenes, aparecen el activísimo falangista un tanto crítico Marcelo Arroita-Jaúregui, Caballero Bonald, Lorenzo Gomis o José Ángel Valente. En línea con el congreso anterior, andan representados los autores en lenguas periféricas Joan [sic] Perucho, Joan Teixidor o J. V. Foix, que cierra el librito. También figuran un puñado de extranjeros. De habla castellana, el colombiano Eduardo Cote Lemus. Y de países no hispanos, Roy Campbell, Charles D. Ley, Francis Ponge o Giuseppe Ungaretti.
A esta segunda convocatoria asistieron buena parte de los presentes en la anterior. Asistió el influyente Juan Ramón Masoliver, crítico de La Vanguardia Española y editor. Ungaretti se convirtió en la figura estelar de aquellas jornadas, según las crónicas. El congreso repitió la parafernalia oficialista de la ocasión precedente. Azorín mandó para la apertura un mensaje melifluo, de exacerbado intimismo y todo lo alejado posible de la inmediatez vital que reclamaba la nueva literatura del momento. «No seremos poetas si no nos recogemos en nosotros. ¿Cuál será el anhelo del poeta? Cada poeta tiene su anhelo; cada época tiene su fórmula. Aspiremos todos a la paz, la paz con los demás y la paz —la más ardua— con nosotros mismos. ¡Levantemos los corazones!», escribió.
El congreso conectó en realidad con la evasiva actitud de Azorín. Sería una casualidad, pero el planteamiento salmantino se formuló con criterio diferente al segoviano y se distanció de este. Subrayaba el puntual cronista anónimo de Correo Literario (77, 1/8/53) que los objetivos del encuentro segoviano se habían visto colmados: «dio sus mejores frutos en la incorporación definitiva a la poesía española de la poesía catalana». De modo que se imponía un cambio de rumbo. Ahora se buscaría poner el foco en lo «humano, en lo cordial», «un punto de comprensión por encima de escuelas o de tendencias». En realidad, más que eso ocurrió otra cosa, que el congreso salmantino terminó por ser un encuentro con trazas académicas y profesorales. No hubo en esta ocasión un temario y se desarrollaron ponencias, conferencias y mesas redondas dentro de las costumbres universitarias: se analizó la obra de Unamuno (en cuya tumba Ridruejo depositó un ramo de flores «en nombre de los poetas españoles»), diferentes comunicantes expusieron sendos panoramas de la poesía contemporánea catalana, mexicana e italiana, se abordó la lírica de fray Luis… En fin, no hubo lugar para tratar la cuestión señera del momento. El tema por antonomasia, lo social, quedó en el aire.
El III Congreso se desplazó en el verano siguiente a Santiago de Compostela. Los ritos fueron iguales a los vistos en las dos ocasiones anteriores, y la participación, muy nutrida, con más de setenta invitados, semejante en nombres, y con la ya tradicional presencia significativa de catalanes: Carles Riba, Clementina Arderiu, Maurici Serrahima, Joan Perucho, Antonio Comas. Se cumplía de este modo holgadamente la desiderata política que había impulsado los Congresos. En cambio, disminuyó la nómina juvenil, casi reducida al heterodoxo Carlos Edmundo de Ory.
El planteamiento general del capítulo gallego del congreso recuerda mucho, y la cercanía de las fechas afianza el nexo, al de los Encuentros universitarios en la Central: confrontar en público a escritores del ámbito oficial con disidentes políticos. La continuidad de Dionisio Ridruejo con un papel eminente en la reunión compostelana avala esa relación genérica entre ambas actividades. El enfrentamiento se visualizó en Santiago. En la ácida crónica de la reunión que el valenciano Joan Fuster hizo en sus Diari refiere la denuncia de Celaya contra el ausente Panero por su todavía cercano Canto personal, lo cual motivó un serio enfado de Luis Rosales.
Aparte de esta vertiente más político-ideológica, a los efectos de nuestro relato hay que subrayar que la reciente preocupación por el testimonio sí se recuperó y se dejó notar en la ciudad gallega: justo uno de los apartados temáticos se dedicó a lo social. Sabemos que Fuster estuvo en contra de la poesía social y que en su ayuda acudió Xosé Filgueira Valverde (entre los detractores del Régimen estuvo el republicano represaliado Julián Andúgar, pero no conocemos qué actitud adoptó, si bien cabe imaginarla). Lo significativo, para nuestro propósito, son un par de aspectos de esta tercera y última convocatoria de los congresos. Por una parte, lo social, ya presente en Segovia, había alcanzado notoriedad y enjundia suficientes como para inducir una deliberación específica. Por otra, la literatura figuraba en el argumentario del enfrentamiento político, se utilizaba para finalidades espurias. Ello en unas fechas que indican un madrugador florecimiento de la idea del compromiso.
Volvamos a las veladas literarias de Derecho. Rápido dejaron testimonio escrito, en el mismo 1954, en un sencillo y pulcro librito ilustrado, Presencia poética universitaria, un muestrario generacional que recogió unos pocos poemas de trece estudiantes y de un ayudante de Cátedra nacidos entre 1927 (el profesor) y 1936. Los alumnos cursaban desde el primer al quinto curso de la carrera. Algunos contaban con alguna mínima publicación previa en revistas o libro, pero en su mayor parte se trataba de aspirantes inéditos. Casi ninguno logró recorrido posterior reseñable. Nada más hizo carrera el activista, poeta y cineasta Julián Marcos. También la hizo Sánchez Dragó, pero no entró en la antología porque solo fue capaz de presentar un poema y se requerían varios.
TITULO: ¿Dónde estabas entonces? - El antipapa ciego del Palmar de Troya que canonizó a Franco y excomulgó a Juan Carlos I, Martes - 24 - Septiembre ,.
Este martes - 24 - Septiembre , a las 22.30, La Sexta emite una nueva entrega de la tercera temporada de '¿Dónde estabas entonces?', presentada por Ana Pastor , fotos,.
El antipapa ciego del Palmar de Troya que canonizó a Franco y excomulgó a Juan Carlos I,.
Clemente Domínguez, líder de la secta española y autoproclamado Sumo Pontífice, mantuvo una guerra abierta con el Vaticano,.
Cuando Jorge Decarlini franqueó la puerta de cuatro metros de altura y avanzó hacia la basílica de El Palmar de Troya, no podía imaginarse que en aquella cárcel de almas, rodeada por un muro de un kilómetro y medio de longitud, habría tantos críos. "Predominan los centroeuropeos bilingües", una observación del periodista que sorprende porque la acción se desarrolla en una antigua pedanía de Utrera que se independizó del municipio sevillano hace dos años.
Es Semana Santa y los frailes y monjas procesionan con la Virgen de la Aurora, que tuvo a bien aparecérsele hace medio siglo a cuatro niñas con acento andaluz. Ahora la chavalada alterna a su paso el alemán y el castellano con deje sureño, mientras que a la izquierda observan la imagen los hombres con escapulario y a la derecha, las mujeres con velo. "Al sorprendente número de niños ya le cuesta mantener el decoro", escribe Jorge Decarlini en ¡Milagro! (Libros del K.O.), una investigación sobre esta secta católica escindida de Roma.
"Cuando entré en la finca, de casi doce hectáreas, no me imaginaba que hubiese tal cantidad de menores, pero entonces confirmé con mis propios ojos que la Iglesia palmariana induce a sus fieles a tener muchos hijos para que haya cantera. Cuantos más, mejor, por lo que los animan a procrear", explica el escritor gaditano, quien señala que algunas camadas rondan la decena de cachorros. Ninguna novedad en otros credos, aunque aquí y ahora cobra más sentido: esta orden cismática ha ido perdiendo devotos, por lo que esa medida se suma a la recuperación de antiguos miembros para la causa.
Pero vayamos al principio, cuando en marzo de 1968 la virgen se le apareció a cuatro niñas en medio de la nada. Una visión que se repetiría con dos beatas elegidas desde las alturas, a las que se sumaría una tercera que recibió la comunión de la mano de Jesucristo. Crédulos y creyentes acudieron al lugar, escenario de sucesivos arrebatos místicos. Aquello parecía una rave donde corría, más que el éxtasis, el ácido lisérgico. En vez de la cabina de un pinchadiscos, instalaron un altar. Y, cuando parecía que la temporada llegaba a su fin, en octubre Clemente y Manolo se convirtieron en los DJ residentes. Que rule la rula…
El primero trabajaba como contable en una compañía de seguros, pero paradójicamente sería el segundo, abogado, el que llevaría las cuentas de la Iglesia Cristiana Palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz en Compañía de Jesús y María. O sea, Clemente hablaba con Dios y Manolo estafaba a todo dios. "Uno era la fachada porque resultaba convincente y el otro, el cerebro que movía los hilos por detrás, encargado del ideario y de la organización", añade Decarlini, convencido de que ambos se necesitaban mutuamente y que, en solitario, la Iglesia palmariana hoy no existiría. El desparpajo y las habilidades sociales de Clemente Domínguez se complementaban con las dotes doctrinales y contables del ideólogo Manuel Alonso Corral.
El primero sería papa del rebaño herético, pero sin el consentimiento del segundo no se hacía nada. Sí, papa: los dos espontáneos, quienes habían llegado a aquel paraje por curiosidad, sacaron tajada de las apariciones marianas, desplazaron a los primeros visionarios y terminarían fundando una Iglesia al margen del Vaticano. Para ello, Clemente aseguró que se comunicaba con Dios —desconocemos a través de qué medio, aunque hoy se supone que lo haría por Whatsapp—, quien le enviaba estigmas por mensajes: unas llagas de crucificado en las palmas de las manos o una cruz en la frente, rollo Cecilio G.
El arzobispo de Sevilla rechazó desde el principio que todo aquello fuera un milagro, pero la fe mueve montañas, incluidos los Alpes suizos. El Palmar de Troya se convirtió en un destino de peregrinación desde toda Europa, aunque las apariciones calaron sobre todo en los ojos incautos ojos de alemanes, suizos y austriacos, antes de fijarse en las retinas suramericanas y africanas. Los ofrecidos, claro, ofrecían también su dinero y aquel humilde altar terminaría siendo una fortaleza rodeada de murallas donde quien entraba no salía. Y, si osaba hacerlo, era excomulgado, expuesto al diablo y repudiado por su familia.
Decarlini relata cómo al calor de las apariciones marianas acudieron "católicos de postín" desde varias ciudades españolas "como moscas a la miel", por lo que se desató una lucha para controlar la finca. La performance de la virgen ya no era un juego de niñas, ni tampoco de iluminados, porque un menda con tattoos sobrenaturales impresos en su cuerpo era cosa seria. Y el —ni pizca de— santo extático Clemente recurrió a un arzobispo vietnamita para que lo ordenase como obispo. Luego se quedó ciego en un accidente de tráfico y, valga la paradoja, tuvo una visión: Jesús coronándolo papa y sucesor de Pablo VI.
Rebautizado como Gregorio XVII, consideraba que la hoja de ruta del Vaticano se había desviado, por lo que a partir de entonces todos los caminos conducían a El Palmar, no a Roma. El rechazo al aggiornamento del Concilio Vaticano II supuso una regresión al catolicismo troglodita y, entre los preceptos, además de dar la misa en latín, las mujeres debían cubrir el pelo con un velo y tenían prohibido usar pantalón. Una anécdota en comparación con las barbaridades que tendrían lugar dentro de la congregación, aunque entre sus páginas de oro figuran la excomunión del rey Juan Carlos I y la canonización de Franco, Primo de Rivera o Carrero Blanco, el único que realmente alcanzó los cielos.
"Clemente se supo aprovechar de un contexto histórico concreto, cuando se produjeron cambios en la liturgia que contrariaron a muchos católicos. Entonces se inventó una teoría conspirativa que los convenció: Están envenenando a Pablo VI, encerrado en una mazmorra, y quien da la cara es un doble que corrompe la Iglesia contra el criterio del verdadero papa, vendría a decir", explica Decarlini, quien subraya que la aparición se habría quedado en una historieta perdida entre las visiones que proliferaron durante el franquismo si no fuese por la personalidad de Clemente y Manolo, quienes eclipsaron a las precursoras.
Así, hay niñas de Fátima o de Lourdes, pero no de El Palmar, donde Gregorio XVII sacaba tiempo, entre trago y trago, para ordenar cardenales a destajo y, de paso, excomulgar al anticristo Juan Pablo II. Él se paseaba tan pancho por la Feria de Abril de Sevilla rodeado de su séquito y se cogía unas cogorzas de órdago en bares y restaurantes de la capital. Iba tan ciego que Manolo tuvo que tomar cartas en el asunto. "Controlaba sus desmanes para que no afectasen a la credibilidad de la Iglesia, porque llegó a oficiar misa visiblemente borracho", asegura el autor de ¡Milagro! Éxtasis y sombras en El Palmar de Troya.
Decarlini señala que a Clemente le traía sin cuidado la mala fama que había cosechado en la provincia, una vida extramuros que no se correspondía con la férrea disciplina establecida dentro, un régimen esclavista donde la explotación laboral era manifiesta y la sexual, difusa, aunque con testimonios que corroboran los abusos. "Le gustaba mucho disfrutar de los placeres de la vida, pero la ceguera lo sumió en una depresión absoluta y llegó un momento en que vio que su papel en la organización era nulo", apunta el periodista.
Fieles explotados
La Iglesia palmariana se vale de él para exhibirlo públicamente cuando procedía, sobre todo durante los actos y ceremonias importantes. Gregorio XVII es una sombra de sí mismo, recluido en El Palmar hasta que a Manolo le interesaba llevarlo de gira por España y Europa para captar adeptos. Queda relegado y ya solo es la cara visible de la secta, un mero papel representativo que alterna con sus tremendas melopeas de hotel en hotel —aunque le chiflaban los paradores—, como puede verse en el documental El Palmar de Troya (Movistar+), dirigido por Israel del Santo.
El que manda de verdad es Manolo, quien de algún modo transige con los excesos de su socio porque ellos no predicaban para el mundo, sino para sus acólitos, que no se enteraban de lo que pasaba fuera. Vivían en una irrealidad paralela, sin contacto con el exterior, más allá de las visitas al banco para que sacasen la pensión. Obviamente, no veían un duro, como tampoco recibían un salario por sus extenuantes jornadas de trabajo porque estaba prohibido poseer dinero. "Una entrega a la causa, a la que le daban su vida, deslomándose durante años", afirma Decarlini.
Si el rol de los sacerdotes que no estaban en la cúpula era residual, las mujeres se limitaban a trabajar y a rezar. Reducidas a mano de obra esclava, su higiene era forzosamente precaria. El autor recoge el caso de una monja que mantuvo relaciones sexuales con un sacerdote en una de las torres de la basílica, aunque el hermetismo y la dificultad para obtener testimonios de primera mano lo llevan a apelar a la prudencia: "No hay constancia de abusos a mujeres". Daniel Boluda, subdirector de El Palmar de Troya, se remite al análisis del psicólogo clínico Miguel Perlado, quien se plantea en el documental "hasta qué punto hay consentimiento sexual cuando estás sometido por una secta".
Enrique Moyano, un electricista arrepentido, asegura en el libro que en los conventos algunos sacerdotes "mantenían relaciones homosexuales con cardenales de las altas esferas o entre ellos mismos, bien por ascender un poco más o bien porque lo necesitaban". Decarlini denuncia la hipocresía y la doble moral que imperan en la Iglesia palmariana, como le relató un exobispo catalán: uno de los amantes de Clemente, el padre Nicolás, buscaba "jovencitos y criaturas". Boluda añade que el propio papa intentó "echarle mano a un chaval", aunque deja claro que no pudo contrastar "su imagen como violador".
Tampoco incluyó en el documental los abusos sexuales cometidos por su amante y encubiertos por la jerarquía porque las fuentes eran indirectas. "En todo caso, Clemente tenía la mano larga y sus tocamientos y proposiciones sexuales eran conocidos". El maltrato que sufrían los mayores tampoco está completamente atado, si bien hay testimonios que aluden a "una relación con el tratamiento de la enfermedad negligente". Según el jefe de investigación de la serie documental, "no se trataron cánceres y hubo una negación del auxilio médico, que incluye a las mujeres que no recibieron asistencia pese a las dolencias causadas por permanecer mucho tiempo arrodilladas".
Pese al machismo dominante, el sometimiento a los sacerdotes, la explotación laboral y los abusos sexuales no confirmados, las mujeres permanecían enganchadas a la secta y no se planteaban una huida o liberación. "Quien se quejaba, ¡a la calle! Un drama para ellas, porque estaban alienadas, aunque quienes lograron salirse denuncian el lavado de cerebro", añade Decarlini, quien escribe que el padre Sebastián murió porque estaba enfermo y Clemente se negó a que le diesen una dieta especial. "Un antiguo miembro encargado del cuidado de los ancianos percibió una desidia absoluta y muy poco interés en prestarles asistencia, por lo que algunos fallecieron".
Tampoco había escape para los hombres, repudiados por sus familias si osaban dejar El Palmar de Troya. "Si se atrevían a hacerlo, rompían la relación", subraya Decarlini. También pesaban las amenazas de la cúpula eclesiástica. "Jugaban con ellos, los presionaban y les hacían creer que fuera sus vida desaparecería. Unas prácticas intimidatorias que alcanzaban la sublimación cuando los fieles tenían dieciocho años, habían nacido dentro de la Iglesia palmariana y solo conocían eso", añade el autor de ¡Milagro! "Por eso algunos han necesitado ayuda psicológica cuando salieron a un mundo que desconocían".
Del éxtasis del documental al milagro del libro
El libro ¡Milagro! Éxtasis y sombras en El Palmar de Troya llega a las estanterías un año después del estreno del documental, que recurre a la ficción para reflejar, por ejemplo, las juergas etílicas de Clemente, pues solo existen unas imágenes reales grabadas en vídeo durante una de sus giras europeas. "El formato era necesario porque hay muy poco archivo en comparación con otros trabajos como Wild Wild Country y, sin esa escenificación, sería imposible reflejar algunos hechos. Lo fundamental es que el resultado de Israel del Santo y su equipo fue excepcional", detalla Daniel Boluda.
El subdirector del documental ya había abordado el tema, pero consideraba que se quedó en la superficie. El fenómeno no solo traspasó las fronteras españolas, sino que tuvo mayor arraigo en el extranjero. "Recaudaron dinero a espuertas porque su sistema de captación era muy hábil: mandaban a delegados a localidades de Europa donde se habían producido otras apariciones y allí relataban que existía un pueblo de España donde estaban sucediendo en directo. Eso les reportó financiación entre gente potentada, aunque también entre quienes daban más de lo que tenían".
La historia, según él, no se había contado bien del todo. "Es como el Guadiana, que aparece y desaparece cuando surge una noticia interesante. Sin embargo, era necesario un trabajo documental desde sus orígenes hasta la actualidad, fundamentado en testimonios de personas que lo habían vivido de primera mano", añade el también encargado de realizar las entrevistas. Durante el trabajo de campo, conoció a Louise-Henri Moulins, en su día obispo Zacarías. "Te hablaba de Clemente con una fascinación tremenda y mucha otra gente reconocía que cuando lo veían en acción durante los éxtasis se quedaba prendada, como si él fuera la verdad", rememora Boluda, cuya conclusión fue clara: la Iglesia palmariana es una secta.
"La gente a la que preguntamos no tiene ninguna duda, porque cumple los requisitos, incluidos el uso de técnicas de persuasión coercitiva. Una vez que te convencen, ya no eres libre", afirma el guionista. Les inoculan en el cerebro que solo en el Palmar se van a salvar, que fuera de él todo es pecado. "A eso súmale la figura de un líder carismático, que pese a llegar al lugar meses después de las apariciones tiene unas visiones increíbles, aderezadas por estigmas espectaculares, hasta que lidera la Iglesia y termina llevando su discurso a la lucha contra el comunismo y a la confrontación con el Vaticano".
A Clemente, fallecido en 2005 a los 58 años, le sucedieron en la una, santa, católica, apostólica y palmariana los antipapas Manuel Alonso Corral (San Pedro II Magno), Sergio Ginés María (Gregorio XVIII) y el suizo Markus Josef Odermatt (Pedro III). Si la historia de esta Iglesia herética es delirante, la biografía de Ginés no es menos disparatada. Tras poner fin a su papado en 2016 para casarse por lo civil con su novia, quien fue monja antes de posar desnuda en la portada de la revista Interviú, aseguró que todo había sido un "montaje". Dos años después, intentó robar junto a ella en la basílica: enmascarado, trepó el muro, se lio a cuchillazos y terminó herido en el hospital.
Algunas voces sostienen que El Palmar de Troya no solo está en decadencia, sino que también atraviesa problemas económicos. Eso los ha llevado a promover su labor de proselitismo para captar fieles a través de internet, aunque al tiempo tratan de recuperar a miembros que habían dejado la congregación. Otros podrían estar deseando escapar del templo-prisión, pero son conscientes de que su decisión provocaría un doble cisma. "Sus familias los repudiarían, porque incluso ahora hay padres que no se hablan con sus hijos, quienes no pueden heredar si no son palmarianos", explica Boluda.
La frontera entre adentro y afuera, según él, cada vez es más sólida, hasta el punto de que "no pueden convivir con una persona que no profese su fe". Medidas que fueron llevadas al extremo por el papa Ginés, algo que no extraña en un pontífice que se casó con una monja. Y, en su desesperado intento de meter a la mayor gente posible dentro, Pedro III está ofreciendo casas gratis a los devotos y se ha abierto a las redes sociales, aunque en El Palmar los hermanos carecen de conexión.
"Antes la red era el diablo, pero ahora tienen una web traducida a diez idiomas, todo sea por sumar fieles y recaudar fondos", explica Decarlini, quien cree que en la actualidad resulta difícil captar nuevos adeptos. "Hoy es complicado que su mensaje cale, de ahí que el primer caladero sea el de los antiguos miembros que se fueron tras pelearse con Ginés. Por eso intentan que regresen las ovejas descarriadas del rebaño". La operación retorno ha comenzado,.
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Informe Robinson - Fútbol - La Champions League, renovada y caótica, abre el telón ,.
Fútbol - La Champions League, renovada y caótica, abre el telón,.
36 equipos, un solo grupo y ocho jornadas por delante estrenan el nuevo formato de la Copa de Europa,.
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El mejor fútbol del mundo está de vuelta. Regresa la Champions League, la máxima competición a nivel de clubes. Aunque lo hace completamente renovada, con un nuevo formato que costará trabajo insertar en el imaginario colectivo. Parafraseando a Alfonso Guerra, a la Copa de Europa no la reconoce «ni la madre que la parió». A partir de mañana, aficiones repartidas por todo el Viejo Continente tendrán en la gran final de Múnich un objetivo, una ilusión o un sueño.
Son 36 los equipos que conforman la nueva Liga de Campeones, cuatro más respecto a las ediciones del último cuarto de siglo. En vez de estar repartidos en distintos grupos, todos ellos están aunados en uno solo, denominado por la UEFA como fase liga. Para establecer la clasificación final, cada uno disputará ocho encuentros ante ocho rivales diferentes, cuatro de ellos como local y cuatro como visitante. Las fechas tendrán lugar, como de costumbre, entre martes y miércoles, a excepción de la primera, que se alarga desde mañana hasta el jueves, y la última, en la que todos los partidos se disputan en horario unificado el 29 de enero.
Una vez finalizada la fase liga, tendrá lugar la última novedad del formato. Los ocho primeros clasificados ya estarán en los octavos de final, mientras que los doce últimos quedarán eliminados, sin opción de disputar la Europa League al haberse suprimido el trasvase entre las tres competiciones europeas. Entre medias, del noveno al vigesimocuarto se enfrentarán en una ronda eliminatoria de play-off, a doble partido, para clasificarse a octavos. Una vez queden resueltos los dieciséis equipos que forman el cuadro, la Champions se desarrollará como lo ha hecho los últimos años: octavos, cuartos y semifinales a doble partido antes de la final de Múnich.
A pesar del lavado de cara tan profundo que supone el nuevo formato, los protagonistas se muestran reservados a la hora de evaluarlo. Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, defendió la nueva Copa de Europa y de forma velada atacó a los impulsores de la Superliga. «Estamos totalmente comprometidos con la defensa del principio de competiciones abiertas, con una clasificación basada en el mérito deportivo», a lo que el dirigente añadió que se trata de «otra prueba más de que el fútbol europeo está más unido que nunca». Carlo Ancelotti, uno de los pocos en hacer pública su opinión, mantuvo que «algo nuevo puede ser bueno», pero le costaba entender que aumente el número de partidos, que se suman a un más que saturado calendario.
Precisamente, será su Real Madrid el encargado de inaugurar la participación del fútbol español en la nueva Champions. El vigente campeón de Europa inicia mañana su camino hacia la decimosexta. A pesar de un dubitativo inicio liguero, con la gran baza de Mbappé, el conjunto blanco vuelve a partir como uno de los dos grandes favoritos, junto a su conocido enemigo el Manchester City, para revalidar el título. El primer paso, recibir en el Bernabéu al Stuttgart, que la temporada pasada finalizó segundo en la Bundesliga, por encima de Bayern, Leipzig o Borussia Dortmund, solo por detrás del inalcanzable Bayer Leverkusen.
Debut galáctico
Le seguirá el miércoles el Girona, que viaja a París para debutar en competición europea en el Parque de los Príncipes. Los de Míchel, que fueron incapaces de retener a sus futbolistas más diferenciales, se miden al PSG de Luis Enrique, huérfano de estrellas mundiales tras la salida de Mbappé, pero con una calidad indiscutible, con nombres como Dembélé, Asensio, Fabián Ruiz o Barcola.
El jueves será el turno de Atlético de Madrid y Barcelona, que sufrieron sendas decepciones la campaña pasada al ser eliminados en cuartos. Los de Simeone, tras un dispendioso verano, se encomiendan a las caras nuevas, sobre todo la de Julián Álvarez, para regresar a las cotas más altas del fútbol europeo. La primera piedra en su camino, el Leipzig. Un equipo siempre belicoso -como pudo comprobar recientemente el Madrid- y, aun sin Dani Olmo, con jugadores diferenciales como Openda, Sesko o Xavi Simons.
El conjunto azulgrana, cuyo inicio en Liga no ha podido ser más ilusionante, pretende trasladar las grandes sensaciones que desprende en España a Europa. Liderados por el excelente estado de forma del tridente formado por Lamine Yamal, Olmo y Raphinha, los de Flick se estrenan en Mónaco. Un equipo físico y competitivo, sin grandes caras conocidas a excepción del suizo Embolo, que supone una interesante piedra de toque para apreciar hasta qué punto ha crecido este Barcelona.