sábado, 9 de diciembre de 2017

DESAYUNO - CENA - SABADO - ENREDATE ¡ QUE HAY DE NUEVO ! - Jacques Lowe - INVENTANDO A LOS KENNEDY,./ REVISTA MUJER HOY DE CERCA PORTADA - ENTREVISTA - ANA BELEN,.

TITULO: DESAYUNO - CENA - SABADO - ENREDATE ¡ QUE HAY DE NUEVO ! - Jacques Lowe - INVENTANDO A LOS KENNEDY,.

DESAYUNO - CENA - SABADO - ENREDATE ¡ QUE HAY DE NUEVO ! - Jacques Lowe - INVENTANDO A LOS KENNEDY, fotos.

 - Jacques Lowe - INVENTANDO A LOS KENNEDY,.

El entonces senador Kennedy desayuna con su esposa y su consejero Steve Smith en Pendleton (Oregón), en 1959. No había anunciado su intención de ser presidente. | © The Estate of Jacques Lowe

Construir un presidente,.

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El fotógrafo Jacques Lowe siguió a Kennedy en su camino hacia la Casa Blanca por encargo del patriarca Joe. Documentó momentos íntimos en los que las cámaras de otros se encontraban muy lejos. Pudo estar y que le dejaran estar
Resultat d'imatges de cafe con tostadas de aceiteGestos, sonrisas, dudas, concentración, relax, tensión... El fotógrafo Jacques Lowe (1930-2001) nunca formó parte de la plantilla de la Casa Blanca pero tuvo un contacto muy especial con los Kennedy. Documentó los momentos en los que las cámaras de otros se encontraban lejos. Pudo estar y que le dejaran estar, y sus imágenes ayudaron a crear la leyenda del primer presidente moderno de EEUU, desde sus primeros pasos hacia el Despacho Oval. Con la bendición, además, del mismísimo patriarca, a través de una llamada de teléfono inesperada. Primavera de 1958: «Soy Joe Kennedy. Hoy es mi cumpleaños y Bobby me ha regalado las fotos que usted le hizo a su familia. [...] Son el mejor regalo que me hayan hecho nunca. Quiero que me prometa que fotografiará también a mi otro hijo. [...] A John».
Su objetivo captó cómo fue creciendo la popularidad el joven senador por Massachussets, su incansable recorrido por estados que no le eran afines o las primarias del Partido Demócrata que le convertirían en candidato a suceder a Eisenhower. También la mirada recelosa de Bobby Kennedy a Lyndon B. Johnson, en presencia de su hermano, cuando supo que el antiguo contrincante, del sur, sería el vicepresidente; los autógrafos de Jackie durante la campaña presidencial de 1960, en la que se involucró al 100%, la soledad de los tiempos muertos o los juegos con la pequeña Caroline...
Resultat d'imatges de una baquett de pollo y tomatePero, como todo lo que tiene que ver con el clan, su trabajo se tiñó de esa maldición que suele asociarse a la familia política más importante de EEUU. Poco antes de su muerte, Lowe confío a su hija Thomasina que velara por su legado: 4.000 negativos sobre JFK que había guardado en 1999 en una caja fuerte de JPMorgan situada en el edificio 5 del World Trade Center neoyorquino. Cuatro meses después de ese encargo, los negativos quedaban destrozados en el 11-S.
Thomasina vivía a unas manzanas de las Torres Gemelas y se planteó si debía acudir a salvar lo que pudiera del material. Sabía que su padre lo hubiese hecho: «El destino dictó que la decisión no la tomase él, sino yo. Elegí mi seguridad personal. Aún hoy me obsesiona el dilema en que me encontré inmersa aquel día», escribe en el prólogo del libro 'Kennedy. El álbum de una época' (La Fábrica), que se ha publicado en España con ocasión del 50 aniversario del magnicidio, y en el que se recogen las fotografías de Lowe acompañadas de la intrahistoria que da contexto a esas imágenes.
Un volumen que tiene relación directa con aquel jueves terrible de 2001 y la pérdida del archivo de su padre. Thomasina supo encontrar una solución que aliviaría su tragedia familiar y en la que ha trabajado desde entonces: recuperaría todas las copias de las imágenes de su padre (Lowe imprimió a última hora algunas de sus favoritas) y las hojas de contacto, donde está el trabajo sin pulir de los fotógrafos.
De este modo, los gestos, la sonrisas o las tensiones de los Kennedy no se borrarían, y los recuerdos de su padre sobre cómo se tomaron aquellas instantáneas acompañarían la parte gráfica. Esas memorias proceden de testimonios inéditos que el fotógrafo grabó antes de morir, extractos de las presentaciones que él hacía en la inauguración de sus exposiciones, sus libros y las historias que compartió con su familia. Con esas fuentes, los editores han hilado el relato cronológico de esos recuerdos personales, tratando de mantener el tono informal que habitualmente utilizaba.
El libro se inicia en el momento en el que Lowe conoció al entonces senador y a su esposa, y la primera fotografía célebre del equipo que formaron: una tomada en Hyannis Port (Massachussets), en 1958, en la que la todavía hija única Caroline se mete en la boca el collar de perlas de su madre, y que sirvió de tarjeta para aquella Navidad. Prosigue con su camino hasta que logra ser candidato, su carrera por la Presidencia, la victoria estrecha frente a Nixon y la investidura, los mil días de Presidencia y el funeral en Washington. Él no estaba en Dallas:

«Era el 22 de noviembre de 1963, por la mañana. Yo había terminado una sesión fotográfica comercial en Central Park para un anuncio de Volkswagen y dos horas después me esperaba otro trabajo en mi estudio, donde debía fotografiar a un cuarteto de jazzistas negros. Decidí dar un paseo en dirección al centro por la calle 29. Me encontraba a la altura de la Sexta Avenida cuando noté que algo extraño ocurría. No me percaté de qué era hasta que me di cuenta de que apenas había tráfico. Todos los coches se habían detenido junto a las aceras y la gente se había bajado. Me acerqué a uno de los coches; unas cuantas personas escuchaban la radio en corro.
Qué pasa.
Pregunté al conductor.
Han disparado al presidente.
No supe de qué hablaba.
¿A qué presidente?
A Kennedy.

Se me erizó el vello de la nuca y un escalofrío me recorrió la espalda. Salí corriendo. Cerca ya del estudio, uno de los tenderos de la calle que sabía de mi relación con el presidente me gritó: 'Está bien. No está muerto. ¡Está bien!'. Subí las escaleras a toda velocidad. Cuando vi a los músicos y a mi secretaria envuelta en llanto, supe que había muerto.
Viajé a Washington esa misma noche. En el despacho de Pierre Salinger de la Casa Blanca fui testigo de la terrible e impactante consecuencia el asesinato de Kennedy, el del propio Lee Harvey Oswald, emitido en directo por la televisión. Antes del funeral, me reuní con Robert y Ethel. Era imposible que pudiese hablar con Jackie, pero caminé junto a ella durante parte del cortejo. Al final de ese día, mientras se ponía el sol, hice mi última foto de John Kennedy». 

TITULO: REVISTA MUJER HOY DE CERCA PORTADA - ENTREVISTA - ANA BELEN,.

  ENTREVISTA - ANA BELEN,fotos.

Ana Belén: "Vivo bien porque me lo he ganado",.

Ha sido la que cantaba al hombre del piano, la camisa blanca de nuestra esperanza, la niña de agua que se mantenía a la sombra de un león mientras solo le pedía a Dios derroche de besos y ternura, ya fuera desde una muralla o desde la Puerta de Alcalá. También la que sobre las tablas se ha transformado en Fedra, la Bella Helena, Medea, Electra o la Gallarda de Alberti, y la que en la pantalla se convirtió en el rostro de Fortunata, el cuerpo de la pasión turca, una musa en la corte del faraón, la hija de Bernarda Alba y el amor del capitán Brando. Todo esto y mucho más ha logrado ser Ana Belén, que nació hace 65 años, hija de un cocinero y una portera.
Con medio siglo de carrera a sus espaldas, nadie puede dudar de que estamos ante una especie de Barbra Streisand latina infinitamente más activa y accesible. Como llegó al mundo en el número 11 de la calle del Oso (Lavapiés, Madrid), le propusimos volver a aquel punto de partida y posar en las esquinas donde creció. Admite que ha estado por las inmediaciones no hace mucho pero que han pasado años desde que pisó esa calle por última vez. "Hoy me he dado cuenta de lo pequeña que es y lo grande que nos parecía a nosotros, y cómo pintábamos en ella las viñetas de los tebeos que cambiábamos por 20 céntimos. Podía pasar un coche cada cinco horas", recuerda.
Mientras los fotógrafos preparan el montaje en la calle, Ana Belén pasea hasta la puerta del que era su edificio, hoy rehabilitado y casi desconocido para ella; entra hasta el fondo del número 19, un portal con señorío donde vivía su amiga Mari Carmen y parece que un primer noviete ("bueno, una tontería, jugábamos al rescate y ella me decía: 'fulanito está por ti'"). Bautizada como Pilar Cuesta, es el vivo ejemplo de que cuando el destino te tiene algo preparado no hay escapatoria: en el 12 de la calle del Oso, frente a su ventana, vivía un profesor de piano que la ayudó a despertar su pasión musical. Y girando la esquina estaba el cine Pavón (hoy teatro Kamikaze), donde su madre la dejaba con sus hermanos, Eugenia y Julio, los domingos por la mañana para ver una película por 3,50 pesetas en sesión continua. "Si entonces me dicen que voy a estar aquí a mi edad, haciéndome fotos con estos vestidazos...", reconoce.
Ha llegado a la edad de la jubilación con Víctor Manuel, su pareja desde hace 45 años, dos hijos y dos nietos, y a pleno rendimiento: acaba de rematar el reencuentro musical 20 años después de El gusto es nuestro, estrena La Reina de España de Fernando Trueba el 25 de noviembre, está en las librerías con la reedición de su biografía Desde mi libertad, de Miguel Ángel Villena (La Esfera de los Libros), y en febrero recibe el Goya de Honor a su carrera. ¿Alguien da más?
Trabajar o morir.
He colaborado con muchos actores de otra época, maravillosos y mayores, muy mayores, pero siempre en activo no porque lo necesitasen, sino porque en eso consistía su vida. Y eso me ocurre a mí. En muchos casos, fue dejar de hacer teatro y al poco tiempo morirse. Antes pensaba que una persona de más de 60 era mayorcísima, pero cómo ha cambiado todo...
Y por fin el Goya.
Llegará esa noche, sé que me lo llevaré y estaré cagada como en cualquiera de las cinco nominaciones. Sé que me embargará la emoción y será terrible, porque no quiero olvidarme de nadie. Pero que estén tranquilos en la Academia: tengo tensión de escenario y control de los tiempos. Sé cuando algo es largo y el sentido de la medida es fundamental para no aburrir.
'La Reina de España'.
En esta película hago una colaboración que llega 12 años después de mi último trabajo en el cine, y lo echo de menos porque me encanta. Pero me gusta más interpretar, y ahí está el teatro y su otro sentido de la distancia. En una de las escenas llevo un vestido azul que se puso Ava Gardner en La condesa descalza y que trajeron de Italia. Me quedaba bien, aunque por aquí arriba (se señala el pecho) me iba un poco grande...
Cine soñado con Almodóvar.
Puede que el papel de mi vida esté por llegar, quién sabe. Paco Rabal, por ejemplo, fue convirtiéndose en un mejor actor en la medida que se fue haciendo mayor. ¿Con Pedro? Hemos tenido dos intentos, Matador y La flor de mi secreto, pero no pudo ser. Si a una tercera va la vencida me encantaría, evidentemente.
Esa mujer seria que va por ahí...
No soy triste ni nunca lo he sido. Pero el gesto a veces..., mis ojos no echan chiribitas y tienden a expresar melancolía, pero tengo sentido del humor y me gusta mucho una broma. Eso sí, soy muy responsable. Si te toca trabajar con 13 años y te pagan por ello, ¿cómo no vas a serlo, sabiendo que tu sueldo entraba en casa y se recibía como oro?
La ambición por bandera.
¿Ser ambiciosa es malo? Porque a veces se dice de una forma... Mi ambición nunca han sido los vestidos, las fotos ni una casa en Miami. Vivo bien porque he trabajado y ganado para poder hacerlo, lo absurdo sería vivir mal con todas las cosas que me he jugado en esta profesión. Sí, soy ambiciosa porque quiero trabajar con la gente que quiero y estar ahí.
Ese oscuro objeto del deseo.
Haber sido la mujer más deseada de España va unido a dedicarme a esto. Pongamos las cosas en su sitio: he viajado a países donde no me conocían y nadie se ha girado por la calle a mirarme. Bueno, quizá en Italia a lo mejor, pero es que allí con que lleves falda...
Perseguida por los 'paparazzi'.
Eso de que a quien no quiere no le siguen es mentira. Yo lo conseguí a base de berrinches. Hubo una época muy jodida cuando tuve a mis hijos. Un día llevaba a casa a Marina del colegio y vi una moto en mitad de la calle. Dejé a la niña en casa de mis padres y enfilé como un pistolero. Al pasar al lado los agarré y tiré la moto y a los dos al suelo. Uno de ellos fue a refugiarse en la peluquería de la esquina, que resultó ser a la que iba yo. Intentó llamar por teléfono pero la dueña no le dejó. Qué mala suerte tuvo.
La sustituta de Sabina.
Hace 20 años El gusto es nuestro se iba a llamar Las cuatro estaciones y el proyecto se forjó en reuniones en casa. Víctor, Miguel, Serrat y Sabina lo tenían todo casi atado pero Joaquín al final se cayó. Y fue Juanito [Serrat] quien propuso que fuera yo. Se lo contó a Víctor y le pidió que me lo propusiera él. Acepté. Dos décadas después ahí estamos otra vez.
Dos atentados con bomba.
Coincidió con nuestro primer viaje a Cuba. Me enteré allí de que había estallado una bomba en nuestro chalet. Al poco lo vendimos y nos mudamos a un apartamento mientras construíamos una casa en Torrelodones, y allí pusieron otra. Decidimos quedarnos en el centro porque nació David y teníamos miedo, estábamos muy señalados. Era gente de Fuerza Nueva y su único objetivo era destruir.
PSOE, la historia se repite.
Tengo una opinión clara de lo que ocurre en el PSOE, como la tenía de lo que pasó en el PCE. Es una putada que el aparato finalmente se convierta en el dueño de un partido, pues aunque este sea necesario para su funcionamiento no se puede dejar solo en sus manos. Tal y como está la sociedad, deben ser más dinámicos. Le está pasando a Podemos desde que es partido: hay una estructura. Y recuerdo que el PCE se acabó por el aparato, por la gente que estaba en la organización del día a día.
Hacienda somos todos.
He tenido unas cuantas inspecciones. Y cuando Hacienda llama tiembla, porque siempre hay un fleco por ahí que se te ha podido escapar. Pero nada grave.
El director dictador.
Cuando rodé Zampo y yo, con 13 años, decía el director, Luis Lucia, que yo era la única niña con la que trabajaba que no le quería. Era lo peor, gritando e insultando, y luego pretendía que le diera dos besos al despedirme. Vamos, yo lo que quería era irme corriendo con mi padre...
Soltera por mucho tiempo.
Aquella boda en Gibraltar en 1972 fue por contentar a las familias, y nunca legalizamos los papeles. Así que estoy oficialmente soltera. Alguna vez hemos hablado con amigos de si hacíamos algo colectivo, pero le digo a Víctor: 'Más vale no tocarlo a ver si lo vamos a joder...'

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