- -foto-Eugenia Silva, que dará a luz en una semanas, lleva vestido de Roberto Torretta en el número 779, de la portada de Mujer hoy.A falta de unas semanas para dar a luz, no ha disminuido ni un ápice su ritmo... ni piensa. Esta “top” inteligente, sofisticada y alérgica a los estereotipos afronta con ilusión su nueva etapa como mamá.Eugenia Silva nos recibe con una sonrisa y, a renglón seguido, comenta que se encuentra en uno de esos momentos de la vida en los que está feliz por todo y parece ver signos evidentes de armonía en cada suceso de este mundo. Relajada, dice que no es persona que se marque objetivos en la vida: “¿Para qué? Al final las cosas pasan si tienen que pasar”. Tal vez sea así. La verdad es que nadie apostaba por su reconciliación con Alfonso de Borbón y, mucho menos, por este final feliz.
“No suelo hacer planes. Es cierto que puedes poner una serie de cosas de tu parte o tener cierta predisposición favorable a que suceda algo, pero al final la vida y el destino te van marcando, no tienes la última palabra. En mi caso, prefiero dejarme llevar por las circunstancias y disfrutar”.
Sin bajar el ritmo. A falta de unas semanas para dar a luz, se atreve con unos tacones de aguja de 10 centímetros. Está claro que ha venido a trabajar y los “stilettos” son parte de la vida profesional de una modelo. Viéndola, se diría que estamos ante un embarazo modélico; parece haber ganado los kilos justos que necesita el bebé para crecer sano. No se aprecia en ella ni un mínimo signo de cansancio o de inflamación. Y tampoco ha variado mucho su rutina en los últimos meses.
Ha seguido cumpliendo con sus compromisos en Nueva York, París o Madrid y, de momento, su agenda apenas ha disminuido el ritmo. Ha presentado su primer libro, “Las cuatro estaciones”, actualiza su blog con la frecuencia habitual, la tienda virtual para fomentar el trabajo de los jóvenes diseñadores va por buen camino, sigue haciendo publicidad, es embajadora de varias marcas –como Oral B, en la campaña “Sonreír está de moda”–, y sigue con su productora audiovisual y su restaurante Can Toni, en Formentera, que está a punto de inaugurar nueva temporada. “La verdad es que, por ahora, he podido con todo y mi vida no ha cambiado demasiado”, confirma.
Una madre del siglo XXI. Lo que tiene muy claro es que no quiere ser una de esas mujeres que no pueden ser otra cosa que madres. “No creo que encaje en ese prototipo de mujer que cuando tiene un niño deja todo lo demás atrás. Durante el embarazo he seguido trabajando, viajando, haciendo mi vida normal, cumpliendo con mis obligaciones, y no tengo intención de que eso cambie. Me tomaré las cosas de otra manera, pero siempre pienso que todo es compatible. Muchas mujeres en el mundo lo hacen y creo que es la manera de vivir hoy en día”.
El giro que ha dado su vida –con la reconciliación y el embarazo–, ha sido para todos (jura que también para ella) una auténtica sorpresa. La moraleja de esta fábula sería: “Nunca te cierres a una nueva oportunidad”, algo con lo que Eugenia comulga al 100%: “¿Por qué no van a ser buenas las segundas partes? Atravesamos por momentos vitales distintos, las prioridades varían y las personas cambian. No te digo que en su esencia, pero sí sus circunstancias, y eso puede modificar totalmente una situación”, añade.
Trabajadora incansable. Después de varios años de relación, Eugenia y Alfonso decidieron seguir rumbos distintos en 2009. Pero, cuatro años después, en verano de 2013, se les empezó a ver otra vez juntos y muy felices. Ahora esperan su primer hijo como lo haría cualquier pareja, con mucha ilusión y un poco de angustia. “Soy una persona impaciente, siempre quiero conseguirlo todo ya. Pero es cierto que con la edad te tranquilizas un poco, te vas apaciguando... Por otra parte, las cosas muy buenas se hacen esperar, ¿no?”, comenta.
A sus 38 años, conoce de sobra el lado bueno de las cosas. Casi recién cumplidos los 20 llegó a Nueva York y se convirtió en la protegida de Óscar de la Renta. Una amistad que le abrió las puertas de los grandes diseñadores y fotógrafos, como Giorgio Armani, Bruce Weber, Mario Testino o Alexander McQueen. A lo largo de ese periodo, fue cultivando una aproximación intelectual a la moda.
Admite que disfruta trabajando con fotógrafos o estilistas con una cultura sólida como para reconocer en una silueta de un desfile de hoy un guiño a un abrigo de Balenciaga de los años 40 o con diseñadores que vinculan sus creaciones a movimientos pictóricos del siglo XIX. Con los años, no solo no ha dejado de trabajar, sino que cuenta con muchas propuestas: “Pienso que esto sirve para cualquier profesión. Una mujer con experiencia siempre va a saber más de lo suyo, va a estar más segura, lo va a hacer mejor. Yo, la verdad, creo que todo son ventajas”.
Naturalidad. Asegura que la mayor renuncia que ha hecho durante su embarazo ha sido dejar el vino y el jamón. Su físico, por otra parte, es espectacular y cada cosa volverá a su sitio cuando nazca Alfonso –ya se sabe que será niño y se llamará como su padre–. Eso sí, su vestidor se ha llenado de jerséis “oversize” y zapatos planos, y mientras llega el momento, espera tranquila “sin pedir consejos a nadie, ni leer libros sobre bebés o buscar información en Google”.
Como ya ha asegurado en varias ocasiones, llevará el asunto de la prensa con total naturalidad: “No pienso pedir que pixelen la cara al niño cuando publiquen una foto en una revista, ni taparlo con mantas. Quiero que sea una persona normal”. Lo único que no se atreve a asegurar es qué tipo de madre será en un par de años. “¡Espérate a ver cómo estoy en dos meses!”, dice entre risas. Luego, tras una pausa, añade: “La verdad es que no tengo ni idea. La suerte es que estoy rodeada de madres geniales, muy trabajadoras, que no han convertido a sus hijos en el centro único de sus vidas, sino que siguen siendo mujeres, novias, profesionales, amigas, currantas, y eso es lo que me gustaría ser a mí también... Pero nunca se sabe, igual la próxima vez solo hablo sin parar de mi hijo”.
- Las mujeres debían casarse y fundar una familia, y nadie pensaba en ellas, salvo casos excepcionales, como el relevo y el futuro de la ...-fotoCelebramos el Día del Padre con cinco progenitores orgullosos. Y con buenos motivos: sus hijas se preparan para tomar las riendas del proyecto familiar al que ellos han dedicado su vida.Hace 50 años, no tener hijos varones (o tenerlos y que no se interesaran por el negocio familiar) era un drama. Las mujeres debían casarse y fundar una familia, y nadie pensaba en ellas, salvo casos excepcionales, como el relevo y el futuro de la empresa de sus padres.
Hoy, las cosas son diferentes. Ya no hay herederos o herederas: los hijos eligen su camino y las mujeres, por suerte, también. Y a menudo son ellas las que dan continuidad al proyecto de generaciones anteriores. Una hija es siempre muy especial para su padre, se dice. Nuestras protagonistas, además, son profesionales de alto nivel, innovadoras, enamoradas de su trabajo, y del legado y los valores de su familia.
Adolfo y Adriana, Tiziana y Valeria Domínguez
Él creó la firma de moda que lleva su nombre. Ellas se han ido incorporando en diferentes funciones.
“Mis hijas aportan vigencia a la marca: hablan con la nueva generación”
Las hijas de Adolfo Domínguez estudiaron en internados y universidades extranjeros y hablan cuatro idiomas. Su padre nunca las preparó para el relevo, pero las tres se han ido integrando en el negocio. Adriana, de 38 años, lleva 10 colaborando en la empresa. Estudió Empresariales e Interpretación y es responsable de los perfumes de la casa; Tiziana, de 28, estudió Bellas Artes y Económicas, y es la directora creativa de la línea juvenil U; Valeria, la pequeña, estudió Ingeniería Robótica Industrial, y es la responsable del comercio multicanal y on line, que ha multiplicado sus ventas un 900%.
Adolfo. “Nunca intenté condicionar a mis hijas, pero les inculcamos que las empresas son instituciones enraizadas en la sociedad y que es una responsabilidad preservarlas y cuidarlas. Es un placer trabajar con ellas, se complementan a la perfección. Valeria es una ingeniera con un gran bagaje; Tiziana, una magnífi ca pintora; y Adriana tiene un mundo propio. Lo digo no solo por cariño sino por respeto profesional. El hecho de que estén en la empresa aporta vigencia a la marca. Yo me comunico con mi generación, pero ellas lo hacen con la siguiente”.
Adriana. “La razón básica por la que estamos aquí es que tenemos algo que aportar. Nuestra involucración se justifica con datos; si no, ni mis padres ni nosotras estaríamos de acuerdo. Somos muy exigentes. ¿El mejor consejo paterno? De pequeñas, nos decía que aburrirse era una elección, y bastante mala”. Tiziana. “Yo aporto mi faceta de creadora. Desarrollamos las colecciones y los estampados en mi estudio de pintura. Lo bueno de una empresa familiar es que conocen tus virtudes y defectos y te dan más responsabilidad desde el primer momento. La desventaja, que debes ser más brillante. Aun así, mucha gente solo ve el privilegio”.
Valeria. “Una empresa familiar no es solo trabajo, es una parte de lo que eres. Pero solo me vi formando parte de ella hace muy poco. Mi padre y yo empezamos a hablar del comercio electrónico. Creo que es un tema generacional que se entiende mucho mejor si formas parte de esa generación”.
Luis y Alejandra Bustamante Están al frente de uno de los estudios de interiorismo más prestigiosos
"Trabajar juntos nos permite estar muy unidos, algo difícil cuando los hijos se casan"
Alejandra es la mayor de los cuatro hijos del interiorista Luis Bustamante, uno de los profesionales más prestigiosos de la “alta costura” del Interiorismo. Él estudió Bellas Artes y fue escultor. Alejandra, por su parte, estudió Comunicación y Producción en Londres. Tiene 27 años, está casada y tiene dos hijos de tres años y cinco meses. Empezó siguiendo a su padre a todas partes y hoy dirige sus propios proyectos. Carlota, la segunda hija de Luis, también estudia Interiorismo y apunta hacia el mismo camino.
Luis. “Me alegré mucho cuando Alejandra me dijo que se estaba planteando profundizar en este mundo. Es muy sensata y sensible, dos cosas esenciales en este negocio. Es una delicia contar con alguien de absoluta confi anza y transmitirle todo lo que has aprendido. Y nos permite estar muy unidos, algo difícil cuando los hijos se casan. Ser padre e hija no ha añadido ninguna dificultad, al revés. Su encaje en el equipo fue inmejorable. Y si yo hubiera visto que no tenía capacidad, habría manejado las cosas para que encontrara su sitio”.
Alejandra. “Siempre me ha gustado el interiorismo, pero cuando eres joven necesitas buscar tu camino. Al volver de Londres, me di cuenta de que era un privilegio que mi padre me enseñara la profesión. Intento empaparme de su talento. No me siento aplastada por su fi gura. Cada uno tiene su personalidad”.
Luis. “Ella aporta aire fresco. Una de las cosas más difíciles e importantes en este trabajo es recomponerse constantemente, experimentar, no estancarse. Por eso, la influencia de Alejandra y su punto de vista son decisivos, muy enriquecedores. Y es muy buena en la relación con los clientes, en guiarlos y resolver problemas”.
Alejandra. “¿Su mejor consejo? “Alejandra, abre los ojos. Siente el espacio, escucha la obra”.
Luis. “¿El futuro? Poco a poco Alejandra debe centrarse en la visión global del estudio. Con el tiempo, ella y quizá Carlota tomarán el testigo”.
Carlos y Xandra Falcó
Produce algunos de los mejores vinos y aceites de España
"Mi hija aporta su gran formación y el amor a la tradición familiar, que es esencial"
La familia de Xandra Falcó lleva 700 años en las tierras que forman Dominio de Valdepusa, en Malpica de Tajo (Toledo), donde está situado el pago familiar. Carlos Falcó, marqués de Griñón, su padre, es ingeniero agrónomo y se inició en la elaboración de vino en 1974, en la finca que acababa de heredar de su abuelo. A él se debe la recuperación de un tipo de producción vitivinícola tradicional y de gran calidad, los vinos de pago.
Xandra comenzó a trabajar con él en 2002, tras un tiempo fuera de España. Está casada y tiene tres hijas, la mayor de 13 años. Se licenció en Marketing y Administración de Empresas y terminó su formación en París y Oxford. Su primer proyecto en Valdepusa fue elaborar un nuevo vino con su padre. Su gran desafío es producir aceite partiendo de una tradición familiar centenaria. Hoy es la directora general de la empresa y la maestra de la almazara.
Carlos. “Sentí una gran alegría cuando mi hija me propuso trabajar conmigo. En una empresa familiar es importante que haya continuidad. El aceite se ha convertido, gracias a ella, en una parte fundamental de nuestro negocio, además del vino”.
Xandra. “El equipo me admitió inmediatamente, por pertenecer a la familia y por haber vivido desde pequeña cómo se hacían las cosas. Eso te da credibilidad”.
Carlos. “Xandra tiene una formación muy sólida y una educación impecable, dos armas muy importantes para enfrentarse al mercado internacional. Pero también el aprecio a la familia y a la tradición, que son esenciales”.
Xandra. “Siempre he admirado a mi padre. Su lema: “No basta con ser bueno, hay que ser diferente para alcanzar la excelencia”. Yo también intento educar a mis hijas en el amor al campo. Es un sentimiento especial”.
Carlos. “Son tiempos difíciles para toda actividad empresarial, pero veo el futuro muy positivo. En los últimos cinco años, hemos pasado de exportar el 50% al 85% de nuestra producción e invertimos una parte en I+D”.
Huberto y María Jesús Domecq
De su empresa salen los toneles donde maduran los mejores vinos de Jerez
"Se ha ganado el respeto de los trabajadores. Y eso es admirable, en un sector tan machista como este".
María Jesús, de 34 años y madre de tres hijos, es la mayor de tres hermanas. Desde que empezó a estudiar Administración de Empresas, tuvo claro que su futuro era la empresa de tonelería que fundó su abuelo, Luis de Domecq y Rivero, en 1935, y continuó su padre, Huberto Domecq e Ibarra. Hoy dirige Hudo S.L., con una plantilla de casi 50 trabajadores, junto a él. Ella es, quizá, el mejor ejemplo de cómo han cambiado las cosas para las mujeres, especialmente en un ambiente conservador como este. Huberto. “No me gusta pensar qué habría pasado si ninguna de mis hijas hubiera querido seguir con la empresa. Creo que la ilusión se va perdiendo con la edad, y a mí me pasa todo lo contrario: la mía crece día a día. Siempre llevo a mis nietos a la fábrica y disfrutan mucho”.
María Jesús. “Al ser la hermana mayor y la única que vive en Jerez, sabía que sería yo quien ayudaría a mi padre. Para mí no es nada difícil trabajar con él. Al revés, qué mejor cosa que conocer bien a tu jefe y poder adelantarte a su pensamiento. Lo fundamental es no mezclar lo personal con el trabajo, y eso lo tenemos claro”.
Huberto. “Mi padre me dejó grabado que con seriedad, trabajo, trabajo y más trabajo es muy difícil que un proyecto fracase. Para mí son muy importantes los principios y la fe y se los he inculcado a mis hijas”.
María Jesús. “Empecé desde abajo, con el encargado de la fábrica. Así estuve tres años. Pasé otros dos en la administración y, finalmente, junto a mi padre, como adjunta a la dirección”.
Huberto. “Ella ha aportado una renovación en la mentalidad, preparación e intuición femenina. Se ha ganado el respeto de todos los trabajadores. Y eso es admirable, en un mundo tan machista como el de la tonelería”.
María Jesús. “Mi padre siempre insiste en que lo esencial es el trabajo, la constancia y la calidad de los productos. Y tener los pies en la tierra, y mantener la calma en los buenos y malos ratos”.
Moppy y Elizabeth Horcher
Forman la tercera y cuarta generación de uno de los restaurantes emblemáticos de Madrid
"Ella lo hace muy bien: compaginar el trabajo y la familia es difícil para una madre"
Otto Gustavo Horcher II (“Moppy”) era hijo único. Su madre solía llevarlo a comer al restaurante que su padre había abierto en Madrid en 1943, como sucursal del fundado en Berlín por su abuelo. Sucedió a su padre con 24 años, y aún hoy, cuando su hija ha cogido las riendas, está pendiente de que las pantallas de las lámparas o los manteles de hilo estén impecables. Elizabeth, de 35 años, es la tercera de sus cuatro hijos y acaba de ser madre por segunda vez. Estudió en la Escuela de Hostelería de Lausanne (Suiza) y está al frente de este local, el primero que introdujo las cuberterías de plata, las copas de cristal o la porcelana de Meissen en Madrid. Moppy. “No insistí para que Elizabeth se ocupara del restaurante. Estoy encantado, asegura una cuarta generación en el negocio, pero fue una sorpresa. Sin ella, es probable que hubiésemos cerrado. Los negocios familiares no suelen durar tanto. Las cosas no permanecen siempre y menos un restaurante como este, con unas características ya poco comunes en Europa”.
Elizabeth. “Le consulto todo, porque aquí “el jefe” sigue siendo él, para todo el equipo. Solo discutimos por cosas sin importancia. Quizá en algunos aspectos yo sea más práctica. Pero él sabe infi nitamente más”.
Moppy. “Nos compenetramos muy bien y tenemos muy buena química y admiración mutua. Ella me pregunta, pero es quien da las instrucciones. Lo hace muy bien, y sobre todo siendo mujer, porque compaginar trabajo y la familia es difícil para una madre”.
Elizabeth. “La idea original de Horcher tiene que mantenerse, aunque adaptada. No todo el mundo sabe apreciarlo: el servicio, cómo se emplata ante el cliente… Son cosas en extinción, aunque no obsoletas. Son importantes el trato, los detalles”.
Moppy: “¿Mi consejo para Elizabeth? Mucho optimismo, tenacidad, disciplina y valor. Creo que las nuevas generaciones trabajan mucho y saben mucho, y viven de una manera mucho más sacrificada por culpa de la crisis”.
sábado, 15 de marzo de 2014
REVISTA MUJER HOY, Eugenia Silva, DE CERCA, PORTADA,./ PROTAGONISTA, Día del Padre. Ellas son el futuro
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