foto - reloj - SARA BARAS, VOCES EN LOS TACONES,.
Grandes genios desaparecidos del flamenco han bajado a ver a Sara Baras. Le han contado sus cosas, la identidad de su arte inalcanzable, el mecanismo de su proceder indescifrable. Y Sara se lo ha echado a los pies. Y a las manos.
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¡Cuán difícil es hablar de flamenco! Casi tanto como describir un cuadro y las sensaciones que alumbra. La descomunal farruca que mece Israel Fernández, el romance que clava en el aire el Rubio de Pruna o la rotundidad de la voz de Miguel Rosendo me atan los dedos y me dejan sin recursos para el relato. Como la obra redonda de Keko Baldomero en la dirección musical… o las coreografías de un apabullante José Serrano, que son punto y aparte.
Serrano creció al calor de Mario Maya o Cristina Hoyos, se reinventó a la vera de Antonio Canales y se hizo mayor en diversas compañías hasta ser artista invitado en la vida y obras de Sara Baras desde hace muchos años. Crea en Voces un par de coreografías demoledoras y estupefacientes, de incredulidad, ausentes, felizmente, del componente atlético y meramente muscular con el que muchos han querido caracterizar el baile de hogaño. Como pareja trasladan la sensación de que todo es cierto y veraz, sin que sobre un golpe o una palma, un contorneo o una ráfaga de esos pies de disparo inacabable.
Voces, vengo a decir, es un prodigio de técnica, pero no solo eso, que de por sí ya es mucho. Hay grandes técnicos en diversas materias que por no ser artistas solo sirven para la estadística. No traspasan la barrera, aunque conozcan cada uno de los rudimentos de la materia. Sara Baras irradia y contagia felicidad, que es lo exigible a los artistas, lo que reclamar a quienes les confiamos unas horas de nuestra vida. No se trata de ir a un teatro a que gente indócil que va escupiendo amor como si tal cosa nos envuelva en azúcar caducado. Se trata de que por las uñas nos cabalgue una suerte de melodía misteriosa y que no salgamos del teatro igual que como entramos. Eso hacen los artistas que se arremolinan junto a esta poderosa gaditana.
No sé a qué está esperando. No sé qué hace ahí sentado todavía. Busque entradas. Teatro Nuevo Apolo, Madrid. Corra. En julio se va. Le queda mes y pico para verla.
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