domingo, 11 de enero de 2015

Hablan los herederos, La maldición del Marqués de Sade,. / ENTREVISTA, Bill Murray--ACTOR,.

TÍTULO: Hablan los herederos, La maldición del Marqués de Sade,.

La maldición del Marqués de Sade / fotos.

Cuando murió, sus hijos prohibieron que se mencionara su nombre. Ahora, sus descendientes lo reivindican. Con motivo de los 200 años de su muerte se multiplican las revisiones de la vida del hombre que puso nombre al sadismo. Su biógrafo habla con los futuros marqueses de Sade.
Hugues de Sade, el menor de los tres hermanos que, en línea directa, descienden del marqués de Sade, pertenece a esa generación que tenía 20 años en mayo del 68.
'Prohibido prohibir', 'Goza sin barreras', los eslóganes de la primavera revolucionaria parecían firmados por la propia mano del marqués. Entre las pintadas de aquella repentina ciudad de la utopía, una insólita inscripción en una de las paredes de la calle Gay-Lussac llamaba la atención: «¡Sádicos de todos los países del mundo, poned de moda las luchas del divino marqués!». El fantasma de Sade también trepaba por las barricadas...
LA FAMILIA DEL DIVINO TOMA LA PALABRA
Hugues de Sade es hoy el gestor de la Casa de Sade. Me emocionó un día al confiarme un recuerdo de infancia: la revelación de la existencia de la biblioteca, emparedada entre dos muros, en el castillo familiar de Condé-en-Brie: contenía todos los manuscritos del marqués. La celebración de su bicentenario le conmueve. «Por primera vez, en nuestra familia podemos celebrar la gloria literaria del divino marqués», cuenta. «Por fin se ha convertido en una figura aceptada y reconocida en el mundo entero. La prueba son las dos grandes exposiciones consagradas a su figura inauguradas en París: la primera, dedicada al manuscrito de Los 120 días de Sodoma; y la del Museo de Orsay, titulada Sade. Un ataque al sol. Sin olvidar la publicación en la Pléiade de tres de sus obras, entre las que figura Justine o los infortunios de la virtud. Ya forma parte del panteón literario francés. Y eso no es todo. En Ginebra, la Fundación Bodmer expone numerosos manuscritos pertenecientes al fondo familiar. Japón honrará a nuestro antepasado, por su parte, con un gran acontecimiento en 2016. No olvidemos que el escritor Yukio Mishima es el autor de una obra de teatro titulada Madame de Sade».
BORRADO DEL ÁRBOL GENEALÓGICO
Thibault es el miembro literario de la familia. No olvida el consejo que su ancestro dio a los escritores. «Desgraciado el escritor mediocre y aburrido que solo busque adular las opiniones de su tiempo». Licenciado en Ciencias Políticas y autor de la obra Sade. Sobre los sistemas políticos razonados, Thibault hizo carrera en los gabinetes de varios ministerios de Francia. «El ostracismo familiar comenzó al día siguiente de su muerte», recuerda. «Su hijo, Donatien Claude Armand, del cual descendemos en línea directa, mandó quemar una gran parte de sus obras. Fue él quien impuso el tabú sobre su padre a sus descendientes: la prohibición total de hablar de él en la familia. De esta forma se borró su nombre del pensamiento y de los árboles genealógicos. Era como el diablo... o casi. Esa persecución durará un siglo y medio, hasta que nuestros padres, Xavier y Rose, deciden levantar con valentía el velo del secreto familiar en el año 1946. Se dice que mi abuelo musitó al oído del escritor Maurice Heine, muy interesado por los manuscritos del marqués: '¡Sobre todo no hable de él a los criados ni a los niños!'. Nuestros padres dedicaron decenas de años a editar, publicar y dar a conocer su inmensa correspondencia».
DE LIBERTINO A LUCHADOR POR LA LIBERTAD
Para Thibault de Sade, el autor de 'Justine o los infortunios de la virtud' será siempre un vivificante combatiente por la libertad. Cita a Paul Éluard, que en 1926 dijo: «Por haber querido devolver a los hombres civilizados la fuerza de sus instintos primitivos, por haber querido liberar la imaginación amorosa y por haber luchado desesperadamente a favor de la justicia y de la igualdad absolutas, el marqués de Sade fue encerrado casi de por vida en la Bastilla, en Vincennes y en Charenton».Thibault continúa con su discurso: «Sade es ante todo el símbolo de la libertad. ¡Un hombre libre más allá de los muros de las prisiones! Un hombre convulsionado por las pasiones y los acontecimientos que rebosa de descubrimientos contradictorios, de promesas rotas, que desea conocerlo todo, verlo todo, aprenderlo todo, razonarlo todo, conceptualizarlo todo, y que pagó con su vida, con su nombre y su imagen ese tributo al conocimiento. Su ferocidad verbal es un hecho, pero también los prejuicios de las épocas que lo condenaron con el marchamo de 'monstruo de perversidad'. ¡Tonterías! ¡Era un monstruo, sí, pero de libertad!»Elzéar, el mayor de los Sade, celebra a su manera la rehabilitación de su antepasado. Con ocasión del bicentenario, enarbola por fin su título. «Soy el mayor de la sexta generación, y creo que hay que defender su memoria. Desde la muerte de Donatien, ninguno de sus descendientes ha querido llevar el título de marqués de Sade para no arriesgarse a que lo identificaran con el personaje maldito», confiesa. Este diseñador gráfico que vive cerca de la ciudad de Richelieu defiende la inocencia del autor de 'Los 120 días de Sodoma', al tiempo que cita sus palabras. «Sí, yo soy un libertino, lo confieso; he concebido con mi mente todo lo que es posible concebir como libertino, pero desde luego no he hecho todo lo que he concebido y seguramente no lo haré nunca. Soy un libertino, pero no soy un criminal ni un asesino».
LA FAMILIA CONTRAATACA 200 AÑOS DESPUÉS
Hoy, toda la familia de Sade está implicada en la lucha para hacer que la obra del marqués sea imperecedera, los cinco hermanos, también las chicas: Marie-Laure y Marie-Aigline. La nueva generación se suma a la misión familiar utilizando los medios modernos de comunicación. El hijo de Elzéar, Enguerrand, se ocupa de la página web www.marquis-de-sade.com con ayuda de su hermana Adélaïde. El hijo de Thibault, Louis-Marie, gestiona el sitio oficial del bicentenario (www.bicentenaire.marquis-de-sade.com) y las redes sociales (Facebook y Twitter).
SADE, EL SEÑOR DE TODAS LAS PERVERSIDADES
En la cascada de descendientes, todos de caracteres firmes y decididos, destaca la bellísima Laure de Sade (1859-1936), que se convirtió por matrimonio en la condesa Adhéaume de Chevigné. Su salón fue famoso en la Belle Époque y atrajo a numerosas personalidades de París, entre ellas al joven Marcel Proust, que se inspiró en algunos de sus rasgos para crear a la duquesa de Guermantes. También sobresale Marie-Laure de Noailles, que recompró el famoso manuscrito de Los 120 días de Sodoma.Sade, señor de todas las perversidades, había proclamado esta estricta regla: «Nada es sagrado en una familia». Numerosas personalidades contemporáneas ya no ocultan los lazos de admiración que las unen con el dueño del castillo de Lacoste. Lo han hecho, entre otros, el senador y exministro Henri de Raincourt y Philippe Lannes de Montebello, director durante treinta años del Metropolitan Museum of Art de Nueva York... Alphonse Donatien de Sade no se equivocó cuando proclamó: «El pasado me es indiferente, el presente me electriza y temo poco al futuro».
LO QUE SIEMPRE QUISO SABER SOBRE EL MARQUÉS

Marqués de Sade, El aristócrata solitario
Donatien Alphonse François de Sade murió en un manicomio en 1814. Tenía 74 años y había pasado 27 en prisión, un destino extraño para un aristócrata. La dinastía de Sade era de las más antiguas de Provenza (una antepasada figura en los versos de Petrarca). Su madre tenía sangre borbónica. Alphonse se crio sin calor familiar, pues su madre ingresó en un convento cuando él cumplió 6 años. A los 14, Sade ingresó en la academia militar. Antes de ser profeta del libertinaje, luchó en la Guerra de los Siete Años y participó en la toma de Mahón.
La esposa, su cómplice
Tenía 23 años cuando su familia acordó su boda con Renèe. El novio aportaba un linaje antiguo; la novia, el dinero. Se conocieron dos días antes de la boda. Cinco meses después, a él ya lo habían encarcelado por escándalo y libertinaje. El comportamiento de Renèe fue chocante: durante años lo apoyó sin fisuras, sobornó alguaciles y jueces, se disfrazó de hombre para ayudarlo a escapar... Su madre, sin embargo, fue la gran enemiga de Sade: su acusación personal supuso 13 años de cárcel al marqués. Tras la Revolución francesa, Renèe se hartó y pidió el divorcio. Habían tenido tres hijos.
Los escándalos, No solo literarios
Flagelaciones, violaciones... Se lo acusó de practicar todo tipo de torturas sexuales. Las describió en sus novelas, protagonizadas por antihéroes perversos que gozan con el sufrimiento ajeno. ¿Practicó el marqués esas crueldades? En 1768, Rose Keller una mendiga lo acusó de haberla llevado a un piso y haberla flagelado casi hasta la muerte. En 1772, varias prostitutas, participantes de una orgía, dijeron que les había suministrado peligrosas pócimas. Lo sentenciaron a muerte, pero escapó.
La cárcel, lugar de inspiración

En celdas húmedas, incomunicado... Sade penó 27 años de su vida. Sobrevivió gracias a que Renèe le enviaba libros; reunió más de 600: obras de Petrarca, Bocaccio, Cervantes... En la cárcel [arriba, la de Vincennes, una de las tres en que estuvo], Sade escribió sus Cuentos, historietas y fábulas, Justine o los infortunios de la virtud... Lo encarcelaron todos: el antiguo régimen, la Revolución y Napoleón.
Maldito, ¿o divino?
Cuando el marqués murió, su hijo Armand quemó sus manuscritos. Su nombre quedó silenciado hasta que el poeta francés Guillaume Apollinaire lo rescató. De ser maldito pasó a ser divino. Lo admiraron Flaubert, Rimbaud, los surrealistas... Para unos fue un héroe que pagó su irreverencia y sus ansias de libertad con una prisión injusta: el último encarcelamiento fue por la publicación de su novela Justine. Para otros fue un delincuente sexual que se deleitaba infligiendo dolor.

TÍTULO; ENTREVISTA,  Bill Murray--ACTOR,

Entrevista

Bill Murray "¿Mi secreto? Cuanto más relajado estás, mejor lo haces"

Es el actor más excéntrico de Hollywood. No tiene agente, ni coge el teléfono ni se deja ver en los eventos 'oficiales'. Pero no tiene problema en presentarse en fiestas universitarias para servir copas, besar en la boca a sus fans o aceptar trabajos por los que ningún famoso apuesta. Ahora está nominado para los Globos de Oro por su papel en 'St. Vincent'. Hablamos con un personaje tan divertido como desconcertante.
Bill Murray toma un sorbo de la bebida energética que le pasa una colaboradora y hace una mueca. «No sé qué lleva esto», dice. «Verduras y jengibre, me parece. Mejor tomamos un poco de champán. Que nos traigan una botella».
Alguien la trae, y Murray levanta su copa. «Me gusta el alcohol, pero no tengo una bebida preferida, y probablemente es la razón por la que no soy un alcohólico. Si tuviera una bebida favorita, seguramente lo sería. Anoche estuve bebiendo un combinado de algún tipo que llevaba ron».
El actor estuvo la noche anterior en una fiesta celebrada en el restaurante propiedad de su amigo el director Ivan Reitman, después del estreno de la última película de Murray, St. Vincent, en la que interpreta a un viejo cascarrabias que inesperadamente se hace muy amigo del niño de 12 años que vive en la casa de al lado. El estreno tuvo lugar la jornada que el Festival de Cine de Toronto declaró como Día de Bill Murray, en el que constantemente estuvieron efectuándose proyecciones gratuitas de sus películas más populares.
«Un día de locos», resume el actor, que hoy tiene 63 años. «Iba en bicicleta por las calles, y la gente no paraba de saludarme. Me encontré con un montón de personas a las que llevaba mucho tiempo sin ver. Y durante el estreno, el público también estaba como loco. Nunca había visto una cosa así, la verdad. Luego hicimos una fiesta y el DJ era buenísimo».
Estamos hablando en un hotel de Toronto y la entrevista ha sido arreglada por la Weinstein Company, distribuidora de St. Vincent. De otra forma es casi imposible arreglar algo con Bill Murray. No tiene agente, representante, relaciones públicas ni demás acompañantes habituales en las superestrellas del cine, de forma que quien quiera contactar con él tiene que llamar a un teléfono gratuito y dejar un mensaje. Si le apetece responder, Murray responde, pero lo normal es que no lo haga.
El actor no tiene problema en reconocer que su indiferencia le ha costado bastantes papeles en películas interesantes, pero el hecho es que ha aparecido en unos 60 filmes, entre ellos en comedias tan taquilleras y apreciadas como Los cazafantasmas, El pelotón chiflado, Atrapado en el tiempo y El club de los chalados, así como en el drama Lost in translation por el que fue nominado al Oscar al mejor actor y siete películas de uno de sus directores preferidos, Wes Anderson, desde Señorita Rushmore hasta El gran hotel Budapest. 
Murray tiene un iPad, que según explica usa para jugar al Clash of clans con uno de sus hijos, y un teléfono móvil, que tan solo emplea para enviar y recibir mensajes de texto. «Sencillamente, no me gusta hablar por teléfono», dice.
Leyendas del personaje
Como tantos de sus personajes, Bill Murray es excéntrico e inconformista. Corren muchas historias sobre él y algunas son legendarias. Durante un tiempo solía sorprender a los desconocidos en la calle: se acercaba por detrás, les tapaba los ojos con las manos y, cuando el atónito transeúnte de turno se giraba, el actor le decía: «¡Nadie va a creerte cuando lo cuentes!». A lo largo de los años ha sorprendido a propios y a extraños subiendo a cantar en un bar de karaoke, presentándose por sorpresa en fiestas a las que no lo habían invitado, poniéndose a trabajar de barman porque esa noche le apetecía... Ivan Reitman, quien le dirigió en las películas Los incorregibles albóndigas, El pelotón chiflado y Los cazafantasmas, dice de él: «En su momento, Bill decidió llevar una vida independiente, ecléctica y original. Y se merece hacer todo lo que quiera».
No es de sorprender que su vida doméstica y sentimental resulte un tanto complicada. Nuestro hombre tiene casas en Los Ángeles, Martha's Vineyard y el norte del estado de Nueva York, pero hasta hace poco pasaba la mayor parte del tiempo en un piso en Greenwich Village, en Manhattan. Tiene seis hijos, de entre 14 y 31 años, de sus dos exesposas: Margaret Kelly, con quien se casó en 1981 y de la que se divorció en 1996 tras liarse con Jennifer Butler; y la propia Butler, con quien contrajo matrimonio un año después y de la que se divorció en 2008 en un proceso escandaloso en la que ella lo acusó incluso de violencia doméstica. Entusiasta jugador de golf, Murray también es copropietario de varios pequeños equipos de béisbol... Y más de una vez se ha presentado antes del partido de turno y se ha puesto a vender entradas en la ventanilla del estadio.
El tipo más 'cool' del mundo
Ted Melfi, el guionista y director de St. Vincent, estuvo dejándole mensajes durante seis meses hasta que el actor finalmente convino en encontrarse con él en el aeropuerto de Los Ángeles. Y luego estuvieron hablando del guion durante ocho horas seguidas en el asiento trasero del coche de Murray y en una hamburguesería.
«Tengo claro que Bill es el tío más cool del mundo», dice Melfi, quien supo manejarse con las excentricidades del actor durante el rodaje en Nueva York. «Es la persona más generosa que he conocido en la vida. No tiene problema en dejar lo que esté haciendo y ponerse a hablar con quien sea. En Nueva York se pasaba horas seguidas dejándose fotografiar y hablando con desconocidos por la calle».
La historia narrada en St. Vincent basada en un hecho real se ajustaba a lo que Murray considera fundamental en un guion: «Me gustaba. Tenía un ritmo distinto y la historia era emocionante sin resultar sentimental, lo que yo considero importante. No sigo un plan prefijado en lo referente a mi carrera profesional. Simplemente, escojo los guiones que me gustan y no trabajo en superproducciones. Supongo que podría arreglármelas para que me dieran un papel en la última peli de Terminator, a cambio de trabajar gratis, pero resulta que este año he hecho tres películas y que las tres son bastante buenas».
Queda claro que a Bill Murray no le falta trabajo. Además de protagonizar St. Vincent, el actor ha aparecido también en Rock the Kasbah, el filme de Barry Levinson, y en la muy elogiada teleserie Olive Kitteridge. ¿Su próximo proyecto? Ponerle voz a Balú en la nueva versión de El libro de la selva.
Lidiar con la popularidad
Murray tiene las ideas claras en lo tocante a las responsabilidades que acompañan a la fama y al hecho de que la gente siempre lo reconoce allí donde va. «Como soy un personaje bastante conocido, la gente recuerda sus encuentros conmigo y las cosas que en ese momento hice, pero que yo he olvidado», dice con expresión seria. «Y me alegro de que la gente tenga un buen recuerdo de mí. Tengo un amigo que se acuerda de todas las cosas divertidas que he dicho y me parece estupendo. ¡Espero que este amigo no se muera nunca!».
«La fama es un fenómeno un poco raro, pero tengo la suerte de que las personas se acuerden de mí por unas cuantas cosas que hecho bien en la vida. Uno de los pocos aspectos buenos de la celebridad es que, si haces algo positivo, la gente se fija en ello». Han pasado 30 años desde que él, Reitman, Dan Aykroyd y Harold Ramis crearon el clásico Los cazafantasmas. Murray esboza una sonrisa malévola y dice: «Por entonces tenía claro que iba a hacerme rico y famoso y que vestiría las ropas que me diera la gana y lo haría todo a mi manera».
«Creo que la única razón por la que he podido disfrutar de una vida y una carrera profesional así estriba en que, muy al principio, cierta persona me contó unas cuantas verdades sobre la vida: cuanto más relajado estás, mejor eres y mejor lo haces».
El 'show' de murray
Ser fan de Murray nunca es aburrido. En  un mundo donde las celebridades tienden a la uniformidad, él es único. Le encanta sorprender a desconocidos por la calle o entrar los cacahuetes: «Nadie va a creerte», bromea.
El enigma de 'Lost in translation'
Una de las cosas que más le preguntan es qué le dice a Scarlett Johansson al final de Lost in translation. Él ha dado todo tipo de respuestas; le encanta gesticular con manos y labios como si susurrase algo realmente clave, sin decir nada, claro... (Un detallado análisis de audio, que algún fan se ha molestado en hacer, permite escuchar: «Tengo que irme, pero no voy a dejar que eso se interponga entre nosotros, ¿vale?»).
MURRAY CUANDO BESA...
El director de St. Vincent, Theodore Melfi, cuenta que, al llegar al aeropuerto de Atlanta, una mujer se acercó a Murray y le dijo lo mucho que le gustaba. Él respondió que también la quería mucho y la besó. «Pero no un beso en la mejilla. Un beso en los labios, en condiciones. Le alegró el día».
DOTES NATURALES
Antes del estreno de Hyde Park on Hudson, en el que interpreta a Roosevelt, el estudio quiso hacer una prueba con audiencia. Murray estaba presente. Uno de los espectadores comentó la escena en la que Roosevelt nada en una piscina y se aprecia la discapacidad de sus piernas. Y pregunta cómo habían logrado que las piernas parecieran tan enclenques, qué efectos especiales habían usado. No había efectos especiales. Tras las risas generales, Murray apostilló: «¿Ves?, 'eso' es actuar».
EL AMERICANO VIVO MÁS GRANDE. 
Su personaje real favorito es Ralph Nader. Además de comprometido activista y de haber sido candidato presidencial independiente, es quien impuso el uso obligatorio del cinturón de seguridad en los coches. «En 1965 había 55.000 muertos al año en las autopistas. Nader ha salvado a un par de millones de personas hasta ahora. Y esa es solo una de las cosas que ha hecho. Hicieron una película sobre un alemán que salvó a cientos de judíos. Un gran hombre, sin duda. Merecía la película. Pero de este tipo, Ralph, ¡no hay ningún filme hecho! Y ha mejorado la calidad de vida del mundo entero».
Gran comunicador...
Cuando rodó 'Atrapado en el tiempo', se estaba divorciando de su primera esposa. La cosa estaba complicada y él desaparecía durante horas. El director y el estudio le pidieron que contratase un asistente personal, para gestionar mejor su relación con el equipo. Contrató un asistente sordo, que solo se comunicaba por lenguaje de signos.
¿GARFIELD? 
Uno de los grandes misterios sobre Murray es por qué, justo después de ser nominado al Oscar en 2004, aceptó poner voz a Garfield. Según él, leyó por encima el guion y vio que estaba firmado por Joel Coen. Reconoció el nombre como uno de los autores de 'Fargo' y 'El gran Lebowski' y aceptó. Cuando empezó a grabar su papel, vio que el texto iba de mal en peor. «Pero qué coño estaba pensando Coen?», dijo. Entonces le explicaron que el guion era de Joel Cohen, no Coen. (En 2006, Murray hizo la segunda parte de Garfield, con conocimiento de causa...).
Dos tipos con mucho humor Bill Murray con Dan Aykroyd en 1985. Ese año arrasaban en taquilla con 'Los cazafantasmas'. El éxito de la película consagró a Murray como actor cómico, papel que para los norteamericanos ya bordaba desde 1977 en el programa 'Saturday night life'.
SOLTERO, PERO NO SOLITARIO 
Murray ha estado casado dos veces. Su segundo matrimonio, con Jennifer Butler, diseñadora, duró 26 años, pero terminó de mala manera. Butler, que ahora tiene 48 años, pidió el divorcio en 2008 y lo acusó de violencia doméstica, infidelidad y adicción al sexo, a la marihuana y al alcohol. Luego retiró las acusaciones. El divorcio se saldó con el pago de siete millones a Butler, además de los gastos de sus cuatro hijos. Desde entonces, a Murray no se le conoce pareja. Él insiste en que no quiere tener novia. No es que no pueda o no tenga ocasión, bromea, pero no se siente con ánimo. Asegura que no se siente solo. Tiene, para empezar, seis hijos (dos de su primer matrimonio). Como invitado a la boda de George Clooney y Amal Alamuddin, le preguntaron si no se animaría él y respondió: «Sí, sería bonito pasar por algo así, pero hay ciertas cosas que yo ya no estoy dispuesto a hacer».Dos tipos con mucho humor

1 comentario:

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    10) La falta de hijos
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