viernes, 2 de septiembre de 2016

EL HORMIGUERO VIERNES 2 SEPTIEMBRE - Juan Carlos Monedero,./ AQUEMARROPA ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - LA VENTANA LA SER - TENEMOS UN PROBLEMA,.

TITULO: EL HORMIGUERO VIERNES 2 SEPTIEMBRE - Juan Carlos Monedero,.

Me fui de casa a los 18. Yo quería estudiar, no trabajar,.

Juan Carlos Monedero, foto.

Resultat d'imatges de me fui de casa a los 18, yo queria estudiar no trabajar De pequeño ayudaba, junto a sus cinco hermanos, en el bar de su padre. ¿Cómo recuerda su infancia?
Muy feliz. Veraneando en Alicante, donde una parte de la familia había emigrado; con los primeros amores; ayudando a llevar los pedidos de la tiendecita de mi padre; mucha calle con la pandilla, los tirachinas, la bicicleta...
¿Qué valores le transmitieron sus padres?
Mi padre, la cultura del trabajo, del ahorro, de no gastar más de lo que uno tiene... Recuerdo que me decía: «No disfrutes de un placer momentáneo si te va a causar un mal venidero». Y mi madre, la cultura de la solidaridad, la empatía, la fraternidad...
Su padre es miembro de Vox. Usted, cofundador de Podemos. ¿Es la oveja negra de la familia?
Mi padre nunca tuvo inclinaciones políticas hasta que, por el bochorno de los gobiernos del PSOE, giró a la derecha. Y, con la edad, se fue explicando cosas con ese argumentario tan mentiroso: el tú no has hecho nada mal, la culpa es de los inmigrantes... Un discurso que te exonera de responsabilidad y que a la gente mayor, que se ha comido cuarenta años de dictadura, le viene muy bien porque no han tenido la oportunidad de interrogarse más allá.
¿Discute mucho con él de política?
Yo me fui muy pronto de casa, con 18 años, a vivir mi vida. Y por lo tanto, no he tenido necesidad. Me fui socializando con mis amigos e iba confrontando mis ideas. Decidí romper, irme y que nadie me dictara mi futuro. Yo quería estudiar y en mi casa la alternativa era trabajar. De hecho, estuve haciendo tres años Económicas porque quería cursar algo de provecho. Pensaba que lo que a mí me gustaba, la Sociología y la Política, no me iba a dar ni para el alquiler.
Pero al final se decantó...
Sí, tomé la decisión unas Navidades. Estaba cansado de ser infeliz. ¡Fue terrible! La gente que no me había ayudado se consideraba con el derecho a criticarme. Pero menos mal que lo hice porque fui el primero de mi promoción, conseguí beca, pude ser profesor...
De pequeño quemó una papelera en clase. ¿Era ya un revolucionario?
Una monja del colegio maltrató a un chico que era gordito y torpe, lo ató con el babi, reptamos y lo desatamos. Entonces, ella montó en cólera y nos llevó al despacho de la madre superiora, que parecía la bruja de Blancanieves, encorvada, con un bastón con el que te golpeaba, y nos dijo que no íbamos a comer ni a beber. Fue entonces cuando se me ocurrió la peregrina idea de prender fuego a la papelera para poder escaparnos con la excusa de no morir.
Vaya historia...
Los colegios religiosos torturaban a los niños. Hay tres asignaturas pendientes en España. Una son los maltratos a los estudiantes, te golpeaban con la regla, te pateaban... ¡No sé cómo no estamos todos tarados! Las otras dos son la pederastia y los niños robados.
Churchill decía que la política hace extraños compañeros de cama. Usted se comió el roscón con Carmen Lomana.
Es una mujer muy pija y con un enorme corazón. Es rehén de cómo ha vivido. Su mundo no tiene nada que ver con el mío, pero procura ser honesta. La conocí porque me retó en Twitter a un debate y acepté. A la salida, después de tomar el café, había un paparazzi que al día siguiente tituló en una revista: «Lomana y el líder de Podemos, ¿quién sacó el Monedero?», una demostración de inteligencia (ironía).
Fue compañero de pupitre de la Infanta Cristina en Ciencias Políticas. ¿Qué tal se llevaban?
Estaba descontenta del protocolo al que le obligaba la monarquía y yo siempre pensaba que si le pesaba tanto, renunciase y viviese como todo el mundo. No lo hizo y terminó llevando a su propia familia hacia los derroteros de los Borbones.
Es fan de Sabina. ¿Qué le cantaría a Pablo Iglesias: 'Amores que matan' o '19 días y 500 noches' por sus noches de juerga?
Me llevo genial con él desde que nos conocemos, aunque tenemos nuestras discrepancias. Pablo tiene una audacia espectacular. Los dos nos respetamos y somos capaces de reírnos de nosotros mismos. Eso te hace tener una amistad sólida.
«La política y la verdad son incompatibles». ¿Es un mentiroso patológico?
La política está basada en los partidos y hay que juntarse con otros que no comparten tus ideas. Tienes que renunciar a tu verdad. Y la derecha tiene pocos principios, pero para nosotros negociar con nuestra dignidad es difícil.

¿QUÉ HACE PARA SENTIRSE BIEN?

Tres cosas que nos hacen mirarnos menos el ombligo: aprender, transformar ayudando a los demás, y apostar por la belleza y la alegría.
Mi estado de Whatsapp es desobediente, enfadado y alerta. A Pablo Iglesias le cantaría '19 días y 500 noches', nos encanta ir de copas. De pequeño ayudaba en la tiendita a mi padre junto con mis cinco hermano,.

TITULO: AQUEMARROPA ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - LA VENTANA LA SER - TENEMOS UN PROBLEMA,.

LA VENTANA LA SER,.

 La ventana es un programa de radio español que se emite en la Cadena SER. Actualmente lo presenta el periodista Carles Francino, el programa de actualidad, entrevistas y es líder de la radio española de lunes a viernes por las tardes. Su horario de emisión es de 16:00h a 20:00h., etc.

TENEMOS UN PROBLEMA,.

Tenemos un problema,.


La ejecutiva socialista reunida en Ferraz para debatir. :: firma
La ejecutiva socialista reunida en Ferraz para debatir. :: firma, foto.

  • En España se debate mucho, pero se soluciona poco,.


Asisto a menudo a reuniones en las que se debate un tema, se adopta un solución y. ¿se levanta la sesión? No, la sesión no se levanta, ¡qué va!, se sigue debatiendo. ¿Pero por qué se sigue discutiendo y debatiendo si ya se han señalado las soluciones? Pues porque a los participantes en la reunión lo que les gusta no es la solución, sino el problema. Sin problema no hay vida, no hay estímulo, no hay controversia, no hay acicate. Con la solución, todo se acaba, hay que dejar de debatir y empezar a actuar y eso, actuar, es más complicado que debatir y bastante más peliagudo que quejarse, desahogarse y criticar.
En España, se debate mucho, pero se soluciona poco. Y esto vale lo mismo para una investidura que para un trazado del AVE. En las negociaciones para formar gobierno, la sensación de debatir sin concluir es más intensa. Se trata de negociar, de marear la perdiz y, mientras no haya soluciones, todo irá sobre ruedas porque nadie podrá atacar a nadie y todos podrán lamentarse y llorar. Pero en cuanto uno pacte con otro, o sea, aporte soluciones, se habrán acabado la ansiedad, el desahogo y la pena, ya no cabrá la queja, sino la actuación, el hacer más que el desear o el lamentar y quien solucione no podrá criticar en las redes sociales ni en el bar, donde sí será crujido por el resto de los mortales.
A menudo, viene gente a verme y a quejarse. Me cuentan sus problemas al detalle, se lamentan, manifiestan su padecer y su sufrimiento. Al instante, les corto y les propongo una solución, pero se irritan y yo no lo entiendo. Mi mujer me dice que me deje de mostrar salidas, que escuche y basta, que la gente no quiere acabar con el problema, sino contarlo, desahogarse y notar que me preocupo y solidarizo, pero no quieren que resuelva. Si resuelves, no tiene gracia porque podría desaparecer el problema y con él, la cuita, la preocupación, el interés. Solucionado el problema, habría que buscar otro y es más cómodo seguir con el mismo. Mejor problema grave conocido que problemilla por conocer porque. ¿Y si el nuevo no tiene enjundia, y si no nos interesa, y si no es un problema de verdad?
A mí, todo esto me parece una pérdida de tiempo: dedicar horas a una minucia, darle vueltas, repetir una y otra vez los mismos argumentos con distintos planteamientos, pero idénticas conclusiones, contar las mismas anécdotas forzando su interpretación hasta la demencia para intentar convertirlas en categorías.
Lo peor en estos casos es recomendar a los atribulados que no se preocupen, que vas a tratar de solucionar el problema. Entonces, saltan: «¡Cómo que no me preocupe!». Y a continuación te muestran su aguda irritación porque no entiendes la magnitud del problema. Y no es que tú no hayas entendido la magnitud, sino que no has dejado que te la expliquen tantas veces como para que lo que de verdad alcance una gran magnitud sea el relato del problema, no el problema en sí mismo.
Decía el escritor norteamericano Upton Sinclair (1878-1968) que es difícil conseguir que alguien entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda. Analizando los debates y las posiciones de los líderes políticos españoles, notas que algunos no entienden la realidad por mucho que se la expliquen, pero sí entienden que si la comprendieran, igual se acababa su carrera política. Por eso siguen empecinados en el debate y en la dilatación de la decisión porque así mantienen la ilusión del futuro. Pero además de ese factor, hay que tener en cuenta el efecto debate, es decir, el placer de discutir, el encanto de dilatar, la gratificante situación de no decidir y así poder mantenerse en tierra de nadie, en cualquier sitio, en la nada.

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