viernes, 17 de mayo de 2019

La Sexta Noche - Julia Otero y Alberto Chicote ,. Sabado -25-MAYO,./ Informe Semanal -Ana la supercuidadora: "De tanta carga, se me subía el corazón hasta la garganta" -,.Sabado -25- MAYO ,. / La noche temática - Mundo Atómico , . Sabado -24- MAYO,. / VOLVERTE A VER -¡Carlos Sobera se emociona! Su profesor de COU viene a sorprenderle con algo muy especial,.

TITULO: La Sexta Noche - Julia Otero y Alberto Chicote  ,. Sabado -25-MAYO,.

El Sabado -25- MAYO a las 21:30 por La Sexta, foto,.

Julia Otero y Alberto ChicoteJulia Otero y Alberto Chicote visitan este sábado laSexta Noche,.

Una, cuenta lo que se cuece en la actualidad, y el otro, entra hasta la cocina para destapar fraudes alimentarios. Julia Otero y Alberto Chicote visitan este sábado a las 21:30 horas laSexta Noche.

  



 TITULO: Informe Semanal - Ana la supercuidadora: "De tanta carga, se me subía el corazón hasta la garganta"  ,.  Sabado -25- MAYO,.

 El Sabado -25- MAYO a las 21:30 por La 1, foto,.


 Ana la supercuidadora: "De tanta carga, se me subía el corazón hasta la garganta",.




Ana, junto a su padre, enfermo de párkinson, su hijo Darío, síndrome de Prader-Willi (en el medio) y su hijo Alejandro.

Tiene 48 años, ha tenido que dejar el trabajo, se medica contra la depresión y lleva décadas cuidando de varios miembros de su familia que no se valen por sí mismos
"Empecé a adelgazar, sentía una ansiedad tremenda, llegó un momento en que no sabía si estaba abandonando a mis hijos o a mis padres"
En nueve de cada 10 casos, quien cuida es una mujer. "El psicólogo me dijo que sufría el síndrome del cuidador. Que dejara de decir constantemente: 'Tengo que... Tengo que'"
Amundsen dirigió la expedición que llegó por primera vez al Polo Sur. Hillary holló antes que nadie la cumbre del Everest. El hito de Lindbergh fue cruzar el Atlántico en un vuelo sin escalas cuando no se había hecho.
Pero si quieren saber de hazañas que no pasarán a la historia y pocos conocen, si quieren testar heroicidades de andar por casa sin irse tan lejos, entonces tienen que conocer a una mujer de León.
El frío de Amundsen. El vértigo de Hillary. La soledad de Lindbergh. Y -todo junto- la vida de Ana Blanco.
Esta es la historia de una madre trabajadora que también cuidó durante décadas a la suya aquejada de cáncer, meningitis y alzhéimer hasta que murió; que sigue cuidando a su padre con párkinson y 88 años, que cuida a su hijo de 18 con síndrome de Prader-Willi (asociado al retraso mental); que cuida de su otro hijo de 11 que también necesita ayuda y que -de no saber conjugar el verbo cuidar nada más que en primera persona- terminó descuidándose.
Primero fue la baja laboral por lumbalgia de Ana. Luego su ansiedad. Después la depresión sin fondo. Y finalmente, desde 2018, una incapacidad permanente. Pero aquí sigue este lunes, como en esos malabares de los platillos chinos, una expedicionaria llamada Ana Blanco.
«De tanta carga, empecé a adelgazar, sentía una ansiedad tremenda, se me subía el corazón a la garganta, sentía mucha inseguridad en lo que hacía. Y llegó un momento tremendo. Uno en que no sabía si estaba abandonando a mis hijos o a mis padres».
Empecemos por Darío.
«Nació por cesárea. Pasados tres días no succionaba y se lo llevaron para alimentarlo por una sonda nasogástrica. Al mes ya teníamos el diagnóstico: síndrome de Prader-Willi, una alteración cromosómica que provoca inteligencia al límite y está dentro del espectro autista. Son niños que tienen dañado el hipotálamo y no se sacian jamás. Por eso tenemos la puerta de la cocina cifrada con un código. Por su enfermedad. Hay que estar muy pendientes. Él ha llegado a comer comida congelada o de la basura».
Sigamos por Charo.
«Cuando Darío era muy pequeño, mi madre tuvo un cáncer de estómago que acabó superando. A los tres años tuvo una meningitis. Luego empezó con la demencia... Vivíamos al lado, iba a verles todos los días. Le decía a mi padre que necesitábamos ayuda. Hasta que mi madre murió en diciembre de 2017».
Continuemos con Jerónimo.
«Cuando mi madre estaba enferma, mi padre sufrió una caída y, tras el golpe, empezó a manifestarse el párkinson. Ahora va con andador. Tiene enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Me acerco a atenderle. Hay días en que me lo traigo. Todos los fines de semana me voy a pasarlos con él».
Y acabemos con ella. En una de las acepciones más abrasivas del verbo acabar: «Exterminar, aniquilar».
«Dejé de dormir. Sólo tenía ganas de quedarme en la cama todo el día. Como estaba desbordada, gritaba mucho y tenía un carácter de perros. Creo que lo pagaba un poco con quien no tenía que pagarlo. Cuando me vio el psicólogo, me dio la baja y me dijo que tenía el síndrome del cuidador. Que me había cargado toda la responsabilidad a la espalda y había reventado. Que dejara de decir constantemente: 'Tengo que...', 'tengo que...'».


Una mujer como ella no se pone en segundo lugar, sino en tercero o en cuarto. Deja de ser persona para convertirse en instrumento
Aurora Rustarazo, psicóloga
El calendario de mayo y la corchera que hay en la cocina recuerdan un poco a esos organigramas de la serie Homeland en los que la CIA colgaba nombres, fotos y papeles que convenía no olvidar. En bolígrafos rojo y azul, aquí leemos las pistas de la trama. «Médico», «endocrino», «Darío», «dentista», «renovar Gatica 75 mg [ansiolítico y antiepiléptico]», «análisis proteínas», palabras que ni entendemos y mucho más.
-¿Cómo son las semanas?
-Piensas que no llegas. Te sientes insegura por todo...
-Perdona la pregunta: ¿se puede ser feliz así?
-No. Lo digo claramente. Yo no soy feliz. Y eso es porque mi expectativa de vida no se ha cumplido en absoluto.
Según datos del Ministerio de Sanidad y de la Sociedad Española de Geriatría, en nuestro país hay 1,2 millones de dependientes reconocidos, el 80% de los cuidadores no son profesionales y, anualmente, hay en torno a 25.000 ciudadanos que dejan de trabajar para atender a un familiar que no se vale por sí mismo.
Manuel Nevado es psicólogo clínico. «El síndrome del cuidador es una variante del estrés continuado en el tiempo y tiene cuatro etapas. La primera es el aislamiento social y personal: la persona renuncia a actividades propias para dar todo su tiempo al otro. La segunda es la dependencia emocional hacia el enfermo. La tercera son los problemas familiares y de pareja, casi siempre por falta de apoyo. La cuarta es la alteración de la conducta. En vez de conservar la paciencia, con todo lo anterior la pierden».
Aurora Rustarazo no sólo es psicóloga, sino que también conoce a Ana Blanco en la distancia corta de las terapias.
Sucede una vez al mes. Esa única vez al mes en que Ana osa salir de León (con Darío y su esposo) y acuden los tres a Madrid a un grupo de ayuda mutua.
«Una mujer como ella no se pone en segundo lugar, sino en tercero o cuarto», ilustra Rustarazo. «Deja de ser una persona para ser un instrumento, una herramienta. Se va desproveyendo de lo humano en lo personal, en lo laboral, en lo sexual, hasta en lo que tiene que ver con su corporeidad: a ellas no les puede doler algo; les duele a los demás».
(...)
Si en Google tecleásemos Amundsen, Hillary o Lindbergh, podríamos leer sus hazañas, méritos y esfuerzos.
Pero ni rastro de Ana Blanco.
Hemos dicho el nombre de tres hombres, pero si hablamos de cuidados a la dependencia hay que hacerlo en femenino singular: en nueve de cada 10 casos son mujeres.
Por ejemplo, Ana Blanco, 48 años, española nacida en Estrasburgo (Francia), residente en León, hija de albañil, auxiliar de enfermería en un geriátrico hasta su incapacidad, paciente que acude a la Unidad de Dolor de su hospital, con un hermano que vive en Galicia y que le dice que lo que ella haga con papá está bien hecho.
Ana lo ha vivido con su madre. Y su madre ya lo vivió con su abuela. Te lo cuenta entrecerrando un poco los ojos. Como la que sospecha de algo.


Si eres mujer, tienes muchas más papeletas en este tipo de asuntos. Mi madre pasó por lo mismo: se ocupó de la suya, que también tuvo alzhéimer
Ana Blanco
«Si eres mujer tienes muchas más papeletas en este tipo de asuntos... Mi madre pasó por lo mismo. Eran cinco hermanos. Ella trabajaba de cocinera. Y se ocupaba de su madre, mi abuela, que también tuvo alzhéimer. Recuerdo la adolescencia con mi madre pendiente de ella constantemente. Cosas de la educación que se le ha dado a la mujer en este país».
Si no fuera por José Antonio, el marido de Ana (que asume la parte que le toca), a lo peor la esposa cuidadora no sonreiría mientras él sirve en la mesa.
Si no fuera por la mujer contratada para ayudar a su padre de lunes a viernes, a lo peor la hija cuidadora habría estallado como una sandía arrojada desde un cuarto piso.
Si no fuera por la evolución de Darío (que controla bastante la ansiedad de la comida y estudia FP), a lo peor la madre cuidadora habría tirado la toalla en la asociación a la que van.
«Hubo un tiempo en que se levantaba por la noche para intentar comer sin que le pilláramos. Cuando empezó a ir a los cumpleaños, yo lo pasaba fatal, porque no se movía de la mesa de la comida hasta que no se acababa la última miga de pan... Recuerdo una vez con 10 años. Subíamos por las escaleras. Me pidió las llaves. Subió él solo, abrió y cerró la puerta. Yo me quedé fuera. Y fui oyendo cómo se comía los tres papanoeles de chocolate que había en la cocina, uno tras otro, cómo le iba quitando el papel plata». Sonríe y continúa: «Y cuando abrió la puerta tenía toda la cara manchada de marrón».
(...)
Empezamos con Darío, seguimos con Concha, continuamos con el abuelo Jerónimo. Y terminamos con los 11 años de Alejandro, el hijo pequeño de Ana Hillary Lindbergh...
«Álex también necesita sus cuidados. Como el que más. Ha absorbido mucho de las cosas de los mayores y creo que, inconscientemente, le hemos abandonado un poco», explica su madre. «Ahora tiene miedo a quedarse solo, a que le pase algo a su padre o a su madre y entonces a ver qué hace él».
Lo que de momento hace es jugar al balón por el pasillo nada más llegar del colegio. Trastear con el gato. Sacar los deberes: en las redacciones del colegio escribe que está orgulloso de su hermano Darío.
-¿Estás bien, mamá? -pregunta.
Y mamá miente.
Es martes. El cronista le envía un WhatsApp a la madre para preguntarle una duda y Ana contesta que se llevan a su padre (de nuevo) a Urgencias. Desde que tuvieron a su primer hijo, contaba Ana el día anterior, la familia nunca ha coincidido en vacaciones. Ni diría que fueron vacaciones como tal.
Nadie está seguro de cómo será este sábado. Ni Alejandro. «Él me dice que a lo mejor esta vida que estamos viviendo no es una vida, sino un sueño».

  TITULO:  La noche temática - Mundo Atómico , .  Sabado -25- MAYO,.

 El Sabado -25- MAYO a las 23:25 por La 2, foto,.


Resultat d'imatges de la noche tematica Mundo Atómico,. Mundo Atómico,.

Las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945, marcarían el comienzo de la Era Atómica. Es el inicio de una de las tecnologías más complejas y controvertidas de la historia. Desde entonces occidente ha mantenido una relación de amor-odio con la energía nuclear. Imposible de ignorar, el átomo cambió nuestro mundo.
Han pasado ocho años desde el tsunami que destruyó el noreste de Japón y la central nuclear de Fukushima, pero ¿qué pasó realmente? ¿Por qué no funcionaron muchas de las medidas de seguridad?,.


  TITULO: VOLVERTE A VER - ¡Carlos Sobera se emociona! Su profesor de COU viene a sorprenderle con algo muy especial,.


Resultat d'imatges de VOLVERTE A VER  ¡Carlos Sobera se emociona! Su profesor de COU viene a sorprenderle con algo muy especial,.El viernes -17- Mayo , a las 22:00 por Telecinco, foto,.

 ¡Carlos Sobera se emociona! Su profesor de COU viene a sorprenderle con algo muy especial,.

Por primera vez Carlos Sobera ha tenido que ceder su puesto de presentador para pasar a ser protagonista. Sin esperarlo y con unos nervios que no le dejaban quieto, Sobera ha recibido un objeto de la mano de la mensajera Sofía Cristo. Sin saberlo, el Padre Ramón (su profesor y mentor teatral) ha querido hacerle una visita sorpresa para recordar su juventud y concederle un obsequio que ha emocionado a Sobera: la medalla de oro de su colegio. Aunque Carlos Sobera ha hecho por contener las lágrimas en su cara hemos podido ver el amor que profiere hacia su querido ‘Aita Erramun’: “Fue mi primer gran maestro, me enseñó mucho… Aita, te quiero mucho, lo sabes ¿no?”,.

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