miércoles, 5 de marzo de 2014

ENTREVISTA, Monseñor Carlos Amigo: "Me molesta la utilización que algunos hacen del Papa Francisco",./ PRIMER PLANO, Manipulación, juegos sexuales, 43 puñaladas, degollamiento...28 años de condena.

 
Tarancón lo llamaba el "Amigo Amigo" y lo ha sido también de políticos de diferentes colores. Es moderado y tolerante, prudente y reflexivo, ...
 
Entrevista

-Monseñor Carlos Amigo: "Me molesta la utilización que algunos hacen del Papa Francisco"

Elector en los últimos dos cónclaves, este cardenal franciscano tiene fama de prudente y moderado.
Tarancón lo llamaba el "Amigo Amigo" y lo ha sido también de políticos de diferentes colores. Es moderado y tolerante, prudente y reflexivo, y tiene inmenso porte de Príncipe de la Iglesia: «Mido 1,93 y es una desventaja, porque siempre me utilizan para limpiar el polvo donde los demás no llegan». No es de risa fácil, pero sí de sonrisa permanente y gesto amable. Detrás de la púrpura prevalece fray Carlos, como lo llamaban antes de ser nombrado cardenal y como le gusta que lo sigan haciendo. En dos ocasiones recibió a Juan Pablo II como huésped del Palacio Episcopal de Sevilla, ofició la boda de la infanta Elena, impulsó los derechos de la mujer en las cofradías de Semana Santa -con el consiguiente revuelo- y fue elogiado por el colectivo gay al despedirse de la archidiócesis hispalense.
Se considera un fraile rebelde, "pero sin ningún tipo de agresividad". Es un gran conversador, inteligente y simpático, que cita de manera recurrente los consejos que le daba su padre: "De entre todos hay uno que me gusta recordar: 'Es mucho mejor pasar por la vida mil veces por tonto que una por malo'.  Nos reunimos con el cardenal Carlos Amigo Vallejo en uno de los conventos franciscanos de Madrid cuando está a punto de publicarse su último libro, Un aire nuevo (Editorial Planeta).
XLSemanal. "Francisco, un Papa sorprendente". ¿También para usted?
Carlos Amigo. En algunos aspectos, sí; y en otros, no. Hace muchos años que conozco al cardenal Bergoglio y teníamos una relación muy cercana. Dos días antes de comenzar el cónclave comimos juntos y estuvimos comentando lo que el nuevo Papa debería hacer. Después de ser elegido, en el primer saludo me dijo: «Carlos, y nosotros decíamos que si el Papa tenía que hacer esto o lo otro...».
XL. La renuncia de Benedicto XVI ¿le sorprendió?
C.A. Al principio sí, pero luego al leer las palabras del Papa -«renuncio porque no puedo llevar adecuadamente el ministerio petrino que se me ha encargado»- quedó todo aclarado. Lo que será totalmente indigno es que su renuncia fuese -como se ha dicho- porque el Papa estaba harto por el Vatileaks, la pederastia, las intrigas de la curia...
XL. El Papa también dijo que renunciaba porque le faltaba «el vigor físico y espiritual para ejercer el mandato» y seguro que esos casos que menciona le debieron de producir bastantes dolores de cabeza.
C.A. Sin duda alguna, pero no sería digno pensar que, ante las dificultades, el Papa renunció. Debía de tener muy viva la imagen de los últimos años de Juan Pablo II, de quien fue su colaborador inmediato. Por eso dijo «no puedo llevar adecuadamente...». Pensó que él no podía viajar a rastras...
XL. Lo que usted llama 'dificultades' otros lo califican de distinta manera. El propio cardenal Bertone comentó que la curia vaticana era una cueva de víboras y cuervos... 
C.A. Bueno... esto de las víboras y los cuervos es una anécdota, una forma de hablar y no hay que exagerar. De hecho, cuando llega el Papa Francisco, todos estos asuntos que parecían tan escandalosos se quedan en la penumbra ante la luz tan grande que ha llegado.
XL. ¿No le parecen gravísimos los casos de pederastia?
C.A. Sin duda. Es verdad que estos problemas son ciertos y que, aunque solo hubiera un caso, sería motivo de preocupación. Y lo peor que se puede hacer con los problemas es soslayarlos; hay que afrontarlos.
XL. Precisamente por eso, ¿no es increíble que la Iglesia mirara para otro lado ante las denuncias?
C.A. Aunque comprendo que es difícil, hay que situar el problema en el momento y en las circunstancias en que se produjeron, porque no aparecieron todos estos casos de golpe. De estos tantos casos que se presentaron, algunos de ellos buscando indemnizaciones, los jueces desestimaron muchos y no se publicaron con tanto alarde las sentencias como las denuncias.
XL. ¿Que haya denuncias falsas minimiza el problema?
C.A. No, no, ni mucho menos; el tema es muy grave y Benedicto XVI lo asumió de diversas maneras: primero, dando unas normas a las conferencias episcopales; segundo, pidiendo que la justicia siguiera su camino y se la apoyase en cuanto necesitase; tercero, discerniendo en las vocaciones y en la personalidad de los candidatos... Se dictaron una serie de normas para ayudar a solucionar los problemas. Pero en la historia de la humanidad, por mucho que queramos perfeccionar las cosas, está ese aguijón del pecado.
XL. Respecto a la homosexualidad, parece que son muchos los homosexuales que se refugiaron en los conventos para no ser señalados con el dedo por sus vecinos.
C.A. Ciertamente he conocido a personas de esta tendencia dentro de la Iglesia, pero ninguna de ellas me ha dicho que haya venido aquí por esa razón. Lo que pueden ser unos casos particulares no son ni muchísimo menos lo común.
XL. El cardenal Bertone asegura que hay estudios científicos que demuestran que no hay relación entre celibato y pedofilia, pero sí que la hay entre homosexualidad y pedofilia.
C.A. Vamos a ver, habría que señalar algunas cosas. Si la pederastia es con niñas, parece que no se le da importancia...
XL. ¡Hombre, no diga eso! Es igual de grave.
C.A. Los medios de comunicación le dan menos importancia que si la pederastia es con niños varones. Y también se da la pederastia en la heterosexualidad y en muchos ambientes. Parece que se tiene un poco de fijación en unir la pederastia a la homosexualidad y yo no sé si está tan clara esa relación.
XL. El Papa ha dicho que hay que integrar a los homosexuales, pero ¿cómo se consigue esa integración si la Iglesia no acepta la práctica homosexual?
C.A. Son cosas distintas, hay que respetar unas normas éticas. Una persona porque sea heterosexual no puede pensar que todo el monte es orégano, ¿no? Tampoco para un homosexual todo el monte es orégano. Una cosa es la tendencia y otra las acciones morales que tú estás realizando. Una persona que tiene tendencia a robar...
XL. No va a comparar la homosexualidad con un delito, ¿no?
C.A. No, yo no hablo de delito, aunque puede haber delito igual que en el heterosexual. Lo que la Iglesia no admite son las prácticas inmorales, sean homosexuales o heterosexuales.
XL. ¿Le parece inmoral la práctica homosexual?
C.A. Igual que toda práctica heterosexual que no se ajuste a las normas de la ética.
XL. Sabe lo que le pregunto...
C.A. Usted me hace una pregunta libremente y tiene que aceptar que yo libremente responda.
XL. ¡Pero se me escurre!
C.A. Eso ya es cosa suya [sonríe]. Vamos a ver, hay muchas personas heterosexuales que tienen una conducta inmoral y muchas más que la tienen moral. Y hay personas homosexuales que tienen una conducta no ética y homosexuales que a lo mejor llevan una conducta ética.
XL. Se lo pregunto de otra manera: ¿la Iglesia condena  o no condena la práctica homosexual?
C.A. Aquí se condena el pecado, sea del heterosexual o del homosexual.
XL. ¡Me rindo! Otra cuestión: ¿pueden comulgar los católicos divorciados que se han vuelto a casar civilmente?
C.A. Aqui hay que ver los derechos de unos y de otros: de las víctimas y de las personas que han decidido seguir su camino y ya está. No solo es el tema de admitirlos a la comunión; hay otros temas muy importantes, como el ver la posibilidad de que esta persona rehaga su vida. Si un día estuvo enamoradísima y, por lo que fuera, aquello se fue al garete, a esta persona hay que ayudarla a rehacer su vida, y no solamente se rehace la vida en pareja.
XL. Pero gran parte de los divorciados acaban volviendo a enamorarse...
C.A. Este es un tema sobre el que el Papa Francisco ya ha anunciado que debemos reflexionar. En ello estamos y tenemos por delante dos sínodos sobre la familia para hacerlo.
XL. Otro asunto espinoso es la fecundación in vitro. Usted participó en la Comisión Pontificia sobre Bioética. ¿Qué solución da a los católicos con problemas para concebir?
C.A. La ciencia avanza y puede haber unas técnicas de extracción que no maten el embrión, es decir, al niño. Hoy puede haber unas técnicas tan depuradas que lo que ayer era matar al embrión hoy ya no tiene ese riesgo.
XL. ¿Admite la Iglesia, entonces, técnicas de reproduccion asistida que no maten embriones? Inseminaciones, selección de espermatozoides, células madre...
C.A. A lo único que la Iglesia puso reparos es a la obtención de células madre embrionarias; pero la Iglesia lo único que hace es ofrecer su pensamiento moral sobre estos temas, no da soluciones técnicas, solo ofrece su doctrina para iluminar la conciencia del católico.
XL. Entonces, ¿puedo obrar de acuerdo con mi conciencia? 
C.A. Ahí está el tema, en formar la conciencia de cada uno.
XL. Robar niños para entregárselos a otras familias fueron, sin duda, 'decisiones erróneas'. ¿En qué pensaban los religiosos que colaboraron en estos casos?
C.A. La Iglesia estaba pensando en ayudar a los niños y las madres por caminos que a lo mejor no eran legales. Aunque la intención de dar una familia a esos niños podía ser recta y buena, no quiere decir que el camino que se siguió al margen de la ley fuera aceptable. No todos los niños fueron robados, ni mucho menos.
XL. Pero los hubo.
C.A. Entonces, cada uno tendrá que asumir sus responsabilidades. En mejor actitud no puede estar la Iglesia en este tema. Solo deseo que se aclare cuanto antes este asunto, pero que no se eche toda la culpa a la Iglesia de pecados o acciones que no eran responsabilidad únicamente suya, porque se dejaban a las puertas de los conventos muchos niños que sus madres no querían o que, desgarrándose el corazón, abandonaban porque no podían darles de comer.
XL. La relación entre la Iglesia y la política es controvertida. Algunos obispos incluso se llegaron a manifestar...
C.A. Yo no fui a esa manifestación a la que se refiere. Nunca me han gustado ni las manifestaciones ni las cartas colectivas; solo asistí a una manifestación con motivo del atentado de Atocha #que era un clamor popular# y aquel día me convenció de que no debía volver a ninguna más porque, en lugar de estar pendientes de las víctimas, se estaba pendiente de ver quién había sido el autor, porque según fuera uno u otro podía afectar en un sentido o en el contrario a las elecciones que se celebraban unos días después.
XL. Los obispos vascos se han pronunciado sobre cuestiones políticas. Y también los obispos catalanes. ¿Qué piensa sobre la deriva independentista?
C.A. Yo no tengo
XL. Sobre lo que sí se pronuncia es sobre el fútbol. ¿Sigue siendo  del Atlético de Madrid? 
C.A. Sí [sonríe]. Y cada día más, pese a los tropiezos que tenemos de cuando en cuando y que son muy propios de nuestra queridísima institución.
XL. Usted ha sido arzobispo de Tánger y seguro que entiende muy bien el problema de los que emigran huyendo de la miseria. ¿Qué me dice de las medidas que se usan para evitar que crucen la frontera, como los objetos lacerantes o los disparos? 
C.A. Todo eso es una barbaridad que el Papa Francisco ha calificado de 'vergüenza'. Hay que ayudar a las personas a que puedan vivir con dignidad y compartir con los necesitados lo que tenemos.
XL. Pero Europa exige medidas contra la emigración ilegal... 
C.A. La solución es la que le he dicho, todo lo demás es poner parches. Yo no tengo soluciones técnicas, qué más quisiera yo. Ni las personas son mercancías ni se les pueden poner lazos y trampas en los alambres como si fueran animales.
XL. Se avecinan cambios en la Conferencia Episcopal Española. ¿Cómo calificaría la etapa del cardenal Rouco al frente de la Conferencia?
C.A. Él dejará la presidencia porque los estatutos determinan un tiempo máximo para poder ejercerla. Dicho esto, creo que ha dado a la Conferencia Episcopal una proyección exterior importante. Ocurre que, al ser presidente, sus opiniones tienen una trascendencia... y a unos les gustan y a otros no.
XL. ¿Y a usted le han gustado?
CA. Sí, creo que ha sido coherente. Es una persona muy bien formada y muy segura en su doctrina.
XL. Sin embargo, se tiene la percepción de que usted discrepó en ocasiones con el cardenal Rouco.
C.A. No soy consciente de ello. De hecho, todos los años que he estado aquí, en la Conferencia Episcopal, he pertenecido a la Comisión Permanente.
XL. Eso no quita para que no discrepe de sus decisiones.
C.A. Claro. Es que si no discrepáramos en ocasiones seríamos tontos todos. Las comisiones están para discutir las cosas, pero una vez que se toma una decisión todos arrimamos el hombro; aunque fueras de los que pensaban que las cosas debían ir por otra línea.
XL. En cierta ocasión dijo que,  entre los cardenales, 'tonto tonto  no hay ninguno'.
C.A. [Ríe]. Digamos que muy listos muy listos hay muy pocos; y muy torpes muy torpes también hay pocos.
XL. ¿Cree que la línea seguida por Rouco podría encajar con los vientos de reforma que soplan con el nuevo Papa?
C.A. Perfectamente. El cardenal Rouco es muy inteligente  y sabe perfectamente el momento que tiene que vivir en cada situación.
XL. ¿Se atreverá el Papa Francisco a desprenderse  de bienes materiales de la Iglesia para acercarse a la pobreza que predica?
C.A. Hay bienes y bienes, porque muchos de los bienes que tiene el Vaticano son más una carga que una ayuda.
XL. Me refiero a los edificios suntuosos, a ciertas operaciones bancarias... ¿Se atreverá a imponer el coche de baja gama que él usa en las conferencias episcopales?
C.A. No se trata de atrevimiento, sino de prudencia y de discernir. Se debe prescindir de los bienes que no sirvan para que la Iglesia realice su misión. Pero también hay que pensar que si tenemos dos dólares no los podemos meter debajo del ladrillo, porque ese dinero es para ayudar a los pobres.
XL. No da precisamente imagen de pobreza vivir en un palacio episcopal...
C.A. [Me interrumpe]. Y no sabe lo contentos que se pondrían los obispos de poder vivir en una casa un poco más confortable. La gente no sabe lo incómodo que es vivir en un museo, y se lo dice un servidor que vive en el mejor palacio episcopal de España [el de Sevilla], al lado de la Giralda. Los bienes de la Iglesia son para poder realizar mejor su misión y lo que tenemos que hacer las personas que vivimos en estos palacios es hacer ver bien claro cuál es la misión de la Iglesia. Lo más importante de esas casas tan poco acogedoras es el señor que las habita. Cuando uno va a Roma, le impresiona más el Papa Francisco que la cúpula del Vaticano.
XL. Por cierto, ¿qué pensión le ha quedado a usted?
C.A. Entre unas cosas y otras, alrededor de 1600 euros al mes. Tengo una pensión como ciudadano que ha cotizado más de 40 años y una especie de gratificación de la Conferencia Episcopal. Pero no me preocupa, porque tengo pocos gastos y soy franciscano. Si me hiciera falta algo, me ayudaría mi comunidad.
XL. Respecto a las finanzas vaticanas, los informes encargados por el Papa ante las acusaciones de lavado de dinero se han llevado por delante al director del Banco Vaticano y algún que otro prelado ha sido detenido.
C.A. ¿Que había que reorganizar las finanzas vaticanas? Sin duda. Y el Papa Francisco ha puesto al frente del IOR a las personas mas adecuadas y competentes. Mas que grandes escandalos, el problema es que la organizaciónn y su forma de actuar habían quedado obsoletas.
XL. Un conocido director de prensa italiano ha dicho: ¿Si los jefes mafiosos pudieran ponerle una zancadilla al Papa, no lo dudarían? ¿Hay que temer por la vida del Sumo Pontífice?
C.A. Hay muchos tipos de mafia y no sé si la mafia siciliana haría eso o si lo haría la mafia de otros grupos religiosos o pseudorreligiosos... Yo creo que no hay que temer nada, aunque siempre puede haber un loco que trate de agredirlo. El Papa Francisco ha conquistado a unos y a otros porque despierta una enorme simpatía en todos los ambientes.
XL. ¿En todos? Hay quien se siente molesto...
C.A. Lo que molesta es la utilización que algunos hacen de él: «¡Qué bueno es este Papa y qué malos son los obispos!». O también: «¡Qué bueno es este Papa y qué malos los anteriores!». El mejor intérprete del Papa y de sus gestos es él mismo.
XL. Acostumbrados a la exquisitez diplomática y verbal de su antecesor, ¿puede parecer un poco vulgar la manera en que se expresa el Papa en ocasiones? 
C.A. Sin duda alguna, utiliza con frecuencia expresiones muy populares porque habla con la gente del pueblo, de la calle, y quiere que se le entienda bien. Es verdad que hay una oposición silenciosa al Papa, pero de momento solo es sobre estas cosas, sobre sus gestos, que son irrelevantes en sí mismos pero no en cuanto a lo que significan. Lo importante no es que use zapatos negros o colorados, sino por dónde camina, hacia dónde quiere ir.
XL. ¿Qué este Sumo Pontífice guste mucho más que otros a los agnósticos no pone en la picota a los cardenales 'de toda la vida'?
C.A. Yo creo que se ha metido a todos en el bolsillo -también a musulmanes y judíos- y es cierto que a algunos les parece que es una persona izquierdosa, por aquello de los pobres. Pero es verdad que estos que aplauden tanto al Papa lo hacen para darnos a algunos en la cresta: «Este sí que es un modelo de cristianismo de los pobres y no el de estos obispos ricachones, que son muy tercos». Es inaceptable que utilicen al Papa como arma arrojadiza. Pero lo mismo estos que lo alaban tanto en este sentido como aquellos que lo critican por lo contrario, esperan de él algo que no puede darles, porque se ciñe al Evangelio. A Juan Pablo II lo alabaron mucho tras su elección en algunos países porque era polaco y venía del Este... y luego lo crucificaron en todos los aspectos.
XL. Cuando le dijo a su padre que dejaba la medicina por el seminario, le dio un consejo: ¿De acuerdo, pero sé un buen fraile?. ¿Lo ha sido?
C.A. Creo que podía haberlo sido un poco mejor [sonríe].
Privadiísimo
Nacido en Medina  de Rioseco (Valladolid) en 1934, es hijo de médico y sobrino del psiquiatra y escritor Juan Antonio Vallejo-Nágera.
La medicina fue su 'primer amor'. Estudió un curso de la carrera, pero el sacerdocio pudo más. En 1954 ingresó en la Orden de Hermanos Menores (franciscanos), donde realizó el noviciado. Fue ordenado cura en julio de 1960.
Tiene tres licenciaturas: Filosofía, por el Pontificio Ateneo Antoniano de Roma; Psicología, por la Universidad de Alcalá de Henares; y Teología, por el seminario franciscano de Santiago de Compostela.


 TÍTULO: PRIMER PLANO, Manipulación, juegos sexuales, 43 puñaladas, degollamiento...28 años de condena.
  1. En primer plano

    Amanda Knox-fotos,.

    Esta chica estadounidense acaba de ser declarada culpable por segunda vez. La justicia italiana la acusa de matar a sangre fría a su compañera de piso cuando ambas eran estudiantes en Perugia. Sin embargo, no todo está claro en este caso plagado de contradicciones. Amanda vive ahora en EE.UU. y lucha para no ser extraditada a Italia. Hablamos con ella.


    Manipulación, juegos sexuales, 43 puñaladas, degollamiento...28 años de condena. "Yo no lo hice". El 2 de noviembre de 2007, Mereddith Kercher -una estudiante inglesa del programa Erasmus y de 21 años- apareció muerta en su habitación, en el piso de Perugia (Italia) que compartía con otras estudiantes. Había sido degollada y su cuerpo presentaba 43 cuchilladas. Su compañera de piso, la estadounidense Amanda Knox, de 20 años, y su novio, Raffaele Sollecito, de 24, fueron acusados del crimen días después. En 2009 se les condenó por el asesinato, pero un tribunal de apelación los absolvió dos años más tarde.
    El pasado enero, el Tribunal Supremo italiano los volvió a condenar. Un asesinato extraordinariamente sangriento, un juicio tan confuso como polémico y unos protagonistas inquietantes han convertido el crimen en noticia internacional. Cuando en octubre de 2011 su condena y la de Sollecito fueron revocadas por irregularidades en la investigación, Knox regresó a EE.UU., donde trata de rehacer su vida. Ha vuelto a la universidad para terminar sus estudios y tiene nuevo novio, James. En marzo del año pasado, el Tribunal Supremo ordenó la celebración de un nuevo juicio. Mientras estuvo en la cárcel, habíamos intercambiado varias cartas. El 3 de abril me envió un correo: «La noticia me ha resultado tan angustiosa como incomprensible, pero me he estado preparando para esta nueva montaña rusa emocional». Estaba convencida de que volverían a absolverla. Convinimos en encontrarnos personalmente por primera vez una semana antes del veredicto. 
    Knox sugiere que nos reunamos en un café próximo a su casa, en Seattle. Después de haber estado escribiéndonos durante casi cinco años, sigo sin estar seguro de a quién voy a encontrarme. Knox es una joven bajita y delgada, vestida con pantalones y zapatos planos. No se ha maquillado, y en su piel son visibles algunas erupciones. Sorbe un café con leche y habla de la universidad, de que está haciendo nuevos amigos... «No quiero que mi vida sea eso». Y 'eso' significa la acusación de asesinato y todo lo que implica. Pero, según reconoce, al final, siempre llega el momento en que tiene que revelar su verdadera identidad.Habla sobre la forma en que los medios de comunicación han descrito su carácter. «La gente ha exagerado lo extraño de mis reacciones. Pero es que a mí me daba igual lo que la gente pudiera pensar. No pensaba que para causar buena impresión era mejor quedarme sentada y quietecita. Si estaba angustiada y tenía el impulso, me levantaba del asiento y empezaba a pasearme de un lado a otro. Ahora, me ando con mucho más cuidado».
    Le pregunto por el beso que se dio con Sollecito en la puerta de la casa la mañana posterior al asesinato de Kercher y que tan malo fue para su imagen. «La prensa lo presentó como si yo no albergara el menor sentimiento. Dieron a entender que estaba morreándome con mi novio porque estoy obsesionada con el sexo. En realidad, me sentía hundida y devastada. ¡La prensa tomó imágenes toda la mañana, pero en la tele tan solo aparecieron cinco segundos!». Knox reitera que, si sonreía en el juicio, tan solo lo hacía en atención a su familia. «Porque no quería que me vieran asustada, quería levantarles el ánimo. Todo se reducía a interactuar con las personas a las que quiero, para que se sintieran mejor».
    ¿Está visitando a un psicólogo? «No. Lo he intentado dos veces, pero me parece una salida fácil. Siempre me digo que tendría que ser capaz de poner mi cabeza en orden por mi cuenta, lo que tampoco termina de ser verdad», reconoce. ¿Está tomando antidepresivos? «¡Ni hablar! -me contesta-. Estoy en contra de los antidepresivos. El problema no está en los elementos químicos de mi cerebro; está en la realidad. Y no me parece buena solución engañar al cerebro para que reinterprete la realidad de una forma más bonita».
    ¿Sigue fumando marihuana o ha dejado de hacerlo después de que la Fiscalía argumentara que el cannabis trastornó su mente? «Sí, lo he dejado. Aunque nunca fui una fumadora habitual de 'maría', por mucho que la gente pensara lo contrario. Y lo que está clarísimo es que no maté a nadie por haberme fumado un 'petardo'. Que dos chavales sin ningún antecedente de violencia se hayan convertido en dos depredadores sexuales psicópatas por fumar 'maría' es rizar mucho el rizo», agrega con amargura.
    Pregunto si la prisión la ha cambiado, y Knox no sabe por dónde empezar. Sonríe. «Bueno, está claro que cuando veo una película ya no me fijo en tonterías como las botas de la protagonista». Según indica, toda su familia está muy afectada. «Mi madre ahora es incapaz de concentrarse en algo. Ya no puede ni leer. Mi hermana menor de pronto ha madurado muchísimo. Mi padre está muy afectado, triste. Yo soy mucho más antisocial. Me siento incómoda en los lugares donde hay mucha gente. Tengo menos calma. Mi familia me dice que ahora me tomo muy a pecho cualquier minucia. Y yo, bueno, pues me disculpo. Mi familia está muy unida».¿Se siente frustrada cuando la gente le dice que nunca va a saberse lo que pasó en realidad? «Me parece que está clarísimo que yo soy inocente. Con las pruebas de que disponen es imposible que puedan acusarme de haber cometido ese crimen».
    ¿Por qué es imposible? «Meredith era amiga mía, y yo jamás hubiera hecho una cosa así. No tengo el menor antecedente delictivo. Y en el dormitorio no encontraron el menor rastro mío. En el cuarto había sangre por todas partes, muestras de la persona que cometió el crimen. Las pruebas circunstanciales que apuntan en mi dirección son irrelevantes, pura basura. Y el hecho es que la Fiscalía nunca ha podido explicar por qué en la habitación no había muestras de mi ADN». Knox parece indignada. Le pregunto cómo es posible que confesase que estuvo en el lugar de un asesinato y llegase a implicar a un inocente. De forma tranquila, empieza a explicar: «Lo primero que te dicen es que tienes que acordarte y que, si no te acuerdas, van a meterte en la cárcel. Yo sentía remordimientos por encontrarme tan confusa. La Policía hacía lo posible por que sintiera remordimientos. Después, me aseguraron que Raffaele les había dicho que yo no había estado con él en su casa, lo que me descolocó. Y no era cierto. Luego, me mostraron ese mensaje en el teléfono móvil. '¡Trate de acordarse!', insistían. '¿Quién es este Patrick al que envió un mensaje? En el mensaje pone bien claro que este tal Patrick se olvidó algo por allí'. Yo llevaba horas devanándome los sesos, pero no me acordaba de nada, y ellos no hacían más que chillarme y decirme que, si no me acordaba, me caerían 30 años por complicidad con el asesino».
    «Finalmente les di el nombre de Patrick, y al momento me puse a llorar. Pensaba que, ¡por Dios!, todo cuanto me decían por fuerza tenía que ser verdad. Seguramente era cierto que había presenciado el asesinato de mi amiga, pero ahora me sentía tan traumatizada que ni siquiera llegaba a recordarlo. Terminaron por comerme la cabeza y convencerme de la veracidad de esta espantosa versión de los hechos... Me sentía tan abrumada que estuve llorando durante no sé cuánto tiempo. Estaba delirando...». Con los ojos anegados, hace una pausa y explica: «Yo no era más que una niña cuando todo eso pasó. ¡Yo aún era una niña! No estaba preparada para algo así». Los siguientes días volví a ver a Amanda en la casa de su madre, rodeada por su familia. Con ellos vio en la televisión el 30 de enero a un juez italiano confirmar la sentencia inicial: Sollecito y Knox son declarados culpables de asesinato y condenados a 25 y 28 años de cárcel, respectivamente.
    El 3 de febrero, cuatro días después del veredicto, llamé a Knox. «Me siento totalmente perdida. Es verdad que estoy mejor aquí, en los Estados Unidos, donde la gente sigue creyendo en mí... Pero una vez le hablé de la sensación de ser una mujer marcada. Que todos me vieran como una mujer absuelta de un asesinato ya era malo, pero mucho peor resulta que te vean como una criminal. Duele mucho. Hago lo posible por vivir el instante, por mantenerme ocupada, porque de lo contrario todo resulta demasiado abrumador. Me siento como si me hubieran diagnosticado un cáncer».
    TODAS LAS PISTAS DEL CRIMEN
    -El asesinato. Meredith Kercher, una estudiante inglesa de 21 años, aparece muerta en su piso de Perugia el 2 de noviembre de 2007. Ha sido degollada y acuchillada. Está semidesnuda. Ha mantenido relaciones sexuales. Le han robado sus tarjetas, dos móviles y 300 euros. El cuerpo es hallado por una de sus compañeras de piso -Amanda Knox-, su novio -Raffaele Sollecito- y dos agentes de Policía a los que llaman al sospechar que ocurre algo extraño. La puerta de la habitación de Kercher estaba cerrada con llave.
    -La detención. Cuatro días después, la Policía detiene a Knox y Sollecito. Amanda, estadounidense de Seattle, tiene 20 años y lleva seis meses en Perugia estudiando idiomas y Literatura. Raffaele, de 24 años, estudia Ingeniería. Son pareja desde hace solo cinco días. La teoría de la Policía es que ambos -que habían tomado alcohol y drogas (marihuana, según ellos mismos)- asesinaron a Meredith por negarse a participar en un juego sexual.
    -El interrogatorio. El interrogatorio a Amanda se prolonga cuatro días. Ella accede a declarar sin abogado y en italiano, idioma que no domina. Esa declaración es el origen de sus problemas. Confiesa haber estado en la casa y haberse tapado los oídos para no oír los gritos de Kercher. Y acusa del asesinato a Patrick Lumumba, su jefe en un bar en el que trabajaba como camarera. Horas después se retracta. Dice que los policías la han intimidado. Pero vuelve a caer en contradicciones. Lumumba es detenido, pero tiene una coartada sólida.
    -Sollecito. Raffaele Sollecito también se contradice en sus declaraciones ante la Policía. Primero dice que Amanda estuvo con él en su apartamento esa noche, pero que se fue de madrugada. Luego, que no se fue hasta las diez de la mañana. El italiano también alega presiones policiales. El fiscal lo presenta como un pelele manipulado por Amanda. Él admite estar fascinado por ella, mucho más experta que él en materia sexual. Pero niega cualquier implicación en el crimen.
    -La prensa. La prensa sensacionalista entra en juego. Knox es presentada por amigos anónimos como consumidora habitual de drogas, devoradora de hombres... y hasta se analiza al milímetro la fría mirada de sus ojos azules. En su contra juegan detalles como el beso que ella y Sollecito se dieron al día siguiente de la muerte de Kercher. Hasta su mote de cuando jugaba a fútbol, Foxy Knoxy, que hacía referencia a su destreza, se interpreta ahora como 'zorra'
    -La investigación. Esta es confusa. En el dormitorio donde murió Kercher no hay restos de ADN de Knox ni Sollecito. Solo hay ADN de una tercera persona: Rudy Guede, un italiano originario de Costa de Marfil con antecedentes policiales. Guede había huido a Alemania, pero el 20 de noviembre lo detienen. Reconoce haber estado en la casa de Meredith. Dice que mantuvo relaciones sexuales con ella y fue al baño. Cuando volvió, vio a un desconocido con un cuchillo huyendo. Desde el baño no oyó nada porque llevaba puestos los cascos.
    -Versión guede. Rudy Guede varía su versión con los días. Dice que, al volver del baño, se encontró a Knox y a Sollecito matando a Meredith. Nada menos que 43 puñaladas. Y, confundido, no hizo nada. Luego huyó por miedo a verse implicado. Pero cuando la Policía usó como señuelo para encontrarlo a un amigo suyo al que grabó, dijo que Knox no estaba implicada y que no conocía a Sollecito. La relación real entre los tres implicados no está clara. El marfileño era amigo de unos vecinos de Meredith y Amanda y podría ser su proveedor de marihuana.
    -Otros rastros. La investigación abre otras vías para implicar a los novios. La Fiscalía encuentra una pequeña muestra del ADN de Knox, mezclado con el de Kercher, en un cuchillo descubierto en el piso de Sollecito, que en principio se consideró como posible arma del crimen, aunque nunca se llegó a determinar que lo fuese. También detectó el ADN de Sollecito en una pequeña hebilla arrancada del sujetador de Kercher. La muestra es tan mínima que algunos expertos no la consideran válida.
    -La defensa. La defensa de Knox y Sollecito se centra en que no hay ADN en la escena del crimen, no hay móvil y no tienen antecedentes. La parte menos coherente son sus declaraciones. Amanda dijo haber vuelto a casa tras pasar la noche con Sollecito y haber visto gotas de sangre en el baño, pese a lo cual se duchó sin alarmarse. Tan solo se asustó cuando vio heces en el retrete [este detalle será, a la postre, relevante]. Vio que la puerta de Meredith estaba cerrada. Entonces volvió a casa de Sollecito y llamaron a la Policía.
    -El juicio. Este comienza en mayo de 2008. En diciembre de 2009, dos años después de la muerte de Kercher, Knox y Sollecito son condenados como sus asesinos: Amanda, a 28 años y Raffaele, a 25. [A Knox le caen tres años adicionales de condena por difamar a Lumumba]. Rudy Guede había sido condenado antes, en juicio rápido, tras acceder a declararse culpable. A él le cayeron 30 años, pero la pena se le reduce a 16 por implicar a Amanda y Raffaele.
    -Absolución. Los condenados recurren la decisión del tribunal. En octubre de 2011, sus condenas son revocadas por un tribunal de apelación. El informe pone en entredicho la actuación policial y la investigación forense. Desestiman las pruebas de ADN en el cuchillo y en el tirante del sujetador. Una vez absueltos, Sollecito vuelve a sus estudios en Florencia y Amanda regresa de inmediato
    -Nueva condena. Los abogados de Meredith recurren y logran un nuevo juicio. En enero de 2014, Knox y Sollecito son declarados culpables por el Tribunal Supremo, que ratifica su condena. Ahora, el fiscal plantea que el móvil no es una fantasía sexual, sino una discusión por la higiene del piso [a raíz de las heces en el baño]. A Sollecito lo detienen en la frontera con Suiza, donde su familia tiene casa. Amanda apela a los estadounidenses para que veten su extradición. Ambos han recurrido la decisión. La siguiente sentencia, en 2015.


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