El vestido de Melania Trump - foto,.
El pasado 9 de noviembre, cuando hacia las nueve de la mañana, hora española, Donald Trump se disponía a pronunciar su primer discurso como pesidente electo rodeado de los suyos..
Me fijé especialmente en el
espectacular mono que vestía Melania Trump y que supe después era de
Ralph Lauren. Enseguida centré mi atención en el discurso de su marido,
pero pensé en la aparente contradicción en la que incurría yo misma con
ese interés por el vestido de Melania justamente cuando asistíamos a un
hecho histórico relevante como el final del recuento en la elección del
presidente del país más poderoso de la tierra.
Y cuando en más de una ocasión he escrito, además, que algunos roles sociales como el de las primeras damas constituyen un problema para la cultura de la igualdad. Además de fuente de un sinnúmero de contradicciones, como la que acabo de contar. Porque Melania Trump ocupará en los próximos años multitud de portadas, reportajes y artículos de todo el planeta y lo hará en su rol de esposa, de acompañante y, por supuesto, de icono de moda.
Y también las mujeres más interesadas por la política seguiremos sus reportajes de moda, no solo los discursos y las decisiones de su marido. Entre otras cosas, porque todos los medios de comunicación van a centrar su atención en ese papel de Melania, sin aparente preocupación y por los roles femeninos que esto transmite a las niñas y jóvenes. Y a los hombres que juzgan el trabajo de las mujeres.
Y no veo diferencias relevantes entre el papel de Melania y el de Michelle Obama. Justamente 15 días antes de las elecciones, también me había impactado la portada del suplemento de estilo del diario 'The New York Times', con una foto de una Michelle Obama completamente photoshopeada y con look de top model. En el interior, fotografías no menos retocadas y glamurosas ponían en primer plano la conversión de Michelle en un icono del estilo americano, cosa que, por otra parte, también es contenido destacado de la biografía de Wikipedia sobre sus logros como primera dama: haber llegado a ser un icono de moda.
Melania estudió un año de Arquitectura y se hizo modelo; Michelle se graduó en Harvard y trabajó en la universidad y en la alcaldía de Chicago; y ambas han acabado como "iconos de la moda". Pensaba en Melania y en Michelle cuando una reflexión de un político como Pablo Iglesias vino a profundizar mi escepticismo sobre la velocidad de los cambios de roles femeninos y masculinos. Decía Iglesias sobre la feminización de la política que de nada sirve que haya más mujeres en el poder si no están feminizadas, y que feminizarse consiste en cuidar, eso que nos han enseñado nuestras madres. Y, después de todo, así es,: Melania y Michelle cuidan de Donald y de Barack mientras ellos cuidan de los americanos.
Y cuando en más de una ocasión he escrito, además, que algunos roles sociales como el de las primeras damas constituyen un problema para la cultura de la igualdad. Además de fuente de un sinnúmero de contradicciones, como la que acabo de contar. Porque Melania Trump ocupará en los próximos años multitud de portadas, reportajes y artículos de todo el planeta y lo hará en su rol de esposa, de acompañante y, por supuesto, de icono de moda.
Y también las mujeres más interesadas por la política seguiremos sus reportajes de moda, no solo los discursos y las decisiones de su marido. Entre otras cosas, porque todos los medios de comunicación van a centrar su atención en ese papel de Melania, sin aparente preocupación y por los roles femeninos que esto transmite a las niñas y jóvenes. Y a los hombres que juzgan el trabajo de las mujeres.
Y no veo diferencias relevantes entre el papel de Melania y el de Michelle Obama. Justamente 15 días antes de las elecciones, también me había impactado la portada del suplemento de estilo del diario 'The New York Times', con una foto de una Michelle Obama completamente photoshopeada y con look de top model. En el interior, fotografías no menos retocadas y glamurosas ponían en primer plano la conversión de Michelle en un icono del estilo americano, cosa que, por otra parte, también es contenido destacado de la biografía de Wikipedia sobre sus logros como primera dama: haber llegado a ser un icono de moda.
Melania estudió un año de Arquitectura y se hizo modelo; Michelle se graduó en Harvard y trabajó en la universidad y en la alcaldía de Chicago; y ambas han acabado como "iconos de la moda". Pensaba en Melania y en Michelle cuando una reflexión de un político como Pablo Iglesias vino a profundizar mi escepticismo sobre la velocidad de los cambios de roles femeninos y masculinos. Decía Iglesias sobre la feminización de la política que de nada sirve que haya más mujeres en el poder si no están feminizadas, y que feminizarse consiste en cuidar, eso que nos han enseñado nuestras madres. Y, después de todo, así es,: Melania y Michelle cuidan de Donald y de Barack mientras ellos cuidan de los americanos.
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