LA CHICA LUNES -9- DOMINGO -15- OCTUBRE - PLANETA CALLEJA - DOMINGO -8- OCTUBRE - ROZALEN ,./ EN PORTADA CRONICAS MUJERES VIAJERAS - LA ISLA HUMANA,LUNES -9- OCTUBRE,.
TITULO: LA CHICA LUNES -9- DOMINGO -15- OCTUBRE - PLANETA CALLEJA - DOMINGO -8- OCTUBRE - ROZALEN ,.
PLANETA CALLEJA - DOMINGO -8- OCTUBRE,.
Planeta Calleja es un programa de televisión de España que se emite cada domingo a las 21:30, en Cuatro de Mediaset España. Jesús Calleja enfrentará a rostros conocidos a
vivir experiencias únicas e irrepetibles fuera de su contexto habitual y
en los lugares más remotos y fascinantes , etc.
LA CHICA LUNES -9- DOMINGO -15- OCTUBRE - ROZALEN ,.
Desde
niña, María Rozalén cantaba las canciones que le enseñaban su madre y
su abuela, recitaba poesía y recibía sus primeras clases de baile. Desde
los 7 años formó parte de la rondalla del barrio de Fátima de Albacete, a la que perteneció durante 9 años como instrumentista de guitarra y bandurria,
dando así sus tempranos pasos dentro de la música. Su primera toma de
contacto delante de los micrófonos fue dentro de los grupos coristas del
Colegio Santo Ángel de la Guarda y la Iglesia de Fátima de Albacete.
Empezó a componer canciones a sus 14 años, movida siempre por la
crítica social, y dio su primer concierto como cantautora recién
cumplidos los 16 en el festival “Operación Bocata” de Albacete. Desde
ese momento no ha dejado de componer y actuar. Acompañada normalmente
por el gran percusionista y amigo Tete Moragón, y actualmente por el
guitarrista Samuel Vidal, el bajista Jorge Rodríguez y "El Cometilla" al
cajón, actúa en numerosas localidades de todo el territorio nacional
español.
Siempre ha estado dispuesta a ofrecer su voz y sus canciones a
cualquier acto benéfico o ideológico compartido. María ha sido
entrevistada y ha actuado en múltiples ocasiones en televisiones locales
y regionales así como en diversas emisoras de radio. Ha tenido el
privilegio de actuar en varias ocasiones en escenarios como el Teatro Romea y el Auditorio Víctor Villegas de Murcia o el Teatro Circo de Albacete.
Rozalén estudió Psicología en la Universidad de Murcia y tiene un máster en Musicoterapia.1 Además tiene experiencia en musicoterapia con párkinson y grupos de colectivos en riesgo de exclusión social. En todos sus conciertos está acompañada por Beatriz Romero (técnica especialista en interpretación de la lengua de signos
y guía interpretación de personas sordo-ciegas), creando un espectáculo
que está teniendo gran éxito en todos los lugares en los que se
representa, con una mezcla de personas oyentes y sordas en un concierto
preparado para ser entendido en otros países con connotaciones
específicas de la lengua de signos de cada país. De esta manera, su
música se dirige a todo el mundo sin exclusiones. Un ejemplo de este
gran trabajo se puede ver reflejado en el videoclip de su tema 80 veces.2
Algunas de las ONG y asociaciones con las que ha colaborado son Plan Internacional,3 Asociación Española Contra el Cáncer o Fundación Vicente Ferrer., etc.
TITULO: EN PORTADA CRONICAS MUJERES VIAJERAS - LA ISLA HUMANA, LUNES -9- OCTUBRE,..
Ons es actualmente la única isla habitada del litoral gallego.
Desde 2.002 forma parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas,.
Es un ecosistema extraordinario. Presenta especies únicas y alberga
importantes colonias de aves marinas además de unos fondos marinos de
gran biodiversidad,.
La historia de la isla es una sucesión de poblamientos y despoblamientos. La huella del hombre se extiende hasta el Paleolítico,.
A lo largo de los siglos Ons ha tenido distintos dueños hasta que fue
expropiada por el Estado en 1940. En 1982 fue transferida a la Xunta de
Galicia,.
A mediados del pasado siglo llegó a superar los 500 habitantes. Ahora sólo vive de forma permanente un matrimonio de isleños,.
Los isleños vivían de la pesca -fundamentalmente del pulpo-, la
agricultura y la ganadería. Integraban una comunidad con fuertes lazos
solidarios,.
La isla recibe 100.000 visitantes anuales. El turismo es ahora el principal sostén económico,.
Cuando el otoño va tomando la isla y los bares han cerrado, cuando los
turistas del verano ya han regresado a sus rutinas y, tras la algarabía,
el rumor del mar y las gaviotas vuelve a las veredas y a las ventanas,
en la casa de Cesáreo y Victoria la cocina de leña se despereza de su
letargo estival. Llegan los días cortos, días de frío y cocido. Así ha
sido siempre.
Son los últimos. Cesáreo y Victoria no abandonan su casa isleña en todo
el año. No hay sitio mejor para ellos, lejos de coches y ruidos. Viven
tranquilos, con su huerta, su pesca… Nadie les moverá de ahí, del lugar
donde nacieron. Donde ellos se sienten aislados es en tierra,
en la península, en Bueu. Su descendencia llega hasta tres biznietos.
Todos llevan la isla en los genes y en cuanto pueden acuden a la casa
madre.
Pepe de Miro, el hijo de Ramiro el del faro, también pasa
ahora la mayor parte del tiempo en la isla. Antes vivía en Bueu, pero
desde que se jubiló por enfermedad ha regresado al paisaje de su
infancia, a las casas de sus padres y sus abuelos. Pepe conoció los
buenos tiempos. Cuando él era niño en Ons vivían más de quinientas
personas; trabajaban la tierra y pescaban, y eran bastante felices.
Luego, como otros muchos, tuvo que salir hacia la península porque allí
había un puerto seguro para los barcos, había médico, había escuela
reglada…Su mujer, Isabel, una moza de Bueu que conquistó bailando una de
Caco Senante, se ha hecho también isleña, pese a que le costó. Ahora
los dos disfrutan de los días tranquilos de Ons; de vez en cuando ella
va a Bueu para ventilar la casa y hacer alguna compra y vuelve junto a
Pepe. Ya son abuelos.
Cuando llegan los días cortos, Cesáreo, Victoria, Pepe e Isabel pasean su sosiego de uno a otro barrio (Pareiró, Canexol, O Caño, O Curro…).
Por los caminos suelen encontrarse con el agente medioambiental y los
dos guardas que integran el equipo del Parque Nacional de las Islas
Atlánticas permanentemente destinado en la isla. A veces también se
cruzan con alguno de los tres fareros que se turnan, cada 15 días, para
mantener viva la llama fotovoltaica del faro que desde 1865 alumbra la
noche desde el Alto do Cucorno.
Cesáreo, Victoria, Pepe… son descendientes de los últimos colonizadores
de Ons, los que llegaron de la península del Morrazo cuando arrancaba
el siglo XIX. La historia de la isla es una sucesión de poblamientos y
despoblamientos, con una constante: la lucha entre el hombre y los
elementos. Vivir en Ons, no ha sido fácil. Si la mar se pone furiosa y
el temporal azota con fuerza, más vale buscar resguardo seguro. Esos
días se hace imposible llegar a la península.
Ya sea por la abundancia de manantiales, por su posición estratégica,
por la riqueza pesquera de su litoral, o por todo ello unido, Ons ha
atraído a lo largo de los siglos a diversas comunidades humanas. Excavar
en su historia es adentrarse hasta el Paleolítico en un recorrido
jalonado de castros, restos romanos, reyes medievales y obispos,
batallas y asedios, germanos, godos, normandos y piratas. Es también
hablar de los Riobó (los últimos propietarios), de los secaderos de
pulpo, de las dornas, de la expropiación de comienzos de los 40, de la
Obra Social del Movimiento, de la Xunta, del Parque Nacional…
Hablamos en realidad de un archipiélago formado por unos cuantos
islotes, una pequeña y redondeada isla, Onza, y la isla mayor, Ons (6 km
de largo, 1’5 de ancho), la única que mantiene un mínimo núcleo de
habitantes en la costa gallega. A poco más de dos millas está la
península. El archipiélago protege la entrada de la ría de Pontevedra de
los fuertes temporales atlánticos. Esos temporales han marcado la vida y
el carácter de los isleños. El Parque
Desde 2.002 Ons forma parte del Parque Nacional de las Islas
Atlánticas, un parque eminentemente marítimo (85% de mar, 15% de
tierra), integrado además por las Cíes y las islas de Sálvora y
Cortegada. Un ecosistema de extraordinario valor enriquecido en Ons por
especies únicas como las salamandras vivíparas y la cytisusinsularis, un vistoso arbusto que colorea en amarillo las lomas que se quiebran en los acantilados. Sólo pueden verse en la isla.
Como ocurre con toda la red de Parques Nacionales, Ons es una gran
estación biológica, un territorio para la investigación. En los días que
estuvimos en la isla encontramos a Ignacio y Pancho en plena labor de
control de las colonias de aves marinas (cormoranes, gaviotas
patiamarillas y las muy escasas gaviotas sombrías); encontramos también a
Cristina y Sara estudiando sobre el terreno, en las rocas que emergen
con la marea baja, los efectos que la recolección de la mejilla - la
semilla del mejillón que los mejilloneros recogen para cultivar en la
bateas- tiene sobre otras especies.
La población, los isleños, su modo de vida tradicional, su cultura, es
un valor que los rectores del Parque destacan y potencian. La
convivencia hoy es armoniosa, pero no siempre ha sido así. Al comienzo
había ciertos recelos, seguramente porque la pertenencia al Parque
supone algunas restricciones para los vecinos, por ejemplo a la hora de
hacer obras en las casas, o de tener mascotas. Hay un férreo control
sobre las especies alóctonas, introducidas. También sobre la pesca,
aunque se consienten las capturas para autoconsumo de los isleños.
José Antonio Fdez.Bouzas / DIRECTOR-CONSERVADOR PARQUE NACIONAL ILLAS ATLÁNTICAS - CUIDAR Y GESTIONAR
La propiedad
A lo largo de los siglos los colonos han pagado rentas a los distintos
propietarios de la isla por el uso de las casas y las tierras. Así
sucedió hasta que en los 80 Ons fue transferida a la Xunta de Galicia.
Se abrió entonces un periodo de incertidumbre durante el cual los
isleños plantearon sus derechos de propiedad sobre las casas que habían
edificado y las tierras que habían hecho productivas. No hubo acuerdo.
La solución llegó con la declaración de Parque Nacional. Se reguló que
los vecinos pasaban de ser colonos a ser concesionarios,
se les otorgaba la concesión de las casas y terrenos por un periodo de
75 años. Deben abonar un canon por metro cuadrado que varía según sea
vivienda, terreno o establecimiento hostelero. -¿Y cuando la concesión termine? Ya se verá-. Eso dicen todos.
La vida entre temporales
Los ingresos llegaban de la pesca. Era la actividad fundamental,
ocupaba a todos los hombres y a buen número de mujeres. Y el mar en Ons
es agradecido; más aún antes que ahora. Había de todo, sargos, lubinas,
maragotas, congrios…y pulpo, sobre todo pulpo. En los tiempos de los
Riobó (1919-1936), los isleños estaban obligados a vender todo el pulpo
al dueño, primero a don Manuel y después a su hijo y heredero Didio.
Tras pasar por el secadero lo comercializaban a través de Isla de Ons S.L.,
la sociedad mercantil que habían creado para la explotación pesquera.
Era un negocio rentable; las capturas anuales superaban los 70.000
kilos.
Eran los años de las dornas, embarcaciones pequeñas, livianas, que
había que manejar con energía y destreza. Acabada la faena las dornas se
varaban en las playas, en la parte más elevada, por si la mar
enfurecía.
Didio Riobó, republicano radical y progresista, se suicidó al poco de
comenzar la guerra civil al verse acosado por los sublevados. A
comienzos de los 40 el Estado expropió la isla aduciendo razones de
Defensa (nunca se realizó instalación militar alguna que justificara tal
decisión). A partir de ese momento los pescadores isleños pudieron
diversificar las capturas y vender por su cuenta la pesca en los
cercanos puertos de la península. Sus ingresos mejoraron pero además
ganaron independencia; se hicieron dueños de su futuro.
La pesca traía los ingresos, la tierra y el ganado, la subsistencia.
Cultivaban maíz, centeno, trigo, habas, patatas…Los hórreos estaban
siempre bien surtidos. Además tenían vacas, cerdos y gallinas. Y nunca
faltaba el pescado y el marisco.
El aislamiento reforzó los lazos de solidaridad entre los vecinos. La
de Ons era una comunidad que actuaba como un organismo especialmente
dotado para resistir -todos a una-, sobre todo en los momentos duros,
que no eran pocos.
Nunca hubo médico. Lo peor era caer enfermo cuando los temporales
azotaban la isla durante semanas. No había forma de acercarse a la
península para recibir atención. Entonces había que echar mano de
remedios naturales, de hierbas y ungüentos, de curanderos o de parteras
cuando era el caso.
Aún no había llegado la electricidad a Ons. Por las noches, a la luz de
velas y candiles, surgieron numerosas leyendas que conectaban la vida
con el más allá. En O Burato do Inferno se escuchaban los lamentos de las almas en pena, por Punta Centolo entraba en la isla la Santa Compaña, a veces difuntos se aparecían… Unos lo creían, otros no. Esplendor y éxodo
Los 60 fueron años de cambios. Llegó la luz eléctrica. Un generador la
facilitaba desde el anochecer hasta medianoche. Con la luz llegaron los
primeros televisores, los frigoríficos…A veces, si había alguna
defunción, algún parto, o alguno de aquellos combates de Carrasco o de
Cassius Clay televisados de madrugada, había horas extra de generador.
Aún hoy en la isla se raciona la corriente: diez horas diarias, en dos
tandas.
Fue en aquellos años cuando se realizaron distintas obras en el barrio de O Curro,
donde está el muelle. Se levantó una nueva escuela que apenas llegó a
utilizarse, también se construyó una iglesia moderna para honrar a San
Xaquín y a Santa Ana… Todo estaba a punto de cambiar.
Con el incremento de los ingresos de la pesca se vivieron tiempos de
mayor bienestar, la población creció hasta superar los quinientos
habitantes, se mejoraron las casas… y las dornas dieron paso a los
barcos a motor. El pequeño muelle de la isla no era un refugio seguro
para las nuevas embarcaciones, cualquier temporal podía causar estragos
en los pesqueros amarrados, así que comenzaron a acudir a puertos de
abrigo (Portonovo, Bueu…) mientras la familia, la mujer y los hijos,
quedaba en la isla. Cuando llegaban los temporales fuertes esa
separación podía alargarse semanas o meses. Al final, acabaron comprando
piso en la península y dejando la isla. Ons comenzó a languidecer; se
cerró la escuela y se marchó el cura. Podría haberse evitado si hubieran
construido un puerto en condiciones, pero eso nunca pasó de promesa.
Susi Otero Acuña / PTA. ASOCIACION DE VECINOS ILLA DE ONS - NI ESCUELA NI MISA
El sueco de Ons
Hubo un testigo de excepción de aquellos años felices en los que las
últimas dornas convivían con los primeros barcos de motor, un joven alto
y rubio, un antropólogo sueco que apareció por la isla para estudiar
las embarcaciones tradicionales, y echó raíces. Staffan Mörling llegó en
el 64. Se casó con Josefa, una isleña más guapa que su admirada Audrey
Hepburn. Acaban de celebrar las bodas de oro.
Su experiencia vital queda reflejada en varios libros y en una
extraordinaria colección de fotografías que retienen aquellos días en
blanco y negro. A comienzos de los 70, su hermano Mikael llegó con una
pequeña cámara de 16 mm y rodó unas imágenes de un valor excepcional
para entender como vivía aquella comunidad alejada en el espacio y el
tiempo. Staffan y Josefa vuelven cada año a su casa de Bueu. Y nunca
dejan de visitar la isla.
El turismo
El pulpo que sirven en Casa Acuña y Casa Checho ha atraído durante
décadas a gente a la isla. Para no pocos es el mejor que puede comerse
en Galicia. El pulpo sigue siendo un imán, pero desde que Ons forma
parte del Parque Nacional los atractivos se han multiplicado; también
los turistas.
Cuando el tiempo comienza a mejorar y los días se estiran, los barcos
de línea aumentan servicios y el muelle se convierte en una pasarela por
la que no dejan de desfilar personas ávidas de tranquilidad, o de
playa, o de senderos, o de pulpo… Turistas. Ya son 100.000 cada año,
diez veces más que hace sólo dos décadas.
Muchas de las viejas casas de los isleños, las 80 casas repartidas por
la isla, han sido rehabilitadas y remodeladas para el alquiler
turístico. Hay también una amplia oferta de habitaciones por parte de
los negocios hosteleros y un camping. En verano todo está lleno.
Los gestores del Parque tratan de impulsar alternativas para que las
visitas no se concentren exclusivamente en los meses estivales,
alternativas dirigidas a mantener el adecuado equilibrio entre la
protección del ecosistema y el impacto económico que supone la afluencia
de turistas.
Lo cierto es que durante todo el año el cielo nocturno de Ons es un
espectáculo, durante todo el año el visitante puede perderse por sus
senderos y tumbarse relajado en sus playas, puede charlar con sus gentes
y conocer sus historias… Y, a nada que lo intente, podrá escuchar la
respiración profunda y antigua de esta isla humana.
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