Los chiringuitos de Coria
Cenando chuletas con desenfado a la orilla del río Alagón,.
Llovía. De pronto, cayó un aguacero tormentoso implacable, pero nadie se movió de su mesa en el chiringuito. Era jueves por la noche, víspera de los sanjuanes, y los chiringuitos de Coria, situados junto al Alagón, tenían media entrada a pesar de la tormenta. Media entrada en los chiringuitos caurienses es mucha gente porque en estos establecimientos hay decenas de mesas, un montón de camareros y una actividad febril, intensa, divertida... El tráfico de bandejas repletas de carnes, ensaladas y patatas fritas es incesante y a veces parece necesario contratar un guardia de circulación como el que 'trabaja' a las puertas del Cristo de Elvas ordenando los aparcamientos. En los chiringuitos de Coria, ordenaría el tráfico de camareros.En estos días de fiesta, los chiringutos de Coria están a tope, pero siempre se acaba encontrando sitio. Y si huyen ustedes del tumulto, acérquense cualquier otro día de verano hasta estos establecimientos de comidas populares del Alagón y pasarán un rato estupendo al aire libre, con el fresquito del agua inmediata y la gracia de un ambiente entretenido.
De los dos chiringuitos que abrían la noche que nos acercamos al río de Coria, escogimos el San Juan porque había más sitio, pero en todos se come a gusto y bien, aunque cada cauriense tiene su favorito. El caso es que bajo un gran toldo y a resguardo de un posible aguacero, que no se repitió, ocupamos una amplia mesa de plástico blanco, con sillas del mismo material. Sobre la mesa, lo típico en un chiringuito: mantel y servilletas de papel, platos blancos portugueses de Costa Verde y cubertería correcta.
Enseguida llega la camarera con la carta, encabezada por la parrillada de carne (25 euros) para dos personas (entrecot, cabecero de lomo, secreto de cerdo, chuletas de cordero y pollo deshuesado, con patatas o ensalada). Es el plato que más se pide en las mesas de alrededor, ocupadas sobre todo por grandes grupos familiares de gitanos y de payos en un ambiente jacarandoso y desinhibido.
Si se prefiere el pescado, la carta avisa de la novedad de temporada: una suculenta fritura de pescado fresco (12) que incluye acedía, cazón, anilla de calamar, choco, parrocha (sardina pequeña en las Rías Altas, llamada xouba en las Rías Baixas), boquerón, pijota y lenguadina. Por encargo, preparan paella mixta (5,50), de marisco (6,50), arroz de verduras (8) o con bogavante (12).
En el chiringuito, se mezcla el olor a tierra mojada con el de la carne a la brasa, se mezclan los trinos y las risas, los niños y los bisabuelos... Pedimos un pisto de tomate (5), que llega en gran bandeja con cebolla por encima y tomates con sabor y buen aliño. Ofrecen también ensalada de pimientos (6,50), de naranja (7), de perdiz en escabeche (8), de roquefort y nueces (8). Como nos tiraremos a la carne, escogemos de guarnición una bandeja de patatas fritas (5). Nos temíamos alguna decepción congelada, pero no, llega la bandeja y las patatas, además de caseras, están bien fritas.
Repasamos la lista de asados y braseados y hay pollo (8), panceta (7), entrecot (12) y diversas carnes al kilo: secreto (20), cochinillo (20) y chulletillas de cordero (24). Pedimos medio kilo de chuletillas. Están muy buenas. Puestos a poner peros, las puntas estaban un poquitín quemadas, aunque bueno, se quita lo churruscado, se agarran del palo y a comer con donaire, sin ceremonias, al estilo chiringuito. Otro pero: el pan de baguete horneado... Minucias, pijadicas de urbanita repipi. Aquí nadie pone peros y pasan las bandejas (5,50) de prueba, morros, mollejas y callos; de huevos rotros con jamón (7,50); de carne de toro (9); de rejos, puntillitas y ancas de rana (7)... El chiringuito.
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