jueves, 1 de diciembre de 2022

DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES -JUEVES - VIERNES - La verdadera pregunta ,. / Danke, señor Havertz ,./ Havertz salva a España, pero Alemania dice adiós al Mundial ,. / EL PAPEL HIGIENICO ROJO - EL D.N.I. - Ucrania pide a los refugiados que no regresen al país por la crisis energética que se avecina en invierno,. / Donde comen dos - Neúmaticos y ruralidad,.

  TITULO:  DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES -JUEVES - VIERNES -La verdadera pregunta,.

 DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES -JUEVES - VIERNES - La verdadera pregunta , fotos.

 La verdadera pregunta,.

 Silvia Hidalgo y su Yo, mentira | leonoticias

La escritora sevillana Silvia Hidalgo, Licenciada en Ingeniería Informática, fue la guionista y directora del cortometraje titulado Nido (2019), presentando en el 45º Festival Iberoamericano de Huelva. Como novelista, ha escrito Dejarse Flequillo (2016) y Yo, mentira (2021). También ha participado en diversas antologías de relatos como Folloneras (2016), She was so bad (2017) y Cuadernos de Medusa (2018). 

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En su novela Yo, mentira no hay nombres propios, pero sí una narradora en primera persona con una voz tan auténtica como frágil, en un universo cotidiano que construye junto a su marido, el Escritor, y su hijo pequeño, mientras sobrevive a su propia rutina diaria, en un entorno financiero discriminatorio y hostil. 

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- Desde el inicio de la novela, se observa que la narradora ama y teme a su hijo a partes iguales, porque la maternidad es esa gran experiencia de la que raras veces se habla con sinceridad. De la misma forma, no sabe si estará «a la altura» en su papel de esposa del Escritor. Por un lado, ve cómo su hijo «ya ha comenzado a expresarse de ese modo seudohumano. Porque, ¿cómo se le habla a un hijo?»; y, por otro lado, se siente impotente porque no puede expresar aquello que le recorre la mente: «Abro la boca, pero mis palabras se quedan agazapadas, esperando otro momento o el orden correcto en el que salir; mis palabras, que siempre suenan aburridas y nunca cuentan lo que quiero. Porque, ¿cómo se le habla a un marido?». Silvia, ¿has encontrado respuestas para estas preguntas?

En el libro quería expresar que, en nuestros entornos más cercanos, solemos tener una imagen muy consolidada. En este terreno, hablar de lo mundano, dentro de la rutina, es algo natural y fácil, pero expresar algo que nos incomoda, que puede perturbar o cambiar nuestra propia imagen es mucho más difícil. Con los hijos y las hijas se añade una presión extra, al buscar que la imagen que estamos creando en ellos sea perfecta. A título personal, creo que esa imagen, como la que tenemos de los demás no es sagrada, no debemos tener tanto miedo a mancillarla.

- Su hijo la pone a prueba constantemente o, al menos, ella es lo que cree: «No entiende que debe valerse por sí mismo, saber pedir ayuda si su madre falla, si su madre se olvida de él en el coche o lo pierde de vista en el agua». ¿Cómo aprende una madre a perdonarse por los (posibles) errores que pueda cometer, por lo que de ella se espera, por el simple hecho de dar a luz?

No soy una profesional ni la persona adecuada para esta pregunta, creo que antes que el perdón viene asumir que no somos ni seremos mujeres perfectas, que vamos a cometer errores, quizás no los mismos que consideramos que cometieron en nuestra infancia, pero está claro que meteremos la pata. Cuando abrazas tu debilidad humana, puedes tratarte con más cariño.

- En el mundo financiero en el que trabaja, no se siente a gusto, pues no ha llegado donde quería: «En el pasado yo también confié en mí, toda ilusión y actitud, porque yo sí, yo me abriría camino hacia la planta alta de los despachos marrones». ¿Por qué solemos apostar todo –la felicidad, la meta profesional, la vida personal…− a una sola carta, sabiendo lo osado que es?

Desde pequeñas, el sistema te ofrece varias vías, la del éxito que nos vendieron estaba clara: estudios (cuanto más técnico mejor), trabajo profesionalizado (cuanto mayor rango mejor) y amor (cuanto más duradero mejor). Si tenías capacidad para alcanzarlo, no te planteabas otro camino, porque lo demás era fracasar. El problema quizás no es tanto el apostar por un camino, sino ser incapaz de ver otros o de deshacerlo y coger uno distinto, según tus nuevas necesidades. Yo misma empecé a escribir pasados los 35 años, aunque, eso sí, tenemos que tener claro que en toda nueva ruta hay que estar muy dispuesta al fracaso.

- Además, el hecho de ser madre ha impedido a la protagonista el ascenso profesional que tanto ha ansiado: «Adivino su plan, como yo lo tuve, de volver a la normalidad a través de una faja. En esa normalidad no caben el vientre hinchado o las tetas que supuran leche. […] con ellos se evita el código mojado sobre la blusa que vendría a decir «mujer, no deberías estar aquí»». ¿Cuándo lograremos las mujeres la efectiva conciliación entre la maternidad y el trabajo? ¿Cómo se reconcilian las mujeres con su propio cuerpo después de ser madres?

La incorporación de la mujer al mundo laboral, al mundo de la empresa específicamente, no ha sido tal incorporación, sino una inserción bajo unas reglas y unos moldes masculinos en los que nos hemos visto obligadas a encajar. Se pretende que pensemos y lideremos como lo ha hecho el patriarcado durante siglos. Por eso, el avance en este plano es tan lento, pues incorporarnos implica una máxima que engloba la maternidad junto con debates que deberían ya estar superados, como la menstruación. Será más efectiva conforme avance el feminismo y las feministas adquieran poder social, político y legislativo.

Respecto al cuerpo, debemos desaprender la idea de belleza y perfección que tenemos inculcada a fuego. De nuevo, perdonar nuestra imperfección, asumir que nunca vamos a lograr lo imposible y quizás, con algo de suerte, gustarnos un poco más, tenerle más cariño y respeto a nuestro propio cuerpo.

- El difícil papel de ser madres conlleva, además, una revolución psicológica en las mentes de las mujeres: «Le cuento [al médico] que tengo una depresión posparto. Él dice que tras cinco años es imposible eso que cuento; lo llama de otro modo, como si el nombre importara. Le explico que no tuve tiempo en su momento y que me la he prorrateado, solo recaigo unos días al año, como la celebración de un aniversario y su resaca». ¿Por qué la Ciencia es tan estricta con la maternidad, por qué no logra «salvar» a las madres de sí mismas, ni física ni psicológicamente?

La ciencia ha ignorado durante mucho tiempo (y aún no se ha puesto al día) las particularidades de la salud de la mujer. Se ha estudiado el cuerpo del hombre blanco como lo neutro, hasta hace poco no supimos que el infarto no se presenta en las mujeres con dolor en el brazo izquierdo ni tampoco se estudió el efecto de las vacunas para la Covid en el ciclo menstrual. Y psicológicamente…

- En el mundo profesional de la narradora no hay lugar para medias tintas, ni siquiera en el lenguaje o códigos que se emplean, que se convierten en «un muro pálido de contención antiruido a través del cual se escapan conversaciones en un idioma extraño sobre vinos, moda y viajes. Un idioma que se aprende y se imita, pero en el que nunca se sueña». ¿Por qué es imposible soñar en ese mundo?

Aquí me refiero a la imposibilidad del salto de clase. Dan igual los méritos y el puesto que alcances, si vienes de otro lado, puede que nunca te sientas parte de ese mundo que crees haber alcanzado.

- Anteriormente, la protagonista ha trabajado como cajera de supermercado: «Era la peor cajera de todas porque, al menos una vez al día, me enamoraba de un cliente». ¿Sobrevaloramos la necesidad de enamorarnos? Ella misma cree ser la autora de la siguiente cita: «Si vas a entregarte a un hombre, hazlo a uno capaz de dejar sus miserias por escrito». ¿Por qué intentamos ser la perfecta imperfección ante la mirada de la persona de la que nos enamoramos?

Hemos visto muchas películas con chicas protagonistas tan guapas, sexis y divertidas a las que había que dibujarle una encantadora imperfección o manía soportable para que el chico no se sintiera del todo inferior. Supongo que tenemos aprendidas pequeñas lecciones como no ser más altas, no ganar más dinero y no tener más éxito. Gustar «sin apabullar, sin dar miedo», nos pasamos la vida cuidando el ego de señores.

- Se podría decir que la narradora practica una autocrítica excesiva, sobre todo cuando idealiza a su marido: «No sé si los demás maridos son iguales. Un escritor nunca está del todo contigo, siempre está contigo y con la historia que esté escribiendo. Come y escribe. Escucha y escribe. Besa y escribe. […] él hace tiempo que consiguió ser quien esperaba». En las relaciones de pareja, ¿qué espacios son necesarios para desconectar el uno del otro? ¿Cómo se puede solucionar la idealización del ser amado?

Cada relación y cada momento tiene sus necesidades. En mi novela, la protagonista necesita conectarse con ella misma, por eso necesita alejarse de los ojos de él, que en parte la definen.

Respecto a la idealización del ser amado, no sé si debe ser un asunto a solucionar, el tiempo y la rutina ya meten los dientes ahí. Mejor admirar que idealizar, eso sí.

- Queremos confesarte que tenemos prácticamente cada página subrayada, porque los enunciados de la narradora son pequeñas bofetadas de realidad, citas de autoridad reales y ahítas de verdades que deberíamos gritar hasta quedarnos afónicas: «Algunos miedos no se pierden, se acumulan. No son miedos dignos de atención, solemnes, de los que te paralizan o te empujan a hacer grandes logros, solo son miedos femeninos, adiposos, cada miedo un kilo de más que por abandono deja de molestarte y al que te acostumbras». ¿Cómo conseguimos (sobre)vivir a pesar de tenerlos? ¿Cómo podríamos superar, por lo tanto, «morir de pronto, sin sentir[nos] terminadas»?

Supongo que todos vivimos con miedos, no hay otra forma y no está mal tenerlos. Tampoco creo que se superen o haya que esforzarse en eso. Vivimos porque nos acostumbramos o los tenemos algo domados, y los que vivimos algo mejor es porque tenemos la suerte de ser capaces de amordazarlos.

- «Es raro ser madre, tener un trabajo de oficina y que hoy, en un congreso, alguien vaya a escuchar lo que tengo que decir. Es raro que consiguiera esos nombres mayúsculos: esposa, madre, profesional; que sean los mismos que siempre escuché hacia las que sí eran esposas de verdad, madres de verdad, profesionales de verdad; y es raro que no haya otro nombre distinto para esto que soy yo». ¿Cómo se lidia, en el día a día, con el síndrome de la impostora; por qué las mujeres seguimos sin creer en nosotras mismas?

Por un lado, está el nivel de exigencia que nos han hecho tener con nosotras mismas, la hipervigilancia a la que estamos sometidas, porque cualquier error será expuesto como prueba irrefutable de nuestra (incuestionada tantos siglos) inferioridad.

Por otro lado, aunque una mujer crea en sí misma, no suele sentirse con la libertad de expresar su orgullo públicamente, siempre hay un temor de ser tratada de arrogante; una mujer segura de sí misma se percibe como una amenaza al status quo.

- Las emociones de la narradora tejen su propio relato y aquello que se cuestiona constituye el exoesqueleto de la novela: «Me pregunto qué querrán decir los que afirman que alguien les hace feliz, que otra persona les hace feliz; ¿cómo se consigue algo así? Y ¿cómo se permite?». ¿Por qué somos tan dependientes emocionalmente?

La protagonista está dañada, no cree merecer ser querida, así que desea no necesitarlo, no depender de lo que despierta en los demás. Pero somos animales sociales, necesitamos unos de otros y nos gusta que nos necesiten. Nadie es una isla. No debería haber nada malo en que nos afecten nuestras relaciones con los demás, el problema es cuando esas relaciones no son sanas y equilibradas.

- «Lo cierto es que todos buscamos una verdad, rotunda e incuestionable, verdades como dobles líneas continuas en la carretera que nos mantengan alerta: eres lo que comes, la piel tiene memoria, tu cuerpo es tu templo». Además, en el ámbito laboral, ella cree que «necesitamos que alguien diga que no mentimos, que nos firme esa verdad, la selle y nos la entregue en un papel». ¿No es acaso contradictorio que busquemos una verdad irrebatible, pero prefiramos, en ocasiones, vivir en una mentira?

La protagonista está en una fase de continuo cuestionamiento y es agotador, lo cómodo es quedarnos con las noticias, las teorías y las ideologías con las que encajamos mejor y en las que encaja nuestra propia vida. Personalmente, no conozco a nadie que sea capaz de vivir sin caer en contradicciones, más o menos graves, nos contamos mentiras para sentirnos mejor, para encajar en esa verdad absoluta con la que comulgamos.

- La narradora no ve que el paso del tiempo se produzca de la misma manera para los hombres que para las mujeres: «[…] las niñas y adolescentes hablan de sí mismas […], las adultas no conjugan la primera persona, son sus maridos los que se jubilaron, son sus hijas las que preparan unas oposiciones. Es la forma elegante que tenemos de desaparecer». ¿Por qué la edad es tan cruel con las mujeres? ¿Por qué buscamos «desaparecer» con el transcurso de los años?

Hasta ¿hace poco? el mayor valor que podíamos tener las mujeres era la belleza, una belleza imposible de alcanzar, por otro lado. Esa belleza canónica solo se da, y en ocasiones, en la adolescencia, cada año que te separa de ella, pues, te devalúa.

No buscamos desaparecer, nos hacen desaparecer, la presencia en los medios, en la ficción, mengua. Incluso, en el ámbito doméstico, nos encierran en la cocina. Al final, si te tratan como a un reducto social, puedes llegar a creer que tu opinión o tu experiencia vital no son importantes.

- Leyendo la novela, nos ha quedado muy claro que la autoestima no pasa por su mejor momento: «No debo ser un buen tema de conversación. Me extraña que mi vida apenas cambie y que sin embargo mi estado de ánimo siga el patrón lunático de las mares, por eso no debe tener razón alguna cuando estoy triste y menos aun cuando me siento feliz». Verdaderamente, ¿resulta tan difícil conocerse y reconciliarse con una misma?

A la protagonista le cuesta más iniciar el camino. Es una decisión complicada, no siempre va a acabar bien, porque ya nada vuelve atrás y el entorno no va a cambiar. La culpa se aligera bastante, comprendiendo de dónde viene y con el feminismo.

- A medio camino entre la victimización y el masoquismo, la narradora parece rebelarse, primero ante sí misma y luego, ante los que la rodean: «He fracasado, Sigo siendo yo. […] Quería esa mancha. Quiero que diga por mí que no soy lo que esperaban, que me señale como mala esposa, como perdida, indecente, desleal y mala madre; una marca que diga que soy una bruja; una letra escarlata que dé miedo, que dé envidia y que dé asco a todos, a todos los que todo lo saben, a los rectos, a los intachables, sobre todo a esos». ¿Expresarlo así, cuanto menos, alivia algo todo el pesar con el que cargamos las mujeres?

Aquí me refiero de nuevo al tema de la hipervigilancia sobre nosotras, por cuenta propia, por el entorno cercano y el social. Cuando de verdad dejas de formar parte del tribunal patriarcal sobre ti y sobre las otras, ves casi como un honor que te expulsen con alguna de estas lindezas. Es parte del camino, un sellito de calidad.

- Esta narradora, llena de inseguridades, llega a afirmar: «No hay nada peor que un amor platónico, con todo ese anhelo insaciable de un imposible; no podría soportar a un marido melancólico y mucho menos a un poeta». ¿Qué tienen de malo los amores platónicos? ¿Y los poetas?

Esto es un sarcasmo de la narradora, ya lo comentaba antes, creo que es más sana la mediocridad conocida, querida y admirada que la fantasía idealizada de perfección que proyectamos en un amor platónico.

Respecto a los poetas, es la experiencia que vive la protagonista al sentirse fuera del mundo de las letras y criticando esa fantasía estereotipada sobre el poeta sensible y profundo, que, por supuesto, existe, pero que, como en todas las ocupaciones, la ejercen seres humanos estupendos, aunque también conozco a poetas que son auténticos sociópatas.

- «Cuando abro la puerta, me disculpo y la cierro de inmediato. Cruzo el pasillo de vuelta, me escondo en los cojines con más miedo aún, porque las mujeres no sabemos qué hacer cuando un hombre llora». ¿Cómo superamos lo que se espera de un hombre frente a la sensibilidad que, por tradición, se asocia a las mujeres?

Con feminismo. El machismo ha destrozado a muchas mujeres, pero nos ha hecho daño a todos.

- «Hacía tiempo que no me enfadaba con alguien que no fuera yo misma. Sienta bien, es una energía que se propulsa desde mi pecho hacia afuera y no hacia adentro por una vez». Emocionalmente, ¿es más saludable enfadarse con otro que hacerlo con uno mismo?

Siempre. Muchísimas de las mujeres que conozco se ponen tristes tras una discusión, no se enfadan. Nos han educado sumisas, nos ponemos tristes, aunque sepamos que llevamos razón. De nuevo lo digo, perdemos muchísimo tiempo cuidando el ego de señores.

- Somos defensoras de que aún debemos practicar más y mejor la sororidad, pues, en ocasiones, nos sentimos enemigas de nosotras mismas, al igual que la narradora: «Yo, que no era como las demás, que no me ofendía, con la que sí se podía hablar sin decoro, sin miramiento. Yo, que les fui infiel a todas; yo, que quise ser uno de ellos». ¿Por qué, a veces, hemos querido ser como los hombres, en especial, en lo que se refiere a ciertas prácticas insultantes y/o discriminatorias?

No creo que hayamos querido ser como en ellos en esas prácticas, creo que queríamos ser como ellos porque son ellos quienes tienen el poder y, por tanto, toman las grandes decisiones económicas, políticas, sociales, incluso domésticas. Hemos participado de esas prácticas porque era la manera en la que creíamos que nos alejábamos de los roles femeninos que no queríamos representar y para que nos vieran como uno más. Víctimas y verdugos.

- La narradora, una mentira muy verdadera, no ha logrado «el equilibrio perfecto»: «Cuando era más joven, todos me cuidaban: come más, no tomes tanto café, bebe más agua. Me protegían de otros […]. Ahora soy yo la que incomoda y es a los chicos nuevos a los que advierten sobre mí: cuidado, podría malinterpretarte, no aguanta ni una broma». ¿Qué hacemos cuando creemos que no encajamos en ningún lugar, por edad, por ser mujeres, por ser (o no ser) madres, por no callarnos…?

A veces, lo que tenemos que hacer es pelear, dar guerra, ser molestas, al menos. Otras veces, rendirnos, irnos, dejar que nos expulsen del entorno hostil y buscar otro donde desarrollar todo nuestro potencial y talento. Ninguna mujer más debe sacrificarse por la lucha. Me parecería muy loable que Irene Montero dijera mañana «Ahí os quedáis».

- En nuestras vidas fingidas somos aquello que aparentamos ser, lo que ocultamos a los demás: «Desde la radio critican a alguien que llevaba una doble vida. ¿Quién lleva una sola vida? Me pregunto si llevar una doble vida o vivir por encima de nuestras posibilidades no son las únicas opciones dignas para nosotros, los mediocres». ¿Por qué esto es ser mediocres? ¿Qué hacemos, entonces, con la mediocridad?

A la mediocridad debemos abrazarla, como al fracaso. Esa autoexigencia de la que os hablaba antes nos obliga a perseguir una excelencia inalcanzable. Está bien llegar a ser muy buena en algo, pero el talento es algo que no podemos controlar, podemos trabajar mucho y hacer algo mejor que hace un año, pero quizás siga siendo mediocre, lo que no quita que también pueda haber belleza en esa vulnerabilidad, en el error, en lo vulgar. Es más humano ser mediocre que ser un genio.

El amor de la narradora –hacia su marido, hacia su hijo, hacia su suegra, hacia sus compañeros de trabajo…− siempre es «impuntual». O eso es lo que tiene interiorizado, como si fuera la única que así lo sintiera, porque hay cosas de las que no se hablan, problemas que nos aíslan y nos arrinconan en el lado más oscuro de la soledad. En realidad, si miramos, y no solo vemos; si conversamos, y no solo hablamos, podremos descubrir, estimados lectores y seguidores de La tinta entre tus dedos, que, como nosotras, hay «miles de mujeres. ¿Existen tantas? ¿Dónde se esconden a diario?». ¡Descubrámoslo!, porque «la vida es inevitable y la mañana llega».

TITULO:  Danke, señor Havertz ,.

 Danke, señor Havertz ,.

QATAR 2022 - JAPÓN- 2 - ESPAÑA -1- Resultado Final - foto,.

Puede clasificarse España para octavos de final del Mundial de Qatar si  pierde contra Japón?

España cae ante Japón y llega a estar eliminada durante unos minutos, pero los goles del punta alemán nos meten en octavos. El rival, Marruecos.

TITULO: Havertz salva a España, pero Alemania dice adiós al Mundial ,.

 Havertz salva a España, pero Alemania dice adiós al Mundial ,.

Alemania se despeña esperando un favor de España,.

Los de Flick cumplieron en un partido de locura, pero murieron porque la ayuda española no llegó. Alemania soñará con Keylor y con Tanaka.

 Kai Havertz, sin miedo contra España: no se esconderán y cree en  clasificación en Mundial Qatar 2022 | Mundial Qatar 2022 | Futbolred

 foto / Resultado Final -  Costa Rica -2- Alemania -4-,.

Al Bayt vivió una locura que se llevó por delante a Alemania, que se quedó con el molde esperando un favor español. Por segundo Mundial consecutivo, la cuatro veces campeona tiene que adelantar el viaje de vuelta a la primera fase. En la previa, Müller y compañía habían deslizado un resultado de 8-0, pero el orgullo tico les hizo vivir una pesadilla que marcará a la nueva generación que comanda Flick. Y eso que antes de los dos minutos Musiala ya había probado a Keylor para anunciarle que iba a tener una noche agitada. El meta respondió y vio cómo instantes después el elástico talento alemán fue sorteando rivales dentro del área uno tras otro como si fueran conos. No se habían llegado a los cinco minutos y Costa Rica ya estaba recluida en la mitad final de su propio campo. Flick había sorprendido de inicio ubicando a Kimmich como lateral. Más manejo, más precisión y más soluciones desde el perfil derecho. Pero la lata tica se abrió por la izquierda, con una incorporación de Raum y un preciso centro del lateral del Leipzig para habilitar la diagonal de Gnabry. El giro del cuello del diez germano liquidaba la resistencia centroamericana sin ni siquiera haber dado tiempo a discutir los términos. Alemania no quería parar.

Desactivado Campbell, los de Suárez no tenían ni una posesión de respiro. El estrés era incesante, espoleado por un Sané nítido y dinámico, que encadenaba pases al espacio. La baja del futbolista del Bayern en el primer partido había sido una coartada para Flick y no le faltaba razón. Costa Rica, que preveía en la previa la presión alta alemana, no daba con un mecanismo para liberarse. La cuestión alemana ya pasaba por no equivocarse. Y lo hicieron, varias veces. Al borde del descanso entre Raum y Rüdiger, dejaron que Fuller se plantara ante Neuer. Pero esta vez el héroe frente a Japón se topó con el capitán alemán. Se cerraba el primer acto, todavía con el resultado abierto gracias a cuatro paradas de Keylor después de recibir un bombardeo de 12 remates. Las noticias desde el estadio Khalifa eran las mejores para Alemania gracias a Morata.

Pero el descanso trajo un giro dramático perverso. El que plantearon Doan y Tanaka con sus goles a España. La noticia fue un estruendo que se iluminó por el videomarcador en Al Bayt. Fue como un resorte para Flick, que inmediatamente buscó socorro en Füllkrug. Pero su altivo equipo se había convertido en un flan que Campbell engulló. El de León interpretó a la perfección la ruptura de Fuller y su pase fue rematado de primeras por Waston. Neuer tapó la primera, pero ya no pudo con el remate de Tejeda en segunda oleada. Alemania temblaba porque, además, los postes se aliaban con Keylor. Costa Rica tiene argumentos limitados, pero uno que conocen todos es su juego a balón parado. Por ahí se descosió el desorientado combinado de Flick. Campbell centró, Waston la ganó de primeras, Tejeda peinó y Vargas, en semifallo, ponía momentáneamente a Costa Rica en la siguiente fase. Fue un sueño efímero, lo que tardó Havertz en igualar para abrir otro episodio de histeria. Keylor era la última barricada. El portero del PSG volaba de poste a poste en una noche antológica que toda Alemania recordará. Hasta que Havertz y Füllkrug completaron el trabajo. Ya sólo quedaba el favor español, un gol para al menos igualar con Japón. Una ayuda que nunca llegó.

 

TITULO:   EL PAPEL HIGIENICO ROJO - EL D.N.I - Ucrania pide a los refugiados que no regresen al país por la crisis energética que se avecina en invierno ,.

 EL PAPEL HIGIENICO ROJO - EL D.N.I. -   Ucrania pide a los refugiados que no regresen al país por la crisis energética que se avecina en invierno   ,  fotos,.

  Ucrania pide a los refugiados que no regresen al país por la crisis energética que se avecina en invierno,.

 

El frío es un arma de guerra, tanto para mermar a las tropas como para debilitar a la población civil, y en Ucrania la temporada de invierno dura seis meses.

Después de los últimos ataques, que han dañado el 40% de las infraestructuras eléctricas necesarias para el funcionamiento de las centrales térmicas, las autoridades no descartan que en lo peor del invierno muchos núcleos de población se queden sin calefacción durante días.

 

Por ese motivo, el Gobierno de Ucrania ha pedido a los refugiados en otros países que no regresen este invierno debido a la crisis energética y a la dura situación que se avecina con el frío. Kiev teme que cuando llegue la nieve no todo el mundo tenga cómo calentarse.

La OTAN denuncia que Rusia acusa "falsamente" a Ucrania de preparar una 'bomba sucia'
La OTAN denuncia que Rusia acusa "falsamente" a Ucrania de preparar una 'bomba sucia',.

Calderas móviles para hospitales y colegios

"No podemos proteger completamente las instalaciones eléctricas. Dependemos de la defensa antiaérea para no llegar a esa situación. Por eso estamos preparando calderas móviles y autónomas", asegura a TVE el jefe adjunto de la Administración de la Ciudad de Kiev, Petro Oleksandrovych Panteleev, que añade que se llevarían a los sitios más vulnerables como hospitales o colegios. 

 

En Kiev, el 90% de la población de la capital depende del sistema de calefacción central, y aunque ya está encendida, muchos tienen el temor de que pueda fallar en pleno invierno por la guerra.  

Mientras tanto, ya hay cortes de luz cada día, así que las autoridades insisten en que para ahorrar energía no se usen los calefactores eléctricos que muchos han comprado para hacer frente al frío en caso de que la calefacción central falle. 

Según las previsiones, los ucranianos todavía disponen de unos días más antes de que bajen las temperaturas, ya que como en España, los termómetros registran datos más altos de lo habitual. Algo de margen para hacerse a la idea de que puede que este sea el invierno más duro de sus vidas.

 

TITULO:  Donde comen dos - Neúmaticos y ruralidad,. 

 Neúmaticos y ruralidad,. 

Neúmaticos y ruralidad

foto / Los tribuletes gastronómicos y los aficionados del país dedicamos anualmente esta semana a zurrarle a la Michelin. Hay unas pocas horas puramente informativas para contar quién recibe una nueva estrella y quién se queda sin ella, pero inmediatamente empiezan los análisis y juicios sobre las decisiones de los inspectores y sobre la gala, unos con más gónadas y otros con más cabeza, pero no hay ninguno que se quede sin dictar sentencia sobre lo acertado de tal o cual presencia u ausencia.

A mí me asalta la duda cada año de si volver a escribir sobre el tema, pero en cuanto me siento al teclado el duendecillo de los dedos calientes me empuja a meterme en el barro. Y lo de barro no lo digo por decir sino porque este año, lo más interesante de la guía en mi opinión es precisamente el barro o, dicho de un modo más ortodoxo, el espacio y reconocimiento que va cobrando, por fin, la cocina que se hace en los entornos rurales, proyectos que a golpe de ilusión y riñón se arrancan, se desarrollan y logran destacar en entornos antaño improbables para las estrellas Michelin.

Elio Fernández, el cocinero del restaurante Ferpel de Ortiguera, en el Occidente asturiano, lo llevó al extremo, aprovechando su minuto de gloria sobre el escenario de Toledo para gritar al mundo: «Mundo rural, mundo rural». Con similares palabras o actitudes se fueron sumando y se fundieron en un abrazo otros muchos compañeros. La energía colectiva en la tanda de los nuevos una estrella Michelin fue emocionante. Llegan fuertes y sabios, para quedarse.

Es verdad que hace ya muchos años que la guía premiaba a algunas casas situadas fuera de las ciudades, como el paradigmático Les Cols de Fina Puigdevall con sus dos estrellas, pero eran nombres aislados y, en todo caso, no hacían generación.

Se rompe el techo de cristal

Si la estrella concedida por fin en 2021 al zamorano de Castroverde de Campos Lera supuso la ruptura de una suerte de techo de cristal, esta semana han sido muchos los camaradas de guerrilla que han ascendido a ese parnaso particular de la chaquetilla entorchada, empezando por la doble a Xosé Cannas (Pepe Vieira) uno de los pioneros de este modo de cocinar y entender la vida. Monte, la casa de Xune Andrade en San Feliz, un pueblo de veinte habitantes en el Concejo de Lena (Asturias), no es solo un restaurante, sino también una reivindicación de la cultura de la cuenca minera y de aquellos territorios en los que la esperanza de futuro parece a veces un rescoldo.

Arrea!, la casa de los hermanos Lamo, rescata del olvido un modo de vivir que ya se ha perdido y devuelve la dignidad a los oficios y los alimentos de un pueblo a través de la cocina. La alcaldesa de Campezo, Ibernalo Basterra, se subió el martes por la noche al campanario de la iglesia a tirar cohetes con varios vecinos cuando se enteró que Edorta Lamo había ganado una estrella Michelin. La Montaña Alavesa ya está en el orbe. Y así podríamos seguir contando otras historias de pueblos como Casas-Ibañez, donde Oba, el gastronómico de los Cañitas Maite, lograba no solo su macarrón, sino que miles de españoles supieran a qué provincia pertenece.

Las personas, primero

Y si añadimos a los que han recibido la estrella verde extenderíamos la mancha revolucionaria a rincones como Lekunberri, Fuentespalda, Cereceda o Passos de Silgueiros, aunque no es la misma cosa verde que rural. Me gusta diferenciar a los nuevos cocineros rurales del resto que también hablan de productores y sostenibilidad. Lo digo porque cada vez encuentro a más personas que creen son la misma cosa o que por hablar en términos de producto, territorio e identidad ya son la vanguardia comprometida del país.

Los rurales aspiran a salvar la diversidad, pero de todos los ecosistemas, los que más les preocupan son los humanos. Detrás de sus proyectos hay esperanza, una visión que rompe por primera vez en 50 años con la idea de que la sociedad rural es la sociedad fracasada. Hay una decisión de vivir en los pueblos, de compartir conocimiento y visibilidad, de inyectar ilusión. Dije una vez que la última luz amarilla que se apaga en algunas comarcas es la del restaurante y, gracias a mucho esfuerzo, cada vez hay más áreas iluminadas.

Se acaba el espacio y no quiero dejar de hacer un mínimo apunte reivindicativo como todos en estos días y después de darles las gracias a los inspectores de la guía por hacer justicia, aunque sea tarde, con Atrio y acertar con los Torres, quiero pedirles un poco de amplitud de miras o decencia con algunos otros para el año que viene. Faltan la tercera para Camarena, como llevo diciendo tiempos en estas páginas, y para Disfrutar y no pido más, como en las cartas de los Reyes Magos, para que me lo traigan, aunque tengo más candidatos.

PD. Si como dijo Churchill, la democracia es el menos malo de los sistemas políticos, sigo creyendo que la Michelin es la menos mala de todas las guías y rankings que proliferan como las setas en Soria. Lo que no me ha gustado es no tenerla aún en papel. Los ritos y los mitos no deben zarandearse mucho.

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