TITULO: VIVA LA VIDA - Sam Heughan ,. SABADO - 24, 31 - Diciembre ,.
El sabado - 24, 31 - Diciembre a las 16:00 por Telecinco , foto,.
Sam Heughan,.
Sam Heughan: «A mí me encantaría ver un James Bond escocés»,.
Rueda en estos momentos la séptima temporada de 'Outlander', que se estrenará en 2023,.
Un año lleva el imponente Sam Heughan (Balmaclellan, Reino Unido, 42 años) trabajando en la que será la séptima temporada de 'Outlander', que debería llegar a lo largo de 2023 a Movistar Plus+. Este encantador escocés, de mandíbula marcada, ojos azules y cabello rubio –sí, en las primeras temporadas se teñía de rojo para encarnar,.
TITULO: VIVA LA VIDA - Diego Martín (actor) ,.Domingo -25- Diciembre ,.
El domingo - 25 - Diciembre a las 16:00 por Telecinco , foto,.
Diego Martín (actor),.
Diego Martín | ||
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Diego Martín en los Premios Goya 2017 | ||
Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Diego Martín Gabriel | |
Nacimiento |
21 de septiembre de 1974 (48 años) Madrid, España | |
Nacionalidad | Española | |
Información profesional | ||
Ocupación | Actor | |
Diego Martín Gabriel (Madrid; 21 de septiembre de 1974) es un actor español de cine, teatro y televisión.1
Biografía
Diego Martín nació el 21 de septiembre de 1974 en Madrid,1 aunque se siente vallisoletano. Él y su hermano Jacobo Martín encaminaron su futuro hacia el mundo de la interpretación, si bien Diego se matriculó en la carrera de Derecho, la cual no llegó a concluir. Para ello se dispuso a estudiar: en 1993 cursó interpretación y verso con M. A. Conejero. Al año siguiente se convirtió en alumno de Armando Vidal. Finalizada esta formación básica, se matriculó en la escuela de Juan Carlos Corazza. Para complementar estas actividades siguió sendos cursos de voz con Carolina Colom (1996) y Lidia García (1997), a cuyo término se matriculó en un curso de movimiento y expresión con Antonio del Olmo, y en uno de dirección escénica, ofertado por la RESAD en 1998.
Durante aquellos años de estudio, Diego Martín obtuvo sus primeras experiencias profesionales con un pequeño papel en la película Resultado final —último filme dirigido por Juan Antonio Bardem—, y en algunas obras de teatro como El avaro (1995), Dos duardos, Esto es amor, Quien lo probó lo sabe y Yepeto.
En 1999 obtuvo su primer papel fijo en televisión en Periodistas. Concluida su participación, Luis San Narciso le fichó para Policías, en el corazón de la calle, en la que el actor incorporó a Jaime, un policía severo y rígido en sus relaciones sentimentales, pero también impulsivo a la hora de vengar a un amigo (Rafael: Daniel Guzmán) que quedó parapléjico en un tiroteo.
Aquel año, Martín compaginó el rodaje en el plató de televisión con dos obras de teatro: Camino de Wolokamsk —con la que daba término a una larga colaboración con el director teatral Juan Antonio Quintana— y El tiempo y los Conway, esta última bajo la dirección de su antiguo profesor Juan Carlos Corazza.
En 2002 regresó a las tablas con Openheart: el triángulo, dirigida por Andrés Lima, y en la que tuvo de compañeros de reparto a Pilar Castro, Diego París y Secun de la Rosa. De esta manera Martín entró en la órbita del grupo teatral Animalario. En ella Martín se puso en la piel de Jean Jack, un cantante invitado por un matrimonio a pasar el fin de milenio con él con la intención de seducirle —en caso de la mujer— y de usarle como cobaya —caso del hombre—, sin saber estos dos que el joven era capaz de todo por obtener dinero con el que financiarse la carrera. La pieza pretendía ser una reflexión sobre cómo los individuos se utilizan entre sí para lograr sus fines en una sociedad cada vez menos solidaria. Con su participación en la obra, Martín consiguió asociar su nombre a un tipo de teatro crítico, y por otra parte estrechar sus relaciones en el mundo del cine.
Efectivamente, a raíz de sus contactos con Animalario, Martín logró su primera aparición importante en cine en Días de fútbol, en la que encarnó a un hombre solitario que no podía besar a una mujer sin padecer una bizquera.
En 2003 concluyó el rodaje de Policías. Diego entonces se unió al elenco de una serie, Una vida nueva. En ella el actor se puso en la piel de Manu, un médico sensible, tímido y entregado al trabajo. La serie fue retirada prematuramente de emisión, dejando al actor sin trabajos importantes en ese medio.
Una intervención episódica en 7 vidas —donde encarnó a un gay que estudiaba la posibilidad de cerrar un contrato entre una marca de cerveza y un bar de cuyo dueño se había quedado colado— y Paraíso resolvió la crisis. Poco después Martín interpretó a un homosexual en una serie de las televisiones autonómicas, De moda, en la que su personaje aconsejaba a su mejor amigo (David: Toni Cantó) sobre sus relaciones sentimentales.
Martín compaginó el rodaje de esta última con el de Aquí no hay quien viva. La directora de casting de aquella, Elena Arnao, le seleccionó para el papel de Carlos, un personaje en principio episódico que adolecía fuertes carencias afectivas y que en la tercera temporada se convertía en principal. El papel de Carlos era el de un excéntrico treintañero pijo, todavía enamorado de su ex (Lucía: María Adánez), repleto de inseguridades por la falta de amor en su vida, y que terminaba ingresado en un psiquiátrico para resolver sus problemas.
Para evitar el encasillamiento, sin abandonar la actividad televisiva, volvió a los escenarios con Ronda para dos mujeres y mujeres, un análisis sobre la igualdad de los sexos. Concluida la gira se unió al reparto de Los Borgia (2005). En ella interpretó a Perotti, el guardián de Lucrecia Borgia, a quien deja embarazada; hecho que precipita su asesinato a manos de César Borgia. Tras su paso en la película de Antonio Hernández se incorporó al rodaje de Días de cine, donde repitió bajo las órdenes de David Serrano. Al término de la misma, Martín abandonó Aquí no hay quien viva en beneficio de su primer papel protagonista en cine en Mataharis, donde se puso a las órdenes de Icíar Bollaín.
Al final del rodaje, el actor consiguió su primer papel protagonista absoluto en Un buen día lo tiene cualquiera, Arturo, un treintañero sin blanca que logra entrar en el sistema social a ancianos para vivir pagando un alquiler mínimo. La película supondría además la oportunidad de volver a su tierra natal. Le acompañaron Ana Otero y Roberto Álamo.
En octubre viaja a México para protagonizar el largometraje de Manu Carballo El último justo, en el que interpreta a Teo, un periodista que se ve envuelto en una serie de asesinatos cuyas víctimas son personas que nacieron en el mismo día.
El 4 de septiembre de 2007, estrena la nueva serie para Telecinco, Hermanos y detectives, una comedia policiaca que protagoniza junto a Rodrigo Noya. Esta nueva producción de Telecinco cuenta con el respaldo del éxito obtenido en Argentina. Tras dicho proyecto para la televisión, Diego Martín ha realizado la miniserie de televisión, La duquesa, interpretando en la segunda parte a Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo y se ha anunciado su participación en la segunda entrega de la miniserie. También se incorporó a la cuarta temporada de Doctor Mateo, donde interpreta a Nico, un primo de Mateo, el cual es cocinero y vuelve a San Martín para asistir a la boda de su primo, pero dicha boda no se celebró. Interpretó a Enrique Otegui, hermano de Cristina (Manuela Velasco) en Velvet donde su personaje intenta hacerle la vida imposible a Alberto (Miguel Ángel Silvestre), su cuñado, mientras que engaña a su mujer (Amaia Salamanca) con Patricia ( Miriam Giovanelli ) la hermana de Alberto.
En 2012, protagoniza la película REC: Génesis junto a Leticia Dolera.
En 2021 se une al elenco de la serie de Netflix Élite en su cuarta entrega como Benjamín Blanco.
TITULO: Ese programa del que usted me habla con - Loteria - El Rasca de la Galleta de la Fortuna - Argentina 3 -3 (4-2) Francia La Argentina de Messi gana el Mundial y hace explotar de emoción al país sudamericano ,.
Ese programa del que usted me habla con - Loteria - El Rasca de la Galleta de la Fortuna - Argentina 3 -3 (4-2) Francia La Argentina de Messi gana el Mundial y hace explotar de emoción al país sudamericano ,. fotos,.
Argentina 3 -3 (4-2) Francia La Argentina de Messi gana el Mundial y hace explotar de emoción al país sudamericano ,.
Argentina conquista en Catar su tercer Mundial de fútbol. 36 años después de la exhibición de Maradona en México, la albiceleste vuelve a lo más alto y lucirá a partir de ahora tres estrellas en su pecho.
El fútbol, como tantos otros deportes, es justo o injusto a partes iguales. Dependerá del cristal con el que se mire. Argentina se ha proclamado campeona del mundo, con más o menos justicia, y la copa del mundo ha sido levantada por un jugador que llevaba 35 años persiguiéndola, Leo Messi. Justicia plena para el 10 y fin a todos los debates sobre el mejor jugador de la historia.
El combinado sudamericano dirigido por Scaloni ha hecho explotar un país ya calentado por el verano austral tras a una tanda de penaltis agónica ante Francia con la que concluía un partido que será ya igual de inolvidable o más que aquel del Monumental en 1978 o el del estadio azteca en 1986.
Partido histórico que ensalza el fútbol
Desde que el árbitro Marciniak agitó hacia delante el brazo en el césped de Lusail, los jugadores de la albiceleste demostraron cuánto deseaban esta copa. Amaban el balón, con la complacencia de los franceses, y suyas fueron las únicas ocasiones en el primer cuarto de hora.
El polaco Marciniak también pasará a la historia con su decisión en el minuto 20 de señalar el punto de penalti. Ousmane Dembelé no vio el amago de centro de Di María —el arma secreta de Scaloni en la final— y le rozó con la mano y con su pierna al mismo tiempo. El fideo se desvaneció en el área y Messi guillotinó a los franceses desde los once metros. Su cuarto gol de penalti en el torneo.
La primera parte solo tuvo un color, el celeste
El capitán de la albiceleste rompía varios récords en este partido, como el del jugador que más partidos ha disputado en fases finales (26), pero lo que rompía para siempre es la puerta del corazón de todos sus compatriotas. 13 goles en Mundiales y acabar recogiendo el trofeo no permiten discusión.
Desde el minuto 23 el marcador era favorable y con ese viento a favor tanto Messi como sus compañeros se sintieron todavía mejor. Se crecieron ante la presión que se autoimpone siempre la albiceleste. La jugada al contragolpe que materializó el segundo gol, obra de Di María en el 36’, fue una obra de arte.
Deschamps vio desde el banquillo que la final se le escapaba a la vigente campeona. Francia no encontraba su sitio y de ahí que tratara de agitar algo con los cambios de Thuram y Kolo Muani por Giroud y Dembelé antes del descanso (minuto 40). Algo había que hacer porque su equipo había conseguido un hito negativo, nunca antes una selección se había ido al descanso sin un solo remate durante una final mundialista.
Deschamps cambia la final con los cambios
Este movimiento táctico junto el de retirar a Griezmann y Theo para dar entrada a Coman y Camavinga fueron cruciales para el desenlace de la final. Scaloni optó por retirar a Di María por Acuña y su equipo se vio desbordado en dos minutos por un tornado, un tornado llamado Mbappe.
El delantero francés convirtió un penalti tan justo como innecesario de Otamendi en el 80’ y enmudeció al estadio con una volea de genio, que empataba el duelo en el minuto 81.
Una prórroga a tumba abierta en ambas áreas
El partido era otro y ahora la agonía que vivían los argentinos que poblaban las gradas se sentía desde el mismo obelisco de Buenos Aires. Los franceses se volcaron en la prórroga con hasta cuatro delanteros, Argentina se encomendaba a Messi.
Messi apareció, marcó un gol en el minuto 109. Un gol que apuntaba a ser decisivo en bases a las lágrimas de los aficionados volvió a resultar insuficiente cuando Mbappe hizo su tercer gol. Desde el punto de penalti se convirtió el delantero parisino en el jugador con más goles en la historia de las finales mundialistas (4).
El desenlace final estaba en la tanda de penaltis. Ahí comenzó tirando Francia, Mbappe mediante, y los propios franceses se inmolaron con los errores de Coman y Tchouameni.
Nadie falló en el otro bando y Argentina, 36 años después, vuelve a reinar en el fútbol mundial. Messi ya tiene su Mundial.
Para todos aquellos que piensen que el fútbol son 22 millonarios corriendo detrás de un balón, que no se acerquen a Buenos Aires, a Rosario o a tantas otras ciudades en el mundo en el que se pueda encontrar a un argentino. Sus lágrimas le convencerán de lo contrario.
TITULO: Tentido Cero - Toros - Roca Rey: "Estoy dispuesto a que un toro me mate. Lo necesito para vivir",.
Tendido cero Toros,.
Roca Rey: "Estoy dispuesto a que un toro me mate. Lo necesito para vivir",.
"La tarde que asumes que la vida está en juego es cuando más relajado estoy para torear", manifiesta sobre su gran tarde en la plaza de toros de Bilbao,.
Andrés Roca Rey (Lima, 1996) se sienta en la mesa de un conocido restaurante valenciano y dice: «Me duele la muela del juicio». Es una declaración de intenciones. Muestra su humanidad doliente cuando esta temporada ha trascendido su rol físico de torero para alcanzar la metafísica condición de héroe: en la enfermería de la plaza de toros de Bilbao se arrancó literalmente los goteros y salió a torear en contra de la voluntad de los médicos. «Mi hermano Fernando me dijo que hay días que hay que hacer el esfuerzo para hacer historia», sentencia con un silencio compacto que hería los sentidos allí mismo.
Aquella tarde fue una lucha solitaria e inhóspita contra sí mismo que generó una especie de locura colectiva que marcó su vida. Y la de todos aquellos que vieron su actuación. Porque se había resistido a ese virus llamado dolor e hizo entender una Oda propia de Horacio. Porque arrebató las almas y provocó una conmoción en cadena que culminó en una de las mayores explosiones de catarsis que se recuerda.
Una vez consulta la carta, sonríe levemente, dejando espacio al silencio, y luego elige un vino: «Ahora me lo puedo permitir, estoy de vacaciones», expone con gesto socarrón y enérgico.
Así se presenta el torero que más tirón taquillero tiene en la actualidad, que tiene una parte de humano y otra de héroe. Andrés y Roca Rey son el mismo y son otro. La persona y el torero. Pero a él le gusta que le llamen Roca Rey, no Roca a secas. Porque es el apellido de su padre y quiere llevarlo a gala en plenitud. El mismo que ya colgaba en los carteles de niño, cuando se anunciaba como El Andy.
Delgado y seco, camina con antiguo empaque andaluz y viste un traje azul noche -viene de recoger los premios de la a Diputación de Valencia- por el que asoma una mirada tan pura como profunda.
Ahora gasta todas las fuerzas en disfrutar de la vida, con un esmero de valiente, alejado del ruido: «Quiero pasar la Nochevieja en Cartagena de Indias (Colombia), dentro un barco con mis amigos, después de torear en Cali», adelanta.
En sus palabras hay una cierta invitación a gozar del momento presente, ya que el día de mañana es incierto. Carpe diem, que dirían los clásicos. Puro vitalismo. Puro apasionamiento: «¿Por qué tienen que acabar los momentos bonitos?» se pregunta.
Con apenas 26 años conserva el carisma de los grandes, que en el fondo es su mayor botín. «Estoy enamorado. Me encanta estarlo», manifiesta sin elevar los latidos de su pulso.
Cuando recogió los premios en València dijo que tiene muchas ilusiones puestas en su plaza de toros este año...
Desde el principio de mi carrera he tenido triunfos bonitos y he podido pasar momentos emocionantes en esta plaza. Creo que València es una de las mejores ciudades de España.
¿Estará en la próxima Feria de Fallas?
Si Dios quiere, sí. Mi ilusión es seguir toreando, seguir transmitiendo emociones en esa plaza que tanto quiero y siento.
¿Cómo alimenta su ilusión?
A través de la emoción. Cada día, cada tarde, me inspiro para poder dar otro poquito más de mí y poder ir más allá de cualquier triunfo.
¿Pero cómo se puede crear emoción en la mayoría de los toros a los que se enfrenta?
Según tus sentimientos. Siempre he creído que el toreo, que es un arte, es tener algo que decir y poder llegar a decirlo.
Ya lo dijo Rafael El Gallo.
Cuando uno está triste, cuando uno está feliz, cuando uno está emocionado o enamorado creo que es mucho más fácil ponerse delante de un toro y expresar lo que sientes. Y es ahí cuando llegan las emociones al tendido. Obviamente, necesito al toro para crear una cierta emoción, pero lo más importante son las emociones que pueda sentir por dentro como ser humano para poder transmitirlas por la vía del toreo.
¿Y cómo se canalizan esas emociones delante del toro?
Soy una persona un poco tímida y el toreo es lo que me ha ayudado a expresarme desde que tengo uso de razón. Muchas veces no me atrevo a exponerme en alguna respuesta, incluso a hacer algo salvaje como contestar y decir las cosas que yo creo. Porque la sociedad, digamos, mantiene un poco encarcelada a la gente que se sale de la norma.
¿Entonces?
Cuando un artista es tímido y cree que su manera de expresarse es toreando, pintando, cantando o haciendo lo que sea, creo que es cuando empiezan a salir las obras de arte, ¿no?
Y en esa creación, ¿qué es lo más importante?
El alma. Porque si un torero no siente sería horrible, ¿no?
El Torta ya lo decía: «No sé cantar, lo que hago es transmitir...»
Cada macho que me amarran en el hotel, cada pliegue del capote de paseo, cada tacto de los trastos de torear... Esos pequeños detalles son los que me inspiran a hacer grandes faenas.
¿Por qué conecta con la sociedad actual?
Cuando de pequeño iba al cine y salía un niño, me identificaba con él. Supongo que los jóvenes, cuando ven a un señor mayor toreando, si no saben de toros, les puede gustar más o menos, pero si ven a un joven se pueden identificar mucho más con él. Por eso es muy importante que cada año vayan saliendo más toreros jóvenes dentro del escalafón.
¿Y por qué los jóvenes se identifican con su carrera?
Sobre todo, por la edad, porque tenemos las mismas aficiones, los mismos gustos. No solamente en el toreo, sino que tenemos las mismas formas de pensar. Yo creo que pienso igual que tú, aunque tengamos diferentes vidas y yo tenga mi filosofía de vida en el mundo del toro.
¿Y también por su rebeldía?
La rebeldía nos gusta a todos, especialmente cuando somos jóvenes. Tenemos que ser rebeldes con el mundo que nos ha tocado vivir. Es decir, ir en contra de las cosas que creemos que no vamos a poder conseguir o de lo que nos metieron en la cabeza que no vamos a entender nunca.
¿Tiene estabilidad en su vida actual?
Ahora estoy enamorado. Me encanta estarlo. La estabilidad es lo más importante que hay en la vida y yo la tengo, claro.
¿Cómo la consigue?
Muchas veces vemos que artistas se pierden. Lo mismo pasa con los futbolistas y los toreros. Creo que el ser humano se divide mínimo en dos personajes: uno es la persona y el otro, el torero. Y cuando estoy en la plaza y llega el toro, tengo que ser lo suficientemente torero para que no entre el ser humano y, de esta forma, no pasar miedo. Pero también hay que ser lo suficientemente persona para que el torero no entre en el ser humano cuando, por ejemplo, estoy en una mesa con mis amigos.
Y el cartel de «No hay billetes» va con usted a todas las plazas...
No me asusta. Al contrario, ver los tendidos llenos me motiva. Lo asumo día a día.
Hablemos de la tarde de Bilbao.
Ha sido la mejor tarde de la temporada. Asumí la muerte, me daba igual que el toro me cogiera. Y ya cuando asumes la muerte, ¿qué más puede pasar?
¿Qué pensó en la enfermería?
Te acuerdas de las cosas más bonitas que puedes vivir de vacaciones. Allí dentro, mi hermano Fernando me dijo que hay días que hay que hacer el esfuerzo para intentar hacer historia y salí a torear el segundo toro.
¿Cómo asume la muerte con tan solo 26 años?
Hay varios miedos. El escénico, el físico y a la muerte. Cuando asumes el miedo a la plaza, llega el miedo a una cornada y, cuando estás ahí, llega el miedo a perder la vida. Son fases mentales que, conforme te pones delante del toro, vas asumiendo en una tarde. Hay veces que logras pasarlas todas. Otras veces, no. La tarde que asumes que la vida está en juego es cuando estoy más relajado para torear.
¿Cómo logra pasar de una fase a otra?
Con la metalización llego a estar dispuesto a que un toro me pueda matar. Lo necesito para vivir. Por eso soy vitalista. Incluso, antes de torear me pongo a llorar porque sé que puede ser la última vez que lo haga. Aunque no busco que me coja un toro para tener una gran tarde. Pero cuando nos coge, te puedes asustar. Pero cuando estás mentalizado, te coge y te sientes tranquilo.
¿Llora?
Claro, como todos. En Bilbao no me pasó, pero cuando voy por la carretera y veo los carteles azules que indican el nombre de la ciudad a la que voy a torear, como por ejemplo Madrid, sí que me pasa. Es natural.
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