domingo, 7 de diciembre de 2014

LA CARTA DE LA SEMANA, REVISTA XL SEMANAL, EN PORTADA, Ébola: Los héroes se quitan la máscara,./ EL BLOC DEL CARTERO, LA QUINCHA DEL CORRAL DE ANTONIO,

TÍTULO : LA CARTA DE LA SEMANA,  REVISTA XL SEMANAL, EN  PORTADA, Ébola: Los héroes se quitan la máscara,.

En portada

Ébola: Los héroes se quitan la máscara

Llevan en primera línea desde el principio. En Guinea, Liberia, Sierra Leona y Mali, más de 3400 hombres y mujeres como ellos luchan para contener un mal que se ha cobrado ya 6000 vidas. Son los trabajadores de Médicos Sin Fronteras, la organización más activa en la lucha contra la peor epidemia de ébola de la historia. Este es su testimonio.
«En España entras al box y hay un paciente. Allí entras y te encuentras a 15. Te mentalizas. Te los repartes con el compañero. Siempre trabajamos por parejas. Miras el reloj. Calculas lo que necesitas para cada uno y te pones un límite. Porque si pasas más tiempo con alguno al principio, luego no vas a poder atenderlos a todos».
Luis Encinas es un enfermero de Médicos Sin Fronteras (MSF) con mucha mili. Veinte años en misiones humanitarias, cinco veces en primera línea contra el ébola. «En la zona de aislamiento entras un par de veces al día. Tardas una media hora en ponerte el traje de astronauta y 40 minutos en quitártelo. Y no estás dentro más de una hora por el calor y la humedad. Sudas a mares. Te mueves a cámara lenta. Si un clavo te traspasa el traje, hay que salir. El traje debe ser una barrera infranqueable. Y el estrés es el medio en el que trabajamos».
Luis es uno de los 3400 trabajadores de MSF que le plantan cara a la epidemia. El 92 por ciento son africanos de los países afectados, personal local que trabaja codo con codo con unos 270 cooperantes internacionales de la organización. De estos, 16 son españoles. Que nadie se equivoque. No son nuestra avanzadilla para impedir que el ébola 'se escape' de África. No han ido a establecer un cordón sanitario para que durmamos tranquilos en Europa. Están allí desde el principio del brote. Su motivación es ayudar a los que lo están sufriendo. Mientras que la ONU, la Organización Mundial de la Salud y los gobiernos del Primer Mundo solo movieron ficha cuando el ébola saltó a los titulares de primera página, MSF llevaba meses desplegada en la región y al borde de su capacidad operativa.
El número de infectados por la epidemia en África Occidental ya ronda las 15.000 personas, de las cuales cerca de 6000 han muerto. Y el coste para el personal sanitario de Sierra Leona, Liberia, Guinea Conakry y, ahora, Mali (la reacción de Nigeria, Senegal y Congo, con sistemas de salud mucho más potentes, frenó la expansión) está siendo estremecedor. Unos 240 contagiados y 120 muertos: médicos y enfermeros de países como Liberia, donde hay un doctor por cada cien mil habitantes. MSF ha sufrido hasta noviembre 24 contagios y 13 muertos entre su personal, a pesar de su buena preparación y sus estrictos protocolos. Una cooperante navarra fue repatriada desde Mali hasta el hospital madrileño Carlos III tras pincharse con una aguja utilizada con un enfermo de ébola y estaba en observación al cierre de este reportaje.

«Sé qué riesgos he tomado y, sobre todo, sé los que no he tomado. He atendido a muchos enfermos. No soy ningún héroe. Ni lo quiero ser. Y tampoco soy un temerario. Solo quiero contribuir a romper la cadena del contagio. Y mi pareja y mi familia confían en mí -explica Encinas-. Hay que adaptarse. Buscar maneras de equilibrar la seguridad con la atención al paciente. Procuras tener un plan B. Por ejemplo, si para alguien es importante tomar unas hierbas naturales del curandero, porque cree que le puede ir bien, lo respetas. Estamos hablando de dignidad. No solo hay que procurar tratamiento, sino poner al paciente en el centro de nuestra preocupación».La muerte es un momento crítico que pone a prueba el equilibrio entre la dignidad y el riesgo. «En Guinea no se deja a una persona que fallezca sola. Hay que respetar eso. Siempre con un protocolo escrupuloso, siempre alerta».
Encinas no puede olvidar al niño de siete años al que tuvo que realizar el aseo mortuorio en un poblado, «el benjamín y el más listo de la familia», le explicaron. Había muerto de madrugada. «Llegamos por la mañana vestidos de calle y nos entrevistamos con el imán y el padre para explicarles el procedimiento. Nos vestimos delante de ellos y pedimos a un par de familiares que nos observaran desde lejos, para que vieran que no le robábamos el alma al niño. Teníamos que tomar una muestra de sangre, pero habían pasado muchas horas y tuve que hacerle una punción pericárdica. No tengo hijos, pero si hubiera sido padre quizá no hubiera podido. Luego lo lavamos, lo vestimos con la ropa que nos dieron, cerramos la bolsa mortuoria y señalamos con una marca dónde estaba su cabeza. Los rezos debían orientarse hacia la Meca. El padre me dijo que era el quinto familiar que perdía por el ébola en un mes».
Siempre es a vida o muerte. Y cuando toca vida, tampoco es nada fácil para los supervivientes retomarla. La doctora sevillana Julia García-Gozalbes, con dos misiones ya en Guinea Conakry, lo sabe bien. «Me acuerdo de Marcel, un hombre que vio morir a su suegro, a su esposa y a dos de sus hijos en dos semanas. Cuando le dijimos que estaba curado, le costaba aceptarlo. Se mezclaban el miedo, la incredulidad y el sentimiento de culpa. Una cosa es ser un superviviente biológico; y otra, un superviviente sociológico, alguien capaz de integrarse en una sociedad aterrorizada que usa la estigmatización como defensa».Por esa razón, el alta médica se convierte en un ritual. «El enfermo sale duchado y con ropa nueva y le damos un abrazo. Es emocionante», cuenta. Se trata de un gesto público y simbólico. Lanza un mensaje a sus familiares y al resto de la comunidad. No hay mejor prueba de la curación que romper la política de no contacto. Si es posible, se lo acompaña a su pueblo. «Les damos un saco de arroz o mijo porque vuelven derrengados y durante una temporada apenas pueden trabajar. Un equipo de desinfección rocía su casa con cloro, quema el colchón y pone uno nuevo. Y más abrazos y bailes. Si el paciente tenía familia que lo visitaba en el centro, sabes que le irá bien. Si no...».
¿Volverá Julia a Guinea? «Me reservo la respuesta. No quiero preocupar a mi familia. Pero hace falta gente. Y me acuerdo mucho de mis compañeros. La enfermera que se puso el traje una vez más para pintar las paredes de una sala con monigotes para los niños. El higienista que entraba a la sala de aislamiento para mecer a un bebé que lloraba. Los juguetes que les damos a los nenes cuando son ingresados: coches, muñecas, lápices de colores... Y cantar una nana con el traje, aunque te quedes sin aliento, porque es como cantar corriendo la maratón».

Enfermero Español
Luis Encinas. Trabaja en Guinea Conakry
"El miedo no hay quien te lo quite, pero es necesario"
Es mi quinta misión de ébola. El miedo no hay quien te lo quite, pero el miedo es necesario. Cuando llegas allí, cambias el chip. Nada de contacto. No le das la mano ni a un ministro. No es una falta de cortesía. Ni siquiera entre expatriados nos tocamos. Así planteas las reglas del juego para que todos entiendan a qué nos enfrentamos. También es duro que los niños quieran acercarse y con un gesto les pidas que no lo hagan. O rechazar una invitación a un té. Eso no está en el temperamento de los africanos. Algo olía mal desde el principio con este brote. Nos sorprendió por la rapidez con que se expandía, por su novedad en el oeste de África y por el número de afectados. Pero no creo que haya un gran riesgo para Europa. España tiene un sistema de salud muy potente, aunque estemos en crisis. Los países occidentales que han tenido casos se han puesto las pilas».

Higienista. Etíope.
Stefano Delbasso. Trabaja en Montovia (Liberia)
"Yo manejo los cadáveres. No sé cómo describrir aquello: el fin del mundo"
Manejo cadáveres. El riesgo de infección es muy alto. Un trabajo duro. Al principio, no sabía lo que tenía que hacer. Era mi primera vez. Pero mis compañeros tienen mucha experiencia. Es doloroso ver morir a tanta gente. Con algunos incluso has hablado. Y de un día para otro debes entrar a la zona de infectados y llevártelos en una bolsa. He visto de todo: hombres, mujeres, niños, ancianos, bebés, embarazadas... Y te los tienes que llevar. A veces en taxi, donde apenas cabes con el traje protector. Rocías el vehículo con cloro y buscas la manera de ir sacando los cuerpos sin que se te enganche el traje en cualquier cosa y se rasgue. Se nota que la gente ha sufrido mucho antes de morir. Las caras están manchadas de sangre y vómitos. Hay que descontaminarlo todo: los líquidos y secreciones corporales, el cuerpo, las ropas... Los metemos en bolsas y los llevamos al crematorio. Hay tantos que los incineramos.
¿Buenos momentos? No sé. Recuerdo que un día llegó una madre con su hijo. Ella murió a los dos días. El bebé sobrevivió. Cuando alguien sobrevive, es algo grande. Mi motivación es frenar la epidemia. Cuando entras en la zona de riesgo para llevarte un cuerpo, los pacientes te piden que lo saques cuanto antes. Vamos lo más rápido que podemos. Tardamos unos veinte minutos. No sé cómo describir aquello: el fin del mundo. Sí. El fin del mundo».
Ponerse el traje lleva 30 minutos Y solo lo usan una hora por el calor y la humedad. Trabajan bajo un estrés constante
Médica. Española
Julia García-Gonzalbes. Trabaja en Guéckédou (Guinea Conakry)
"Los médicos hacemos de todo, también limpiar vómitos y diarreas"
El traje nos protege, pero intentamos que los enfermos sientan que hay personas dentro de esos trajes, sobre todo los niños. Yo los espero fuera cuando llegan al centro, para que me vean la cara. Que sepan que soy la persona que los va a atender. Los médicos hacemos de todo, incluso limpiar vómitos y diarreas. Una vez que entras en la zona de aislamiento, te vuelcas. Los enfermos están muy cansados, a veces no tienen fuerzas ni para comer. Así que les das tú. Con lo aparatoso que es ponerse el traje, no vas a esperar a que se lo ponga una auxiliar para entrar.
He estado ya en dos misiones. Son periodos cortos, de tres o cuatro semanas, porque queman mucho. Mi familia se preocupa, pero hacen falta profesionales. No somos héroes. Solo somos personas responsables que quieren ayudar. Lo hacemos lo mejor que podemos con los recursos que tenemos. Nos adaptamos a lo que hay, pero nunca aceptamos que algo es así porque sí. Es un equilibrio difícil. Das un empujoncito y eso te anima a continuar tu trabajo. Y a veces tienes que dar un paso atrás... y es frustrante».
Jefe de logística Candiense
Craig Kenzie. 27 años. Trabaja en Sierra Leona
"Te sientes bastante solo cuando estás aquí, en primera línea"
Me ocupo de apoyar a los médicos, de la seguridad, de que tengan agua, cloro... Lo peor del trabajo es saber que el ébola se sigue extendiendo, que la epidemia se acelera a pesar de todos nuestros esfuerzos. Lo estamos dando todo en esta lucha. Y pese a que les hemos dejado bien claro a la ONU y a la OMS que necesitamos ayuda, te sientes bastante solo ahí fuera, en primera línea.¿Lo mejor? Los bailes de celebración que se montan cada vez que alguien se cura. Sobre todo, cuando se trata de uno de nuestros pacientes 'especiales', como la pequeña Isata, de 22 meses, que sobrevivió y ahora se pasea por ahí jugando como cualquier crío. Llegó aterrorizada. La aislamos en una tienda de campaña con sus padres, ambos dieron positivo. La pequeña se escapaba y había que perseguirla con los trajes de astronauta. Sus padres murieron, pero ella salió adelante.Cuando un superviviente, contra pronóstico, sale adelante después de estar dos o tres semanas con nosotros, es un momento de alegría muy necesaria en un ambiente que, por lo general, es sombrío».
A quien recibe el alta se le da un abrazo en público. Es un mensaje a los demás. rompe el estigma de que no se le puede tocar
Enfermera anestesista. Suiza
Géraldine Bégué. 31 años. Trabaja en Sierra Leona
"Tienes que olvidarte de coger la mano de un paciente, de consolarlo. Está prohibido"
Aquí te tienes que olvidar de muchas cosas que amas de tu profesión, por ejemplo, coger del brazo a un paciente para consolarlo, para hablarle. Un gesto tan sencillo como tocar a alguien está prohibido. Te pones el traje de astronauta para todo. Es un calvario, por el calor y por el hecho de que debes comunicarte a gritos y apenas ves con el sudor en los ojos y las gafas, pero cualquier descuido puede ser fatal.Mi pareja es un logista de Médicos Sin Fronteras. Lo conocí en una misión en Haití el año pasado. Estamos juntos aquí. Somos la única pareja. Nos ayudamos. Podemos hablar, descargar nuestras frustraciones, pero respetamos las consignas a rajatabla: cero contacto físico.Cada día, las ambulancias nos traen su cargamento de enfermos.
Otras veces, los enfermos llegan de ninguna parte, caminando. Siempre tienes la impresión de no hacer lo suficiente. Hay muchos muertos. Ves escenas terribles. Un niño de siete años cuyos padres han muerto aquí, sollozando en la morgue, a 500 metros de nuestro campamento, porque acaba de ver allí el cuerpo de su hermana... Pero también ves esa magnífica solidaridad africana. Aunque tengamos muchos huérfanos, jamás están solos. Otro papá u otra mamá velan por ellos».

TÍTULO:  EL BLOC DEL CARTERO, LA QUINCHA DEL CORRAL DE ANTONIO,.

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Antonio no tendría más de siete años cuando empezó a trabajar. ¿Qué infancia era aquella?: pues la de los niños que nacían en los años veinte y treinta del siglo pasado, en localidades rurales y en el seno de familias humildes. No era tan extraño. En Villarrobledo, Albacete, a punto de empezar el páramo de la posguerra, Antoñito Sarrión no fue el único niño que comenzó a ayudar a su padre, albañil, en los trabajos que le encomendaban. Era fuerte, animoso y decidido, con lo que puso ahínco en cada obra que el padre emprendía y dedicó todo su tiempo a juntar algunas perras y a tirar del carro. No es mal comienzo para alguien que ha acabado impulsando y presidiendo una de las más preciadas empresas de construcción de carreteras del continente. De aquella empezó a moverse por su provincia y por la vecina Valencia, en uno de cuyos pueblos conoció a Virtudes, a la que cortejó con empeño y a la que no dejó de rondar hasta que le dijo que sí y pasaron a formar una familia con un porrón de hijos. Hoy, algo menos de sesenta años después, siguen abrazados, con lo que habrá que concluir que algo tiene el amor, tan puñetero él.
Volquete a volquete Antonio hizo algunos duros, no dejó de trabajar ningún día de su vida y construyó más carreteras de las que pueda recorrer andando en dos o tres existencias. Y compró algunas tierras por la zona en la que instaló sus reales. Entre Utiel y Requena, Sarrión se hizo con algunos viñedos de aquellos que generaban vino básicamente para la exportación, para la venta a granel, para el acuerdo a peso. Uno de sus hijos, Antonio, el primogénito, consideró que no era mal asunto dedicar los conocimientos de sus estudios empresariales a hacer de aquel vino sencillo un producto excepcional. Así nació su Finca Mustiguillo y el producto que hoy en día brinda un vino absolutamente excepcional: Quincha Corral.
Quiero recordar que lo probé por primera vez al poco de embotellarse merced al consejo del sumiller del Goizeko Wellington, el templo del gran Jesús Santos en Madrid o uno de ellos: me pareció uno de los vinos más sorprendentes probados en los últimos tiempos. Y más cuando me comunicó el origen. Abrí los ojos y las papilas gustativas y me interesé en conocer algún detalle de la confección de esa sangre soberbia. Es cuando supe de la historia del chaval de Villarrobledo, de la búsqueda de pequeños viñedos y de la elección, uva a uva, de los mejores ejemplares surgidos de viejas cepas de bobal para confeccionar ese vino con nombre tan singular. Pocos daban un duro, la verdad, por la uva bobal y por los vinos de la Comunidad Valenciana hace poco más de quince años. Valencia, y concretamente su parte norte, había visto mutar a Jumilla y Yecla por el sur, a Mancha y Manchuela por el oeste, a los interesantes somontanos por el noroeste y multiplicarse a los vinos catalanes que pueblan su mirada hacia arriba. Fue entonces cuando comenzó la renovación en Utiel y Requena, empezando a sustituir volumen por excelencia. Los Sarrión entendieron que para confeccionar un vino de referencia había que seleccionar con mimo y buscar un elemento diferenciador: recuperaron la uva bobal y entendieron que de cada cuatro o cinco uvas había que descartar cuatro para criar su mejor marca, esa que lleva nombre de la quincha más cercana al corral de la finca. Carnoso, intenso en color y fruta, es un vino completado según añada con algo de cabernet o tempranillo. No demasiadas botellas, pero muy buenas. Mucho.
Antonio, el inquieto chavalín que empezó a ayudar a juntar ladrillos a su padre, está hoy jubilado, aunque con un ojo abierto en permanente vigilancia de los negocios. Con ochenta y un años, carga con troncos que los demás solo pueden hacerlo si van en pareja y asegura que hace la mejor paella de aquellos campos. Antonio hijo, mientras, viaja por el hemisferio sur para tomar nota de las vendimias de aquellas zonas. Las cosas no suelen pasar por casualidad. Suelen ser consecuencia de muchos años de trabajo y muchas horas de dedicación. Trabajo y dedicación que luego nosotros nos bebemos.

ENTREVISTA, Orlando Bloom: "El mundo está muy necesitado de ángeles" / A FONDO, 10 AÑOS DE BESLAN, REGRESO AL INFIERNO,.

TÍTULO: ENTREVISTA, Orlando Bloom: "El mundo está muy necesitado de ángeles",.

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Orlando Bloom: "El mundo está muy necesitado de ángeles"

Protagoniza dos de las sagas cinematográficas más taquilleras de la historia: Piratas del Caribe y El Hobbit, aunque últimamente ha generado más titulares por su relación con Miranda Kerr y sus peleas con Justin Bieber que por su trabajo. Ahora llega a las pantallas con su sexto y último Legolas. Bloom se pone serio. Y hasta emotivo.
Londres amanece con el cielo demacrado y una llovizna moqueante. Pero luego asoma el sol, un solecito mustio y otoñal; pero sol al fin y al cabo. Así que voy dando un paseo hacia el hotel Claridge's, el mismo en el que se hospedó la duquesa de Alba durante la Guerra Civil. Allí estoy citado con Orlando Bloom. Y cuando estoy a punto de llegar, me cruzo con gente en chándal que se tumba en el césped mojado de Grosvenor Square para hacer abdominales; y con gente que toma ese solecito balsámico tan ricamente, sentada en los bancos. Y un señor lee un tabloide que titula a toda página: «England goes to war!» ('¡Inglaterra va a la guerra!'). Y el contraste entre la mañana apacible y la enormidad del titular me deja cortocircuitado. Y aún estoy pensando en las decapitaciones en Irak cuando un portero con sombrero de copa y librea me abre la puerta del hotel (lujo victoriano a 3000 euros la suite).
Espero mi turno en un pasillo sin haberme sacudido aún la sensación de irrealidad. Me toca. Orlando Bloom se disculpa por no estrecharme la mano. «Estoy resfriado. No quiero contagiarle». Luce una melena muy élfica a sus 37 años. Miro de reojo la chuleta que traigo preparada mientras él se atrinchera detrás de una mesita atestada de botellines de agua y pañuelos de papel. Pero decido intentar explicarle todo esto. El actor me escucha pensativo. Emite varios «um, um...».
Orlando Bloom. ¿Pero qué me quiere preguntar exactamente?
XLSemanal. Pues... ¿no tiene usted a veces la sensación de estar viviendo en una burbuja?
O.B. Intento vivir en el mundo real. Mantener los pies en el suelo. Intento entender lo que está pasando a mi alrededor. Viajar ayuda mucho. Te da una perspectiva de otras culturas, de otras gentes. Recientemente estuve con Unicef en los campos de refugiados de la frontera entre Siria y Jordania. La situación es terrible. Todas esas familias que tenían una vida, buenas vidas. Y esta guerra las ha mandado fuera de sus casas, de su país. Y están allí, en el desierto. Y ahora no tienen futuro.
XL. Ni presente...
O.B. El peligro real de esa situación es que hay una generación perdida. Niños que no reciben educación, que no vislumbran ningún indicio de esperanza en el futuro. Y que se convierten en presas fáciles para las organizaciones terroristas. Son muy vulnerables.
XL. ¿Y una celebridad como usted aspira a cambiar las cosas?
O.B. Por lo pronto intento vivir en el mundo. De acuerdo, los actores solo somos gente que cuenta historias. Lo que hacemos no es ingeniería espacial. No pretendemos cambiar el mundo. Pero es bueno tener una visión de las cosas, una sensibilidad. Siempre intento estar bien plantado y no perderme en la ficción, en el mundo de los sueños.
XL. Por lo menos en el mundo de El hobbit se sabe quiénes son los buenos y quiénes los malos. A veces no está tan claro en...
O.B. [Se adelanta] ... en la vida real.
XL. Sí, en la vida real no es tan fácil saber quiénes son los orcos. A quién temer, contra quién luchar. ¿A qué le teme usted?
O.B. [Otra retahíla de «um, er, um...»]. Yo estoy aquí para hablar de Legolas, mi personaje, de la película. Mis pensamientos íntimos son privados. ¿Usted hablaría en público de sus miedos?
XL. No creo.
O.B. Gracias por su comprensión.
XL. ¿Por qué las sagas de Tolkien siguen teniendo tanto tirón? Con la que se estrena ahora ya van seis películas entre El señor de los anillos y El hobbit...
O.B. Cuentan aventuras, pero también transmiten la visión de un viajero que recorre un mundo desolado. Y que expone lo más oscuro de la vida. Y ese es el genio de Tolkien, y también de Peter Jackson, el director, que consigue hacer los libros accesibles. A la gente le gusta ver la lucha entre el bien y el mal. Pero creo que existe otra razón. Creo que en ambas sagas hay un mensaje implícito. Y es que los hobbits, pese a que son tan poquita cosa, la gente aparentemente más débil, los héroes más improbables..., son los que asumen la mayor responsabilidad.
XL. Los ciudadanos normales y corrientes...
O.B. Y por el camino reciben la ayuda de los elfos y de otros. Creo que la historia que escribió Tolkien sigue inspirando a gente de todo el mundo porque habla de colaboración, de altruismo. ¿Sabe? Una de las cosas más interesantes de haber interpretado a Legolas todos estos años es que mucha gente que ha perdido a un ser querido o que padece una enfermedad terminal me envía cartas. O se acercan a mí y me cuentan lo que les pasa.XL. ¿Por qué?O.B. Creo que es por esa cualidad angelical que tienen los elfos. Son casi como ángeles.
XL. ¿La gente necesita ángeles?
O.B. Definitivamente. Estoy convencido de que, si hay una época en que necesitamos tener espíritus angelicales a nuestro alrededor, es esta. Segurísimo. Este mundo está muy necesitado de ángeles.
XL. Lleva usted quince años interpretando a Legolas. ¿Qué le ha dado este personaje y qué le ha quitado?
O.B. Legolas fue mi primer papel. Me ha dado una carrera. Es un personaje al que la gente adora. Ha sido un viaje extraordinario. No creo que me haya quitado nada.
XL. ¿No lo ha encasillado en el género de aventuras? Han dicho de usted que da muy bien disfrazado de época, con su carcaj de arquero o vestido de pirata, pero que en otros papeles...
O.B. Bueno, he hecho muchas cosas. He interpretado a Romeo en Broadway; he rodado Zulu, que me ha hecho entrar en una dinámica muy diferente. Es verdad que Legolas es un personaje que sigue resonando en el gran público. Pero me ha dado grandes oportunidades para hacer otros personajes.
XL. ¿Este es su último Legolas?
O.B. ¡Sí, eso creo! [Risas].
XL. ¿Qué siente? ¿Alivio?
O.B. ¡Por supuesto! Y duelo. Le estoy diciendo adiós a una parte de mi vida. La verdad es que nunca pensé que volvería a interpretar a Legolas. Ya me había despedido del personaje. Así que este sentimiento no es nuevo.
XL. ¿Y ahora qué?
O.B. Estoy muy ilusionado. Empiezo un capítulo nuevo en mi vida. Para mí, rodar Zulu fue muy importante. Como actor significó la transición del muchacho al hombre. Ya no soy solo un chico guapo, soy un hombre que vive y que interpreta a un personaje, sea cual sea el papel.
XL. ¿Si le pregunto qué significa para usted ser padre en los tiempos que corren, se lo va a tomar también como algo personal?
O.B. No. Le puedo decir que es el papel más importante de mi vida.
XL. ¿Lo ve como un trabajo?
O.B. No. Lo veo como un gran regalo. Y un gran placer. Me lo paso muy bien. Y me encantaría tener más hijos. Me lo tomo muy en serio.
XL. ¿Y cómo se las arregla para ser un padre comprometido en sus circunstancias: divorciado y con tantos viajes?
O.B. Es algo que priorizo sobre otras cosas en mi vida. Elijo no hacer cosas si entran en conflicto con las que considero más importantes en mi vida. Tienes que encontrar un equilibrio. Mi hijo es muy pequeño y quiero asegurarme de que voy a estar presente siempre en su vida.
XL. Usted tuvo dos padres: uno fue una figura mítica, y otro fue su padre biológico; uno estuvo en la distancia y otro estuvo en los problemas del día a día... ¿Quién le influyó más?
O.B. Creo que los dos influyeron. La verdad es que me siento muy afortunado por haber tenido dos padres. Uno fue ideal, con grandes ambiciones en la vida, Harry Bloom, novelista, activista antiapartheid en Sudáfrica... Murió cuando yo era muy pequeño, pero su figura me sobrevolaba. Lo puse en un pedestal. Pero al mismo tiempo en mi padre biológico tuve cerca a un hombre con los pies en la tierra. Una persona muy sensible. Y muy presente. Muy involucrado en mi vida, incluso cuando aún no sabía que era mi padre. No lo supe hasta la adolescencia. Pero siempre me sentí muy querido. Harry Bloom murió cuando yo tenía cuatro años, pero sigue estando en mi vida. Aunque mi elección es estar lo más presente posible en la vida de mi hijo. Y es interesante porque también la relación de Legolas con su padre sigue un poco ese patrón.
XL. ¿En qué sentido?
O.B. Primero lo mitifica y luego lo ve tal y como es, con sus fallos y sus debilidades. Y Legolas se da cuenta de que va a tener que tomar sus propias decisiones sobre la vida que quiere vivir. Creo que nuestra misión como padres es enseñar a nuestros hijos a ser responsables, a asumir su propia responsabilidad como ciudadanos del mundo. Un mundo que está lleno de conflictos. Y a veces es un panorama que asusta.
XL. ¿Y cómo se quita el susto del cuerpo?
O.B. Mi estrategia personal es estar informado de lo que pasa en el mundo, pero intento ver el vaso medio lleno. Y ver lo que se puede mejorar más que fijarme solo en lo negativo. E intentar hacer cosas, por pequeñas que sean, que supongan una diferencia para otras personas.
XL. La amistad y la camaradería recorren las dos sagas. Hobbits, elfos, enanos y hombres se unen contra una amenaza común. ¿En la vida real también necesitamos que esté en peligro lo que queremos para unirnos?
O.B. En el caso de las películas es una herramienta narrativa. La amenaza al mundo que conocemos rompe el equilibrio y de ahí surge la necesidad del cambio y la llamada a la acción. Y en la vida real a menudo también es así. Es triste, pero es así.
XL. Usted se pasó doce días mirando el techo de una habitación de hospital después de romperse la espalda en un accidente doméstico. Pensaba que se iba a quedar paralítico...
O.B. Fue una experiencia decisiva. Siempre me había gustado vivir al límite. Cuando estás a punto de perderlo todo, te das cuenta de lo que de verdad importa.

El último Legolas. Bloom vuelve a la Tierra Media para interpretar por sexta vez al elfo Legolas en El hobbit: La batalla de los cinco ejércitos (17 de diciembre), remate de la trilogía basada en la novela de Tolkien.

TÍTULO:A FONDO,  10 AÑOS DE BESLAN, REGRESO AL INFIERNO,.
Se han cumplido 10 años de uno de los ataques terroristas más ... en la escuela número 1 de Beslán a manos de terroristas chechenos; 186 ...foto,.
 
A fondo

10 años de Beslán: regreso al infierno

Se han cumplido 10 años de uno de los ataques terroristas más terribles de la historia. Un total de 334 personas murieron en la escuela número 1 de Beslán a manos de terroristas chechenos; 186 eran niños. Regresamos al lugar de la tragedia para hablar con los supervivientes, que todavía luchan por rehacer sus vidas.
Zarina Albegoeva tenía 11 años y llevaba 24 horas sin comer ni beber. «Señor, por favor, ¿me puede dar un poco de agua?». «¡¿Señor?! ¿qué clase de señor crees que soy? le contestaron. ¡Yo soy un terrorista. y estoy aquí para matarte!».
El 1 de septiembre de 2004, Zarina se unió a sus compañeros de la escuela número 1 de Beslán en el primer día de colegio. Todos iban vestidos con sus mejores galas. Las niñas, con sus vestidos bordados; y los niños, con camisas blancas atadas hasta el cuello. Era una celebración. Cuando se oyeron los primeros disparos, Zarina creyó que eran fuegos artificiales. Y, de repente, recuerda que todos empezaron a correr.
Poco después de las 9:00 de la mañana, 32 terroristas chechenos fuertemente armados irrumpieron en la escuela en dos vehículos y abrieron fuego. Comenzaba el secuestro de esta escuela en la república rusa de Osetia del Norte. Apenas un centenar de personas lograron escapar. Retuvieron a 1100. El asalto duró tres días, durante los cuales 334 secuestrados fueron asesinados. De ellos, 186 eran niños. El mayor ataque terrorista contra la infancia jamás registrado.
En cuestión de minutos, los atacantes levantaron barricadas en las puertas y ventanas del gimnasio, donde juntaron a los retenidos y comenzaron a colocar artefactos explosivos en el edificio. Diana Agayeva, que tenía entonces 7 años, no entendía lo que estaba pasando durante aquellos primeros minutos. «Yo no sabía lo que era un terrorista. Recuerdo que le pregunté a mi madre '¿Un terrorista es una buena persona?'». No iba a tardar en averiguarlo. Para dejar claras sus intenciones, ejecutaron de entrada a una veintena de hombres. Sus cuerpos fueron arrojados desde las ventanas del segundo piso.
Los terroristas exigieron, en principio, la liberación de un grupo de militantes chechenos detenidos por los rusos. Los secuestradores amenazaron con volar la escuela si la Policía intentaba entrar en el edificio. Situaron a los niños en las ventanas como escudos humanos. El Gobierno ruso, liderado por Vladimir Putin, reaccionó como se esperaba. Desplegando a los grupos de las Fuerzas Especiales. Los terroristas negaron agua y alimento a los secuestrados, pese a los esfuerzos de los negociadores. El despliegue militar en la zona aumentaba. A las cuatro de la tarde del segundo día, los terroristas accedieron a reunirse con el expresidente de la república de Ingusetia Ruslan Aushev.
Después de las conversaciones, 26 rehenes mujeres con sus bebés fueron puestos en libertad. Los militantes también informaron a Aushev de su demanda, la plena soberanía de la república de Chechenia. Dentro, los niños más pequeños lloraban de hambre y sed, y los terroristas amenazaban a sus madres con matarlos si no se callaban. «Nos dijeron que pusiéramos las manos en la cabeza. Y nos filmaron. Me asusté muchísimo porque ya no podía agarrar la mano de mi madre», recuerda Zarina.Putin no iba a negociar la cesión de Chechenia, pero tampoco podía asaltar el colegio con el Ejército y arriesgarse a provocar miles de muertos.
Y al tercer día
Alrededor de las 13:00 horas, dos potentes explosiones sacudieron el gimnasio. Las bombas que colocaron los terroristas habían estallado. No se sabe si fue intencionado o si la explosión fue accidental. «Al tercer día, ya creíamos que no íbamos a salir de allí nunca y que nos matarían a todos. Ves que un terrorista mantiene su pie sobre una mina y sabes que, si se queda dormido o se tambalea, nos hará volar a todos. Solo queríamos una cosa: que aquello se acabara pronto. Y, de repente, hubo una explosión», cuenta Zarina.
Las detonaciones generaron el caos, los rehenes trataron de huir a través de un agujero en la pared y los terroristas abrieron fuego contra ellos. Las fuerzas de seguridad rusas comenzaron a asaltar la escuela. Los francotiradores disparaban contra los puestos de tiro de los terroristas, mientras las tropas evacuaban a los rehenes. En medio del caos, los terroristas se replegaron en el comedor. A las 18:00 horas se informó de que se había sacado a todos los rehenes. A las 21.30, el Gobierno ruso declaró que todos los terroristas habían muerto. En realidad, uno sobrevivió, Nurpashi Kulayev, porque se hizo pasar por un herido. Fue reconocido luego y condenado a cadena perpetua.
Kulayev dice que solo obedecía órdenes y que no tiene ningún remordimiento. «No me siento culpable de las muertes de mujeres y niños. Ni yo ni nadie hubiera podido salvarlos; las decisiones habían sido tomadas por otras personas», dijo Kulayev al cumplirse 10 años del ataque.Beslán nunca volvió ni volverá a ser igual. El periodista Ivan Sukhovdice sostiene que Rusia, centrada ahora en Ucrania, se ha olvidado de Beslán. «A pesar de los millones de lágrimas sinceras derramadas aquel septiembre de 2004, Beslán sigue siendo lejana y desconocida para la mayoría, pero los procesos destructivos del Cáucaso no se han detenido y volverán a ser noticia. Una vez más».

-El lugar del crimen. A la izquierda, la escuela número 1 de Beslán, en Osetia del Norte, Rusia, con todos los impactos de metralla y explosivos, en una imagen a la que se han superpuesto dibujos que hicieron los supervivientes.
-La infancia robada. Lyenka Tskaeva de 10 años y su hermano Makhtar de 13, que entonces eran unos bebés, sobrevivieron a la masacre. Su madre y su hermana mayor, a quien acompañaban al colegio, murieron. Sus cuerpos aparecieron abrazados y casi incinerados en el gimnasio.
-Ejecuciones. El aula número 15, donde se daba clase de Lengua, se convirtió en cámara de ejecución. Veinte hombres fueron asesinados a tiros aquí el primer día, lo que representan los dibujos superpuestos realizados por los supervivientes.
En el nombre del padre
Alex Badoyev tiene ahora 17 años. Tenía 7 cuando fue secuestrado. La foto está tomada en la clase número 15, donde su padre fue asesinado. Los padres estaban en el centro porque era el primer día de colegio e iban a participar en la ceremonia de inauguración. A las pocas horas de empezar el secuestro, los terroristas decidieron ejecutar a varios padres y estudiantes de secundaria y lanzar sus cuerpos por la ventana. Durante dos días, los cadáveres se pudrieron al sol.

Una película de terror
Estas jóvenes pasaron tres días sin comida ni agua. Los terroristas las obligaron a beber su propia orina. Lena de 22 años, Zarina de 24 y Rozita de 20 recuerdan que tardaron en creer que aquello fuera real. «Pensé que era una película», dice Rozita. Abajo, unas niñas como ellas entonces. Ninguno de los que aparecen en esta foto sobrevivió.

"¡Mamá, mamá, levanta! pero no se movía"
Ian Gapoyev tiene 17 años. Su madre murió en la segunda explosión del tercer día. «Oí un enorme bang. Empecé a gritar. '¡Mamá, mamá, levanta, levanta! Pero no se movía. Había sangre en su vestido. No recuerdo nada más». Las fuerzas de seguridad rusas asaltaron el colegio tras esa explosión. Durante horas evacuaron a los rehenes mientras combatían a tiros con los terroristas que se habían atrincherado en el comedor escolar. Arriba, las víctimas que estaban secuestradas en el gimnasio, como Ian, eran atendidas en el patio tras su liberación.

DESAYUNO--CENA--DOMINGO- JAVIER CAMARA ACTOR CINE,./ EL JAMON, PENSAMIENTO EN FRIO, PENSAMIENTO EN CALIENTE,./ COCINA--DOMINGO--MEJILLONES AL GORGONZOLA,./ DOMINGO CINE, J.EDGAR,.

TÍTULO : DESAYUNO--CENA--DOMINGO- JAVIER CAMARA ACTOR CINE,.

Javier Cámara: "Confío en la bondad de los desconocidos. Soy así de utópico y de imbécil",.

DESAYUNO--CENA--DOMINGO-

Javier Cámara: "Confío en la bondad de los desconocidos. Soy así de utópico y de imbécil"

Riojano del 67. Voy a por el Óscar con todo el equipo de Vivir es fácil con los ojos cerrados, de David Trueba, y empiezo a rodar Truman, el nuevo filme de Cesc Gay, que protagonizo con Ricardo Darín.
XLSemanal. Está usted que no para. Acaba de terminar, además, otra película: El tiempo de los monstruos, de Félix Sabroso. ¿Por qué ese título?
Javier Cámara. Se refiere al periodo que va desde que todo se ha derrumbado hasta que se inicia una nueva revolución. Creo que estamos viviendo nuestro particular tiempo de los monstruos.
XL. ¿Se ha derrumbado el sistema?
J.C. Creo que hay gente que se está agarrando a algo que ya no sirve, y que todos tenemos que reinventarnos.
XL. Pero a usted no le ha ido nada mal.
J.C. Yo no me quejo por pudor; hay cosas mucho más necesitadas que el cine: la sanidad, la educación, la dependencia... Pero la cultura vive una enorme falta de afecto.
XL. ¿El cine español sobreviviría sin subvenciones?
J.C. Habría que hacer un informe serio de cuánto dinero dan El niño, Torrente y Ocho apellidos vascos a las arcas del Estado, y cuánto han dado las arcas del Estado al cine español. En Francia y en Alemania, las ayudas son de 700 millones; en España, de 32 este año.
XL. ¿Se puede ser optimista?
J.C. Lo soy con la creatividad y con la pasión que la gente pone en su trabajo y con la gente buena que hay en este país, que es mucha.
XL. Bueno, también hay algún que otro tipejo...
J.C. Hay un sector de sinvergüenzas importante, que ha dilapidado la ilusión y el dinero de mucha gente. Pero, con todo, confío en la bondad de los desconocidos soy así de utópico y de imbécil y en los héroes anónimos que hacen que merezca la pena vivir en este país.
XL. ¿Dónde tiene el Goya que ganó?
J.C. Mi hermana le hizo un gorro de lana, porque me lo dieron en enero y creía que iba a tener frío. Ahora lo tengo sobre un piano, en casa. La gente ni se fija en él: creen que es Beethoven.
XL. Hay quien lo ve pícaro y sexy.
J.C. ¿A mí? ¡Se equivocan! Eso es demasiada pimienta para mí.
XL. ¿Es cierto que en los años de 7 vidas alguna señora le dio una colleja, como hacía Amparo Baró en la serie?
J.C. Sí, la gente se sobreestimula y confunde al actor con el personaje. Además, las señoras mayores cogen mucha confianza; siempre se cuelan en las colas con mucha gracia: tienen esa picardía de la que yo carezco.
XL. ¿Vive solo?
J.C. Sí, vivo solo en Madrid y muy bien acompañado de mí mismo.

Su desayuno: «Café con leche, tostadas con aceite, tomate, un buen jamón ahora jamón York, que estoy intentando adelgazar y algo de fruta. Y siempre con periódicos». 

La cena unos filetes con patatas fritas, pan, beber agua, queso,  postre una pera,.

TÍTULO: EL JAMON, PENSAMIENTO EN FRIO, PENSAMIENTO EN CALIENTE,.
 
-foto--EL JAMON, PENSAMIENTO EN FRIO, PENSAMIENTO EN CALIENTE,.

En 1960 a un profesor de la universidad estadounidense de Stanford se le ocurrió poner a niños y niñas de cinco años ante un difícil dilema. Les dijo que o bien podían servirse un puñado de chuches ahora o esperar veinte minutos y recibir el doble. Su propósito era estudiar cómo los más jóvenes se comportan ante una recompensa retardada, pero lo que acabó descubriendo, pasados unos años, fue algo mucho más interesante. Sucedió que sus dos hijas, que habían participado también en la prueba, hicieron un día repaso de cómo les había ido en la vida a sus antiguos compañeros de experiencia y así se descubrió que aquellos que mejor situación personal y laboral tenían en el presente eran los que habían elegido esperar para recibir su recompensa. Walter Mischel, que así se llama el profesor, elaboró a partir de estos datos la muy famosa, en los Estados Unidos, teoría del marshmallow experiment, o prueba de las chuches, destinada a averiguar cómo funciona nuestro cerebro ante ciertas dificultades y/o carencias.
Explicó entonces que los humanos manejamos dos sistemas de pensamiento. El «caliente», que es impulsivo, emocional, y el «frío», considerado más reflexivo, racional y estratégico. Se asume que pensar en frío estimula el autocontrol y la fuerza de voluntad, lo que tiene como consecuencia que quienes lo practican se conducen en la vida de forma muy distinta que los pensadores en caliente. Sin embargo, estos tienen también sus ventajas. Las corazonadas, las pasiones, las intuiciones brillantes que se traducen en obras de arte o en composiciones e ideas visionarias son producto de pensar en caliente. Mischel señala que, a pesar de que hay personas genéticamente más inclinadas a pensar en frío y otras más en caliente, el mandato genético es más maleable de lo que pueda parecer, y ciertos atributos y rasgos de carácter se modifican a voluntad o según las circunstancias. Para ilustrar esta idea, Mischel señala como ejemplo el notable incremento que ha experimentado en los últimos cincuenta años el cociente intelectual de la población en los países del llamado Primer Mundo. Medio siglo es poco tiempo para que el cambio pueda atribuirse a la evolución, de modo que tan significativo aumento demuestra que nuestro cerebro es más plástico de lo que antes se pensaba. Hasta tal punto que es capaz de modificar la herencia genética recibida. Volviendo al pensamiento frío o caliente, ahora sabemos que, dependiendo de las exigencias del entorno, de la voluntad o simplemente de las modas, nos convertimos en uno u otro tipo de pensadores. Por extensión, puede decirse entonces que hay épocas en las que reina el pensamiento caliente, como las guerras, las exaltaciones patrióticas, las grandes gestas y también en los periodos de decadencia, en los que la gente tiende a vivir el presente como si no hubiera mañana.
En otros momentos de la historia triunfa, en cambio, el pensamiento en frío, como las posguerras, cuando hay que reconstruir lo que se ha perdido, sentar las bases para una nueva convivencia, vivir no el presente sino subsistir con la ilusión del futuro. ¿En qué momento estamos ahora? Curiosamente en una mezcla de los dos, en la que un mundo parece que se acaba y otro intenta sin éxito nacer. No se trata de decir qué tipo de pensamiento es más útil, cada uno tiene su momento. Sin embargo, vale la pena tener en cuenta otra de las conclusiones del profesor Mischel después de estudiar, al cabo de dos décadas, cómo les había ido en la vida a los niños que participaron en su experimento. Comprobó entonces que aquellos que prefirieron esperar veinte minutos y recibir doble ración de dulces eran ahora más saludables, no presentaban problemas de sobrepeso, ninguno había caído en el mundo de la droga -a pesar de que dicha lacra hizo estragos en los jóvenes de su generación- y eran, en general, más felices. Me pareció tan curioso el estudio del profesor Mischel que he querido compartirlo con ustedes. ¿Qué tipo de pensadores se consideran? Yo, por mi parte, creo que me apunto al club de Mae West, corazón caliente y la cabeza (bien) fría.

TÍTULO : COCINA--DOMINGO--MEJILLONES AL GORGONZOLA,.-

foto,.

Ingredientes: 1 kg de mejillones, 2 chalotas, 20 g de mantequilla, 1 diente de ajo, 100 g de Martini seco, 150 g de nata, 100 g de queso gorgonzola, 2 yemas de huevo, 1 cucharada sopera de cebollino picado, sal y pimienta.
Elaboración: se pican las chalotas y el ajo. En una cazuela se sudan las chalotas con la mantequilla durante unos minutos, se añade el ajo bien picado y se suda todo otro minuto. Se agregan los mejillones y el Martini y se cuece todo a fuego vivo y tapado durante unos 5 minutos, o hasta que los mejillones se abran. Se retiran los mejillones a un plato, separando las cáscaras que tienen carne y que conservaremosde las que están vacías, que desechamos. Se reduce después el jugo de la cocción durante 3 minutos, se añade la nata y se hierve todo 2 minutos más.
Acabado y presentación: ya fuera del fuego la cazuela con el jugo de la cocción y la nata, se añade el queso gorgonzola. Se mezcla todo hasta disolver bien el queso, se agregan las yemas y se vuelve a mezclar. Se pone a punto de sal y pimienta y se vierte esta salsa cremosa sobre los mejillones reservados. Se espolvorea el cebollino picado y se sirve.
Reinos de humo, por Carlos Maribona
Latas para un apuro
Las latas de conserva han sido una de las grandes revoluciones gastronómicas de la humanidad. Con ellas se lograba que los alimentos no se estropearan durante un largo periodo de tiempo. Como tantas otras cosas, es un invento ligado a la actividad militar. Fue Napoleón quien buscó la forma de que sus soldados pudieran llevar comida suficiente sin necesidad de abastecimientos continuos. A instancia suya, el cervecero francés Nicolas Appert inventó un sistema de jarras de cristal herméticamente cerradas y calentadas para eliminar las bacterias que permitían conservar largo tiempo los alimentos. En 1810, el inglés Peter Durand patentó el primer envase de hojalata, que empezó a fabricarse en 1812. Desde entonces, el mundo de los productos enlatados no ha parado de evolucionar.
España es el primer país de la Unión Europea y el tercero del mundo en producción de conservas de pescados y mariscos. Conservas que dan mucho juego en la cocina. Grandes chefs han mostrado las posibilidades de estos productos enlatados en casa. Recetas sencillas para sacar el mejor partido posible de las conservas combinándolas con otros productos frescos o empleando sus propios caldos y aceites. Por ejemplo, mejillones en escabeche en tempura, patatas machacadas con sardinillas o un arroz con berberechos de lata. Desde que se inventaron, las conservas siempre están ahí para sacarnos dignamente de un apuro.

J. EdgarTÍTULO: DOMINGO CINE, J.EDGAR,.
Reparto
Leonardo DiCaprio, Armie Hammer, Naomi Watts, Josh Lucas, Judi Dench, Ed Westwick, Dermot Mulroney, Lea Thompson, Jeffrey Donovan, Michael Gladis, Stephen Root,.
 
 En 1924, con sólo 29 años, Edgar Hoover fue nombrado director general del FBI para que reorganizara la institución. Ocupó el cargo hasta su muerte en 1972, sobreviviendo a siete presidentes, alguno de los cuales intentó inútilmente destituirlo. Los archivos que Hoover guardaba celosamente, llenos de secretos inconfesables de importantes personalidades, lo convirtieron en uno de los hombres más poderosos y temidos de la historia de los Estados Unidos.