domingo, 14 de diciembre de 2014

TAMARA FALCO-PERSONAJE- / REVISTA XL SEMANAL - PORTADA- SCARLETT JOHANSSON,.

TÍTULO: TAMARA FALCO-PERSONAJE-
 

Especial Navidad / El personaje

-foto-Tamara Falcó: "No sabía que tenía alma. Creía que mi felicidad era encontrar el mejor zapato"

Es uno de los personajes más fotografiados de España. Pero Tamara Falcó Preysler esconde una personalidad llena de sorpresas y mucho sentido del humor. En esta entrevista exclusiva, la nueva embajadora de Innéov Pre-Hyaluron nos habla de trabajo, familia y lo que ella llama «mi conversión» religiosa.
Habla muy rápido, alargando las eses. Es una mezcla entre la forma de hablar de su padre, Fernando Falcó marqués de Griñón, y la de su madre, Isabel Preysler, pero sobre todo tiene un acento americano producto de los años que ha vivido en los Estados Unidos. Allí estudió, de los 15 a los 23, para terminar el bachillerato tras su paso por un colegio británico en Madrid y para graduarse en la Universidad de Chicago en Comunicación.
Sin embargo, a medida que avanza la conversación, Tamara Falcó Preysler (Madrid, 1981) aminora el ritmo. Hablamos en su casa, en un ático del madrileño barrio de Salamanca, en una terraza llena de azaleas. En uno de los muros, Tamara ha colocado la imagen de la Virgen de Schönstatt. Es una muestra de esa «conversión» así la llama ella de la que habla con naturalidad, un aspecto de su vida mal conocido, a pesar de lo mucho que se ha hablado de ello.
XLSemanal. Mucha gente la ve como una frívola o como una tonta...
Tamara Falcó. Me produce pesar. Pero luego pienso: «Bueno [risas]; a mí, plin [más risas]...». ¿Tonta? Evidentemente tengo mis limitaciones. Pero tampoco me preocupa [y más risas].
XL. ¿La publicidad era una vocación?
T.F. No tenía ninguna. Escogí Comunicación porque podía especializarme en cualquier rama.
XL. ¿De dónde le viene su interés por la moda?
T.F. De pequeña. En casa crecí con la idea de que era algo superficial, me lo decía mi padrastro, Miguel Boyer. «Es una pena que una niña con tu inteligencia se dedique a los trapos», decía [risas]. No lo entendía. «¿Pero qué vas a hacer?, ¿poner una tienda en Serrano?», insistía [risas]. Le parecía un desperdicio de talento.
XL. Diseñó para Barbour.
T.F. Sí. Estuve dos años con ellos. Ese contrato me dio la oportunidad de irme a vivir a París. Mi novio estaba estudiando allí. Y como empecé a tener ingresos, me alquilé un apartamento. Lo bueno de tener tu dinero es que tomas tus decisiones.

XL. ¿Fue la primera vez que vivió de forma independiente?
T.F. No, desde los 15 años no vivo con mis padres. El bachillerato lo terminé en los Estados Unidos. Vivir fuera de los 15 a los 23 te marca. Volver me resultó difícil. Una cosa es pasar el verano con mis padres y otra verme sometida al «esta es mi casa y estas son mis reglas».
XL. Muchos creen que hacía lo que quería con el dinero de sus padres.
T.F. Pues no es así. Mi madre siempre nos ha inculcado que teníamos que sacarnos las castañas del fuego. Por eso trabajo en la publicidad, es con lo que me mantengo. Mis padres tienen unas casas estupendas y me invitan en verano, pero el dinero lo gano yo.
XL. ¿Qué pasó cuando volvió de París?
T.F. Me alquilé un piso en la zona de Ópera. Mis amigas me decían: «¿Pero qué haces? ¿Te has vuelto bohemia?». Pasé una época muy divertida. Pero, al final, me cansé del botellón, del ruido. Y acabé en el barrio de Salamanca.
XL. ¿De alquiler?
T.F. Sí, sí. Siempre. Tenía que haber ahorrado, haberme comprado mi piso... Si no hubiera hecho muchas de las tonterías que he hecho... La crisis me ha enseñado mucho. Yo tenía, por ejemplo, un contrato buenísimo con una marca y no me imaginaba que las cosas podían cambiar tanto.
XL. Vive usted en la realidad...
T.F. Bueno, tengo mis excentricidades [risas]. Pero vivo de mi dinero. Valoro la independencia. Y creo que la relación con mis padres es mejor así. Si no, acaban pensando que tienen poder sobre mí. Y no me gusta. Es mi vida y tomo mis decisiones, para bien y para mal. Hasta que tú no te pegas el castañazo, no aprendes.
XL. Pero sus padres la han ayudado.
T.F. Es evidente. Soy muy consciente de que no he tenido que pelear como tantos otros jóvenes.
XL. ¿Ha sido rebelde?
T.F. Sobre todo, peleona.
XL. ¿En qué temas ha chocado especialmente con su familia?
T.F. Pues en todos, soy muy testaruda desde pequeña. Desde qué me tenía que poner, a con quién tenía que salir. Pero ahora mis reglas del juego han cambiado. A Dios sí le hice caso [risas].
XL. ¿En qué cosas han cambiado?
T.F. Por ejemplo, en la idea del amor. Yo quería un amor a toda costa, sobre todo viniendo de padres separados, y aprendí que ese sentimiento de entrega no te lleva a ningún sitio si es desordenado. Que lo primero es respetarse a uno mismo. Descubrí a Dios. Y me sentí amada por él. Dios se ha colado en la conversación. Tamara habla con pasión de la «conversión espiritual» que ha cambiado su vida. Ha asistido a catequesis para adultos, a retiros. Tiene un director espiritual. Y repite: «Dios es amor. Soy yo más dura conmigo misma que él. Ahora, me doy cuenta realmente del regalo que significa el nacimiento de Dios, mi salvador personal. Es el salvador del mundo, claro, pero también es el mío», afirma.

XL. ¿Por qué se produce ese cambio? ¿Qué sucedió en su vida?
T.F. Mi tío Miguel consideraba que la religión era una superstición, y crecí con esa idea. Entonces, hace un par de años, fui a por una lectura, porque me iba a pasar dos semanas con mi padre en el campo, y me encontré la Biblia.
XL. Y empezó a leerla...
T.F. Me quedé impactada. Cómo era posible que se hubiera escrito aquello hace miles de años y que, sin embargo, me estuviera hablando a mí. Mi padre se empezó a preocupar, porque pasaba horas leyendo en mi cuarto. Cuando le saqué la Biblia, se puso a reír. Pensé que me caería una bronca [risas]. Me dijo que él no había sido muy religioso, pero que su madre, sí, y estaba encantado.
XL. ¿Qué encontró?
T.F. Lo que llevaba buscando. Conocerme a mí misma. Me sentí amada por Dios y eso me hizo amar a la gente de mi alrededor. Antes, todo lo sentía de una forma muy superficial, los «te quiero» eran superficiales y me sentía sola. No sabía que tenía alma, creía que mi felicidad era ganar más dinero, conseguir el mejor zapato. Y cuando conseguía esas cosas, sentía un gran vacío. Tenía todo lo que una niña podía querer. Mi madre me decía: «Es que tienes que ser la más feliz del mundo». Pero no lo era. No es que ahora lo sea, porque tenía muchísimas heridas anteriores, y estoy empezando a sanarlas. Pero soy más feliz de lo que jamás he sido.
XL. ¿Qué cambió en su vida?
T.F. Al principio, yo no pensaba cambiar nada. Fui a confesarme por primera vez un poco chulita, para probar si esto de verdad iba conmigo. Pero, entonces, ese primer sacerdote aceptó todo lo que yo le decía. He descubierto una Iglesia llena de amor, a pesar de mis prejuicios.
XL. ¿Qué cosas distintas hace ahora?
T.F. Rezar. Ir a misa los domingos y, si puedo, también durante la semana. Me he dado cuenta de la importancia del rosario. Me sienta bien. También ayudar a otros. Ser más austera. Y he entendido que el amor es un don.
XL. ¿Se ha vuelto más conservadora en sus relaciones?
T.F. Ya he vivido como una mundana, no hay nada que desconozca y no me ha ido bien. He tenido buenísimas parejas, el problema no eran ellos. Era algo en mi interior. ¿Soy más conservadora? Bueno, más prudente. No me interesa una simple relación sexual. Quiero un compañero.
XL. Y si encuentra a esa persona, ¿esperará a estar casada?
T.F. Sí. Me gustaría ser rigurosa.
XL. ¿Qué piensan de esto sus padres?
T.F. Lo respetan. Y comprendo que ellos no me entiendan. Porque, si a mí hace cinco años me llegan a decir lo que estoy sintiendo ahora, no hubiera entendido nada.
XL. Antes ha hablado de heridas...
T.F. Bueno, las heridas que todos tenemos. Creo que he aprendido a aceptarlas, a lidiar con ellas. Entender que mis padres se separaron, que no fue nada agradable, pero que intentaron hacerlo lo mejor posible, por ejemplo.
XL. ¿Es comprensiva con el divorcio? Puede que intente encontrar un amor para siempre, pero que no sea posible.
T.F. Esas cosas pasan y, si no lo viera, sería un avestruz. Además, no solo depende de ti. Pero encontrar a esa persona... ¡debe de ser la caña! [Risas]. Y espero que me ocurra. ¡O me consagro y me meto a monja! [Risas].
XL. ¿Entiende que haya quien encuentre sentido a la vida sin Dios?
T.F. Totalmente. Dentro de las relaciones mundanas, la de mi madre y Miguel Boyer es la mejor que he visto. Pero [sonríe] yo aspiro a algo más, a una relación espiritual. Ellos eran muy buenos compañeros, la manera como se han tratado es un ejemplo. Y también creo que no se puede ser buen cristiano sin ser cívico, y Miguel me enseñó que eso era fundamental. Yo tuve una discusión con él cuando era muy pequeña, porque nosotros siempre hablábamos de la ciencia. Le pregunté: «Tío Miguel, para que una teoría valga hay que probarla, ¿no? Y tú no puedes probar que Dios existe, pero ¿cómo pruebas que no existe? Entonces, por tus mismos principios se cae tu teoría. Explícamelo». Y entonces se ponía muy nervioso y me decía: «Bueno, solo te digo que si Dios existe, no estoy de acuerdo con él». «Entonces no es lo mismo», le decía yo [risas].
XL. Estos tres últimos años han debido de ser muy duros
T.F. Se lo decía a mi madre. Lo que yo he aprendido con la enfermedad de Miguel, la relación entre ellos dos, la manera en que mi madre lo ha cuidado y se ha preocupado por él. Ese amor... He visto a otro tipo de madre.
XL. Y el hecho de estar en el ojo público, ¿cómo lo lleva?
T.F. Con normalidad. Tengo una vida privada que es mía, la auténtica, y la comparto con muy poca gente. Y el resto de las cosas tampoco me molestan. Un domingo, saliendo de misa, me encontré con un fotógrafo y le dije: «Hoy es domingo, hoy es día de descanso para todos», y me contestó: «Sí, pero es que mi familia necesita comer». Entonces me dije: «¿Y a mí qué me cuesta que me saquen una foto?». Entiendo su trabajo.
XL. Desde luego, lo que sí sabe es reírse de sí misma...
T.F. Eso sí [y se parte de risa]. Lo aprendí de mi tío Miguel. Todo el mundo pensaba que era superserio, pero tenía un sentido del humor enorme. Cuando le ponían hijas falsas o le perseguía Ruiz-Mateos, nos entraba el ataque de risa. Por eso hay cosas con las que ni me molesto.

¿Cómo me cuido?
«Adoro las cremas, pero tengo cuidado, porque mi piel es muy sensible. Cuido mucho el contorno de ojos. Y la protección frente al sol, porque me salen manchas».«Me encantan los tratamientos de Innéov. Gracias a esta enzima que hace que se desarrolle el colágeno, conseguimos que nuestra piel no envejezca tan rápido. La prevención es el gran avance en la investigación de la medicina estética».
Los básicos de Tamara
1. El aliado antiarrugas en la rutina de belleza de Tamara es Innéov Pre-Hyaluron, ya que actúa desde el interior. 39 euros.
2. Tratamiento de relleno antiedad para pieles sensibles Redermic C UV, de La Roche-Posay. 35 euros.
3. Eau Termal, de La Roche-Posay, calma, suaviza y descongestiona la piel. Su primer y último paso del día. 10 euros.
4. Redermic Yeux C, de La Roche-Posay, perfecto para las patas de gallo, la pérdida de firmeza y la uniformidad del contorno de ojos. 26 euros.

TÍTULO : REVISTA XL SEMANAL - PORTADA- SCARLETT JOHANSSON,.

-foto- Scarlett Johansson: "Celebro las Navidades a la danesa: en casa y en pijama",.


Especial Navidad / En portada

Scarlett Johansson: "Celebro las Navidades a la danesa: en casa y en pijama"

'Sex symbol', musa del cine 'indie', cantante, icono de la moda y, a sus 30 años recién cumplidos, madre. Johansson siente que está en un momento crucial de su vida. La actriz, nueva imagen del perfume The One, de Dolce & Gabbana, ha recuperado su silueta en tiempo récord y anuncia que el mundo conocerá en breve a una nueva Scarlett.
Su voz grave y sexy es hoy un hilo de voz débil, como si las palabras se arrastraran costosamente para salir de su boca. «Estoy cansada, agotada. Pero es un agotamiento bueno», dice Scarlett Johansson desde su casa, en Nueva York, dos meses después de casarse por segunda vez con el periodista francés Romain Dauriac y tres después de haber dado a luz a su primera hija, Rose Dorothy. Le pregunto qué ha aprendido en estos meses de pañales y pocas horas de sueño. «No creo en las lecciones. No tengo la sensación de haber aprendido ninguna lección. Bueno... Quizá una: Duerme cuando puedas», dice riéndose.
Johansson, por cierto, ha vuelto a su silueta de estrella en tiempo récord. «El cuerpo de cada mujer reacciona de forma diferente a un embarazo, y yo me he recuperado bastante rápido, explica. Pero no he sentido presión por hacerlo. Recuperarme, sentirme bien y comer sano es parte de mi vida. Y también es mi trabajo». No es solo cuestión de genes privilegiados. Johansson se cuida mucho. «Siempre he sido muy activa. Voy al gimnasio. Así es como empiezo el día. Es difícil encontrar tiempo, pero trato de ser constante y hacer ejercicio al menos un par de veces a la semana. Entre el trabajo y los viajes, siempre estoy en marcha. Creo que eso me mantiene en forma. No hay grandes secretos», dice.
Antiguas aspiraciones
Johansson ha rodado 49 películas y ha cometido pocos deslices. En los últimos años, sin embargo, algo ha cambiado para esta actriz de padre danés y madre judía askenazí. Antes, ha confesado, era mucho más esnob a la hora de escoger sus papeles. Quería trascender como actriz, interpretar personajes con profundidad dramática. Ya no. Más que nada porque vivir exclusivamente del cine independiente no es fácil. Desde hace cuatro años, la actriz convertida en la Viuda Negra es parte importante de los taquillazos Marvel de la saga Iron Man: Los Vengadores, sin dejar, eso sí, de saciar su vena artística grabando discos experimentales, interpretando a Arthur Miller en Broadway, poniéndose en la piel de una choni de barrio en Don Jon o prestando su voz a un sistema operativo en Her, la última joya del director Spike Jonze.
La serenidad interior
En su vida personal jamás ha protagonizado un escándalo. Cuando en 2011 se divorció del actor Ryan Reynolds tras tres años de matrimonio, no hubo dardos envenenados ni acusaciones públicas. Se limitó a explicar que la separación fue dura, que se sintió perdida, deprimida y desmotivada. Se curó las heridas con Sean Penn por unos meses, salió con el ejecutivo Nate Naylor hasta que, justo ahora hace dos años, conoció a Romain Dauriac, con quien se casó el 1 de octubre.
Cuando la polémica ha salido a su paso, ha reaccionado con reflejos. En 2011, un hacker robó y difundió fotos suyas desnuda; ella no solo lo denunció, solicitó además el copyright de las imágenes para evitar que fueran reproducidas. Más peliaguda fue la controversia en la que se vio envuelta el año pasado al convertirse en imagen de SodaStream, una máquina para hacer bebidas gaseosas caseras. Producida por una compañía con sede en una colonia israelí en la Cisjordania ocupada, Johansson recibió críticas e insultos. Llegaron a llamarla «la nueva cara del apartheid». La actriz dijo que no se arrepentía, lo que le costó su colaboración con Oxfam, organización crítica con la política territorial israelí.
Imán publicitario
Con esas curvas, esos labios carnosos y esa melena platino marca de la casa, Johansson es un imán para las grandes firmas de moda. La actriz acaba de protagonizar, junto con Matthew McConaughey, la última campaña de The One el perfume de Dolce & Gabbana, rodada por Martin Scorsese en las calles desiertas de Nueva York. «Conozco a Marty desde hace tiempo. Compartimos representante. Pero quizá esta vez me vio con otros ojos y pensó: Debería rodar con esta chica dice riéndose. Sería feliz si pudiera trabajar con él». Su relación con la casa italiana viene de más lejos. «He usado su ropa desde los 18 años. Cuando me propusieron la campaña, sentí que todo encajaba con naturalidad. Tiene un punto nostálgico, es atemporal, clásica... Y eso también es un reflejo de la fragancia», explica.
Hablar de perfumes le hace evocar su infancia y en especial a su madre, Melanie Sloan. «Recuerdo cómo se preparaba para un evento. El toque final siempre eran unas gotas de perfume. Sloan, además, fue su mánager hasta hace cuatro años, cuando la despidió para ponerse en manos de Rick York, representante de gente como Leonardo DiCaprio, Justin Timberlake o Cameron Diaz. Fue su madre quien la llevó a sus primeros castings, con siete años; la que le aconsejó apostar por el teatro y el cine y olvidarse de la publicidad; y quien dirigió su carrera hasta convertirla en la diva que es hoy.
Navidad a la danesa
«Este verano voy a dirigir mi primera película Crucero de verano, la ópera prima de Truman Capote. Es mi sueño desde que tenía 12 años. He trabajado muy duro para llegar a un punto en que, por fin, puedo elegir lo que quiero hacer realmente. He tenido la suerte de tener éxito, y eso me ha dado más opciones». Johansson también ha hecho campaña para que la Viuda Negra tenga su propia película Marvel. Pero el recado no ha calado. Tampoco tiene prisa. De hecho, tras dos décadas de rodajes, está en plena desaceleración. «No sé cómo ni cuánto trabajaré a partir de ahora, pero ya no siento la presión que te obliga a ir siempre con la lengua fuera», confiesa. De momento, su próximo plan es celebrar las Navidades en familia. «Solemos celebrar la Navidad danesa, así que cenamos juntos en Nochebuena y abrimos los regalos esa noche. Al día siguiente hacemos un banquete. Es una festividad muy hogareña: se trata de pasar mucho tiempo en casa y en pijama. Estoy deseándolo».

Los básicos de Scarlett
1. El intenso perfume floral oriental de The One abre con una moderna interpretación de frescas notas de salida de bergamota y mandarina. 50 ml, 81,50 euros.
2. Labial Shine Lipstick, en tono real red, de la exclusiva Collector´s Edition de Navidad. 36 euros.
Todo es de Dolce & Gabbana.

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