domingo, 20 de marzo de 2016

EN PRIMER PLANO - A FONDO - TROVADORES QUE TRIUNFAN A RITMO DE TUIT,./ REVISTA XL SEMANAL PORTADA - La era de la salud transparente,./ EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - UNA NOCHE EN CALI; OTRA EN MADRID,.

TITULO: EN PRIMER PLANO - A FONDO - TROVADORES QUE TRIUNFAN A RITMO DE TUIT,.

-foto--Diego Ojeda: «A veces, duele más la soledad cuando es acompañada»

Decía Óscar Wilde en boca de Lord Henry en El retrato de Dorian Gray que «las mujeres prueban suerte; los hombres arriesgan la suya». Por un amor doble (a una mujer y a una vocación) este grancanario le echó un órdago al sino que obra sobre él cambiando el azul de sus islas y la estabilidad de un trabajo de maestro por la mezcla de colores caprichosos e inacabados que es Madrid y la aventura de abrirse camino con su guitarra. La jugada le salió bien; así lo avala el éxito de sus hasta ahora cinco discos desde 2009. Bajo los influjos de su gran amigo, es también partícipe de lo que empieza a conocerse como «Efecto Marwan», una corriente de creatividad intimista y a la vez abierta que ha conseguido que la poesía llame a la puerta hasta de un olvidado público adolescente que antes se limitaba a las lecturas obligatorias de secundaria y veía el género como un terreno pedregoso y oscuro. Habiendo experimentado el placer de colocar sus versos entre lo más vendido del momento, prepara un nuevo asalto al ring aunando de nuevo sus dos pasiones artísticas y rodeado de gente querida y admirada. Nos disponemos a dialogar con este chico revolucionario, que tiene fama de puntual pero llega tarde a nuestra cita tras haberse quedado tirado -junto a su chica revolucionaria- en mitad de la M-30. Gajes del oficio de trovador de revoluciones.

TITULO:  REVISTA XL SEMANAL PORTADA - La era de la salud transparente,.

Salud - fotos,.

La salud (del latín salus, -utis)1 es un estado de bienestar o de equilibrio que puede ser visto a nivel subjetivo (un ser humano asume como aceptable el estado general en el que se encuentra) o a nivel objetivo (se constata la ausencia de enfermedades o de factores dañinos en el sujeto en cuestión). El término salud se contrapone al de enfermedad, y es objeto de especial atención por parte de la medicina y de las ciencias de la salud.

Definiciones

Resultat d'imatges de la saludLa salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia, según la definición presentada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su constitución aprobada en 1948.2 Este concepto se amplía a: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». En la salud, como en la enfermedad, existen diversos grados de afectación y no debería ser tratada como una variable dicotómica. Así, se reformularía de la siguiente manera: «La salud es un estado de bienestar físico, mental y social, con capacidad de funcionamiento, y no sólo la ausencia de afecciones o enfermedades». También puede definirse como el nivel de eficacia funcional o metabólica de un organismo tanto a nivel micro (celular) como a nivel macro (social). En 1992 un investigador amplió la definición de la OMS, al agregar: "y en armonía con el medio ambiente",.
Dentro del contexto de la promoción de la salud, la salud ha sido considerada no como un estado abstracto, sino como un medio para llegar a un fin, como un recurso que permite a las personas llevar una vida individual, social y económicamente productiva. La salud es un recurso para la vida diaria, no el objetivo de la vida. Se trata de un concepto positivo que acentúa los recursos sociales y personales, así como las aptitudes físicas.,etc,.

TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - UNA NOCHE EN CALI; OTRA EN MADRID,.

Resultat d'imatges de UNA NOCHE EN CALI; OTRA EN MADRID foto

QUIERO recordar que hará unos meses hube de visitar la ciudad de Cali, en Colombia, por un aquél que no viene al caso. Tras una noche breve -más por los horarios de vuelo que por mi apetito callejero- desperté tempranamente y, como suelo hacer allá donde voy, prendí el aparato de radio que me acompaña con regularidad desusada desde que empecé a dar vueltas por el mundo. Un informativo de excelente factura daba cuenta de los aconteceres del día y jerarquizaba la información, como es lógico, dando mayor importancia a los primeros asuntos y dejando para el final los más intrascendentes. Tras escuchar una batería de titulares en la que se pasaba de Bush a Chávez, del fútbol a la guerrilla y del estado del tiempo a la inflación argentina, el locutor añadió el titular número quince que venía a decir, secamente: «En el día de ayer, dieciocho muertos por actos violentos en la ciudad de Cali». De haberme afeitado con cuchilla tradicional, a buen seguro que me hubiese llevado media piel de mi cuarteado rostro: para los informativos caleños una noticia como esa formaba parte del furgón de cola de la actualidad. Dicho de otra manera: dieciocho muertos por pendencias comunes era lo habitual en una ciudad puntera de la apasionante y bella Colombia y la frecuencia con la que se repetía el dato hacía que esa noticia anduviera entre las que dan cuenta del sorteo de lotería o el estado del tráfico. Inmediatamente comparé lo que una información así supondría en una radio española en el caso de ocurrir en una ciudad, pongamos, como Valencia: podría costarle el puesto a un ministro del Interior y sería tema de conversación y análisis durante meses. Pues bien, después de asistir al parte de bajas y destrozos ocurridos en la pasada nochevieja en ciudades como Madrid, Sevilla o Lérida, percibo con pavor que tal vez no estemos tan lejos. El recuento de muertos y heridos tras la baratija festiva de la última noche del año lleva a creer que estamos en el camino de asumir como normal que a un individuo le descerrajen un tiro cuando este se asomaba a su balcón a tomar el aire o que a una madre la acuchillen en plena calle en presencia de su hija de siete años. Ya hemos asumido que a lo largo de esta noche de borrachera se destroce el mobiliario urbano de ciudades como Sevilla, en la que cientos de gamberros rompen las botellas de cava contra el suelo de la Plaza Nueva porque «da buena suerte» o en la que un par de apuñalamientos resuelven sendos encontronazos. Ya hemos asumido que los conductores ebrios de pastillas y alcohol barato arrasen barriadas enteras, o que «jovenes radicales» -que es como se llama a los fachas independentistas- revienten la cabeza de unos cuantos policías, o que niñatos de mierda quemen los contenedores de un par de calles o que varios grupos de voluntariosos pirómanos revienten la ciudad con los mismos petardos con los que se revientan las manos. Todo eso es ya normal, entra dentro de la crónica esperada de una nocheabsurda. La lectura de la prensa del día dos de enero nos acerca a la realidad de una celebración estúpidamente desmadrada y tomada como licencia para soltar al animal que tantísima gente lleva dentro.
Si la autoridad no toma medidas -que por ahora no muestra tener demasiadas ganas de hacerlo-, no habrán de pasar muchos años antes de que un viajero ocasional prenda una radio y escuche sorprendido el titular número quince de un informativo madrugador que dice que la noche de fin de año se ha saldado con un número determinado de víctimas mortales y con equis cientos de destrozos urbanos en buena parte de las ciudades españolas. Y, como siempre, ya será tarde.

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