domingo, 16 de julio de 2017

EN PRIMER PLANO - A FONDO - YOGA ALLÁ DE LOS 70 AÑOS,./ REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - EUGENESIA NAZI - ¿ QUÉ HIZO ALEMANIA CON LOS CADÁVERES ?,./ EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - La verdad es un cepo para osos,.

TITULO: EN PRIMER PLANO - A FONDO - YOGA ALLÁ DE LOS 70 AÑOS,.

fotos - YOGA ALLÁ DE LOS 70 AÑOS,.

Mejora la elasticidad, fortalece los músculos y previene el estrés. La práctica de yoga se ha extendido en nuestro país y cada vez son más los médicos que lo recomiendan para la gente mayor. Sus maestros prefieren llamarlo ‘yoga para sabios’. 

La sabiduría es una cualidad que aparece a partir de los 75 años. Con esa edad comienza la etapa más fructífera de la vida. Todo lo anterior no es más que una preparación o aprendizaje para llegar a ese momento», asegura el profesor de yoga Paco Calatrava.
Maby, una de sus mejores alumnas, todavía es muy joven. Tiene 72 años, pero ya está a punto de entrar en ese club de sabios del que habla Paco: «Cuando mis amigas me dicen que estoy muy bien para mi edad, yo siempre les contesto lo mismo: es que llevo 15 años haciendo yoga».
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Triángulo extendido
Flexión lateral con los brazos en cruz; la cadera mira al frente; el cuerpo se inclina lateralmente, manteniéndose en un mismo plano
Según un estudio realizado por el Instituto Sondea, el 29 por ciento de los españoles ha practicado yoga alguna vez a lo largo de su vida. La novedad es que cada día son más los médicos, fisioterapeutas y psicólogos que recomiendan esta práctica a las personas mayores y le atribuyen importantes beneficios para la salud «incluso en casos de enfermedades importantes o que requieren especial atención», añade Belén Mendoza, profesora, al igual que Paco, en la escuela The Yoga Shala Madrid.
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El arco (postura avanzada)
Flexionar las piernas y sujetar los tobillos con las manos; levantar cabeza, pecho y muslos
Maby está convencida de que el yoga le ha cambiado la vida, y suelta una carcajada recordando la primera vez que escuchó hablar de ello: «Yo tenía 20 años cuando vi en la tele a una mujer norteamericana, muy alta y muy guapa que había empezado a practicarlo con más de 50 años y pensé: ‘Esa vieja ¿qué espera de la vida?’ -se ríe-. ¿Sabes con qué años empecé yo? Con 54».

Bienestar integral

Las articulaciones se aflojan, los músculos se tonifican, el sistema nervioso y el endocrino se armonizan y mejora el funcionamiento de todos los órganos internos: corazón, pulmones… Los beneficios del yoga, según Belén, son muchos, pero lo más importante es que se va desarrollando la conciencia de uno mismo en relación con el cuerpo y los procesos mentales. «Existen ya diversos estudios científicos que muestran que las técnicas de yoga pueden ayudar a personas que sufren dolencias como hipertensión, trastornos del sueño, ansiedad, depresión, artritis, diabetes y problemas de peso», añade Paco.
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Postura ecuestre
Abrir el pecho y mirar a un punto al frente; la rodilla delantera no debe sobrepasar el tobillo
Beatriz, otra de sus alumnas, ha cumplido ya 84 años y confirma que se siente como una rosa. «Me noto mucho más flexible. ¿Quién me iba a decir a mí que sería capaz de agacharme a coger una cosa debajo de la nevera?», bromea. «Además, he aprendido a relajarme completamente y, cuando salgo de una clase, me siento como flotando. Me viene fenomenal cuando estoy un poquito alterada», asegura.

Los médicos atribuyen al yoga importantes beneficios a cualquier edad

Quizá por eso, y según el estudio realizado por la web especializada Aomm.tv por medio del Instituto Sondea, el principal motivo por el que los españoles empiezan a practicar yoga es para reducir el estrés, y el 64,24 por ciento son mujeres. «Los hombres suelen tener mucho más rígido el cuerpo y eso hace que, al principio, estén más pendientes de este aspecto y menos receptivos a otros», afirma la profesora. Pero también esto está cambiando y hay quien llega con mucha receptividad para aprender las técnicas y conocer el trasfondo filosófico. Como Juan, compañero de aprendizaje de Maby y Beatriz, que a sus 79 años está encantado con la parte física de las clases, pero «sobre todo ­añade- me gusta cuando profundizamos en el tema de la vida interior y la meditación».
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Suave torsión espinal
Sujetar la rodilla, alargar la columna y rotar columna y cabeza
«Por eso no hay edad ni condición para practicar yoga -garantiza Paco-, porque nunca es tarde para plantearse crecer como persona y vivir más conscientemente».

Experiencia vital

estilo, cuidarse, yoga para sabios, gente mayor, xlsemanal (4)Los profesores cuentan que los mayores llegan a la escuela con cierta inseguridad en el aspecto físico y, si hay algún alumno más joven en la clase, suelen mirar de reojo para compararse. Pero esa actitud va desapareciendo. «El yoga tiene más que ver con escuchar al cuerpo que con lograr la postura. La flexibilidad es solo un detalle dentro del nivel de sabiduría que implica -dicen-. En general, los mayores son más disciplinados y comprometidos que la gente joven y mucho más agradecidos».
Posturas de la vaca y el gato
Las muñecas deben estar justo debajo de los hombros; se ha de arquear la espalda sin despegar las manos
Dentro de las asanas, los profesores adaptan las posturas a las condiciones de cada alumno en cada momento. «Además, utilizamos ayudas como cojines, mantas enrolladas, incluso sillas si alguno las necesita para determinadas prácticas -apunta Belén-. También hay que identificar las dolencias y saber las prácticas que están contraindicadas para ellas. Por ejemplo, las posturas invertidas no son adecuadas para casos de hipertensión y problemas de corazón».
«El yoga te abre otro nivel de experiencia vital, a veces desconocido, incluso habiendo cumplido años, y es asombrosa la receptividad que tienen los mayores hacia esos aspectos», concluye la profesora.

estilo, cuidarse, yoga para sabios, gente mayor, xlsemanalMABY VÍAS, 71 AÑOS

“El cuerpo me pide colocarse bien”
Fui madre muy joven, estudié Graduado Social y he vivido en muchas partes por el trabajo de mi marido. Pero ahora estoy muy centrada en el yoga y, después de estar 15 años practicándolo, ya he conseguido que mi cuerpo se recoloque casi inconscientemente cuando adopto una postura errónea o me noto encorvada».
La postura del triángulo extendido tonifica los nervios espinales, flexibiliza la columna vertebral, masajea los órganos abdominales y fortalece las piernas, entre otros beneficios.

estilo, cuidarse, yoga para sabios, gente mayor, xlsemanalJUAN BAUTISTA 79 AÑOS

“Me gusta combinar ejercicio y meditación”
Siempre he hecho mucho deporte y no me imaginaba que una clase de yoga podría ser equivalente a una hora de ejercicio intenso en un gimnasio. Por eso me gusta practicarlo, porque mezcla la actividad física con la meditación y la concentración, y eso te hace vivir más el presente», asegura Juan.
estilo, cuidarse, yoga para sabios, gente mayor, xlsemanalLa postura ecuestre forma parte de los saludos al sol (un ejercicio dinámico de calentamiento), sirve para tonificar los órganos abdominales y aporta flexibilidad a las piernas, así como a las caderas.

BEATRIZ MORENO, 84 AÑOS

“Ya tengo controlado el tema de la respiración”
Empecé a hacer yoga hace un año y pico y noto muchísimo la mejoría. Ya tengo controlado también el tema de la respiración y soy capaz de relajarme completamente», cuenta Beatriz, que practica yoga, juega al golf y acude todos los días a un taller de restauración de muebles.
scaravelli-inspired-yoga-immersion-course-195931.psdLa media torsión espinal es recomendable en dolencias como reumatismo y escoliosis; y la postura del gato libera tensión de espalda y cuello, beneficia al sistema digestivo y favorece la concentración.

VANDA SCARAVELLI (1908-1999)

El poder de la columna. Esta reconocida maestra, nacida en Florencia, llegó al yoga con 40 años y practicó su propio estilo hasta cumplir los 91. Scaravelli confiaba plenamente en el poder curativo del yoga y desarrolló un método basado en la fuerza de la gravedad, la respiración y la correcta alineación de la columna vertebral. Su legado quedó reflejado en su libro Awakening the spine.




TITULO:  REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - EUGENESIA NAZI - ¿ QUÉ HIZO ALEMANIA CON LOS CADÁVERES ?,.

 fotos - EUGENESIA NAZI - ¿ QUÉ HIZO ALEMANIA CON LOS CADÁVERES ?,.

En 1990 se enterraron muestras cerebrales de cientos de miles de personas discapacitadas asesinadas por los nazis: científicos alemanes las habían conservado desde la Segunda Guerra Mundial para estudiarlas. Las sepultaron tarde. Y mal. Nuevos registros han descubierto muchos más restos.

En una parcela del cementerio muniqués de Waldfriedhof, rodeada de hayas y tejos, se alza una losa de piedra. «En memoria de las víctimas del nacionalsocialismo y los abusos a los que fueron sometidas en nombre de la medicina», se lee en ella.
La sociedad Max Planck colocó esta estela en 1990. Creían estar cerrando de una forma digna el capítulo más oscuro de la historia de la institución. Bajo la placa enterraron muestras cerebrales de las víctimas del programa nazi de eugenesia. Investigadores de las sedes del Instituto Max Planck en Fráncfort, Colonia y Múnich habían seguido trabajando con esos tejidos muchos años después de la caída del Tercer Reich.
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Se acaban de encontrar en clínicas y centros del país restos de víctimas de la eugenesia. En el sótano del Instituto Planck de Múnich había restos de víctimas de los macabros asesinatos del Tercer Reich: no estaban enterrados como se creía hasta ahora. Estaban arrumbados en almacenes 
Sin embargo, la cúpula directiva del Instituto Max Planck de Psiquiatría, con sede en Múnich, sabe que la mayor parte de aquel terrible legado nazi no yace bajo la tierra del cementerio de Waldfriedhof. Un equipo de científicos encontró en 2016 en el archivo y el museo del centro numerosas muestras de tejidos y cortes cerebrales procedentes de víctimas del nazismo. Entre esas muestras figuraban algunas que, supuestamente, habían sido enterradas en Waldfriedhof. También encontraron, metidos en baúles, armarios viejos y cajas de cartón, expedientes de pacientes internados en residencias y sanatorios nazis asesinados entre 1939 y 1945 bajo el programa de eugenesia.

“Material valioso”

Durante décadas, la investigación psiquiátrica en Alemania no mostró interés en cerrar el trágico episodio del asesinato sistemático de enfermos y discapacitados. Muy al contrario: en los años posteriores al final de la guerra, los científicos decidieron conservar, por considerarlas un valioso material de estudio, las muestras extraídas a aquellas víctimas asesinadas por sufrir trastornos de carácter hereditario.
Más de 70.000 personas consideradas física o intelectualmente discapacitadas fueron ejecutadas en el marco del programa de ‘eliminación’ de lo que los nazis denominaban ‘vidas indignas de ser vividas’, llevado a cabo en sanatorios alemanes entre 1939 y 1941. Esta cruel tarea estaba dirigida desde una oficina en el número 4 de la Tiergartenstrasse de Berlín, por lo que tan terrible genocidio se denominó ‘Acción T4’. A pesar de que el programa se canceló oficialmente a mediados de 1941, los asesinatos prosiguieron hasta el final de la guerra.

Se calcula que 300.000 personas fueron víctimas de la eugenesia durante el régimen nazi

La maquinaria de eugenesia nazi llevó a la muerte por gas, hambre o envenenamiento a unos 300.000 pacientes; entre ellos, muchos niños. A esa cifra habría que añadir las 400.000 personas que fueron sometidas a esterilizaciones forzadas, muchas de las cuales no consiguieron sobrevivir a la intervención.

Envío de tejidos

En un primer momento se estableció que los cadáveres fueran incinerados después de la ejecución. Pero los científicos protestaron. Entonces se decidió tomar muestras de tejidos de los enfermos congénitos y enviarlas a instituciones médicas del Reich para ser estudiadas. Los laboratorios del Centro Alemán de Investigación Psiquiátrica, predecesor del Instituto Max Planck de Psiquiatría de Múnich, recibieron tejidos cerebrales de unas 700 víctimas. En los archivos y almacenes científicos de todo el país se encuentran decenas de miles de cortes cerebrales.

En 2016 se encontraron restos metidos en baúles, armarios viejos y cajas de cartón

En los tiempos del Tercer Reich, los científicos escogían como objeto de estudio post mortem a los pacientes que más les convenían, por ejemplo, aquellos aquejados de una esclerosis tuberosa o cualquier otra dolencia hereditaria. Es decir, el sistema nazi permitía asesinar por encargo a los sujetos elegidos.
Hasta bien avanzada la década de los ochenta a los médicos alemanes les costó resistirse a la tentación de usar aquel material heredado de los nazis. En los años ochenta, el historiador berlinés Götz Aly descubrió que en Fráncfort todavía había bastantes muestras procedentes de tiempos de la Acción T4. La Conferencia de Ministros de Educación y Ciencia exigió que se pusiera fin al uso de esos materiales. El Instituto Max Planck decidió enterrar todas las muestras procedentes de la época en cuestión. Encargó a una de sus empleadas, Elisabeth Rothemund, la elaboración de una lista de casos en los que la sospecha de eugenesia estuviera más o menos sustentada y que los restos fueran inhumados en el cementerio de Waldfriedhof.
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Niños con trastornos mentales en la Alemania de 1930. Los nazis asesinaron a miles de menores y esterilizaron a 400.000 personas
Por mucho que ahora se insista en que la inhumación se realizó de una forma digna, la realidad fue otra. Los restos procedentes de Fráncfort, Colonia y Múnich fueron enterrados en una fosa doble, metidos dentro de cajas de metal y madera, poco antes del amanecer del 21 de febrero de 1990. Eligieron una hora tan temprana por miedo a llamar la atención de la prensa sensacionalista. Actualmente sigue sin conocerse a qué víctimas correspondían las muestras enterradas.

El programa eugenésico del Tercer Reich proclamaba la eliminación de «las vidas indignas de ser vividas»

A pesar de los avances en el esclarecimiento del asunto, los críticos no están satisfechos. En 2015 aparecieron en el archivo de la Sociedad Max Planck en Berlín más muestras cerebrales, muchas de las cuales se podían adscribir sin lugar a dudas a la Acción T4.
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Cartel nazi que denuncia lo costoso que resulta para la sociedad alemana el mantenimiento de los discapacitados
Un informe de octubre de 2015, encargado por la propia Sociedad, afirmaba que había indicios de que numerosos cortes cerebrales habrían sido apartados para evitar su inhumación, probablemente debido a que alguien quería preservarlos para sus investigaciones. Pero hay más. de las muestras apartadas -alrededor de un centenar- han desaparecido algunas.

Hasta los años 80, algunos médicos alemanes estudiaron el material heredado de los nazis

Aquel informe resultó tan incómodo para la Sociedad Max Planck que su presidente, Martin Stratmann, ordenó revisar de nuevo todos los centros adscritos al organismo que dispusiesen de muestras humanas en sus archivos. Transparencia total fue la directriz de la comisión creada a tal efecto. En febrero de 2016, Martin Keck -médico jefe del Instituto Max Planck en Múnich- accedió con otros cuatro investigadores al sótano del edificio muniqués. El archivo de muestras cerebrales parecía «un almacén de trastos». En su registro, los médicos encontraron tres envases con fragmentos de cerebro que se cree que proceden de víctimas de eugenesia, además de un fichero con los datos de los pacientes a quienes se les habían extraído las muestras húmedas conservadas en el archivo. En las fichas no solo estaba consignado el nombre y el diagnóstico, sino también en qué lugar del archivo se encontraba cada muestra cerebral, incluidos muchos casos procedentes del periodo comprendido entre 1939 y 1944.

Las víctimas

Si se hubiese abierto antes ese archivador, se habría podido comprobar que la inhumación en el cementerio de Múnich dejó mucho que desear. Y también se habría podido identificar a las víctimas. Por ejemplo, en un registro de entradas de los años 1939 a 1948 figura una muestra perteneciente a Kunigunde Schnell, asesinada en el sanatorio nazi de Kutzenberg, cerca de Bamberg.
Dentro de una caja de cartón apareció una colección de microfilmes con expedientes médicos de «casos retirados en 1990», además de un clasificador con anotaciones y la inscripción «Lista de cerebros, lista Eglfing», en la que las muestras estaban ordenadas en función de los distintos diagnósticos.

Se necesitan 1,5 millones de euros para catalogar las muestras conservadas en formol

Por otro lado, en una estantería grande se encontraron frascos de cristal con más de 50 muestras conservadas en formol, en los que figuraban la fecha de fallecimiento, la edad de los pacientes y la causa de su muerte. Algunas de las muestras procedían de eugenesias. ¿Por qué no se encontró antes este material? Varias muestras llevaban rótulos como «idiocia» o «mongolismo», unas cuantas contenían muestras con fechas comprendidas entre 1939 y 1945… En otro espacio, que la institución describe como museo, acumulaban polvo siete frascos más con muestras del año 1939. Algún empleado tuvo que haberse encargado de cuidar las muestras durante todo ese tiempo. En otra zona del archivo encontraron nueve armarios metálicos con historiales médicos y expedientes de los años 1936 a 1945.
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En el archivo del Instituto Max Planck en Múnich han hallado frascos con más de 50 muestras en formol con la edad, la causa y la fecha de la muerte de los pacientes
Después de la inspección de los sótanos realizada en 2016, el instituto destituyó a su director. Ahora, un equipo de especialistas externos trabaja en la reordenación de los fondos. Se calcula que serán necesarios 1,5 millones de euros para catalogar todos los cortes cerebrales y muestras conservadas en formol.
El capítulo final será la inhumación de todas las muestras, esta vez con la mayor transparencia posible. El instituto quiere inscribir los nombres de los pacientes en la lápida del cementerio de Waldfriedhof y añadir una placa en la sede de Múnich en recuerdo de aquellas víctimas olvidadas.

TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - La verdad es un cepo para osos,.

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Cepo. Ramona decía siempre la verdad, lo que le ocasionaba continuos problemas entre los conocidos, que la evitaban, y los desconocidos, que se la encontraban de sopetón y sin posibilidad de huida. Desde niña arrastraba esa virtud básica y descarnada que para el resto del mundo era un defecto. Cada vez que abría la boca soltaba un animal viscoso y tóxico, si bien, para ella, lo que emitía eran arrullos de tórtola. En su ánimo no estaba corregir a los otros. No se creía superior ni era castigadora ni rencorosa. Según Ramona, las palabras expresaban genuina franqueza sin maldad, espina venenosa o cepo para osos.

Alpinista. En la escalera de la finca sin ascensor se cruzó con un hombre con una obesidad manifiesta. Sudaba como si estuviera en una sauna con abrigo, sombrero y bufanda. Resoplaba y afrontaba cada escalón con la temeridad del alpinista en el último tramo del Everest. La mole adiposa alzó la vista y descubrió a la depredadora moviéndose en sentido contrario, desplazándose desde las alturas con el sigilo del leopardo de las nieves. Ramona se preocupó por la salud del individuo, que estaba a punto del colapso cardiovascular más por la incomodidad de la situación que por el esfuerzo. Ella soltó el hachazo con la dulzura almendrada del cianuro: «Estás gordo, gordísimo. Eres un hipopótamo. ¿Por qué no haces un poco de ejercicio? Cualquier día te encontraremos muerto en la escalera. ¡Ya me dirás cómo moveremos esas toneladas!». Y con la sonrisa de las buenas personas siguió triscando hasta la calle.

Matraca. En el autobús quiso sentarse, aunque los cuatro asientos reservados para ancianas y embarazadas -y alguna otra categoría englobada en un logo de difícil interpretación semántica- estaban ocupados por chavales con el cabello tan corto que las ideas les clareaban. Ramona se plantó ante ellos. La ignoraron con ese desprecio generacional que convierte a los mayores en invisibles. De los labios salió un tiro con silenciador: «Menudos sinvergüenzas. Contentos tendréis a vuestros padres. ¿Nacisteis cansados? ¿Os pesan las piernas? Vaya juventud. A esta hora, ¿no tendríais que estar en el instituto? Largo de aquí». Siguió la matraca con una frialdad que les heló la sangre. No gritó. No alzó el bolso a modo de porra. Les habló con el tono del capo que deja una pistola sobre la mesa para que el traidor se suicide. En la primera parada, salieron pitando.

Gotero. Entró en la peluquería y, al verla, la mayoría de las clientas intentaron escapar. Los secadores de pie aprisionaban las cabezas e impedían la fuga al trote, a menos que huyeran como los enfermos que arrastran los goteros por los pasillos de los hospitales. Caminó con la lentitud del sheriff bajo un sol de cactus. Había reservado la hora si bien ninguna de las empleadas quería acercarse. A una la había llamado ‘golfa’. A la otra, ‘incompetente’. A la de más allá, ‘solterona amargada’. A la de la esquina, ‘pollina’ y ‘lianta’. Fue la jefa la que tomó la iniciativa y, para ahorrarse los improperios, se ajustó unos cascos con música heavy a toda melena. El cabello de Ramona era una red averiada de pescadores y mientras se lo reparaban martirizó a la vecina de butacón. Habló con el tono meloso de las abuelitas: «Tu familia no te quiere. ¿Cuánto hace que no te llama tu hijo?».

Parietal. De regreso a casa, tras hacer el camino a la inversa, se encontró con la realidad que denunciaba y que le dolía como caminar descalza sobre cristales rotos. En la butaca del comedor aguardaba derrumbado el hombre gordo de las escaleras, con las grasas sirviéndole de cojín: era el marido. Junto a él, jugando a la Play, uno de los chicos del autobús con los parietales a cero: el nieto. Al rato llegó la hija, la madre del chaval: la encargada de la peluquería. Nadie habló a la esposa, a la madre, a la abuela. En un iceberg habría sentido más calor. ¿Cuánto hacía que no la llamaba su hijo?,.

 

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