foto, Metgod: “Fue estupendo ver nacer a la Quinta del Buitre”,.
John Metgod es ayudante de Tony Adams en el Granada. Estaba trabajando de ojeador en el Brighton. Regresa a España después de jugar en el Madrid dos temporadas, entre 1982 y 1984 (49 partidos y un gol). Su contrato con el Granada acaba en mayo y quiere en España.
¿Cómo ha sido su vuelta a España?En 2005 Tony Adams estaba como entrenador del segundo equipo de Feyenoord y yo era el asistente del primero. Desde entonces estuvimos en contacto. En 2008 fui al Portsmouth porque Tony estaba allí. Siempre hemos tenido muy buena relación.
Impresiona lo bien que habla el español.
Sólo estuve en el Madrid dos años, pero España me encanta. Luego hemos venido mucho por aquí con los niños. A todos nos encanta. De hecho, cuando llegué a Granada, tuve la sensación de volver a casa…
¿Cómo era aquel AZ Alkmaar en el que se dio a conocer?
Era muy fuerte en la época, a pesar de ser un equipo de una región pequeña. Yo llegué en el 76. Y en el 80 llegó un extremo zurdo para el 4-4-2 que jugábamos, y fue clave para dar el salto definitivo. Era Jos Jonker. Esa era la pieza que faltaba. En el 81 fuimos campeones de Liga, de Copa y jugamos la final de la Copa de la UEFA Ipswich.
Entonces la escuela holandesa era muy fuerte…
El AZ era un club muy pequeño. Fue un proceso en el que tuvieron mucho que ver los hermanos Molenaar, unos empresarios locales que compraron el club. Tenga en cuenta que competíamos con el gran Ajax.
¿Qué ha quedado de la escuela Holandesa?
El movimiento, el dinamismo, sigue estando activo no sólo en Holanda, sino en el fútbol mundial. El hecho diferencial ha sido que todo se ha profesionalizado más. El fútbol cambia: ahora nada se deja al azar, ni la preparación física, ni la nutrición, ni la medicina… El fútbol total de Michels sigue activo, pero ha cambiado todo lo que está alrededor, hay mejores condiciones.
¿Cómo fue su fichaje por el Madrid?
Jugábamos el último partido de Liga y escuchamos que alguien del Madrid venía a vernos. Había muchos buenos en el equipo, yo nunca pensé que venía a por mí.
¿Quién fue?
Luis Molowny. Pero nunca le vi allí. El caso es que cuando me dijeron que venía a ficharme a mí, pensé que me estaban gastando una broma. Pero al poco tiempo se pusieron en contacto conmigo.
¿Cómo fue su llegada a Madrid?
Difícil. Había un gran problema. No hablaba nada de español. José Luis López Serrano, que era el único que hablaba inglés y alemán, me ayudaba con todo.
¿Cómo recuerda su primer día?
Hombre para mí fue un sueño… Uno se hace futbolista con la esperanza de poder jugar en un equipo así. Allí estaba Del Bosque, Juanito, Santillana, Stielike, Camacho, San José y Juan José, Isidro…
¿Se apoyó mucho en Stielike?
Me apoyó mucho… Y nuestras mujeres se hicieron muy amigas.
¿Cómo era su relación con Di Stéfano?
Mi problema era el idioma, la imposibilidad de comunicarme con él. Él hablaba una mezcla de español y argentino muy difícil para mí. Después de irme, en el 92, el periódico The Telegraaf me eligió como mejor futbolista de la temporada, y vino él a entregarme el premio. Fue muy especial. Yo ya hablaba español, pero de los que estábamos, nadie más. Y compartimos cena y pudimos charlar. Fue muy bonito.
¿Con quién dormía en la habitación?
Con García Remón… Yo siempre me llevaba un diccionario para poder hablar. Los compañeros se portaron fenomenal. Ellos veían que yo hacía esfuerzos, y me los correspondían. El problema es que cuando estábamos concentrados y nos íbamos a comer empezaba a hablar todo el mundo rápido y no me enteraba de nada.
¿Qué pasó en la temporada de los cinco subcampeonatos?
Para mí fue un ejemplo. En cualquier club habría sido un éxito enorme… Pero en el Madrid, nunca es suficiente.
¿Cómo asistió al nacimiento de la Quinta del Buitre?
Fue estupendo. Todos los recibimos muy bien a pesar de su juventud. El fútbol es así, si viene algún con calidad que te ayuda a ganar partidos o títulos, se le recibe con los brazos abiertos.
¿Qué se ha encontrado en el Granada?
Bueno, estoy incapacitado para decir lo que ha pasado antes de llegar, porque no lo he vivido. Sólo he venido para ayudar en esta parte final porque podía, porque estaba haciendo de ojeador para el Brighton, que acaba de subir a Primera, y me dieron permiso.
¿Y cómo se plantea el futuro?
Me apetece seguir entrenando, ya sea como primer técnico o aportando cosas como asistente… Pero no descarto hacer otras labores en las que ya he tenido experiencia, en la cantera, en el departamento técnico.
¿Se querría quedar en España?
Me encantaría. Me he sentido muy feliz de poder volver a trabajar aquí… Del Bosque tenía razón cuando estando en el Madrid se me acercaba y me decía: “Con el tiempo te darás cuenta de que aquí se vive de puta madre (risas)”. Ya le digo que, tras llegar, he sentido algo así como que volvía a casa. Y si me surge la oportunidad de quedarme, aprovecharía esa oportunidad.
¿Se quedaría en el Granada?
No se ha planteado. Tengo contrato hasta finales de mayo.
¿Ve mucho fútbol?
Constantemente (risas). Ha sido mi trabajo hasta hace una semana, ver jugadores por toda Europa.
¿Jugar ante el Madrid tras el descenso es un papelón para el Granada?
Al contrario, es una oportunidad. Yo veo el fútbol así, quiero ganar todos los partidos, sea cual sea la circunstancia en la que se juega.
TITULO: BICICLETA - CICLISMO - JULIO JIMENEZ ,.
BICICLETA - CICLISMO - JULIO JIMENEZ , fotos.
Julio Jiménez: "Si hubiese hecho caso a Anquetil tendría un Giro"
Le gusta seguir el Giro mientras le abordan los recuerdos. Sobre todo de aquella edición de 1966 que tuvo en su mano. Habló con AS de aquel ciclismo y también del actual.
-Sobre todo me acuerdo de aquella edición de 1966. La disputé como líder del equipo Ford. ¿Y sabe quién era mi gregario? ¡Jacques Anquetil! En el equipo apostaron por mí para ganarlo. Recuerdo el día que pinché y el propio Anquetil me esperó para reincorporarnos al grupo. ¡No me lo podía creer! Qué cerca estuve de ganar ese Giro...
-¿Qué pasó?
-Pues que no le hice caso y por eso no gané. Cogí el liderato en la segunda etapa y yo estaba empeñado en defenderla. Anquetil me decía: “Suelta el rosa, ya lo recuperarás en la montaña”. No le hice caso y me desgasté durante once jornadas defendiéndola hasta que al final la perdí justamente en mi terreno, la montaña. Llegué agotado de defenderme en un terreno que no era el mío.
-Se lo ganó Gianni Motta...
-Sí, es que en aquella época, además de las estrellas extranjeras, había diez italianos muy fuertes con opciones. Iban a muerte. Recuerdo las emboscadas en carreteras de tierra, donde los aficionados empujaban a los ciclistas italianos mientras yo no podía ponerme de pie porque patinaba la rueda. Me agarraba a sus maillots y ellos se enfadaban. Pensamos en quejarnos a la organización, pero no hubiera servido de nada. También recuerdo que muchas veces no podía atacar porque no llegaba a la cabeza del grupo. Los italianos me empujaban o me cerraban. Y a todo eso súmele un ritmo infernal en los últimos 50 kilómetros, porque conectaba la televisión y todos se volvían locos. Se volaba. Era muy duro. Lo recuerdo más duro que el Tour. También me pasó que cuando llegué de rosa a Nápoles quise salir a dar una vuelta y no me dejaban. ¡Luego me enteré de que la mafia quería secuestrar al líder!
-Al menos ganó dos etapas.
-Sí, en aquella edición gané dos y vestí de rosa durante 11 días. Y eso que por entonces en el Giro no había finales en alto, que era lo que a mí se me hubiese dado bien. Siempre sacaba ventaja en las subidas, pero luego había terreno suficiente para recortarme tiempo. De todas formas, ese Giro de Italia lo debí haber ganado. Al final acabé cuarto y hasta Anquetil me adelantó y fue tercero.
-¿Qué repercusión tuvo aquello en España?
-¡Me contaron que la gente lloraba! Las crónicas de la época eran muy emocionantes, muy épicas.
-No fueron sus únicos triunfos en la carrera italiana.
-No. Y pudieron ser más pero mis dos años en el Faema belga fueron dos temporadas perdidas. No me llevaban a carreras importantes... El caso es que en 1968 volví al Giro y gané otras dos, nada menos que ante Merckx. Al año siguiente también corrí, pero yo ya era mayor. Por cierto, ese último año (1969) fue el que descalificaron a Merckx por su positivo.
-¡Menuda noticia debió ser!
-¡No sabe usted cómo lloraba! Decía que le habían echado algo en el agua, que no había tomado nada. Y quizá algo de razón tenía, porque entonces estaba prohibido que nos dieran bidones y los gregarios arrasaban en los bares. Uno bebía lo que le daban. Tras la muerte de Tom Simpson en el Tour se empezó a concienciar el ciclismo de que esa norma era inhumana.
-Ha comentado en alguna ocasión que le perdieron las maglias rosas que conservaba.
-Sí. Presté los maillots, del Giro, del Tour, de mis premios de montaña... para el rodaje de la película París-Tombuctú que dirigía Luis García Berlanga. También fotografías, material, y hasta les presté una bicicleta. Y me devolvieron sólo la bici, pero del resto, ni rastro. Muchos años después me llamó un señor francés diciendo que tenía un maillot mío. Yo le dije que era imposible, que cómo lo había conseguido. Y era cierto. ¡Lo había comprado por internet!
-¿Sigue viendo ciclismo?
-Uy, sí, claro que lo veo. Este Giro parece interesante.
-¿Y se ve reflejado en algún corredor actual?
-¿Actuales? No sé. Si le soy sincero, sólo me ha pasado una vez ver a un corredor que se pareciera tanto a mí que hasta me quedé impactado. Era Marco Pantani. Tenía la misma habilidad para decir: “Aquí voy a atacar y no me va a seguir nadie”. Pero sólo por estilo. Comparar el ciclismo de entonces y el de ahora es difícil. No tienen nada que ver. Ni en cuanto a bicicletas, ni etapas, ni materiales, ni alimentación... Me hace gracia cuando en las retransmisiones hablan de barritas, nosotros llevábamos plátanos que se indigestaban.
-¿Qué le parece Nairo Quintana? También marca diferencias en la montaña.
-Va muy fuerte. En mi época los colombianos no habían llegado a Europa. Yo corrí con ellos en amateur, en la Vuelta a Colombia. Pero sólo teníamos opciones en el llano, porque la montaña eran puertos de 4.000 metros y ellos estaban aclimatados. Yo no estaba cuando aparecieron los Herrera, Parra... Pero me daba la impresión de que se habían europeizado. Y Nairo mucho más. Pero sí va muy fuerte y es favorito para este Giro.
-¿Y usted? ¿A sus 82 años sigue montando en bici?
-Sí, aunque hace dos años tuve una caída y me frenó un poco. Pero salía regularmente.
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