Lleva tres años encerrado en la
Embajada de Ecuador en Londres, pero no se está quieto. Assange vuelve
al ataque con un libro en el que analiza la política exterior de Estados
Unidos a partir de los cables que publicó WikiLeaks. Hablamos con él de
sus teorías conspiratorias, de la acusación de violación que pesa
contra él y de los planes que, asegura, la CIA le tiene reservados.
Para acceder a la embajada de ecuador en Londres hay que
dejar el pasaporte y el teléfono y esperar. los despachos diplomáticos
están a la izquierda. A la derecha, la habitación donde vive Assange. En
realidad,
él duerme en un cuarto de baño reconvertido, una puerta más allá.
Su habitación tiene una ventana, pero con el cristal esmerilado.
Si la Embajada tuviera un aparcamiento subterráneo, quizá hubieran
podido llevarse a Assange al aeropuerto escondido en un coche
diplomático. Pero la Embajada no lo tiene.
Me han dicho
que Assange ha engordado mucho y tiene problemas de higiene personal. He
leído descripciones de su «demencial falta de profesionalidad» y de su
narcisismo;
hay quien especula que tiene el síndrome de Asperger.
El Assange con quien me encuentro se muestra casi tan formal como el
alto directivo de una multinacional. Está delgado, tranquilo y viste un
traje y una camisa con el cuello abierto, perfectamente limpios. Es
evidente que no ha perdido ninguna de sus facultades.
Me estrecha
la mano y se sienta al otro lado de una mesa en una mal ventilada sala
de reuniones que comparte con el embajador. Se ha dejado crecer una
barba blanca. Le sienta bien y le da cierto aire de aventurero de los
mares que quizá sea intencionado. En el pequeño rincón que le han dejado
en la Embajada vive «con todas las limitaciones y dificultades que hay
en un barco de guerra, por poner un ejemplo».
¿Ha tenido ocasión de respirar aire fresco en los últimos tres años? Deniega con la cabeza.
Ya no se acerca al balcón. Demasiado peligroso. «Salir al balcón
plantea problemas de seguridad. Nos han llegado amenazas de bomba y
amenazas de asesinato procedentes de gente muy diversa». ¿Cree que
alguien podría dispararle si se asoma? «Me parece poco probable -dice-.
Pero soy una figura pública, muy polémica, sobre todo en Estados Unidos.
Como resultado, nos han llegado bastantes amenazas hechas por personas
mentalmente perturbadas».
LA CIA Y SUS PLANES CONTRA ÉL
El fundador de WikiLeaks considera que si alguna vez vuelve a estar en libertad,
la CIA podría secuestrarlo
o 'dronarlo', es decir, enviarme un avión no tripulado usado para
eliminar enemigos. «Vamos a ver -matiza-. Soy un tipo de raza blanca. A
no ser que me convierta al islam, es poco probable que me envíen un
avión de ese tipo, pero todos hemos visto que las cosas se han ido
inclinando en esa dirección». También cree que, si la Policía británica
le hiciese salir de la Embajada, tendría que afrontar un proceso
criminal puesto en marcha por Estados Unidos que nunca va a perdonarle
la difusión en Internet de sus secretos.
Assange lleva más de mil días recluido en una habitación y media y tiene todas las papeletas para seguir en ella mil días más.
«En su momento predije que la cosa iba a durar entre cinco y siete
años, y sigo pensando lo mismo». Eso supone entre dos y cuatro años más
encerrado.
Hace un par de meses,
los entendidos en el caso veían las cosas de otra manera. Tanto
los que desean su muerte como los que lo idolatran pensaban que la
situación estaba a punto de dar un vuelco. En Suecia iban a retirar los
cargos por abusos sexuales porque prescribían. Por primera vez en cinco
años, la fiscal sueca que lleva su caso se mostró dispuesta a viajar a
Londres y hablar con él. Y entonces el Foreign Office hizo saber al
Gobierno ecuatoriano que estaba harto de este «abuso en nuestras
relaciones diplomáticas» (o traducido, de este estrafalario gasto de 12
millones en concepto de seguridad, cantidad que cuesta vigilar a
Assange). Ecuador no ha dado su brazo a torcer. Pero en Suecia, aunque
los cargos de abusos sexuales prescribieron, sigue en pie una acusación
de violación más grave y Assange se niega a ir a Estocolmo para ser
interrogado. Está empeñado en recuperar su papel de líder guerrillero
que lucha contra las más altas esferas de la inteligencia
estadounidense.
¿Cómo es un día para usted?, me intereso. «Era inevitable que me hiciera esta pregunta -dice-. Lo entiendo, pero dirigir una organización de i
nvestigación
que lleva al límite la libertad de expresión y la protección de las
fuentes es un trabajo muy duro en condiciones normales, un
trabajo muy exigente y que ocupa mucho tiempo. Llevar a cabo este
trabajo en el interior de una Embajada sometida a vigilancia constante
provoca que ocupe todavía más tiempo». Hace una pausa. «También tengo
algunos beneficios. Aquí no hay policías, lo que para un periodista
especializado en seguridad nacional resulta muy positivo. Hay una
vigilancia intensiva, pero la Policía no puede entrar ni hacer registros
y detenciones». ¿Qué es lo que más echa de menos? «No voy a darles a
mis enemigos el placer de decir lo que ansío o lo que echo de menos».
LA SEGURIDAD: UN EDIFICIO CERCADO
Assange
está obsesionado con el operativo de seguridad a su alrededor. El
edificio está vigilado a todas horas por dos agentes de Policía, uno en
la puerta y otro en el vestíbulo, a los que se suman varios policías más
desplegados por el perímetro. El operativo requiere a cien agentes
yendo y viniendo en furgonetas. Según explica, lo habitual es que en la
zona haya cuatro furgonetas, que se transforman en ocho durante los
cambios de turno, «excepto cuando la BBC emite un informe en el que
explica que este gasto desmesurado resulta grotesco, y las furgonetas
desaparecen unos días».
«C
on el tiempo he llegado a conocer bastante bien esta operación de vigilancia -afirma-.
Hay aspectos que están más que claros, parece interesante la
connivencia de los grandes almacenes Harrods (que están frente a la
Embajada) con la Policía. Hemos obtenido unos documentos de Harrods que
indican que la Policía puede aparcar las 24 horas del día junto a la
acera de los edificios de enfrente, que están todos controlados por los
almacenes». Assange apostilla: «Harrods es propiedad del fondo de
inversión estatal de Catar».
Vale la pena recordar que hay dos
versiones sobre por qué Assange se encuentra metido en este lío, dos
explicaciones muy diferentes. La primera versión es la suya. Es la
historia de una cruzada contra los secretos de Estado, iniciada cuando
WikiLeaks publicó unas imágenes tomadas desde dos helicópteros Apache
norteamericanos que dieron muerte a por lo menos 14 personas, entre
ellas dos periodistas de la agencia Reuters, en Bagdad en 2007. Las
imágenes fueron subidas a la Red tres años después.
La
grabación era espeluznante y al poco tiempo la siguieron centenares de
miles de informes militares estadounidenses hechos en Afganistán e Irak,
así como un cuarto de millón de cablegramas confidenciales del
departamento de Estado. Toda esta documentación fue enviada a WikiLeaks
por el soldado Bradley Manning, quien está cumpliendo una condena de 35
años en una prisión militar por espionaje y robo de propiedades
gubernamentales. Assange asegura que el Departamento de Justicia
estadounidense le tiene preparado un destino semejante, y es posible que
tenga razón.
La segunda explicación del embrollo la ofrece una
fiscal sueca, Marianne Ny, que lleva cinco años investigando la
acusación de que Assange no se refrenó mientras mantenía relaciones
sexuales con dos admiradoras suecas (por separado) durante el verano de
2010, pese a que ellas lo pidieron.
Pregunto: hiciera lo que
hiciera con las dos chicas, ¿le parece que puede ser interpretado o
malinterpretado como «violación»? Assange se niega a entrar en detalles.
Prefiere hablar de lo sucedido hace dos meses, cuando la fiscal Ny
anunció que lo visitaría, pero finalmente no lo hizo.
EE.UU.: ¿UNA INVESTIGACIÓN SECRETA EN MARCHA?
Los detalles son complejos, pero la atmósfera de conspiración es típica de cuanto rodea a Assange.
Él está convencido de que la estrategia de Ny, anunciando que iría pero
no yendo, ha sido la de avanzar a paso de tortuga mientras los
estadounidenses van acumulando documentación para cimentar un proceso
criminal contra él... Y es posible que también tenga razón. Una de las
principales actividades de Assange es seguir el trabajo de un Gran
Jurado establecido en Virginia Occidental para investigarlo. Este Gran
Jurado no lo ha acusado de nada públicamente, pero, por lo que Assange
entiende, sus integrantes «han estado enviando a agentes del FBI por
todo el mundo». «Han llevado a personas a Washington para ser
interrogadas -detalla-; han enviado aviones privados a Islandia (país en
el que trabajan varios de sus compañeros), sin permiso del Gobierno
nacional, para investigarnos; han hecho otro tanto en Dinamarca y en
Suecia; han retenido a personas más o menos relacionadas conmigo en
aeropuertos estadounidenses; han detenido a muchas otras personas y las
han obligado a prestar declaración ante el Gran Jurado; se han incautado
de información diseminada en distintos servidores estadounidenses; han
cancelado las cuentas de Gmail de cuatro de nuestros periodistas y le
han puesto la mordaza a Google, que ha dicho públicamente que está
combatiendo otras órdenes en relación con este caso. Así que la amenaza
judicial es muy seria».
Al cabo de 40 minutos me indican que me dan más tiempo con Assange, pero si me centro en el libro: «El libro» se titula
The WikiLeaks files
y es una recopilación de artículos sobre la política exterior
estadounidense basados en los cablegramas diplomáticos que WikiLeaks
subió a la Red hace cuatro años.
Assange ha escrito un
prólogo en el que se mofa de Washington, y la mayoría de los artículos
han sido escritos por especialistas en distintas regiones del globo que
comparten la convicción de que Estados Unidos es el culpable de
todos los males del mundo. Pero el libro es interesante y serio.
Assange está empeñado en que lo tomen en serio. Porque hay muchos que
siguen considerándolo un excéntrico pirata informático propenso a
relacionarse con famosos. Su imagen pública también se vio afectada por
un artículo de Andrew O'Hagan, autor de su biografía, publicado el año
pasado. Describía a Assange como vanidoso, mezquino, vengativo y tan
arrogante que necesitaría «un cursillo para aprender a reírse un poco de
sí mismo». Añadía que «el hombre que se había asignado a sí mismo la
misión de revelar los secretos del mundo era incapaz de exponer los
suyos».
Assange ni siquiera se explaya sobre su legendario
talento como pirata informático. Según O'Hagan, una vez le dijo que era
el tercer mejor ciberpirata del mundo y que Edward Snowden, que filtró
los secretos de la National Security Agency (NSA), era el noveno. ¿Sigue
ejerciendo de pirata informático? «Me he convertido en un experto en
criptografía y en el funcionamiento de los sistemas electrónicos de
inteligencia, pero, que yo sepa, nadie me ha acusado de ser un pirata
informático desde que era adolescente -responde con tranquilidad-. En
este sentido tengo tanto de pirata informático como Bill Gates o Steve
Jobs, que también fueron ciberpiratas en su juventud».
ECUADOR: UNA DE LAS CLAVES DEL CASO
Otro aspecto interesante de
The WikiLeaks files es el capítulo dedicado a Ecuador.
Los
cablegramas reproducidos en sus páginas respaldan la percepción de que
Washington miró con desconfianza la llegada de Rafael Correa a la
Presidencia en 2007 y más tarde hizo lo posible por
obstaculizar sus políticas de izquierdas. En los cables se habla de las
sospechas de Correa sobre operaciones encubiertas de la CIA, incluyendo
el fallido golpe de Estado en 2010. Todo lo cual contribuye a explicar
la decisión tomada por Correa de ofrecer tanta ayuda a Assange... y de
forma tan prolongada. El australiano ha sido informado de que puede
permanecer en la Embajada tanto tiempo como quiera, con independencia de
quién gobierne en Quito.
SU VINCULACIÓN CON SNOWDEN
Hablamos
también sobre Edward Snowden y su decisión de asilarse en Rusia, lo
que, según Assange, fue idea suya. Assange considera que las amenazas
directas a su vida por parte de la maquinaria estadounidense de
seguridad se han atenuado desde 2010, pero no le convence la idea de que
resulta mejor que te persiga un superpoder que se atiene a los procesos
legales que un superpoder como Rusia, capaz de recurrir a otros
métodos, como el polonio. De hecho, hace caso omiso cuando le recuerdo
el caso de Alexander Litvinenko, el crítico de Vladimir Putin que fue
asesinado en Londres mediante una intoxicación radiactiva. Assange
prefiere volver a cargar contra los americanos. «En Estados Unidos,
Obama todos los martes se reúne para decidir quién va a seguir vivo y
quién va a morir atendiendo a unas leyes secretas», asegura,
refiriéndose a los encuentros en la Casa Blanca donde el presidente
aprueba los listados de enemigos que ha de batir por medio de operativos
contraterroristas con aviones no tripulados desde Somalia hasta
Afganistán. «Los 'martes del terror' los llaman en Washington. Todo esto
funciona por medio de leyes secretas. Sin posibilidad de apelación».
Al cabo de un rato, me indican que ahora sí que se ha acabado el tiempo.
Ya fuera, intercambio varios mensajes de texto y me dejan entrar otra
vez. Da la impresión de que Assange está ahora más relajado. Pregunto si
se ejercita en la cinta para correr, que es un regalo del cineasta Ken
Loach. Responde que sí, «aunque supongo que iba a ponerlo en su artículo
de todas maneras». Dice estar convencido de que las acusaciones por
violación en Suecia «pronto van a quedar en nada», pero no se muestra
tan seguro en lo tocante a la acusación formal del Gran Jurado
estadounidense. Entretanto está leyendo a Mandela y a otros autores que
proporcionan consejos para sobrellevar la reclusión en espacios
reducidos.
Las claves del caso sueco contra Assange
Hace ya cinco años, el 20 de agosto de 2010, Sofia Wilén y Anna Ardin se presentaron en una comisaría de Estocolmo.
Ambas frecuentaban el círculo de Julian Assange en Suecia, donde el
fundador de WikiLeaks vivía entonces. Horas más tarde, la Fiscalía
ordenaba el arresto de Assange por un supuesto
delito de violación, otro de coacción y dos de abusos sexuales.
Comenzaba así el laberinto judicial que ha llevado al activista a
permanecer refugiado en la Embajada ecuatoriana en Londres desde el 19
de junio de 2012.
Assange, que declaró -y mantiene- que sus
encuentros con las mujeres fueron consensuados, fue puesto en libertad,
mientras proseguían las investigaciones, y huyó a Londres un mes
después: el 27 de septiembre. El caso siguió su curso en Suecia hasta
que, tras desestimarse todos los recursos presentados por los abogados
de Assange para evitar que prosperase, la justicia sueca emitió una
orden de arresto europea. El activista se presentó ante la Policía
británica al día siguiente y permaneció cinco días en prisión. Tras
depositar una fianza de 200.000 libras, salió en libertad con un
dispositivo electrónico de localización en la muñeca. Dos meses después,
Suecia solicitó la extradición del activista al Gobierno británico. En
noviembre, el Reino Unido accedió a la solicitud de los suecos, si bien
los recursos de los letrados del fundador de WikiLeaks retrasaron el
proceso hasta que, el 30 de mayo de 2012, la Corte Suprema británica
validó la sentencia. Assange mantuvo, en todo caso, su libertad vigilada
y, 20 días después, el 19 junio, el australiano solicitó asilo en la
Embajada de Ecuador, donde permanece desde entonces.
En este tiempo, tres de los cuatro cargos contra él han prescrito,
si bien el más grave, el de violación, sigue vigente, aunque Assange
está convencido de que «pronto va a quedar en nada». A su entender, el
proceso de extradición a Suecia «es una maniobra» para llevarlo a una
jurisdicción donde resulte más fácil enviarlo después a Estados Unidos.
Un país que, por otro lado, no ha presentado acusación alguna contra
Assange ni ha solicitado su extradición, aunque su nombre surgiera en el
consejo de guerra contra el exsoldado Bradley (hoy, Chelsea) Manning
como instigador del robo de 700.000 documentos clasificados. Assange, de
hecho, ha accedido a trasladarse a Suecia si se le garantiza que no
será posteriormente extraditado, a lo que el Gobierno sueco responde que
no puede predeterminar una posible decisión judicial en este sentido,
aunque lo cierto es que, como cualquier otro ejecutivo, tiene el poder
de rechazar una solicitud de extradición. Teniendo en cuenta que la
acusación por violación contra Assange no prescribe hasta 2020, todo
parece indicar que tardará en abandonar su refugio. F.G.
Universo Assange
El
australiano ha conseguido tejer en torno a él una compleja trama de
asistentes, abogados y celebridades que contribuyen tanto a acrecentar
su fama como su misterio. pero no todos permanecen fieles...
Los asistentes
El "traidor"
Domscheit-Berg
Era
el portavoz de WikiLeaks, pero ahora es enemigo declarado de Assange. O
viceversa. ¿La razón? El libro de Domscheit-Berg sobre su etapa con
Assange que sirvió de base para la película El quinto poder, que
minimiza el papel de Assange y destaca su carácter disfuncional.
¿Su novia?
Sarah Harrison
Es
desde 2010 la asistente y puede que novia de Assange. Colaboraba con un
centro de investigación en Londres cuando estalló el caso WikiLeaks.
Empezó catalogando filmaciones de Irak para Assange.
Los seguidores
El director
Ken Loach
El
director de cine es de los famosos que aún apoya a Assange. Lo ha
comparado con el protagonista de su filme Jimmy's Hall, la historia de
un irlandés que abre el ayuntamiento para que la gente comparta sus
ideas, lo que enfurece a las autoridades.
La "celebrity"
Jemima Khan
Rica
heredera, it girl en su día y ahora periodista, puso 20.000 libras para
la fianza de Assange, pero ha cambiado de opinión. Ahora lo compara con
el líder de la cienciología porque se ha endiosado y exige 'fe ciega' a
sus seguidores.
La familia
La madre
Christine Assange
La
madre de Assange, que se dedicaba al teatro, apoya sin fisuras a su
hijo. Lo define como compasivo, obsesionado con la verdad y honesto. De
niño, dice, le encantaba la naturaleza y explorar, nada de ser un nerd.
El hijo
Daniel Assange
Cuando
Assange tenía 17 años, dejó embarazada a una chica de la misma edad:
Teresa. Tuvieron un hijo, Daniel, y llegaron a casarse. Un par de años
después, según Assange, ella lo dejó. De madre e hijo apenas se sabe
nada.
Los apoyos
El periodista
Alan Rusbridger
El
director de The Guardian cuenta que en la reunión de ocho horas que
tuvieron para ver si publicaban sus documentos, Assange no paraba de
gritar. Llegaron a un acuerdo, pero no volvió a tratar con él. Lo
describe como «brillante, paranoico y obstinado».
La fiadora
Sarah Saunders
La
empresaria es uno de los principales apoyos de Assange. No solo lo
hospedó en su casa, sino que puso la mayor parte de fianza que le
permitió salir de la cárcel y asilarse en la Embajada. Ella lo describe
como un tipo encantador y un foodie.
Los abogados
La abogada
Amal Alamuddin
Es
una de las decenas de abogados que se han implicado en la defensa de
Assange. Lo que la hace relevante es que mientras llevaba el caso de
WikiLeaks se supo de su relación con George Clooney.
El exjuez
Baltasar Garzón
Ha
sido uno los últimos en unirse a la defensa de Assange, lo que
contribuye a su proyección internacional. Recientemente ha emplazado a
Francia a dar asilo a su cliente.
Diferencias y parecidos entre Assage, Manning y Snowden
Cuando
Assange llevaba un año en la Embajada, su fama se vio eclipsada por la
de Edward Snowden, que difundió él solo más documentos secretos que
todos los filtrados de WikiLeaks. No dio la impresión de que Assange se
sintiese molesto. Al contrario, envió a su 'editora de investigaciones',
Sarah Harrison, a Hong Kong para que estuviera al lado de Snowden y
decidir dónde debía exiliarse para eludir al FBI. Desde entonces,
Snowden está en Rusia.
«Snowden era consciente de que, si se
exiliaba en Rusia, la campaña contra él sería doblemente fuerte -explica
Assange-. Él prefería Latinoamérica, pero le aconsejé que pidiera asilo
en Rusia. Si se refugiaba en América Latina, corría el riesgo de que lo
secuestraran por orden de la CIA». ¿O de que lo mataran? «De que lo
secuestraran y, posiblemente, de que lo mataran». Snowden, por su parte,
no se ha prodigado en comentarios sobre Assange. De hecho, podría haber
usado WikiLeaks para sus filtraciones, pero prefirió usar su propia
estrategia, contactando directamente con el periodista Glenn Greenwald,
colaborador de
The Guardian. Y esta gestión de la prensa, sin
duda, ayudó a que la imagen de Snowden sea mucho mejor que la de
Assange, cuyos contactos con The Guardian y The New York Times acabaron
mal, según los periodistas, por el carácter intratable del hacker. La
percepción de Snowden, en cambio, es mayoritariamente buena. Porque si
algo ha cambiado de WikiLeaks a Snowden es la percepción del chivato. Lo
primero que hay que aclarar es que Snowden es una fuente que ha
obtenido por sí mismo la información, mientras que Assange es un mero
distribuidor. La fuente original es otra persona: Bradley (hoy, Chelsea)
Manning, el soldado condenado a 35 años de cárcel por filtrar
información. Es decir, Snowden arriesga más que Assange, y eso es
reconocido. Podría habérsele reconocido el mérito también a Manning,
pero eso no ocurre. Las razones para que el público no empatice con
Manning las explicaba Greenwald, quien desde que se implicó en el caso
Snowden se ha implicado también en la defensa de Manning. El soldado fue
aislado desde el primer momento, sin posibilidad de hablar con la
prensa. Nunca ha sido 'humanizado', explica Greenwald. Y el hecho de que
sea transexual (cambió de sexo ya en prisión) tampoco le ha favorecido.
Es fácil argumentar que filtró la información por sus problemas de
género y porque está desequilibrado.
Pero hay un factor adicional
que marca la diferencia entre Manning y Assange y Snowden. Lo filtrado
por WikiLeaks pone en evidencia a la diplomacia de Estados Unidos, pero
no son delitos. En cambio, buena parte de lo publicado por Snowden son
prácticas abusivas, si no ilegales, de los servicios de inteligencia.
TÍTULO: EUROBASKET - BALONCESTO - CAMPEON ORO - ESPAÑA -80- LITUANIA-63-,.
CAMPEON ORO - ESPAÑA -80- LITUANIA-63-,.
Un gran partido de España campeones de europa, etc,.
TÍTULO: SILENCIO POR FAVOR - Los eficaces cajeros 'acuáticos' ,.
Se habla de...Kenia
Los eficaces cajeros 'acuáticos' / foto
En Nairobi han instalado dispensadores que funcionan con tarjetas recargables.

Se recarga la tarjeta en los quioscos o a través del
teléfono, y por 0,05 euros te llevas 20 litros de agua limpia. Estos
cajeros de agua entusiasman a los habitantes de los barrios más
desfavorecidos de Kenia, sin agua corriente y sin sistemas de
canalización y evacuación en sus casas. «Es agua pura, buena para
cocinar y, sobre todo, es barata», explica muy contento Peter Ngui,
dueño de un pequeño restaurante.Antes de la instalación de estos cajeros
acuáticos, la gente acudía a vendedores callejeros. Pero el agua de los
bidones de sus carretas a menudo no cumple las mínimas condiciones de
higiene porque la extraen de manera ilegal de las canalizaciones.
Además, las nuevas máquinas, instaladas por el servicio municipal de
agua de Nairobi y fabricadas por una empresa danesa, proporcionan agua
más barata. Antes de estos dispensadores, 20 litros de agua costaban
0,30 euros, un precio altísimo para gente que suele ganar apenas dos
euros al día. Largas filas de mujeres se forman a diario ante estos
cajeros. Ante el éxito de la medida, las autoridades municipales
prometen aumentar el número de dispensadores, que también están
funcionando ya en Nueva Delhi (la India). F. U.
Stop!
Lectura femenina. En Mujeres y libros (Seix Barral), Stefan Bollmann recorre la antigua relación de las mujeres con la lectura.