domingo, 24 de enero de 2016

DESAYUNO - CENA - DOMINGO - LUNES - DAVID SERRANO - Guionista,./ SILENCIO POR FAVOR - David Gistau - UNA CAMISA AVENTURERA,.

TITULO: DESAYUNO - CENA - DOMINGO - LUNES - DAVID SERRANO - Guionista,.
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David Serrano de la Peña - foto

David Serrano
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David Serrano de la Peña
Información personal
Nombre de nacimiento David Serrano de la Peña
Nacimiento 1975
Bandera de España Madrid, Comunidad de Madrid, España
Nacionalidad Española
Información profesional
Ocupación Director, guionista y adaptador de cine y teatro
Premios artísticos
Premios Goya Su película Días de fútbol fue nominada a cinco Premios Goya.
Web
Ficha

David Serrano de la Peña (Madrid, Comunidad de Madrid, España, 1975) es un director y guionista de cine español.1

Biografía

Director, productor, guionista y adaptador de cine, teatro y teatro musical. Ha escrito los guiones de la película El otro lado de la cama, de la que se realizó un remake en Francia y una obra teatral estrenada en varios países, y de su secuela Los dos lados de la cama. Como director y guionista de cine ha realizado Días de fútbol - uno de los mayores éxitos de taquilla del cine español y que le valió la nominación como Director Novel a los Premios Goya- Días de cine y Una hora más en Canarias. Como productor asociado ha trabajado en las películas Gente de mala calidad y Pagafantas.
Es autor de los libretos de obras de teatro musical de grandísimo éxito como: Hoy no me puedo levantar, estrenada dos veces en España y otras dos en Méjico, Enamorados anónimos y ha escrito y dirigido en sus montajes para España y Argentina, Más de 100 mentiras.
En teatro ha adaptado, coproducido y dirigido las obras Buena gente (Premio Tony 2011), Lluvia constante, La Venus de las pieles y Agonía y éxtasis de Steve Jobs. También ha hecho las adaptaciones de las obras Días de vino y rosas, Elling y Bajo Terapia, y ha colaborado en la producción de varias obras más. Actualmente en cartel, se encuentran Buena Gente, Lluvia constante y la versión teatral de El otro lado de la cama en Buenos Aires, mientras se prepara en Colombia el próximo montaje de Hoy no me puedo levantar.
Al hablar de David Serrano, por lo tanto, hablamos de un guionista brillante y un director transversal que se maneja tan bien detrás de las cámaras como en el escenario de un teatro y tanto en drama como en comedia.
Tenemos que hablar se estrenará en cines en 26 de febrero de 2016

Filmografía

Teatro

  • Buena gente (2015)
  • Lluvia constante (2014)
  • La venus de las pieles (2014)
  • Más de cien mentiras (2011)
  • Hoy no me puedo levantar (2005)
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    Desayuno: Un vaso de leche o yogur, en definitiva, algún lácteo; y tostada o algún otro tipo de cereal; también se le puede añadir una pieza de fruta.

     Cena: Revuelto de espinacas o espárragos con huevo, y pollo a la plancha,.

    TITULO:  SILENCIO POR FAVOR - David Gistau - UNA CAMISA AVENTURERA,.

    David Gistau: “Para escribir, hay que estrujar bien el estilo como si fuera una toalla mojada”Aunque es periodista de raza, David Gistau (Madrid, 1970) se incorporó tarde a una redacción porque antes fue guionista de televisión y reportero de viajes. Desde entonces ha pasado por tres de las grandes cabeceras de nuestro país. Ahora, su sentido común plasmado con fina ironía y un riquísimo dominio de la lengua conquistan diariamente al lector de ABC.

    ¿Qué periodismo ha bebido David Gistau?
    Mi vocación tuvo un comienzo romántico, yo al que admiraba siempre era al corresponsal de guerra y, en particular, a Hemingway. La primera vez que tuve una noción de lo que era el periodismo fue cuando me enteré de que, en su juventud, Hemingway perseguia ambulancias porque pensaba que una ambulancia era una historia. Yo creo que esa es un poco, por decirlo de alguna forma cursi, la “llama vocacional” que se prendió. Por otra parte, mi padre trabajaba en el diario Pueblo y, de niño, visitando ese diario, conocí otra de las virtudes del periodismo: era gente que bebía mucho y se acostaba muy tarde. Y eso también me sedujo; un tipo de vida más intensa, más nocherniega, de la que podía tener un oficinista.
    Curiosamente, en mi vocación nunca estuvo el periodismo de opinión. A eso llegué casi accidentalmente y, aunque ahora estoy muy resignado, a mí siempre me gustó más la idea de la camisa caqui, los viajes, ese tipo de grandes corresponsalías.

    Has escrito en tres importantes diarios: La Razón (97-2004),  El Mundo (2005- 2013) y ahora ABC. Con esta presentación puede parecer que las grandes cabeceras son como “la casta”, que ya da igual de qué lado están.
    El término de “la casta” me parece detestable por las connotaciones que le han impuesto; no creo que la única condición para existir pase por ser revolucionario y nihilista, no es una ninguna vergüenza tener sentido de pertenencia a la normalidad. Pero dicho esto, los periódicos, por desgracia, son cada vez más parecidos entre sí. Ha habido una época gloriosa–años 90 y principio de los 2000- en que los periódicos estaban muy caracterizados, tenían personalidades muy definidas. Creo que ahora se está perdiendo, en mi opinión, por dos razones: la primera, porque el periodismo, en general, tiene una enorme crisis de identidad. Los problemas económicos hacen más difícil ser valiente contra el poder, porque cuanta mayor precariedad económica, menos te puedes permitir el coraje y el espíritu crítico. En general, los periódicos están buscando la supervivencia en el propio establishment contra el cual deberían existir, no como pose, sino como voluntad de contrapeso. Y en ese sentido, yo creo que los periódicos están más acobardados y más adocenados que nunca y me parece una muy mala noticia. Además, creo que este gobierno tiene una política de control de medios muy severa, que castiga mucho la independencia y la crítica y eso está ocurriendo en un momento en el que el sistema inmunológico del periodismo está muy bajo.

    Eso que dices de “la presión del gobierno” se ha notado, sobre todo, en la caída de Pedro J. Pero, ¿es una cosa que se note a diario en las redacciones?
    La caída de Pedro J. es, posiblemente, el paroxismo de esto que estoy diciendo, porque ha sido un derribo muy escandaloso y, aunque las connotaciones políticas no sean las únicas, éstas existen, no me cabe duda. Yo te puedo hablar de mi propia experiencia: nunca he notado, en los años que llevo ejerciendo el periodismo de opinión, con 3 presidentes distintos, unos intentos de censura tan explícitos, unas reacciones a lo que se escribe tan agresivas y unas amenazas tan claras de que te puedes quedar sin trabajo. Ni siquiera lo atribuyo al presidente Rajoy, porque creo que él desdeña la prensa, sino a su vicepresidencia y a la Secretaría de Estado de Comunicación. Nunca he conocido personas tan agresivas con la crítica periodística, ni con Zapatero ni con Aznar.

    Hablemos del ABC. Decía HughesEl ABC tiene una cosa que no tienen otros, el lector de ABC”, ¿lo has experimentado?, ¿sigue existiendo?
    Lo primero es que Hughes tiene una gran pasión por el lector de ABC porque tiene una gran pasión por el ABC, porque él es de Valencia y tiene una “idealización madrileña”, que ya se le está pasando de vivir aquí, que incluye, entre otras muchas cosas, la calle Serrano y el diario ABC. Como Hughes es un tío muy elegante, estos gustos eran inevitables…
    El lector de ABC, en realidad, es un animal mitológico que nadie sabe muy bien qué pinta tiene y, al mismo tiempo, una fuente de pavor dentro del mismo periódico. Yo creo que en ABC hay una autocensura que se basa en el miedo a ofender al lector de ABC, sea éste lo que sea. Parece que es un lector que no tiene ninguna capacidad de aguante en cuanto lo sacan de ciertos dogmas establecidos en el periódico. Mi experiencia, sin embargo, demuestra que es mucho más inteligente, flexible, con más ganas de jugar y de poner en cuestión sus propios prejuicios, de lo que el propio ABC cree. A lo mejor es que yo he llegado con cierta libertad, basada en la ignorancia de ciertas hipótesis muy sólidas del periódico y al tener esa “falta de respeto” a esos dogmas, he conectado con un lector menos estricto. También, el lector ha evolucionado: cuando Umbral ingresó en el ABC en los años 90, se tuvo que ir al mes por las amenazas de muerte de un lector que no quería, y esto es literal, a “un rojo en sus páginas”. Esto, hoy en día, es imposible porque la sociedad ha evolucionado, el periódico ha evolucionado con ella y el lector de ABC, por lo menos el de mi generación, el de los 40 años, es más abierto.

    ¿Hacia dónde ve Gistau que camina el futuro de la prensa?
    La gran pregunta de la supervivencia del periódico es ¿en qué tiene que especializarse? Ahí hay otra derivada que es la del cambio de soporte, la famosa mudanza del papel a la pantalla; que eso es un trabajo psicológico que tiene que hacer el lector. Eso y acostumbrarse a la idea de que en pantalla se paga, que es algo que psicológicamente no ha aceptado nadie todavía. A la pregunta de qué tiene que hacer el periodismo para entrar en el futuro, ojalá lo supiera. Es verdad que la opinión es un valor añadido a la lectura. La radio, la televisión e internet han ganado en urgencia y en inmediatez para dar una noticia, sin embargo, el periódico sigue siendo el gran soporte para el análisis. Por supuesto, el periodismo social y las historias también me parece que pueden ser una marca de identidad de los periódicos del futuro, porque además tienen espacio para hacer una descripción prolija de cualquier cosa.
    Pero creo que, sobre todo, lo que va a seguir funcionando es la exclusiva. Los periódicos siguen siendo, con sus exclusivas, los que marcan la discusión nacional, los que dictan los contenidos de las tertulias de la radio y la televisión. Ser el propietario exclusivo de una historia seguirá valiendo el siglo próximo como valió el siglo pasado. Eso será siempre el gran arma de los periódicos, en particular de algunos.

    Has hecho reportajes de viajes, has escrito libros y guiones, ¿no se te quedan cortos los 3.000 caracteres de una columna, para contar historias?
    No, si es opinión no. Para decir que Rajoy es guapo o feo, con 3.000 caracteres vas que chutas, si no, no eres periodista. Yo lo que procuro es no perder nunca de vista que el periodismo ofrece diferentes registros de escritura, e intento frecuentarlas todas: intento no dejar de ser cronista, además de la columna, hago la crónica parlamentaria y ahora incluso los fines de semana ¡tengo una página de corazón! Que parecerá una frivolidad pero me permite dar al lector más cosas, no un plato único.
    Esa es la clave, porque la columna, sobre todo cuando un periodista es relativamente joven, es un poco una hornacina en la que terminas encerrado en tu salón, emitiendo opiniones mesiánicas que probablemente no interesan a nadie y puedes perder los hábitos del periodista: estar en la calle, preguntar, ir a buscar la noticia con tu libreta… Esas cosas se mantienen vivas con las crónicas y los reportajes y yo ese periodismo no lo quiero matar, no todavía. A lo mejor, a una cierta edad me veo en una cabaña encantado, al borde de un acantilado, aislado de la gente y rodeado de libros Schopenhauer y emitiendo opiniones en un periódico. Pero ahora mismo, desde luego, no me siento en edad de eso.

    ¿Alguna vez has leído una columna y has pensado “ojalá lo hubiera escrito yo”?
    Me pasa constantemente. Pero no lo interpreto como “ojalá lo hubiera escrito yo” sino como “qué gusto leer esto”. Admiro a mucha gente, soy capaz de reconocer el talento ajeno y de no envidiarlo; de no quererlo para mí sino de disfrutarlo. Me pasa con muchos libros y con muchas columnas: con casi todas las de Arcadi Espada, con muchas de Manuel Jabois, del propio Hughes o de Ignacio Ruiz-Quintano. Como además son tipos a los que conozco personalmente y con los que tengo un grado de amistad mayor o menor, yo me alegro mucho de que la gente lo haga bien. No tengo esa sensación de querer usurparles nada, quiero disfrutar de su escritura como lector.
    Con Jabois sí tengo la broma, como nos parecemos mucho y vamos juntos al Parlamento, y a veces improvisamos chistes en voz alta, siempre le decimos al otro: “no lo escribas, que es mío”, porque parece que nos vamos a robar,.

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